sábado, 16 de abril de 2016

ESTA ES LA ORACIÓN QUE PROPONE PAPA FRANCISCO PARA SER DÓCILES AL ESPÍRITU SANTO


Esta es la oración que propone el Papa para ser dóciles al Espíritu Santo
Por Alvaro de Juana


 (ACI).- En la homilía de la Misa que celebró en la Casa Santa Marta del Vaticano, el Papa Francisco destacó la importancia del Espíritu Santo para el cristiano y propuso una oración para ser dóciles a él y encontrar así la alegría.

“La docilidad al Espíritu es fuente de alegría. ‘Yo quisiera hacer algo, esto… Pero, siento que el Señor me pide otra cosa. ¡Encontraré la alegría allí donde está la llamada del Espíritu!’”, dijo el Papa.

Francisco propuso entonces una oración para que sea más sencillo. “Ésta es una bella oración que podemos rezar siempre: ‘Habla Señor, porque te escucho’. La oración para pedir aquella docilidad al Espíritu Santo y con esta docilidad llevar adelante a la Iglesia, ser instrumentos del Espíritu, para que la Iglesia pueda seguir adelante. ‘Habla Señor, que tu siervo escucha’. Recemos así, tantas veces al día: cuando tenemos alguna duda, cuando no sabemos o cuando simplemente queremos rezar. Y con esta oración, pidamos la gracia de la docilidad al Espíritu Santo”.

En la homilía, el Santo Padre también habló del Espíritu Santo en los Hechos de los Apóstoles. “En días pasados, la Iglesia nos presentó el drama de la resistencia al Espíritu: los corazones cerrados, duros, necios, que resisten al Espíritu. Veían las cosas –la curación del lisiado por parte de Pedro y Juan en la Puerta del Templo; las palabras y las cosas grandes que hacía Esteban...– pero se quedaron cerrados a estos signos del Espíritu y opusieron resistencia al Espíritu. E intentaban justificar su resistencia con una ‘por así decir, fidelidad’ a la ley, es decir, a la letra de la ley”.

Sin embargo, “hoy, la Iglesia nos presenta lo contrario: no la resistencia al Espíritu, sino la docilidad, al Espíritu, que es precisamente la actitud del cristiano”, señaló el Santo Padre.

En definitiva, “ser dóciles al Espíritu, permite que el Espíritu pueda actuar, impulsar y hacer crecer a la Iglesia”.


Francisco puso de ejemplo la lectura del día de los Hechos de los Apóstoles, en la que Felipe estaba “muy atareado, como todos los obispos, ya que ese día tenía, seguramente, muchos planes de trabajo”.

“Pero, el Espíritu le dice que deje todo lo que había planeado y que fuera donde estaba el etíope. Y él obedeció”.

El Papa explicó que “el Espíritu trabajaba en el corazón del etíope” y le ofreció “el don de la fe”. Ante ello, “este hombre sintió algo nuevo en su corazón” y pidió ser bautizado.

Lectura del día comentada por el Papa: Hechos 8:26-40

El Ángel del Señor habló a Felipe diciendo: «Levántate y marcha hacia el mediodía por el camino que baja de Jerusalén a Gaza. Es desierto.» 

Se levantó y partió. Y he aquí que un etíope eunuco, alto funcionario de Candace, reina de los etíopes, que estaba a cargo de todos sus tesoros, y había venido a adorar en Jerusalén, regresaba sentado en su carro, leyendo al profeta Isaías.El Espíritu dijo a Felipe: «Acércate y ponte junto a ese carro.»Felipe corrió hasta él y le oyó leer al profeta Isaías; y le dijo: «¿Entiendes lo que vas leyendo?».

Él contestó: «¿Cómo lo puedo entender si nadie me hace de guía?» Y rogó a Felipe que subiese y se sentase con él.
El pasaje de la Escritura que iba leyendo era éste: «Fue llevado como una oveja al matadero; y como cordero, mudo delante del que lo trasquila, así él no abre la boca.

En su humillación le fue negada la justicia; ¿quién podrá contar su descendencia? Porque su vida fue arrancada de la tierra.»

El eunuco preguntó a Felipe: «Te ruego me digas de quién dice esto el profeta: ¿de sí mismo o de otro?»

Felipe entonces, partiendo de este texto de la Escritura, se puso a anunciarle la Buena Nueva de Jesús.

Siguiendo el camino llegaron a un sitio donde había agua. El eunuco dijo: «Aquí hay agua; ¿qué impide que yo sea bautizado?»

Y mandó detener el carro. Bajaron ambos al agua, Felipe y el eunuco; y lo bautizó,
y en saliendo del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe y ya no le vio más el eunuco, que siguió gozoso su camino.

Felipe se encontró en Azoto y recorría evangelizando todas las ciudades hasta llegar a Cesarea.

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