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domingo, 28 de octubre de 2018

PAPA FRANCISCO CLAUSURA SÍNODO Y PIDE DEFENDER A LA IGLESIA DE ATAQUES DEL DIABLO


El Papa clausura Sínodo y pide defender a la Iglesia de ataques del diablo
Redacción ACI Prensa
 Foto: Bohumil Petrik (ACI Prensa)




El Papa Francisco clausuró este sábado el Sínodo de los Obispos con un llamado a los fieles a defender a la Iglesia con la oración y la penitencia, de los ataques que el Gran Acusador realiza a causa de los pecados de sus hijos.

“Nuestra madre (la Iglesia) es santa, pero los hijos somos pecadores. Somos todos pecadores, no lo olvidemos”, señaló el Papa ante los padres sinodales reunidos en el Vaticano.

Sin embargo, advirtió que “el Gran Acusador” aprovecha los pecados de los hijos para atacar a la Iglesia. “Dice en el primer capítulo de Job que gira y gira por la tierra buscando a quien acusar” y “en este momento nos está acusando fuerte” y “esta acusación se convierte en persecución”.

El Pontífice añadió que las acusaciones del diablo también “se convierten en otro tipo de persecución, acusaciones continuas para ensuciar la Iglesia. Y la Iglesia no se ensucia: los hijos ‘estamos todos sucios’, pero la Madre, no”.


Por ello, dijo, “es el momento de defender a la Madre: y a la Madre se defiende del Gran Acusador con la oración y la penitencia. Por esto he pedido, en este mes que culmina en pocos días, de rezar el Rosario, rezar a San Miguel Arcángel, rezar a la Virgen para que cubra siempre a la Madre Iglesia”.

“Sigamos haciéndolo. Es un momento difícil, porque el Acusador a través nuestro ataca a la Madre, y a la Madre no se toca. Esto quiero decirlo de corazón al final del Sínodo”, expresó.

El documento del Sínodo

Previamente, en su discurso el Santo Padre habló sobre el documento final aprobado por los padres sinodales.

“Primero quiero reafirmar una vez más que el Sínodo no es un parlamento, es un espacio protegido para que el Espíritu Santo pueda actuar. Por esto las informaciones que se dan son generales, y no las cosas más particulares”. “Este ha sido un lugar protegido, no lo olvidemos, fue el Espíritu el que ha trabajado aquí”, reiteró.

Asimismo, señaló que “el resultado del Sínodo no es un documento. Lo he dicho al inicio, estamos llenos de documentos, no sé si este documento afuera hará algo, no lo sé, pero sí sé que debe hacer en nosotros, debe trabajar en nosotros”.

“Nosotros hemos hecho el documento, la comisión, nosotros lo hemos estudiado y lo hemos aprobado el documento. Ahora el Espíritu nos da el documento para que trabaje en nuestro corazón. Somos nosotros los destinatarios del documento”, indicó.


Francisco invitó a los padres sinodales y demás personas que participaron en este evento a “hacer oración con el documento, estudiarlo” para que este trabaje.

El Papa señaló que si bien el texto aprobado “es para más gente”, los primeros destinatarios “somos nosotros. Es el Espíritu el que ha hecho todo esto y retorna a nosotros. No olvidarlo por favor”.

El Sínodo de los Obispos comenzó el 3 de octubre y los trabajos culminaron este sábado 27.  El documento aprobado contiene 167 puntos divididos en doce capítulos.

Mañana el Papa celebrará la Misa de clausura en la Basílica de San Pedro a las 10:00 a.m. hora local.



Homilía del Papa Francisco en la Misa de clausura del Sínodo de los Obispos
Redacción ACI Prensa
 Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa


Escuchar, acompañae y testimoniar han sido los tres pasos del recorrido de la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, que se ha celebrado en Roma del 3 al 27 de octubre, y sobre esos tres ejes reflexionó el Papa Francisco en su homilía de la Misa de clausura celebrada en la Basílica de San Pedro del Vaticano este domingo 28 de octubre.

A continuación, el texto completo de la homilía pronunciada por el Papa Francisco:

El episodio que hemos escuchado es el último que narra el evangelista Marcos sobre el ministerio itinerante de Jesús, quien poco después entrará en Jerusalén para morir y resucitar. Bartimeo es, por lo tanto, el último que sigue a Jesús en el camino: de ser un mendigo al borde de la vía en Jericó, se convierte en un discípulo que va con los demás a Jerusalén.

Nosotros también hemos caminado juntos, hemos “hecho sínodo” y ahora este evangelio sella tres pasos fundamentales para el camino de la fe.

En primer lugar, nos fijamos en Bartimeo: su nombre significa “hijo de Timeo”. Y el texto lo especifica: «El hijo de Timeo, Bartimeo» (Mc 10,46). Pero, mientras el Evangelio lo reafirma, surge una paradoja: el padre está ausente. Bartimeo yace solo junto al camino, lejos de casa y sin un padre: no es alguien amado sino abandonado. Es ciego y no tiene quien lo escuche. Jesús escucha su grito.

Y cuando lo encuentra le deja hablar. No era difícil adivinar lo que Bartimeo le habría pedido: es evidente que un ciego lo que quiere es tener o recuperar su vista. Pero Jesús no es expeditivo, da tiempo a la escucha. Este es el primer paso para facilitar el camino de la fe: escuchar. Es el apostolado del oído: escuchar, antes de hablar.

Por el contrario, muchos de los que estaban con Jesús imprecaban a Bartimeo para que se callara (cf. v. 48). Para estos discípulos, el necesitado era una molestia en el camino, un imprevisto en el programa. Preferían sus tiempos a los del Maestro, sus palabras en lugar de escuchar a los demás: seguían a Jesús, pero lo que tenían en mente eran sus propios planes.


Es un peligro del que tenemos que prevenirnos siempre. Para Jesús, en cambio, el grito del que pide ayuda no es algo molesto que dificulta el camino, sino una pregunta vital. ¡Qué importante es para nosotros escuchar la vida! Los hijos del Padre celestial escuchan a sus hermanos: no las murmuraciones inútiles, sino las necesidades del prójimo.

Escuchar con amor, con paciencia, como hace Dios con nosotros, con nuestras oraciones a menudo repetitivas. Dios nunca se cansa, siempre se alegra cuando lo buscamos. Pidamos también nosotros la gracia de un corazón dócil para escuchar. Me gustaría decirles a los jóvenes, en nombre de todos nosotros, adultos: disculpadnos si a menudo no os hemos escuchado; si, en lugar de abrir vuestro corazón, os hemos llenado los oídos.

Como Iglesia de Jesús deseamos escucharos con amor, seguros de dos cosas: que vuestra vida es preciosa ante Dios, porque Dios es joven y ama a los jóvenes; y que vuestra vida también es preciosa para nosotros, más aún, es necesaria para seguir adelante.

Después de la escucha, un segundo paso para acompañar el camino de fe: hacerse prójimos. Miramos a Jesús, que no delega en alguien de la «multitud» que lo seguía, sino que se encuentra con Bartimeo en persona. Le dice: «¿Qué quieres que haga por ti?» (v. 51).

Qué quieres: Jesús se identifica con Bartimeo, no prescinde de sus expectativas; que yo haga: hacer, no solo hablar; por ti: no de acuerdo con ideas preestablecidas para cualquiera, sino para ti, en tu situación. Así lo hace Dios, implicándose en primera persona con un amor de predilección por cada uno. Ya en su modo de actuar transmite su mensaje: así la fe brota en la vida.

La fe pasa por la vida. Cuando la fe se concentra exclusivamente en las formulaciones doctrinales, se corre el riesgo de hablar solo a la cabeza, sin tocar el corazón. Y cuando se concentra solo en el hacer, corre el riesgo de convertirse en moralismo y de reducirse a lo social.

La fe, en cambio, es vida: es vivir el amor de Dios que ha cambiado nuestra existencia. No podemos ser doctrinalistas o activistas; estamos llamados a realizar la obra de Dios al modo de Dios, en la proximidad: unidos a él, en comunión entre nosotros, cercanos a nuestros hermanos. Proximidad: aquí está el secreto para transmitir el corazón de la fe, no un aspecto secundario.

Hacerse prójimos es llevar la novedad de Dios a la vida del hermano, es el antídoto contra la tentación de las recetas preparadas. Preguntémonos si somos cristianos capaces de ser prójimos, de salir de nuestros círculos para abrazar a los que “no son de los nuestros” y que Dios busca ardientemente.

Siempre existe esa tentación que se repite tantas veces en las Escrituras: lavarse las manos. Es lo que hace la multitud en el Evangelio de hoy, es lo que hizo Caín con Abel, es lo que hará Pilato con Jesús: lavarse las manos. Nosotros, en cambio, queremos imitar a Jesús, e igual que él ensuciarnos las manos.

Él, el camino (cf. Jn 14,6), por Bartimeo se ha detenido en el camino. Él, la luz del mundo (cf. Jn 9,5), se ha inclinado sobre un ciego. Reconozcamos que el Señor se ha ensuciado las manos por cada uno de nosotros, y miremos la cruz y recomencemos desde allí, del recordarnos que Dios se hizo mi prójimo en el pecado y la muerte. Se hizo mi prójimo: todo viene de allí.


Y cuando por amor a él también nosotros nos hacemos prójimos, nos convertimos en portadores de nueva vida: no en maestros de todos, no en expertos de lo sagrado, sino en testigos del amor que salva.

Testimoniar es el tercer paso. Fijémonos en los discípulos que llaman a Bartimeo: no van a él, que mendigaba, con una moneda tranquilizadora o a dispensar consejos; van en el nombre de Jesús. De hecho, le dirigen solo tres palabras, todas de Jesús: «Ánimo, levántate, que te llama» (v. 49). En el resto del Evangelio, solo Jesús dice ánimo, porque solo él resucita el corazón. Solo Jesús dice en el Evangelio levántate, para sanar el espíritu y el cuerpo.

Solo Jesús llama, cambiando la vida del que lo sigue, levantando al que está por el suelo, llevando la luz de Dios en la oscuridad de la vida. Muchos hijos, muchos jóvenes, como Bartimeo, buscan una luz en la vida. Buscan un amor verdadero. Y al igual que Bartimeo que, a pesar de la multitud, invoca solo a Jesús, también ellos invocan la vida, pero a menudo solo encuentran promesas falsas y unos pocos que se interesan de verdad por ellos.

No es cristiano esperar que los hermanos que están en busca llamen a nuestras puertas; tendremos que ir donde están ellos, no llevándonos a nosotros mismos, sino a Jesús. Él nos envía, como a aquellos discípulos, para animar y levantar en su nombre. Él nos envía a decirles a todos: “Dios te pide que te dejes amar por él”. Cuántas veces, en lugar de este mensaje liberador de salvación, nos hemos llevado a nosotros mismos, nuestras “recetas”, nuestras “etiquetas” en la Iglesia.

Cuántas veces, en vez de hacer nuestras las palabras del Señor, hemos hecho pasar nuestras ideas por palabra suya. Cuántas veces la gente siente más el peso de nuestras instituciones que la presencia amiga de Jesús. Entonces pasamos por una ONG, por una organización paraestatal, no por la comunidad de los salvados que viven la alegría del Señor.

Escuchar, hacerse prójimos, testimoniar. El camino de fe termina en el Evangelio de una manera hermosa y sorprendente, con Jesús que dice: «Anda, tu fe te ha salvado» (v. 52). Y, sin embargo, Bartimeo no hizo profesiones de fe, no hizo ninguna obra; solo pidió compasión.

Sentirse necesitados de salvación es el comienzo de la fe. Es el camino más directo para encontrar a Jesús. La fe que salvó a Bartimeo no estaba en la claridad de sus ideas sobre Dios, sino en buscarlo, en querer encontrarlo. La fe es una cuestión de encuentro, no de teoría. En el encuentro Jesús pasa, en el encuentro palpita el corazón de la Iglesia. Entonces, lo que será eficaz es nuestro testimonio de vida, no nuestros sermones.

Y a todos vosotros que habéis participado en este “caminar juntos”, os agradezco vuestro testimonio. Hemos trabajado en comunión y con franqueza, con el deseo de servir a Dios y a su pueblo. Que el Señor bendiga nuestros pasos, para que podamos escuchar a los jóvenes, hacernos prójimos suyos y testimoniarles la alegría de nuestra vida: Jesús.



Carta de los padres sinodales a los jóvenes con motivo del final del Sínodo
Redacción ACI Prensa
Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa



Los padres sinodales han dirigido una carta a los jóvenes tras el final del Sínodo de los Obispos en la que les pide que no pierdan la confianza en la Iglesia.

En la carta, leída por el Secretario General del Sínodo, Cardenal Lorenzo Baldisseri, al finalizar la Misa de clausura presidida por el Papa Francisco en la Basílica de San Pedro del Vaticano este domingo 28 de diciembre, los padres sinodales expresan su voluntad de ayudar a los jóvenes “en vuestras alegrías para que vuestras esperanzas se transformen en ideales”.

“Que nuestras debilidades no os desanimen, que la fragilidad y los pecados no sean la causa de perder vuestra confianza. La Iglesia es vuestra madre, no os abandona”.


A continuación, la carta completa de los padres sinodales:

Nos dirigimos a vosotros, jóvenes del mundo, nosotros como padres sinodales, con una palabra de esperanza, de confianza, de consuelo. En estos días hemos estado reunidos para escuchar la voz de Jesús, “el Cristo eternamente joven” y reconocer en Él vuestras muchas voces, vuestros gritos de alegría, los lamentos, los silencios.

Conocemos vuestras búsquedas interiores, vuestras alegrías y esperanzas, los dolores y las angustias que os inquietan. Deseamos que ahora podáis escuchar una palabra nuestra: queremos ayudaros en vuestras alegrías para que vuestras esperanzas se transformen en ideales. Estamos seguro que estáis dispuestos a entregaros con vuestras ganas de vivir para que vuestros sueños se hagan realidad en vuestra existencia y en la historia humana.

Que nuestras debilidades no os desanimen, que la fragilidad y los pecados no sean la causa de perder vuestra confianza. La Iglesia es vuestra madre, no os abandona y está dispuesta a acompañaros por caminos nuevos, por las alturas donde el viento del Espíritu sopla con más fuerza, haciendo desaparecer las nieblas de la indiferencia, de la superficialidad, del desánimo.


Cuando el mundo, que Dios ha amado tanto hasta darle a su Hijo Jesús, se fija en las cosas, en el éxito inmediato, en el placer y aplasta a los más débiles, vosotros debéis ayudarle a levantar la mirada hacia el amor, la belleza, la verdad, la justicia.

Durante un mes hemos caminado juntamente con algunos de vosotros y con muchos otros unidos por la oración y el afecto. Deseamos continuar ahora el camino en cada lugar de la tierra donde el Señor Jesús nos envía como discípulos misioneros.

La Iglesia y el mundo tienen necesidad urgente de vuestro entusiasmo. Haceos compañeros de camino de los más débiles, de los pobres, de los heridos por la vida. Sois el presente, sed el futuro más luminoso.



Sínodo de los Obispos: Aprueban documento final presentado al Papa Francisco
POR MIGUEL PÉREZ PICHEL | ACI Prensa
 Foto: Daniel Ibáñez (ACI Prensa)


Este miércoles 27 de octubre fue presentado el Documento Final de la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos que, desde el 3 de octubre, se celebró en Roma sobre los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional.

En un inicio el Vaticano había anunciado la conferencia de prensa para presentar el documento a las 7:15 p.m.; sin embargo, fue postergada hasta las 8:30 p.m. hora local.

El documento (publicado en italiano) tiene 167 puntos. Cada uno fue votado de forma individual y aprobado con la mayoría requerida de dos tercios de los 268 padres sinodales.

Entre los puntos abordados está la sinodalidad de la Iglesia, así como la escucha y el discernimiento.

Desde esa óptica se tratan temas tan variados como la centralidad de la liturgia, la pastoral juvenil, el papel de la mujer en la Iglesia, la sexualidad, el escándalo de los abusos, las persecuciones, la espiritualidad, la vocación, las relaciones entre generaciones, la colonización cultural, el mundo del trabajo o la importancia de la formación, en especial la formación de los seminaristas.

Aunque todos los puntos han superado la barrera de los dos tercios de los votos (166 votos), algunos han contado con mayor oposición.

Es el caso del punto 150, que habla de los caminos de acompañamiento en la fe de las personas homosexuales, y que obtuvo 65 votos en contra y 178 a favor.

Otros puntos que han tenido un número importante de votos en contra han sido el 148 sobre “la mujer en la Iglesia sinodal” (38 votos en contra), el 121 sobre “la forma sinodal de la iglesia” (51 votos en contra), el 39 sobre “las preguntas de los jóvenes” (43 votos en contra) o el punto 3 sobre “el documento final de la asamblea sinodal” (43 votos en contra).

Vocación

La escucha como condición esencial para recibir la vocación recorre todo el Documento Final. El punto 77 dice que la vocación “comporta un largo viaje”. “La palabra del Señor exige tiempo para ser comprendida e interpretada; la misión a la que se ha sido llamado se desvela gradualmente”.

“Para acoger en profundidad el misterio de la vocación que encuentra en Dios su origen último, estamos llamados a purificar nuestro imaginario y nuestro lenguaje religioso, reencontrando la riqueza y el equilibrio de nuestra narración bíblica”, se dice en el punto 78.

El Documento también llama a desarrollar una cultura vocacional, creando “las condiciones para que en todas las comunidades cristianas, a partir de la conciencia bautismal de sus miembros, se desarrolle una verdadera y específica cultura vocacional y un constante compromiso de oración por las vocaciones”.

El Sínodo recuerda que la vocación bautismal es para todos, sin excluir a nadie a la “llamada a la santidad”. “Tal llamado implica necesariamente la invitación a participar en la misión de la Iglesia, que tiene como finalidad fundamental la comunión entre Dios y todas las personas”, afirma.

De hecho, “las vocaciones eclesiales son expresiones múltiples y articuladas por medio de las cuales la Iglesia realiza su llamada a ser signo real del Evangelio acogido en una comunidad fraterna”.

El punto 88 habla de la vida consagrada y afirma que “la misión de muchos consagrados y consagradas que se entregan a los últimos en las periferias del mundo manifiesta concretamente la dedicación de una Iglesia en salida”.

“Si en algunas regiones se experimenta la reducción numérica y la fatiga del envejecimiento, la vida consagrada continúa siendo fecunda y creativa también por medio de la corresponsabilidad con tantos laicos que comparten el espíritu y la misión de los diferentes carismas”.

En el punto 89 se destaca que “la Iglesia siempre ha tenido un particular cuidado por las vocaciones al ministerio del orden sacerdotal, en la conciencia de que este último es un elemento constitutivo de su identidad y necesario para la vida cristiana”.


Por tal razón, “siempre ha cultivado una atención específica por la formación y el acompañamiento de los candidatos al presbiterato. La preocupación de muchas Iglesias por su descenso numérico hace necesaria una renovada reflexión sobre la fascinación sobre la persona de Jesús y de su llamada a hacerse pastores de su rebaño”.

Además, el Sínodo también reconoce que la condición de soltero, situación que “puede depender de muchas razones, voluntarias o involuntarias, y de factores culturales, religiosos y sociales”, “asumida en una lógica de fe y de entrega, puede derivar en muchos caminos por medio de los cuales actúa la gracia del bautismo y dirige hacia esa santidad hacia la que todos estamos llamados”.

Sexualidad

La sexualidad ha sido uno de los puntos más debatidos en los trabajos del Sínodo, aunque los padres sinodales recordaron en todo momento que no se trata de un Sínodo sobre sexualidad, sino sobre los jóvenes.

En el punto 149 indica que la Iglesia trabaja “para transmitir la belleza de la visión cristiana de la corporeidad y de la sexualidad”, tal y como emerge de las Sagradas Escrituras y de la Tradición y del Magisterio de los últimos Papas.

No obstante, se llama la atención también sobre la necesidad urgente de buscar modalidades más adecuadas para transmitirla. “Se necesita proponer a los jóvenes una antropología de la afectividad y de la sexualidad capaz también de dar el valor justo a la castidad”.

Para ello, “es necesario cuidar la formación de los trabajadores pastorales para que sean creíbles, a partir de la maduración de su propia dimensión afectiva y sexual”.

El acompañamiento pastoral a las personas homosexuales es abordado en el punto 150. Este recuerda que “Dios ama a cada persona, y así lo hace la Iglesia, renovando su compromiso contra toda discriminación y violencia por motivos sexuales”.

“Igualmente, reafirma la determinante relevancia antropológica de la diferencia y de la reciprocidad entre el hombre y la mujer, y considera reductivo definir la identidad de las personas a partir, únicamente, de su orientación sexual”.

En este sentido, pone el acento en que “ya existen en muchas comunidades cristianas caminos de acompañamiento en la fe de personas homosexuales: el Sínodo recomienda favorecer tales recorridos”.

La mujer en la Iglesia

El punto 13 indica que la diferencia entre hombres y mujeres “puede ser un ámbito en el cual nacen formas de dominio, exclusión y discriminación, de los cuales la sociedad y la Iglesia misma necesitan liberarse”.

Hace hincapié en que entre los jóvenes existe la voluntad de “que haya un mayor reconocimiento y valoración de la mujer en la sociedad y en la Iglesia”.

“Muchas mujeres desempeñan un papel insustituible en la comunidad cristiana, pero en muchos lugares hay una resistencia a otorgarles su espacio en los procesos de toma de decisiones, incluso cuando no se exige de forma específica una responsabilidad ministerial”.

Se lamenta, además, que “la ausencia de la voz y de la mirada femenina empobrece el debate y el camino de la Iglesia, sustrayendo al discernimiento una contribución preciosa”. Por ello, “el Sínodo recomienda que todos sean más conscientes de la urgencia de un cambio ineludible, también a partir de una reflexión antropológica y teológica sobre la reciprocidad entre hombres y mujeres”.

Asimismo, en el punto 148 se subraya que “la presencia femenina en los órganos eclesiales a todos los niveles, también en funciones de responsabilidad, y la participación femenina en los procesos de toma de decisiones eclesiásticas, con respeto al papel del ministerio del orden sacerdotal”, “se trata de un deber de justicia”.

Abusos

El tema de los abusos de poder, económicos, de conciencia y sexuales en el seno de la Iglesia también tiene una importante presencia en el Documento Final.

En el punto 29 se reconoce que “los diversos tipos de abusos cometidos por algunos obispos, sacerdotes, religiosos y laicos provocan en aquellos que son víctimas, entre los que hay muchos jóvenes, sufrimientos que pueden durar toda la vida”.

Se recuerda que ese fenómeno “está extendido en la sociedad, afecta también a la Iglesia y representa un serio obstáculo para su misión. El Sínodo reitera su firme compromiso para la adopción de medidas rigurosas de prevención que impidan el que se repita a partir de la selección y de la formación de aquellos a los que se confiarán responsabilidades educativas”.

El Sínodo pide actuar en la raíz del problema (punto 30): “el deseo de dominio, la falta de diálogo y de transparencia, las formas de doble vida, el vacío espiritual, así como la fragilidad psicológica”.

También agradece a quienes “tienen la valentía de denunciar este mal rápidamente: ayudan a la Iglesia a tomar conciencia de lo que ha sucedido y de la necesidad de actuar con decisión”.

“Aprecia y anima, también, el esfuerzo sincero de innumerables laicos y laicas, sacerdotes, consagrados, consagradas y obispos que cada día se entregan con honestidad y dedicación al servicio de los jóvenes. Su trabajo es un bosque que crece sin hacer ruido”.

Formación al sacerdocio, pastoral juvenil y matrimonio

El Documento Final también aborda la formación de los candidatos al sacerdocio y la vida consagrada, la importancia de los centros católicos y la preparación de los jóvenes como agentes pastorales y al matrimonio.

Sobre lo primero, los padres sinodales señalaron que la formación de los futuros sacerdotes y consagrados es “un desafío importante para la Iglesia”. No solo basta elegir formadores “culturalmente preparados”, sino capaces de “relaciones fraternas, de una escucha empática y de profunda libertad interior”.

Además, pidieron que la formación tenga presente la experiencia previa de los candidatos al sacerdocio o vida consagrada. Indicaron que ignorarla afecta el crecimiento de la persona y el desarrollo de los dones de Dios y la conversión del corazón.

Asimismo, indicaron que el camino sinodal ha insistido en el deseo de dar espacio al protagonismo juvenil en la labor misionera. Es evidente que este apostolado “no puede ser improvisado, sino que debe ser fruto de un camino formativo serio y adecuado”, señalaron.


El documento afirma que muchos jóvenes han expresado el deseo de “conocer mejor su fe” a través “del descubrimiento de las raíces bíblicas, comprender el desarrollo histórico de la doctrina, el sentido de los dogmas, la riqueza de la liturgia”.

Además, el Sínodo alienta a las Iglesias particulares, a las congregaciones religiosas, movimientos y otras realidades eclesiales, a “ofrecer a los jóvenes una experiencia de acompañamiento en vista al discernimiento”. Tal experiencia “se puede calificar como un tiempo destinado a la maduración de la vida cristiana adulta”, afirmó.

Igualmente se alienta a acompañar a los novios en el “camino de preparación al matrimonio”, para que cuenten con “los elementos necesarios para recibir (el sacramento) con las mejores disposiciones” e iniciar con solidez la vida familiar. El acompañamiento, indicaron los padres sinodales, debe seguir sobre todo en los primeros años del matrimonio, ayudándolos a formar “parte activa de la comunidad cristiana”.

Migraciones

A lo largo del Sínodo se ha puesto el acento de que el fenómeno de las migraciones afecta sobre todo a los jóvenes de los países más pobres.

El Documento Final señala que los migrantes son un “paradigma de nuestro tiempo” y que “los fenómenos migratorios representan a nivel mundial un fenómeno estructural y no una emergencia transitoria”.

“La preocupación de la Iglesia se dirige, sobre todo, hacia aquellos que escapan de la guerra, de la violencia, de las persecuciones políticas y religiosas, de los desastres naturales producidos por los cambios climáticos y de la pobreza extrema”.

En general, los migrantes dejan sus países para buscar “oportunidades para ellos y para sus familias”. Sin embargo, en el camino quedan expuestos a la violencia y la vulnerabilidad. Muchos parten de una visión idealizada de la cultura occidental, “nutriéndola a veces de expectativas irreales que los exponen a duras decepciones”.

En especial, los padres sinodales llamaron la atención sobre “la particular vulnerabilidad de los migrantes menores no acompañados”.

También lamentan en el Documento Final que, en algunos países de destino, “los fenómenos migratorios suscitan alarmas y miedos, con frecuencia fomentados y explotados con fines políticos. Se difunde así una mentalidad xenófoba, de cierre, de repliegue sobre uno mismo, que es necesario rechazar con decisión”.

Liturgia  

“La celebración eucarística –dice el punto 134– es generadora de la vida de la comunidad y de la sinodalidad de la Iglesia. Es lugar de transmisión de la fe y de formación a la misión”.

Se reafirma con claridad “que el compromiso a celebrar con noble sencillez y con la implicación de los diferentes ministerios laicales, constituye un momento esencial de la conversión misionera de la Iglesia”.

“Los jóvenes han mostrado que saben apreciar y vivir con intensidad celebraciones auténticas en las que la belleza de los signos, el cuidado de la predicación y la implicación comunitaria hablan realmente de Dios”.

Por lo tanto, “es necesario favorecer su participación activa”. En el Documento se invita a los Ministros de la Iglesia a mostrar a los jóvenes que la liturgia es expresión “de la acción de Cristo y de la Iglesia”, y a hacerles descubrir “el valor de la adoración eucarística como una prolongación de la celebración, en la cual vivir la contemplación y la oración silenciosa”.

Sinodalidad

En el Documento se subraya, en el punto 119, que la Iglesia ha decidido ocuparse de los jóvenes y “considera esta misión una prioridad pastoral epocal sobre la cual invertir tiempo, energías y recursos”.

Como muestra de esa elección, el Sínodo ha optado desde el comienzo por involucrar a los jóvenes para “que se sientan coprotagonistas de la vida de la misión de la Iglesia”.

Los padres sinodales reconocen en esa experiencia “un fruto del Espíritu que renueva continuamente la Iglesia y la llama a practicar la sinodalidad como un modo de ser y de actuar, promoviendo la participación de todos los bautizados”.

Sobre esa sinodalidad, el Documento señala que “la experiencia vivida ha hecho a los participantes en el Sínodo conscientes de la importancia de una forma sinodal de la Iglesia para el anuncio y la transmisión de la fe”.

En el texto se insiste en la apuesta por la sinodalidad, al decir que esta “caracteriza tanto la vida como la misión de la Iglesia, que es el Pueblo de Dios formado por jóvenes y ancianos, hombres y mujeres de toda cultura y horizonte, y el Cuerpo de Cristo, del cual somos miembros”.



El Papa clausura el Sínodo de los Obispos con una solemne Misa en el Vaticano
Redacción ACI Prensa
 Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa


El Papa Francisco presidió, este domingo 28 de octubre en la Basílica de San Pedro del Vaticano, la Misa de clausura de la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos que, desde el 3 hasta el 27 de octubre, se ha desarrollado en Roma.

En su homilía, el Santo Padre reflexionó sobre los tres ejes en los que han girado los trabajos de los padres sinodales en estas tres semanas: escucha, acompañamiento y testimonio.

Escucha

Sobre la escucha, Francisco habló del “apostolado del oído: escuchar, antes de hablar”. “¡Qué importante es para nosotros escuchar la vida!”, exclamó. Escuchar “el grito del que pide ayuda”.

“Los hijos del Padre celestial escuchan a sus hermanos: no las murmuraciones inútiles, sino las necesidades del prójimo. Escuchar con amor, con paciencia, como hace Dios con nosotros, con nuestras oraciones a menudo repetitivas. Dios nunca se cansa, siempre se alegra cuando lo buscamos”, explicó.

Acompañamiento


En segundo lugar, el Pontífice habló sobre el acompañamiento en el camino de fe, es decir, “hacerse prójimos”.

El Papa explicó que el Señor se implica “en primera persona con un amor de predilección por cada uno. Ya en su modo de actuar transmite su mensaje: así la fe brota en la vida”.

Ese acompañamiento es esencial para el camino de fe, pues “la fe pasa por la vida. Cuando la fe se concentra exclusivamente en las formulaciones doctrinales, se corre el riesgo de hablar solo a la cabeza, sin tocar el corazón. Y cuando se concentra solo en el hacer, corre el riesgo de convertirse en moralismo y de reducirse a lo social”.

En opinión del Papa, la cercanía es esencial para la transmisión de la fe. “Proximidad: aquí está el secreto para transmitir el corazón de la fe, no un aspecto secundario”.

“Hacerse prójimos es llevar la novedad de Dios a la vida del hermano, es el antídoto contra la tentación de las recetas preparadas. Preguntémonos si somos cristianos capaces de ser prójimos, de salir de nuestros círculos para abrazar a los que ‘no son de los nuestros’ y que Dios busca ardientemente”.

Francisco advirtió también contra la tentación de “lavarse las manos” ante el sufrimiento del prójimo. “Nosotros, en cambio, queremos imitar a Jesús, e igual que él ensuciarnos las manos”.

“Reconozcamos que el Señor se ha ensuciado las manos por cada uno de nosotros, y miremos la cruz y recomencemos desde allí, del recordarnos que Dios se hizo mi prójimo en el pecado y la muerte. Se hizo mi prójimo: todo viene de allí”.

De esa manera, “cuando por amor a él también nosotros nos hacemos prójimos, nos convertimos en portadores de nueva vida: no en maestros de todos, no en expertos de lo sagrado, sino en testigos del amor que salva”.


Testimoniar

El tercer eje es testimoniar. “No es cristiano esperar que los hermanos que están en busca llamen a nuestras puertas; tendremos que ir donde están ellos, no llevándonos a nosotros mismos, sino a Jesús”.

“Él nos envía, como a aquellos discípulos, para animar y levantar en su nombre. Él nos envía a decirles a todos: ‘Dios te pide que te dejes amar por Él’”.

En vez de ello, “cuántas veces, en lugar de este mensaje liberador de salvación, nos hemos llevado a nosotros mismos, nuestras ‘recetas’, nuestras ‘etiquetas’ en la Iglesia. Cuántas veces, en vez de hacer nuestras las palabras del Señor, hemos hecho pasar nuestras ideas por palabra suya. Cuántas veces la gente siente más el peso de nuestras instituciones que la presencia amiga de Jesús”.

“Entonces pasamos por una ONG, por una organización paraestatal, no por la comunidad de los salvados que viven la alegría del Señor”.

El Papa finalizó su homilía afirmando que “la fe es una cuestión de encuentro, no de teoría. En el encuentro Jesús pasa, en el encuentro palpita el corazón de la Iglesia. Entonces, lo que será eficaz es nuestro testimonio de vida, no nuestros sermones”.




Los padres sinodales a los jóvenes: Que nuestras debilidades no os desanimen
Redacción ACI Prensa
 Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa



Los padres sinodales han dirigido una carta a los jóvenes de todo el mundo en la que les piden una confianza renovada en la Iglesia: “Que nuestras debilidades no os desanimen, que la fragilidad y los pecados no sean la causa de perder vuestra confianza. La Iglesia es vuestra madre”.

En la carta, leída por el Cardenal Lorenzo Baldisseri, Secretario General del Sínodo de los Obispos, al finalizar la Misa de clausura del Sínodo de los Obispos sobre los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional, presidida este domingo 28 de octubre por el Papa Francisco en la Basílica de San Pedro del Vaticano, los padres sinodales aseguran a los jóvenes que la Iglesia “no os abandona y está dispuesta a acompañaros por caminos nuevos, por las alturas donde el viento del Espíritu sopla con más fuerza, haciendo desaparecer las nieblas de la indiferencia, de la superficialidad, del desánimo”.


Los padres sinodales aseguran conocer “vuestras búsquedas interiores, vuestras alegrías y esperanzas, los dolores y las angustias que os inquietan”.

“Deseamos que ahora podáis escuchar una palabra nuestra: queremos ayudaros en vuestras alegrías para que vuestras esperanzas se transformen en ideales. Estamos seguros de que estáis dispuestos a entregaros con vuestras ganas de vivir para que vuestros sueños se hagan realidad en vuestra existencia y en la historia humana”.

Asimismo, detallaron de forma concreta la misión de los jóvenes en la Iglesia y en la sociedad: “Cuando el mundo, que Dios ha amado tanto hasta darle a su Hijo Jesús, se fija en las cosas, en el éxito inmediato, en el placer y aplasta a los más débiles, vosotros debéis ayudarle a levantar la mirada hacia el amor, la belleza, la verdad, la justicia”.

Por último, explica que el camino sinodal no finaliza tras el Sínodo, “deseamos continuar ahora el camino en cada lugar de la tierra donde el Señor Jesús nos envía como discípulos misioneros”.

“La Iglesia y el mundo tienen necesidad urgente de vuestro entusiasmo. Hacéos compañeros de camino de los más débiles, de los pobres, de los heridos por la vida. Sois el presente, sed el futuro más luminoso”, concluye la carta.




El Papa Francisco: El Sínodo de los jóvenes ha sido una buena vendimia
Redacción ACI Prensa
 Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa




Al finalizar la Misa de clausura del Sínodo de los Obispos, este domingo 28 de octubre, el Papa Francisco presidió el rezo del Ángelus dominical en la Plaza de San Pedro del Vaticano.

Ante una multitud de fieles que, pese a la intensa lluvia que ha caído sobre Roma, esperaba las palabras del Pontífice, Francisco aseguró que los frutos del Sínodo “ya están fermentando, como hace el zumo de la uva en los barriles tras la vendimia. El Sínodo de los jóvenes ha sido una buena vendimia y promete buen vino”.

Recordó que “la esperanza de Dios no es un milagro, como ciertas publicidades donde todos aparecen sanos y bellos, sino una promesa para la gente real, con virtudes y defectos, potencialidad y fragilidad”.


En sus palabras, el Santo Padre explicó que las semanas del Sínodo de los Obispos sobre los jóvenes, celebrado desde el 3 hasta el 27 de octubre en Roma, “ha sido un tiempo de consolación y de esperanza por medio de un trabajo comprometido y duro”.

“Ha sido, sobre todo, un momento de escucha: escuchar, de hecho, exige tiempo, atención, apertura de la mente y del corazón. Pero este compromiso se transformaba cada día en consuelo, sobre todo para que tengamos en medio de nosotros la presencia vivaz y estimulante de los jóvenes, con sus historias y sus contribuciones”.

Señaló que “por medio del testimonio de los padres sinodales, la realidad multiforme de las nuevas generaciones ha accedido al Sínodo, por decirlo de determinado modo, por todas partes, de cada continente y de muchas situaciones humanas y sociales diferentes”.

“Con esta actitud fundamental de escucha, hemos tratado de leer la realidad, de acoger los signos de estos nuestros tiempos. Un discernimiento comunitario hecho a la luz de la Palabra de Dios y del Espíritu Santo”.

Afirmó que uno de los dones más bellos que el Señor hace a la Iglesia Católica, es “acoger voces y rostros de las realidades más variadas y así obtener una interpretación que tenga en cuenta la riqueza y la complejidad de fenómenos, siempre a la luz del Evangelio”.


Así, en estos días, “hemos confrontado sobre como caminar juntos por medio de muchos desafíos, como el mundo digital, el fenómeno de las migraciones, el sentido del cuerpo y de la sexualidad, el drama de las guerras y de la violencia”.

Regresando a la idea de los frutos del Sínodo, el Papa afirmó que “el primer fruto de esta Asamblea sinodal debe estar en el mismo ejemplo del método”, es decir, “un estilo sinodal que no tiene como objetivo principal la elaboración de un documento, aunque sea precioso y útil”.

“Más importante que el documento es, sin embargo, que se difunda un modo de ser y de trabajar juntos jóvenes y ancianos, en la escucha y en el discernimiento para llegar a elecciones pastorales que respondan a la realidad”, finalizó.

viernes, 5 de octubre de 2018

TODO SOBRE EL SÍNODO EN ROMA - OCTUBRE 2018


Esta es la novedad introducida por el Papa en el Sínodo que está siendo un gran éxito
Redacción ACI Prensa
 Foto: Vatican Media



En el discurso de apertura del Sínodo de los Obispos que desde el pasado miércoles 3 de octubre se está celebrando en Roma sobre el tema de los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional, el Papa Francisco invitó a los Padres Sinodales a guardar 3 minutos de silencio cada 5 intervenciones.

“Dispongo que, durante los trabajos, en la asamblea plenaria y en los grupos, cada cinco intervenciones, se observe un momento de silencio –de tres minutos aproximadamente–, para permitir que cada uno preste atención a la resonancia que las cosas que ha escuchado susciten en su corazón, para profundizar y aceptar lo que más le haya interesado”, señaló el Papa.

Lo cierto es que esa medida, que sorprendió tanto a los Padres Sinodales como a los demás participantes del Sínodo, ha cosechado un gran éxito.


Así lo aseguró Mons. Carlos José Tissera, Padre Sinodal electo por la Conferencia Episcopal Argentina y Obispo de Quilmes, quien en declaraciones a los periodistas acreditados en el Vaticano afirmó que ese silencio de 3 minutos “es algo saludable”.

Explicó que es bueno guardar “un poco de silencio después de escuchar tantas palabras”. Pero, sobre todo, dijo que es una medida que favorece el diálogo, el poner “un oído en la gente, en los jóvenes, y otro en el Evangelio”.

“En un ambiente de oración –explicó–, uno tiene que poder decantar lo que se va diciendo. Es un modo de ponernos en manos de Dios para que el Espíritu nos ilumine qué es lo que nos quiere decir con esas voces que hemos escuchado. Así que, eso de los 3 minutos es muy saludable. A mí, personalmente, me hizo bien. Y realmente se respeta”.

El Pontífice justificó esta medida en la necesidad de favorecer la “interioridad” como “la llave para recorrer el camino del reconocer, interpretar y elegir”, los tres ejes en los que se articularán los trabajos del Sínodo.

Al fin y al cabo, “el Sínodo es un ejercicio eclesial de discernimiento”, recordó Francisco. “La franqueza en el hablar y la apertura en el escuchar son fundamentales para que el Sínodo sea un proceso de discernimiento”.
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Escuchar a los jóvenes y recuperar su confianza: así transcurrió el comienzo del Sínodo
Redacción ACI Prensa
 Foto: Vatican Media




El deseo de acompañar a los jóvenes, de escucharlos y de ser un punto de apoyo para ellos en su proceso de crecimiento humano y vocacional ha centrado las primeras sesiones de la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, que contó con la presencia del Papa Francisco.

Así lo señaló el Prefecto del Dicasterio para la Comunicación del Vaticano a Paolo Ruffini ante los medios de comunicación este jueves 4 de octubre en una conferencia de prensa en el Vaticano al finalizar la 2ª Congregación General del Sínodo.

Según explicó, en esta 2ª sesión han participado 25 Padres Sinodales y el tema de la escucha fue una constante en todas ellas. No en vano, los trabajos del Sínodo se han organizado en una estructura de 3 partes, siendo la primera dedicada a la Iglesia en escucha de la realidad, que se alargará durante esta primera semana del Sínodo. Las otras dos son “interpretar” y “escoger”.

En las intervenciones de los 25 padres sinodales se habló sobre el problema del descarte, sobre la credibilidad de la Iglesia (cómo ser creíbles para los jóvenes), sobre la afectividad y la sexualidad, sobre la vocación en sentido amplio (sin reducirla sólo al ámbito religioso).

También se habló de la necesidad de recuperar la capacidad de escucha y de recuperar la paternidad de la Iglesia. Se ha reflexionado sobre la familia como lugar de la fe; sobre cómo los jóvenes viven la propia religiosidad; sobre cómo se puede hacer para que las religiones permanezcan abiertas al diálogo y al testimonio.


Se habló, además, de la capacidad de profecía de los jóvenes, de su capacidad de mirar al futuro. Se habló del perdón de la Iglesia cuando no ha estado a la altura de sus compromisos. Se ha abordado la temática de los abusos. Se ha hablado de la necesidad de la Iglesia de ser empática, de las relaciones entre diferentes generaciones.

Paolo Ruffini comentó que durante las intervenciones “el clima era muy participativo. Se ha prestado gran atención a los participantes que no eran Padres Sinodales”.

El tema de los abusos también estuvo presente en los debates, “se ha tratado en algunas intervenciones, pero no en todas”. Por lo tanto, no ha sido “el tema”. “Se trató el tema de los abusos, pero también se trató el tema de la acogida de los migrantes. Los migrantes, de hecho, son casi todos jóvenes”.

Por otra parte, también se prestó atención a cómo debe ser la pastoral juvenil, y se señaló “que no debe ser un intento de domesticar”.

“He percibido en todas las intervenciones un constante deseo de soñar junto con los jóvenes, de intentar mirar el mundo con los ojos de los jóvenes”, concluyó el Prefecto.

Junto a él estaba presente también en la Sala de Prensa del Vaticano Mons. Carlos José Tissera, Padre Sinodal electo por la Conferencia Episcopal Argentina y Obispos de Quilmes.

Ante los periodistas presentes, recordó que “América Latina es el continente que acoge a la mayoría de los cristianos”.


Aseguró que “este Sínodo es un momento privilegiado para la Iglesia”. “Es una oportunidad para todos. Para la Iglesia es una oportunidad de rejuvenecernos, porque envejecemos cuando perdemos la fuerza del Evangelio. Por lo tanto, es una oportunidad de rejuvenecernos con la ayuda de los jóvenes, que no son una amenaza, sino una bendición de Dios”.

“Estamos aquí para escuchar profundamente los clamores de la juventud de todo el mundo. Hay que caminar con un oído en el pueblo y con otro en el Evangelio, y en este caso, con un oído en los jóvenes y otro en el Evangelio”, subrayó.

En este sentido, señaló que uno de los retos es “provocar el encuentro entre Jesús y los jóvenes de hoy, y nosotros, como cualquier cristiano, somos un intermediario”.

Aclaró que cuando los Padres Sinodales hablan de “la llamada” a los jóvenes, del discernimiento vocacional, no es únicamente una referencia a la llamada al sacerdocio, sino que es una llamada “a vivir, a seguir, el camino de Jesús”.

Sobre el acento que se está poniendo en la necesidad de escucha, afirmó que “hay que escuchar a esos jóvenes para hacerles entender que Dios los ama. Los jóvenes no están perdidos, quizás la que está perdida es la sociedad que no les abre las puertas. Por lo tanto, estos días estamos escuchando”.
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¿Qué significa el báculo que el Papa Francisco usó en la Misa de apertura del Sínodo?
POR MARÍA XIMENA RONDÓN | ACI Prensa
 Foto: Daniel Ibáñez (ACI Prensa)




Durante la Misa de apertura de la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, dedicado a los Jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional, llamó la atención el báculo que portó el Papa Francisco.

Esto se debe a su diseño, y es que se trata de un báculo de madera que representa a Jesús crucificado con los brazos unidos por un clavo y esculpido con la forma de un bambú.

El Santo Padre recibió este báculo como obsequio de parte de los 70 mil jóvenes italianos con los que se encontró en el Circo Massimo de Roma el pasado 11 de agosto.

Los jóvenes, provenientes de unas 200 diócesis del país, participaron en la gran peregrinación organizada por la Conferencia Episcopal Italiana con el lema “Por mil caminos, hacia Roma”.

Todos recorrieron a pie las varias rutas que los llevaron desde sus ciudades de origen hasta la Plaza de San Pedro en el Vaticano.

La entrega del báculo se realizó a pocos instantes de iniciado el evento. Una joven de 30 años, identificada como Elena, comentó al Pontífice que durante la peregrinación “hemos experimentado que cada camino necesita de su bastón y en esta ocasión especial le entregamos un báculo esculpido de un leño”.

“En el corazón desgarrado de Jesús en la cruz está custodiada una pequeña semilla, aquella semilla que muere para poder dar fruto y nuestra esperanza. Y nos revela el secreto para hacer que la vida florezca, el amor”, dijo la joven al explicar el significado del báculo.

También manifestó al Papa Francisco que “sería hermoso que este báculo lo acompañase durante el Sínodo de los Jóvenes. Todos los aquí reunidos podríamos sentir que estamos a su lado y conectar nuestro corazón y nuestra memoria a este encuentro extraordinario”.

“Santo Padre, hemos venido hasta aquí para decirle que lo queremos mucho y deseamos caminar juntos hacia adelante”, agregó.

Fue hoy 3 de octubre, que el Pontífice cumplió el anhelo de estos jóvenes.

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Papa Francisco en el Sínodo: El discernimiento vocacional no es un eslogan publicitario
Redacción ACI Prensa
 Foto: Daniel Ibáñez (ACI Prensa)




En el discurso de apertura de la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, el Papa Francisco recordó a los padres sinodales que el discernimiento vocacional “no es un eslogan publicitario”; “no es una técnica organizativa, ni tampoco una moda de este pontificado. Es una actitud interior que se enraíza en un acto de fe”.

El Santo Padre explicaba así el sentido del tema del sínodo: los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional. De hecho, el Papa dedicó gran parte de su discurso de apertura a insistir sobre la importancia de la escucha, tanto entre los padres sinodales como entre los miembros de la Iglesia y los jóvenes y, también, entre las generaciones adultas y las jóvenes.

El Papa afirmó que “el Sínodo que estamos viviendo es un momento de compartir”. Por ello, invitó a todos los participantes “a hablar con valentía”, integrando “libertad, sinceridad y caridad”. “Únicamente el diálogo puede hacernos crecer”, aseguró.

Al mismo tiempo, señaló que “a la valentía de hablar debe corresponder la humildad de escuchar”. Además, subrayó que “el Sínodo debe ser un ejercicio de diálogo, sobre todo, entre todos los que participan. Y el primer fruto de este diálogo es que cada uno se abra a la novedad, a modificar su propia opinión gracias a lo que haya escuchado de los demás”.

El Pontífice también señaló que “el Sínodo es un ejercicio eclesial de discernimiento”. En este sentido, “la franqueza al hablar y la apertura al escuchar son fundamentales para que el Sínodo sea un proceso de discernimiento”.


El Papa insistió en que “el discernimiento es el método y al mismo tiempo el objetivo que nos proponemos: Se fundamenta en la convicción de que Dios actúa en la historia del mundo, en los eventos de la vida, en las personas que nos encontramos y con las que hablamos”.

En su discurso, Francisco recordó a los padres sinodales que “somos signo de una Iglesia en escucha y en camino. La actitud de escucha no puede limitarse a las palabras que intercambiemos en los trabajos sinodales”. Este Sínodo presenta “la oportunidad, la obligación y el deber de ser signo de la Iglesia que se pone verdaderamente en escucha”.

“Una Iglesia que no escucha se muestra cerrada a la novedad, cerrada a las sorpresas de Dios, y no ofrecerá resultados creíbles, en particular para los jóvenes, que inevitablemente se alejarán”, advirtió.

Otra sugerencia del Papa a los Padres Sinodales fue “huir de los prejuicios y de los estereotipos”. “Un primer paso en la dirección de escucha es liberar nuestras mentes y nuestros corazones de prejuicios y de estereotipos”.

Así, aseguró que “cuando creemos que ya lo sabemos todo del otro, qué es lo que quiere, nos costará enormemente escucharlo en serio”.

Especialmente sensible a estos prejuicios es la relación entre jóvenes y adultos. “Las relaciones entre generaciones son un terreno en el que los prejuicios y los estereotipos surgen con una gran facilidad, hasta el punto de no darnos cuenta”.


“Los jóvenes están tentados a considerar a los adultos como anticuados; los adultos, por su parte, están tentados a ver a los jóvenes como inexpertos, de saber cómo son y, sobre todo, cómo deberían ser y comportarse”.

Por ello, afirmó que “los adultos deben superar la tentación de infravalorar la capacidad de los jóvenes, y de juzgarlos negativamente”. 

Por su parte, “los jóvenes deben superar la tentación de no escuchar a los adultos y de considerarlos viejos, trastos antiguos, pesados y aburridos, olvidando que es una tontería comenzar siempre de cero como si la vida comenzara solo con cada uno de ellos”.

Asimismo, hizo un llamado a superar con decisión “la plaga del clericalismo” y a “sanarse del virus de la autosuficiencia”. El clericalismo lleva a “interpretar el ministerio recibido como un poder para ejercer y no como un servicio gratuito y generoso que ofrecer”. Por ello, aseguró que “el clericalismo es una perversión y es la raíz de muchos males en la Iglesia”.

Ya en el final de su discurso, el Papa pidió a los Padres Sinodales “que el Sínodo despierte nuestros corazones”.

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El Papa se emociona al hablar de los obispos chinos que participarán en el Sínodo
Redacción ACI Prensa
 Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa


El Papa Francisco se emocionó al citar a los dos Obispos de China Continental que por primera vez participarán en un Sínodo.

Durante la homilía que pronunció en la Misa de apertura de la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos este miércoles 3 de octubre, el Santo Padre señaló que “hoy, por primera vez, están también aquí con nosotros dos hermanos obispos de China Continental”.

“Démosles nuestra afectuosa bienvenida: gracias a su presencia, la comunión de todo el Episcopado con el Sucesor de Pedro es aún más visible”, aseguró.


Los dos prelados que asistirán al Sínodo son Mons. Yang Xiaoting, Obispo de Ya’an; y Mons. Guo Jincai, Obispo de Chengde. Este último es uno de los siete prelados a los que el Papa Francisco les levantó la excomunión tras la firma del Acuerdo Provisional entre la Santa Sede y la República Popular China para el nombramiento de obispos en el país asiático.

La participación de los obispos chinos en los órganos de la Iglesia era algo muy deseado desde hacía años. Ningún Obispos de la China Continental pudo estar presente en el Concilio Vaticano II ni en los Sínodos celebrados hasta ahora.

En virtud de ese Acuerdo Provisional alcanzado el pasado 22 de septiembre, la Santa Sede reconoce a los obispos nombrados por las autoridades chinas, se readmite en la plena comunión eclesial a obispos ‘oficiales’ ordenados sin mandato pontificio y se establece el sistema de nombramiento de nuevos obispos que regirá a partir de ahora en China.

Encuentro con peregrinos chinos y vietnamitas
Antes de la Misa, en la capilla de la Piedad en la Basílica de San Pedro, el Papa se encontró con un grupo de treinta fieles de China y Vietnam que están en Roma para una peregrinación promovida por la congregación de San Juan Bautista.

Los fieles le regalaron al Santo Padre una imagen de la Virgen y una cruz con el rostro del misionero belga P. Vincent Labbe, conocido como “el apóstol de la China moderna”, fundador de la congregación que celebra su 90 aniversario.


El encuentro, indica el diario del Vaticano, L’Osservatore Romano, “fue muy emotivo: una mujer se arrodilló entre lágrimas para besar el anillo del Pontífice. A cada uno el Papa le ha dado una corona del rosario y una imagen con su retrato que firmó de puño y letra”. Los treinta fieles participaron luego de la Misa de apertura del Sínodo.

El P. John Tran, superior de la congregación de San Juan Bautista, cuya casa general está en Taiwán, dijo que su presencia hoy con el Papa Francisco en el Sínodo dedicado a los jóvenes es sin duda “un signo de gran esperanza”.

Para destacar la presencia de los fieles chinos y de los dos obispos del país asiático, la primera petición de la Misa fue leída en este idioma por Jing Limin, que pidió para el Papa y “los obispos el espíritu de sabiduría y de discernimiento: que busquen con el corazón abierto la verdad y en todo sean obedientes” a la voluntad de Dios.

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Homilía del Papa en la Misa de apertura del Sínodo de los Obispos sobre los jóvenes
Redacción ACI Prensa
 Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa



El Papa Francisco abrió este miércoles 3 de octubre la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos centrada en los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional con una misa multitudinaria en la Plaza de San Pedro en la que animó a los Padres Sinodales a dejarse guiar por el Espíritu Santo para que los trabajos sinodales den abundantes frutos.

El Santo Padre pidió al Espíritu Santo “que nos dé la gracia de ser memoria operante, viva, eficaz, que de generación en generación no se deja asfixiar ni aplastar por los profetas de calamidades y desventuras ni por nuestros propios límites, errores y pecados, sino que es capaz de encontrar espacios para encender el corazón y discernir los caminos del Espíritu”.

A continuación, el texto completo de la homilía del Papa Francisco:

«El Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho» (Jn 14,26).

De esta forma tan sencilla, Jesús les ofrece a sus discípulos la garantía que acompañará toda la obra misionera que les será encomendada: el Espíritu Santo será el primero en custodiar y mantener siempre viva y actuante la memoria del Maestro en el corazón de los discípulos. Él es quien hace que la riqueza y hermosura del Evangelio sea fuente de constante alegría y novedad.

Al iniciar este momento de gracia para toda la Iglesia, en sintonía con la Palabra de Dios, pedimos con insistencia al Paráclito que nos ayude a hacer memoria y reavivar esas palabras del Señor que hacían arder nuestro corazón (cf. Lc 24,32). Ardor y pasión evangélica que engendra el ardor y la pasión por Jesús. Memoria que despierte y renueve en nosotros la capacidad de soñar y esperar.


Porque sabemos que nuestros jóvenes serán capaces de profecía y de visión en la medida que nosotros, ya mayores o ancianos, seamos capaces de soñar y así contagiar y compartir esos sueños y esperanzas que anidan en el corazón (cf. Jl 3,1).

Que el Espíritu nos dé la gracia de ser Padres sinodales ungidos con el don de los sueños y de la esperanza para que podamos, a su vez, ungir a nuestros jóvenes con el don de la profecía y la visión; que nos dé la gracia de ser memoria operante, viva, eficaz, que de generación en generación no se deja asfixiar ni aplastar por los profetas de calamidades y desventuras ni por nuestros propios límites, errores y pecados, sino que es capaz de encontrar espacios para encender el corazón y discernir los caminos del Espíritu.

Con esta actitud de dócil escucha de la voz del Espíritu, hemos venido de todas partes del mundo. Hoy, por primera vez, están también aquí con nosotros dos hermanos obispos de China Continental. Démosles nuestra afectuosa bienvenida: gracias a su presencia, la comunión de todo el Episcopado con el Sucesor de Pedro es aún más visible.

Ungidos en la esperanza comenzamos un nuevo encuentro eclesial capaz de ensanchar horizontes, dilatar el corazón y transformar aquellas estructuras que hoy nos paralizan, nos apartan y alejan de nuestros jóvenes, dejándolos a la intemperie y huérfanos de una comunidad de fe que los sostenga, de un horizonte de sentido y de vida (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 49).

La esperanza nos interpela, moviliza y rompe el conformismo del «siempre se hizo así» y nos pide levantarnos para mirar de frente el rostro de nuestros jóvenes y las situaciones en las que se encuentran. La misma esperanza nos pide trabajar para revertir las situaciones de precariedad, exclusión y violencia a las que están expuestos nuestros muchachos.

Nuestros jóvenes, fruto de muchas de las decisiones que se han tomado en el pasado, nos invitan a asumir junto a ellos el presente con mayor compromiso y luchar contra todas las formas que obstaculizan sus vidas para que se desarrollen con dignidad. Ellos nos piden y reclaman una entrega creativa, una dinámica inteligente, entusiasta y esperanzadora, y que no los dejemos solos en manos de tantos mercaderes de muerte que oprimen sus vidas y oscurecen su visión.

Esta capacidad de soñar juntos que el Señor hoy nos regala como Iglesia, reclama, como nos decía san Pablo en la primera lectura, desarrollar entre nosotros una actitud definida: «No os encerréis en vuestros intereses, sino buscad todos el interés de los demás» (Flp 2,4). E inclusive apunta más alto al pedir que con humildad consideremos estimar a los demás superiores a nosotros mismos (cf. v. 3).

Con este espíritu intentaremos ponernos a la escucha los unos de los otros para discernir juntos lo que el Señor le está pidiendo a su Iglesia. Y esto nos exige estar alertas y velar para que no domine la lógica de autopreservación y autorreferencialidad que termina convirtiendo en importante lo superfluo y haciendo superfluo lo importante.

El amor por el Evangelio y por el pueblo que nos fue confiado nos pide ampliar la mirada y no perder de vista la misión a la que nos convoca para apuntar a un bien mayor que nos beneficiará a todos. Sin esta actitud, vanos serán todos nuestros esfuerzos.


El don de la escucha sincera, orante y con el menor número de prejuicios y presupuestos nos permitirá entrar en comunión con las diferentes situaciones que vive el Pueblo de Dios. Escuchar a Dios, hasta escuchar con él el clamor del pueblo; escuchar al pueblo, hasta respirar en él la voluntad a la que Dios nos llama (cf. Discurso durante el encuentro para la familia, 4 octubre 2014). Esta actitud nos defiende de la tentación de caer en posturas «eticistas» o elitistas, así como de la fascinación por ideologías abstractas que nunca coinciden con la realidad de nuestros pueblos (cf. J. M. BERGOGLIO, Meditaciones para religiosos, 45-46).

Hermanos: Pongamos este tiempo bajo la materna protección de la Virgen María. Que ella, mujer de la escucha y la memoria, nos acompañe a reconocer las huellas del Espíritu para que, «sin demora» (cf. Lc 1,39), entre sueños y esperanzas, acompañemos y estimulemos a nuestros jóvenes para que no dejen de profetizar.

Padres sinodales: Muchos de nosotros éramos jóvenes o comenzábamos los primeros pasos en la vida religiosa al finalizar el Concilio Vaticano II. A los jóvenes de aquellos años les fue dirigido el último mensaje de los padres conciliares. Lo que escuchamos de jóvenes nos hará bien volverlo repasar en el corazón recordando las palabras del poeta: «Que el hombre mantenga lo que de niño prometió» (F. HÖLDERLIN).

Así nos hablaron los Padres conciliares: «La Iglesia, durante cuatro años, ha trabajado para rejuvenecer su rostro, para responder mejor a los designios de su fundador, el gran viviente, Cristo, eternamente joven. Al final de esa impresionante “reforma de vida” se vuelve a vosotros. Es para vosotros los jóvenes, sobre todo para vosotros, porque la Iglesia acaba de alumbrar en su Concilio una luz, luz que alumbrará el porvenir. La Iglesia está preocupada porque esa sociedad que vais a constituir respete la dignidad, la libertad, el derecho de las personas, y esas personas son las vuestras […]

En el nombre de este Dios y de su hijo, Jesús, os exhortamos a ensanchar vuestros corazones a las dimensiones del mundo, a escuchar la llamada de vuestros hermanos y a poner ardorosamente a su servicio vuestras energías. Luchad contra todo egoísmo. Negaos a dar libre curso a los instintos de violencia y de odio, que engendran las guerras y su cortejo de males. Sed generosos, puros, respetuosos, sinceros. Y edificad con entusiasmo un mundo mejor que el de vuestros mayores» (PABLO VI, Mensaje a los jóvenes, con ocasión de la clausura del Concilio Vaticano II, 8 diciembre 1965).

Padres sinodales: la Iglesia los mira con confianza y amor.

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Comienza en Roma el Sínodo de los Obispos con una Misa presidida por el Papa Francisco
Redacción ACI Prensa
Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa



Después de meses de preparativos, comenzó en Roma este miércoles 3 de octubre la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos centrada en los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional.

En una plaza de San Pedro llena de fieles, frente a la Basílica vaticana, y en un día especialmente luminoso, el Papa Francisco presidió la Misa de apertura del Sínodo, Misa de gran solemnidad que se desarrolló en gran parte en latín.

En su homilía, el Santo Padre animó a los Padres Sinodales en los trabajos que comenzarán esta misma tarde, y les aseguró que “la Iglesia los mira con confianza y amor”.

El Papa pidió a los Padres Sinodales “trabajar para revertir las situaciones de precariedad, exclusión y violencia a las que están expuestos nuestros muchachos”.

“Nuestros jóvenes, fruto de muchas de las decisiones que se han tomado en el pasado, nos invitan a asumir junto a ellos el presente con mayor compromiso y luchar contra todas las formas que obstaculizan sus vidas para que se desarrollen con dignidad”.


Aseguró que los jóvenes “nos piden y reclaman una entrega creativa, una dinámica inteligente, entusiasta y esperanzadora, y que no los dejemos solos en manos de tantos mercaderes de muerte que oprimen sus vidas y oscurecen su visión”.

Toda la homilía del Papa se articuló en torno a la importancia de que los Padres Sinodales se dejen guiar por el Espíritu Santo para el éxito del Sínodo.

El Papa invocó al Espíritu Santo para que “nos dé la gracia de ser Padres sinodales ungidos con el don de los sueños y de la esperanza para que podamos, a su vez, ungir a nuestros jóvenes con el don de la profecía y la visión”.

“Que nos dé la gracia de ser memoria operante, viva, eficaz, que de generación en generación no se deja asfixiar ni aplastar por los profetas de calamidades y desventuras ni por nuestros propios límites, errores y pecados, sino que es capaz de encontrar espacios para encender el corazón y discernir los caminos del Espíritu”.

Recordó que “nuestros jóvenes serán capaces de profecía y de visión en la medida que nosotros, ya mayores o ancianos, seamos capaces de soñar y así contagiar y compartir esos sueños y esperanzas que anidan en el corazón”.

Pidió también permanecer durante todo el Sínodo en “escucha los unos de los otros para discernir juntos lo que el Señor le está pidiendo a su Iglesia. Y esto nos exige estar alertas y velar para que no domine la lógica de autopreservación y auto-referencialidad que termina convirtiendo en importante lo superfluo y haciendo superfluo lo importante”.

El Pontífice insistió en la importancia de la escucha para el éxito de los trabajos sinodales, una escucha “sincera, orante y con el menor número de prejuicios y presupuestos” que permita “entrar en comunión con las diferentes situaciones que vive el Pueblo de Dios”.

“Escuchar a Dios, hasta escuchar con Él el clamor del pueblo; escuchar al pueblo, hasta respirar en Él la voluntad a la que Dios nos llama”, insistió.


El Papa finalizó repitiendo las palabras del Papa Pablo VI en el mensaje a los jóvenes del 8 de diciembre de 1965 con motivo de la clausura del Concilio Vaticano II, en el que exhortaba a “ensanchar” los corazones “a las dimensiones del mundo, “a escuchar la llamada de vuestros hermanos y a poner ardorosamente a su servicio vuestras energías”. “Luchad contra todo egoísmo. Negaos a dar libre curso a los instintos de violencia y de odio, que engendran las guerras y su cortejo de males”, concluyó.

Comienzo de los trabajos sinodales

Los trabajos sinodales comenzarán este mismo miércoles 3 de octubre por la tarde con el discurso apertura que pronunciará el Papa Francisco.

Se trata del tercer Sínodo convocado durante el presente Pontificado. El primero fue la III Asamblea General Extraordinaria y el segundo la XIV Asamblea General Ordinaria sobre el tema de la familia.

Los trabajos del Sínodo abierto hoy se desarrollarán en tres unidades de trabajo bajo los epígrafes de “Reconocer: la Iglesia en escucha de la realidad”, “Interpretar: fe y discernimiento vocacional”, “Elegir: caminos de conversión pastoral y misionera”.