martes, 19 de noviembre de 2019

PENSAMIENTO DEL PAPA FRANCISCO


LOS 10 MENSAJES DEL PAPA FRANCISCO EN LA JORNADA MUNDIAL DE LOS POBRES


PAPA FRANCISCO INICIÓ SU VIAJE APOSTÓLICO A TAILANDIA Y JAPÓN


El Papa Francisco encomienda a la Virgen María su viaje apostólico a Tailandia y Japón
Redacción ACI Prensa
 Foto: Vatican Media



El Papa Francisco visitó este martes la Basílica de Santa María la Mayor en Roma para encomendar su próximo viaje apostólico a Tailandia y Japón que realizará del 19 al 26 de noviembre.

“Esta mañana, antes de su viaje a Tailandia y Japón, el Papa Francisco estuvo en oración en frente del ícono de la Virgen Salus Populi Romani en la Basílica de Santa María la Mayor”, informó la Oficina de Prensa del Vaticano en su cuenta de Twitter.

El Pontífice tiene como costumbre rezar ante este antiguo ícono mariano con la advocación de la Salus Populi Romani (Protectora del pueblo romano) antes de iniciar y después de concluir sus viajes internacionales.

Tailandia es un país mayoritariamente budista. El 95% de la población sigue esta religión. La principal minoría religiosa es la musulmana, con un 4% de fieles. Los católicos representan solo el 0,59% de la población.

En un video mensaje dirigido al pueblo de Tailandia, el Papa Francisco destacó que este país “ha trabajado mucho para promover la armonía y la coexistencia pacífica, no solo entre su gente sino en toda la región del sudeste asiático”.

En esta línea, el Santo Padre indicó que espera “fortalecer los lazos de amistad que compartimos con numerosos hermanos y hermanas budistas que dan testimonio elocuente de los valores de la tolerancia y de la armonía que son tan características de vuestro pueblo”.

Además, el Papa Francisco envió otro video mensaje al pueblo de Japón en el que recordó el tema elegido para su visita: “Proteger toda Vida” y explicó que “este fuerte instinto, que resuena en nuestro corazón, de defender el valor y la dignidad de toda persona humana, adquiere una importancia particular ante las amenazas a la coexistencia pacífica que hoy día el mundo tiene que enfrentar, especialmente en los conflictos armados”.

“Confío en que mi visita los aliente en el camino del respeto mutuo y del encuentro que conduce a una paz segura y que dura en el tiempo, que no vuelve atrás. La paz tiene eso de lindo, que cuando es real, no retrocede: se la defiende con los dientes”, señaló el Papa.







El Papa Francisco partió rumbo a Tailandia y Japón
Redacción ACI Prensa


Alrededor de las 7:00 p.m. (hora local) partió del aeropuerto de Fiumicino en Roma el avión en el que el Papa Francisco inicia su viaje a Tailandia y Japón.

A bordo del avión de Alitalia, en el vuelo AZ4000 con destino a Bangkok, acompañado de su séquito y de los periodistas que suelen acompañarlo en cada visita apostólica internacional, el Santo Padre emprende el viaje número 32 fuera de Italia y el quinto que realiza al continente asiático.

La Oficina de Prensa del Vaticano que esta tarde alrededor de las 6:00 p.m. y antes de salir de la Casa Santa Marta donde reside, el Papa se encontró con una decena de ancianos que son cuidados por las Pequeñas Hermanas de los Pobres en San Pedro in Vincoli. El grupo estaba acompañado por el Limosnero Pontificio, Cardenal Konrad Krajewski.


Algunas horas antes de iniciar su viaje, y como es su costumbre, el Papa se dirigió a la Basílica de Santa María La Mayor para rezar ante la imagen de la Salus Populi Romani (Protectora del pueblo romano) encomendando su nueva visita apostólica.

El Pontífice llegará a Tailandia el miércoles 20 de noviembre y presidirá una serie de eventos, se reunirá con diversos representantes del país y confirmará en la fe a los fieles católicos, que son una pequeña minoría en la nación asiática mayoritariamente budista.

Francisco estará en Tailandia hasta el día 23. Luego partirá a Japón, donde visitará Tokio, Hiroshima y Nagasaki. Estas dos últimas fueron las ciudades donde Estados Unidos lanzó las bombas atómicas que en 1945 pusieron fin a la Segunda Guerra Mundial.

En un reciente video mensaje enviado a los japoneses, el Papa Francisco explicó que el lema de su viaje a este país: “Proteger toda Vida”, representa un “fuerte instinto que resuena en nuestro corazón, de defender el valor y la dignidad de toda persona humana, adquiere una importancia particular ante las amenazas a la coexistencia pacífica que hoy día el mundo tiene que enfrentar, especialmente en los conflictos armados”.


“Confío en que mi visita los aliente en el camino del respeto mutuo y del encuentro que conduce a una paz segura y que dura en el tiempo, que no vuelve atrás. La paz tiene eso de lindo, que cuando es real, no retrocede: se la defiende con los dientes”, agregó.





El Papa Francisco visitará este hospital durante su viaje a Tailandia
POR MERCEDES DE LA TORRE | ACI Prensa
Foto: www.saintlouis.or.th



El Papa Francisco visitará el próximo jueves 21 de noviembre el hospital “Saint Louis” localizado en Bangkok, la capital de Tailandia, durante su viaje apostólico.

El hospital “Saint Louis”, conocido también como “St. Louis Children’s Hospital”, es una institución privada sin fines de lucro que fue fundada en 1898 por el entonces Arzobispo Louis Vey, vicario apostólico de la misión católica en el Reino de Siam.

El hospital fue confiado inicialmente a las religiosas de San Pablo de Chartres, quienes llevaron a cabo su misión sobre la base del lema "Donde hay misericordia, allí está Dios".

El centro médico cuenta con profesionales especializados, enfermeros e investigadores que atienden pacientes internados y ambulatorios.

El hospital “Saint Louis” cuenta con 412 camas y ofrece a los pacientes servicios generales y especializados “con médicos en todas las ramas y enfermeras que atienden a los pacientes de cerca”. 

La misión del hospital es la difusión de “la buena noticia de Cristo” y “del amor y la compasión en la curación física y espiritual” por lo que buscan que sea “una casa de amor y de compasión de Dios”.

Además, la página web del hospital señala que los cinco valores fundamentales del centro médico ponen a los pacientes como lo primero, la felicidad del personal, la dignidad humana, la justicia y el amor y el bienestar social y apoyo comunitario.

Según indicó sor Ana Rosa Sivori, religiosa de las Hijas de María Auxiliadora (FMA) misionera en Tailandia hace más de 50 años y prima del Papa Francisco, se trata de un hospital católico.


“Los enfermos que el Papa podrá ver y saludar son casi todos budistas, pero esperan este encuentro porque sienten que el Papa Francisco es una persona extraordinaria. Lo ven en televisión y ahora se han inscrito para estar en este encuentro”, dijo la religiosa a Vatican News.

Durante su visita al hospital “Saint Louis”, el Santo Padre se reunirá con alrededor de 700 personas entre médicos, enfermeros y personal de ese centro médico y de otros centros asistenciales de la Iglesia.


Después, el Pontífice saludará a 40 enfermos, algunos de ellos procedentes de otros centros médicos.

domingo, 17 de noviembre de 2019

CUÁL ES LA ACTITUD QUE EL CRISTIANO DEBE TENER ANTE LAS TRAGEDIAS?


¿Cuál es la actitud que el cristiano debe tener ante las tragedias?, el Papa responde
Redacción ACI Prensa
 Foto: Captura YouTube



El Papa Francisco explicó cuál es la actitud que el cristiano debe vivir ante la violencia y las adversidades, que consiste en la esperanza, en el amor y en el perdón.

Así lo explicó el Santo Padre al reflexionar en el Evangelio dominical de este 17 de noviembre antes del rezo del Ángelus, y después de celebrar la Misa en la Basílica de San Pedro con motivo de la tercera Jornada Mundial de los Pobres.

“¿Y cuál es la actitud del cristiano? Es la actitud de la esperanza en Dios, que consiente en no dejarnos abatir por los trágicos eventos. De hecho, son una ocasión para dar testimonio”, señaló el Papa quien añadió que “los discípulos de Cristo no pueden seguir siendo esclavos de temores y ansiedades; en cambio, están llamados a habitar la historia, a detener la fuerza destructiva del mal, con la certeza de que su buena acción siempre está acompañada por la ternura providente y tranquilizadora del Señor”.

En esta línea, el Pontífice destacó que el Señor “nos llama a colaborar en la construcción de la historia, convirtiéndonos, junto a Él, en operadores de paz y testigos de la esperanza en un futuro de salvación y de resurrección”.

“La fe nos hace caminar con Jesús por los caminos, tan a menudo tortuosos, de este mundo, con la certeza de que la fuerza de su Espíritu doblará las fuerzas del mal, sometiéndolas al poder del Amor de Dios” porque “Dios es Amor”, afirmó el Papa.

Por ello, el Santo Padre recordó el ejemplo de los mártires “nuestros mártires, los mártires cristianos de nuestro tiempo, que son más que los mártires del principio, quienes, a pesar de las persecuciones, son hombres y mujeres de paz” y agregó que los mártires “nos dan una herencia para preservar e imitar que es: el Evangelio del amor y de la misericordia”.

“Este es el tesoro más valioso que nos ha sido donado y el testimonio más eficaz que podemos dar a nuestros contemporáneos, respondiendo al odio con amor, a la ofensa con el perdón. Incluso en la vida cotidiana, cuando nosotros recibimos una ofensa, sentimos dolor, pero perdonar. Cuando nosotros nos sentimos odiamos, rezar con amor por la persona que nos odia”, exhortó.

De este modo, el Papa Francisco rezó a la Virgen María para que “sostenga, con su intercesión materna, nuestro viaje de fe diario, en el seguimiento del Señor que guía la historia”.

PAPA FRANCISCO: LOS POBRES SON LOS PORTEROS DEL CIELO


El Papa en la Jornada Mundial de los Pobres 2019: Los pobres son los porteros del cielo
POR MERCEDES DE LA TORRE | ACI Prensa
 Foto: Captura YouTube



El Papa Francisco calificó a los pobres “como porteros del cielo” porque revelan la riqueza por la cual verdaderamente vale le pena vivir que es “el amor”.

Así lo indicó el Santo Padre este domingo 17 de noviembre al celebrar una Misa Solemne en la Basílica de San Pedro con motivo de la Jornada Mundial de los Pobres 2019.

Se trató de la tercera ocasión que la Iglesia Universal celebra esta Jornada Mundial instituida por el Papa Francisco en la que participaron numerosas personas pobres e indigentes junto a voluntarios de diferentes realidades caritativas que los asisten diariamente.

“Los pobres nos facilitan el acceso al cielo; por eso el sentido de la fe del Pueblo de Dios los ha visto como los porteros del cielo. Ya desde ahora son nuestro tesoro, el tesoro de la Iglesia, porque nos revelan la riqueza que nunca envejece, la que une tierra y cielo, y por la cual verdaderamente vale la pena vivir: el amor”, dijo el Papa.

Al reflexionar en el Evangelio dominical de este penúltimo domingo del Tiempo Ordinario, el Santo Padre explicó las palabras de Jesús que dice que “casi todo pasará. Casi todo, pero no todo” y añadió que el Señor “explica que lo que se derrumba, lo que pasa son las cosas penúltimas, no las últimas: el templo, no Dios; los reinos y los asuntos de la humanidad, no el hombre. Pasan las cosas penúltimas, que a menudo parecen definitivas, pero no lo son”.

“A nosotros nos parecen hechos de primera página, pero el Señor los pone en segunda página. En la primera queda lo que no pasará jamás: el Dios vivo, infinitamente más grande que cada templo que le construimos, y el hombre, nuestro prójimo, que vale más que todas las crónicas del mundo”, advirtió el Papa. Entonces, para ayudarnos a comprender lo que importa en la vida, Jesús nos advierte acerca de dos tentaciones.

En esta línea, el Pontífice advirtió sobre el peligro de dos tentaciones: la de la prisa y la del yo. Sobre la tentación de la prisa, del ahora mismo, el Papa explicó que “no hay que prestar atención a quien difunde alarmismos y alimenta el miedo del otro y del futuro, porque el miedo paraliza el corazón y la mente”.

Sin embargo, el Papa Francisco advirtió “cuántas veces nos dejamos seducir por la prisa de querer saberlo todo y ahora mismo, por el cosquilleo de la curiosidad, por la última noticia llamativa o escandalosa, por las historias turbias, por los chillidos del que grita más fuerte y más enfadado, por quien dice ‘ahora o nunca’. Pero esta prisa, este todo y ahora mismo, no viene de Dios.”

De este modo, el Santo Padre dijo que “si nos afanamos por el ahora mismo, olvidamos al que permanece para siempre: seguimos las nubes que pasan y perdemos de vista el cielo. Atraídos por el último grito, no encontramos más tiempo para Dios y para el hermano que vive a nuestro lado”.

 “¡Qué verdad es esta hoy! En el afán de correr, de conquistarlo todo y rápidamente, el que se queda atrás molesta y se considera como descarte. Cuántos ancianos, niños no nacidos, personas discapacitadas, pobres considerados inútiles. Se va de prisa, sin preocuparse que las distancias aumentan, que la codicia de pocos acrecienta la pobreza de muchos”, exclamó.

Por ello, el Papa explicó que Jesús propone como antídoto a la prisa la perseverancia que consiste en “seguir adelante cada día con los ojos fijos en aquello que no pasa: el Señor y el prójimo” y animó a pedir “por cada uno de nosotros y por nosotros como Iglesia para perseverar en el bien, para no perder de vista lo importante. Este es el engaño de la prisa”.


Sobre la tentación del yo, el Santo Padre destacó que “el cristiano, como no busca el ahora mismo sino el siempre, no es entonces un discípulo del yo, sino del tú. Es decir, no sigue las sirenas de sus caprichos, sino el reclamo del amor, la voz de Jesús”.

En este sentido, el Papa invitó “a servir sin buscar recompensas y contracambios” para después preguntarnos: “¿Ayudo a alguien de quien no podré recibir? Yo, cristiano, ¿tengo al menos un pobre como amigo?”, cuestionó.

“¡Qué hermoso sería si los pobres ocuparan en nuestro corazón el lugar que tienen en el corazón de Dios! Estando con los pobres, sirviendo a los pobres, aprendemos los gustos de Jesús, comprendemos qué es lo que permanece y qué es lo que pasa”, explicó el Papa.

Finalmente, el Santo Padre señaló que “los pobres son preciosos a los ojos de Dios porque no hablan la lengua del yo; no se sostienen solos, con las propias fuerzas, necesitan alguien que los lleve de la mano” y añadió que “nos recuerdan que el Evangelio se vive así, como mendigos que tienden hacia Dios. La presencia de los pobres nos lleva al clima del Evangelio, donde son bienaventurados los pobres en el espíritu”,

“Entre tantas cosas penúltimas, que pasan, el Señor quiere recordarnos hoy la última, que quedará para siempre. Es el amor, porque ‘Dios es amor’, y el pobre que pide mi amor me lleva directamente a Él”, concluyó.




HOMILÍA DEL PAPA FRANCISCO EN LA TERCERA JORNADA MUNDIAL DE LOS POBRES - 17 NOVIEMBRE


Homilía del Papa Francisco en la tercera Jornada Mundial de los Pobres
Redacción ACI Prensa
 Foto: Captura YouTube




El Papa Francisco celebró este domingo 17 de noviembre en la Basílica de San Pedro una Misa en ocasión de la tercera Jornada Mundial de los Pobres en la que participaron numerosas personas pobres e indigentes junto a voluntarios de diferentes realidades caritativas que los asisten diariamente.

“Los pobres son preciosos a los ojos de Dios porque no hablan la lengua del yo; no se sostienen solos, con las propias fuerzas, necesitan alguien que los lleve de la mano. Nos recuerdan que el Evangelio se vive así, como mendigos que tienden hacia Dios. La presencia de los pobres nos lleva al clima del Evangelio, donde son bienaventurados los pobres en el espíritu”, dijo el Papa.

A continuación, la homilía pronunciada por el Santo Padre:

En el evangelio de hoy, Jesús sorprende a sus contemporáneos, y también a nosotros. En efecto, justo cuando se alababa el magnífico templo de Jerusalén, dice que «no quedará piedra sobre piedra» (Lc 21,6). ¿Por qué estas palabras hacia una institución tan sagrada, que no era sólo un edificio, sino un signo religioso único, una casa para Dios y para el pueblo creyente? ¿Por qué profetizar que la sólida certeza del pueblo de Dios se derrumbaría? ¿Por qué el Señor deja al final que se desmoronen las certezas, cuando el mundo las necesita cada vez más?

Buscamos respuestas en las palabras de Jesús. Él nos dice hoy que casi todo pasará. Casi todo, pero no todo. En este penúltimo domingo del Tiempo Ordinario, Él explica que lo que se derrumba, lo que pasa son las cosas penúltimas, no las últimas: el templo, no Dios; los reinos y los asuntos de la humanidad, no el hombre. Pasan las cosas penúltimas, que a menudo parecen definitivas, pero no lo son. Son realidades grandiosas, como nuestros templos, y espantosas, como terremotos, signos en el cielo y guerras en la tierra. A nosotros nos parecen hechos de primera página, pero el Señor los pone en segunda página. En la primera queda lo que no pasará jamás: el Dios vivo, infinitamente más grande que cada templo que le construimos, y el hombre, nuestro prójimo, que vale más que todas las crónicas del mundo. Entonces, para ayudarnos a comprender lo que importa en la vida, Jesús nos advierte acerca de dos tentaciones.

La primera es la tentación de la prisa, del ahora mismo. Para Jesús no hay que ir detrás de quien dice que el final está cerca, que «está llegando el tiempo». Es decir, que no hay que prestar atención a quien difunde alarmismos y alimenta el miedo del otro y del futuro, porque el miedo paraliza el corazón y la mente.

Sin embargo, cuántas veces nos dejamos seducir por la prisa de querer saberlo todo y ahora mismo, por el cosquilleo de la curiosidad, por la última noticia llamativa o escandalosa, por las historias turbias, por los chillidos del que grita más fuerte y más enfadado, por quien dice “ahora o nunca”. Pero esta prisa, este todo y ahora mismo, no viene de Dios. Si nos afanamos por el ahora mismo, olvidamos al que permanece para siempre: seguimos las nubes que pasan y perdemos de vista el cielo. Atraídos por el último grito, no encontramos más tiempo para Dios y para el hermano que vive a nuestro lado.

¡Qué verdad es esta hoy! En el afán de correr, de conquistarlo todo y rápidamente, el que se queda atrás molesta y se considera como descarte. Cuántos ancianos, niños no nacidos, personas discapacitadas, pobres considerados inútiles. Se va de prisa, sin preocuparse que las distancias aumentan, que la codicia de pocos acrecienta la pobreza de muchos.

Jesús, como antídoto a la prisa propone hoy a cada uno la perseverancia: «con su perseverancia salvarán sus almas». Perseverancia es seguir adelante cada día con los ojos fijos en aquello que no pasa: el Señor y el prójimo. Por esto, la perseverancia es el don de Dios con que se conservan todos los otros dones. Pidamos por cada uno de nosotros y por nosotros como Iglesia para perseverar en el bien, para no perder de vista lo importante. Este es el engaño de la prisa.

Hay un segundo engaño del que Jesús nos quiere alejar, cuando dice: «Muchos vendrán en mi nombre, diciendo: “Yo soy” [...]; no vayan tras ellos». Es la tentación del yo. El cristiano, como no busca el ahora mismo sino el siempre, no es entonces un discípulo del yo, sino del tú. Es decir, no sigue las sirenas de sus caprichos, sino el reclamo del amor, la voz de Jesús. ¿Y cómo se distingue la voz de Jesús? “Muchos vendrán en mi nombre”, dice el Señor, pero no han de seguirse.

No basta la etiqueta “cristiano” o “católico” para ser de Jesús. Es necesario hablar la misma lengua de Jesús, la del amor, la lengua del tú. No habla la lengua de Jesús quien dice yo, sino quien sale del propio yo. Y, sin embargo, cuántas veces, aún al hacer el bien, reina la hipocresía del yo: hago lo correcto, pero para ser considerado bueno; doy, pero para recibir a cambio; ayudo, pero para atraer la amistad de esa persona importante. De este modo habla la lengua del yo. La Palabra de Dios, en cambio, impulsa a un «amor no fingido» (Rm 12,9), a dar al que no tiene para devolvernos (cf. Lc 14,14), a servir sin buscar recompensas y contracambios (cf. Lc 6,35). Entonces podemos preguntarnos: ¿Ayudo a alguien de quien no podré recibir? Yo, cristiano, ¿tengo al menos un pobre como amigo?

Los pobres son preciosos a los ojos de Dios porque no hablan la lengua del yo; no se sostienen solos, con las propias fuerzas, necesitan alguien que los lleve de la mano. Nos recuerdan que el Evangelio se vive así, como mendigos que tienden hacia Dios. La presencia de los pobres nos lleva al clima del Evangelio, donde son bienaventurados los pobres en el espíritu (cf. Mt 5,3). Entonces, más que sentir fastidio cuando oímos que golpean a nuestra puerta, podemos acoger su grito de auxilio como una llamada a salir de nuestro proprio yo, acogerlos con la misma mirada de amor que Dios tiene por ellos. ¡Qué hermoso sería si los pobres ocuparan en nuestro corazón el lugar que tienen en el corazón de Dios! Estando con los pobres, sirviendo a los pobres, aprendemos los gustos de Jesús, comprendemos qué es lo que permanece y qué es lo que pasa.

Volvemos así a las preguntas iniciales. Entre tantas cosas penúltimas, que pasan, el Señor quiere recordarnos hoy la última, que quedará para siempre. Es el amor, porque «Dios es amor» (1 Jn 4,8), y el pobre que pide mi amor me lleva directamente a Él. Los pobres nos facilitan el acceso al cielo; por eso el sentido de la fe del Pueblo de Dios los ha visto como los porteros del cielo. Ya desde ahora son nuestro tesoro, el tesoro de la Iglesia, porque nos revelan la riqueza que nunca envejece, la que une tierra y cielo, y por la cual verdaderamente vale la pena vivir: el amor.

PAPA FRANCISCO VISITARÁ TAILANDIA Y JAPÓN


Así es la Iglesia en Tailandia y Japón, países que visitará el Papa Francisco
Redacción ACI Prensa
El Papa Francisco. Foto: Vatican Media




Del 20 al 26 de noviembre el Papa Francisco visitará Tailandia y Japón, dos países del extremo oriente asiático en donde los católicos son una muy pequeña minoría.

Así son las Iglesias locales y las comunidades católicas de estos dos países.

Tailandia

El cristianismo llegó al Reino de Siam, antiguo nombre de Tailandia, entre los siglos XVI y XVII de la mano de los dominicos portugueses Jerónimo Cruz y Sebastiao da Canto, ambos asesinados en 1569. Tras ellos, llegaron los franciscanos, los jesuitas y las Misiones Extranjeras de París.

En 1688 la Iglesia padeció un largo período de persecuciones que finalizó en 1782 con la llegada al trono del rey Rama I, que pretendía estrechar lazos con las potencias occidentales. A lo largo del siglo XIX la presencia de la Iglesia en el país se consolida.

Hoy, con más de 65 millones y medio de habitantes, Tailandia es un país mayoritariamente budista. El 95% de la población sigue esta religión. La principal minoría religiosa es la musulmana, con un 4% de fieles. Los católicos representan solo el 0,59% de la población.

La Iglesia en Tailandia tiene 11 circunscripciones eclesiásticas, 502 parroquias, 566 centros pastorales de diferente naturaleza.

En cuanto a los ministros, posee 16 obispos, 523 sacerdotes diocesanos, 312 sacerdotes religiosos, 123 religiosos no sacerdotes, 1.461 religiosas, 57 miembros de institutos seculares, 221 misioneros laicos, 1.901 catequistas y 306 seminaristas.

Tailandia mantiene relaciones diplomáticas plenas con la Santa Sede desde el año 1968. A pesar de que en los años 80 se vivieron momentos de tensión en las relaciones Iglesia-Estado, debido a los temores de los monjes budistas por la actividad misionera, hoy se han superado y las relaciones diplomáticas son buenas.

El budismo en el país tiene un estatus especial, aunque no es la religión oficial del Estado, y la libertad religiosa está garantizada por la Constitución, a pesar de que se recoge de forma expresa la obligación del Estado de promocionar el budismo en su corriente theravada.

La Iglesia en Tailandia, a pesar de ser pequeña en número, desempeña una importante labor social en el campo educativo, sanitario y social.

En Tailandia hay alrededor de 426 escuelas con más de 450 mil estudiantes, muchos de ellos no cristianos. También es destacable el compromiso de la Iglesia en favor de los pobres y de los sectores más vulnerables de la sociedad, entre los cuales se encuentran los migrantes y refugiados presentes en el país.

Tailandia es un país con una gran polarización política. En ese ámbito, la Iglesia se ha comprometido con la paz y con el diálogo. Paz, diálogo, oración y no violencia son los ejes sobre los que gira la acción de la Iglesia en favor de la concordia social.

Japón

El cristianismo llegó a Japón en el siglo XVI con la labor evangelizadora de San Francisco Saverio, que llegó a la isla el 15 de agosto de 1549 junto con jesuitas, franciscanos, dominicos y agustinos.

En 60 años, los misioneros consiguieron construir una rica comunidad cristiana centrada en la fe con fuertes raíces en la cultura local. La comunidad católica llegó a superar los 300.000 fieles y tenía su centro en la ciudad de Nagasaki.


En el siglo XVII se desataron las persecuciones. En 1597 26 mártires cristianos fueron crucificados. Privados del clero y de iglesias, y a pesar de las masacres, algunos cristianos japoneses lograron sobrevivir trasmitiendo la fe en secreto de generación en generación. Era la época de los “kakure kirishitan”, o cristianos escondidos.

Su existencia se mantuvo en secreto incluso para el resto de la Iglesia hasta su “descubrimiento” a mitad del siglo XIX, cuando se abre de nuevo el país al resto del mundo y se permite le regreso de los misioneros.

Los siglos XIX y XX son los del renacimiento de la Iglesia en Japón. En 1862 se canonizaron a los 26 mártires cristianos de 1597. Regresaron los misioneros jesuitas, franciscanos, dominicos y se les añadieron los salesianos. En esa época se erigen las diócesis de Nagasaki y Osaka, y la Archidiócesis de Tokyo.

En el año 1942 se establecen las relaciones diplomáticas entre la Santa Sede y Japón, aunque el proceso se interrumpió debido a la Segunda Guerra Mundial. Las relaciones diplomáticas quedaron penamente reestablecidas en 1966 con la institución de una nunciatura apostólica.

A pesar de la libertad religiosa, el cristianismo en Japón se sigue percibiendo como una religión extranjera y su número de fieles es pequeño.

Con una población de más de 126 millones de habitantes, los católicos son 536 mil, el 0,42% de la población. El 79% de la población es sintoísta y el 66% budista.

La Iglesia cuenta con 16 circunscripciones eclesiásticas, 859 parroquias, 102 centros pastorales de diversa naturaleza, 29 obispos, 511 sacerdotes diocesanos, 896 sacerdotes religiosos, 29 diáconos permanentes, 173 religiosos no sacerdotes, 4.976 religiosas, 174 miembros de institutos seculares, 5 misioneros laicos, 1.307 catequistas y 80 seminaristas.