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domingo, 13 de diciembre de 2020

FIESTA DE GUADALUPE: LAS TRES REALIDADES QUE SE REFLEJAN EN LA VIRGEN - HOMILÍA DE PAPA FRANCISCO

 



Fiesta de Guadalupe: Las tres realidades que se reflejan en la Virgen, según el Papa
Redacción ACI Prensa




Abundancia, bendición y don son las tres realidades divinas que, según el Papa Francisco, se reflejan “mirando la imagen de la Virgen de Guadalupe”.

En la homilía de a Misa que presidió en el altar de la Cátedra de la Basílica de San Pedro del Vaticano este sábado 12 de diciembre, fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, el Pontífice explicó en qué consisten estas tres realidades.

En primer lugar, la abundancia. “Dios siempre se ofrece en abundancia”, subrayó el Santo Padre. “Siempre da en abundancia”.

Dios, explicó, “no conoce las dosis”, aunque “se deja dosificar por su paciencia”. Por el contrario, “somos nosotros los que conocemos, por nuestra naturaleza misma, por nuestros límites, la necesidad de las cómodas cuotas. Pero Él se da en abundancia, totalmente, y donde está Dios, hay abundancia”.

“Dios se da entero, como es, totalmente”. Se trata, insistió, de una muestra de generosidad. Esa generosidad “a mí me gusta pensar que es un límite que tiene Dios, al menos uno. La imposibilidad de no darse de otro modo que no sea en abundancia”.

La segunda palabra es la bendición. “El encuentro de María con Isabel es una bendición, una bendición. Bendecir es ‘decir bien’, y Dios, desde la primera página del Génesis nos acostumbró a este estilo suyo de decir bien”.

Llamó la atención sobre el hecho de que Dios, “la segunda palabra que pronuncia, según el relato bíblico. es ‘y era bueno’, ‘y está bien’, ‘era muy bueno’. El estilo de Dios es siempre decir bien, por eso la maldición es el estilo del diablo, del enemigo, el estilo de la mezquindad, de la imposibilidad de donarse totalmente, el decir mal”.

“Dios siempre dice bien, y lo dice con gusto, lo dice dándose, bien. Se da en abundancia diciendo bien, bendiciendo”, subrayó.

La tercera palabra es “don”. “Esta abundancia, este decir bien, es un don, un don que se nos da”. “Un don que se nos da en la que está llena de gracia, en la Bendita”.

“El Bendito por naturaleza y la Bendita por gracia. Son dos referencias que la Escritura nos marca. A ella se le dice ‘bendita tú entre las mujeres, llena de gracia’. Jesús es el Bendito que trae la bendición, y mirando a la imagen de nuestra Madre, esperando al Bendito, la llena de gracia que espera al Bendito, entendemos un poco esto de la abundancia, del decir bien, del bendecir. Entendemos esto del don”.

El Papa continuó: “El don de Dios se nos presentó en la abundancia de su Hijo por naturaleza, y en la abundancia de su madre por gracia”.

“Este es el regalo que Dios nos presenta y que ha querido continuamente subrayar, volver a despertarlo a lo largo de la Revelación. ‘Bendita tú eres entre las mujeres’, porque nos trajiste al Bendito”.

El Papa Francisco concluyó su homilía pidiendo “que contemplando la imagen de nuestra madre hoy le robemos a Dios un poco de este estilo que tiene, la generosidad, la abundancia, el bendecir, nunca maldecir. Y en transformar nuestra vida en un don, un don para todos. Que así sea”.






 Homilía del Papa Francisco en la Misa de Nuestra Señora de Guadalupe en el Vaticano

Redacción ACI Prensa



El Papa Francisco presidió este sábado 12 de diciembre en el altar de la Cátedra de la Basílica de San Pedro del Vaticano la Misa por la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe.


A continuación, la homilía completa del Papa Francisco:

En la liturgia de hoy se evidencian tres ideas: abundancia, bendición y el don. Mirando la imagen de la Virgen de Guadalupe tenemos de alguna manera también el reflejo de estas tres realidades: la abundancia, la bendición y el don.

La abundancia porque Dios siempre se ofrece en abundancia, siempre da en abundancia. Él no conoce las dosis. Se deja dosificar por su paciencia. Somos nosotros los que conocemos, por nuestra naturaleza misma, por nuestros límites, la necesidad de las cómodas cuotas. Pero Él se da en abundancia, totalmente, y donde está Dios, hay abundancia.

Pensando en el misterio de la Navidad, la liturgia de Adviento toma del Profeta Isaías mucho esta idea de la abundancia. Dios se da entero, como es, totalmente. Generosidad: A mí me gusta pensar que es un límite que tiene Dios, al menos uno. La imposibilidad de no darse de otro modo que no sea en abundancia.

La segunda palabra es la bendición. El encuentro de María con Isabel es una bendición, una bendición. Bendecir es ‘decir bien’, y Dios, desde la primera página del Génesis nos acostumbró a este estilo suyo de decir bien. La segunda palabra que pronuncia, según el relato bíblico es ‘y era bueno’, ‘y está bien’, ‘era muy bueno’. El estilo de Dios es siempre decir bien, por eso la maldición es el estilo del diablo, del enemigo, el estilo de la mezquindad, de la imposibilidad de donarse totalmente, el decir mal.

Dios siempre dice bien, y lo dice con gusto, lo dice dándose, bien. Se da en abundancia diciendo bien, bendiciendo.

La tercera palabra es ‘don’. Esta abundancia, este decir bien es un don, un don que se nos da, que es toda gracia, que es todo Él, que es toda divinidad, en el Bendito. Un don que se nos da en la que está llena de gracia, en la Bendita.

El Bendito por naturaleza y la Bendita por gracia. Son dos referencias que la Escritura nos marca. A ella se le dice ‘bendita tú entre las mujeres, llena de gracia’. Jesús es el Bendito que trae la bendición, y mirando a la imagen de nuestra Madre, esperando al Bendito, la llena de gracia espera al Bendito, entendemos un poco esto de la abundancia, del decir bien, del bendecir. Entendemos esto del don.

El don de Dios se nos presentó en la abundancia de su Hijo por naturaleza, y en la abundancia de su madre por gracia. El don de Dios se nos presentó como una bendición, en el Bendito por naturaleza y en la Bendita por gracia.

Este es el regalo que Dios nos presenta y que ha querido continuamente subrayarlo, volver a despertarlo a lo largo de la Revelación. ‘Bendita tú eres entre las mujeres’, porque nos trajiste al Bendito. ‘Yo soy la madre del Dios por quien se vive’, el que da la vida, el Bendito.

Que contemplando la imagen de nuestra madre hoy le robemos a Dios un poco de este estilo que tiene, la generosidad, la abundancia, el bendecir, nunca maldecir. Y en transformar nuestra vida en un don, un don para todos. Que así sea.

martes, 15 de agosto de 2017

DIOS HACE GRANDES COSAS CON LOS HUMILDES COMO MARÍA, DICE EL PAPA FRANCISCO EN EL DÍA DE LA ASUNCIÓN


Dios hace grandes cosas con los humildes como María, dice el Papa en el día de la Asunción
Por Walter Sánchez Silva




VATICANO, 15 Ago. 17 / 06:21 am (ACI).- Antes del rezo del Ángelus este martes 15 de agosto en la Solemnidad de la Asunción de la Virgen, el Papa Francisco afirmó que Dios hace cosas grandes en el mundo con los humildes como María.

En su reflexión ante miles de personas presentes este mediodía en la Plaza de San Pedro, Francisco resaltó que “las grandes cosas que el Señor hace en el mundo con los humildes” son posibles “porque la humildad es como un vacío que deja lugar a Dios”.


“El humilde es potente porque es humilde, no porque sea fuerte. Esta es la grandeza del humilde”, aseveró.

Por ello cuestionó a todos los presentes: “Yo quisiera preguntarles, también a mí. No se responde en voz alta, cada uno responde en el corazón. ¿Cómo va mi humildad?”

Francisco recordó que el Evangelio presenta hoy el pasaje de la visitación de la Virgen a su prima Isabel y subrayó que “el don más grande que María lleva a Isabel –y al mundo entero– es Jesús” que “ha tomado carne humana para su misión de salvación”.

“En la casa de Isabel y de su esposo Zacarías, donde antes reinaba la tristeza por la falta de hijos, ahora hay alegría por la llegada de un niño: un niño que se convertirá en el gran Juan Bautista, precursor del Mesías”.

Cuando llega María, continuó el Pontífice, “la alegría estalla en los corazones, porque la presencia invisible pero real de Jesús llena todo de sentido: la vida, la familia, la salvación del pueblo, ¡Todo!”

“Esta alegría plena se expresa con la voz de María en la oración estupenda que el Evangelio de Lucas nos ha transmitido”, llamada Magnificat.

Esta oración, explicó el Papa, “es un canto de alabanza a Dios que obra cosas grandes a través de las personas humildes, desconocidas para el mundo, como es la misma María, su esposo José y el lugar donde viven, Nazaret”.

“El Magnificat canta al Dios misericordioso y fiel, que cumple su designio de salvación con los pequeños y los pobres, con los que tienen fe en Él, que se confían en su Palabra, como María. De allí la exclamación de Isabel: ‘Bendita tú que has creído’”.

El Pontífice remarcó que en la casa de Isabel y Zacarías, “la llegada de Jesús a través de María ha creado no solo un clima de alegría y comunión fraterna, sino también un clima de fe que lleva a la esperanza, a la oración de alabanza”.

“Todo esto quisiéramos que suceda también hoy en nuestras casas. Celebrando a María Santísima Asunta al cielo, queremos que ella, una vez más, lleve a nosotros, a nuestras familias, a nuestras comunidades, ese don inmenso, esa gracia única que debemos siempre pedir primero antes que las otras gracias que están en el corazón: ¡La gracia que es Jesucristo!”

El Santo Padre dijo también que “portando a Jesús, la Virgen porta también para nosotros una alegría nueva, llena de significado, nos da una nueva capacidad de atravesar con fe los momentos más dolorosos y difíciles, nos da la capacidad de misericordia, para perdonarnos, comprendernos, y sostenernos los unos a los otros”.

“María es modelo de virtud y de fe. Al contemplarla hoy asunta al Cielo, al cumplimiento final de su itinerario terreno, le agradecemos porque siempre nos precede en el peregrinaje de la vida y de la fe. Ella es la primera discípula”.

A ella, concluyó el Papa Francisco, “le pedimos que nos custodie y nos sostenga, que podamos tener una fe fuerte, gozosa y misericordiosa, que nos ayude a ser santos, para encontrarnos con ella, un día en el Paraíso”.

PAPA FRANCISCO PIDE A MARÍA CONSUELO PARA QUIENES SUFREN DESASTRES NATURALES Y CONFLICTOS


Papa Francisco pide a María consuelo para quienes sufren desastres naturales y conflictos
Por Walter Sánchez Silva
Papa Francisco. Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa




VATICANO, 15 Ago. 17 / 06:55 am (ACI).- Luego del rezo del Ángelus en la Solemnidad de la Asunción de la Virgen María, el Papa Francisco le pidió a la Madre de Dios el don del consuelo y un futuro sereno para quienes sufren ante los desastres naturales y los conflictos que golpean muchas partes del mundo.

“A María Reina de la Paz, que contemplamos hoy en la gloria del Paraíso, quiero confiar una vez más las ansias y los dolores de las poblaciones que en muchas partes del mundo sufren a causa de los desastres naturales, tensiones sociales o conflictos”, dijo el Papa.

“¡Que obtenga nuestra Madre celeste para todos el consuelo y un futuro de serenidad y concordia!”, exclamó.

Tras saludar a los fieles llegados desde distintas partes del mundo como España y Polonia, el Santo Padre deseó a todos “una buena fiesta de la Asunción y, por favor, no se olviden de rezar por mí”.

miércoles, 24 de mayo de 2017

DÍA DE ORACIÓN POR LA IGLESIA EN CHINA: VIRGEN DE SHESHAN


Día de oración por la Iglesia en China: El Papa saluda a fieles por la Virgen de Sheshan
Por Miguel Pérez Pichel
 Foto: ACI Prensa






VATICANO, 24 May. 17 / 09:32 am (ACI).- Durante los saludos posteriores a la Audiencia General del miércoles, el Papa Francisco saludó de forma especial a un grupo de peregrinos chinos procedente de Hong Kong por la celebración este 24 de mayo de la fiesta de Nuestra Señora de Sheshan, de gran devoción en el país asiático, y de la Jornada Mundial de Oración por la Iglesia en China.

Después de dirigirse a los peregrinos de lengua inglesa, el Santo Padre señaló que “hoy deseo felicitar de forma especial a los peregrinos procedentes de Hong Kong que están celebrando a Nuestra Señora de Sheshan. ¡Que Dios los bendiga a todos!”.


De esta manera, Francisco quiso dar una especial relevancia a la veneración de la imagen de Santa María Auxilio de los Cristianos que se custodia en el santuario de Sheshan, en la ciudad china de Shanghai.


La Jornada Mundial de Oración por la Iglesia en China fue instituida por el Papa Benedicto XVI el 27 de mayo de 2007 por medio de la carta dirigida a los fieles católicos de China.

Se eligió el 24 de mayo como fecha para la celebración de esta Jornada precisamente por ser también la fecha de la fiesta de María Auxiliadora.

Durante el rezo del Regina Coeli del pasado domingo 21, el Obispo de Roma también hizo una referencia a esta celebración y habló a los católicos chinos para decirles: “Levantemos la mirada hacia María nuestra Madre, para que nos ayude a discernir la voluntad de Dios acerca del camino concreto de la Iglesia en China y nos apoye en el acoger su proyecto de amor con generosidad”.

“María nos alienta a ofrecer nuestra contribución personal para la comunión entre los creyentes y por la armonía de la entera sociedad. No nos olvidemos de testimoniar la fe con la oración y con el amor, manteniéndonos siempre abiertos al encuentro y al diálogo”.

No fue la única referencia que el Pontífice realizó este miércoles a la comunidad china. En su cuenta de la red social Twitter, Francisco publicó un mensaje en el que pide que “oremos con los católicos de China, encomendémonos a María para obtener la gracia de soportar y vencer las dificultades con paciencia y amor”.

El Santuario de Nuestra Señora de Sheshan se construyó en 1871 en Shanghai como agradecimiento por salvar a los cristianos chinos de una masacre. La actual basílica data del año 1935 y en su interior se venera la imagen de Santa María Ayuda de los Cristianos.

El régimen comunista chino se apropió del Santuario durante la Revolución Cultural China de la década de los 60 del siglo XX. En la actualidad lo administra la Asociación Patriótica Católica China, leal al régimen comunista.

FIESTA DE MARÍA AUXILIADORA, 24 DE MAYO


María Auxiliadora



San Juan Bosco propagó la devoción a María Auxiliadora. De ella decía: “Amen, honren, sirvan a María. Procuren hacerla conocer, amar y honrar por los demás. No sólo no perecerá un hijo que haya honrado a esta madre, sino que podrá aspirar también a una gran corona en el cielo”.

Era el 24 de mayo de 1878, un oficial muy entristecido se presentó a Don Bosco y le dijo: —Padre, mi esposa está muy enferma y se teme que llegó su fin. Esto es terrible para mí. Por favor, pida a Dios le devuelva la salud. El Santo lo alentó y rezó con él a María Auxiliadora. A la hora el oficial volvió emocionado y dijo a Don Bosco: —¿Sabe usted, Padre? Mientras estaba aquí con usted, mi esposa, a quien había dejado moribunda, recobró la salud, se vistió, salió a mi encuentro y me relató lo sucedido. Sacó del bolsillo un brazalete de oro que entregó a Don Bosco: —Es el regalo de boda que hice a mi esposa; pero, de común acuerdo, lo ofrezco a María Auxiliadora. Don Bosco mostró luego a un grupo el brazalete: —Miren, una ofrenda de gratitud por una nueva curación debida a Maria Auxiliadora. ¡Bendito sea su dulce nombre!

San Juan Bosco, con estas o semejantes palabras, alentaba a confiar en María Santísima: “María nos asegura que si somos devotos suyos, nos tendrá como hijos suyos, nos cubrirá con su manto, nos colmará de bendiciones en este mundo para obtenernos después el Paraíso”. Con piedad y cariño reza hoy un avemaría a tu Madre del cielo.


* Enviado por el P. Natalio

martes, 13 de diciembre de 2016

CON LA VIRGEN DE GUADALUPE NO SOMOS NI SEREMOS NUNCA HUÉRFANOS


Con la Virgen de Guadalupe no somos ni seremos nunca huérfanos, subraya el Papa Francisco
Por Miguel Pérez Pichel


El Papa Francisco en la Misa por la Virgen de Guadalupe este 12 de diciembre en la Basílica de San Pedro




VATICANO, 12 Dic. 16 / 01:10 pm (ACI).- Una multitud de fieles, principalmente provenientes de las comunidades latinoamericanas y filipinas presentes en Roma, acudió a la basílica de San Pedro en el Vaticano para asistir a la Misa presidida por el Papa Francisco en honor de la Virgen de Guadalupe.

Se trata del tercer año consecutivo en que el Papa Francisco celebra esta Misa en honor de la Patrona de México, de todo el continente americano y de las islas Filipinas.

La celebración eucarística estuvo precedida por el rezo del Santo Rosario en español y la entrada en la Basílica de las banderas de todas las naciones devotas de la Virgen de Guadalupe. En la Misa participaron numerosos Cardenales, Obispos, religiosos, religiosas, miembros de la Curia Romana y del cuerpo diplomático.

Entre los fieles estuvo presente Alan Holdren, jefe de la oficina del Grupo ACI y EWTN en Roma, y su familia, quienes llevaron parte de las ofrendas al Papa Francisco.

En su homilía, el Santo Padre afirmó que en medio de los sufrimientos, es bueno recordar que siempre está la Virgen presente. “Celebrar a María es, en primer lugar, hacer memoria de la madre, hacer memoria de que no somos ni seremos nunca un pueblo huérfano. ¡Tenemos Madre!”, exclamó.


Donde está la madre “hay siempre presencia y sabor a hogar. Donde está la madre, los hermanos se podrán pelear pero siempre triunfará el sentido de unidad. Donde está la madre, no faltará la lucha a favor de la fraternidad”.

El Pontífice recordó a “esas madres luchadoras” de América Latina, “que, a menudo ellas solas, logran sacar adelante a sus hijos. Así es María con nosotros, sus hijos: Mujer luchadora frente a la sociedad de la desconfianza y de la ceguera, frente a la sociedad de la desidia y la dispersión; Mujer que lucha para potenciar la alegría del Evangelio. Lucha para darle ‘carne’ al Evangelio”.

“Mirar la Guadalupana es recordar que la visita del Señor pasa siempre por medio de aquellos que logran ‘hacer carne’ su Palabra, que buscan encarnar la vida de Dios en sus entrañas, volviéndose signos vivos de su misericordia”.

Francisco se refirió a la escena evangélica en la que la Virgen María va a visitar a su hermana Isabel, y en el momento del encuentro, María relata cómo “el niño saltó de alegría en mi seno. Feliz de ti porque has creído”.

El Papa señaló que esta “escena evangélica lleva consigo todo el dinamismo de la visita de Dios: cuando Dios sale a nuestro encuentro moviliza nuestras entrañas, pone en movimiento lo que somos hasta transformar toda nuestra vida en alabanza y bendición”.

Hoy más que nunca, afirmó el Papa, es necesario ese encuentro, porque “la sociedad que estamos construyendo para nuestros hijos está cada vez más marcada por los signos de la división y fragmentación, dejando ‘fuera de juego’ a muchos, especialmente a aquellos a los que se les hace difícil alcanzar los mínimos para llevar adelante su vida con dignidad”.

El Pontífice lamentó la actitud de “una sociedad que le gusta jactarse de sus avances científicos y tecnológicos, pero que se ha vuelto cegatona e insensible frente a miles de rostros que se van quedando por el camino”.

“Una sociedad que termina instalando una cultura de la desilusión, el desencanto y la frustración en muchísimos de nuestros hermanos”.


En concreto, el Obispo de Roma se planteó lo difícil que es presumir de una sociedad del bienestar “cuando vemos que nuestro querido continente americano se ha acostumbrado a ver a miles y miles de niños y jóvenes en situación de calle que mendigan y duermen en las estaciones de trenes, del subte o donde encuentren lugar. Niños y jóvenes explotados en trabajos clandestinos u obligados a conseguir alguna moneda en el cruce de las avenidas limpiando los parabrisas de nuestros autos..., y sienten que en el ‘tren de la vida’ no hay lugar para ellos”.

“Cuántas familias van quedando marcadas por el dolor al ver a sus hijos víctimas de los mercaderes de la muerte. Qué duro es ver cómo hemos normalizado la exclusión de nuestros ancianos obligándolos a vivir en la soledad, simplemente porque no generan productividad; o ver –como bien supieron decir los Obispos en Aparecida–, ‘la situación precaria que afecta la dignidad de muchas mujeres”.

“Algunas, desde niñas y adolescentes, son sometidas a múltiples formas de violencia dentro y fuera de casa’. Son situaciones que nos pueden paralizar, que pueden poner en duda nuestra fe y especialmente nuestra esperanza, nuestra manera de mirar y encarar el futuro”, denunció también el Papa Francisco.

La Misa en honor de “La Morenita”, que en el año 1531 se apareció en el cerro del Tepeyac a San Juan Diego, estuvo acompañada por algunos cantos litúrgicos muy antiguos compuestos en lenguas indígenas.

En concreto, se interpretó un himno compuesto en lengua náhuatl, que contiene el relato de las apariciones de la Virgen a San Juan Diego. Además, se cantaron otros himnos en quechua, mapuche y guaraní.

HOMILÍA DEL PAPA FRANCISCO POR LA VIRGEN DE GUADALUPE EN EL VATICANO


TEXTO: Homilía del Papa en la Misa por la Virgen de Guadalupe en el Vaticano


VATICANO, 12 Dic. 16 / 12:40 pm (ACI).- El Papa Francisco pronunció una bella homilía en el día en el que la Iglesia celebra a la Virgen de Guadalupe, Emperatriz de América y Patrona de México.

A continuación el texto completo de la homilía del Santo Padre en la Basílica de San Pedro hoy en el Vaticano:

«Feliz de ti porque has creído» (Lc 1,45) con estas palabras Isabel ungió la presencia de

María en su casa. Palabras que nacen de su vientre, de sus entrañas; palabras que logran hacer eco de todo lo que experimentó con la visita a su prima: «Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. Feliz de ti porque has creído» (Lc 1,44-45).

Dios nos visita en las entrañas de una mujer, movilizando las entrañas de otra mujer con un canto de bendición y alabanza, con un canto de alegría. La escena evangélica lleva consigo todo el dinamismo de la visita de Dios: cuando Dios sale a nuestro encuentro moviliza nuestras entrañas, pone en movimiento lo que somos hasta transformar toda nuestra vida en alabanza y bendición.

Cuando Dios nos visita nos deja inquietos, con la sana inquietud de aquellos que se sienten invitados a anunciar que Él vive y está en medio de su pueblo. Así lo vemos en María, la primera discípula y misionera, la nueva Arca de la Alianza quien, lejos de permanecer en un lugar reservado en nuestros templos, sale a visitar y acompaña con su presencia la gestación de Juan. Así lo hizo también en 1531: corrió al Tepeyac para servir y acompañar a ese Pueblo que estaba gestándose con dolor, convirtiéndose en su Madre y la de todos nuestros pueblos.

Con Isabel también nosotros hoy en su día queremos ungirla y saludarla diciendo: «Feliz de ti María porque has creído» y sigues creyendo «que se cumplirá todo lo que te fue anunciado de parte del Señor» (v. 45). María es así como el icono del discípulo, de la mujer creyente y orante que sabe acompañar y alentar nuestra fe y nuestra esperanza en las distintas etapas que nos toca atravesar.

En María tenemos el fiel reflejo «no (de) una fe poéticamente edulcorada, sino (de) una fe recia sobre todo en una época en la que se quiebran los dulces encantos de las cosas y las contradicciones entran en conflicto por doquier».1

Ciertamente tendremos que aprender de esa fe recia y servicial que ha caracterizado y caracteriza a nuestra Madre; aprender de esa fe que sabe meterse dentro de la historia para ser sal y luz en nuestras vidas y en la sociedad.


La sociedad que estamos construyendo para nuestros hijos está cada vez más marcada por signos de la división y fragmentación, dejando «fuera de juego» a muchos, especialmente a aquellos a los que se les hace difícil alcanzar los mínimos para llevar adelante su vida con dignidad.

Una sociedad que le gusta jactarse de sus avances científicos y tecnológicos, pero que se ha vuelto cegatona e insensible frente a miles de rostros que se van quedando por el camino, excluidos por el orgullo que ciega de unos pocos. Una sociedad que termina instalando una cultura de la desilusión, el desencanto y la frustración en muchísimos de nuestros hermanos; e inclusive, de angustia en otros tantos porque experimentan las dificultades que tienen que enfrentar para no quedarse fuera del camino.

Pareciera que, sin darnos cuenta, nos hemos acostumbrado a vivir en la «sociedad de la desconfianza» con todo lo que esto supone para nuestro presente y especialmente para nuestro futuro; desconfianza que poco a poco va generando estados de desidia y dispersión.

Qué difícil es presumir de la sociedad del bienestar cuando vemos que nuestro querido continente americano se ha acostumbrado a ver a miles y miles de niños y jóvenes en situación de calle que mendigan y duermen en las estaciones de trenes, del subte o donde encuentren lugar.

Niños y jóvenes explotados en trabajos clandestinos u obligados a conseguir alguna moneda en el cruce de las avenidas limpiando los parabrisas de nuestros autos..., y sienten que en el «tren de la vida» no hay lugar para ellos. Cuántas familias van quedando marcadas por el dolor al ver a sus hijos víctimas de los mercaderes de la muerte.

Qué duro es ver cómo hemos normalizado la exclusión de nuestros ancianos obligándolos a vivir en la soledad, simplemente porque no generan productividad; o ver –como bien supieron decir los obispos en Aparecida–, «la situación precaria que afecta la dignidad de muchas mujeres. Algunas, desde niñas y adolescentes, son sometidas a múltiples formas de violencia dentro y fuera de casa»2.

Son situaciones que nos pueden paralizar, que pueden poner en duda nuestra fe y especialmente nuestra esperanza, nuestra manera de mirar y encarar el futuro.

Frente a todas estas situaciones, así y todo, tenemos que decir con Isabel: «Feliz de ti por haber creído», y aprender de esa fe recia y servicial que ha caracterizado y caracteriza a nuestra Madre.

Celebrar a María es, en primer lugar, hacer memoria de la madre, hacer memoria de que no somos ni seremos nunca un pueblo huérfano. ¡Tenemos Madre! Y donde está la madre hay siempre presencia y sabor a hogar. Donde está la madre, los hermanos se podrán pelear pero siempre triunfará el sentido de unidad. Donde está la madre, no faltará la lucha a favor de la fraternidad.

Siempre me ha impresionado ver, en distintos pueblos de América Latina, esas madres luchadoras que, a menudo ellas solas, logran sacar adelante a sus hijos. Así es María con nosotros, somos sus hijos: Mujer luchadora frente a la sociedad de la desconfianza y de la ceguera, frente a la sociedad de la desidia y la dispersión; Mujer que lucha para potenciar la alegría del Evangelio. Lucha para darle «carne» al Evangelio.

Mirar la Guadalupana es recordar que la visita del Señor pasa siempre por medio de aquellos que logran «hacer carne» su Palabra, que buscan encarnar la vida de Dios en sus entrañas, volviéndose signos vivos de su misericordia.

Celebrar la memoria de María es afirmar contra todo pronóstico que «en el corazón y en la vida de nuestros pueblos late un fuerte sentido de esperanza, no obstante las condiciones de vida que parecen ofuscar toda esperanza».3 María, porque creyó, amó; porque es sierva del Señor y sierva de sus hermanos.

Celebrar la memoria de María es celebrar que nosotros, al igual que ella, estamos invitados a salir e ir al encuentro de los demás con su misma mirada, con sus mismas entrañas de misericordia, con sus mismos gestos.


Contemplarla es sentir la fuerte invitación a imitar su fe. Su presencia nos lleva a la reconciliación, dándonos fuerza para generar lazos en nuestra bendita tierra latinoamericana, diciéndole «sí» a la vida y «no» a todo tipo de indiferencia, de exclusión, de descarte de pueblos o personas.

No tengamos miedo de salir a mirar a los demás con su misma mirada. Una mirada que nos hace hermanos. Lo hacemos porque, al igual que Juan Diego, sabemos que aquí está nuestra madre, sabemos que estamos bajo su sombra y su resguardo, que es la fuente de nuestra alegría, que estamos en el cruce de sus brazos.4

Danos la paz y el trigo, Señora y niña nuestra, una patria que sume hogar, templo y escuela, un pan que alcance a todos y una fe que se encienda por tus manos unidas y por tus ojos de estrella. Amén.

**

 Notas

1ROMANO GUARDINI, El Señor. Meditaciones sobre la vida de Jesucristo, Madrid 2005, 44.

2 V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, Documento de Aparecida (29 junio 2007), 48.

3 V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, Documento de Aparecida (29 junio 2007), 536.

4 Cf. Nicam Mopohua, 119: «No estoy aquí yo, que soy tu madre? ¿No estás bajo mi sombra y resguardo? ¿No soy yo la fuente de tu alegría? ¿No estás en el hueco de mi manto, en el cruce de mis brazos? ¿Tienes necesidad de alguna otra cosa?».

jueves, 15 de septiembre de 2016

PAPA FRANCISCO: LA VIRGEN NOS CUIDA COMO MADRE Y BAJO SU MANTO NO ENTRA EL DIABLO


Papa Francisco: La Virgen nos cuida como madre y bajo su manto no entra el diablo
 Foto: L'Osservatore Romano.





VATICANO, 15 Sep. 16 /  (ACI).- En la Misa que presidió en la capilla de la Casa Santa Marta, con ocasión de la memoria de Nuestra Señora de los Dolores, el Papa Francisco señaló que la Virgen María nos cuida porque es madre de todos los cristianos y bajo su manto “no puede entrar el diablo”.

El Santo Padre recordó que los místicos rusos de los primeros siglos aconsejaban buscar refugio en el manto de Santa María, pues “es madre y defiende como una madre”.

“Luego el Occidente tomó este consejo e hizo la primera antífona mariana ‘Sub tuum praesidium’ (Bajo tu amparo), ‘Bajo tu manto, bajo tu amparo, oh Madre, estamos seguros’”.

Francisco precisó además que “nosotros los cristianos tenemos una Madre, la misma de Jesús. Tenemos un Padre, el mismo de Jesús. ¡No somos huérfanos!”.

El Santo Padre indicó que la Virgen María, al pie de la cruz de Jesús, “nos da a luz en ese momento con tanto dolor. Es un verdadero martirio”.

“Con el corazón atravesado”, dijo, Santa María “acepta darnos a luz a todos nosotros en ese momento de dolor. Y, desde ese momento, Ella se vuelve nuestra Madre, desde ese momento Ella es nuestra Madre, aquella que nos cuida y no se avergüenza de nosotros: nos defiende”.

Francisco recordó que, siendo Arzobispo de Buenos Aires, visitaba a los presos en las cárceles y se encontraba con una fila de mujeres que esperaban entrar. “Eran mamás. No se avergonzaban, su carne estaba allí adentro”, dijo.

El Santo Padre señaló que “estas mujeres sufrían no solo por la vergüenza de esta allí –‘¡Pero mira a esa! ¿Qué habrá hecho su hijo?– Sufrían también por las humillaciones de los controles que les hacían antes de entrar”.

“Pero eran madres e iban a ver a su propia carne. Así como María estaba allí, con su Hijo, con ese sufrimiento tan grande”, señaló.

El Papa indicó que mientras María se encontraba al pie de la cruz escuchaba cosas como “¡esa es la madre de este delincuente! ¡Esa es la madre de este subversivo!”.

“Y María oía estas cosas. Sufría humillaciones terribles. Oía también a los grandes, a algunos sacerdotes, a los que Ella respetaba, porque eran sacerdotes: ‘Si eres tan hábil y capaz ¡baja! ¡Baja!. Con su Hijo, desnudo, allí”.

“Y María tenía un sufrimiento tan grande, pero no se fue. ¡No renegó de su Hijo! Era su carne”, señaló.

Francisco indicó que “en un mundo que podemos llamar ‘huérfano’, en este mundo que sufre la crisis de una gran orfandad, nuestra ayuda es decir: ‘¡mira a tu Madre!’”.

“Tenemos a una Madre que nos defiende, nos enseña, nos acompaña; que no se avergüenza de nuestros pecados. No se avergüenza, porque Ella es Madre”, dijo.

“¡Que el Espíritu Santo, este amigo, este compañero de camino, este Paráclito abogado que el Señor nos ha enviado, nos haga comprender este misterio tan grande de la maternidad de María”, concluyó.

jueves, 8 de septiembre de 2016

LA NATIVIDAD DE LA VIRGEN MARÍA, 8 DE SEPTIEMBRE


Natividad de la Santísima Virgen
Fiesta, 8 de septiembre


Por: n/a | Fuente: Archidiócesis de Madrid 




Fiesta de la Natividad de la bienaventurada Virgen María, de la estirpe de Abrahán, nacida de la tribu de Judá y de la progenie del rey David, de la cual nació el Hijo de Dios, hecho hombre por obra del Espíritu Santo, para liberar a la humanidad de la antigua servidumbre del pecado.

Un anticipo y anuncio inmediato de la redención obrada por Jesucristo es el nacimiento de su Madre la Virgen María, concebida sin mancha de pecado, llena de gracia y bendita entre todas las mujeres.

En Jerusalén, en la Iglesia de Santa Ana. La primera fuente de la narración del nacimiento de la Virgen es el apócrifo Protoevangelio de Santiago, que coloca el nacimiento de la Virgen en Jerusalén, en el lugar en que debió existir una basílica en honor a la María Santísima, junto a la piscina probática, según cuentan diversos testimonios entre los años 400 y 600. Después del año 603 el patriarca Sofronio afirma que ése es el lugar donde nació la Virgen. Posteriormente, la arqueología ha confirmado la tradición.

La fiesta de la Natividad de la santísima Virgen surgió en oriente, y con mucha probabilidad en Jerusalén, hacia el s. v. Allí estaba siempre viva la tradición de la casa natalicia de María. La fiesta surgió muy probablemente como dedicación de una iglesia a María, junto a la piscina probática; tradición que se relaciona con el actual santuario de Santa Ana.