domingo, 23 de septiembre de 2018

ACTIVIDADES DEL PAPA FRANCISCO EN LITUANIA - SEPTIEMBRE 2018


El Papa Francisco recuerda a los mártires asesinados por los totalitarismos en Lituania
Redacción ACI Prensa


El Papa Francisco destacó la constancia y fidelidad de los sacerdotes y fieles católicos de Lituania durante las persecuciones religiosas emprendidas por los regímenes totalitarios nazi y soviético que ocuparon el país en el siglo XX.

En un encuentro mantenido en la catedral de Kaunas, Lituania, durante su viaje apostólico a los países bálticos, el Santo Padre señaló que “la violencia ejercida sobre vosotros por defender la libertad civil y religiosa, la violencia de la difamación, la cárcel y la deportación no pudieron vencer vuestra fe en Jesucristo, Señor de la historia”.

Por eso, “tenéis mucho que decirnos y enseñarnos, y también mucho que proponer, sin necesidad de juzgar la aparente debilidad de los más jóvenes”.

“Mirándoos, veo detrás de vosotros muchos mártires. Mártires anónimos. En el sentido de que tampoco sabemos dónde están sepultados. También algunos de vosotros, he saludado a uno, sabe lo que es la prisión”, reflexionó Francisco.


El Papa invitó a no olvidar la memoria de esos mártires: “No os olvidéis. Tened memoria. Sois hijos de mártires. Esa es vuestra fuerza. Que el espíritu del mundo no venga a deciros otra cosa diferente de esa que han vivido vuestros antepasados. Recordad a vuestros mártires. Tomad ejemplo de ellos porque no tuvieron miedo”.

Anhelo de Dios

El Papa Francisco planteó ante sacerdotes, religiosos, consagrados y seminaristas la necesidad de tomar conciencia de lo que los fieles esperan de ellos y afirmó que deben dar respuesta al gemido del pueblo que busca a Dios.

El Papa recordó a sacerdotes, religiosos, consagrados y seminaristas la necesidad de la oración diaria, del diálogo constante con Dios para poder escuchar el gemido del pueblo que anhela a Dios: “Escuchar la voz de Dios en la oración nos hace ver, oír, conocer el dolor de los demás para liberarlos”.

Además, afirmó que la oración también debe servir para ser conscientes de cuándo el pueblo ha dejado de buscar a Dios y a descubrir el por qué.


“Nos debe impactar cuando nuestro pueblo ha dejado de gemir, ha dejado de buscar el agua que sacia la sed”, explicó Francisco. “Es un momento también para discernir qué puede estar anestesiando la voz de nuestra gente”.

El Papa hizo esta reflexión a partir de la Carta de San Pablo a los Romanos, donde, además de hablar de ese gemido del pueblo de Dios, habla también de constancia: “constancia en el sufrimiento, constancia para perseverar en el bien. Esto supone estar centrados en Dios, permanecer firmemente arraigados en él, ser fieles a su amor”.

A los sacerdotes más jóvenes sugirió que “cuando ante pequeñas frustraciones que os desalientan tendáis a encerraros en vosotros mismos, a recurrir a estilos y diversiones que no están acordes con vuestra consagración, buscad vuestras raíces y mirad el camino recorrido por los mayores”.

“Son precisamente las tribulaciones las que perfilan los rasgos distintivos de la esperanza cristiana, porque cuando es solo una esperanza humana podemos frustrarnos y aplastarnos en el fracaso. No sucede lo mismo con la esperanza cristiana, ella sale más nítida, más aquilatada tras pasar por el crisol de las tribulaciones”.
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Este es el antídoto propuesto por el Papa contra los impíos que oprimen al pueblo
Redacción ACI Prensa
 Foto: Vatican Media



Durante el rezo del Ángelus presidido este domingo 23 de septiembre por el Papa Francisco Parque Santakos de Kaunas, Lituania, el Santo Padre advirtió contra los “impíos” que oprimen al pobre.

Frente a ellos, propuso este antídoto: “hacerse el último y el servidor de todos”.

A partir de la lectura del día del Libro de la Sabiduría, donde se habla “del justo perseguido, de aquel cuya ‘sola presencia’ molesta a los impíos”, el Pontífice contrapuso la actitud de aquel que recuerda los sufrimientos del pueblo con la de quien pretende eclipsar esa memoria con el “afán de primacía”.

En la lectura del Libro de la Sabiduría, “el impío es descrito como el que oprime al pobre, no tiene compasión de la viuda ni respeta al anciano. El impío tiene la pretensión de creer que su ‘fuerza es la norma de la justicia’”.


“Someter a los más frágiles, usar la fuerza en cualquiera de sus formas: imponer un modo de pensar, una ideología, un discurso dominante, usar la violencia o represión para doblegar a quienes simplemente, con su hacer cotidiano honesto, sencillo, trabajador y solidario, expresan que es posible otro mundo, otra sociedad”.

El Papa aseguró que “al impío no le alcanza con hacer lo que quiere, dejarse llevar por sus caprichos; no quiere que los otros, haciendo el bien, dejen en evidencia su modo de actuar. En el impío, el mal siempre intenta aniquilar el bien”.

En su reflexión, Francisco retrocedió 75 años en la historia para recordar uno de los episodios más trágicos de la historia de Lituania: la destrucción del Gueto de Vilnia durante la II Guerra Mundial: “Así culminaba el aniquilamiento de miles de hebreos que ya había comenzado dos años antes”.

“Al igual que se lee en el libro de la Sabiduría, el pueblo judío pasó por ultrajes y tormentos. Hagamos memoria de aquellos tiempos, y pidamos al Señor que nos dé el don del discernimiento para detectar a tiempo cualquier rebrote de esa perniciosa actitud, cualquier aire que enrarezca el corazón de las generaciones que no han vivido aquello y que a veces pueden correr tras esos cantos de sirena”, pidió el Papa.

Por ello, exhortó a mantenerse vigilantes frente a la tentación del “afán de primacía, de sobresalir por encima de los demás, que puede anidar en todo corazón humano”.


“Cuántas veces ha sucedido que un pueblo se crea superior, con más derechos adquiridos, con más privilegios por preservar o conquistar”.

El Pontífice se preguntó: “¿Cuál es el antídoto que propone Jesús cuando aparece esa pulsión en nuestro corazón o en el latir de una sociedad o un país?: Hacerse el último de todos y el servidor de todos; estar allí donde nadie quiere ir, donde nada llega, en lo más distante de las periferias; y sirviendo, generando encuentro con los últimos, con los descartados”.

Francisco finalizó su reflexión previa al rezo del Ángelus pidiendo a la Virgen “que nos ayude a plantar la cruz de nuestro servicio, de nuestra entrega allí donde nos necesitan, en la colina donde habitan los últimos, donde es preciso la atención delicada a los excluidos, a las minorías, para que alejemos de nuestros ambientes y de nuestras culturas la posibilidad de aniquilar al otro, de marginar, de seguir descartando a quien nos molesta y amenaza nuestras comodidades”.
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El Papa rechazó el afán de poder y de gloria que oculta el sufrimiento del pueblo fiel
Redacción ACI Prensa
 Foto: Vatican Media


En su homilía durante la Misa celebrada en el Parque Santakos de Kaunas este domingo 23 de septiembre, en su segundo día del viaje apostólico a Lituania, el Papa Francisco advirtió contra el afán de poder y de gloria que ensombrece “la realidad sufrida por el pueblo fiel”.

El Santo Padre señaló que ese afán de poder y gloria “constituye el modo más común de comportarse de quienes no terminan de sanar la memoria de su historia y, quizás por eso mismo, tampoco aceptan esforzarse en el trabajo del presente”.

“Y entonces se discute sobre quién brilló más, quién fue más puro en el pasado, quién tiene más derecho a tener privilegios que los otros”. “Así negamos nuestra historia”, advirtió.

Esa actitud, advirtió, “es una actitud estéril y vanidosa, que renuncia a implicarse en la construcción del presente al perder el contacto con la realidad sufrida de nuestro pueblo fiel”.

El Papa se refirió al pasado doloroso del pueblo lituano con la ocupación nazi primero, la ocupación soviética después, y todas sus consecuencias: encarcelamientos, trabajos forzados, desplazamientos de población, torturas, asesinatos…


“La vida cristiana siempre pasa por momentos de cruz, y a veces parecen interminables. Las generaciones pasadas habrán dejado grabado a fuego el tiempo de la ocupación, la angustia de los que eran llevados, la incertidumbre de los que no volvían, la vergüenza de la delación, de la traición”, reconoció Francisco.

En este sentido, explicó que la lectura del Libro de la Sabiduría correspondiente a este domingo “nos habla acerca del justo perseguido, aquel que sufre ultrajes y tormentos por el solo hecho de ser bueno”.

El Papa exclamó: “Cuántos de vosotros podríais relatar en primera persona, o en la historia de algún familiar, este mismo pasaje que hemos leído”. En ese pasaje se narra cómo se somete a ultraje a un justo “hijo de Dios” para ver si el Señor lo asiste y libera de sus enemigos: “Condenémosle a una muerte humillante, pues, según él, Dios lo salvará”, dicen los enemigos del justo en la lectura.

En este sentido, Francisco insistió: “Cuántos también habéis visto tambalear vuestra fe porque no apareció Dios para defenderos; porque el hecho de permanecer fieles no bastó para que Él interviniera en vuestra historia”.

“Lituania entera lo puede testimoniar con un escalofrío ante la sola mención de Siberia, o los guetos de Vilna y de Kaunas, entre otros”, señaló recordando sólo algunos de los episodios más trágicos de la historia lituana.

En su homilía, el Santo Padre también recurrió a la lectura del Evangelio de San Marcos, en la que Jesús anuncia a sus discípulos, por segunda vez, los padecimientos que iba a sufrir: “El Hijo del hombre será entregado en manos de los hombres; le matarán y a los tres días de haber muerto resucitará”.

Sin embargo, señala Francisco, “los discípulos no querían que Jesús les hablase de dolor y cruz, no quieren saber nada de pruebas y angustias”. Por el contrario, “se interesaban por otras cosas, que volvían a casa discutiendo quién era el mayor”.


“Jesús, sabiendo lo que sentían, les propone un antídoto a estas luchas de poder y al rechazo del sacrificio; y, para darle solemnidad a lo que va a decir, se sienta como un Maestro, los llama, y realiza un gesto: pone a un niño en el centro; un niñito que generalmente se ganaba los mendrugos haciendo los mandados que nadie quería hacer”.

El Papa preguntó a los fieles presentes en el Parque Santakos: “¿A quién pondrá en el medio hoy, aquí, en esta mañana de domingo? ¿Quiénes serán los más pequeños, los más pobres entre nosotros, aquellos que tenemos que acoger a cien años de nuestra independencia? ¿Quién no tiene nada para devolvernos, para hacer gratificante nuestro esfuerzo y nuestras renuncias?”.

“Quizás son las minorías étnicas de nuestra ciudad, o aquellos desocupados que deben emigrar. Tal vez son los ancianos solos, o los jóvenes que no encuentran sentido a la vida porque perdieron sus raíces”.

El Papa concluyó: “Por eso estamos hoy acá, ansiosos de recibir a Jesús: en su palabra, en la eucaristía, en los pequeños”.

“Recibirlo para que él reconcilie nuestra memoria y nos acompañe en un presente que nos sigue apasionando por sus desafíos, por los signos que nos deja, para que lo sigamos como discípulos, porque no hay nada verdaderamente humano que no tenga resonancia en el corazón de los discípulos de Cristo, y así sentimos como nuestros los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y afligidos”, finalizó.
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Este es el mensaje que escribió el Papa en museo de víctimas del comunismo en Lituania
Redacción ACI Prensa
 Fotos: Vatican Media.



Tras recorrer el Museo de la Ocupación y Lucha por la Libertad de Lituania, el Papa Francisco dejó escrito un mensaje en el libro de visitas, pidiendo a Dios que “otorgue su don de la reconciliación y paz al pueblo lituano”.

Este museo, creado en 1992, está dedicado principalmente a recordar el medio siglo de ocupación soviética de Lituania, especialmente a los presos políticos y víctimas mortales del régimen comunista.


El museo ocupa las antiguas oficinas de la KGB (Comité para la Seguridad del Estado), la agencia de inteligencia soviética, donde se detenía, torturaba y asesinaba a quienes se consideraban opositores al régimen.

En su visita, el Santo Padre visitó las antiguas celdas y espacios de tortura por los que pasaron muchos obispos, sacerdotes y religiosos, a quienes el régimen soviético consideró una amenaza.

En su mensaje, el Papa señaló que “en este lugar que conmemora a las muchas personas que sufrieron como resultado de la violencia y el odio, y que sacrificaron sus vidas por la libertad y justicia, he rezado para que Dios Todopoderoso otorgue su don de la reconciliación y paz al pueblo lituano”.
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El Papa Francisco reza por víctimas del comunismo en Lituania [VIDEO]
Redacción ACI Prensa


En su segundo día de visita apostólica a Lituania, el Papa Francisco visitó el Museo de la Ocupación y Lucha por la Libertad y pronunció ahí una oración por quienes “han sufrido en su carne el afán prepotente de quienes pretendían controlarlo todo” y para que este país “sea faro de esperanza”.

Este museo, creado en 1992, está dedicado principalmente a recordar el medio siglo de ocupación soviética de Lituania, especialmente a los presos políticos y víctimas mortales del régimen comunista.

El museo ocupa las antiguas oficinas de la KGB (Comité para la Seguridad del Estado), la agencia de inteligencia soviética, donde se detenía, torturaba y asesinaba a quienes se consideraban opositores al régimen.

El Santo Padre llegó al lugar alrededor de las 5:30 p.m. (hora local). Horas antes sostuvo un encuentro con los sacerdotes, religiosos, consagrados y seminaristas en la Catedral de Kaunas.

Ahí, recordó que “la violencia ejercida sobre vosotros por defender la libertad civil y religiosa, la violencia de la difamación, la cárcel y la deportación no pudieron vencer vuestra fe en Jesucristo, Señor de la historia”.


En su visita al museo, el Papa visitó las celdas que se encuentran en la parte inferior del antiguo edificio de la KGB. Ahí, en fotografías colgadas en las paredes, se recuerda a los obispos, sacerdotes, religiosos y fieles que fueron perseguidos, encarcelados y asesinados por el régimen soviético.

El Santo Padre encendió en el lugar también una lámpara votiva, que obsequió al museo.

Al terminar su recorrido por el Museo de la Ocupación y Lucha por la Libertad, ante un monumento que recuerda la barbarie del régimen soviético, Francisco pronunció su oración, pidiendo a Dios que Lituania “sea tierra de la memoria operosa que renueve compromisos contra toda injusticia”.

A continuación, el texto completo de la oración que el Papa Francisco hizo en el Museo de la Ocupación y Lucha por la Libertad:

«Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» (Mt 27,47).

Tu grito, Señor, no deja de resonar, y hace eco en estas paredes que recuerdan los padecimientos vividos por tantos hijos de este pueblo. Lituanos y provenientes de diferentes naciones han sufrido en su carne el afán prepotente de quienes pretendían controlarlo todo.


En tu grito, Señor, encuentra eco el grito del inocente que se une a tu voz y se eleva hacia el cielo. Es el Viernes Santo del dolor y de la amargura, de la desolación y de la impotencia, de la crueldad y del sinsentido que vivió́ este pueblo lituano ante la ambición desenfrenada que endurece y ciega el corazón.

En este lugar de la memoria, te imploramos Señor que tu grito nos mantenga despiertos. Que tu grito, Señor, nos libre de la enfermedad espiritual al que como pueblo estamos siempre tentados: olvidarnos de nuestros padres, de lo que se vivió́ y padeció.

Que en tu grito y en las vidas de nuestros mayores que tanto sufrieron encontremos la valentía para comprometernos decididamente con el presente y con el futuro; que aquel grito sea estimulo para no acomodarnos a las modas de turno, a los slogans simplificadores, y a todo intento de reducir y privar a cualquier persona de la dignidad con la que tú la has revestido.

Señor, que Lituania sea faro de esperanza. Sea tierra de la memoria operosa que renueve compromisos contra toda injusticia. Que promueva intentos creativos en la defensa de los derechos de todas las personas, especialmente de los más indefensos y vulnerables. Y que sea maestra en como reconciliar y armonizar la diversidad.

Señor, no permitas que seamos sordos al grito de todos los que hoy siguen clamando al cielo.
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Así rindió homenaje el Papa Francisco a víctimas judías del nazismo en Lituania
Redacción ACI Prensa
Foto: Captura de video / Vatican Media.


El Papa Francisco rindió homenaje a las víctimas del régimen nazi en Lituania, al orar por unos minutos en silencio ante el monumento a las víctimas del gueto de Vilna.

El Santo Padre llegó al lugar sobre las 5:20 p.m. (hora local), y depositó ante el monumento un arreglo de flores amarillas.


Se estima que alrededor de 55.000 víctimas judías fallecieron en el gueto, administrado por los nazis durante la II Guerra Mundial.

Durante la II Guerra Mundial, Lituania fue primero invadida por la Unión Soviética y luego por la Alemania nazi. Concluida la guerra, el país quedó en manos de los soviéticos.

Lituania declaró finalmente su independencia el 11 de marzo de 1990.
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Así fue la visita del Papa Francisco a la Catedral de Vilna en Lituania
Redacción ACI Prensa



En el primer día de su visita apostólica a Lituania, alrededor de las 6:30 p.m. (hora local) el Papa Francisco visitó la Catedral de Vilna, dedicada a los santos Estanislao y Ladislao.

El Santo Padre ingresó a la Catedral tras su encuentro con los jóvenes en el exterior del templo, durante el cual les alentó a seguir a Cristo, pues “es una aventura apasionante, que llena nuestra vida de sentido, que nos hace sentir parte de una comunidad que nos anima y acompaña, que nos compromete a servir”.


Apenas ingresar, el Papa realizó una oración en silencio en la Capilla de San Casimiro, junto a cerca de 60 ancianos sacerdotes y religiosas.

Al finalizar su oración, una religiosa y un sacerdote le obsequiaron un arreglo floral que él depositó ante la imagen de la Virgen de Siberia.

Al concluir la visita a la Catedral de Vilna, el Papa se dirigió en auto a la Nunciatura Apostólica.

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Discurso del Papa Francisco a los jóvenes junto a la Catedral de Vilna, Lituania
Redacción ACI Prensa




El Papa Francisco mantuvo un encuentro con jóvenes lituanos en la plaza de la Catedral de Vilna, Lituania, ante los que animó a seguir a Cristo.

“¡Vale la pena seguir a Cristo!”, exclamó. “Seguir a Jesús es una aventura apasionante, que llena nuestra vida de sentido, que nos hace sentir parte de una comunidad que nos anima y acompaña, que nos compromete a servir”.

A continuación, el texto completo del discurso del Papa Francisco a los jóvenes:

Muchas gracias Mónica y Jonás por vuestro testimonio. Lo he recibido como un amigo, como si hubiéramos estado sentados juntos, en algún bar, contándonos cosas de la vida, mientras tomamos una cerveza o un “gira” después de haber ido al “Jaunimo teatras”.

Pero vuestras vidas no son una obra de teatro, son reales, concretas, como las de cada uno de los que estamos acá, en esta hermosa plaza situada entre estos dos ríos. Y quizá todo esto nos sirva para releer vuestras historias y descubrir en ellas el paso de Dios... porque Dios pasa siempre por nuestras vidas.

Como esta iglesia catedral, vosotros habéis experimentado situaciones que os derrumbaban, incendios de los que parecía que no hubierais podido reponeros. Tantas veces este templo fue devorado por las llamas, se derrumbó y, sin embargo, siempre hubo quienes decidieron volver a levantarlo, no se dejaron vencer por las dificultades, no bajaron los brazos.


También la libertad de vuestra patria está construida sobre aquellos que no se dejaron intimidar por el terror y la desventura. La vida, el modo de ser y la muerte de tu papá, Mónica; tu enfermedad, Jonás, os podría haber devastado... Y, sin embargo, estáis aquí, compartiendo vuestra experiencia con una mirada de fe, haciéndonos descubrir que Dios os dio la gracia para aguantar, para levantaros, para seguir caminando en la vida.

¿Cómo se derramó en vosotros esta gracia de Dios?

A través de personas que se cruzaron en vuestras vidas, gente buena que os nutrió de su experiencia de fe. Mónica: tu abuela y tu mamá, la parroquia franciscana, fueron para ti como la confluencia de estos dos ríos: así como el Vilna se une al Neris, tú te sumaste, te dejaste llevar por esa corriente de gracia.

Porque el Señor nos salva haciéndonos parte de un pueblo. Nadie puede decir “yo me salvo solo”, estamos todos interconectados, “en red”. Dios quiso entrar en esta dinámica de relaciones y nos atrae hacia sí en comunidad, dando pleno sentido de identidad y pertenencia a nuestra vida (cf. Exhort. ap. Gaudete et exsultate, 6). También tú, Jonás, encontraste en otros ―en tu esposa y en la promesa hecha el día del matrimonio― la razón para seguir, para luchar, para vivir. No permitáis que el mundo os haga creer que es mejor caminar solos.

No cedáis a la tentación de ensimismaros, de volveros egoístas o superficiales ante el dolor, la dificultad o el éxito pasajero. Volvamos a afirmar que “lo que le pasa al otro, me pasa a mí”, vayamos contra la corriente de ese individualismo que aísla, que nos vuelve egocéntricos y vanidosos, preocupados solamente por la imagen y el propio bienestar.

Apostad por la santidad desde el encuentro y la comunión con los demás, atentos a sus necesidades (cf. ibíd., 146). Nuestra verdadera identidad supone la pertenencia a un pueblo. No existen identidades “de laboratorio”, ni identidades “destiladas”. Cada uno de nosotros conoce la belleza y también el cansancio, y muchas veces el dolor de pertenecer a un pueblo. Aquí radica nuestra identidad, no somos personas sin raíces.

También los dos recordáis la presencia en el coro, la oración familiar, la misa, la catequesis y la ayuda a los más necesitados; son armas poderosas que el Señor nos da. La oración y el canto, para no encerrarse en la inmanencia de este mundo: al suspirar por Dios habéis salido de vosotros mismos y habéis podido contemplar con los ojos de Dios lo que os pasaba en el corazón (cf. ibíd., 147); practicando la música os abrís a la escucha y a la interioridad, os dejáis impactar de tal modo en la sensibilidad y eso es siempre una buena oportunidad para el discernimiento (cf. Sínodo dedicado a los Jóvenes, Instrumentum laboris, 162).

Es cierto que la oración puede ser una experiencia de “batalla espiritual”, pero es allí donde aprendemos a escuchar al Espíritu, a discernir los signos de los tiempos y a recuperar las fuerzas para seguir anunciando el Evangelio hoy. ¿De qué otro modo batallaríamos contra el desaliento ante las enfermedades y dificultades propias y ajenas, ante los horrores del mundo? ¿Cómo haríamos sin la oración para no creer que todo depende de nosotros, que estamos solos ante el cuerpo a cuerpo con la adversidad? “¡Jesús y yo, mayoría completa!”, decía san Alberto Hurtado.

Y el encuentro con él, con su palabra, con la eucaristía nos recuerda que no importa la fuerza del oponente; no importa que esté primero el “Žalgiris Kaunas” o el “Vilnius Rytas”, no importa el resultado, sino que el Señor está con nosotros.


También a vosotros os ha sostenido en la vida la experiencia de ayudar a otros, descubrir que cerca nuestro hay gente que lo pasa mal, incluso mucho peor que nosotros. Mónica: nos has contado de tu tarea con niños discapacitados. Ver la fragilidad de otros nos ubica, nos evita vivir lamiéndonos las propias heridas. Cuántos jóvenes se van del país por falta de oportunidades, cuántos son víctimas de la depresión, el alcohol y las drogas.

Cuántas personas mayores solas, sin nadie con quien compartir el presente y miedosas de que vuelva el pasado. Vosotros podéis responder a esos desafíos con vuestra presencia y con el encuentro entre vosotros y los demás. Jesús nos invita a salir de nosotros mismos, a arriesgar en el “cara a cara” con los otros. Es verdad que creer en Jesús implica muchas veces dar saltos de fe en el vacío, y eso da miedo. Otras veces nos lleva a cuestionarnos, a salir de nuestros esquemas, y eso puede hacernos sufrir y dejarnos tentar por el desánimo. Pero, sed valientes. Seguir a Jesús es una aventura apasionante, que llena nuestra vida de sentido, que nos hace sentir parte de una comunidad que nos anima y acompaña, que nos compromete a servir.

Queridos jóvenes, vale la pena seguir a Cristo, no tengamos miedo a formar parte de la revolución a la que él nos invita: la revolución de la ternura (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 88).

Si la vida fuera una obra de teatro o un videojuego estaría acotada por un tiempo preciso, un comienzo y un final donde se baja el telón o alguien gana la partida. Pero la vida mide otros tiempos, la vida se juega en tiempos parecidos al corazón de Dios; a veces se avanza, otras se retrocede, se ensayan e intentan caminos, se cambian.

La indecisión pareciera que nace del miedo a que caiga el telón, a que el cronómetro me deje fuera de la partida, o a que no pueda pasar de nivel en el juego. En cambio, la vida es siempre caminar buscando la dirección correcta, sin miedo a volver si me equivoqué. Lo más peligroso es confundir el camino con un laberinto: ese andar dando vueltas por la vida, sobre sí mismos, sin atinar por el camino que conduce hacia adelante. No seáis jóvenes de laberinto, del cual es difícil salir, sino jóvenes en camino.

No tengáis miedo a decidiros por Jesús, a abrazar su causa, la del Evangelio. Porque él nunca se va a bajar de la barca de nuestra vida, siempre va a estar en el cruce de nuestros caminos, jamás va a dejar de reconstruirnos, aunque a veces nos empeñemos en incendiarnos. Jesús nos regala tiempos amplios y generosos, donde hay espacios para los fracasos, donde nadie tiene que emigrar, pues hay lugar para todos.

Muchos querrán ocupar vuestros corazones, inundar los campos de vuestras aspiraciones con cizaña, pero al final, si le entregamos la vida al Señor, siempre vence el buen trigo.

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El Papa Francisco a los jóvenes de Lituania: “Vale la pena seguir a Cristo”
Redacción ACI Prensa
 Foto: Andrea Gagliarducci / ACI Stampa


El Papa Francisco se encontró con los jóvenes lituanos en la plaza de la Catedral de Vilna este sábado 22 de septiembre durante su viaje a los países bálticos y les animó a seguir a Jesús: “¡Vale la pena seguir a Cristo!”, exclamó.

El Santo Padre aseguró que “seguir a Jesús es una aventura apasionante, que llena nuestra vida de sentido, que nos hace sentir parte de una comunidad que nos anima y acompaña, que nos compromete a servir”.

Les animó a no tener miedo, “a formar parte de la revolución a la que Él nos invita: la revolución de la ternura”.

El Pontífice indicó que para alcanzar la salvación es necesario apoyarse en la comunidad. “El Señor nos salva haciéndonos parte de un pueblo”, explicó.


“Nadie puede decir ‘yo me salvo solo’, estamos todos interconectados, ‘en red’. Dios quiso entrar en esta dinámica de relaciones y nos atrae hacia sí en comunidad, dando pleno sentido de identidad y pertenencia a nuestra vida”.

Insistió: “No permitáis que el mundo os haga creer que es mejor caminar solos. No cedáis a la tentación de ensimismaros, de volveros egoístas o superficiales ante el dolor, la dificultad o el éxito pasajero. Volvamos a afirmar que ‘lo que le pasa al otro, me pasa a mí’, vayamos contra la corriente de ese individualismo que aísla, que nos vuelve egocéntricos y vanidosos, preocupados solamente por la imagen y el propio bienestar”.

También les exhortó a apostar “por la santidad desde el encuentro y la comunión con los demás, atentos a sus necesidades. Nuestra verdadera identidad supone la pertenencia a un pueblo. No existen identidades ‘de laboratorio’, ni identidades ‘destiladas’”.

“Cada uno de nosotros conoce la belleza y también el cansancio, y muchas veces el dolor de pertenecer a un pueblo. Aquí radica nuestra identidad, no somos personas sin raíces”.

El Papa también habló ante los jóvenes sobre la fuerza de la oración. “Es cierto que la oración puede ser una experiencia de ‘batalla espiritual’”, señaló. “Pero es allí donde aprendemos a escuchar al Espíritu, a discernir los signos de los tiempos y a recuperar las fuerzas para seguir anunciando el Evangelio hoy”.

“¿De qué otro modo batallaríamos contra el desaliento ante las enfermedades y dificultades propias y ajenas, ante los horrores del mundo? ¿Cómo haríamos sin la oración para no creer que todo depende de nosotros, que estamos solos ante el cuerpo a cuerpo con la adversidad?”.

Asimismo, reflexionó sobre la misericordia, la solidaridad con el prójimo, el “ayudar a otros”. “Ver la fragilidad de otros nos ubica, nos evita vivir lamiéndonos las propias heridas”.


En este sentido lamentó: “Cuántos jóvenes se van del país por falta de oportunidades, cuántos son víctimas de la depresión, el alcohol y las drogas. Cuántas personas mayores solas, sin nadie con quien compartir el presente y miedosas de que vuelva el pasado”.

“Vosotros podéis responder a esos desafíos con vuestra presencia y con el encuentro entre vosotros y los demás. Jesús nos invita a salir de nosotros mismos, a arriesgar en el ‘cara a cara’ con los otros”.

El Papa Francisco finalizó su discurso recordando que “la vida es siempre caminar buscando la dirección correcta, sin miedo a volver si me equivoqué. Lo más peligroso es confundir el camino con un laberinto: ese andar dando vueltas por la vida, sobre sí mismos, sin atinar por el camino que conduce hacia adelante. No seáis jóvenes de laberinto, del cual es difícil salir, sino jóvenes en camino”.

Al finalizar el encuentro, el Santo Padre realizó una breve visita a la Catedral y rezó durante unos minutos delante del Sagrario.

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