martes, 20 de septiembre de 2016

DISCURSO DEL PAPA FRANCISCO EN ASÍS POR LA JORNADA MUNDIAL DE ORACIÓN POR LA PAZ


 Discurso del Papa en Asís por la Jornada Mundial de Oración por la paz



ASÍS, 20 Sep. 16 /  (ACI).- El Papa Francisco dirigió un especial discurso a los participantes en la ciudad italiana de Asís por la Jornada Mundial de Oración por la Paz titulada “Sed de paz, religiones y culturas en diálogo”.

En la plaza San Francisco de Asís el Santo Padre dirigió estas palabras:

Santidades, Ilustres Representantes de las Iglesias, de las Comunidades cristianas y de las Religiones, Queridos hermanos y hermanas:

Os saludo con gran respeto y afecto, y os agradezco vuestra presencia. Agradezco a la comunidad de Asís y a la Comunidad de San Egidio que han preparado esta jornada. Hemos venido a Asís como peregrinos en busca de paz. Llevamos dentro de nosotros y ponemos ante Dios las esperanzas y las angustias de muchos pueblos y personas. Tenemos sed de paz, queremos ser testigos de la paz, tenemos sobre todo necesidad de orar por la paz, porque la paz es un don de Dios y a nosotros nos corresponde invocarla, acogerla y construirla cada día con su ayuda.

«Bienaventurados los que trabajan por la paz» (Mt 5,9). Muchos de vosotros habéis recorrido un largo camino para llegar a este lugar bendito. Salir, ponerse en camino, encontrarse juntos, trabajar por la paz: no sólo son movimientos físicos, sino sobre todo del espíritu, son respuestas espirituales concretas para superar la cerrazón abriéndose a Dios y a los hermanos.

Dios nos lo pide, exhortándonos a afrontar la gran enfermedad de nuestro tiempo: la indiferencia. Es un virus que paraliza, que vuelve inertes e insensibles, una enfermedad que ataca el centro mismo de la religiosidad, provocando un nuevo y triste paganismo: el paganismo de la indiferencia.


No podemos permanecer indiferentes. Hoy el mundo tiene una ardiente sed de paz. En muchos países se sufre por las guerras, con frecuencia olvidadas, pero que son siempre causa de sufrimiento y de pobreza. En Lesbos, con el querido Hermano y Patriarca ecuménico Bartolomé, hemos visto en los ojos de los refugiados el dolor de la guerra, la angustia de pueblos sedientos de paz.

Pienso en las familias, cuyas vidas han sido alteradas; en los niños, que en su vida sólo han conocido la violencia; en los ancianos, obligados a abandonar sus tierras: todos ellos tienen una gran sed de paz. No queremos que estas tragedias caigan en el olvido. Juntos deseamos dar voz a los que sufren, a los que no tienen voz y no son escuchados. Ellos saben bien, a menudo mejor que los poderosos, que no hay futuro en la guerra y que la violencia de las armas destruye la alegría de la vida.

Nosotros no tenemos armas. Pero creemos en la fuerza mansa y humilde de la oración. En esta jornada, la sed de paz se ha transformado en una invocación a Dios, para que cesen las guerras, el terrorismo y la violencia. La paz que invocamos desde Asís no es una simple protesta contra la guerra, ni siquiera «el resultado de negociaciones, compromisos políticos o acuerdos económicos, sino resultado de la oración» (JUAN PABLO II, Discurso, Basílica de Santa María de los Ángeles, 27 octubre 1986: L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española [2 noviembre 1986, 1]).

Buscamos en Dios, fuente de la comunión, el agua clara de la paz, que anhela la humanidad: ella no puede brotar de los desiertos del orgullo y de los intereses particulares, de las tierras áridas del beneficio a cualquier precio y del comercio de las armas.

Nuestras tradiciones religiosas son diversas. Pero la diferencia no es para nosotros motivo de conflicto, de polémica o de frío desapego. Hoy no hemos orado los unos contra los otros, como por desgracia ha sucedido algunas veces en la historia. Por el contrario, sin sincretismos y sin relativismos, hemos rezado los unos con los otros, los unos por los otros.

San Juan Pablo II dijo en este mismo lugar: «Acaso más que nunca en la historia ha sido puesto en evidencia ante todos el vínculo intrínseco que existe entre una actitud religiosa auténtica y el gran bien de la paz» (ID., Discurso, Plaza de la Basílica inferior de San Francisco, 27 octubre 1986: l.c., 11). Continuando el camino iniciado hace treinta años en Asís, donde está viva la memoria de aquel hombre de Dios y de paz que fue san Francisco, «reunidos aquí una vez más, afirmamos que quien utiliza la religión para fomentar la violencia contradice su inspiración más auténtica y profunda» (ID., Discurso a los representantes de las Religiones, Asís, 24 enero 2001), que ninguna forma de violencia representa «la verdadera naturaleza de la religión. Es más bien su deformación y contribuye a su destrucción» (BENEDICTO XVI, Intervención en la Jornada de reflexión, diálogo y oración por la paz y la justicia en el mundo, Asís, 27 octubre 2011).

No nos cansamos de repetir que nunca se puede usar el nombre de Dios para justificar la violencia. Sólo la paz es santa y no la guerra. Hoy hemos implorado el don santo de la paz. Hemos orado para que las conciencias se movilicen y defiendan la sacralidad de la vida humana, promuevan la paz entre los pueblos y cuiden la creación, nuestra casa común.

La oración y la colaboración concreta nos ayudan a no quedar encerrados en la lógica del conflicto y a rechazar las actitudes rebeldes de los que sólo saben protestar y enfadarse. La oración y la voluntad de colaborar nos comprometen a buscar una paz verdadera, no ilusoria: no la tranquilidad de quien esquiva las dificultades y mira hacia otro lado, cuando no se tocan sus intereses; no el cinismo de quien se lava las manos cuando los problemas no son suyos; no el enfoque virtual de quien juzga todo y a todos desde el teclado de un ordenador, sin abrir los ojos a las necesidades de los hermanos ni ensuciarse las manos para ayudar a quien tiene necesidad.


Nuestro camino es el de sumergirnos en las situaciones y poner en el primer lugar a los que sufren; el de afrontar los conflictos y sanarlos desde dentro; el de recorrer con coherencia el camino del bien, rechazando los atajos del mal; el de poner en marcha pacientemente procesos de paz, con la ayuda de Dios y con la buena voluntad.

Paz, un hilo de esperanza, que une la tierra con el cielo, una palabra tan sencilla y difícil al mismo tiempo. Paz quiere decir Perdón que, fruto de la conversión y de la oración, nace de dentro y, en nombre de Dios, hace que se puedan sanar las heridas del pasado. Paz significa Acogida, disponibilidad para el diálogo, superación de la cerrazón, que no son estrategias de seguridad, sino puentes sobre el vacío. Paz quiere decir Colaboración, intercambio vivo y concreto con el otro, que es un don y no un problema, un hermano con quien tratar de construir un mundo mejor.

Paz significa Educación: una llamada a aprender cada día el difícil arte de la comunión, a adquirir la cultura del encuentro, purificando la conciencia de toda tentación de violencia y de rigidez, contrarias al nombre de Dios y a la dignidad del hombre.

Aquí, nosotros, unidos y en paz, creemos y esperamos en un mundo fraterno. Deseamos que los hombres y las mujeres de religiones diferentes, allá donde se encuentren, se reúnan y susciten concordia, especialmente donde hay conflictos. Nuestro futuro es el de vivir juntos. Por eso, estamos llamados a liberarnos de las pesadas cargas de la desconfianza, de los fundamentalismos y del odio. Que los creyentes sean artesanos de paz invocando a Dios y trabajando por los hombres.

Y nosotros, como Responsables religiosos, estamos llamados a ser sólidos puentes de diálogo, mediadores creativos de paz. Nos dirigimos también a quienes tienen la más alta responsabilidad al servicio de los pueblos, a los Líderes de las Naciones, para que no se cansen de buscar y promover caminos de paz, mirando más allá de los intereses particulares y del momento: que no quede sin respuesta la llamada de Dios a las conciencias, el grito de paz de los pobres y las buenas esperanzas de las jóvenes generaciones. Aquí, hace treinta años, San Juan Pablo II dijo: «La paz es una cantera abierta a todos y no solamente a los especialistas, sabios y estrategas. La paz es una responsabilidad universal» (Discurso, Plaza de la Basílica inferior de San Francisco, 27 octubre 1986: l.c., 11).

Hermanos y hermanas, asumamos esta responsabilidad, reafirmemos hoy nuestro sí a ser, todos juntos, constructores de la paz que Dios quiere y de la que la humanidad está sedienta.

CEREMONIA FINAL EN ASÍS, NO HEMOS REZADO UNOS CONTRA LOS OTROS, PERO UNOS POR LOS OTROS




Ceremonia final en Asís: ‘No hemos rezado unos contra los otros, pero unos por los otros’
El Papa Francisco presidió la ceremonia. Encienden dos candelabros y firman un llamado de paz


Por: SERGIO MORA | Fuente: ZENIT – Roma 



(ZENIT – Roma).- El encuentro de tres días ‘Sed de Paz’ que se realizó en la ciudad italiana de Asís. concluyó este martes con visita del papa Francisco. Después de un día lleno de eventos, la ceremonia final fue en el claustro ubicado al lado de la basílica superior de San Francisco de Asís.
Allí se mantuvo un minuto de silencio por las víctimas de las guerras, del terrorismo y de la violencia; se entregó un mensaje de paz que fue llevado por los niños a los presentes. Se encendió también un candelabro de la paz: el Papa lo hizo con la primera vela, después fue el rabino Brodman, la tercera la encendió el patriarca ecuménico Bartolomé I, a continuación lo hizo el jeque Abbas Shuman de la Universidad Al-Azhar y así sucesivamente los diversos líderes, que después firmaron uno a uno, un llamado de la paz.
“No tenemos armas –dijo el papa Francisco con tono sereno– creemos en cambio en la fuerza suave y humilde de la oración”. Y precisó: “En esta jornada la sed de paz se volvió invocación a Dios, para que cesen las guerras, el terrorismo y las violencias”. Señaló que si bien “diversas son nuestras tradiciones religiosas, las diferencias no son para nosotros motivo de conflicto, de polémica o de fría separación”.
Y añadió que “hoy no hemos rezado unos contra los otros, como lamentablemente aveces sucedió en la historia. Sin sincretismos y sin relativismos hemos en cambio rezado unos al lado de los otros, unos por los otros”.
Allí las intervenciones fueron varias. El patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I señaló que “debemos ser capaces de interrogarnos dónde quizás nos hemos equivocado” porque “nacieron fundamentalismos que amenazan el diálogo con los otros, pero también el diálogo en el interior de cada uno de nosotros”. Y concluyó: “Tenemos que ser capaces de aislarlos, de purificarlos, a la luz de nuestras creencias, de transformarlos en riqueza para todos”.
El obispo de Asís, Domenico Sorrentino, consideró que este evento “de oración, de concordia y de paz” es “una respuesta a un mundo entristecido por tantas guerras que muchas veces de modo blasfemo y satánico, agitan estandartes religiosos”.
El custodio del Sacro Convento, el padre Mauro Gambetti, señaló que “el mundo solamente conocerá una fase de desarrollo si quien está aquí no se considera mejor que los otros y no considera la propia religión, el propio grupo de pertenencia o la propia cultura superior a la de los demás”.
El fundador de la Comunidad San Egidio, Andrea Riccardi, tras recordar las diversas jornadas de oración por la paz, aseguró que “el diálogo revela que la guerra y las incomprensiones no son invencibles. Nada se pierde con el diálogo, todo es posible con la paz”.
Una señora joven, Tamar Mikalli, cristiana de Alepo que llegó a Italia gracias a los corredores humanitarios, narró el drama de la guerra en Siria que parece infinita. “A los hombres de religión, a Su Santidad, en nombre del pueblo sirio pedimos una oración, para que la paz y el amor vuelvan rápidamente a Siria y a cada parte del mundo”.
Conmovedor también el testimonio de un rabino de Isral, David Brodman, preso en Auschwitz cuando tenía 7 años, así como la del líder musulmán Din, que explicó que su religión quiere ser de paz para el mundo, o la del líder budista japonés, Koei Morikawa.

PAPA FRANCISCO LLEGÓ A ASÍS Y LIDERA JORNADA DE ORACIÓN POR LA PAZ MUNDIAL





Papa Francisco llegó a Asís y lidera jornada de oración por la paz mundial



ASÍS, 20 Sep. 16 /  (ACI).- El Papa Francisco llegó a la ciudad italiana de Asís alrededor de las 11:20 a.m. (hora local) para presidir la Jornada de Oración por la paz en el mundo en el 30 aniversario del encuentro interreligioso que presidió San Juan Pablo II en 1986.


El Santo Padre llegó al campo deportivo Migaghelli de Santa Maria degli Angeli, donde fue recibido por Mons. Domenico Sorrentino, Obispo de Asís-Nocera-Umbra Gualdo Tadino; Catiuscia Marini, Presidenta de la Región Umbria; Raffaele Cannizzaro, Prefecto de Perusa; y Stefania Proietti, Alcaldesa de Asís.

Luego el Pontífice se dirige al Sacro convento de Asís donde lo reciben el custodio P. Mauro Gambetti; Bartolomé I, Patriarca Ecuménico de Constantinopla; el líder musulmán Abbas Shuman, Vicepresidente de Al Azhar (Egipto); Justin Welby, arzobispo de Canterbury; Efrén II, Patriarca Siro-Ortodoxo de Antioquía; y el rabino principal de Roma, Riccardo Di Segni.  


Con ellos se dirigió al claustro Sixto VI donde saludó a los obispos de Umbría para luego almorzar a la 1:00 p.m. en el refectorio del Sacro Convento, en el que participan 12 refugiados que han sido víctimas de la guerra.

Luego el Papa se entrevista brevemente con el Patriarca Bartolomé, un representante musulmán, el arzobispo Justin Welby, el Patriarca Efrén III y un representante judío.

A las 4:00 p.m. el Papa reza con los líderes cristianos en la Basílica inferior de San Francisco hasta las 5:00 p.m. para luego dirigirse a la Plaza San Francisco.

A las 5:15 se reúnen todos los líderes en ese lugar y el Papa pronuncia un discurso. Luego se procede a la firma del llamamiento por la paz en el mundo. Entre los participantes una víctima de la guerra dará su testimonio.

A las 6:30 p.m. el Papa se despide para partir luego a Roma.

domingo, 18 de septiembre de 2016

PAPA FRANCISCO DICE QUE SER HOSPITALARIO CON LOS REFUGIADOS ALIMENTA EL AMOR


El Papa dice que ser hospitalario con los refugiados alimenta el amor
Por Alvaro de Juana
Foto: L'Osservatore Romano



VATICANO, 17 Sep. 16 / (ACI).- El Papa Francisco recibió esta mañana a los participantes del Encuentro Europeo de los ex alumnos Jesuitas, promovido por la Confederación Europea bajo el patrocinio de la Unión mundial de los ex alumnos de jesuitas y afirmó que la hospitalidad es un rasgo de todo cristiano.

En la reunión, el Papa agradeció la labor que realizan mediante la acogida a los refugiados y pidió que continúen con ella a pesar de las dificultades. “Recuerden que la auténtica hospitalidad es un profundo valor evangélico, que alimenta el amor y nuestra más grande seguridad contra los odiosos actos de terrorismo”.

El encuentro se celebra estos días en Roma bajo el lema “Migración global y crisis de los refugiados: es tiempo de contemplar y actuar”.

“Trágicamente, en el mundo más de 65 millones de personas son obligadas a abandonar sus lugares de residencia. Este número sin precedentes va más allá de toda imaginación”, dijo Francisco en el discurso.

“Si vamos más allá de la mera estadística, descubrimos que los refugiados son mujeres y hombres, chicas y chicos que no son distintos a los miembros de nuestras familias y a nuestros amigos. Cada uno tiene un nombre, un rostro y una historia, como el inalienable derecho de vivir en paz y de aspirar a un futuro mejor por sus propios hijos”.

El Papa alabó la labor del Servicio al Refugiado y afirmó que “la terrible guerra en Siria, como las guerras civiles en Sudán del Sur y muchas otras en el mundo pueden parecer que no tienen solución”.

El Pontífice dijo que “hoy más que nunca, mientras la guerra hace estragos en diversas partes del mundo, mientras un número nunca alcanzado antes de refugiados intenta atravesar el Mar Mediterráneo, o incluso pasan años y años en campos, la Iglesia tiene necesidad de que vosotros atengáis al coraje y el ejemplo del Padre Arrupe (uno de los primeros superiores de los jesuitas).

“En esta coyuntura de la historia, hay una grande necesidad de personas que escuchen el grito de los pobres y que respondan con pasión y generosidad”.

Francisco también recordó que la Iglesia en todo el mundo está celebrando el Jubileo de la Misericordia y esto significa “que la misericordia de Dios es ofrecida a todos los que necesitan de ella, ahora y siempre”.

“Os animo a dar la bienvenida a los refugiados en vuestras casas y comunidades, de modo que su primera experiencia de Europa no sea así traumática de dormir al frío en las calles, sino la de una acogida calurosa y humana”.

PAPA FRANCISCO ADVIERTE: NO A LOS SACERDOTES QUE SE DEJAN LLEVAR POR LAS MODAS


Papa Francisco advierte: ¡No a los sacerdotes que se dejan llevar por las modas!
Por Alvaro de Juana
Daniel Ibáñez / ACI Prensa




VATICANO, 17 Sep. 16 / (ACI).- No a los sacerdotes que se dejan llevar por las modas. Es uno de los consejos que ofreció el Papa Francisco a los participantes en el curso anual de formación de los nuevos obispos promovido conjuntamente por la Congregación para los Obispos y la Congregación para las Iglesias Orientales.

“El mundo está cansado de seductores mentirosos. Y me permito decir: de sacerdotes a la moda o de Obispos a la moda. La gente se da cuenta –el pueblo de Dios tiene la percepción de Dios– la gente se da cuenta y se aleja cuando reconoce a los narcisistas, los manipuladores, los defensores de sus propias causas, los promotores de banales cruzadas”, dijo con firmeza.

El Papa los invitó a hacer pastoral la misericordia a través de su ministerio, es decir a hacerla “accesible, tangible, encontrable”.

“Dios sabe realmente quienes somos y no se asusta de nuestra pequeñez…Hoy en día muchos se camuflan y se esconden. Les gusta construir personajes e inventar perfiles…No soportan el escalofrío de saberse conocidos por Alguien que es más grande y no desprecia  nuestra pequeñez,  que es más santo y no nos reprocha nuestra debilidad, que es verdaderamente bueno y no se escandaliza de nuestras llagas.  Que no sea así para vosotros: dejad que os recorra ese escalofrío, no lo remováis, ni lo acalléis”.

El Papa les pidió que el único tesoro que “no dejéis que se corroa en vosotros es la certeza de que no estáis abandonados a vuestras fuerzas”. “Sois obispos de la Iglesia, partícipes de un único episcopado,  miembros de un Colegio indivisible, injertados firmemente como sarmientos humildes en la vid, sin la cual nada podéis hacer”.


“Es necesario- recalcó- que la misericordia forme e informe las estructuras pastorales de nuestras Iglesias…No tengáis  miedo de proponer la Misericordia como un condensado de lo que Dios ofrece al mundo”. Por tanto, “hacer pastoral la misericordia no es nada más que hacer de las Iglesias que se os han encomendado casas en las que albergan la santidad, la verdad y el amor”.

Por último dio a sus hermanos en el episcopado tres recomendaciones para hacer pastoral la misericordia, exhortando en primer lugar a los obispos a ser “capaces de encantar y atraer”.

“Haced de vuestro ministerio un icono de la misericordia, la única fuerza capaz de seducir y atraer permanentemente al corazón humano”.

“Tratad de secundar a Dios, que se introduce ya antes de vuestra llegada… Dios no se rinde nunca…Somos nosotros los que, acostumbrados a darnos por vencidos, a  menudo nos conformamos y preferimos dejarnos convencer de que realmente han podido eliminarlo y nos inventamos palabras amargas para justificar la pereza que nos bloquea en el sonido inmóvil de las quejas vanas”.

En segundo lugar el Papa pidió a los obispos que fueran capaces de “iniciar” a los que les habían sido encomendados. “Todo lo grande necesita un recorrido para poderse adentrar en ello. ¡Tanto más la  Misericordia divina, que es inagotable! –exclamó- Una vez aferrados  por la Misericordia, ésta  exige un recorrido introductivo, un camino, una senda, una iniciación”.

El Papa les exhortó a tener cuidado “de la intimidad con Dios, fuente de la posesión y la entrega de sí mismo, de la libertad para salir y entrar de nuevo”. “Sed pastores  capaces  de volver a casa con los vuestros, de  despertar la intimidad saludable que les  permita acercarse y  crear la confianza que hace posible la pregunta: ‘Explícanos’. No se trata de una explicación cualquiera sino del secreto del Reino”.


Además de este “explicar”, como Jesús con sus discípulos, el Papa pidió a los nuevos obispos que cuidasen con especial solicitud de “las estructuras de iniciación de vuestras Iglesias, en particular los seminarios. No os dejéis tentar por los números y la cantidad de las vocaciones, sino buscad, en cambio, la calidad del discipulado”.

También les pidió ser capaces de “acompañar” al clero y actuar “con gran prudencia y responsabilidad a la hora de aceptar o incardinar sacerdotes en vuestras Iglesias locales”.

“Reservad un acompañamiento especial a todas las familias, regocijándoos con su amor generoso e impulsando el inmenso bien que otorgan a este mundo. Seguid sobre todo a  las más heridas. No paséis de largo ante de su fragilidad…Poned ante sus ojos  la  alegría del amor verdadero  y de la gracia con que Dios lo eleva a  la participación de su amor. Tantos necesitan volver a descubrirla, otros nunca la han conocido, otros esperan rescatarla, no pocos tendrán que llevar  el peso de haberla perdido irremediablemente. Por favor, hacedles compañía en el discernimiento y con empatía”.

Al final de la audiencia el Pontífice rezó con los nuevos obispos y les bendijo de todo corazón como “pastor, padre y hermano”, recordando que “Cristo es el rostro de Dios que jamás se oscurece”.

CÓMO DEBEN SER LOS NUNCIOS APOSTÓLICOS? PAPA FRANCISCO LOS RECIBE Y OFRECES UNOS CONSEJOS


¿Cómo deben ser los Nuncios Apostólicos? El Papa los recibe y ofrece unos consejos
Por Alvaro de Juana
Alexey Gotovsky / ACI Prensa




VATICANO, 17 Sep. 16 /  (ACI).- En un encuentro con nuncios ­–representantes del Pontífice en cada país– llegados de todo el mundo en el Vaticano, el Papa Francisco expuso en un discurso cómo deben desarrollar su misión: Servir con sacrificio como humildes enviados, acompañar a las iglesias con corazón de Pastores.

“Ustedes tocan con la mano la carne de la Iglesia, el esplendor del amor que la hace gloriosa, pero también las llagas y las heridas que la hacen mendigar de perdón”, les dijo. “Con genuino sentido eclesial y humilde búsqueda del conocimiento de los diversos problemas y temáticas, hacen a la Iglesia y al mundo presenten en el corazón del Papa”.

Servir con sacrificio como humildes enviados

Francisco recordó que en su misión están llamados a “llevar a cada uno la caridad premurosa de quien representáis, siendo así aquellos que sostienen y tutelan, que está preparado para sonreís y no solo para ir con prisas, que está disponible para escuchar antes de decidir, para dar el primer paso en eliminar tensiones y favorecer la comprensión y la reconciliación”.

En definitiva, “sin humildad ningún servicio es posible y fecundo”, subrayó. La humildad del nuncio “pasa por la actitud serena de estar donde el Papa ha querido que vayáis y no con el corazón distraído en la espera del próximo destino”. “Estar allí con el corazón y la mente sin división; deshacer el equipaje para compartir las riquezas que se llevan con sí, pero también para recibid cuanto no sea posible todavía”.


El Pontífice también dijo que “observar, analizar y referir son verbos esenciales pero no suficientes en la vida de un nuncio”. “Encontrar, escuchar, dialogar, compartir, proponer y trabajar juntos” también son fundamentales.

También advirtió de que “no basta con apuntar con el dedo o agredir a quien no piensa como nosotros”, “este no puede ser el método de la Iglesia”.

Acompañar a las iglesias con corazón de Pastores

“La multiplicidad y complejidad de los problemas que hay que afrontar en el día a día no les debe distraer del corazón de vuestra misión apostólica, que consiste en acompañar a las Iglesias con la mirada del Papa, que no es otra que la de Cristo, Buen Pastor”.

El Papa les pidió ser una “Iglesia en salida” y un “hospital de campaña”. “Las personas tienen necesidad de ser acompañadas”, por lo que les invitó a “afrontar los desafíos y encontrar las soluciones que no están en los manuales, pero son fruto del discernimiento paciente y sufriente”.

También solicitó que animen a los sacerdotes y los ayuden en la fe y expresó su preocupación sobre la elección de futuros obispos, que deben ser “testimonios del Resucitado y no meros portadores de curriculum”. “Obispos orantes, familiarizados con las cosas de lo ‘alto’; obispos capaces de entrar ‘en paciencia’ en la presencia de Dios, así como que posean la libertad de no traicionar el Kerygma que ha ellos se les ha confiado”. En definitiva, “obispos pastores y no príncipes ni funcionarios”.


Acompañar a los pueblos

En el último punto el Papa les recordó que que están llamados a un estilo de vida “que permita apreciar también las situaciones de rutina, de acoger los cambios que se produzcan, de valuar las novedades y saberlas interpretar con medidas y sugerir acciones concretas”.

Francisco alertó contra el riesgo de “proponer una visión personal que a menudo reina frente a la realidad de la Iglesia local, del país o de la comunidad internacional” y pidió una “unidad interior y sentido de profunda paz y fecundidad”.

Por último, los exhortó a actuar con el espíritu de Dios, un espíritu “de fuerza, de caridad y de prudencia”. “Actuad con este espíritu e id: abrid puertas, construid puentes, tejed lazos, mantened amistades, promoved la unidad”.

FOTOS DE LA VISITA PAPA FRANCISCO VISITA BEBÉS ENFERMOS Y PACIENTES TERMINALES












[FOTOS] Viernes de Misericordia: El Papa visita bebés enfermos y pacientes terminales



VATICANO, 16 Sep. 16 /  (ACI).- En el tradicional Viernes de la Misericordia en el marco del Jubileo, el Papa Francisco visitó este 16 de septiembre, por sorpresa, el área de neonatología del hospital San Giovanni en Roma, y después un hospicio en el que residen 30 enfermos terminales.

En el primer lugar, informa la Oficina de Prensa de la Santa Sede, están en este momento 12 bebés con diversas patologías neonatales.

Cinco de ellos, de los cuales dos son gemelos, “están muy graves y se encuentran intubados en terapia intensiva. En la parte superior del área se encuentra una sección donde se recuperan otros niños”.

“Acogido con estupor por el personal, al ingresar a esta área el Papa tuvo que colocarse una mascarilla como todos los demás y cumplir con todas las precauciones higiénicas para mantener los ambientes asépticos”, señala la nota.

El Santo Padre se acercó a cada una de las incubadoras y saludó a los padres presentes a quienes consoló y alentó.

Después el Papa se dirigió al hospicio “Villa Esperanza”, también en Roma, donde residen 30 pacientes en fase terminal. La estructura pertenece a la Fundación Policlínico Universitario Gemelli, de la Universidad Católica del Sacro Cuore.

A su llegada, “los responsables dieron la bienvenida al Papa, que quiso saludar uno a uno en su estancia a cada paciente. (La visita fue) una gran sorpresa de parte de todos, pacientes y parientes, que han vivido intensos momentos de emoción entre lágrimas y sonrisas por la alegría” de tener con ellos a Francisco.

Con este Viernes de la Misericordia, indica la nota de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, “el Santo Padre ha querido dar el signo fuerte de la importancia de la vida, desde su primer instante hasta su fin natural”.

Con estas visitas, explican, el Papa resalta que es fundamental para vivir la misericordia “la atención a las situaciones de los más débiles y precarios”.