lunes, 4 de diciembre de 2017

PAPA FRANCISCO EXPLICA POR QUÉ NO DIJO ROHINGYA DURANTE SU VIAJE A MYANMAR


El Papa Francisco explica por qué no dijo “rohingya” durante su viaje a Myanmar
 Foto: Edward Pentin / ACI Prensa.





VATICANO, 02 Dic. 17 / 06:21 pm (ACI).- El Papa Francisco explicó, en la rueda de prensa del vuelo que lo llevó de regreso a Roma, por qué no fue explícito al referirse al pueblo conocido como “rohingya” durante su visita a Myanmar.

Diversos medios de comunicación han cuestionado y elaborado teorías sobre por qué el Papa Francisco no se refirió directamente a los “rohingyas” durante su viaje a Myanmar en los últimos días.

Los rohingya son un grupo heterogéneo de personas que comparten una religión mayoritaria, la musulmana; y una misma lengua, el rohingya, fruto de la fusión de diferentes idiomas como el árabe, el urdu o el birmano, que se escribe principalmente con caracteres árabes.

La presencia en Myanmar de este pueblo está registrada desde el siglo VIII.

Desde que el 25 de agosto de 2017 el grupo guerrillero Ejército de Salvación Rohingya de Arakán (ESRA) lanzara un ataque terrorista contra puestos del ejército y de la policía en Myanmar, más de 600 mil rohingyas han buscado refugio en la vecina Bangladesh, para huir de la represión del gobierno.

El gobierno de Myanmar no reconoce a los rohingya como una etnia, y algunos medios difundieron el rumor de que las autoridades le pidieron al Papa que evite mencionar la palabra.

Durante su paso por Myanmar, el Santo Padre no se refirió directamente a los “rohingya”, pero sí lo hizo al visitar Bangladesh, donde se encontró con 18 refugiados, y les pidió perdón por la indiferencia del mundo.

En la conferencia de prensa a bordo del avión, este 2 de diciembre, el Papa Francisco señaló que esta, en verdad, “no fue la primera vez” que habló sobre los rohingya.

“Varias veces en público, desde la Plaza de San Pedro, en Ángelus o en audiencia los he nombrado”, recordó.

Sin embargo, durante su paso por Myanmar no mencionó la palabra porque “para mí la cosa más importante es que el mensaje llegue y por esto buscar decir las cosas, paso a paso, y escuchar las respuesta a fin de que llegue el mensaje”.

“A mí me interesa que este mensaje llegase. Para esto he visto que si en el discurso oficial hubiese dicho esa palabra daba la puerta contra la nariz, pero he descrito las situaciones, los derechos, ningún excluido, la ciudadanía, para permitirme en las conversaciones privadas ir más allá”.

El Papa aseguró que quedó “muy satisfecho con las conversaciones que pude tener, porque  es verdad (que) no he tenido el placer de tirar la puerta en la nariz, públicamente una denuncia, pero he tenido la satisfacción de dialogar y hacer hablar al otro, y decir lo mío”.

“Y así el mensaje ha llegado y a tal punto ha llegado que he continuado, y ha terminado ayer con eso”, en referencia al encuentro en Bangladesh.

El Papa destacó el esfuerzo del gobierno de Bangladesh para acoger a los refugiados rohingyas.

“Aquello que hace Bangladesh por ellos es grande, un ejemplo de acogida, país pequeño, pobre que ha recibido 700 mil”.

Al Papa Francisco, este caso le hace pensar “en los países que cierran las puertas”, y señaló que “debemos ser agradecidos por el ejemplo que nos han dado” en Bangladesh.

Sobre su encuentro con los 18 refugiados rohingya, el Santo Padre lamentó que los presentaran “en fila india” y que “de pronto querían sacarlos del escenario”.

“Ahí me he molestado y he gritado un poco. Soy pecador”, dijo.

“Les he dicho tantas veces la palabra ‘respeto, respeto, deténganse’ y ellos se quedaron ahí”, señaló.

El Papa dijo que “después de haberles escuchado uno a uno con el intérprete que hablaba en su lengua, comencé a sentir cosas dentro, pero no puedo dejarles ir sin decirles una palabra”.

“Pedí y el micrófono y comencé a hablar. No recuerdo qué dije. Sé que en un cierto punto he pedido perdón, dos veces. No recuerdo”, señaló.

“En aquel momento lloraba, buscaba que no se viese. Ellos lloraban. Y después he pensado que estábamos en un encuentro interreligioso y los líderes de las otras tradiciones religiosas estaban allá. ‘¿No vienen también ustedes? Estos eran los rohingya de todos nosotros’”, recordó.

IMÁGENES DEL PAPA FRANCISCO DE SU VIAJE A BANGLADESH Y MYANMAR









































sábado, 2 de diciembre de 2017

PAPA FRANCISCO FINALIZA SU VIAJE APOSTÓLICO A MYANMAR Y BANGLADESH Y REGRESA A ROMA


El Papa Francisco finaliza su viaje apostólico a Myanmar y Bangladesh y regresa a Roma
Por Miguel Pérez Pichel
 Foto: L'Osservatore Romano




VATICANO, 02 Dic. 17 / 06:35 am (ACI).- Después de una semana de viaje apostólico en el que ha recorrido Myanmar y Bangladesh, el Papa Francisco ha despegado del aeropuerto internacional de Daca a las 5:10 p.m. hora local (12:10 p.m. hora de Roma), para regresar a la capital italiana.

El Santo Padre se despidió de la delegación de autoridades locales, encabezada por el Ministro de Asuntos Exteriores, y de los Obispos de Bangladesh en la pista del aeropuerto y ha subido al avión que le llevará a Roma, un B777 / BIMAN de la compañía Bangladesh Airlines. La hora prevista de aterrizaje es las 11:00 p.m. hora de Roma.

Poco antes de embarcar, el Papa Francisco publicó un mensaje en la red social Twitter en el que daba las gracias a los pueblos de Myanmar y Bangladesh por la acogida que le ofrecieron e impartió su bendición sobre todos los habitantes de los dos países.

Ya en el aire, el Pontífice envió un telegrama al Presidente de la República de Bangladesh en el que le agradeció nuevamente la acogida en el país y le ofreció sus oraciones y bendiciones para toda la nación.

En estos días de intenso viaje, el Pontífice ha cumplido con sus expectativas. Entre los hitos realizados destaca el encuentro con los líderes religiosos de Myanmar el 28 de noviembre y con los obispos locales el 29 de noviembre; así como la Santa Misa y la ordenación de 16 sacerdotes el 1 de diciembre en Bangladesh, el encuentro con los refugiados rohingya el mismo día, y la visita a la Casa Madre Teresa en Daca el 2 de diciembre.

PAPA FRANCISCO: NO PASEN TODO EL DÍA AL CELULAR, PRESTEN ATENCIÓN A SU ALREDEDOR


No pasen todo el día al celular, ¡presten atención a su alrededor!, pide el Papa a jóvenes
Foto: L'Osservatore Romano




VATICANO, 02 Dic. 17 / 05:42 am (ACI).- El Papa Francisco también se encontró con los jóvenes católicos de Bangladesh en su último día en el país. A ellos pidió ir siempre adelante con esperanza, y no estar “todo el día al teléfono” olvidando lo que hay alrededor.

Después del encuentro con sacerdotes, religiosos y seminaristas, el Pontífice se acercó hasta el cementerio parroquial de la iglesia del Santo Rosario, donde rezó ante algunas tumbas y las bendijo. A continuación, visitó la iglesia y luego se trasladó hasta el Notre Dame College para el encuentro con los jóvenes.

En su discurso, el Papa destacó el valor del “patrimonio cultural” e invitó a los jóvenes a “mirar más allá de nosotros mismos”. “Hablad con vuestros padres y abuelos, ¡no os paséis todo el día con el teléfono, ignorando el mundo que os rodea!”, les recomendó.

“Vuestra cultura os enseña a respetar a los ancianos. Como he dicho antes, los ancianos nos ayudan a apreciar la continuidad de las generaciones. Llevan consigo la memoria y la sabiduría experiencial, que nos ayuda a evitar repetir los errores del pasado”.

“A través de sus palabras, su amor, su afecto, su presencia, comprendemos que la historia no ha iniciado con nosotros, sino que somos parte de un antiguo «viajar» y que la realidad es más grande que nosotros mismos”.

Con sus palabras, Francisco respondió también a Upasana y Anthony, quienes ofrecieron al Papa sus testimonios. “Los jóvenes tenéis algo único: estáis siempre llenos de entusiasmo, y me siento rejuvenecer cada vez que os encuentro”, les dijo el Papa.

Pero no sólo eso, porque “los jóvenes están siempre listos para ir hacia adelante, hacer que todo suceda y arriesgar”.

“Os animo a continuar con ese entusiasmo en las circunstancias buenas y malas. Ir hacia adelante, especialmente en aquellos momentos en los que os sentís oprimidos por los problemas y la tristeza y, mirando alrededor, parece que Dios no aparece en el horizonte”.

Francisco les pidió estar atentos de “no vagar sin rumbo” porque “nuestra vida tiene una dirección; tiene un fin que nos ha dado Dios”. “Es como si hubiese colocado dentro de nosotros un software, que nos ayuda a discernir su programa divino y a responderle con libertad. Pero, como todo software, necesita también ser actualizado constantemente. Tened actualizado vuestro programa, escuchando al Señor y aceptando el desafío de hacer su voluntad”, dijo a los jóvenes.

“Lo único que nos orienta y nos hace ir hacia adelante en el sendero justo es la sabiduría, la sabiduría que nace de la fe, dijo para alertar tras estas palabras del peligro de la “falsa sabiduría” de “este mundo”.

Para recibir la verdadera “debemos mirar el mundo, nuestra situación, nuestros problemas, todo, con los ojos de Dios. Nosotros recibimos esta sabiduría cuando comenzamos a ver las cosas con los ojos de Dios, a escuchar a los demás con los oídos de Dios, a amar con el corazón de Dios y a valorar las cosas con los valores de Dios”, indicó.

Falsas promesas de felicidad

El Santo Padre aprovechó para denunciar las “falsas promesas de felicidad” que ofrece la cultura contemporánea porque “no puede liberar” y “sólo conduce a un egoísmo que nos llena el corazón de oscuridad y amargura”.

“Es triste cuando comenzamos a cerrarnos en nuestro pequeño mundo y nos replegamos sobre nosotros mismos. Entonces hacemos nuestro el principio de ‘o como digo yo o adiós’ y quedamos atrapados, encerrados en nosotros mismos”, dijo al hablar del peligro que supone no aceptar a los otros.

“Cuando un pueblo, una religión o una sociedad se convierten en un ‘pequeño mundo’, pierden lo mejor que tienen y caen en una mentalidad presuntuosa, la del ‘yo soy bueno, tú eres malo’”.

Para terminar, les recordó que los cristianos deben estar llenos de esperanza “en el encuentro personal con Jesús en la oración y en los sacramentos, y en el encuentro concreto con él en los pobres, los enfermos, los que sufren y los abandonados. En Jesús descubrimos la solidaridad de Dios, que camina constantemente a nuestro lado”.

PAPA FRANCISCO A SACERDOTES Y CONSAGRADOS EN BANGLADESH, CUIDEN LA SEMILLA DE LA VOCACIÓN


El Papa a sacerdotes y consagrados en Bangladesh: “Cuiden la semilla de la vocación”
Por Miguel Pérez Pichel
 Foto: L'Osservatore Romano




VATICANO, 02 Dic. 17 / 01:08 am (ACI).- El Papa Francisco animó a sacerdotes, religiosos, religiosas, consagrados, seminaristas y novicias de Bangladesh a cuidar su vocación y a no dejarse arrastrar por los “chismes” que destruyen las comunidades religiosas.

El Santo Padre habló así ante miembros de comunidades religiosas y sacerdotales con los que se reunió tras una emotiva visita a la casa de las Hermanas de la Caridad en Daca, la llamada Casa Madre Teresa, donde la Santa de Calcuta solía residir en sus visitas a la ciudad.

Cogido de la mano por dos niñas pequeñas, el Santo Padre recorrió las instalaciones acompañado de los cánticos y gritos en español de “viva el Papa” de la gente que allí le esperaba para recibirle con entusiasmo. En su recorrido, saludó y conversó con las religiosas así como a los enfermos, ancianos, niños y necesitados que atienden.

Francisco se detuvo de forma especial en la sala en la que atienden a niños con discapacidad. El Papa habló con ellos y les proporcionó palabras de aliento.

Tras ello, saludó a personas ancianas. Una de ellas contaba instantes antes a los periodistas que Francisco era el segundo Papa que conocía, pues también había podido conversar con San Juan Pablo II en la visita que hizo a Bangladesh en el año 1986.

Finalizada la visita, el Papa Francisco se dirigió a la iglesia del Santo Rosario de Daca, para el encuentro con sacerdotes, religiosos, religiosas, consagrados, seminaristas y novicias.

En su discurso, reflexionó sobre un episodio de la vida de Isaías: “En aquellos días surgirá un pequeño brote de la Casa de Israel, y ese brote crecerá y crecerá y llenará con el espíritu de Dios, el espíritu de sabiduría, de ciencia, de piedad, de temor de Dios”.

El Papa señaló que Isaías “describe ahí lo pequeño y lo grande de la vida de fe, de la vida de servicio de Dios” y pidió aplicarlo a la vida diaria del consagrado.

Recordó que donde hay un brote antes había una semilla, “una semilla sembrada por Dios, y es Dios la que la hace crecer. ‘¿Y yo qué tengo que hacer?’. –se preguntó el Pontífice– Regarla para que crezca y llegue a la plenitud del Espíritu”.

Para regar esa semilla, “hay que cuidarla, y cuidar el brote cuando empieza a crecer”, indicó.

“Cuidar la vocación que hemos recibido, como se cuida a un niño, como se cuida a un anciano. La vocación se cuida con ternura humana. Si en nuestra comunidad, si en nuestros presbiterios falta esa dimensión de ternura humana, el brote queda chiquito, no crece y se seca. Cuidar con ternura, porque cada hermano del presbiterio, cada hermano de la Conferencia Episcopal, cada hermano o hermana de mi comunidad religiosa, cada hermano seminarista es una semilla de Dios, y Dios la mira con ternura de Padre”.

No obstante, Francisco advirtió contra la “otra semilla”, la sembrada “por el enemigo, de noche, y entonces se corre el riesgo de que la buena semilla quede ahogada por la mala semilla. Qué fea que es la cizaña en los presbiterios. Qué fea es la cizaña en las Conferencias Episcopales. Qué fea la cizaña en las comunidades religiosas o en los seminarios”.

Por ello, animó a estar atentos, “a ir viendo cómo crece el brote de la buena semilla y cómo se distingue de la mala semilla y de la mala hierba”.

En este sentido, subrayó que “cuidar es discernir, darse cuenta de que si la riego cada día, la planta crece bien, y si la descuido, crece mal. Solamente se discierne cuando uno tiene un corazón orante. Cuidar es orar. Es pedirle a quien plantó la semilla, a Dios, que me enseñe a regarla”.

En su discurso, el Santo Padre también advirtió contra los “enemigos de la armonía” en las comunidades religiosas, y citó una que, según advirtió, es la peor de todas: “el chisme”.

“Lo que destruye una comunidad es el hablar mal de otros. El subrayar los defectos de los otros, pero no decírselo a él. Decírselo a otro, y así crear un ambiente de desconfianza, un ambiente de recelo. Un ambiente en el que no hay paz, hay división”, aseguró.

Francisco comparó el hablar mal de los demás con el terrorismo: “¡Es terrorismo! Porque el que va a hablar mal de otro, no lo dice públicamente. Y el que es terrorista no dice: ‘soy terrorista’. El que va a hablar mal de otro va a escondidas, tira la bomba, y se va. Y la bomba destruye. Cuando tengas ganas de hablar mal de otro, muérdete la lengua. Lo más probable es que se te hinche, pero no harás mal a tu hermano o a tu hermana”.

Por el contrario, sugirió dos maneras de actuar cuando alguien ve un defecto o algo que debe corregirse en un hermano o una hermana: “Puedes, si es posible, decírselo en persona, cara a cara. Y si, por prudencia, no se lo puedes decir, díselo a quien pueda poner remedio, y a nadie más. En privado, con caridad”.

El Papa se detuvo en este aspecto y lamentó: “¡Cuántas comunidades he visto destruirse por el espíritu del chisme! Por favor, muérdanse la lengua bien”.

Por último, el Santo Padre animó a tener alegría, porque “sin alegría no se puede servir a Dios”. “Da mucha pena cuando uno encuentra sacerdotes, consagrados, consagradas, seminaristas, Obispos, amargados. Alegría, alegría en los momentos difíciles. Esa alegría que, si no puede ser risa porque hay mucho dolor, es paz”.

CONMOVEDORA VISITA DEL PAPA FRANCISCO A ENFERMOS DE LA CASA MADRE TERESA EN BANGLADESH




La conmovedora visita del Papa a enfermos de la casa Madre Teresa en Bangladesh 
Foto: L'Osservatore Romano




VATICANO, 02 Dic. 17 / 09:15 am (ACI).- En el último día del Papa Francisco en Bangladesh, los enfermos y necesitados volvieron a ser los protagonistas. Horas antes de su regreso a Roma y de participar en un encuentro con jóvenes, Francisco visitó en Daca la “Casa Madre Teresa”, de las Misioneras de la Caridad.

Esta es la casa donde Santa Teresa de Calcuta se alojaba cada vez que acudía al país. En ella se acoge a enfermos y huérfanos –la mayoría niños–, pero también a personas con discapacidades físicas y mentales.

El Papa acudió al hogar que está situado en el barrio de Tejgaon, uno de los más pobres de la ciudad. Allí le esperaban numerosas personas, la mayoría enfermos y gente muy pobre. También las misioneras que trabajan en ella.

Al llegar, dos niñas pequeñas  tomaron de la mano al Papa para acompañarle al interior de la casa, donde se pudo ver también alguna imagen de la Madre Teresa, a quien el propio Francisco canonizó el 4 de septiembre de 2016.

Francisco no pronunció ningún discurso. Bastaron sus palabras de ánimo, su sonrisa y su cercanía. “Siento una gran ternura cuando me encuentro con religiosas ancianas o sacerdotes que han vivido su vida sirviendo plenamente a los demás con alegría y paz”, y cuyos ojos son “indescriptibles”, las confesó.

El Papa se detuvo con cada enfermo. Muchos de ellos postrados en sus camas y otros en silla de ruedas, quienes agradecieron su visita.

DISCURSO DEL PAPA FRANCISCO A LOS JÓVENES EN BANGLADESH


TEXTO: Discurso del Papa Francisco a los jóvenes en Bangladesh
 Foto: L'Osservatore Romano



VATICANO, 02 Dic. 17 / 06:12 am (ACI).- Antes de dirigirse al aeropuerto de Daca, capital de Bangladesh, para regresar a Roma, el Papa Francisco mantuvo un encuentro con los jóvenes para invitarlos a no dejarse llevar por el desánimo y construir la unidad.

“Es triste cuando comenzamos a cerrarnos en nuestro pequeño mundo y nos replegamos sobre nosotros mismos. Entonces hacemos nuestro el principio de ‘o como digo yo, o adiós’ y quedamos atrapados, encerrados en nosotros mismos”.

A continuación, el discurso completo del Papa:

Queridos jóvenes, queridos amigos, ¡buenas tardes!


Aquí estamos, ¡finalmente juntos! Os doy las gracias por vuestra cálida acogida. Agradezco a Mons. Gervas (Rozario) sus gentiles palabras, así como los testimonios de Upasana y Anthony. Los jóvenes tenéis algo único: estáis siempre llenos de entusiasmo, y me siento rejuvenecer cada vez que os encuentro. Upasana, has hablado de esto en tu testimonio, has dicho que eres «muy entusiasta» y yo puedo verlo y sentirlo. Este entusiasmo juvenil está relacionado con el espíritu aventurero. Uno de vuestros poetas nacionales, Kazi Nazrul Islam, lo ha expresado definiendo la juventud del país como «valiente», «acostumbrada a arrebatar la luz del vientre de la oscuridad». Los jóvenes están siempre listos para ir hacia adelante, hacer que todo suceda y arriesgar. Os animo a continuar con ese entusiasmo en las circunstancias buenas y malas. Ir hacia adelante, especialmente en aquellos momentos en los que os sentís oprimidos por los problemas y la tristeza y, mirando alrededor, parece que Dios no aparece en el horizonte.

Pero, avanzando, aseguraos de elegir el sendero justo. ¿Qué significa esto? Esto significa saber «viajar» en la vida, y no «vagar» sin rumbo. Nuestra vida tiene una dirección; tiene un fin que nos ha dado Dios. Él nos guía, orientándonos con su gracia. Es como si hubiese colocado dentro de nosotros un software, que nos ayuda a discernir su programa divino y a responderle con libertad. Pero, como todo software, necesita también ser actualizado constantemente. Tened actualizado vuestro programa, escuchando al Señor y aceptando el desafío de hacer su voluntad.

Anthony, te has referido a este desafío en tu testimonio cuando has dicho que sois hombres y mujeres que estáis «creciendo en un mundo frágil que exige sabiduría». Has usado la palabra «sabiduría» y, haciéndolo, nos has proporcionado la clave. Cuando se pasa de «viajar» a «vagar sin rumbo», toda la sabiduría se pierde. Lo único que nos orienta y nos hace ir hacia adelante en el sendero justo es la sabiduría, la sabiduría que nace de la fe. No es la falsa sabiduría de este mundo. Es la sabiduría que se vislumbra en los ojos de los padres y de los abuelos que han puesto su confianza en Dios. Como cristianos, podemos ver en sus ojos la luz de la presencia de Dios, la luz que han descubierto en Jesús, que es la misma sabiduría de Dios (cf. 1 Co 1,24). Para recibir esta sabiduría debemos mirar el mundo, nuestra situación, nuestros problemas, todo, con los ojos de Dios. Nosotros recibimos esta sabiduría cuando comenzamos a ver las cosas con los ojos de Dios, a escuchar a los demás con los oídos de Dios, a amar con el corazón de Dios y a valorar las cosas con los valores de Dios.

Esta sabiduría nos ayuda a reconocer y a rechazar las falsas promesas de felicidad. Una cultura que hace falsas promesas no puede liberar, sólo conduce a un egoísmo que nos llena el corazón de oscuridad y amargura. La sabiduría de Dios, en cambio, nos ayuda a saber cómo acoger y aceptar a aquellos que actúan y piensan de manera diferente a la nuestra. Es triste cuando comenzamos a cerrarnos en nuestro pequeño mundo y nos replegamos sobre nosotros mismos. Entonces hacemos nuestro el principio de «o como digo yo o adiós» y quedamos atrapados, encerrados en nosotros mismos. Cuando un pueblo, una religión o una sociedad se convierten en un «pequeño mundo», pierden lo mejor que tienen y caen en una mentalidad presuntuosa, la del «yo soy bueno, tú eres malo». Upasana, tú has evidenciado las consecuencias de este modo de pensar, cuando has dicho: «Perdemos la dirección y nos perdemos a nosotros mismos» y «la vida se nos vuelve absurda». La sabiduría de Dios nos abre a los demás. Nos ayuda a mirar más allá de nuestras comodidades personales y de las falsas seguridades que nos convierten en ciegos frente a los grandes ideales que hacen la vida más bella y digna de ser vivida.

Me alegra que junto a nosotros los católicos, estén muchos jóvenes amigos musulmanes y de otras religiones. Al encontraros juntos hoy aquí mostráis vuestra determinación de promover un clima de armonía, donde se tiende la mano a los otros, a pesar de vuestras diferencias religiosas. Esto me recuerda una experiencia que tuve en Buenos Aires, en una parroquia nueva situada en una zona sumamente pobre. Un grupo de estudiantes estaba construyendo algunos locales para la parroquia y el sacerdote me había invitado a ir a encontrarme con ellos. Entonces fui y cuando llegué a la parroquia el sacerdote me los presentó uno a uno, diciendo: «Este es el arquitecto –es judío–, este es comunista, este es católico practicante» (Saludo a los jóvenes del Centro cultural P. F. Varela, La Habana, 20 septiembre 2015). Esos estudiantes eran todos distintos, pero todos estaban trabajando por el bien común. Estaban abiertos a la amistad social y determinados a decir «no» a todo lo que hubiera podido desviarlos del propósito de estar juntos y de ayudarse los unos a los otros.


La sabiduría de Dios nos ayuda también a mirar más allá de nosotros mismos para contemplar la bondad de nuestro patrimonio cultural. Vuestra cultura os enseña a respetar a los ancianos. Como he dicho antes, los ancianos nos ayudan a apreciar la continuidad de las generaciones. Llevan consigo la memoria y la sabiduría experiencial, que nos ayuda a evitar repetir los errores del pasado. Los ancianos tienen «el carisma de colmar las distancias», en cuanto aseguran que los valores más importantes se transmitan a los hijos y a los nietos. A través de sus palabras, su amor, su afecto, su presencia, comprendemos que la historia no ha iniciado con nosotros, sino que somos parte de un antiguo «viajar» y que la realidad es más grande que nosotros mismos. Hablad con vuestros padres y abuelos, ¡no os paséis todo el día con el teléfono, ignorando el mundo que os rodea!

Upasana y Anthony, habéis terminado vuestros testimonios con palabras de esperanza. La sabiduría de Dios refuerza en nosotros la esperanza y nos ayuda a afrontar el futuro con valentía. Nosotros, cristianos, hallamos esta esperanza en el encuentro personal con Jesús en la oración y en los sacramentos, y en el encuentro concreto con él en los pobres, los enfermos, los que sufren y los abandonados. En Jesús descubrimos la solidaridad de Dios, que camina constantemente a nuestro lado.

Queridos jóvenes, queridos amigos, mirando vuestros rostros me lleno de alegría y de esperanza; alegría y esperanza por vosotros, por vuestro país, por la Iglesia y por vuestras comunidades. Que la sabiduría de Dios siga inspirando vuestro esfuerzo por crecer en el amor, en la fraternidad y en la bondad. Al dejar hoy vuestro país, os aseguro mi oración para que todos podáis continuar creciendo en el amor a Dios y al prójimo. Y por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Dios bendiga a Bangladesh! [Isshór Bangladeshké ashirbád korún!].