miércoles, 19 de octubre de 2016

PAPA FRANCISCO: SI SOMOS FIELES A JESÚS TAMBIÉN NOSOTROS DAREMOS FRUTOS BUENOS


Papa Francisco: Si somos fieles a Jesús también nosotros daremos frutos buenos
Por Álvaro de Juana

Foto: L'Osservatore Romano



VATICANO, 18 Oct. 16 / (ACI).- En esta ocasión, la homilía del Papa Francisco en la Misa matutina de Santa Marta se centró en la misión de los apóstoles y puso de ejemplo al Buen Pastor, pero también advirtió sobre aquellos que están apegados al dinero y no siguen el camino de Jesús.

Al comentar la segunda lectura de Timoteo de la liturgia del día, Francisco habló de San Pablo al final de su vida. Se quedó “solo, mendigo, víctima de agresiones, abandonado”. “Pero es el gran Pablo, aquél que ha sentido la voz del Señor, la llamada del Señor”, aseguró. “Ese que ha ido de una parte a otra, que ha sufrido muchas cosas y muchas pruebas para la predicación del Evangelio, que ha hecho entender a los apóstoles que el Señor quería que también los gentiles entrasen en la Iglesia, el gran Pablo que en la oración subió hasta el Séptimo Cielo y ha escuchado cosas que ninguno había escuchado antes: el gran Pablo, allí, en esa salita de una casa, en Roma, esperando de qué forma terminará esa lucha en el interior de la Iglesia entre las diversas partes, entre la rigidez de los judaizantes y aquellos discípulos fieles a él”.

Así termina –continuó el Papa– la vida del gran Pablo, en la desolación: no en el resentimiento y en la amargura, sino con la desolación interior”.

El Santo Padre también contó como sucedió lo mismo a San Juan Bautista que “en la prisión estaba solo, angustiado” y luego le cortarán la cabeza por “el capricho de una bailarina y la venganza de una adúltera”.

Los mismo ocurrió a San Maximiliano Kolbe, “que había hecho un movimiento apostólico en todo el mundo y muchas cosas grandes”. 


En definitiva,“el apóstol, cuando es fiel, no se espera otro fin que el mismo de Jesús”, dijo para recordar después que “la semilla de grano que no muere no da fruto”.

“Morir como mártires, como testimonios de Jesús, y la semilla que muere y da fruto llena la tierra de nuevos cristianos”, recalcó el Obispo de Roma.

“Cuando el pastor vive así no está amargado: quizás tiene desolación, pero tiene esa certeza de que el Señor está junto a él. Cuando el pastor, en su vida, se ha ocupado de otras cosas que no son los fieles –está por ejemplo apegado al poder, está apegado al dinero, apegado a tantas cosas– al final no estará solo, quizás sus nietos esperarán que muera para ver qué pueden llevarse con ellos”.

Francisco contó también que “cuando voy a hacer la visita a residencias de sacerdotes ancianos encuentro muchos que son buenos, buenos, que han dado la vida por los fieles”.

“Y están allí, enfermos, paralíticos, en silla de ruedas, pero se ve rápidamente su sonrisa. ‘Está bien, Señor; está bien, Señor’, porque sienten al Señor cerca suyo”. “Y también esos de ojos brillantes que preguntan: ‘¿cómo va la Iglesia? ¿cómo va la diócesis? ¿Cómo van las vocaciones?”.

“Hasta el final, porque son padres, porque han dado la vida por los otros”, subrayó para añadir a continuación. “El Buen Pastor, el pastor debe tener estar seguridad: si él va sobre el camino de Jesús, el Señor estará con él hasta el final”.

Francisco pidió orar por “los pastores que están al final de su vida y que esperan que el Señor les lleve con Él. Recemos para que el Señor les de su fuerza, el consuelo y la seguridad de que, aunque estén enfermos y también solos, el Señor está con ellos”.

Lecturas comentadas por el Papa:


Primera lectura

II Timoteo 4:10-17
10 porque me ha abandonado Demas por amor a este mundo y se ha marchado a Tesalónica; Crescente, a Galacia; Tito, a Dalmacia.
11 El único que está conmigo es Lucas. Toma a Marcos y tráele contigo, pues me es muy útil para el ministerio.
12 A Tíquico le he mandado a Efeso.
13 Cuando vengas, tráeme el abrigo que me dejé en Tróada, en casa de Carpo, y los libros, en especial los pergaminos.
14 Alejandro, el herrero, me ha hecho mucho mal. El Señor le retribuirá según sus obras.
15 Tú también guárdate de él, pues se ha opuesto tenazmente a nuestra predicación.
16 En mi primera defensa nadie me asistió, antes bien todos me desampararon. Que no se les tome en cuenta.
17 Pero el Señor me asistió y me dio fuerzas para que, por mi medio, se proclamara plenamente el mensaje y lo oyeran todos los gentiles. Y fui librado de la boca del león.

Evangelio

Lucas 10:1-9
1 Después de esto, designó el Señor a otros 72, y los envió de dos en dos delante de sí, a todas las ciudades y sitios a donde él había de ir.
2 Y les dijo: «La mies es mucha, y los obreros pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies.
3 Id; mirad que os envío como corderos en medio de lobos.
4 No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias. Y no saludéis a nadie en el camino.
5 En la casa en que entréis, decid primero: "Paz a esta casa."
6 Y si hubiere allí un hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; si no, se volverá a vosotros.
7 Permaneced en la misma casa, comiendo y bebiendo lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No vayáis de casa en casa.
8 En la ciudad en que entréis y os reciban, comed lo que os pongan;
9 curad los enfermos que haya en ella, y decidles: "El Reino de Dios está cerca de vosotros."

CATEQUESIS DEL PAPA FRANCISCOS SOBRE DAR DE COMER Y DE BEBER AL PRÓJIMO


TEXTO Catequesis del Papa Francisco sobre dar de comer y de beber al prójimo

El Papa con lo fieles. foto: Lucía Ballester


VATICANO, 19 Oct. 16 / (ACI).- El Papa Francisco habló en la catequesis de la Audiencia General de unas de las obras de misericordia: dar de comer al hambriento y dar de beber al sediento.

El Pontífice explicó que “la pobreza en abstracto no nos interpela, pero nos hace pensar, nos hace acusar; pero cuando tú ves la pobreza en la carne de un hombre, de una mujer, de un niño, ¡esto sí que nos interpela! Y por esto, esa costumbre que nosotros tenemos de huir de la necesidad, de no acercarnos o enmascarar un poco la realidad de los necesitados con las costumbres de la moda”.

A continuación, el texto completo:


Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Una de las consecuencias del llamado “bienestar” es aquella de llevar a las personas a encerrarse en sí mismas, haciéndolas insensibles a las exigencias de los demás. Se hace de todo para ilusionarlas presentándoles modelos de vida efímeros, que desaparecen después de algunos años, como si nuestra  vida fuera una moda a seguir y cambiar en cada estación. No es así. La realidad debe ser acogida y afrontada por aquello que es, y muchas veces nos presenta situaciones de urgente necesidad. Es por esto que, entre las obras de misericordia, se encuentra el llamado al hambre y a la sed: dar de comer al hambriento – existen muchos hoy, ¡eh! – y de beber al sediento. Cuantas veces los medios de comunicación nos informan de poblaciones que sufren la falta de alimentos y de agua, con graves consecuencias especialmente para los niños.

Ante estas noticias y especialmente ante ciertas imágenes, la opinión pública se siente afectada y de vez en cuando se inician campañas de ayuda para estimular a la solidaridad. Las donaciones se hacen generosas y de este modo se puede contribuir a aliviar el sufrimiento de muchos. Esta forma de caridad es importante, pero tal vez no nos involucra directamente. En cambio cuando, caminando por la calle, encontramos a una persona en necesidad, o quizás un pobre viene a tocar a la puerta de nuestra casa, es muy distinto, porque no estamos más ante una imagen, sino somos involucrados en primera persona. No existe más alguna distancia entre él o ella y yo, y me siento interpelado.

La pobreza en abstracto no nos interpela, pero nos hace pensar, nos hace acusar; pero cuando tú ves la pobreza en la carne de un hombre, de una mujer, de un niño, ¡esto sí que nos interpela! Y por esto, esa costumbre que nosotros tenemos de huir de la necesidad, de no acercarnos o enmascarar un poco la realidad de los necesitados con las costumbres de la moda. Así nos alejamos de esta realidad. No hay más alguna distancia entre el pobre y yo cuando lo encuentro. En estos casos, ¿Cuál es mi reacción? ¿Dirijo la mirada a otro lugar y paso adelante? O ¿Me detengo a hablar y me intereso de su estado? Y si tú haces esto no faltara alguno que diga: “¡Pero este está loco al hablar con un pobre!” ¿Veo si puedo acoger de alguna manera a aquella persona o busco de librarme lo más antes posible? Pero tal vez ella pide solo lo necesario: algo de comer y de beber. Pensemos un momento: cuantas veces recitamos el “Padre Nuestro”, es más, no damos verdaderamente atención a aquellas palabras. “Danos hoy nuestro pan de cada día”.

En la Biblia, un Salmo dice que Dios es aquel que «da el alimento a todos los vivientes» (136,25). La experiencia del hambre es dura. Lo sabe quién ha vivido periodos de guerra o carestía. Sin embargo esta experiencia se repite cada día y convive junto a la abundancia y al derroche. Son siempre actuales las palabras del apóstol Santiago: «¿De qué le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras? ¿Acaso esa fe puede salvarlo? ¿De qué sirve si uno de ustedes, al ver a un hermano o una hermana desnudos o sin el alimento necesario, les dice: “Vayan en paz, caliéntense y coman”, y no les da lo que necesitan para su cuerpo? Lo mismo pasa con la fe: si no va acompañada de las obras, está completamente muerta» (2,14-17): es incapaz de hacer obras, de hacer caridad, de dar amor. Hay siempre alguien que tiene hambre y sed y tiene necesidad de mí. No puedo delegar a ningún otro. Este pobre necesita de mí, de mi ayuda, de mi palabra, de mi empeño. Estamos todos comprometidos en esto.


Lo es también la enseñanza de aquella página del Evangelio en el cual Jesús, viendo a tanta gente que desde algunas horas lo seguía, pide a sus discípulos: «¿Dónde compraremos pan para darles de comer?» (Jn 6,5). Y los discípulos responden: “Es imposible, es mejor que los despidas…”. En cambio Jesús les dice a ellos: “No. Denles de comer ustedes mismos” (Cfr. Mt 14,16). Se hace dar los pocos panes y peces que tenían consigo, los bendijo, los partió y los hizo distribuir a todos. Es una lección muy importante para nosotros. Nos dice que lo poco que tenemos, si lo ponemos en las manos de Jesús y lo compartimos con fe, se convierte en una riqueza superabundante.

El Papa Benedicto XVI, en la Encíclica Caritas in veritate, afirma: «Dar de comer a los hambrientos es un imperativo ético para la Iglesia universal. […] El derecho a la alimentación y al agua tiene un papel importante para conseguir otros derechos. […] Por tanto, es necesario que madure una conciencia solidaria que considere la alimentación y el acceso al agua como derechos universales de todos los seres humanos, sin distinciones ni discriminaciones» (n. 27). No olvidemos las palabras de Jesús:  «Yo soy el pan de Vida» (Jn 6,35) y «El que tenga sed, venga a mí» (Jn 7,37). Son para todos nosotros creyentes una provocación estas palabras, una provocación a reconocer que, a través del dar de comer al hambriento y el dar de beber al sediento, pasa nuestra relación con Dios, un Dios que ha revelado en Jesús su rostro de misericordia.

lunes, 17 de octubre de 2016

PAPA FRANCISCO CANONIZÓ A 7 NUEVOS SANTOS EL DOMINGO 16 DE OCTUBRE 2016


El Papa Francisco canonizó a 7 nuevos santos

VATICANO, 16 Oct. 16 /  (ACI).- Minutos después de las 10:00 a.m. (hora local), en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco comenzó la celebración de la Misa de canonización de siete nuevos santos de la Iglesia, entre los que se encuentran el niño mexicano José Sánchez del Río, mártir de la guerra cristera, y el sacerdote argentino José Gabriel del Rosario Brochero, el “Cura Brochero”.


También fueron canonizados el mártir de la Revolución Francesa Salomón Leclercq, la carmelita francesa Elisabeth de la Trinidad, el obispo español Manuel González García, y los beatos italianos Ludovico Pavoni y Alfonso María Fusco.


Tras el inicio de la Misa, el Cardenal Angelo Amato, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, pidió al Santo Padre la inscripción de los siete beatos en el Catálogo de los Santos y leyó brevemente sus biografías.

A la ceremonia asistieron delegaciones de las autoridades civiles de los países de origen de los nuevos santos. Entre ellos el presidente de Argentina, Mauricio Macri; el ministro del Interior de España, Jorge Fernández Díaz; Ségolène Royal, ministra de Ecología de Francia; Maria Elena Boschi, ministra de las Reformas Constitucionales y Relaciones con el Parlamento de Italia; y Roberto Herrera Mena, director general adjunto de Asuntos Religiosos de la Presidencia de México.

Con el Papa concelebraron la Misa el Arzobispo de Caracas (Venezuela), Cardenal Jorge Urosa Savino; el Obispo de Zamora (México), Mons. Javier Navarro Rodríguez; el Obispo de Palencia (España), Mons. Manuel Herrero Fernández; el P. Ricardo Pinila Colantes, superior general de los Hijos de María Inmaculada; el Obispo de Nocera Inferiore-Sarno (Italia), Mons. Giuseppe Giudice; el Obispod e Cruz del Eje (Argentina), Mons. Santiago Olivera; y el Arzobispo de Digione (Francia), Mons. Roland Minnerat.

Poco después del pedido del Cardenal Amato y el canto de la Letanía de los Santos, con la fórmula de canonización el Papa proclamó santos a los siete beatos.

Tras la proclamación del Papa, se presentaron las reliquias de los siete nuevos santos, que fueron depositadas a los pies de la imagen de la Virgen María en el altar.

Las reliquias de San José Sánchez del Río, “Joselito”, fueron llevadas por Mauricio Kuri, joven actor que lo interpretó en la película “Cristiada” y por Jesús Eduardo Gálvez, joven de 15 años de Sahuayo, ciudad natal del santo mexicano. Ambos vestían como Joselito al momento de su muerte.


En el caso de San Salomón Leclercq, por haber sido enterrado en una fosa común durante la Revolución Francesa, no hay una reliquia de primer grado, de su cuerpo. La reliquia presentada esta mañana fue una carta que remitió a su familia, en la que hizo profesión de fe.

Colocadas todas las siete reliquias a los pies de la Virgen María, un diácono las incensó.

En su homilía, el Papa Francisco destacó que los nuevos santos “han alcanzado la meta, han adquirido un corazón generoso y fiel, gracias a la oración: han orado con todas las fuerzas, han luchado y han vencido”.

El Santo Padre alentó además a realizar “no una oración esporádica e inestable, sino hecha como Jesús enseña en el Evangelio de hoy: ‘Orar siempre sin desanimarse»’”.

“Este es el modo del obrar cristiano: estar firmes en la oración para permanecer firmes en la fe y en el testimonio”, dijo.


Francisco destacó que “los santos son hombres y mujeres que entran hasta el fondo del misterio de la oración. Hombres y mujeres que luchan con la oración, dejando al Espíritu Santo orar y luchar en ellos; luchan hasta el extremo, con todas sus fuerzas, y vencen, pero no solos: el Señor vence a través de ellos y con ellos”.

El Papa Francisco presidió este domingo en la Plaza de San Pedro la ceremonia de canonización de siete nuevos santos, entre ellos el Cura Brochero (Argentina), José Sánchez del Río (México) y Mons....


En el ofertorio, llevando una de las ofrendas, participaron Ximena Guadalupe Magallón Gálvez, su madre Paulina y su abuela, Rocío. La curación de Ximena, cuando era apenas un bebé, es el milagro que ha llevado a los altares a San José Sánchez del Río.


También llevaron ofrendas Víctor Osvaldo Flores, Sandra Elizabeth Violino y su hijo Nicolás Flores Violino, cuya milagrosa recuperación tras un accidente vehicular siendo apenas un bebé, llevó a la beatificación del Cura Brochero.

PAPA FRANCISCO: LOS 7 SANTOS ALCANZARON LA META Y UN CORAZÓN FIEL GRACIAS A LA ORACIÓN


Papa Francisco: Los 7 santos alcanzaron la meta y un corazón fiel gracias a la oración
Por Eduardo Berdejo


VATICANO, 16 Oct. 16 /(ACI).- El Papa Francisco presidió este domingo en la Plaza de San Pedro la ceremonia de canonización de siete nuevos santos, entre ellos el Cura Brochero (Argentina), José Sánchez del Río (México) y Mons. Manuel González (España), y afirmó que todos ellos alcanzaron la meta del Reino de Dios porque “han combatido con la oración la buena batalla de la fe y del amor. Por ello han permanecido firmes en la fe con el corazón generoso y fiel”.

“Los santos son hombres y mujeres que entran hasta el fondo del misterio de la oración. Hombres y mujeres que luchan con la oración, dejando al Espíritu Santo orar y luchar en ellos; luchan hasta el extremo, con todas sus fuerzas, y vencen, pero no solos: el Señor vence a través de ellos y con ellos”, afirmó el Pontífice ante los miles de fieles congregados en la Plaza de San Pedro.

En ese sentido, Francisco reflexionó durante su homilía sobre la importancia de la oración en la vida del cristiano, abordado en las lecturas del domingo.

En la oración de la colecta, recordó el Papa, “hemos dirigido al Señor esta oración: ‘Crea en nosotros un corazón generoso  y fiel, para que te sirvamos siempre con fidelidad y pureza de espíritu’”.

“Nosotros solos no somos capaces de alcanzar un corazón así, sólo Dios puede hacerlo, y por eso lo pedimos en la oración”, señaló Francisco.

En ese sentido, señaló que los nuevos santos –entre los cuales también están los franceses Elizabeth de la Trinidad y Salomón Leclercq; y los italianos Ludovico Pavoni y Alfonso María Fusco–, alcanzaron la meta y adquirieron “un corazón generoso y fiel, gracias a la oración: han orado con todas las fuerzas, han luchado y han vencido”.

Por ello, puso también como ejemplo el relato de la primera lectura, cuando Aarón y Jur sostuvieron los brazos de Moisés para que siguiera pidiendo a Dios por la victoria en la batalla contra Amalec. “Este es el estilo de vida espiritual que nos pide la Iglesia: no para vencer la guerra, sino para vencer la paz. En el episodio de Moisés hay un mensaje importante: el compromiso de la oración necesita del apoyo de otro”, afirmó.

El Papa dijo que “el cansancio es inevitable, y en ocasiones ya no podemos más, pero con la ayuda de los hermanos nuestra oración puede continuar, hasta que el Señor concluya su obra”. Sin embargo, aclaró que no debe ser “una oración esporádica e inestable, sino hecha como Jesús enseña en el Evangelio de hoy: ‘Orar siempre sin desanimarse’”.

“Este es el modo del obrar cristiano: estar firmes en la oración para permanecer firmes en la fe y en el testimonio”, señaló el Papa. “No estamos solos, hacemos parte de un Cuerpo. Somos miembros del Cuerpo de Cristo (…). Y sólo en la Iglesia y gracias a la oración de la Iglesia podemos permanecer firmes en la fe y en el testimonio”, señaló.

Francisco, que insistió en su llamado a no cansarse de rezar porque “Dios hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche”, advirtió que “orar no es refugiarse en un mundo ideal, no es evadir a una falsa quietud. Por el contrario, orar y luchar, y dejar que también el Espíritu Santo ore en nosotros. Es el Espíritu Santo quien nos enseña a rezar, quien nos guía en la oración y nos hace orar como hijos”.

Antes de culminar, el Pontífice pidió que Dios “nos conceda también a nosotros ser hombres y mujeres de oración; gritar día y noche a Dios, sin cansarnos; dejar que el Espíritu Santo ore en nosotros, y orar sosteniéndonos unos a otros para permanecer con los brazos levantados, hasta que triunfe la Misericordia Divina”.

PAPA FRANCISCO PIDE SEGUIR EJEMPLO DE 7 NUEVOS SANTOS Y LUCHAR CONTRA LA POBREZA


Ángelus: El Papa pide seguir ejemplo de 7 nuevos santos y luchar contra la pobreza
Por Miguel Pérez Pichel


VATICANO, 16 Oct. 16 /  (ACI).- En sus palabras previas al rezo del Ángelus, al término de la Misa de canonización, el Papa Francisco pidió que el ejemplo de los 7 nuevos santos ilumine el compromiso de los católicos, a quienes también exhortó a unir “fuerzas morales y económicas para luchar juntos contra la pobreza que degrada, ofende y mata a tantos hermanos y hermanas”.

El Obispo de Roma recordó que mañana se celebrará la Jornada Mundial contra la Pobreza. En ese sentido, señaló que para luchar contra este flagelo se deben aplicar “políticas serias por las familias y por el trabajo”.


El Santo Padre rezó el Ángelus desde las escaleras de acceso a la Basílica de San Pedro una vez finalizada la Eucaristía en la que fueron proclamados santos José Sánchez del Río, José Gabriel del Rosario Brochero (el Cura Brochero), Mons. Manuel González García, Salomón Leclercq, Ludovico Pavoni, Alfonso María Fusco y Elisabeth de la Trinidad.

El Pontífice saludó a todos los cerca de 80.000 asistentes, según la Gendarmería Vaticana. En especial, saludó a los peregrinos procedentes de Argentina, España, Francia, Italia y México y los encomendó a los nuevos santos.

“El ejemplo e intercesión de estos luminosos testimonios sostengan el compromiso de cada uno en sus respectivos ámbitos de trabajo y servicio, por el bien de la Iglesia y de la comunidad civil”, expresó.

Francisco se dirigió a la Virgen para el rezo del Ángelus y renovó “nuestra insistente y dolorosa oración por la paz”.

CON ESTA FÓRMULA PAPA FRANCISCO CANONIZÓ A SIETE NUEVOS SANTOS


Con esta fórmula el Papa Francisco canonizó a 7 nuevos santos


VATICANO, 16 Oct. 16 /  (ACI).- El Papa Francisco canonizó este domingo 16 de octubre a siete nuevos santos en la Plaza de San Pedro, entre los que destacan el niño cristero José Sánchez del Río (México); el P. José Gabriel del Rosario Brochero, conocido como “el Cura Brochero” (Argentina); y el español Mons. Manuel González.

Luego de escuchar la petición del Prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos, Cardenal Angelo Amato, para que los 7 beatos sean inscritos en el libro de los santos; y tras la lectura de una breve reseña biográfica, se procedió a la letanía de los santos.

Tras el canto de las letanías, el Santo Padre leyó la siguiente fórmula de canonización:


Por el honor de la Santísima Trinidad,
para la exaltación de la fe católica
y el incremento de la vida cristiana,
por la autoridad de nuestro Señor Jesucristo,
de los santos apóstoles Pedro y Pablo, y nuestra,
después de haber largamente reflexionado
e invocado muchas veces la ayuda divina,
y escuchado el parecer de muchos de nuestros hermanos del episcopado,
declaramos y definimos Santos y Bienaventurados a:

Salomón Leclercq
José Sánchez del Río
Manuel González García
Ludovico Pavoni
Alfonso María Fusco
José Gabriel del Rosario Brochero
Elisabeth de la Trinidad

y los inscribimos en el libro de los Santos,
estableciendo que en toda la Iglesia
sean devotamente honrados entre los santos.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Amén

HOMILÍA DE PAPA FRANCISCO EN LA CEREMONIA DE CANONIZACIÓN DE SIETE NUEVOS SANTOS


Homilía del Papa en la ceremonia de canonización de siete nuevos santos


VATICANO, 16 Oct. 16 / (ACI).- Ante cientos de miles de fieles presentes llegados de todas partes del mundo y que abarrotaron la Plaza de San Pedro en el Vaticano, el Papa Francisco presidió la Misa de canonización de siete nuevos santos.

A continuación el texto completo de su homilía:

Al inicio de la celebración eucarística de hoy hemos dirigido al Señor esta oración: «Crea en nosotros un corazón generoso y fiel, para que te sirvamos siempre con fidelidad y pureza de espíritu» (Oración Colecta).


Nosotros solos no somos capaces de alcanzar un corazón así, sólo Dios puede hacerlo, y por eso lo pedimos en la oración, lo imploramos a él como don, como «creación» suya. De este modo, hemos sido introducidos en el tema de la oración, que está en el centro de las Lecturas bíblicas de este domingo y que nos interpela también a nosotros, reunidos aquí para la canonización de algunos nuevos Santos y Santas. Ellos han alcanzado la meta, han adquirido un corazón generoso y fiel, gracias a la oración: han orado con todas las fuerzas, han luchado y han vencido.

Orar, por tanto, como Moisés, que fue sobre todo hombre de Dios, hombre de oración. Lo contemplamos hoy en el episodio de la batalla contra Amalec, de pie en la cima del monte con los brazos levantados; pero, en ocasiones, dejaba caer los brazos por el peso, y en esos momentos al pueblo le iba mal; entonces Aarón y Jur hicieron sentar a Moisés en una piedra y mantenían sus brazos levantados, hasta la victoria final.Este es el estilo de vida espiritual que nos pide la Iglesia: no para vencer la guerra, sino para vencer la paz. En el episodio de Moisés hay un mensaje importante: el compromiso de la oración necesita del apoyo de otro. El cansancio es inevitable, y en ocasiones ya no podemos más, pero con la ayuda de los hermanos nuestra oración puede continuar, hasta que el Señor concluya su obra.

San Pablo, escribiendo a su discípulo y colaborador Timoteo le recomienda que permanezca firme en lo que ha aprendido y creído con convicción (cf. 2 Tm 3,14). Pero tampoco Timoteo no podía hacerlo solo: no se vence la «batalla» de la perseverancia sin la oración. Pero no una oración esporádica e inestable, sino hecha como Jesús enseña en el Evangelio de hoy: «Orar siempre sin desanimarse» (Lc 18,1). Este es el modo del obrar cristiano: estar firmes en la oración para permanecer firmes en la fe y en el testimonio. Y de nuevo surge una voz dentro de nosotros: «Pero Señor, ¿cómo es posible no cansarse? Somos seres humanos, incluso Moisés se cansó». Es cierto, cada uno de nosotros se cansa. Pero no estamos solos, hacemos parte de un Cuerpo. Somos miembros del Cuerpo de Cristo, la Iglesia, cuyos brazos se levantan al cielo día y noche gracias a la presencia de Cristo resucitado y de su Espíritu Santo. Y sólo en la Iglesia y gracias a la oración de la Iglesia podemos permanecer firmes en la fe y en el testimonio.

Hemos escuchado la promesa de Jesús en el Evangelio: Dios hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche (cf. Lc 18,7). Este es el misterio de la oración: gritar, no cansarse y, si te cansas, pide ayuda para mantener las manos levantadas. Esta es la oración que Jesús nos ha revelado y nos ha dado a través del Espíritu Santo. Orar no es refugiarse en un mundo ideal, no es evadir a una falsa quietud. Por el contrario, orar y luchar, y dejar que también el Espíritu Santo ore en nosotros. Es el Espíritu Santo quien nos enseña a rezar, quien nos guía en la oración y nos hace orar como hijos.

Los santos son hombres y mujeres que entran hasta el fondo del misterio de la oración. Hombres y mujeres que luchan con la oración, dejando al Espíritu Santo orar y luchar en ellos; luchan hasta el extremo, con todas sus fuerzas, y vencen, pero no solos: el Señor vence a través de ellos y con ellos. También estos siete testigos que hoy han sido canonizados, han combatido con la oración la buena batalla de la fe y del amor. Por ello han permanecido firmes en la fe con el corazón generoso y fiel. Que, con su ejemplo y su intercesión, Dios nos conceda también a nosotros ser hombres y mujeres de oración; gritar día y noche a Dios, sin cansarnos; dejar que el Espíritu Santo ore en nosotros, y orar sosteniéndose unos a otros para permanecer con los brazos levantados, hasta que triunfe la Misericordia Divina.