sábado, 21 de diciembre de 2019

DISCURSO DEL PAPA FRANCISCO A LA CURIA ROMANA POR NAVIDAD


Discurso del Papa Francisco a la Curia Romana por Navidad
Redacción ACI Prensa
 Foto: Captura YouTube



En el mensaje navideño dirigido a los Cardenales y Superiores de la Curia Romana, pronunciado este sábado 21 de diciembre en la Sala Clementina del Vaticano, el Papa Francisco reflexionó sobre la reforma de la Curia y recordó que “la primera y más importante tarea de la Iglesia es la evangelización”.

“Es necesario alertar contra la tentación de asumir la actitud de la rigidez. La rigidez que proviene del miedo al cambio y termina diseminando con límites y obstáculos el terreno del bien común, convirtiéndolo en un campo minado de incomunicabilidad y odio”, advirtió el Santo Padre.

A continuación, el texto completo del mensaje del Papa Francisco:

«Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros» (Jn 1,14).

Queridos hermanos y hermanas:
Les doy la cordial bienvenida a todos ustedes. Agradezco al Cardenal Angelo Sodano las palabras que me ha dirigido, y sobre todo deseo expresarle mi gratitud, también en nombre de los miembros del Colegio Cardenalicio, por el valioso y oportuno servicio que ha realizado como Decano, durante tantos años, con disponibilidad, dedicación, eficiencia y gran capacidad organizativa y de coordinación. Gracias de corazón, Eminencia.

Ahora toca a los Cardenales y Obispos elegir un nuevo Decano, espero que elijan a alguno que se ocupe a tiempo completo de este cargo tan importante. Gracias.

A ustedes aquí presentes, a sus colaboradores, a todas las personas que prestan servicio en la Curia, como también a los Representantes Pontificios y a cuantos colaboran con ellos, les deseo una santa y alegre Navidad. Y a estos saludos añado mi agradecimiento por la dedicación cotidiana que ofrecen al servicio de la Iglesia. Muchas gracias.

También este año el Señor nos ofrece la ocasión de encontrarnos para este gesto de comunión, que refuerza nuestra fraternidad y está enraizado en la contemplación del amor de Dios que se revela en la Navidad. En efecto, «el nacimiento de Cristo —ha escrito un místico de nuestro tiempo— es el testimonio más fuerte y elocuente de cuánto Dios ha amado al hombre. Lo ha amado con un amor personal. Es por eso que ha tomado un cuerpo humano al que se ha unido y lo ha hecho así para siempre. El nacimiento de Cristo es en sí mismo una “alianza de amor” estipulada para siempre entre Dios y el hombre». Y san Clemente de Alejandría afirma: «Por esta razón, el Hijo en persona vino a la tierra, se revistió de humanidad y sufrió voluntariamente la condición humana. Quiso someterse a las condiciones de debilidad de aquellos a quienes amaba, porque quería ponernos a nosotros a la altura de su propia grandeza».

Considerando tanta bondad y tanto amor, el intercambio de saludos navideños es además una ocasión para acoger nuevamente su mandamiento: «Como yo os he amado, amaos también unos a otros. En esto conocerán todos que son discípulos míos: si se aman unos a otros» (Jn 13,34-35). Aquí, de hecho, Jesús no nos pide que lo amemos a Él como respuesta a su amor por nosotros; más bien nos pide que nos amemos unos a otros con su mismo amor. Nos pide, en otras palabras, que seamos semejantes a Él, porque Él se ha hecho semejante a nosotros. Que la Navidad, por tanto — como exhortaba el santo Cardenal Newman—, «nos encuentre cada vez más parecidos a quien, en este tiempo, se ha hecho niño por amor a nosotros; que cada nueva Navidad nos encuentre más sencillos, más humildes, más santos, más caritativos, más resignados, más alegres, más llenos de Dios». Y añade: «Este es el tiempo de la inocencia, de la pureza, de la ternura, de la alegría, de la paz».

El nombre de Newman también nos recuerda una afirmación suya muy conocida, casi un aforismo, que se encuentra en su obra El desarrollo de la doctrina cristiana, que histórica y espiritualmente se coloca en la encrucijada de su ingreso en la Iglesia Católica. Dice así: «Aquí sobre la tierra vivir es cambiar, y la perfección es el resultado de muchas transformaciones». No se trata obviamente de buscar el cambio por el cambio, o de seguir las modas, sino de tener la convicción de que el desarrollo y el crecimiento son la característica de la vida terrena y humana, mientras, desde la perspectiva del creyente, en el centro de todo está la estabilidad de Dios.

Para Newman el cambio era conversión, es decir, una transformación interior. La vida cristiana, en realidad, es un camino, una peregrinación. La historia bíblica es todo un camino, marcado por inicios y nuevos comienzos; como para Abrahán; como para cuantos, dos mil años atrás, en Galilea, se pusieron en camino para seguir a Jesús: «Sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron» (Lc 5,11). Desde entonces, la historia del pueblo de Dios —la historia de la Iglesia— está marcada siempre por partidas, desplazamientos, cambios. El camino, obviamente, no es puramente geográfico, sino sobre todo simbólico: es una invitación a descubrir el movimiento del corazón que, paradójicamente, necesita partir para poder permanecer, cambiar para poder ser fiel.

Todo esto tiene una particular importancia en nuestro tiempo, porque no estamos viviendo simplemente una época de cambios, sino un cambio de época. Por tanto, estamos en uno de esos momentos en que los cambios no son más lineales, sino de profunda transformación; constituyen elecciones que transforman velozmente el modo de vivir, de interactuar, de comunicar y elaborar el pensamiento, de relacionarse entre las generaciones humanas, y de comprender y vivir la fe y la ciencia. A menudo sucede que se vive el cambio limitándose a usar un nuevo vestuario, y después en realidad se queda como era antes. Recuerdo la expresión enigmática, que se lee en una famosa novela italiana: “Si queremos que todo siga como está, es preciso que todo cambie” (en Il Gattopardo de Giuseppe Tomasi di Lampedusa).

La actitud sana es, más bien, la de dejarse interrogar por los desafíos del tiempo presente y comprenderlos con las virtudes del discernimiento, de la parresia y de la hypomoné. El cambio, en este caso, asumiría otro aspecto: de elemento de contorno, de contexto o de pretexto, de paisaje externo... se volvería cada vez más humano, y también más cristiano. Sería siempre un cambio externo, pero realizado a partir del centro mismo del hombre, es decir, una conversión antropológica. Como se lee en la Veritatis Gaudium.

Nosotros debemos iniciar procesos y no ocupar espacios: «Dios se manifiesta en una revelación histórica, en el tiempo. El tiempo da inicio a los procesos, el espacio los cristaliza. Dios se encuentra en el tiempo, en los procesos en curso. No es necesario privilegiar los espacios de poder respecto a los tiempos, incluso largos, de los procesos. Nosotros debemos iniciar procesos, más que ocupar espacios. Dios se manifiesta en el tiempo y está presente en los procesos de la historia. Esto hace privilegiar las acciones que generan dinámicas nuevas. Y reclama paciencia, reclama espera». Por esto, urge que leamos los signos de los tiempos con los ojos de la fe, para que la dirección de este cambio «despierte nuevas y viejas preguntas con las cuales es justo y necesario confrontarse».

Afrontando hoy el tema del cambio que se funda principalmente en la fidelidad al depositum fidei y a la Tradición, deseo volver sobre la actuación de la reforma de la Curia romana, reiterando que dicha reforma no ha tenido nunca la presunción de hacer como si antes no hubiese existido; al contrario, se ha apuntado a valorizar todo lo bueno que se ha hecho en la compleja historia de la Curia. Es preciso valorizar la historia para construir un futuro que tenga bases sólidas, que tenga raíces y por ello pueda ser fecundo. Apelar a la memoria no quiere decir anclarse en la autoconservación, sino señalar la vida y la vitalidad de un recorrido en continuo desarrollo. La memoria no es estática, es dinámica. Por su naturaleza, implica movimiento. La tradición no es estática, es dinámica. Como decía aquel gran hombre: la tradición es la garantía del futuro, y no la custodia de las cenizas.

Queridos hermanos y hermanas: En nuestros anteriores encuentros natalicios, les hablé de los criterios que han inspirado este trabajo de reforma. Alenté también algunas actuaciones que ya se han realizado, sea definitivamente, sea ad experimentum. En el año 2017, evidencié algunas novedades de la organización curial, como, por ejemplo, la Tercera Sección de la Secretaría de Estado, que está yendo muy bien; o las relaciones entre la Curia romana y las Iglesias particulares, recordando también la antigua praxis de las Visitas ad limina Apostolorum; o la estructura de algunos Dicasterios, particularmente el de las Iglesias Orientales y otros para el diálogo ecuménico o para el interreligioso, en modo particular con el Judaísmo.

En el encuentro de hoy, quisiera detenerme en algunos de los otros Dicasterios partiendo desde el núcleo de la reforma, es decir de la primera y más importante tarea de la Iglesia: la evangelización. San Pablo VI afirmó: «Evangelizar constituye, en efecto, la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda. Ella existe para evangelizar». En la Evangelii Nuntiandi que también hoy continúa a ser el documento pastoral más importante de después del Concilio. Es actual.

En realidad, el objetivo actual de la reforma es que «las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación. La reforma de estructuras que exige la conversión pastoral sólo puede entenderse en este sentido: procurar que todas ellas se vuelvan más misioneras» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 27). Y entonces, inspirándose precisamente en este magisterio de los Sucesores de Pedro desde el Concilio Vaticano II hasta hoy, se consideró proponer para la nueva Constitución Apostólica que se está preparando sobre la reforma de la Curia romana el título de Praedicate evangelium. La actitud misionera.

Por eso, mi pensamiento se dirige hoy a algunos de los Dicasterios de la Curia romana que explícitamente se refieren a esta cuestión en su denominación: la Congregación para la Doctrina de la Fe, la Congregación para la Evangelización de los pueblos; pienso también en el Dicasterio para la Comunicación y el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral.

Cuando estas dos primeras Congregaciones citadas fueron instituidas, estábamos en una época donde era más sencillo distinguir entre dos vertientes bastante bien definidas: un mundo cristiano por un lado y un mundo todavía por evangelizar por el otro. Ahora esta situación ya no existe. No se puede decir que las poblaciones que no han recibido el anuncio del Evangelio no viven sólo en los continentes no occidentales, sino que se encuentran en todas partes, especialmente en las enormes conglomeraciones urbanas, que requieren una pastoral específica.

En las grandes ciudades necesitamos otros “mapas”, otros paradigmas que nos ayuden a reposicionar nuestros modos de pensar y nuestras actitudes, hermanos y hermanas: no estamos más en la cristiandad. No más. Hoy no somos los únicos que producen cultura, ni los primeros, ni los más escuchados.

Por tanto, necesitamos un cambio de mentalidad pastoral, que no quiere decir pasar a una pastoral relativista. No. No estamos ya en un régimen de cristianismo porque la fe —especialmente en Europa, pero incluso en gran parte de Occidente— ya no constituye un presupuesto obvio de la vida común; de hecho, frecuentemente es incluso negada, burlada, marginada y ridiculizada. Esto fue evidenciado por Benedicto XVI cuando, al convocar el Año de la Fe (2012), escribió: «Mientras que en el pasado era posible reconocer un tejido cultural unitario, ampliamente aceptado en su referencia al contenido de la fe y a los valores inspirados por ella, hoy no parece que sea ya así en vastos sectores de la sociedad, a causa de una profunda crisis de fe que afecta a muchas personas».

Y por eso fue instituido en el año 2010 el Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, para «promover una renovada evangelización en los países donde ya resonó el primer anuncio de la fe y están presentes Iglesias de antigua fundación, pero que están viviendo una progresiva secularización de la sociedad y una especie de “eclipse del sentido de Dios”, que constituyen un desafío a encontrar medios adecuados para volver a proponer la perenne verdad del Evangelio de Cristo». Muchas veces he hablado con algunos de ustedes, pienso a cinco países que han llenado el mundo de misioneros, y les he dicho cuáles son, y hoy no tienen recursos vocacionales para ir hacia adelante. Y este es el sentido del mundo actual.

La percepción de que el cambio de época pone serios interrogantes a la identidad de nuestra fe no ha llegado, por cierto, improvisamente. En tal cuadro se insertará también la expresión “nueva evangelización” adoptada por san Juan Pablo II, quien en la Encíclica Redemptoris missio escribió: «Hoy la Iglesia debe afrontar otros desafíos, proyectándose hacia nuevas fronteras, tanto en la primera misión ad gentes, como en la nueva evangelización de pueblos que han recibido ya el anuncio de Cristo» (n. 30). Es necesaria una nueva evangelización, o reevangelización (cf. n. 33). Todo esto comporta necesariamente cambios y puntos de atención distintos tanto en los mencionados Dicasterios, como en la Curia en general.

Quisiera reservar también algunas consideraciones al Dicasterio para la Comunicación, creado recientemente. Estamos en la perspectiva del cambio de época, en cuanto «amplias franjas de la humanidad están inmersas en él de manera ordinaria y continua. Ya no se trata solamente de “usar” instrumentos de comunicación, sino de vivir en una cultura ampliamente digitalizada, que afecta de modo muy profundo la noción de tiempo y de espacio, la percepción de uno mismo, de los demás y del mundo, el modo de comunicar, de aprender, de informarse, de entrar en relación con los demás. Una manera de acercarse a la realidad que suele privilegiar la imagen respecto a la escucha y a la lectura incide en el modo de aprender y en el desarrollo del sentido crítico» (Exhort. ap. postsin. Christus vivit, 86).

Por lo tanto, al Dicasterio para la Comunicación se le ha confiado el encargo de reunir en una nueva institución a los nueve organismos que, anteriormente, se ocuparon, de diversas maneras y con diferentes tareas, de la comunicación: el Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales, la Sala de Prensa de la Santa Sede, la Tipografía Vaticana, la Librería Editrice Vaticana, L’Osservatore Romano, la Radio Vaticana, el Centro Televisivo Vaticano, el Servicio de Internet Vaticano y el Servicio Fotográfico. Sin embargo, esta unificación, en línea con lo que se ha dicho, no proyectaba una simple agrupación “coordinativa”, sino una armonización de los diferentes componentes para proponer una mejor oferta de servicios. Y también hacer una línea editorial coherente.

La nueva cultura, marcada por factores de convergencia y multimedialidad, necesita una respuesta adecuada por parte de la Sede Apostólica en el área de la comunicación. Hoy, con respecto a los servicios diversificados, prevalece la forma multimedia, y esto también indica la manera de concebirlos, pensarlos e implementarlos. Todo esto implica, junto con el cambio cultural, una conversión institucional y personal para pasar de un trabajo de departamentos cerrados ―que en el mejor de los casos ofrecía una cierta coordinación― a un trabajo intrínsecamente conectado, en sinergia.

Queridos hermanos y hermanas: Mucho de lo dicho hasta ahora también es válido, en principio, para el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral. También este se instituyó recientemente para responder a los cambios surgidos a nivel global, reuniendo cuatro Pontificios Consejos anteriores: Justicia y paz, Cor Unum, Pastoral para Migrantes y Operadores de la Salud. La coherencia de las tareas encomendadas a este Dicasterio se recuerda brevemente en el exordio del Motu Proprio Humanam progressionem que lo estableció: «En todo su ser y obrar, la Iglesia está llamada a promover el desarrollo integral del hombre a la luz del Evangelio. Este desarrollo se lleva a cabo mediante el cuidado de los inconmensurables bienes de la justicia, la paz y la protección de la creación». Se lleva a cabo en el servicio a los más débiles y marginados, especialmente a los migrantes forzados, que en este momento representan un grito en el desierto de nuestra humanidad. Por lo tanto, la Iglesia está llamada a recordar a todos que no se trata sólo de cuestiones sociales o migratorias, sino de personas humanas, de hermanos y hermanas que hoy son el símbolo de todos los descartados de la sociedad globalizada. Está llamada a testimoniar que para Dios nadie es “extranjero” o “excluido”. Está llamada a despertar las conciencias adormecidas en la indiferencia ante la realidad del mar Mediterráneo, que se ha convertido para muchos, demasiados, en un cementerio.

Me gustaría recordar la importancia del carácter de integralidad del desarrollo. San Pablo VI afirmó que «el desarrollo no se reduce al simple crecimiento económico. Para ser auténtico, debe ser integral, es decir, promover a todos los hombres y a todo el hombre» (Carta enc. Populorum progressio, 14). En otras palabras, arraigada en su tradición de fe y remitiéndose en las últimas décadas a las enseñanzas del Concilio Vaticano II, la Iglesia siempre ha afirmado la grandeza de la vocación de todos los seres humanos, que Dios creó a su imagen y semejanza para que formaran una única familia; y al mismo tiempo ha procurado abrazar lo humano en todas sus dimensiones.
Es precisamente esta exigencia de integralidad la que vuelve a proponernos hoy la humanidad que nos reúne como hijos de un único Padre. «En todo su ser y obrar, la Iglesia está llamada a promover el desarrollo integral del hombre a la luz del Evangelio» (M.P. Humanam progressionem). El Evangelio lleva siempre a la Iglesia a la lógica de la encarnación, a Cristo que ha asumido nuestra historia, la historia de cada uno de nosotros. Esto es lo que nos recuerda la Navidad. Entonces, la humanidad es la clave distintiva para leer la reforma. La humanidad llama, interroga y provoca, es decir, llama a salir y no temer al cambio.

No olvidemos que el Niño recostado en el pesebre tiene el rostro de nuestros hermanos y hermanas más necesitados, de los pobres que «son los privilegiados de este misterio y, a menudo, aquellos que son más capaces de reconocer la presencia de Dios en medio de nosotros» (Carta ap. Admirabile signum, 1 diciembre 2019, 6).

Queridos hermanos y hermanas: Se trata, por lo tanto, de grandes desafíos y equilibrios necesarios, a menudo difíciles de lograr, por el simple hecho de que, en la tensión entre un pasado glorioso y un futuro creativo y en movimiento, se encuentra el presente en el que hay personas que irremediablemente necesitan tiempo para madurar; hay circunstancias históricas que se deben manejar en la cotidianidad, puesto que durante la reforma el mundo y los eventos no se detienen; hay cuestiones jurídicas e institucionales que se deben resolver gradualmente, sin fórmulas mágicas ni atajos.

Por último, está la dimensión del tiempo y el error humano, con los que no es posible, ni correcto, no lidiar porque forman parte de la historia de cada uno. No tenerlos en cuenta significa hacer las cosas prescindiendo de la historia de los hombres. Vinculada a este difícil proceso histórico, siempre está la tentación de replegarse en el pasado —incluso utilizando nuevas formulaciones—, porque es más tranquilizador, conocido y, seguramente, menos conflictivo. Sin embargo, también esto forma parte del proceso y el riesgo de iniciar cambios significativos.

Aquí es necesario alertar contra la tentación de asumir la actitud de la rigidez. La rigidez que proviene del miedo al cambio y termina diseminando con límites y obstáculos el terreno del bien común, convirtiéndolo en un campo minado de incomunicabilidad y odio. Recordemos siempre que detrás de toda rigidez hay un desequilibrio. La rigidez y el desequilibrio se alimentan entre sí, en un círculo vicioso. Y hoy esta tentación de la rigidez se ha convertido muy actual.

Queridos hermanos y hermanas: La Curia romana no es un cuerpo desconectado de la realidad —aún cuando el riesgo siempre esté presente—, sino que debe ser entendida y vivida en el hoy del camino recorrido por todos los hombres y las mujeres, en la lógica del cambio de época. La Curia romana no es un edificio o un armario lleno de trajes que ponerse para justificar un cambio. La Curia romana es un cuerpo vivo, y lo es tanto más cuanto más vive la integralidad del Evangelio.

El Cardenal Martini, en la última entrevista concedida pocos días antes de su muerte, pronunció palabras que nos deben hacer pensar: «La Iglesia se ha quedado doscientos años atrás. ¿Por qué no se sacude? ¿Tenemos miedo? ¿Miedo en lugar de valentía? Sin embargo, la fe es el cimiento de la Iglesia. La fe, la confianza, la valentía. [...] Sólo el amor vence el cansancio».

La Navidad es la fiesta del amor de Dios por nosotros. El amor divino que inspira, dirige y corrige la transformación, y derrota el miedo humano de dejar “lo seguro” para lanzarse hacia el “misterio”. ¡Feliz Navidad para todos! Gracias





El Papa Francisco alerta a la Curia Romana sobre la tentación de la rigidez
Redacción ACI Prensa
Foto: Vatican Pool / Daniel Ibáñez / ACI Prensa


El Papa Francisco alertó sobre la “tentación de la rigidez” al hablar de la reforma de la Curia Romana este sábado 21 de diciembre ante los cardenales y superiores de la Curia.

“Es necesario alertar contra la tentación de asumir la actitud de la rigidez. La rigidez que proviene del miedo al cambio y termina diseminando con límites y obstáculos el terreno del bien común, convirtiéndolo en un campo minado de incomunicabilidad y odio. Recordemos siempre que detrás de toda rigidez hay un desequilibrio. La rigidez y el desequilibrio se alimentan entre sí, en un círculo vicioso. Y hoy esta tentación de la rigidez se ha convertido muy actual”, advirtió el Papa.

En el tradicional encuentro anual paras las felicitaciones navideñas que se llevó a cabo en la Sala Clementina del Palacio apostólico vaticano, el Santo Padre agradeció al hasta hoy Decano del Colegio Cardenalicio, Cardenal Angelo Sodano, “por su disponibilidad, dedicación, eficiencia y gran capacidad organizativa y de coordinación” y anunció que “ahora toca a los Cardenales y Obispos elegir un nuevo Decano” por lo que esperó que “elijan a alguno que se ocupe a tiempo completo de este cargo tan importante”.

Tras expresar también su agradecimiento “por la dedicación cotidiana que ofrecen al servicio de la Iglesia” a todas las personas que prestan servicio en la Curia, como también a los Representantes Pontificios, el Pontífice deseó en palabras del santo Cardenal John Henry Newman que la Navidad “nos encuentre cada vez más parecidos a quien, en este tiempo, se ha hecho niño por amor a nosotros; que cada nueva Navidad nos encuentre más sencillos, más humildes, más santos, más caritativos, más resignados, más alegres, más llenos de Dios”.

El Santo Padre abordó el tema de la actuación de la reforma de la Curia Romana y reiteró que dicha reforma “no ha tenido nunca la presunción de hacer como si antes no hubiese existido; al contrario, se ha apuntado a valorizar todo lo bueno que se ha hecho en la compleja historia de la Curia”.


“Es preciso valorizar la historia para construir un futuro que tenga bases sólidas, que tenga raíces y por ello pueda ser fecundo. Apelar a la memoria no quiere decir anclarse en la autoconservación, sino señalar la vida y la vitalidad de un recorrido en continuo desarrollo”, afirmó el Papa.

En concreto, el Pontífice señaló que el núcleo de la reforma es “la primera y más importante tarea de la Iglesia: la evangelización” y citó la Exhortación Apostólica Evangelii Nuntiandi de San Pablo VI para recordar que “evangelizar constituye, en efecto, la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda. Ella existe para evangelizar”.

“En realidad, el objetivo actual de la reforma es que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación” indicó el Papa.

Por ello, el Papa Francisco explicó que “la reforma de estructuras que exige la conversión pastoral sólo puede entenderse en este sentido: procurar que todas ellas se vuelvan más misioneras” y añadió que por este motivo se consideró proponer para la nueva Constitución Apostólica que se está preparando sobre la reforma de la Curia romana el título de Praedicate evangelium.

Después, el Pontífice se refirió a cuatro Dicasterios de la Curia relacionados con este tema que son: la Congregación para la Doctrina de la Fe, la Congregación para la Evangelización de los pueblos; pienso también en el Dicasterio para la Comunicación y el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral.

En esta línea, Francisco destacó la necesidad de nuevos paradigmas “que nos ayuden a reposicionar nuestros modos de pensar y nuestras actitudes” y advirtió: “hermanos y hermanas: no estamos más en la cristiandad. No más. Hoy no somos los únicos que producen cultura, ni los primeros, ni los más escuchados. Por tanto, necesitamos un cambio de mentalidad pastoral, que no quiere decir pasar a una pastoral relativista”.

“Se trata, por lo tanto, de grandes desafíos y equilibrios necesarios, a menudo difíciles de lograr, por el simple hecho de que, en la tensión entre un pasado glorioso y un futuro creativo y en movimiento, se encuentra el presente en el que hay personas que irremediablemente necesitan tiempo para madurar; hay circunstancias históricas que se deben manejar en la cotidianidad, puesto que durante la reforma el mundo y los eventos no se detienen; hay cuestiones jurídicas e institucionales que se deben resolver gradualmente, sin fórmulas mágicas ni atajos”, advirtió.

En este sentido, el Papa alertó también sobre “la tentación de replegarse en el pasado —incluso utilizando nuevas formulaciones—, porque es más tranquilizador, conocido y, seguramente, menos conflictivo. Sin embargo, también esto forma parte del proceso y el riesgo de iniciar cambios significativos”.

Finalmente, el Pontífice dijo que “la Curia Romana no es un cuerpo desconectado de la realidad —aún cuando el riesgo siempre esté presente—, sino que debe ser entendida y vivida en el hoy del camino recorrido por todos los hombres y las mujeres, en la lógica del cambio de época”.

“La Curia romana no es un edificio o un armario lleno de trajes que ponerse para justificar un cambio. La Curia romana es un cuerpo vivo, y lo es tanto más cuanto más vive la integralidad del Evangelio”, expresó el Papa quien añadió que “la Navidad es la fiesta del amor de Dios por nosotros. El amor divino que inspira, dirige y corrige la transformación, y derrota el miedo humano de dejar “lo seguro” para lanzarse hacia el “misterio”. ¡Feliz Navidad para todos!”.

Al finalizar su discurso y antes de impartir la Bendición Apostólica, el Papa pidió a todos rezar un Ave María juntos y después les dijo que en este encuentro les regalaba dos libros: el primero el documento que escribió por el mes misionero extraordinario en forma de entrevista “Sin Él no podemos hacer nada” y el segundo un retiro a sacerdotes predicado por el padre Luigi Maria Epicoco titulado “Alguno a quien mirar”.

Finalmente, el Santo Padre saludó personalmente a cada uno de los presentes.

martes, 17 de diciembre de 2019

PENSAMIENTOS DEL PAPA FRANCISCO SOBRE EL ADVIENTO



¡Feliz Cumpleaños 83 Papa Francisco!


¡Feliz Cumpleaños 83 Papa Francisco!
POR DIEGO LÓPEZ MARINA | ACI Prensa
 Crédito: Vatican Media



Ya son las 00:00 horas del 17 de diciembre en Roma y el Papa Francisco cumple 83 años de vida. Millones de fieles se alegran en todo el mundo por el cumpleaños del Pontífice nacido en la Argentina, que siempre pide que se acuerden de rezar por él.

Este año 2019 ha sido de grandes momentos para el Santo Padre. En enero presidió la Jornada Mundial de la Juventud en Panamá, donde millones de jóvenes pudieron encontrarse con él. Al final anunció que la siguiente se realizará en Lisboa (Portugal) en 2022.

En febrero, viajó a los Emiratos Árabes Unidos en Asia, donde se reunió con el gran imán de Al Azhar, con quien firmó el documento sobre la fraternidad humana. Recientemente el Papa y el repreentante musulmán solicitaron a la ONU que se celebre un Día Mundial de la Fraternidad Humana el 4 de febrero.

En marzo, el Santo Padre hizo una visita a Marruecos en Áfriica; y en mayo visitó Bulgaria y Macedonia del Norte en Europa.

En el mismo mes de mayo y a comienzos de junio, el Pontífice visitó Rumania, también en Europa, para volver luego a África en septiembre. En este último viaje visitó Mauricio, Madagascar y Mozambique.

En octubre en el Vaticano presidió el Sínodo de la Amazonía que reunió a unos 150 obispos de todo el mundo, especialmente de la región, con quienes reflexionó sobre el tema: "“Amazonía: nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral”.


El Papa Francisco hizo un último viaje internacional a finales de noviembre volviendo a Asia. Visitó Tailandia y Japón, países en donde los católicos son una pequeña minoría.

Aunque no se ha anunciado una fecha ni se ha confirmado su presencia aún, el Papa ha expresado ya su deseo de visitar Sudán del Sur e Irak, en África y Asia respectivamente, lugares azotados por conflictos bélicos.



Biografía

Jorge Mario Bergoglio nació en el seno de una familia católica el 17 de diciembre de 1936, en el barrio porteño de Flores, siendo el mayor de los cinco hijos del matrimonio formado por Mario José Bergoglio y Regina María Sívori, inmigrantes italianos.


Fue bautizado el día de Navidad de 1936 en la Basílica María Auxiliadora y San Carlos del barrio de Almagro en Buenos Aires.

Durante su infancia fue alumno del Colegio Salesiano Wilfrid Barón de los Santos Ángeles y estudió en la Escuela Nacional de Educación Técnica Nº 27 Hipólito Yrigoyen en la que se graduó como técnico químico. Luego trabajó en el laboratorio Hickethier-Bachmann.

Durante su juventud, sufrió una enfermedad a los pulmones por lo que fue sometido a una operación quirúrgica en la que le fue extirpada una porción de pulmón, lo que no le impidió desarrollar sus actividades con normalidad.

El 11 de marzo de 1958 ingresó al noviciado de la Compañía de Jesús en el Seminario de Villa Devoto.  Como novicio de la Compañía de Jesús terminó sus estudios en el Seminario Jesuita de Santiago de Chile.

Entre 1967 y 1070 cursó estudios de teología en la Facultad de Teología del Colegio Máximo de San José. Fue ordenado sacerdote el 13 de diciembre de 1969, casi a los 33 años de edad.


Continuó sus estudios de 1970 a 1971 en la Universidad de Alcalá Henares (España) y el 22 de abril de 1973 realizó su profesión de jesuita. De regreso a Argentina fue maestro de novicios en la Villa Barilari; profesor en la Facultad de Teología de San Miguel; consultor provincial de la Compañía de Jesús, cargo que ocupó hasta 1979; y rector del Colegio Máximo de la Facultad.

Fue nombrado Obispo Auxiliar de Buenos Aires por el Papa Juan Pablo II el 20 de mayo de 1992. Cuando la salud del entonces Arzobispo de Buenos Aires, Cardenal Antonio Quarracino, empezó a debilitarse, Mons. Bergoglio fue designado Arzobispo Coadjutor el 3 de junio de 1997. Al fallecer el Cardenal Quarracino lo sucedió en el cargo de Arzobispo de Buenos Aires el 28 de febrero de 1998.

Durante el consistorio del 21 de febrero de 2001, el Papa Juan Pablo II lo creó Cardenal. Como Purpurado formó parte de la Comisión para América Latina; la Congregación para el Clero; el Pontificio Consejo para la Familia; la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos; el Consejo Ordinario de la Secretaría General para el Sínodo de los Obispos y la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica.

Fue Presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, en dos períodos consecutivos desde noviembre de 2005 hasta noviembre de 2011. Integró también el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM).

El Cardenal Bergoglio siempre tuvo un estilo de vida sencillo y austero. Vivía en un apartamento pequeño en vez de la residencia episcopal, renunció a su limosina y a su chofer, se movilizaba en transporte público y preparaba su comida.

El Cardenal Bergoglio disfrutaba de la ópera, el tango y el fútbol, cuya pasión aún disfruta al ser socio el Club Atlético San Lorenzo de Almagro.



REZA ESTA ORACIÓN POR EL PAPA FRANCISCO EN SU CUMPLEAÑOS


Reza esta oración por el Papa Francisco 
en su cumpleaños 



Dios Padre, te doy gracias por nuestro hermano Jorge Mario Bergoglio, actual Papa Francisco, y de manera especial en este día que le has permitido cumplir un año más de vida junto a tu Iglesia peregrina.

Te pido que le des más años junto a nosotros, según sea tu voluntad, para que pueda seguir compartiendo tu amor en el mundo
y así cumplir fielmente con la importante misión que le has encomendado al servicio de tu pueblo.

Derrama sobre él tu Espíritu Santo y concédele aquellos dones que necesita para que sea tu mensajero de paz y de concordia entre las naciones.
Guíalo donde quiera que se encuentre y consuélalo cuando se sienta desanimado o triste.

Haz que crezca en santidad en el misericordioso Sagrado Corazón de tu Hijo Jesús y que la Virgen María lo auxilie cada día con su manto protector.
Amén.

martes, 19 de noviembre de 2019

PENSAMIENTO DEL PAPA FRANCISCO


LOS 10 MENSAJES DEL PAPA FRANCISCO EN LA JORNADA MUNDIAL DE LOS POBRES


PAPA FRANCISCO INICIÓ SU VIAJE APOSTÓLICO A TAILANDIA Y JAPÓN


El Papa Francisco encomienda a la Virgen María su viaje apostólico a Tailandia y Japón
Redacción ACI Prensa
 Foto: Vatican Media



El Papa Francisco visitó este martes la Basílica de Santa María la Mayor en Roma para encomendar su próximo viaje apostólico a Tailandia y Japón que realizará del 19 al 26 de noviembre.

“Esta mañana, antes de su viaje a Tailandia y Japón, el Papa Francisco estuvo en oración en frente del ícono de la Virgen Salus Populi Romani en la Basílica de Santa María la Mayor”, informó la Oficina de Prensa del Vaticano en su cuenta de Twitter.

El Pontífice tiene como costumbre rezar ante este antiguo ícono mariano con la advocación de la Salus Populi Romani (Protectora del pueblo romano) antes de iniciar y después de concluir sus viajes internacionales.

Tailandia es un país mayoritariamente budista. El 95% de la población sigue esta religión. La principal minoría religiosa es la musulmana, con un 4% de fieles. Los católicos representan solo el 0,59% de la población.

En un video mensaje dirigido al pueblo de Tailandia, el Papa Francisco destacó que este país “ha trabajado mucho para promover la armonía y la coexistencia pacífica, no solo entre su gente sino en toda la región del sudeste asiático”.

En esta línea, el Santo Padre indicó que espera “fortalecer los lazos de amistad que compartimos con numerosos hermanos y hermanas budistas que dan testimonio elocuente de los valores de la tolerancia y de la armonía que son tan características de vuestro pueblo”.

Además, el Papa Francisco envió otro video mensaje al pueblo de Japón en el que recordó el tema elegido para su visita: “Proteger toda Vida” y explicó que “este fuerte instinto, que resuena en nuestro corazón, de defender el valor y la dignidad de toda persona humana, adquiere una importancia particular ante las amenazas a la coexistencia pacífica que hoy día el mundo tiene que enfrentar, especialmente en los conflictos armados”.

“Confío en que mi visita los aliente en el camino del respeto mutuo y del encuentro que conduce a una paz segura y que dura en el tiempo, que no vuelve atrás. La paz tiene eso de lindo, que cuando es real, no retrocede: se la defiende con los dientes”, señaló el Papa.







El Papa Francisco partió rumbo a Tailandia y Japón
Redacción ACI Prensa


Alrededor de las 7:00 p.m. (hora local) partió del aeropuerto de Fiumicino en Roma el avión en el que el Papa Francisco inicia su viaje a Tailandia y Japón.

A bordo del avión de Alitalia, en el vuelo AZ4000 con destino a Bangkok, acompañado de su séquito y de los periodistas que suelen acompañarlo en cada visita apostólica internacional, el Santo Padre emprende el viaje número 32 fuera de Italia y el quinto que realiza al continente asiático.

La Oficina de Prensa del Vaticano que esta tarde alrededor de las 6:00 p.m. y antes de salir de la Casa Santa Marta donde reside, el Papa se encontró con una decena de ancianos que son cuidados por las Pequeñas Hermanas de los Pobres en San Pedro in Vincoli. El grupo estaba acompañado por el Limosnero Pontificio, Cardenal Konrad Krajewski.


Algunas horas antes de iniciar su viaje, y como es su costumbre, el Papa se dirigió a la Basílica de Santa María La Mayor para rezar ante la imagen de la Salus Populi Romani (Protectora del pueblo romano) encomendando su nueva visita apostólica.

El Pontífice llegará a Tailandia el miércoles 20 de noviembre y presidirá una serie de eventos, se reunirá con diversos representantes del país y confirmará en la fe a los fieles católicos, que son una pequeña minoría en la nación asiática mayoritariamente budista.

Francisco estará en Tailandia hasta el día 23. Luego partirá a Japón, donde visitará Tokio, Hiroshima y Nagasaki. Estas dos últimas fueron las ciudades donde Estados Unidos lanzó las bombas atómicas que en 1945 pusieron fin a la Segunda Guerra Mundial.

En un reciente video mensaje enviado a los japoneses, el Papa Francisco explicó que el lema de su viaje a este país: “Proteger toda Vida”, representa un “fuerte instinto que resuena en nuestro corazón, de defender el valor y la dignidad de toda persona humana, adquiere una importancia particular ante las amenazas a la coexistencia pacífica que hoy día el mundo tiene que enfrentar, especialmente en los conflictos armados”.


“Confío en que mi visita los aliente en el camino del respeto mutuo y del encuentro que conduce a una paz segura y que dura en el tiempo, que no vuelve atrás. La paz tiene eso de lindo, que cuando es real, no retrocede: se la defiende con los dientes”, agregó.





El Papa Francisco visitará este hospital durante su viaje a Tailandia
POR MERCEDES DE LA TORRE | ACI Prensa
Foto: www.saintlouis.or.th



El Papa Francisco visitará el próximo jueves 21 de noviembre el hospital “Saint Louis” localizado en Bangkok, la capital de Tailandia, durante su viaje apostólico.

El hospital “Saint Louis”, conocido también como “St. Louis Children’s Hospital”, es una institución privada sin fines de lucro que fue fundada en 1898 por el entonces Arzobispo Louis Vey, vicario apostólico de la misión católica en el Reino de Siam.

El hospital fue confiado inicialmente a las religiosas de San Pablo de Chartres, quienes llevaron a cabo su misión sobre la base del lema "Donde hay misericordia, allí está Dios".

El centro médico cuenta con profesionales especializados, enfermeros e investigadores que atienden pacientes internados y ambulatorios.

El hospital “Saint Louis” cuenta con 412 camas y ofrece a los pacientes servicios generales y especializados “con médicos en todas las ramas y enfermeras que atienden a los pacientes de cerca”. 

La misión del hospital es la difusión de “la buena noticia de Cristo” y “del amor y la compasión en la curación física y espiritual” por lo que buscan que sea “una casa de amor y de compasión de Dios”.

Además, la página web del hospital señala que los cinco valores fundamentales del centro médico ponen a los pacientes como lo primero, la felicidad del personal, la dignidad humana, la justicia y el amor y el bienestar social y apoyo comunitario.

Según indicó sor Ana Rosa Sivori, religiosa de las Hijas de María Auxiliadora (FMA) misionera en Tailandia hace más de 50 años y prima del Papa Francisco, se trata de un hospital católico.


“Los enfermos que el Papa podrá ver y saludar son casi todos budistas, pero esperan este encuentro porque sienten que el Papa Francisco es una persona extraordinaria. Lo ven en televisión y ahora se han inscrito para estar en este encuentro”, dijo la religiosa a Vatican News.

Durante su visita al hospital “Saint Louis”, el Santo Padre se reunirá con alrededor de 700 personas entre médicos, enfermeros y personal de ese centro médico y de otros centros asistenciales de la Iglesia.


Después, el Pontífice saludará a 40 enfermos, algunos de ellos procedentes de otros centros médicos.