lunes, 19 de junio de 2017

EUCARISTÍA ES SACRAMENTO DE LA MEMORIA DEL AMOR DE DIOS, PAPA FRANCISCO EN CORPUS CHRISTI


Eucaristía es “sacramento de la memoria” del amor de Dios, dice el Papa en Corpus Christi
Crédito: Daniel Ibañez (ACI Prensa)




VATICANO, 18 Jun. 17 / 01:15 pm (ACI).- En la homilía de la Misa en el exterior de la Basílica de San Juan de Letrán, en Roma, por la Solemnidad del Corpus Christi, el Papa Francisco aseguró que la Eucaristía es el “sacramento de la memoria que nos recuerda, de manera real y tangible, la historia del amor de Dios por nosotros”.

“En la solemnidad del Corpus Christi aparece una y otra vez el tema de la memoria: ‘Recuerda todo el camino que el Señor, tu Dios, te ha hecho recorrer’. Nuestra historia personal de salvación se funda en el recuerdo de lo que el Señor ha hecho por nosotros”, dijo el Santo Padre.

En ese sentido, recalcó que “recordar es esencial para la fe, como el agua para una planta: así como una planta no puede permanecer con vida y dar fruto sin ella, tampoco la fe si no se sacia de la memoria de lo que el Señor ha hecho por nosotros”.

“La memoria es importante, porque nos permite permanecer en el amor, recordar, es decir, llevar en el corazón, no olvidar que nos ama y que estamos llamados a amar”, agregó el Pontífice.

No obstante, afirmó que esta facultad que Dios ha dado se encuentra hoy “debilitada” debido al “frenesí en el que estamos inmersos”.

“Eliminando los recuerdos y viviendo al instante, se corre el peligro de permanecer en lo superficial, en la moda del momento, sin ir al fondo, sin esa dimensión que nos recuerda quiénes somos y de dónde venimos. Entonces la vida exterior se fragmenta y la interior se vuelve inerte”, advirtió.

Luego, el Santo Padre enfatizó que ante la debilidad humana “el Señor sale al encuentro con una fragilidad amorosa que es la Eucaristía”.

“En el Pan de vida, el Señor nos visita haciéndose alimento humilde que sana con amor nuestra memoria, enferma de frenesí. Porque la Eucaristía es el memorial del amor de Dios”, añadió.

Más adelante, dijo este sacramento “es nuestra fuerza, el apoyo para nuestro caminar. Por eso, nos hace tanto bien el memorial eucarístico: no es una memoria abstracta, fría o conceptual, sino la memoria viva y consoladora del amor de Dios”.

El Santo Padre indicó que la Eucaristía “sana las heridas del pasado y nos mitiga el recuerdo de las injusticias sufridas e infligidas; una memoria paciente, porque en medio de la adversidad sabemos que el Espíritu de Jesús permanece en nosotros”.

“La Eucaristía nos anima: incluso en el camino más accidentado no estamos solos, el Señor no se olvida de nosotros y cada vez que vamos a él nos conforta con amor”.

Finalmente, el Papa pidió que “viviendo la Eucaristía, adoremos y agradezcamos al Señor por este don supremo: memoria viva de su amor, que hace de nosotros un solo cuerpo y nos conduce a la unidad”.

PAPA FRANCISCO AFIRMA QUE LA EUCARISTÍA NOS HACE PARTE DEL CUERPO MÍSTICO DE CRISTO


Papa Francisco afirma que la Eucaristía nos hace parte del Cuerpo místico de Cristo
Por Miguel Pérez Pichel
 Foto: L'Osservatore Romano




VATICANO, 18 Jun. 17 / 05:16 am (ACI).- El Papa Francisco destacó, durante el rezo del Ángelus este domingo en la Plaza de San Pedro del Vaticano, que la Eucaristía acerca más a Cristo a quien la recibe y le convierte en parte de su Cuerpo místico.

“Nutridos por el Cuerpo de Cristo, nos convertimos, cada vez más íntimamente y específicamente, en el Cuerpo místico de Cristo”, señaló. El Santo Padre centró su enseñanza en la solemnidad del Corpus Christi, un día para “celebrar el Misterio de la Eucaristía”.


En este sentido indicó que “cada domingo, la comunidad eclesial se junta en torno a la Eucaristía, sacramento instituido por Jesús en la Última Cena. Sin embargo, cada año tenemos la alegría de celebrar la fiesta dedicada a este Misterio central de la fe para expresar en plenitud nuestra adoración a Cristo, que se entrega como comida y bebida de salvación”.

“Nutrirnos de Jesús Eucaristía –continuó– significa también abandonarnos con confianza a Él, y dejarnos guiar por Él. Se trata de aceptar a Jesús en el lugar del ‘yo’. De esta forma, el amor gratuito recibido por Cristo en la Comunión eucarística, con la obra del Espíritu Santo, alimenta nuestro amor por Dios y por los hermanos y hermanas que encontramos en el camino de cada día”.

El Pontífice explicó las palabras del Evangelio de San Juan, “Yo soy el pan vivo que baja del cielo. El pan que yo os daré es mi carne por la vida del mundo”, hacen referencia a la naturaleza misma de la Eucaristía.

Francisco señaló que “esto quiere decir que el Padre lo ha mandado al mundo como comida de vida eterna, y que por eso Él se sacrificará, sacrificará su carne”.

“De hecho, Jesús, en la cruz, entregó su cuerpo y derramó su sangre. El Hijo del hombre crucificado es el verdadero Cordero pascual que nos hace escapar de la esclavitud del pecado y que nos sostiene en el camino hacia la tierra prometida. La Eucaristía es el sacramento de su carne entregada para hacer vivir el mundo”, destacó.

El Papa añadió que “en la Eucaristía, Jesús, como hizo con los discípulos de Emaús, se acerca a nosotros, peregrinos en la historia, para alimentar en nosotros la fe, la esperanza y la caridad, para confortarnos en las pruebas, para sostenernos en el empeño por la justicia y por la paz”.

“Esta presencia solidaria del Hijo de Dios está presente en todas partes: en la ciudad, en el campo, en el Norte, en el Sur del mundo, en los países de tradición cristiana y en aquellos de primera evangelización”.

Y concluyó: “En la Eucaristía, Él se ofrece a sí mismo como fuerza espiritual para ayudarnos a poner en práctica su mandamiento: amarnos como Él nos ha amado. Construiremos así una comunidad acogedora y abierta a las necesidades de todos, especialmente de las personas más frágiles, pobres y necesitadas”.

HOMILÍA DEL PAPA FRANCISCO EN LA MISA DE CORPUS CHRISTI 2017



Homilía del Papa Francisco en la Misa del Corpus Christi 2017


VATICANO, 18 Jun. 17 / 01:00 pm (ACI).- El Papa Francisco presidió esta tarde en el exterior de la Basílica de San Juan de Letrán la Misa por la Solemnidad del Corpus Christi, en la que dijo que la Eucaristía es el sacramento de la memoria que nos recuerda la historia del amor de Dios por nosotros.

“En el Pan de vida, el Señor nos visita haciéndose alimento humilde que sana con amor nuestra memoria, enferma de frenesí. Porque la Eucaristía es el memorial del amor de Dios”.


A continuación el texto completo de la homilía del Papa Francisco en la Misa del Corpus Christi 2017:


En la solemnidad del Corpus Christi aparece una y otra vez el tema de la memoria: «Recuerda todo el camino que el Señor, tu Dios, te ha hecho recorrer […]. No olvides al Señor, […] que te alimentó en el desierto con un maná» (Dt 8,2.14.16) —dijo Moisés al pueblo—. «Haced esto en memoria mía» (1 Co 11,24) —dirá Jesús a nosotros—. El «pan vivo que ha bajado del cielo» (Jn 6,51) es el sacramento de la memoria que nos recuerda, de manera real y tangible, la historia del amor de Dios por nosotros.

Recuerda, nos dice hoy la Palabra divina a cada uno de nosotros. El recuerdo de las obras del Señor ha hecho que el pueblo en el desierto caminase con más determinación; nuestra historia personal de salvación se funda en el recuerdo de lo que el Señor ha hecho por nosotros. Recordar es esencial para la fe, como el agua para una planta: así como una planta no puede permanecer con vida y dar fruto sin ella, tampoco la fe si no se sacia de la memoria de lo que el Señor ha hecho por nosotros.

Recuerda. La memoria es importante, porque nos permite permanecer en el amor, recordar, es decir, llevar en el corazón, no olvidar que nos ama y que estamos llamados a amar. Sin embargo esta facultad única, que el Señor nos ha dado, está hoy más bien debilitada. En el frenesí en el que estamos inmersos, son muchas personas y acontecimientos que parecen como si pasaran por nuestra vida sin dejar rastro. Se pasa página rápidamente, hambrientos de novedad, pero pobres de recuerdos. Así, eliminando los recuerdos y viviendo al instante, se corre el peligro de permanecer en lo superficial, en la moda del momento, sin ir al fondo, sin esa dimensión que nos recuerda quiénes somos y de dónde venimos. Entonces la vida exterior se fragmenta y la interior se vuelve inerte.

En cambio, la solemnidad de hoy nos recuerda que, en la fragmentación de la vida, el Señor sale a nuestro encuentro con una fragilidad amorosa que es la Eucaristía. En el Pan de vida, el Señor nos visita haciéndose alimento humilde que sana con amor nuestra memoria, enferma de frenesí. Porque la Eucaristía es el memorial del amor de Dios. Ahí «se celebra el memorial de su pasión» (Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, Antífona al Magníficat de las II Vísperas), del amor de Dios por nosotros, que es nuestra fuerza, el apoyo para nuestro caminar. Por eso, nos hace tanto bien el memorial eucarístico: no es una memoria abstracta, fría o conceptual, sino la memoria viva y consoladora del amor de Dios. En la Eucaristía está todo el sabor de las palabras y de los gestos de Jesús, el gusto de su Pascua, la fragancia de su Espíritu. Recibiéndola, se imprime en nuestro corazón la certeza de ser amados por él. Y mientras digo esto, pienso de modo particular en vosotros, niños y niñas, que hace poco habéis recibido la Primera Comunión y que estáis aquí presentes en gran número.

Así la Eucaristía forma en nosotros una memoria agradecida, porque nos reconocemos hijos amados y saciados por el Padre; una memoria libre, porque el amor de Jesús, su perdón, sana las heridas del pasado y nos mitiga el recuerdo de las injusticias sufridas e infligidas; una memoria paciente, porque en medio de la adversidad sabemos que el Espíritu de Jesús permanece en nosotros.

La Eucaristía nos anima: incluso en el camino más accidentado no estamos solos, el Señor no se olvida de nosotros y cada vez que vamos a él nos conforta con amor. La Eucaristía nos recuerda además que no somos individuos, sino un cuerpo. Como el pueblo en el desierto recogía el maná caído del cielo y lo compartía en familia (cf. Ex 16), así Jesús, Pan del cielo, nos convoca para recibirlo juntos y compartirlo entre nosotros. La Eucaristía no es un sacramento «para mí», es el sacramento de muchos que forman un solo cuerpo. Nos lo ha recordado san Pablo: «Porque el pan es uno, nosotros, siendo muchos, formamos un solo cuerpo, pues todos comemos del mismo pan» (1 Co 10,17). La Eucaristía es el sacramento de la unidad. Quien la recibe se convierte necesariamente en artífice de unidad, porque nace en él, en su «ADN espiritual», la construcción de la unidad. Que este Pan de unidad nos sane de la ambición de estar por encima de los demás, de la voracidad de acaparar para sí mismo, de fomentar discordias y diseminar críticas; que suscite la alegría de amarnos sin rivalidad, envidias y chismorreos calumniadores.

Y ahora, viviendo la Eucaristía, adoremos y agradezcamos al Señor por este don supremo: memoria viva de su amor, que hace de nosotros un solo cuerpo y nos conduce a la unidad.

miércoles, 7 de junio de 2017

PAPA FRANCISCO: NO HAY NINGÚN PADRE EN EL MUNDO QUE NOS AME COMO DIOS


Papa Francisco: “No hay ningún padre en el mundo que nos ame como Dios”
Por Miguel Pérez Pichel
 Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa



VATICANO, 07 Jun. 17 / 03:25 am (ACI).- En su catequesis de la Audiencia General del miércoles, el Papa Francisco animó a los cristianos a dirigirse a Dios como a un padre, ya que “no hay ningún padre en este mundo que nos ame como Él”.

En su catequesis, el Santo Padre explicó el significado de la oración que Jesús enseñó a sus discípulos, el Padre Nuestro, “la oración cristiana por excelencia”. En este sentido, Francisco destacó la “simple invocación” con la que comienza: “Padre”.


El Pontífice destacó que los discípulos de Jesús “estaban asombrados por el hecho de que, especialmente durante la mañana y la noche, se retirara a rezar y se sumergiera en la oración”. Por este motivo, “un día le pidieron que les enseñara también a ellos a rezar”. Es entonces cuando el Señor les enseña el Padre Nuestro.

“Todo el misterio de la oración cristiana se resume aquí, en esa palabra. Se necesita valentía para llamar a Dios con el nombre de Padre. Lo afirma también la liturgia cuando, invitándonos al rezo comunitario de la oración de Jesús, utiliza la expresión ‘nos atrevemos a decir’”.

El Obispo de Roma hizo hincapié en lo extraordinario de llamar “padre” a Dios, porque “llamar a Dios con el nombre de Padre no es en absoluto un hecho habitual. Podemos inclinarnos a utilizar un título más elevado, uno que nos parezca más respetuoso con su trascendencia. Sin embargo, invocarlo como ‘Padre’ nos sitúa en una relación de confianza con Él, como un niño que se dirige a su padre sabiéndose amado y cuidado por él”.

Llamar a Dios Padre, nos revela “el misterio de Dios, que siempre nos fascina y nos hace sentirnos pequeños, pero que nunca nos produce miedo, que no nos desalienta, que no nos angustia. Esta es una revolución difícil de asumir en nuestro ánimo humano”.

“Pensemos en la parábola del padre misericordioso”, propuso Francisco. “Jesús habla de un padre que solo conoce el amor por sus hijos. Un padre que no castiga nunca al hijo por su arrogancia, y que incluso es capaz de confiarle su parte de la herencia y dejarlo irse de casa”.

“Dios es Padre, dice Jesús, pero no a la manera humana, porque no hay ningún padre en este mundo que se comporte como el protagonista de esta parábola”.

Francisco recordó que “Dios es Padre a su manera: bueno, indefenso ante el libre arbitrio del hombre, capaz solo de conjugar el verbo ‘amar’. Cuando el hijo rebelde, después de haberlo gastado todo, regresa finalmente a la casa natal, su padre no aplica criterios de justicia humana, sino que siente ante todo la necesidad de personar, y con su abrazo hace comprender al hijo que en todo aquel largo tiempo de ausencia se le ha echado de menos”.

Así, el Papa subrayó la palabra utilizada hasta dos veces por San Pablo en sus cartas: “abba”. “Se trata de un término incluso más íntimo que el de ‘padre’, y que alguno traduce como ‘papá’”.

“Queridos hermanos y hermanas: ¡Ya no estamos solos nunca más! Podemos estar lejanos, resultar hostiles, podemos incluso profesar que ‘no hay Dios’. Pero el Evangelio de Jesucristo nos revela que Dios no puede estar sin nosotros: Él no será nunca un Dios ‘sin el hombre’. Esta certeza es la fuente de nuestra esperanza que encontramos custodiada en todas las invocaciones del Padre Nuestro”.

Francisco finalizó la catequesis animando a todos a pedir a Dios, al Padre, por nuestras necesidades cotidianas, porque “cuando tenemos necesidad de su ayuda, Jesús no nos pide renunciar y cerrarnos en nosotros mismos, sino que nos llama a dirigirnos al Padre y pedirle cosas con fe”.

“Todas nuestras necesidades, desde aquellas más cotidianas y evidentes, como la comida, la salud, el trabajo, hasta aquellas más trascendentales como ser perdonados y sostenidos en la tentación, no son el espejo de nuestra soledad: en cambio, hay un Padre que siempre nos mira con amor, que nunca nos abandona”, concluyó.   

CATEQUESIS DEL PAPA FRANCISCO SOBRE EL PADRE NUESTRO


TEXTO COMPLETO: Catequesis del Papa Francisco sobre el Padre Nuestro
 Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa




VATICANO, 07 Jun. 17 / 05:31 am (ACI).- En su catequesis de la Audiencia General del miércoles, el Papa Francisco reflexionó sobre la oración del Padre Nuestro, que Jesús enseño a sus discípulos, y sobre lo que implica llamar “Padre” a Dios.

Llamar a Dios “Padre”, dijo el Santo Padre, nos revela “el misterio de Dios, que siempre nos fascina y nos hace sentirnos pequeños, pero que nunca nos produce miedo, que no nos desalienta, que no nos angustia. Esta es una revolución difícil de asumir en nuestro ánimo humano”.


A continuación, el texto completo de la catequesis del Papa Francisco:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!


Había algo de atractivo en la oración de Jesús, era tan fascinante que un día sus discípulos le pidieron que les enseñara. El episodio se encuentra en el Evangelio de Lucas, que entre los Evangelistas es quien ha documentado mayormente el misterio del Cristo “orante”: el Señor oraba. Los discípulos de Jesús están impresionados por el hecho de que Él, especialmente en la mañana y en la tarde, se retira en la soledad y se “inmerge” en la oración. Y por esto, un día, le piden de enseñarles también a ellos a orar. (Cfr. Lc 11,1).

Es entonces que Jesús transmite aquello que se ha convertido en la oración cristiana por excelencia: el “Padre Nuestro”. En verdad, Lucas, en relación a Mateo, nos transmite la oración de Jesús en una forma un poco abreviada, que inicia con una simple invocación: «Padre» (v. 2).

Todo el misterio de la oración cristiana se resume aquí, en esta palabra: tener el coraje de llamar a Dios con el nombre de Padre. Lo afirma también la liturgia cuando, invitándonos a recitar comunitariamente la oración de Jesús, utiliza la expresión «nos atrevemos a decir».

De hecho, llamar a Dios con el nombre de “Padre” no es para nada un hecho sobre entendido. Somos conducidos a usar los títulos más elevados, que nos parecen más respetuosos de su trascendencia. En cambio, invocarlo como “Padre” nos pone en una relación de confianza con Él, como un niño que se dirige a su papá, sabiendo que es amado y cuidado por él. Esta es la gran revolución que el cristianismo imprime en la psicología religiosa del hombre. El misterio de Dios, que siempre nos fascina y nos hace sentir pequeños, pero no nos da más miedo, no nos aplasta, no nos angustia. Esta es una revolución difícil de acoger en nuestro ánimo humano; tanto es así que incluso en las narraciones de la Resurrección se dice que las mujeres, después de haber visto la tumba vacía y al ángel, «salieron corriendo del sepulcro, porque estaban temblando y fuera de sí» (Mc 16,8). Pero Jesús nos revela que Dios es Padre bueno, y nos dice: “No tengan miedo”.

Pensemos en la parábola del padre misericordioso (Cfr. Lc 15,11-32). Jesús narra de un padre que sabe ser sólo amor para sus hijos. Un padre que no castiga al hijo por su arrogancia y que es capaz incluso de entregarle su parte de herencia y dejarlo ir fuera de casa. Dios es Padre, dice Jesús, pero no a la manera humana, porque no existe ningún padre en este mundo que se comportaría como el protagonista de esta parábola. Dios es Padre a su manera: bueno, indefenso ante el libre albedrio del hombre, capaz sólo de conjugar el verbo “amar”. Cuando el hijo rebelde, después de haber derrochado todo, regresa finalmente a su casa natal, ese padre no aplica criterios de justicia humana, sino siente sobre todo la necesidad de perdonar, y con su brazo hace entender al hijo que en todo ese largo tiempo de ausencia le ha hecho falta, ha dolorosamente faltado a su amor de padre.

¡Qué misterio insondable es un Dios que nutre este tipo de amor en relación con sus hijos!

Tal vez es por esta razón que, evocando el centro del misterio cristiano, el Apóstol Pablo no se siente seguro de traducir en griego una palabra que Jesús, en arameo, pronunciaba: “abbà”. En dos ocasiones San Pablo, en su epistolario (Cfr. Rom 8,15; Gal 4,6), toca este tema, y en las dos veces deja esa palabra sin traducirla, de la misma forma en la cual ha surgido de los labios de Jesús, “abbà”, un término todavía más íntimo respecto a “padre”, y que alguno traduce “papá, papito”.

Queridos hermanos y hermanas, no estamos jamás solos. Podemos estar lejos, hostiles, podemos también profesarnos “sin Dios”. Pero el Evangelio de Jesucristo nos revela que Dios no puede estar sin nosotros: Él no será jamás un Dios “sin el hombre”; es Él quien no puede estar sin nosotros, y esto es un gran misterio. Dios no puede ser Dios sin el hombre: ¡este es un gran misterio! Y esta certeza es la fuente de nuestra esperanza, que encontramos conservada en todas las invocaciones del Padre Nuestro. Cuando tenemos necesidad de ayuda, Jesús no nos dice de resignarnos y cerrarnos en nosotros mismos, sino de dirigirnos al Padre y pedirle a Él con confianza. Todas nuestras necesidades, desde las más evidentes y cotidianas, como el alimento, la salud, el trabajo, hasta aquellas de ser perdonados y sostenidos en la tentación, no son el espejo de nuestra soledad: existe en cambio un Padre que siempre nos mira con amor, y que seguramente no nos abandona.

Ahora les hago una propuesta: cada uno de nosotros tiene tantos problemas y tantas necesidades. Pensemos un poco, en silencio, en estos problemas y en estas necesidades. Pensemos también en el Padre, en nuestro Padre, que no puede estar sin nosotros, y que en este momento nos está mirando. Y todos juntos, con confianza y esperanza, oremos: “Padre nuestro, que estas en los cielos…”. Gracias.

PAPA FRANCISCO LANZA FUERTE LLAMADO A ORAR POR LA PAZ EN MEDIO ORIENTE


Papa Francisco lanza un fuerte llamado a orar por la paz en Oriente Medio
Por Miguel Pérez Pichel
 Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa





VATICANO, 07 Jun. 17 / 04:19 am (ACI).- Tras finalizar la catequesis de la Audiencia General de este miércoles, el Papa Francisco animó a los países de todo el mundo a sumarse el jueves 8 de junio a las 13.00, hora de Roma, a la iniciativa “Un minuto por la paz”.

Se trata de una iniciativa que promueve, mediante la oración, el diálogo entre cristianos, hebreos y musulmanes con motivo del aniversario del encuentro entre el Presidente de Israel, Simón Peres, y el de Palestina, Mahmud Abbas, en el Vaticano el 8 de junio de 2014.


“Mañana, a las 13.00, se renueva en diversos países la iniciativa ‘Un minuto por la paz’, un pequeño momento de oración con motivo del recuerdo del encuentro en el Vaticano entre el Presidente israelí Peres, el Presidente Palestino Abbas y yo. En nuestro tiempo hay mucha necesidad de rezar, cristianos, hebreos y musulmanes, por la paz”, fueron las palabras del Santo Padre.


Francisco, animó así a rezar durante un minuto por la reconciliación entre palestinos e israelíes, pero también por la paz en todo Oriente Medio, una región especialmente castigada por las guerras y el terrorismo.

De esta manera, se pone también de relieve la importancia de aquel encuentro, hace tres años, en el Vaticano, cuyo principal acto simbólico se produjo cuando los tres, el Papa y los Presidentes palestino e israelí, plantaron juntos tres olivos en los jardines vaticanos.

Este año, el “Minuto por la paz” coincide con los 50 años de la ocupación militar de los territorios palestinos por parte de Israel tras el fin de la Guerra de los Seis días en 1967. La presencia de más de 600.000 colonos israelíes en los territorios que la ONU asignó para la creación de un Estado Palestino y la realidad de los más de siete millones de refugiados palestinos, parece situar la resolución del conflicto en un callejón sin salida.

“Un minuto por la paz” es un proyecto impulsado por el Forum Internacional de Acción Católica. Aquellos que deseen sumarse a la iniciativa, pueden hacerlo rezando, a las 13.00 del jueves 8 de junio, solo o en grupo, en casa, en el lugar de trabajo o de estudio o en un lugar de oración.

PAPA FRANCISCO: ERES UN HIPÓCRITA? ESTE ES EL DAÑO QUE PROVOCAS


Papa Francisco: ¿Eres un hipócrita? Este es el daño que provocas
Por Miguel Pérez Pichel
Foto: L'Osservatore Romano




VATICANO, 06 Jun. 17 / 04:48 am (ACI).- En la homilía de la Misa celebrada en la Casa Santa Marta, en el Vaticano, el Papa Francisco advirtió contra los hipócritas y llamó a estar vigilantes, pues “el hipócrita puede destruir una comunidad” cristiana.

El Papa señaló que Jesús llama hipócritas a los “doctores de la Ley” porque “enseñaban una cosa, pero luego pensaban otra”. Por el contrario, “la hipocresía no es el lenguaje de Jesús. La hipocresía no es el lenguaje de los cristianos”.

“Un cristiano no puede ser hipócrita, y un hipócrita no puede ser cristiano”, advirtió. “Esto es así de claro. Este es el adjetivo que Jesús usa con esa gente: hipócrita. Veamos cómo proceden. El hipócrita siempre es un adulador, en tono mayor o en tono menor, pero es un adulador”.

Así, puso como ejemplo cuando los doctores de la Ley quieren poner a prueba a Jesús y comienzan adulándolo para, a continuación, hacerle una pregunta para que caiga en una trama: “¿Es justo pagar al César?”.

“El hipócrita tiene esa doble cara –señaló–. Pero Jesús, conociendo su hipocresía, dice claramente: ‘¿Por qué me queréis poner a prueba? Dadme un denario, quiero verlo’. A los hipócritas, Jesús siempre les responde con la realidad. La realidad es esta, que es lo contrario a la hipocresía o a la ideología. Y el Señor, con sabiduría, les muestra la realidad: ‘Dad al César lo que es del César –porque la realidad es que el denario tenía grabado el rostro del César– y a Dios lo que es de Dios”.

El Pontífice continuó explicando los elementos que caracterizan al hipócrita. “El lenguaje de la hipocresía es el lenguaje del engaño, es el mismo lenguaje de la serpiente que engañó a Eva”. “Desgarra la personalidad y el alma de una persona. Mata la comunidad. Cuando hay un hipócrita en la comunidad, hay un peligro muy grande”, advirtió.

En contra, animó a que “vuestro lenguaje sea ‘sí, sí’, o ‘no, no’. Lo superfluo procede del maligno”. Francisco lamentó el mal que hace la hipocresía a la Iglesia y pidió a los cristianos estar alerta ante “aquellos que caen en esa actitud pecaminosa que mata”.

“El hipócrita es capaz de destruir una comunidad. Está hablando dulcemente, y al mismo tiempo está juzgando brutalmente a una persona. El hipócrita es un asesino. Su lenguaje es el mismo lenguaje del diablo que propaga esa lengua bífida en la comunidad para destruirla”.

El Santo Padre finalizó la homilía aconsejando cómo responder al hipócrita: “cuando comience con la adulación se le responde con la realidad. Que no venga con esas historias, la realidad es esta. Lo mismo cuando vienen con la ideología: la realidad es esta”.

Lectura comentada por el Papa Francisco:

Marcos 12:13-17

13 Y envían donde él algunos fariseos y herodianos, para cazarle en alguna palabra.


14 Vienen y le dicen: «Maestro, sabemos que eres veraz y que no te importa por nadie, porque no miras la condición de las personas, sino que enseñas con franqueza el camino de Dios: ¿Es lícito pagar tributo al César o no? ¿Pagamos o dejamos de pagar?»

15 Mas él, dándose cuenta de su hipocresía, les dijo: «¿Por qué me tentáis? Traedme un denario, que lo vea.»

16 Se lo trajeron y les dice: «¿De quién es esta imagen y la inscripción?» Ellos le dijeron: «Del César.»

17 Jesús les dijo: «Lo del César, devolvédselo al César, y lo de Dios, a Dios.» Y se maravillaban de él.