lunes, 26 de septiembre de 2016

EL PAPA EN JUBILEO DE LOS CATEQUISTAS: EL CRISTIANO ESTÁ LLAMADO A HACER HISTORIA


El Papa en Jubileo de los Catequistas: El cristiano está llamado a hacer historia
Por Alvaro de Juana
Daniel Ibáñez / ACI Prensa



VATICANO, 25 Sep. 16 / ACI).- El Papa Francisco celebró el Jubileo de los Catequistas con una Misa en la Plaza de San Pedro a la que asistieron catequistas de todo el mundo y a los que aseguró que el cristiano está llamado a hacer historia, sin embargo, el que vive todo para sí no.

Francisco comentó en su homilía la liturgia de la Palabra y afirmó que San Pablo “parece que quiere que fijemos nuestros ojos fijos en lo que es esencial para la fe”. “No recomienda una gran cantidad de puntos y aspectos, sino que subraya el centro de la fe. Este centro, alrededor del cual gira todo, este corazón que late y da vida a todo es el anuncio pascual, el primer anuncio: el Señor Jesús ha resucitado, el Señor Jesús te ama, ha dado su vida por ti; resucitado y vivo, está a tu lado y te espera todos los días”.

El Papa invitó a no olvidarlo y aseguró que “se nos pide que no dejemos de poner por encima de todo el anuncio principal de la fe: el Señor ha resucitado”.

“No hay un contenido más importante, nada es más sólido y actual. Cada aspecto de la fe es hermoso si permanece unido a este centro, si está permeado por el anuncio pascual. Si se le aísla, pierde sentido y fuerza”.

El Pontífice explicó que “a Dios-Amor se le anuncia amando: no a fuerza de convencer, nunca imponiendo la verdad, ni mucho menos aferrándose con rigidez a alguna obligación religiosa o moral”.

“A Dios se le anuncia encontrando a las personas, teniendo en cuenta su historia y su camino. El Señor no es una idea, sino una persona viva: su mensaje llega a través del testimonio sencillo y veraz, con la escucha y la acogida, con la alegría que se difunde. No se anuncia bien a Jesús cuando se está triste; tampoco se transmite la belleza de Dios haciendo sólo bonitos sermones. Al Dios de la esperanza se le anuncia viviendo hoy el Evangelio de la caridad, sin miedo a dar testimonio de él incluso con nuevas formas de anuncio”.

Sobre el Evangelio que habla de la parábola del hombre rico, el Papa indicó que “nos ayuda a entender qué significa amar, sobre todo a evitar algunos peligros”.

“El rico, en verdad, no hace daño a nadie, no se dice que sea malo. Sin embargo, tiene una enfermedad peor que la de Lázaro, que estaba ‘cubierto de llagas’: este rico sufre una fuerte ceguera, porque no es capaz de ver más allá de su mundo, hecho de banquetes y ricos vestidos”.

“No ve más allá de la puerta de su casa, donde yace Lázaro, porque no le importa lo que sucede fuera. No ve con los ojos porque no siente con el corazón. En su corazón ha entrado la mundanidad que adormece el alma”.

En definitiva, “la mundanidad es como un ‘agujero negro’ que engulle el bien, que apaga el amor, porque lo devora todo en el propio yo”.

“Quien sufre esta grave ceguera adopta con frecuencia un comportamiento ‘estrábico’: mira con deferencia a las personas famosas, de alto nivel, admiradas por el mundo, y aparta la vista de tantos Lázaros de ahora, de los pobres y los que sufren, que son los predilectos del Señor”.


Por otro lado, “el hombre rico, en cambio, no tiene siquiera un nombre en la parábola; su vida cae en el olvido, porque el que vive para sí no construye la historia. La insensibilidad de hoy abre abismos infranqueables para siempre”.

Francisco también expresó que los cristianos “no somos profetas de desgracias que se complacen en denunciar peligros o extravíos; no somos personas que se atrincheran en su ambiente, lanzando juicios amargos contra la sociedad, la Iglesia, contra todo y todos, contaminando el mundo de negatividad. El escepticismo quejoso no es propio de quien tiene familiaridad con la Palabra de Dios”.

Al contrario, “el que proclama la esperanza de Jesús es portador de alegría y sabe ver más lejos, porque sabe mirar más allá del mal y de los problemas”. 

FRANCISCO RECUERDA A SACERDOTE ASESINADO POR LOS NAZIS Y PROCLAMADO BEATO EN ALEMANIA


Francisco recuerda a sacerdote asesinado por los nazis y proclamado beato en Alemania



VATICANO, 25 Sep. 16 /  (ACI).- El Papa Francisco recordó a un nuevo beato que fue proclamado en Alemania el sábado. Antes del rezo del Ángelus, el Pontífice señaló que “ayer en Wurzburgo, Alemania, fue proclamado Beato Engelmar Unzeitig, sacerdote de la Congregación de los Misioneros de Mariannhill. Asesinado por odio contra la fe en el campo de exterminio de Dachau, él contrapuso el amor al odio, respondió a la ferocidad con la mansedumbre”.

“Que su ejemplo nos ayude a ser testigos de caridad y de esperanza incluso en medio de las tribulaciones”, invitó.

El P. Unzeitig fue prisionero en el campo de extermino alemán entre 1941 y 1945. Fue deportado a Dachau en 1941 por haber denunciado el tratamiento que los nazis efectuaban a los hebreos.

Cuando estuvo en libertad sus predicaciones fueron controladas por los hombres de Hitler, razón principal por la que fue detenido y hecho prisionero, al igual que otros sacerdotes.

Entre 1938 y 1945 fueron deportados a Dachau 2.579 sacerdotes, seminaristas y religiosos, junto a 141 pastores protestantes y sacerdotes ortodoxos.

EN LA JORNADA MUNDIAL DEL SORDO, EL PAPA INVITA A ACOGERLOS Y AYUDARLOS


En la Jornada Mundial del Sordo, el Papa invita a acogerlos y ayudarlos
Crédito: Petrik Bohumil / ACI Prensa


VATICANO, 25 Sep. 16 / (ACI).- Antes del rezo del Ángelus desde la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco dirigió un saludo a todas las personas sordas, puesto que hoy se celebra la Jornada Mundial del Sordo.


“Deseo saludar a todas las personas sordas, también aquí representadas, y animarlas a dar su contribución por una Iglesia y una sociedad cada vez más capaces de acoger a todos”, dijo.

HOMILÍA DEL PAPA FRANCISCO EN LA SANTA MISA POR EL JUBILEO DE LOS CATEQUISTAS


TEXTO: Homilía del Papa Francisco en la Santa Misa por el Jubileo de los Catequistas
El Papa en la Misa. Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa




VATICANO, 25 Sep. 16 / (ACI).- La Plaza de San Pedró acogió la Santa Misa con motivo del Jubileo de los Catequistas, uno de los eventos del Año Santo de la Misericordia. El Papa Francisco presidió la celebración y habló de la importancia de evangelizar con alegría.

"A Dios se le anuncia encontrando a las personas, teniendo en cuenta su historia y su camino. El Señor no es una idea, sino una persona viva: su mensaje llega a través del testimonio sencillo y veraz, con la escucha y la acogida, con la alegría que se difunde. No se anuncia bien a Jesús cuando se está triste; tampoco se transmite la belleza de Dios haciendo sólo bonitos sermones", afirmó.

A continuación el texto completo de la homilía del Papa:


El Apóstol Pablo, en la segunda lectura, dirige a Timoteo, y también a nosotros, algunas recomendaciones muy importantes para él. Entre otras, pide que se guarde «el mandamiento sin mancha ni reproche» (1 Tm 6,14). Habla sencillamente de un mandamiento. Parece que quiere que fijemos nuestros ojos fijos en lo que es esencial para la fe. San Pablo, en efecto, no recomienda una gran cantidad de puntos y aspectos, sino que subraya el centro de la fe. Este centro, alrededor del cual gira todo, este corazón que late y da vida a todo es el anuncio pascual, el primer anuncio: el Señor Jesús ha resucitado, el Señor Jesús te ama, ha dado su vida por ti; resucitado y vivo, está a tu lado y te espera todos los días. Nunca debemos olvidarlo. En este Jubileo de los catequistas, se nos pide que no dejemos de poner por encima de todo el anuncio principal de la fe: el Señor ha resucitado. No hay un contenido más importante, nada es más sólido y actual. Cada aspecto de la fe es hermoso si permanece unido a este centro, si está permeado por el anuncio pascual. Si se le aísla, pierde sentido y fuerza. Estamos llamados a vivir y a anunciar la novedad del amor del Señor: «Jesús te ama de verdad, tal y como eres. Déjale entrar: a pesar de las decepciones y heridas de la vida, dale la posibilidad de amarte. No te defraudará».

El mandamiento del que habla san Pablo nos lleva a pensar también en el mandamiento nuevo de Jesús: «Que os améis unos a otros como yo os he amado» (Jn 15,12). A Dios-Amor se le anuncia amando: no a fuerza de convencer, nunca imponiendo la verdad, ni mucho menos aferrándose con rigidez a alguna obligación religiosa o moral. A Dios se le anuncia encontrando a las personas, teniendo en cuenta su historia y su camino. El Señor no es una idea, sino una persona viva: su mensaje llega a través del testimonio sencillo y veraz, con la escucha y la acogida, con la alegría que se difunde. No se anuncia bien a Jesús cuando se está triste; tampoco se transmite la belleza de Dios haciendo sólo bonitos sermones. Al Dios de la esperanza se le anuncia viviendo hoy el Evangelio de la caridad, sin miedo a dar testimonio de él incluso con nuevas formas de anuncio.

El Evangelio de este domingo nos ayuda a entender qué significa amar, sobre todo a evitar algunos peligros. En la parábola se habla de un hombre rico que no se fija en Lázaro, un pobre que «estaba echado a su puerta» (Lc 16,20). El rico, en verdad, no hace daño a nadie, no se dice que sea malo. Sin embargo, tiene una enfermedad peor que la de Lázaro, que estaba «cubierto de llagas» (ibíd.): este rico sufre una fuerte ceguera, porque no es capaz de ver más allá de su mundo, hecho de banquetes y ricos vestidos. No ve más allá de la puerta de su casa, donde yace Lázaro, porque no le importa lo que sucede fuera. No ve con los ojos porque no siente con el corazón. En su corazón ha entrado la mundanidad que adormece el alma. La mundanidad es como un «agujero negro» que engulle el bien, que apaga el amor, porque lo devora todo en el propio yo. Entonces se ve sólo la apariencia y no se fija en los demás, porque se vuelve indiferente a todo. Quien sufre esta grave ceguera adopta con frecuencia un comportamiento «estrábico»: mira con deferencia a las personas famosas, de alto nivel, admiradas por el mundo, y aparta la vista de tantos Lázaros de ahora, de los pobres y los que sufren, que son los predilectos del Señor

Pero el Señor mira a los que el mundo abandona y descarta. Lázaro es el único personaje de las parábolas de Jesús al que se le llama por su nombre. Su nombre significa «Dios ayuda». Dios no lo olvida, lo acogerá en el banquete de su Reino, junto con Abraham, en una profunda comunión de afectos. El hombre rico, en cambio, no tiene siquiera un nombre en la parábola; su vida cae en el olvido, porque el que vive para sí no construye la historia. La insensibilidad de hoy abre abismos infranqueables para siempre.

En la parábola vemos otro aspecto, un contraste. La vida de este hombre sin nombre se describe como opulenta y presuntuosa: es una continua reivindicación de necesidades y derechos. Incluso después de la muerte insiste para que lo ayuden y pretende su interés. La pobreza de Lázaro, sin embargo, se manifiesta con gran dignidad: de su boca no salen lamentos, protestas o palabras despectivas. Es una valiosa lección: como servidores de la palabra de Jesús, estamos llamados a no hacer alarde de apariencia y a no buscar la gloria; ni tampoco podemos estar tristes y disgustados. No somos profetas de desgracias que se complacen en denunciar peligros o extravíos; no somos personas que se atrincheran en su ambiente, lanzando juicios amargos contra la sociedad, la Iglesia, contra todo y todos, contaminando el mundo de negatividad. El escepticismo quejoso no es propio de quien tiene familiaridad con la Palabra de Dios.


El que proclama la esperanza de Jesús es portador de alegría y sabe ver más lejos, porque sabe mirar más allá del mal y de los problemas. Al mismo tiempo, ve bien de cerca, pues está atento al prójimo y a sus necesidades. El Señor nos lo pide hoy: ante los muchos Lázaros que vemos, estamos llamados a inquietarnos, a buscar caminos para encontrar y ayudar, sin delegar siempre en otros o decir: «Te ayudaré mañana». El tiempo para ayudar es tiempo regalado a Jesús, es amor que permanece: es nuestro tesoro en el cielo, que nos ganamos aquí en la tierra.

En conclusión, que el Señor nos conceda la gracia de vernos renovados cada día por la alegría del primer anuncio: Jesús nos ama personalmente. Que nos dé la fuerza para vivir y anunciar el mandamiento del amor, superando la ceguera de la apariencia y las tristezas del mundo. Que nos vuelva sensibles a los pobres, que no son un apéndice del Evangelio, sino una página central, siempre abierta ante nosotros.

JESÚS ESTÁ PRESENTE EN LOS ENFERMOS Y EN AQUELLOS QUE SUFREN


Jesús está presente en los enfermos y en aquellos que sufren, asegura el Papa


VATICANO, 24 Sep. 16 /  (ACI).- El Papa Francisco recibió a las Hermanas Hospitalarias de la Misericordia, Instituto Religioso de Derecho Pontificio fundado por la Sierva de Dios Princesa Teresa Orsini Doria, y les pidió continuar atendiendo a los enfermos pues en ellos está Jesús.

El Santo Padre les pidió que nunca se rindan ante su “precioso servicio, a pesar de las dificultades que puedan encontrar”. “No se cansen de ser amigas, hermanas y madres de los enfermos. Que la oración sea siempre la linfa que sostenga vuestra misión evangelizadora”, señaló.


En el encuentro con Francisco participaron unas 130 religiosas. El Papa, entre otras cosas, les recordó que ellas son un “signo concreto de la misericordia” y que ante la debilidad de la enfermedad “no pueden haber distinciones de estado social, raza, lengua y cultura”.

“Cuando se acercan a cada enfermo tienen en el corazón la paz y la alegría que son el fruto del Espíritu Santo. Sobre aquella cama de hospital siempre yace Jesús, presente en aquella persona que sufre y es Él quien pide ayuda a cada uno de ustedes. Es Jesús. A veces uno puede pensar: ‘algunos enfermos molestan’. ¡Pero también nosotros molestamos al Señor, y nos soporta y nos acompaña! Que la cercanía de Jesús a los más débiles sea vuestra fuerza”, pidió Francisco.

El carisma de las Hermanas Hospitalarias de la Misericordia radica en vivir la misericordia, sobre todo con la asistencia a los enfermos, de este modo profesan un cuarto voto de hospitalidad que las obliga a la atención de cualquier hermano afectado física, moral o espiritualmente.

sábado, 24 de septiembre de 2016

CRISTO ELIGIÓ AL PADRE PÍO PARA REVIVIR SU PASIÓN, DICE CARDENAL EN SAN GIOVANNI ROTONDO


Cristo eligió al Padre Pío para revivir su pasión, dice Cardenal en San Giovanni Rotondo


 (ACI).- En la Misa que presidió este viernes 23 de septiembre por la fiesta de San Pío de Pietrelcina en la localidad de San Giovanni Rotondo, lugar al que el santo llegó hace 100 años, el Presidente de la Conferencia Episcopal Italiana y Arzobispo de Génova, Cardenal Angelo Bagnasco, afirmó que el querido fraile de los estigmas logró “entrar en la comprensión de las cosas de Dios, de su corazón” y fue “un reflejo de la misericordia” del Señor.

Los estigmas que recibió, dijo el Cardenal, fueron “el signo de un destino, siendo elegido por Cristo para revivir su pasión el Padre Pío se convirtió en un espectáculo para el mundo. El Padre Pío, simple de corazón, entra en la compresión de las cosas de Dios, de su corazón. Entra en un mundo distinto, el del espíritu”.

En ese sentido preguntó: “¿En qué clase de mundo vivimos? ¿Cómo razonamos?  ¿Con qué criterios actuamos, con qué sentimientos amamos? ¿De qué mundo somos ciudadanos?”. El Purpurado señaló que “estamos en los confines entre el cielo y la tierra. ¡Cómo es de grande y dramática nuestra situación en el límite! Aquella sutil insatisfacción que nos acompaña es un recordatorio de Dios y del su celo de amor”.

El Cardenal dijo que la fe “no se trata de salir del mundo sino de vivirla en un modo divino y no mundano” y advirtió que “no nos dejemos confundir por la mentalidad corriente: creer en Dios, pero vivir como si no existiera”.

“El Padre Pío ha vivido la vía dolorosa, la vía de la Pascua. Tiene horror del mal que desfigura la belleza de Dios, del mal que acaba con la alegría y trae la infelicidad”, indicó y dijo que “parece que hoy no hay pecado ¿Tenemos una noción de lo que es? Es por eso que Jesús se encarnó. Para salvarnos del pecado, no de otra cosa”.

“Burlarse con condescendencia de la realidad del pecado como algo pasado de moda significa vaciar el misterio de la cruz. Debemos afinar el alma, no banalizarnos con el mal o el bien, no todo es equivalente. Si se pierde la conciencia del mal moral la salvación pierde su sentido y se convierte en una palabra que ya no nos conmueve”, explicó el Purpurado.

El Arzobispo recordó que “no debemos olvidar que el signo se refiere al misterio escondido en lo cotidiano, de un misterio que espera ser descubierto y visto con un remezón del alma y acogido con alegría. Cada bautizado debe ser signo en el mundo, debe ser la brecha de un mundo diferente y bello, invisible y real ¿Pero, somos conscientes de esto? ¿Nos sentimos enviados como una gracia?”

“El Padre Pío vive en el esfuerzo por ganar para Dios a todos los hermanos. Ama a los pecadores a tal punto de recibir los estigmas, don y misterio. Participa de la redención de Cristo. Recorre los pasos del Señor”, expresó.

Por otro lado, el Cardenal Bagnasco habló sobre la importancia que tenían para el Padre Pío los grupos de oración: “son pequeñas células de vida eclesial. Con la oración tenemos el corazón abierto al Señor porque el mundo invisible continúa abrazando al visible y tiene una necesidad ilimitada de ternura y esperanza”.

“La oración y la Eucaristía empujan a incendiar el mundo. Esta intimidad con el fuego de Cristo que nos permite realizar obras de misericordia”, expresó.

“Al que cree que es indigno, al que no cree le repetimos lo que el Padre Pío decía: ‘Hijo mío, ¡Dios cree en ti!’ Son palabras que todos necesitamos escuchar porque estamos tentados por la banalidad de la vida’”.    

Traducido por María Ximena Rondón. Publicado originalmente en ACI Stampa.

PAPA FRANCISCO SE REÚNE CON VÍCTIMAS DEL ATAQUE EN NIZA


El Papa se reúne con víctimas del ataque en Niza: Debemos responder con perdón y amor
Por Alvaro de Juana

(ACI).- El Papa Francisco acogió esta mañana en el Aula Pablo VI del Vaticano a un grupo familiares de las víctimas del ataque terrorista perpetrado el jueves 14 de julio en la ciudad francesa de Niza cuando un yihadista arrolló a 86 personas y dejó numerosos heridos mientras celebraban la fiesta nacional junto al mar.

El encuentro fue breve, muy emotivo y duro, con muchos de los familiares –algunos de ellos musulmanes pues las víctimas también lo eran– vestidos de negro en señal de luto. Muchos de ellos mostraron su emoción al escuchar las palabras del Papa, y un coro de Niza realizó algunos cantos solemnes que interrumpieron en pocas ocasiones el silencio absoluto en el que se desenvolvió en encuentro, sobre todo cuando saludó uno a uno a los familiares.

“Cuando las tentaciones de replegarse sobre sí mismo, o de responder al odio con el odio y a la violencia con la violencia es grande, una auténtica conversión del corazón es necesaria”, advirtió en su discurso.

Francisco explicó que “se puede responder a los ataques del demonio solo con las obras de Dios que son el perdón, el amor y el respeto por el prójimo, aunque sea diferente”.

“Con viva emoción os encuentro a vosotros, que sufrís en vuestro cuerpo o en vuestro ánimo porque, una tarde de fiesta, la violencia os golpeó ciegamente, a vosotros o a alguno de vuestros seres queridos, independientemente del origen o la religión”.


Francisco expresó el deseo de “compartir vuestro dolor, un dolor que se hace todavía más fuerte cuando pienso en los niños, y todas las familias completas cuya vida ha sido desgarrada de improviso y de forma tan dramática”. “A cada uno de vosotros os aseguro mi compasión, mi cercanía y mi oración”, destacó.

El Papa afirmó que invoca “a nuestro Padre celeste, Padre de todos, para que acoja consigo a vuestros seres queridos difuntos, para que encuentren rápido el descanso y la alegría de la vida eterna”.

“Para nosotros los cristianos, el fundamento de la esperanza es Jesucristo muerto y resucitado”, añadió. “Que la certeza de la vida eterna, que pertenece también a creyentes de otras religiones, sea consuelo en el curso de la vida, y constituya un motivo de perseverancia para continuar con coraje vuestro camino en la tierra”.

El Santo Padre también se refirió a los heridos y manifestó que reza “al Dios de misericordia” por todos ellos, algunos de los cuales “han sido atrozmente mutilados, en la carne o en el espíritu, y no me olvido de todos aquellos que por eso no han podido venir o se encuentran todavía en el hospital”.

“El drama que ha conocido la ciudad de Niza ha suscitado para todo significativos gestos de solidaridad y de acompañamiento”, explicó. Por ello, “agradezco a todas las personas que, inmediatamente socorrieron a las víctimas, o que hasta el día de hoy y seguramente durante mucho tiempo, se dedican a ayudar y acompañar a las familias”.

El Papa habló también de las relaciones entre las distintas confesiones religiosas y manifestó que “establecer un diálogo sincero y relaciones fraternas entre todos, en particular con quienes confiesan a un Dios único y misericordioso, es una prioridad urgente que los responsables, sean políticos o religiosos”.

Francisco saludó después uno a uno a los familiares de las víctimas y también a algunos sobrevivientes. Muchos lloraron cuando tuvieron delante a Francisco y también le enseñaron fotografías de los seres queridos que perdieron la vida en el atentado. El Papa también bendijo objetos personales de las víctimas que los familiares le fueron enseñando. Cuando terminó, todos los presentes rompieron el silencio y aplaudieron durante largo rato al Papa, al tiempo que este abandonaba el Aula.


Algunos de los presentes están todavía heridos y otros muchos permanecen en tratamiento psicológico. La delegación estuvo encabezada por el alcalde de Niza, Philipe Pradal; el presidente de la región Provenza, Alpes y Costa Azul, Christian Estrosi; el obispo de Niza, André Marceau, y varios representantes de la asociación del diálogo interreligioso “Alpes Maritimes Fraternitè”.

La noche del 14 de julio, el tunecino Mohamed Lahouaiej Bouhlel condujo un camión sobre una multitud reunida en el malecón de Niza, el Paseo de los Ingleses, que asistía a los fuegos artificiales de la fiesta nacional. El ataque provocó también unos 303 heridos.

Entonces el Papa manifestó su solidaridad con las víctimas y todo el pueblo francés, además de condenar de la manera más absoluta “toda manifestación de locura homicida, de odio, de terrorismo, de ataque contra la paz”.

Poco después del terrible ataque, el Papa Francisco manifestó su repulsa y condena y aseguró oraciones para todas las víctimas y sus familiares.