jueves, 23 de noviembre de 2017

HOMILÍA DEL PAPA EN LA CELEBRACIÓN DE ORACIÓN POR SUDÁN DEL SUR Y DEL CONGO


TEXTO: Homilía del Papa en la Celebración de Oración por Sudán del Sur y el Congo
Foto Daniel Ibáñez / ACI Prensa




VATICANO, 23 Nov. 17 / 12:29 pm (ACI).- El altar de la Cátedra de la Basílica de San Pedro acogió una Celebración de Oración por Sudán del Sur en la que el Papa Francisco denunció las ansiad de poder y de avaricia que provocan las guerras en el mundo.

El Pontífice realizó una serie de oraciones y también ofreció una breve homilía en la que añadió también algunas peticiones. Además, recordó que tuvo la intención de visitar este país africano, pero precisamente a causa de la inseguridad en el país por la guerra, ha sido imposible.

“Sabemos que la oración es más importante, porque es más poderosa: la plegaria actúa con la fuerza de Dios, para quien nada es imposible”, dijo el Papa.

A continuación, la homilía completa del Papa:

Esta tarde, queremos esparcir con nuestra oración semillas de paz en la tierra de Sudán del Sur y de la República Democrática del Congo, así como en todas las partes del mundo que sufren por la guerra. Había decidido visitar Sudán del Sur, pero no ha sido posible. Sin embargo, sabemos que la oración es más importante, porque es más poderosa: la plegaria actúa con la fuerza de Dios, para quien nada es imposible.

Por eso agradezco de corazón a quienes han ideado esta vigilia y se han esforzado en llevarla a cabo.

«Cristo resucitado nos invita. Aleluya». Estas palabras del canto en lengua suajili han acompañado la procesión de entrada, con algunas imágenes de los dos países por los que estamos rezando especialmente. Los cristianos creemos y sabemos que la paz es posible porque Cristo ha resucitado. Él nos da el Espíritu Santo, a quien hemos invocado.

Como san Pablo nos ha recordado hace unos instantes, Jesucristo «es nuestra paz» (Ef 2,14). En la Cruz, ha cargado con todo el mal del mundo, también con los pecados que generan y fomentan las guerras: la soberbia, la avaricia, la sed de poder, la mentira... Jesús ha vencido todo esto con su resurrección. Cuando se apareció en medio de sus amigos les dijo: «Paz a vosotros» (Jn 20,19.21.26). Nos lo repite también a nosotros aquí, en esta noche: «Paz a vosotros».

Sin ti, Señor, vana sería nuestra oración y engañosa nuestra esperanza de paz. Pero tú estás vivo y obras para nosotros y con nosotros; tú, nuestra paz.

Que el Señor resucitado derribe los muros de la enemistad que dividen hoy a los hermanos, especialmente en Sudán del Sur y en la República Democrática del Congo.

Que socorra a las mujeres víctimas de la violencia en las zonas de guerra y en cualquier parte del mundo.

Que salve a los niños que sufren a causa de conflictos que no tienen que ver con ellos, pero que les roban su infancia y a veces también la propia vida. ¡Cuánta hipocresía cuando se niegan las masacres de mujeres y niños! Aquí la guerra muestra su rostro más horrible.

Que el Señor ayude a los humildes y a los pobres del mundo a seguir creyendo y esperando en que el Reino de Dios está cerca, que está en medio de nosotros, y es «justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo» (Rm 14,17). Que sostenga a todos los que, día tras día, se esfuerzan por combatir el mal con el bien, con gestos y palabras de fraternidad, de respeto, de encuentro, de solidaridad.

Que el Señor afiance en los gobernantes y en todos los que tienen responsabilidades un espíritu noble y recto, firme y valiente en la búsqueda de la paz, mediante el diálogo y la negociación.

Que el Señor nos conceda a todos nosotros ser artesanos de paz allí donde estemos, en la familia, en la escuela, en el trabajo, en las comunidades, en cualquier ambiente; «lavándonos los pies» unos a otros, a semejanza de nuestro Maestro y Señor. A él la gloria y la alabanza, hoy y por los siglos de los siglos. Amén.

5 PETICIONES DEL PAPA FRANCISCO ANTE EL DRAMA DE LA GUERRA


5 peticiones del Papa Francisco ante el drama de la guerra
Por Álvaro de Juana
 Foto Daniel Ibáñez / ACI Prensa





VATICANO, 23 Nov. 17 / 12:47 pm (ACI).- El Papa Francisco celebró una Celebración de Oración por la Paz en Sudán del Sur y el Congo y pidió por la paz en este país y denunció la situación que viven estos pueblos africanos.

Durante la liturgia celebrada en la Basílica de San Pedro, el Pontífice realizó una serie de oraciones también por los gobernantes de los países y por los conflictos actuales en todo el mundo.

Tras invocar la intercesión del Espíritu Santo, el Pontífice comenzó la oración por la paz con 5 peticiones concretas.

1.- Superar la indiferencia

En la primera de ellas, pidió rezar “por nuestra conversión, para poder superar la indiferencia y las divisiones”.

Francisco recordó que “en Jesús todos somos hermanos y hermanas”. “También lo somos de todos aquellos que sufren las consecuencias de la guerra en Sudán del Sur y en la República Democrática del Congo”.

“Estamos llamados a darnos consuelo recíproco en el Espíritu para convertirnos en trabajadores de esperanza”.

2.- Por las mujeres en zona de guerra

En la segunda petición, Francisco rezó “por las mujeres víctimas de la violencia en las zonas de guerra”. Señaló que “en Sudán del Sur y en la República Democrática del Congo las mujeres tienen un papel esencial para el bienestar y la supervivencia de la familia”.

“Con frecuencia son abandonadas en la búsqueda de comida, refugio, seguridad, en el acceso de educación para los niños y en el cuidad a los ancianos. Por desgracia, muchas de ellas sufren abusos, son objeto de la trata y usadas como armas de guerra”, lamentó.

“A pesar de ello, continúan trabajado con generosa fidelidad, ocupándose de las necesidades de sus familias siguiendo el ejemplo de la Virgen”.

3.- Por los que provocan las guerras

El Obispo de Roma también oró “por todos aquellos que provocan las guerras y por los que tienen una responsabilidad en la comunidad internacional y a nivel local”.

El Santo Padre explicó que “durante su vida terrena, Jesús anunció la venida del Reino de Dios. Sin embargo, el mal, en sus diferentes formas, combate la presencia del Señor en nuestra historia”.

“Las guerras –continuó– son obstáculos evidentes para el crecimiento del Reino de Dios en medio de nosotros. La Iglesia, también en los países en guerra, está llamada a ser testimonio fiel y audaz del Reino de Dios”.

4.- Por las víctimas inocentes

Como cuarta petición, Francisco pidió “por todas las víctimas inocentes de las guerras y de la violencia”.

“El pueblo de Sudán del Sur y de la República Democrática del Congo –afirmó– es el cuerpo sufriente de Cristo. ¡Con fe, esperanza y amor, la paz es posible! Que toda vida humana, imagen de Dios, sea siempre venerada y protegida”.

5.- Por los que buscan la paz

Por último, en su quinta petición, el Papa Francisco rezó “por todos aquellos que se dedican generosamente a buscar la paz en Sudán del Sur y en la República Democrática del Congo”.

Subrayó que “en estos países, la gente que cree demuestra una gran fe en el Señor de la vida. Se puede ver en la resistencia de mujeres, hombres y organizaciones que, a pesar de las atrocidades que se están produciendo, continúan trabajando por la paz, la dignidad humana y el desarrollo”.

“Recordemos a las personas que han sido desplazadas y que se encuentran en el exilio; aquellos que han huido de sus casas en condiciones desesperados y todos aquellos, que, de diversas maneras, trabajan en su favor”.

“Esta tarde queremos esparcir con nuestra oración semillas de paz en la tierra de Sudán del Sur y de la República Democrática del Congo, así como en todas las partes del mundo que sufren por la guerra”, dijo al comenzar su homilía.

“Había decidido visitar Sudán del Sur, pero no ha sido posible. Sin embargo, sabemos que la oración es más importante, porque es más poderosa: la plegaria actúa con la fuerza de Dios, para quien nada es imposible”.

“En la Cruz, ha cargado con todo el mal del mundo, también con los pecados que generan y fomentan las guerras: la soberbia, la avaricia, la sed de poder, la mentira... Jesús ha vencido todo esto con su resurrección”.

También pidió por los niños “que sufren a causa de conflictos que no tienen que ver con ellos”. A este punto denunció la “hipocresía” de aquellos que “niegan las masacres de mujeres y niños”.

“Que sostenga a todos los que, día tras día, se esfuerzan por combatir el mal con el bien, con gestos y palabras de fraternidad, de respeto, de encuentro, de solidaridad”, dijo también.

Esta jornada de oración por la paz en Sudán del Sur y en la República Democrática del Congo es un elemento más de la labor que el Papa está realizando por la resolución de los conflictos que desangran ambas naciones africanas.

Situación actual

La guerra en Sudán del Sur comenzó en diciembre de 2013 como consecuencia de la ruptura del frágil equilibrio alcanzado entre las etnias dinka y nuer para gobernar el país tras su independencia de Sudán en julio de 2011.

El Presidente Salva Kiir, de etnia dinka, acusó a su Vicepresidente, Riek Machar de un intento de golpe de Estado. Desde entonces, la violencia se ha extendido por todo el país con la participación de diversos grupos armados. El Santo Padre tenía proyectado un viaje a Sudán del Sur en el año 2017, sin embargo, tuvo que cancelarlo de forma provisional por motivos de seguridad.

Por otra parte, la República Democrática del Congo se encuentra sumida en un conflicto civil después de que, a finales de 2016, el Presidente Joseph Kabilia se negara a abandonar el poder a pesar de haber finalizado su mandato.

El Pontífice reclamó, en numerosas ocasiones, el final de las acciones violentas y la búsqueda de una solución dialogada al conflicto. Además, denunció el secuestro de niños para ser utilizados como soldados en situaciones de esclavitud.

domingo, 19 de noviembre de 2017

PAPA FRANCISCO: SI NO CONFIAMOS EN DIOS, EL MIEDO NOS BLOQUEARÁ


Si no confiamos en Dios, el miedo nos bloqueará y no daremos frutos, advierte el Papa
Por Álvaro de Juana
 Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa
VATICANO, 19 Nov. 17 / 06:37 am (ACI).- En el Ángelus de este domingo, también fueron protagonistas los pobres, cuya Jornada Mundial instituida por el Papa Francisco se celebró durante todo el día. Primero con una Misa y después con un almuerzo para 1.500 de ellos en el Aula Pablo VI del Vaticano en el que participó el Pontífice.

Luego de la Misa en la Basílica de San Pedro, el Santo Padre presidió el rezo del Ángelus desde la ventana del Palacio Apostólico y explicó el Evangelio del día en el que se narra la parábola de los talentos.

El Papa contó que el siervo malo esconde los talentos y nos los hace fructificar porque tuvo miedo de su jefe. “El miedo inmoviliza siempre y a menudo hace que se tomen decisiones equivocadas”.

“El miedo desanima para tomar iniciativas, induce a refugiarse en soluciones seguras y garantizadas, y así se termina por no realizar nada bueno. Para ir adelante y crecer en el camino de la vida se necesita tener confianza”, señaló.

“Esta parábola nos hace entender cómo de importante es tener una idea verdadera de Dios. No debemos pensar que Él sea un jefe malvado, duro y severo que quiere castigarnos. Si dentro de nosotros existe esta imagen equivocada de Dios, entonces nuestra vida no podrá ser fecundada, porque viviremos en el miedo y este no nos llevará a nada constructivo”.

Al contrario, “Jesús nos ha mostrado que Dios es un padre lleno de amor, de ternura, de bondad” y por eso “podemos y debemos tener una inmensa confianza en Él”.

Francisco también explicó que Jesús muestra cómo de generoso y solicito es Dios sobre todo “con la acogida que hace de todos, especialmente de los pecadores, los pequeños y los pobres”. Pero también “con sus advertencias, que revelan su interés para que no desperdiciemos inútilmente nuestra vida”.

“La parábola de los talentos nos llama de nuevo a una responsabilidad personal y a una fidelidad que sea también capaz de ponernos continuamente en camino sobre nuevas vías, sin enterrar el talento, es decir, lo dones que Dios nos ha confiado y de los que nos pedirá cuentas”.

Después de rezar, el Papa hizo referencia a la Jornada Mundial de los Pobres, y pidió que tanto en la diócesis de Roma como en el resto del mundo los pobres “sean el centro de nuestras comunidades”, pero “no solo en momentos como este, sino siempre”.

“Ellos son el corazón del Evangelio, en ellos encontramos a Jesús que nos habla y nos interpela a través de sus sufrimientos y sus necesidades”. 

PAPA FRANCISCO: EN LA DEBILIDAD DE LOS POBRES HAY UNA FUERZA SALVADORA Y EN ELLOS ESTÁ JESÚS


El Papa: En la debilidad de los pobres hay una fuerza salvadora y en ellos está Jesús
Por Álvaro de Juana
 Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa




VATICANO, 19 Nov. 17 / 04:59 am (ACI).- “Amar al pobre significa luchar contra todas las pobrezas, espirituales y materiales”, afirmó el Papa Francisco durante la Misa en ocasión de la I Jornada Mundial de los Pobres instituida por el mismo Pontífice.

A primera hora de la mañana, Francisco presidió una Eucaristía en la que participaron muchos pobres y personas sin hogar y dijo además que “ahí, en los pobres, se manifiesta la presencia de Jesús, que siendo rico se hizo pobre”.

“En su debilidad (la de los pobres) hay una fuerza salvadora. Y si a los ojos del mundo tienen poco valor, son ellos los que nos abren el camino hacia el cielo, son nuestro pasaporte para el paraíso”.

Al comentar el Evangelio del día en el que se cuenta la parábola de los dones o los talentos, pidió “reconoce” que, somos “talentosos a los ojos de Dios”.

“Por eso nadie puede considerarse inútil, ninguno puede creerse tan pobre que no pueda dar algo a los demás. Hemos sido elegidos y bendecidos por Dios, que desea colmarnos de sus dones, mucho más de lo que un papá o una mamá quieren para sus hijos. Y Dios, para el que ningún hijo puede ser descartado, confía a cada uno una misión”.

Francisco expresó que “muchas veces nosotros estamos también convencidos de no haber hecho nada malo y así nos contentamos, presumiendo de ser buenos y justos. Pero, de esa manera corremos el riesgo de comportarnos como el siervo malvado: tampoco él hizo nada malo, no destruyó el talento, sino que lo guardó bien bajo tierra”.

“Pero no hacer nada malo no es suficiente, porque Dios no es un revisor que busca billetes sin timbrar, es un Padre que sale a buscar hijos para confiarles sus bienes y sus proyectos. Y es triste cuando el Padre del amor no recibe una respuesta de amor generosa de parte de sus hijos, que se limitan a respetar las reglas, a cumplir los mandamientos, como si fueran asalariados en la casa del Padre”, añadió.

El Santo Padre también dijo que “quien se preocupa sólo de conservar, de mantener los tesoros del pasado, no es fiel a Dios”.

A este respecto, “la omisión es también el mayor pecado contra los pobres”. “Es mirar a otro lado cuando el hermano pasa necesidad, es cambiar de canal cuando una cuestión seria nos molesta, es también indignarse ante el mal, pero no hacer nada. Dios, sin embargo, no nos preguntará si nos hemos indignado con razón, sino si hicimos el bien”.

Según el Obispo de Roma, que denunció el pecado de la "indiferencia" hacia los pobres, “la verdadera fortaleza” no son “los puños cerrados y los brazos cruzados, sino las manos laboriosas y tendidas hacia los pobres, hacia la carne herida del Señor”.

Por tanto, “es para nosotros un deber evangélico cuidar de ellos, que son nuestra verdadera riqueza, y hacerlo no sólo dando pan, sino también partiendo con ellos el pan de la Palabra, pues son sus destinatarios más naturales”.

“¿Qué cuenta para mí en la vida? ¿En qué invierto? ¿En la riqueza que pasa, de la que el mundo nunca está satisfecho, o en la riqueza de Dios, que da la vida eterna?”, pidió preguntarse.

“Esta es la elección que tenemos delante: vivir para tener en esta tierra o dar para ganar el cielo. Porque para el cielo no vale lo que se tiene, sino lo que se da, y ‘el que acumula tesoro para sí’ no se hace ‘rico para con Dios’”.

El Santo Padre subrayó que “nos hará bien acercarnos a quien es más pobre que nosotros, tocará nuestra vida. Nos hará bien, nos recordará lo que verdaderamente cuenta: amar a Dios y al prójimo”.

PAPA FRANCISCO HIZO FUERTE LLAMADO A LA PAZ EN ORIENTE MEDIO


Fuerte llamado del Papa a la paz en Oriente Medio: Esforcémonos por la convivencia
 Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa



VATICANO, 19 Nov. 17 / 07:09 am (ACI).- El Papa Francisco hizo un fuerte llamado a la paz desde la ventana del Palacio Apostólico después de rezar el ángelus ante miles de fieles en la Plaza de San Pedro. En especial, por la paz en Oriente Medio y por la estabilidad del Líbano.

“Quiero recordar hoy en especial a los pueblos que viven una dolorosa pobreza a causa de la guerra y de los conflictos”, comenzó diciendo.

“Por ello renuevo un cauteloso llamado a la comunidad internacional para que se comprometa con todo esfuerzo posible para favorecer la paz, en particular en Oriente Medio”.

“Dirijo un pensamiento especial al querido pueblo libanés y rezo por la estabilidad de ese país, para que pueda continuar siendo un ‘mensaje’ de respeto y convivencia para toda la religión y para el mundo entero”.

Desde el 4 de noviembre, el Líbano está inmersa en un proceso de inestabilidad porque el primer ministro libanés Saad Hariri, renunció desde Arabia Saudita, donde se encontraba de viaje.

Sin previo aviso, anunció que renunciaba por el clima político que vivía Líbano y arremetió contra Hezbolá (considerado por muchos como un grupo terrorista) e Irán y afirmó que temía por su vida. "

Desde entonces, Líbano se sumió en el desconcierto, mientras crecen las alarmas internacionales por temor a un nuevo conflicto instigado por la rivalidad entre Riad y Teherán. 

Sin embargo, el presidente libanés, Michel Aoun, no aceptó la renuncia de Hariri y pidió a Arabia Saudita que clarifique ·los motivos que impiden al primer ministro dimisionario Saad Hariri regresar a Beirut”.

Además, el Pontífice recordó la Jornada Mundial de las víctimas de la carretera instituida por la ONU y animó a las instituciones públicas “en el compromiso de la prevención, y exhorto a los conductores a la prudencia y el respeto de las normas, que son la primera forma de cuidado para uno mismo y para los otros”. 

HOMILÍA DEL PAPA FRANCISCO EN LA MISA POR LA I JORNADA MUNDIAL DE LOS POBRES


TEXTO: Homilía del Papa Francisco en la Misa por la I Jornada Mundial de los Pobres
 Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa




VATICANO, 19 Nov. 17 / 04:39 am (ACI).- En la I Jornada Mundial de los Pobres, instituida por el Papa Francisco, el Pontífice presidió una Misa en la que comentó el Evangelio del día y aseguró que “nos hará bien acercarnos a quien es más pobre que nosotros, tocará nuestra vida. Nos hará bien, nos recordará lo que verdaderamente cuenta: amar a Dios y al prójimo”.

“Amar al pobre significa luchar contra todas las pobrezas, espirituales y materiales”, afirmó.

A continuación, el texto completo de la homilía del Papa:


Tenemos la alegría de partir el pan de la Palabra, y dentro de poco de partir y recibir el Pan Eucarístico, que son alimento para el camino de la vida. Todos lo necesitamos, ninguno está excluido, porque todos somos mendigos de lo esencial, del amor de Dios, que nos da el sentido de la vida y una vida sin fin. Por eso hoy también tendemos la mano hacia Él para recibir sus dones. La parábola del Evangelio nos habla precisamente de dones. Nos dice que somos destinatarios de los talentos de Dios, «cada cual según su capacidad» (Mt 25,15). En primer lugar, debemos reconocer que tenemos talentos, somos «talentosos» a los ojos de Dios. Por eso nadie puede considerarse inútil, ninguno puede creerse tan pobre que no pueda dar algo a los demás. Hemos sido elegidos y bendecidos por Dios, que desea colmarnos de sus dones, mucho más de lo que un papá o una mamá quieren para sus hijos. Y Dios, para el que ningún hijo puede ser descartado, confía a cada uno una misión.

En efecto, como Padre amoroso y exigente que es, nos hace ser responsables. En la parábola vemos que cada siervo recibe unos talentos para que los multiplique. Pero, mientras los dos primeros realizan la misión, el tercero no hace fructificar los talentos; restituye sólo lo que había recibido: «Tuve miedo —dice—, y fui y escondí tu talento en la tierra; mira, aquí tienes lo que es tuyo» (v. 25). Este siervo recibe como respuesta palabras duras: «Siervo malo y perezoso» (v. 26). ¿Qué es lo que no le ha gustado al Señor de él? Para decirlo con una palabra que tal vez ya no se usa mucho y, sin embargo, es muy actual, diría: la omisión. Lo que hizo mal fue no haber hecho el bien. Muchas veces nosotros estamos también convencidos de no haber hecho nada malo y así nos contentamos, presumiendo de ser buenos y justos. Pero, de esa manera corremos el riesgo de comportarnos como el siervo malvado: tampoco él hizo nada malo, no destruyó el talento, sino que lo guardó bien bajo tierra. Pero no hacer nada malo no es suficiente, porque Dios no es un revisor que busca billetes sin timbrar, es un Padre que sale a buscar hijos para confiarles sus bienes y sus proyectos (cf. v. 14). Y es triste cuando el Padre del amor no recibe una respuesta de amor generosa de parte de sus hijos, que se limitan a respetar las reglas, a cumplir los mandamientos, como si fueran asalariados en la casa del Padre (cf. Lc 15,17).

El siervo malvado, a pesar del talento recibido del Señor, el cual ama compartir y multiplicar los dones, lo ha custodiado celosamente, se ha conformado con preservarlo. Pero quien se preocupa sólo de conservar, de mantener los tesoros del pasado, no es fiel a Dios. En cambio, la parábola dice que quien añade nuevos talentos, ese es verdaderamente «fiel» (vv. 21.23), porque tiene la misma mentalidad de Dios y no permanece inmóvil: arriesga por amor, se juega la vida por los demás, no acepta el dejarlo todo como está. Sólo una cosa deja de lado: su propio beneficio. Esta es la única omisión justa.

La omisión es también el mayor pecado contra los pobres. Aquí adopta un nombre preciso: indiferencia. Es decir: «No es algo que me concierne, no es mi problema, es culpa de la sociedad». Es mirar a otro lado cuando el hermano pasa necesidad, es cambiar de canal cuando una cuestión seria nos molesta, es también indignarse ante el mal, pero no hacer nada. Dios, sin embargo, no nos preguntará si nos hemos indignado con razón, sino si hicimos el bien.

Entonces, ¿cómo podemos complacer al Señor de forma concreta? Cuando se quiere agradar a una persona querida, haciéndole un regalo, por ejemplo, es necesario antes de nada conocer sus gustos, para evitar que el don agrade más al que lo hace que al que lo recibe. Cuando queremos ofrecer algo al Señor, encontramos sus gustos en el Evangelio. Justo después del pasaje que hemos escuchado hoy, Él nos dice: «Cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis» (Mt 25,40). Estos hermanos más pequeños, sus predilectos, son el hambriento y el enfermo, el forastero y el encarcelado, el pobre y el abandonado, el que sufre sin ayuda y el necesitado descartado. Sobre sus rostros podemos imaginar impreso su rostro; sobre sus labios, incluso si están cerrados por el dolor, sus palabras: «Esto es mi cuerpo» (Mt 26,26). En el pobre, Jesús llama a la puerta de nuestro corazón y, sediento, nos pide amor. Cuando vencemos la indiferencia y en el nombre de Jesús nos prodigamos por sus hermanos más pequeños, somos sus amigos buenos y fieles, con los que él ama estar. Dios lo aprecia mucho, aprecia la actitud que hemos escuchado en la primera Lectura, la de la «mujer fuerte» que «abre sus manos al necesitado y tiende sus brazos al pobre» (Pr 31,10.20). Esta es la verdadera fortaleza: no los puños cerrados y los brazos cruzados, sino las manos laboriosas y tendidas hacia los pobres, hacia la carne herida del Señor.


Ahí, en los pobres, se manifiesta la presencia de Jesús, que siendo rico se hizo pobre (cf. 2 Co 8,9). Por eso en ellos, en su debilidad, hay una «fuerza salvadora». Y si a los ojos del mundo tienen poco valor, son ellos los que nos abren el camino hacia el cielo, son «nuestro pasaporte para el paraíso». Es para nosotros un deber evangélico cuidar de ellos, que son nuestra verdadera riqueza, y hacerlo no sólo dando pan, sino también partiendo con ellos el pan de la Palabra, pues son sus destinatarios más naturales. Amar al pobre significa luchar contra todas las pobrezas, espirituales y materiales.

Y nos hará bien acercarnos a quien es más pobre que nosotros, tocará nuestra vida. Nos hará bien, nos recordará lo que verdaderamente cuenta: amar a Dios y al prójimo. Sólo esto dura para siempre, todo el resto pasa; por eso, lo que invertimos en amor es lo que permanece, el resto desaparece. Hoy podemos preguntarnos: «¿Qué cuenta para mí en la vida? ¿En qué invierto? ¿En la riqueza que pasa, de la que el mundo nunca está satisfecho, o en la riqueza de Dios, que da la vida eterna?». Esta es la elección que tenemos delante: vivir para tener en esta tierra o dar para ganar el cielo. Porque para el cielo no vale lo que se tiene, sino lo que se da, y «el que acumula tesoro para sí» no se hace «rico para con Dios» (Lc 12,21). No busquemos lo superfluo para nosotros, sino el bien para los demás, y nada de lo que vale nos faltará. Que el Señor, que tiene compasión de nuestra pobreza y nos reviste de sus talentos, nos dé la sabiduría de buscar lo que cuenta y el valor de amar, no con palabras sino con hechos.

PAPA FRANCISCO: LA SANIDAD ES UN DERECHO PARA TODOS LOS HOMBRES


La sanidad es un derecho para todos los hombres, subraya el Papa Francisco
 Foto: Facebook Papal Visit SriLanka 2015




VATICANO, 18 Nov. 17 / 11:16 am (ACI).- De qué manera afrontar las "disparidades globales en materia de salud" fue el tema que se trató en un congreso organizado por el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, al cual el Papa Francisco envió un mensaje en el que pide asistencia sanitaria para todos.

El Papa asegura en el escrito que todos los hombres tienen derecho a la sanidad, sin distinción de “pueblos y naciones”. “La Iglesia sugiere que la armonización del derecho a la tutela de la salud y el derecho a la justicia sea asegurada de una equitativa distribución de estructuras sanitarias y de recursos financieros según los principios de solidaridad y de subsidiaridad”.

Por otro lado, el Pontífice agradeció una iniciativa de este congreso: una plataforma operativa para la colaboración entre instituciones, entre ellas las sanitarias católicas, “en los diversos contextos geográficos y sociales”.


Una vez más, Francisco pidió ofrecer la mejor asistencia a los necesitados y también saber escuchar, así como “acompañar a la persona”.

“Una organización sanitaria eficiente y en grado de afrontar las disparidades no puede olvidar su fuente primaria: la compasión, del médico, del enfermero, del operador, del voluntario, de todos aquellos que por esta vía pueden restar el dolor a la soledad y la angustia”.

“La compasión es una vía privilegiada también para edificar la justicia, porque poniéndonos en la situación del otro no solo podemos encontrar los problemas, las dificultades y los miedos, sino también descubrir, en el interior de la fragilidad que tiene cada ser humano, la preciosidad y el valor único, en una palabra: la dignidad”.

El Papa entonces manifestó que la dignidad “es el fundamento de la justicia” y antes de despedirse, afirmó que “las estrategias sanitarias, orientadas a la búsqueda de la justicia y el bien común, deben ser económicas y éticamente sostenibles”.