sábado, 13 de mayo de 2017

PAPA FRANCISCO DECLARÓ SANTOS A PASTORCITOS FRANCISCO Y JACINTA, VIDENTES DE FÁTIMA


Papa declaró santos a pastorcitos Francisco y Jacinta, videntes de Fátima
Por Eduardo Berdejo
 Foto: Alexei Gotovskiy




FÁTIMA, 13 May. 17 / 04:28 am (ACI).- El Papa Francisco declaró santos este 13 de mayo a Francisco y Jacinta Marto, los pastorcitos videntes de Fátima, al inicio de la Misa celebrada en el atrio del santuario mariano y a la que asistieron 500.000 fieles, de acuerdo a las autoridades portuguesas.

De acuerdo al rito, el Santo Padre oyó atentamente la solicitud del Obispo de Leiria-Fátima, Mons. António Augusto dos Santos Marto, para que se “inscriba a los beatos Francisco Marto y Jacinta Marto en el catálogo de los santos y, como tales, sean invocados por todos los cristianos”.

Durante la petición, el Prelado estuvo acompañado por la postuladora de la causa, la religiosa Angela Coelho. Luego leyó una breve biografía de los dos pequeños hermanos que en 1917, junto con su prima Lucía –actualmente Sierva de Dios–, fueron testigos de las seis apariciones de la Virgen María en esta localidad portuguesa.

Así, luego de las letanías de los santos, el Papa procedió al recitar la fórmula de canonización: “En honor de la Santísima Trinidad, para exaltación de la fe católica y el incremento de la vida cristiana, con la autoridad de Nuestro Señor Jesucristo, de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo y la Nuestra, después de haber largamente reflexionado, implorando varias veces la ayuda divina y oído el parecer de muchos hermanos nuestros en el Episcopado, declaramos y definimos como Santos a los Beatos Francisco Marto y Jacinta Marto, y los inscribimos en el Catálogo de los Santos, estableciendo que, en toda la Iglesia, sean devotamente honrados entre los santos. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”.

Tras el agradecimiento de Mons. Dos Santos Marto, estallaron los aplausos de la multitud reunidad en las afueras del Santuario de Nuestra Señora de Fátima.

Antes de iniciarse la Misa, la imagen de la Virgen de Fátima entró en procesión transportada por los cadetes de la Academia Militar.

Asimismo, ingresaron las dos lámparas que contienen las reliquias de Francisco y Jacinta, transportadas por la postuladora, la hermana Angela Coelho, y por el consultor de la postulación, Pedro Valinho; acompañados de unos 20 niños y adolescentes de entre 9 y 16 años.

La imagen de la Virgen y las reliquias fueron ubicados a la derecha del altar. La Eucaristía es concelebrada por 8 cardenales, y 73 obispos y arzobispos.

Durante su homilía, el Papa aseguró que María, “previendo y advirtiéndonos sobre el peligro del infierno” al que lleva una vida sin Dios, se apareció en Fátima a tres pastorcitos para “recordarnos la Luz de Dios que mora en nosotros y nos cubre”

Pues “Fátima es sobre todo este manto de Luz que nos cubre, tanto aquí como en cualquier otra parte de la Tierra, cuando nos refugiamos bajo la protección de la Virgen Madre para pedirle, como enseña la Salve Regina, ‘muéstranos a Jesús’”, afirmó.

El Papa recordó a los fieles que “tenemos una Madre” y los exhortó a aferrarse a ella como hijos. Además, destacó que en la celebración de este sábado “nos hemos reunido aquí para dar gracias por las innumerables bendiciones que el Cielo ha derramado en estos cien años” de las apariciones “y que han transcurrido bajo el manto de Luz que la Virgen”.

“Como un ejemplo para nosotros, tenemos ante los ojos a San Francisco Marto y a Santa Jacinta, a quienes la Virgen María introdujo en el mar inmenso de la Luz de Dios, para que lo adoraran. De ahí recibían ellos la fuerza para superar las contrariedades y los sufrimientos”, afirmó.

El Pontífice señaló que “la presencia divina se fue haciendo cada vez más constante en sus vidas, como se manifiesta claramente en la insistente oración por los pecadores y en el deseo permanente de estar junto a ‘Jesús oculto’ en el Sagrario”.

Finalmente, Francisco pidió que “con la protección de María, seamos en el mundo centinelas que sepan contemplar el verdadero rostro de Jesús Salvador, que brilla en la Pascua, y descubramos de nuevo el rostro joven y hermoso de la Iglesia, que resplandece cuando es misionera, acogedora, libre, fiel, pobre de medios y rica de amor”.

Durante la presentación de dones estuvo presente el niño brasileño que se sanó milagrosamente gracias a la intercesión de los nuevos santos. El menor recibió un afectuoso abrazo del Santo Padre al llegar al altar.

También estuvo la familia del argentino Jorge Sosa, vigilante y sacristán del Santuario, quien se casó con Isabel, una mujer portuguesa con quien decidieron llamar a sus dos pequeños hijos Francisco y Jacinta, tal como los dos pastorcitos de Fátima. 

Al término de la Eucaristía, el Santo Padre dirigió unas palabras a las personas enfermas que asistieron a la Misa de canonización. "Jesús sabe lo que significa el sufrimiento, nos comprende, nos consuela y nos da fuerza, como hizo con san Francisco Marto y santa Jacinta, y con los santos de todas las épocas y lugares", les aseguró, para luego bendecirlas personalmente con el Santísimo Sacramento.

Finalmente, desde el altar, Francisco culminó la Misa bendiciendo a los miles de peregrinos con la Custodia.

PAPA FRANCISCO EN FÁTIMA: VIRGEN MARÍA NO ES UNA SANTITA QUE REGALA GRACIAS BARATAS


El Papa Francisco en Fátima: Virgen María no es una “santita” que regala gracias baratas
 Foto: Daniel Ibáñez (ACI Prensa)






FÁTIMA, 12 May. 17 / 03:55 pm (ACI).- En el marco de la vigilia de oración por los 100 años de las apariciones de la Virgen de Fátima, el Papa Francisco recordó a los fieles reunidos en el santuario mariano que Santa María es “una maestra de vida espiritual” y no una “santita” que otorga “gracias baratas”.

Pasadas las 9:00 p.m. (hora local), el Santo Padre llegó al Santuario de Fátima y rezó en silencio por cerca de cuatro minutos. Luego realizó la bendición de las velas de los cientos de miles de personas congregadas en el lugar.

En su oración, el Santo Padre pidió a Dios que “por intercesión de la Virgen María, que aquí se manifestó revestida de Tu luz, haz que perseveremos en la fe”.

En el mensaje que pronunció poco después, el Santo Padre, citando a Pablo VI, aseguró que “si queremos ser cristianos, tenemos que ser marianos”, y dijo que “cada vez que recitamos el Rosario, en este lugar bendito o en cualquier otro lugar, el Evangelio prosigue su camino en la vida de cada uno, de las familias, de los pueblos y del mundo”.

Francisco alentó a ser “peregrinos con María”, pero cuestionó: “¿Qué María? ¿Una maestra de vida espiritual, la primera que siguió a Cristo por el ‘camino estrecho’ de la cruz dándonos ejemplo, o más bien una Señora 'inalcanzable' y por tanto inimitable?”.

“¿La ‘Bienaventurada porque ha creído’ siempre y en todo momento en la palabra divina, o más bien una ‘santita’, a la que se acude para conseguir gracias baratas?”.

El Papa insistió en el cuestionamiento de si nos confiamos a “la Virgen María del Evangelio, venerada por la Iglesia orante, o más bien una María retratada por sensibilidades subjetivas, como deteniendo el brazo justiciero de Dios listo para castigar: una María mejor que Cristo, considerado como juez implacable; más misericordiosa que el Cordero que se ha inmolado por nosotros”.

El Santo Padre precisó que “cometemos una gran injusticia contra Dios y su gracia cuando afirmamos en primer lugar que los pecados son castigados por su juicio, sin anteponer —como enseña el Evangelio— que son perdonados por su misericordia”.

“Hay que anteponer la misericordia al juicio y, en cualquier caso, el juicio de Dios siempre se realiza a la luz de su misericordia. Por supuesto, la misericordia de Dios no niega la justicia, porque Jesús cargó sobre sí las consecuencias de nuestro pecado junto con su castigo conveniente”.

Francisco destacó que en Santa María “vemos que la humildad y la ternura no son virtudes de los débiles sino de los fuertes, que no necesitan maltratar a otros para sentirse importantes”.

“Llevados de la mano de la Virgen Madre y ante su mirada, podemos cantar con alegría las misericordias del Señor. Podemos decir: Mi alma te canta, oh Señor”, aseguró.

El Papa destacó también que “ninguna otra criatura ha visto brillar sobre sí el rostro de Dios” como Santa María, quien “dio un rostro humano al Hijo del Padre eterno; a quien podemos ahora contemplar en los sucesivos momentos gozosos, luminosos, dolorosos y gloriosos de su vida, como recordamos en el rezo del Rosario”.

“Con Cristo y María, permanezcamos en Dios”, alentó.

Concluido su mensaje, el Santo Padre presidió el rezo del Santo Rosario en diversos idiomas, como árabe, español, inglés, francés, albanés y polaco.

OFREZCAN A DIOS SUS SUFRIMIENTOS COMO LOS PASTORCILLOS DE FÁTIMA, PAPA FRANCISCO


El Papa a los enfermos: Ofrezcan a Dios sus sufrimientos como los pastorcillos de Fátima
Por Miguel Pérez Pichel




FÁTIMA, 13 May. 17 / 07:33 am (ACI).- El Papa Francisco saludó a los enfermos congregados frente al Santuario de Nuestra Señora de Fátima que asistieron a la Misa de Canonización de Santa Jacinta y San Francisco Marto, y los alentó a decirle a María, "como los pastorcillos, que queréis ofreceros a Dios con todo el corazón”, incluidos sus sufrimientos.

El Pontífice explicó que Jesús, “en su Pasión, cargó con nuestros sufrimientos”. Por eso, “Jesús sabe lo que significa el sufrimiento, nos comprende, nos consuela y nos da fuerza, como hizo con San Francisco Marto y Santa Jacinta, y con los santos de todas las épocas y lugares”.


Además, animó a los enfermos a que pidan a Dios consuelo y fortaleza en sus enfermedades, porque el Señor les escuchará. “Pienso en el apóstol Pedro, en cómo la Iglesia entera rezaba por él mientras estaba encadenado en la prisión de Jerusalén. Y el Señor lo consoló. Este es el misterio de la Iglesia: la Iglesia pide al Señor que consuele a los afligidos y él os consuela, incluso de manera oculta; os consuela en la intimidad del corazón y os consuela dándoos fortaleza”, afirmó.

En este sentido, Francisco también les animó a ofrecer sus sufrimientos a Dios. “Vivid vuestra vida como una gracia y decidle a Nuestra Señora, como los pastorcillos, que queréis ofreceros a Dios con todo el corazón. No os consideréis solamente como unos destinatarios de la solidaridad caritativa, sino sentíos partícipes a pleno título de la vida y misión de la Iglesia”.

“Vuestra presencia silenciosa –subrayó–, pero más elocuente que muchas palabras, vuestra oración, el ofrecimiento diario de vuestros sufrimientos, en unión con los de Jesús crucificado por la salvación del mundo, la aceptación paciente y hasta alegre de vuestra condición son un recurso espiritual, un patrimonio para toda comunidad cristiana”.

Y les exhortó: “¡No tengáis vergüenza de ser un tesoro valioso de la Iglesia!”. “Jesús va a pasar cerca de vosotros en el Santísimo Sacramento para manifestaros su cercanía y su amor. Confiadle vuestro dolor, vuestros sufrimientos, vuestro cansancio. Contad con la oración de la Iglesia que, por vosotros y con vosotros, se eleva al cielo desde todas partes. Dios es Padre y nunca os olvida”, concluyó.

PAPA FRANCISCO SALUDA A ENFERMOS AL TÉRMINO DE LA MISA DE CANONIZACIÓN DE FRANCISCO Y JACINTA


TEXTO: Saludo del Papa a los enfermos al término de la Misa de Canonización



FÁTIMA, 13 May. 17 / 06:52 am (ACI).- Luego culminar la Misa de canonización de los pastorcitos Francisco y Jacinta Marto, el Papa Francisco se acercó a la zona reservada para los enfermos, a quienes bendijo con el Santísimo Sacramento y dirigió las siguientes palabras:

Queridos hermanos y hermanas enfermos.


Como dije en la homilía, el Señor nos precede siempre: cuando atravesamos por alguna cruz, él ya ha pasado antes. En su Pasión, cargó con nuestros sufrimientos. Jesús sabe lo que significa el sufrimiento, nos comprende, nos consuela y nos da fuerza, como hizo con san Francisco Marto y santa Jacinta, y con los santos de todas las épocas y lugares. Pienso en el apóstol  Pedro, en cómo la Iglesia entera rezaba por él mientras estaba encadenado en la prisión de Jerusalén. Y el Señor lo consoló. Este es el misterio de la Iglesia: la Iglesia pide al Señor que consuele a los afligidos y él os consuela, incluso de manera oculta; os consuela en la intimidad del corazón y os consuela dándoos fortaleza.

Queridos peregrinos, ante nuestros ojos tenemos a Jesús invisible pero presente en la Eucaristía, así como tenemos a Jesús oculto pero presente en las llagas de nuestros hermanos y hermanas enfermos y atribulados. En el altar, adoramos la carne de Jesús; en ellos, descubrimos las llagas de Jesús. El cristiano adora a Jesús, el cristiano busca a Jesús, el cristiano sabe reconocer las llagas de Jesús. Hoy, la Virgen María nos repite a todos nosotros la pregunta que hizo, hace cien años, a los pastorcillos: «¿Queréis ofreceros a Dios?». La respuesta: «¡Sí, queremos!», nos ofrece la oportunidad de entender e imitar su vida. Ellos la vivieron con todo lo que conlleva de alegría y sufrimiento, en una actitud de ofrecimiento al Señor.

Queridos enfermos, vivid vuestra vida como una gracia y decidle a Nuestra Señora, como los pastorcillos, que queréis ofreceros a Dios con todo el corazón. No os consideréis solamente como unos destinatarios de la solidaridad caritativa, sino sentíos partícipes a pleno título de la vida y misión de la Iglesia. Vuestra presencia silenciosa, pero más elocuente que muchas palabras, vuestra oración, el ofrecimiento diario de vuestros sufrimientos, en unión con los de Jesús crucificado por la salvación del mundo, la aceptación paciente y hasta alegre de vuestra condición son un recurso espiritual, un patrimonio para toda comunidad cristiana. No tengáis vergüenza de ser un tesoro valioso de la Iglesia.

Jesús va a pasar cerca de vosotros en el Santísimo Sacramento para manifestaros su cercanía y su amor. Confiadle vuestro dolor, vuestros sufrimientos, vuestro cansancio. Contad con la oración de la Iglesia que, por vosotros y con vosotros, se eleva al cielo desde todas partes. Dios es Padre y nunca os olvida.

HOMILÍA DE PAPA FRANCISCO EN CANONIZACIÓN DE FRANCISCO Y JACINTA


Homilía del Papa en la Misa de canonización de los pastorcitos de Fátima



FÁTIMA, 13 May. 17 / 05:10 am (ACI).- El Papa Francisco presidió en el atrio del Santuario de Nuestra Señora de Fátima la Misa de canonización de los pastorcitos Francisco y Jacinta Marto, los niños que en 1917 fueron testigos de las apariciones de la Virgen en esta localidad portuguesa.

A continuación el texto completo de la homilía:


«Un gran signo apareció en el cielo: una mujer vestida del sol», dice el vidente de Patmos en el Apocalipsis (12,1), señalando además que ella estaba a punto de dar a luz a un hijo. Después, en el Evangelio, hemos escuchado cómo Jesús le dice al discípulo: «Ahí tienes a tu madre» (Jn 19,27).

Tenemos una Madre, una «Señora muy bella», comentaban entre ellos los videntes de Fátima mientras regresaban a casa, en aquel bendito 13 de mayo de hace cien años. Y, por la noche, Jacinta no pudo contenerse y reveló el secreto a su madre: «Hoy he visto a la Virgen». Habían visto a la Madre del cielo. En la estela de luz que seguían con sus ojos, se posaron los ojos de muchos, pero… estos no la vieron. La Virgen Madre no vino aquí para que nosotros la viéramos: para esto tendremos toda la eternidad, a condición de que vayamos al cielo, por supuesto.


Pero ella, previendo y advirtiéndonos sobre el peligro del infierno al que nos lleva una vida

?a menudo propuesta e impuesta? sin Dios y que profana a Dios en sus criaturas, vino a recordarnos la Luz de Dios que mora en nosotros y nos cubre, porque, como hemos escuchado en la primera lectura, «fue arrebatado su hijo junto a Dios» (Ap 12,5). Y, según las palabras de Lucía, los tres privilegiados se encontraban dentro de la Luz de Dios que la Virgen irradiaba. Ella los rodeaba con el manto de Luz que Dios le había dado. Según el creer y el sentir de muchos peregrinos —por no decir de todos—, Fátima es sobre todo este manto de Luz que nos cubre, tanto aquí como en cualquier otra parte de la tierra, cuando nos refugiamos bajo la protección de la Virgen Madre para pedirle, como enseña la Salve Regina, «muéstranos a Jesús».

Queridos Peregrinos, tenemos una Madre. Aferrándonos a ella como hijos, vivamos de la esperanza que se apoya en Jesús, porque, como hemos escuchado en la segunda lectura, «los que reciben a raudales el don gratuito de la justificación reinarán en la vida gracias a uno solo, Jesucristo» (Rm 5,17). Cuando Jesús subió al cielo, llevó junto al Padre celeste a la humanidad ?nuestra humanidad? que había asumido en el seno de la Virgen Madre, y que nunca dejará.

Como un ancla, fijemos nuestra esperanza en esa humanidad colocada en el cielo a la derecha del Padre (cf. Ef 2,6). Que esta esperanza sea el impulso de nuestra vida. Una esperanza que nos sostenga siempre, hasta el último suspiro.

Con esta esperanza, nos hemos reunido aquí para dar gracias por las innumerables bendiciones que el Cielo ha derramado en estos cien años, y que han transcurrido bajo el manto de Luz que la Virgen, desde este Portugal rico en esperanza, ha extendido hasta los cuatro ángulos de la tierra. Como un ejemplo para nosotros, tenemos ante los ojos a san Francisco Marto y a santa Jacinta, a quienes la Virgen María introdujo en el mar inmenso de la Luz de Dios, para que lo adoraran. De ahí recibían ellos la fuerza para superar las  contrariedades y los sufrimientos. La presencia divina se fue haciendo cada vez más constante en sus vidas, como se manifiesta claramente en la insistente oración por los pecadores y en el deseo permanente de estar junto a «Jesús oculto» en el Sagrario.

En sus Memorias (III, n.6), Sor Lucía da la palabra a Jacinta, que había recibido una visión: «¿No ves muchas carreteras, muchos caminos y campos llenos de gente que lloran de hambre por no tener nada para comer? ¿Y el Santo Padre en una iglesia, rezando delante del Inmaculado Corazón de María? ¿Y tanta gente rezando con él?» Gracias por haberme acompañado. No podía dejar de venir aquí para venerar a la Virgen Madre, y para confiarle a sus hijos e hijas. Bajo su manto, no se pierden; de sus brazos vendrá la esperanza y la paz que necesitan y que yo suplico para todos mis hermanos en el bautismo y en la humanidad, en particular para los enfermos y los discapacitados, los encarcelados y los desocupados, los pobres y los abandonados. Queridos hermanos: pidamos a Dios, con la esperanza de que nos escuchen los hombres, y dirijámonos a los hombres, con la certeza de que Dios nos ayuda.

En efecto, él nos ha creado como una esperanza para los demás, una esperanza real y realizable en el estado de vida de cada uno. Al «pedir» y «exigir» de cada uno de nosotros el cumplimiento de los compromisos del propio estado (Carta de sor Lucía, 28 de febrero de 1943), el cielo activa aquí una auténtica y precisa movilización general contra esa indiferencia que nos enfría el corazón y agrava nuestra miopía. No queremos ser una esperanza abortada. La vida sólo puede sobrevivir gracias a la generosidad de otra vida. «Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto» (Jn 12,24): lo ha dicho y lo ha hecho el Señor, que siempre nos precede. Cuando pasamos por alguna cruz, él ya ha pasado antes. De este modo, no subimos a la cruz para encontrar a Jesús, sino que ha sido él el que se ha humillado y ha bajado hasta la cruz para encontrarnos a nosotros y, en nosotros, vencer las tinieblas del mal y llevarnos a la luz.

Que, con la protección de María, seamos en el mundo centinelas que sepan contemplar el verdadero rostro de Jesús Salvador, que brilla en la Pascua, y descubramos de nuevo el rostro joven y hermoso de la Iglesia, que resplandece cuando es misionera, acogedora, libre, fiel, pobre de medios y rica de amor.

PAPA FRANCISCO VISITA TUMBAS DE LOS PASTORCITOS DE FÁTIMA


Papa Francisco visita las tumbas de los pastorcitos de Fátima
Por Miguel Pérez Pichel





FÁTIMA, 13 May. 17 / 04:08 am (ACI).- En su segundo día de peregrinación a Fátima, Portugal, para conmemorar los 100 años de las apariciones de la Virgen María en Fátima, el Papa Francisco visitó la Basílica de Nuestra Señora del Rosario de Fátima, donde se encuentran las tumbas de los pastorcitos, los nuevos santos Francisco y Jacinta, y la Sierva de Dios Lucía.

El Santo Padre acudió a este templo, en cuyo atrio celebrará la Santa Misa de canonización de los pastorcitos videntes Francisco y Jacinta, para rezar brevemente ante las tumbas de Francisco y Jacinta antes del inicio de la celebración eucarística.

Antes, de su llegada al templo, el Pontífice mantuvo un encuentro con el Primer Ministro de Portugal, Antonio Costa, en la Casa “Nossa Senhora do Carmo”. En la reunión, Francisco regaló al mandatario portugués un cuadro de la Última Cena en madreperla.

Se trata de la reproducción de una obra conocida del artista belga Philippe de Champaigne realizada en 1652 y que se conserva en el Museo del Louvre, en París. El cuadro, en el que figura Jesús rodeado por los doce apóstoles en el cenáculo, está adornado con una espléndida composición de madreperla de manufactura betlemita.


La escena evangélica está realizada en plata, y en ella, los artesanos han elaborado cada imagen mostrando una especial maestría en la representación de los rostros, para captar las expresiones del Señor y de los Apóstoles en un momento de gran trascendencia.

Por su parte, el Primer Ministro de Portugal, regaló al Papa Francisco un relicario en plata con una imagen de San Antonio.