miércoles, 1 de marzo de 2017

TEXTO: CATEQUESIS DEL PAPA FRANCISCO SOBRE LA CUARESMA Y LA ESPERANZA


TEXTO: Catequesis del Papa Francisco sobre la Cuaresma y la esperanza
.Foto: Lucía Ballester / ACI Prensa
VATICANO, 01 Mar. 17 / 06:23 am (ACI).- Con motivo del inicio de la Cuaresma, el Papa Francisco dedicó la Audiencia General del miércoles a explicar su significado y recordar el paso del pueblo de Israel por el desierto antes de llegar a la Tierra prometida.

“La Cuaresma vive de esta dinámica: Cristo nos precede con su éxodo, y nosotros atravesamos el desierto gracias a Él y detrás de Él. Él es tentado por nosotros, y ha vencido al Tentador por nosotros, pero también nosotros debemos con Él afrontar las tentaciones y superarlas”, explicó durante la catequesis.


A continuación, la catequesis completa del Papa:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

En este día, Miércoles de Ceniza, entramos en el Tiempo litúrgico de la Cuaresma. Y ya que estamos desarrollando el ciclo de catequesis sobre la esperanza cristiana, hoy quisiera presentarles la Cuaresma como camino de esperanza.

De hecho, esta perspectiva se hace enseguida evidente si pensamos que la Cuaresma ha sido instituida en la Iglesia como tiempo de preparación para la Pascua, y por lo tanto, todo el sentido de este periodo de cuarenta días es iluminado por el misterio pascual hacia el cual está orientado. Podemos imaginar al Señor Resucitado que nos llama a salir de nuestras tinieblas, y nosotros nos ponemos en camino hacia Él, que es la Luz. Y la Cuaresma es un camino hacia Jesús Resucitado. La Cuaresma es un periodo de penitencia, también de mortificación, pero no un fin en sí mismo, sino finalizado a hacernos resurgir con Cristo, a renovar nuestra identidad bautismal, es decir, a renacer nuevamente “desde lo alto”, desde el amor de Dios (Cfr. Jn 3,3). Por esto es que la Cuaresma es, por su naturaleza, tiempo de esperanza.

Para comprender mejor que cosa significa esto, debemos referirnos a la experiencia fundamental del éxodo de los Israelitas de Egipto, narrada en la Biblia en el libro que lleva este nombre: Éxodo. El punto de partida es la condición de esclavitud en Egipto, la opresión, los trabajos forzados. Pero el Señor no se ha olvidado de su pueblo y de su promesa: llama a Moisés y, con brazo poderoso, hace salir a los Israelitas de Egipto y los guía a través del desierto hacia la Tierra de la libertad. Durante este camino de la esclavitud a la libertad, el Señor da a los Israelitas la ley, para educarlos en el amor a Él, el único Señor, y para amarse entre ellos como hermanos. La Escritura muestra que el éxodo es largo y fatigoso: simbólicamente dura 40 años, es decir, el tiempo de vida de una generación. Una generación que, ante las pruebas del camino, es siempre tentada a añorar Egipto y volver atrás. También todos nosotros conocemos la tentación de regresar atrás, todos. Pero el Señor permanece fiel y esta pobre gente, guiada por Moisés, llega a la Tierra prometida. Todo este camino es realizado en la esperanza: la esperanza de alcanzar la Tierra, y justamente en este sentido es un “éxodo”, una salida de la esclavitud a la libertad. Y estos 40 días son también para todos nosotros una salida de la esclavitud del pecado a la libertad, al encuentro del Cristo Resucitado. Cada paso, cada fatiga, cada prueba, cada caída y cada salida, todo tiene sentido solo dentro del designio de salvación de Dios, que quiere para su pueblo la vida y no la muerte, la alegría y no el dolor.

La Pascua de Jesús es su éxodo, con el cual Él nos ha abierto la vía para alcanzar la vida plena, eterna y gozosa. Para abrir esta vía, este camino, Jesús ha debido despojarse de su gloria, humillarse, hacerse obediente hasta la muerte y la muerte de cruz. Abrirnos el camino a la vida eterna le ha costado toda su sangre, y gracias a Él nosotros somos salvados de la esclavitud del pecado. Pero esto no quiere decir que Él ha hecho todo y nosotros no debemos hacer nada, que Él ha pasado por medio de la cruz y nosotros “vamos al paraíso en un carruaje”. No, no quiere decir esto. No es así. Nuestra salvación es ciertamente un don suyo, pero, como es una historia de amor, requiere nuestro “si” y nuestra participación en su amor, como nos demuestra nuestra Madre María y después de ella todos los santos.

La Cuaresma vive de esta dinámica: Cristo nos precede con su éxodo, y nosotros atravesamos el desierto gracias a Él y detrás de Él. Él es tentado por nosotros, y ha vencido al Tentador por nosotros, pero también nosotros debemos con Él afrontar las tentaciones y superarlas. Él nos dona el agua viva de su Espíritu, y a nosotros corresponde tomar de su fuente y beber, en los Sacramentos, en la oración, en la adoración; Él es la luz que vence las tinieblas, y a nosotros se nos pide alimentar la pequeña llama que nos ha sido confiada el día de nuestro Bautismo.

En este sentido la Cuaresma es «signo sacramental de nuestra conversión» (Misal Romano, Oración colecta I Dom. de Cuaresma), quien realiza el camino de la Cuaresma esta siempre en el camino de la conversión. Es un signo sacramental de nuestro camino de la esclavitud a la libertad, siempre por renovar. Un camino ciertamente difícil, como es justo que sea, porque el amor es arduo, pero es un camino lleno de esperanza. Es más, diría además: el éxodo cuaresmal es el camino en el cual la esperanza misma se forma. La fatiga de atravesar el desierto – todas las pruebas, las tentaciones, las ilusiones, las visiones… – todo esto vale para forjar una esperanza fuerte, sólida, en el modelo de la Virgen María, que en medio a las tinieblas de la pasión y de la muerte de su Hijo continuó creyendo y esperando en su resurrección, en la victoria del amor de Dios.

Con el corazón abierto a este horizonte, entramos hoy en la Cuaresma. Sintiéndonos parte del pueblo santo de Dios, iniciamos con alegría hoy este camino de esperanza. Gracias.

PAPA FRANCISCO PIDE MIRAR A CADA SIN TECHO COMO PERSONA


Papa Francisco pide mirar a cada sin techo como persona y no “como si fuese un perro”
Por Miguel Pérez Pichel


VATICANO, 28 Feb. 17 / 12:06 pm (ACI).- “Se puede mirar a un sin techo y verla como a una persona, o bien como si fuese un perro”, con estas duras palabras, el Papa Francisco habló de la necesidad de acoger y de ayudar a las personas que viven en la calle.

Lo hizo en una entrevista concedida al semanario “Scarp de’ tenis”, elaborado por personas en situación de exclusión social de Milán y distribuido directamente en sus calles. La entrevista se publica con motivo de la próxima visita del Santo Padre a esta ciudad italiana prevista para el próximo sábado 25 de marzo.


En sus respuestas, el Pontífice reveló que las primeras palabras que dirige a las personas sin hogar cuando se encuentra con ellas son: “Buenos días, ¿cómo estás?”. Francisco explicó que “algunas veces se intercambian pocas palabras, otras veces, por el contrario, se entra en una relación y se escuchan historias interesantes”.

El Papa advirtió que “las personas que viven en la calle comprenden inmediatamente cuándo hay un verdadero interés por parte de la otra persona o cuando hay ese sentimiento de pena”. En este sentido reconoció que el egoísmo puede establecer una barrera con las personas excluidas. “Es muy difícil ponerse en los zapatos de los demás porque a menudo somos esclavos de nuestro egoísmo”, señaló, e indicó que “ponerse en los zapatos de los demás significa tener una gran capacidad de comprensión”.

Para explicar mejor lo que quería decir, el Obispo de Roma contó una anécdota. “En el Vaticano -relató- es famosa la historia de una persona sin hogar, de origen polaco, que normalmente se quedaba en la Plaza del Risorgimento de Roma. No hablaba con nadie, ni siquiera con los voluntarios de la Caritas que le llevaban un plato caliente por la tarde. Solamente después de un largo tiempo lograron hacer que les contara su historia: ‘Soy un cura, conozco bien a su Papa, estudiamos juntos en el seminario’. Los rumores llegaron a San Juan Pablo II, que escuchó el nombre, confirmó que había estado con él en el seminario y quiso reunirse con él”.

Francisco detalló que San Juan Pablo II y el sacerdote, cuando se encontraron, “se abrazaron, después de cuarenta años, y al final de una audiencia el Papa pidió que lo confesara. Después de la confesión, el sacerdote le dijo al Papa: ‘Ahora te toca a ti’. Y el compañero de seminario fue confesado por el Papa”.

“Gracias al gesto de un voluntario –continuó el Papa–, de un plato caliente, de algunas palabras de consuelo, de una mirada de bondad, esta persona pudo volver a levantarse y emprender una vida normal que lo llevó a convertirse en capellán de un hospital. El Papa lo ayudó, claro, es un ‘milagro’, pero es también un ejemplo para decir que las personas sin hogar tienen una gran dignidad”.

Las excusas para no dar limosna

“Pero, ¿cómo le voy a dar dinero si luego se lo va a gastar en tomarse un vaso de vino?”. Este es uno de los “muchos argumentos para justificarse a uno mismo cuando no se da limosna”, lamentó el Santo Padre.

Sin embargo, rechazó ese argumento porque “un vaso de vino es la única felicidad que puede tener en la vida”. “Una ayuda siempre es justa”, insistió.

Además, señaló que la verdadera ayuda no consiste en “lanzarle al pobre solo calderilla”. “Es importante el gesto, ayudar a quien pide mirándole a los ojos, cogiéndole de las manos. Arrojar dinero y no mirar a los ojos de quien lo recibe, no es un gesto cristiano”, afirmó.

Enseñar caridad no es deshacerse de las culpas propias, sino un tocar, un mirar la miseria que tengo dentro y que el Señor comprende y salva. Porque todos nosotros tenemos miserias dentro”. 

HOY 1 DE MARZO ES MIÉRCOLES DE CENIZA






lunes, 27 de febrero de 2017

PAPA FRANCISCO VISITA IGLESIA ANGLICANA EN ROMA Y ALIENTA A LA UNIDAD


El Papa hace historia una vez más: Visita iglesia anglicana en Roma y alienta a la unidad
Por Miguel Pérez Pichel



VATICANO, 26 Feb. 17 / 10:48 am (ACI).- En su visita a la parroquia anglicana de Todos los Santos en Roma, el Papa Francisco pronunció un discurso en el que, a partir de la segunda carta de San Pablo a los Corintios, señaló que el camino hacia la unidad de los cristianos debe sustentarse en la humildad y en la misericordia.

Es la primera vez que un Obispo de Roma visita una parroquia anglicana en la capital italiana. La invitación realizada al Papa para visitar y hablar ante esta comunidad anglicana se produjo en el contexto del 200 aniversario de la parroquia.


El Obispo de la Diócesis de Europa de la Iglesia de Inglaterra, Robert Innes, recibió al Santo Padre. En sus palabras de bienvenida, le recordó las diferentes ocasiones en que se reunió con líderes anglicanos y le agradeció su labor ecuménica y pastoral.

En su discurso, el Pontífice afirmó que “en el transcurso de estos dos siglos, mucho ha cambiado en la relación entre anglicanos y católicos, que en el pasado se miraban con desconfianza y hostilidad”.

“Hoy, gracias a Dios, nos reconocemos como lo que realmente somos: hermanos y hermanas en Cristo, mediante nuestro común bautismo. Como amigos y peregrinos, deseamos caminar juntos, seguir juntos a nuestro Señor Jesucristo”.

El Pontífice destacó que “católicos y anglicanos estamos humildemente agradecidos porque, después de siglos de desconfianza mutua, ahora somos capaces de reconocer que la fecunda gracia de Cristo está en las obras tanto de unos como de otros”.

“Damos gracias al Señor porque entre los cristianos haya crecido el deseo de una mayor cercanía, que se manifiesta en el rezar juntos, en el testimonio común del Evangelio y, sobre todo, en las diferentes formas de servicio”.

Francisco llamó a tener paciencia en el camino ecuménico, pues “en ocasiones, el progreso en el camino hacia la comunión plena puede parecer lento e incierto, pero hoy podemos trazar el aliento de nuestro encuentro”.

Durante la visita en la parroquia de Todos los Santos, el Papa bendijo un icono de Cristo Salvador. A partir de este icono, reflexionó sobre la misericordia. “La misericordia divina es la fuente de todo el ministerio cristiano”, dijo.

“Cuando nosotros, comunidad de cristianos bautizados, nos enfrentamos a los desacuerdos y nos colocamos frente al rostro misericordioso de Cristo, lo hacemos del mismo modo que lo hizo San Pablo en una de las primeras comunidades cristianas”, afirmó..

El Papa habló de la humildad “que no solo es una bella virtud, sino que es una cuestión de identidad: Pablo se considera como un servidor que no se anuncia a sí mismo, sino a Jesucristo, el Señor. Y cumple este servicio, este ministerio según la misericordia que le fue concedida; no en base a su valentía y contando con sus fuerzas, sino en la fe de que Dios lo mira y lo sostiene con misericordia en su debilidad”.

“Hacerse humilde es reconocerse necesitados de Dios, pidiendo misericordia: es el punto de partida para que Dios actúe en nosotros”, resaltó el Papa.


Además, el Santo Padre destacó que de esa humildad surge “la alegría de ser amados por el Señor y de amarlo. Es nuestro bien más precioso, nuestro tesoro”.

“Somos solo vasos de barro, pero custodiamos en nuestro interior el tesoro más grande del mundo”, dijo luego y subrayó que “San Pablo, pecador arrepentido, humildemente reconoce que es frágil como un vaso de barro. Pero sabe que allí donde hay miseria humana, se abre la acción misericordiosa de Dios”.

Como gesto de este renovado encuentro entre católicos y anglicanos, los responsables de la parroquia anglicana de All Saints y de la católica de Ognissanti han firmado un acuerdo de hermanamiento.

Este hermanamiento se traducirá en una colaboración estrecha en acciones de solidaridad y oración conjunta entre ambas parroquias.

domingo, 26 de febrero de 2017

PAPA FRANCISCO: DIOS NUNCA DECEPCIONA Y QUIEN SE AFERRA A ÉL NO SE CAE


Papa Francisco: Dios nunca decepciona y quien se aferra a Él no se cae
Por Miguel Pérez Pichel





VATICANO, 26 Feb. 17 / 07:23 am (ACI).- Los amigos pueden decepcionar pero “Dios nunca decepciona”, dijo el Papa Francisco durante el rezo del Ángelus en la plaza de San Pedro este domingo 26 de febrero en el Vaticano.

“Dios es fiel, es un padre fiel, es un amigo fiel, es un aliado fiel”. “¡Quien se aferra a Dios no se cae nunca! Dios es nuestra defensa contra el mal que está al acecho”, afirmó Francisco.

El Santo Padre explicó que la mirada de Dios es una “mirada benéfica y afectuosa que permanece cotidianamente en vigilia por nuestras vidas. Vidas que transcurren bajo el peso de tantas preocupaciones que amenazan con quitarnos la serenidad y el equilibrio. Pero esta ansiedad es a menudo inútil, porque no puede cambiar el curso de los acontecimientos”.

“Jesús nos exhorta con insistencia a no preocuparnos del mañana –señaló Francisco–, recordando que por encima de todo hay un Padre amoroso que no se olvida nunca de sus hijos. Fiarse de Él no resuelve mágicamente los problemas, pero permite afrontarlos con el ánimo justo”.

En su reflexión previa al rezo del Ángelus, el Pontífice animó a ver en Dios a un Padre cercano, siempre dispuesto a ayudar a todos sus hijos.

“Dios no es un ser lejano y anónimo. Es nuestro refugio, la fuente de nuestra serenidad y de nuestra paz. Es la roca de nuestra salvación, a la cual podemos adherirnos con la certeza de no caernos. Dios es para nosotros el gran amigo, el aliado, el padre, pero no siempre nos damos cuenta. Preferimos apoyarnos en bienes inmediatos y contingentes, olvidando, y algunas veces incluso refutando, el bien supremo que es el amor paterno de Dios”, dijo el Papa.

“Sentirlo Padre, en esta época de orfandad, es muy importante. Nos alejamos del amor de Dios cuando andamos buscando obsesivamente bienes terrenales y riquezas, manifestando así un amor exagerado a esta realidad”.

En este sentido, el Pontífice subrayó la importancia de fiarse de Dios para sustentar la vida en el Evangelio, y renunciar a vivir buscando solo lo material: “Jesús nos dice que esta búsqueda afanosa es ilusoria y motivo de infelicidad”.

Por ello, Jesús “da a sus discípulos una regla de vida fundamental: ‘Buscad, en primer lugar, el Reino de Dios’. Se trata de realizar el proyecto que Jesús anunció en el Discurso de la montaña, fiándose de Dios, que no defrauda, haciéndonos administradores fieles de los bienes que Él nos ha dado, pero sin sobreactuar, como si todo, incluso nuestra salvación, dependiera sólo de nosotros”.

El Papa Francisco recordó que “esta actitud evangélica exige una elección clara, que el pasaje evangélico de hoy indica con precisión: ‘No se puede servir a Dios y a las riquezas’. O el Señor, o los ídolos fascinantes más ilusorios”.


“Esta elección, que estamos llamados a realizar, tiene repercusión en todos nuestros actos, programas y compromisos. Esta elección debe hacerse de manera clara, y renovarse continuamente, porque las tentaciones de reducirlo todo a dinero, placer, y poder son constantes”.

Esta elección hunde sus raíces en la esperanza cristiana, sustentada en la promesa de Dios. “Mientras que honrar a estos ídolos conduce a resultados tangibles, aunque fugaces, escoger a Dios y a su Reino no siempre muestra de forma inmediata sus frutos. Es una decisión que se toma en la esperanza y que deja en manos de Dios su plena realización”.

“La esperanza cristiana -concluyó el Papa- se sustenta en el cumplimientos futuro de la promesa de Dios, y no se detiene ante ninguna dificultad porque está fundada sobre la fidelidad de Dios, que nunca falla”.

PAPA FRANCISCO: CONSTRUYAN PUENTES ANTE LOS MUROS QUE SE ALZAN POR MIEDOS A LOS DEMÁS


Papa Francisco: Construyan puentes ante los muros que se alzan por miedo a los demás
Por Miguel Pérez Pichel
Foto Daniel Ibáñez (ACI Prensa)
VATICANO, 25 Feb. 17 / 07:17 am (ACI).- Durante una audiencia a miembros de la Delegación Católica para la Cooperación de la Conferencia Episcopal de Francia, el Papa Francisco animó a no temer “recorrer el camino de la fraternidad y a construir puentes entre las personas y entre los pueblos, en un mundo en el que aún se alzan muchos muros por miedo a los demás”.

En la audiencia, que tuvo lugar este sábado 25 de febrero en el Palacio Apostólico del Vaticano, el Santo Padre alentó “una cultura en la cual nadie mire al otro con indiferencia, ni aparte la mirada cuando ve el sufrimiento de los hermanos”.

De ese modo, indicó el Pontífice, se podrá “hacer crecer una cultura de la misericordia, basada en el redescubrimiento del encuentro con los demás”.

El Santo Padre alabó el trabajo de los miembros de la delegación y les dijo que “mediante vuestra iniciativa, vuestros proyectos y vuestras acciones, hacen visible una Iglesia pobre con y para los pobres, una Iglesia en salida que se aproxima a las personas en situación de sufrimiento, de precariedad, de marginación, de exclusión”.

“Los animo a permanecer al servicio de una Iglesia que permita a cada uno reconocer la sorprendente proximidad de Dios, su ternura y su amor, y de acoger la fuerza que Él nos da en Jesucristo, su Palabra viviente, para que invirtamos nuestros talentos en favor del bien de todos y de la protección de nuestra casa común”.

Francisco hizo referencia a la encíclica Populorum progressio, del Beato Pablo VI y recordó que “el desarrollo no se reduce al simple crecimiento económico. Para que el desarrollo sea auténtico debe ser integral, lo que significa promover el bien de cada hombre y de todos los hombres. La solidaridad mundial siempre es diferente, debe permitir a todos los pueblos convertirse en protagonistas de su destino”.

“Tal convicción, –afirmó– es la que llevó a la Iglesia en Francia a crear, hace cincuenta años, la Delegación Católica para la Cooperación, en fidelidad al gran celo misionero al cual ha sido capaz de ofrecer su generosa contribución en el transcurso de los siglos”.

La idea de la ayuda mutua estuvo presente en las palabras que el Obispo de Roma dirigió a los presentes en la audiencia: “realizan una auténtica cooperación entre las Iglesias locales y el pueblo, luchando contra la miseria y trabajando por un mundo más justo y más fraterno”.


Una cooperación construida sobre una “verdadera asociación con las Iglesias y los actores locales en los países a los que envía voluntarios, y trabajando en colaboración con las autoridades civiles y todas las personas de buena voluntad”.

De ese modo, concluyó el Papa, “contribuyen también a una auténtica conversión ecológica que reconoce la inminente dignidad de cada persona, el valor que le es propio, su creatividad y su capacidad de buscar y promover el bien común”.

PAPA FRANCISCO: PREPARACIÓN PARA EL MATRIMONIO NO PUEDE HACERSE CON SOLO 2 O 3 REUNIONES


Papa Francisco: Preparación para el matrimonio no puede hacerse con solo 2 o 3 reuniones
Por Miguel Pérez Pichel
 Foto: Alan Holdren (ACI Prensa)



VATICANO, 25 Feb. 17 / 10:11 am (ACI).- El Papa Francisco reflexionó sobre la importancia de la formación de los novios para el matrimonio y el necesario acompañamiento que deben prestar los párrocos para que testimonien la importancia de este sacramento.

“Cuántos de estos jóvenes que acuden a los cursos prematrimoniales comprenden qué significa ‘matrimonio’, el signo de la unión de Cristo y de la Iglesia. Dicen que sí lo comprenden, pero, ¿de verdad lo comprenden? ¿Tienen fe en ello? Estoy convencido de que necesitamos un verdadero catecumenado para el sacramento del matrimonio, y no hacer la preparación con dos o tres reuniones y luego marcharse”, aseguró el Santo Padre.

Así, lo indicó el Pontífice este sábado 25 de febrero en la audiencia en el Palacio Apostólico a los participantes en el curso de formación para párrocos promovido por el Tribunal de la Rota Romana sobre el nuevo proceso de nulidad matrimonial.

El Papa recordó que los párrocos “son los principales responsables del catecumenado de los futuros esposos, que incluye la preparación para el matrimonio, su celebración y los años inmediatamente posteriores”.

Por ello los alentó a recordar “siempre a los esposos cristianos que en el sacramento del matrimonio, Dios refleja en ellos su imagen y el carácter inmenso de su amor. El matrimonio, de hecho, es una imagen de Dios, creada por Él para nosotros”.

“El amor de Dios Uno y Trino, y el amor entre Cristo y la Iglesia, su esposa, permanecen en el centro de la catequesis y de la evangelización matrimonial”, resaltó Francisco.

Durante el curso, los párrocos han profundizado en el contenido de la exhortación apostólica “Amoris laetitia” y en los motu proprio “Mitis Iudex” y “Misericors Iesus”, documentos que desarrollan la reforma del proceso de nulidad matrimonial alentado por el Papa.

El Pontífice explicó a los párrocos presentes que “en la mayor parte de los casos, ustedes son los primeros interlocutores de los jóvenes que desean formar una nueva familia y casarse en el sacramento del matrimonio”.

“Y a ustedes se dirigen los cónyuges que, debido a serios problemas en su relación, se encuentran en crisis, tienen necesidad de reavivar la fe y redescubrir la gracia del Sacramento; y en ciertos casos piden indicaciones para iniciar un proceso de nulidad”.

“De cada persona y de cada situación ustedes están llamados a ser compañeros de viaje para testimoniar y sostener”, afirmó.

Francisco detalló cuales deben ser las prioridades del párroco en su pastoral matrimonial: “vuestra primera preocupación debe ser testimoniar la gracia del sacramento del matrimonio, y el bien primordial de la familia, célula vital de la Iglesia y de la sociedad, mediante la proclamación de que el matrimonio entre un hombre y una mujer es signo de la unión esponsal de Cristo y la Iglesia”.

“Ese testimonio lo realizan concretamente cuando preparan a los novios para el matrimonio, haciéndolos conscientes del significado profundo del paso que están dando, y cuando acompañan con cuidado a las jóvenes parejas, ayudándoles a vivir la fuerza divina y la belleza de su matrimonio en la luz y en la oscuridad; en los momentos de alegría, pero también en los de fatiga”.

Además, “mientras ofrecen este testimonio, debe ser también vuestra responsabilidad apoyar a los que se ha dado cuenta de que su unión no es un verdadero matrimonio sacramental, y quieren salir de esa situación”.


“Ese trabajo delicado y necesario debe hacerse de forma que sus fieles los reconozcan no como expertos de actos burocráticos o de normas legales, sino como hermanos que se ponen en actitud de escucha y comprensión”.

El Santo Padre pidió a los párrocos acercarse a aquellos novios que viven juntos sin estar casados: “háganse cercanos en el encuentro y en la acogida, con el estilo propio del Evangelio, de aquellos jóvenes que prefieren convivir sin casarse”.

“En el ámbito espiritual y moral, esos jóvenes se encuentran entre los pobres y los pequeños, sobre los cuales la Iglesia, siguiendo las huellas de su Maestro y Señor, quiere ser madre que no abandona y que se acerca y se preocupa. También estas personas son amadas en el corazón de Cristo. Tengan hacia ellos una mirada de ternura y compasión”.

El Papa concluyó señalando que “esta preocupación por los últimas, que emana del Evangelio, es parte esencial de vuestro trabajo de promoción y difusión del sacramento del matrimonio”.