miércoles, 8 de febrero de 2017

UN CRISTIANO NUNCA RESPONDE A UNA OFENSA CON UN ME LAS PAGARÁS


Un cristiano nunca responde a una ofensa con un “me la pagarás”, dice Papa Francisco
Por Miguel Pérez Pichel
 Foto: Lucía Ballester / ACI Prensa





VATICANO, 08 Feb. 17 / 05:13 am (ACI).- La caridad con los débiles, los pobres, los marginados, en definitiva, la caridad con los últimos de la sociedad, es lo que sostiene la esperanza cristiana. Así lo indicó el Papa Francisco en la Audiencia General del miércoles en el Aula Pablo VI.

Esa caridad implica perdonar toda ofensa, responder con el perdón a todo agravio porque, según afirmó: “el cristiano nunca puede decir, ‘me la pagarás’. ¡Nunca! Ese no es un gesto cristiano. La ofensa se vence con el perdón”.


El Papa se refirió a la Primera Carta de San Pablo a los Tesalonicenses, donde “exhorta a permanecer radicados en la esperanza de la resurrección. En ese mismo contexto, el Apóstol muestra que la esperanza cristiana no es solo un aliento individual, sino comunitario, eclesial”.

El Pontífice explicó que aquellos, dentro de la comunidad cristiana, a los que se les han encargado la responsabilidad y la dirección pastoral, “son los primeros en estar llamados a alimentar la esperanza, y esto no porque sean mejores que los demás, sino en virtud de un ministerio divino que va más allá de sus fuerzas”.


“Por ese motivo, tienen más que nadie necesidad del respeto, la comprensión y la ayuda benévola de todos”.

En su carta, continuó el Santo Padre, San Pablo centra la atención también “en los hermanos que están en mayor riesgo de perder la esperanza, de caer en la desesperación. Se refiere a los que están desanimados, a los débiles, a los que se sienten derribados por el peso de la vida y de sus pecados, y que ya no son capaces de levantarse".

"En esos casos, la cercanía y el calor de toda la Iglesia deben ser incluso más intensos, y deben asumir la forma más exquisita de la compasión, del reconforto y de la consolación”.

En este sentido, el Santo Padre resaltó que “la compasión no es solo ‘piedad’. La compasión es sufrir con el otro, acercarme a aquellos que sufren. Una palabra, una caricia que procede del corazón”.

“La esperanza cristiana no puede prescindir de la caridad concreta y genuina”, recordó. Además, se refirió a la obligación de los cristianos de ofrecerse a los más necesitados para aliviar sus cargas sin esperar nada a cambio.

“El mismo Apóstol de los gentiles, en la Carta a los Romanos, afirma con la mano en el corazón: ‘Nosotros, que somos fuertes, tenemos el deber de portar la enfermedad de los débiles, sin compadecernos de nosotros mismos’".

"Este testimonio no puede permanecer cerrado dentro de los confines de la comunidad cristiana: resuena con todo su vigor también fuera, en el contexto social y civil, como llamado a no construir muros, sino puentes, a no combatir el mal con el mal, a vencer el mal con el bien, la ofensa con el perdón, a vivir en paz con todos. ¡Esa es la Iglesia! Y en eso consiste la esperanza cristiana cuando asume los rasgos de fortaleza, y al mismo tiempo tiernos, del amor”.


De esta manera, el Obispo de Roma subrayó que “no se aprende a tener esperanza solo. No es posible. La esperanza, para que se alimente, tiene necesariamente necesidad de un ‘cuerpo’, en el cual, los diferentes miembros, se sostienen y se reavivan entre sí".

"Así pues, esto quiere decir que, si esperamos, es porque muchos de nuestros hermanos y hermanas nos han enseñado a esperar y han mantenido viva nuestra esperanza. Y entre ellos se distinguen los pequeños, los pobres, los simples y los marginados. Porque quien se encierra en su propio bienestar, no conoce la esperanza”.

Aquellos que “experimentan cada día la prueba, la precariedad, sus propios límites”, son los que nos ofrecen “un testimonio más hermoso, más fuerte, porque se mantienen firmes en la confianza en el Señor, sabiendo que, más allá de la tristeza, de la opresión y de la inevitabilidad de la muerte, la última Palabra será del Señor, y será una palabra de misericordia, vida y paz”.

PAPA FRANCISCO PIDE MÁS COMPROMISO DE LOS GOBIERNOS EN LUCHA CONTRA LA TRATA DE PERSONAS


El Papa pide más compromiso de los gobiernos en la lucha contra la trata de personas
Por Miguel Pérez Pichel
Foto referencial: Lucía Ballester (ACI Prensa)
VATICANO, 08 Feb. 17 / 06:51 am (ACI).- El Papa Francisco pidió un mayor compromiso de los gobiernos del mundo en la lucha contra la trata de personas y en la ayuda a las víctimas.

Durante la Audiencia General de este miércoles 8 de febrero en el Aula Pablo VI, el Santo Padre recordó que “hoy se celebra la Jornada de Oración y Reflexión contra la trata de personas, que este año está dedicada de forma particular a los niños y adolescentes”.


“Animo a todos aquellos que de diferentes modos ayudan a los menores víctimas de la esclavitud y de los abusos a liberarse de esas opresiones”, continuó.

“Llamo a todos los que tienen responsabilidades de gobierno a combatir con decisión esa plaga, dando voz a nuestros hermanos más pequeños humillados en su dignidad. Debemos hacer todo lo posible para erradicar este crimen vergonzoso e inaceptable”.

El Pontífice ha mostrado en numerosas ocasiones su preocupación por la trata de personas y su compromiso en la erradicación de este crimen contra los derechos humanos que afecta a más de 40 millones de personas.

Tras la conferencia internacional sobre la trata de personas celebrada en el Vaticano en abril de 2014, el Papa creó el Grupo “Santa Marta”, con el objetivo de contrarrestar “la plaga social de la trata de personas, unida a nuevas formas de esclavitud, cuyas víctimas son hombres y mujeres, a menudo menores, explotadas aprovechando su pobreza y marginación”, según indicó él mismo.

Asimismo, en la audiencia de hoy Francisco también recordó la celebración de la Jornada Mundial del Enfermo que tendrá lugar en Lourdes el próximo sábado 11 de febrero, celebración de la Beata Virgen María de Lourdes.

“La celebración principal tendrá lugar en Lourdes, y la presidirá el Cardenal Secretario de Estado. Invito a rezar, por intercesión de nuestra Santa Madre, por todos los enfermos, especialmente por aquellos que está más graves y abandonados, y también por todos aquellos que se preocupan por ellos”.

Fue el Papa San Juan Pablo II quien instituyó la Jornada Mundial del Enfermo. La primera celebración tuvo lugar en Lourdes el 11 de febrero de 1993.


Este año celebra su 25ª edición y tendrá por lema “El asombro ante las obras que Dios realiza: ‘El Poderoso ha hecho obras grandes por mí’”.

El Papa Francisco, en su mensaje con motivo de esta 25ª edición de la Jornada Mundial del Enfermo, publicado el pasado mes de diciembre, indicó que esta celebración “constituye una ocasión para prestar especial atención a la situación de los enfermos y de todos los que sufren en general”.

Esta Jornada, escribió, también “es una llamada dirigida a los que se entregan en su favor, comenzando por sus familiares, los agentes sanitarios y voluntarios, para que den gracias por la vocación que el Señor les ha dado de acompañar a los hermanos enfermos”.

PAPA FRANCISCO: SAMURAI BEATIFICADO EN JAPÓN ES EJEMPLO DE FORTALEZA EN LA FE


Papa Francisco: Samurái beatificado en Japón es ejemplo de fortaleza en la fe y la caridad
Foto: Lucía Ballester / ACI Prensa




VATICANO, 08 Feb. 17 / 06:20 am (ACI).- El Papa Francisco recordó, en la Audiencia General del miércoles, a Takayama Ukon, conocido como "el samurái de Cristo", que fue beatificado el 7 de febrero en la ciudad japonesa de Osaka y lo puso como ejemplo de fortaleza en la fe y en la caridad.

“Ayer, en Osaka, en Japón, fue proclamado Beato Justo Takayama Ukon, fiel laico japonés, muerto como un mártir en el 1615”, dijo el Pontífice.

“Renunció a honores y comodidades aceptando las humillaciones y el exilio. Se mantuvo fiel a Cristo y al Evangelio; por eso representa un admirable ejemplo de fortaleza en la fe y de dedicación a la caridad”.

Takayama nació en 1552, tres años después que el misionero jesuita San Francisco Javier llevara el cristianismo a Japón. Su familia, que era noble, ayudaba en las actividades misioneras en Japón y eran protectores de cristianos y misioneros jesuitas.

En 1587, cuando se había iniciado la persecución contra la Iglesia en su país, Takayama y su padre abandonaron sus tierras y honores para no luchar contra sus hermanos y mantener la fe.

La ceremonia de beatificación tuvo lugar en el estadio Osaka-jo Hall y fue transmitida por la televisión japonesa. Estuvo presidida por el Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, Cardenal Angelo Amato, en representación del Papa Francisco.

“Fundó diferentes comunidades cristianas y seminarios en Azuchi y ‎Takatsuki para la formación de misioneros y catequistas. Su trabajo fue muy arriesgado”, dijo el Cardenal Amato sobre el nuevo Beato.

También recordó que, después de su llegada a las Filipinas, Takayama “supo que el Señor lo había preparado para el martirio, no de sangre, pero sí de una lenta y prolongada muerte con muchos sufrimientos”.

PAPA FRANCISCO: EL AMOR ES UN DON


Papa Francisco: El amor es un don que se basa en la relación de un hombre y una mujer
Por Álvaro de Juana
 Foto: L'Osservatore Romano




VATICANO, 07 Feb. 17 / 05:47 am (ACI).- El Papa Francisco explicó que Dios ha dado al hombre varios dones, entre ellos el amor entre un hombre y una mujer además de la Creación.

En la homilía que ofreció durante la Misa matutina en la Casa Santa Marta, el Santo Padre reconoció además que “el diablo entra por los bolsillos”.

“Señor, ¿qué es el hombre para que te acuerdes de Él?”. “De verdad que lo has hecho poco menos que un dios, de gloria y honor lo has coronado”, dijo Francisco al comentar el salmo 8.

“Antes que nada, nos ha dado el ADN, es decir, nos ha hecho hijos, nos ha creado a Su imagen, a Su imagen y semejanza, como Él. Y cuando uno hace un hijo no puede ir hacia atrás, el hijo ha sido hecho, está ahí. Y se puede parecer más o menos al padre, pero es hijo, ha recibido una identidad. Y si el hijo parece bueno, el padre está orgulloso de ese hijo”.

El Papa señaló que “Jesús nos ha dado esa identidad de hijo: hombre y mujer, debemos añadir: hijos”. “La tierra ha sido confiada a los hombres para cuidarla con su trabajo y no para destruirla”, dijo a continuación.

“Cómo Él ha trabajado en la Creación, nos ha dado a nosotros trabajo, ha dado el trabajo de llevar adelante la creación. No de destruirla, sino de hacerla crecer, de cuidarla, de custodiarla y de hacerla ir adelante”.

Francisco habló también del dinero y comentó que “dicen las abuelas que el diablo entra por los bolsillos: puede ser… podemos pensar a quien ha dado el dinero. Ha dado toda la Creación para cuidarla y llevarla adelante: este es el don. Y finalmente Dios creó al hombre a Su imagen, hombre y mujer los creó”.

El Santo Padre explicó después el “último” don que hizo Dios: “hombre y mujer los creó. No es bueno que el hombre esté solo. Y le dio una compañera”.

“Demos gracias al Señor por estos tres regalos que nos ha dado: la identidad, el don cumplido del amor. Y pidamos la gracia de cuidar esta identidad de hijos, de trabajar sobre el don que nos ha dado y de llevar adelante con nuestro trabajo este don, y la gracia de aprender cada día a amar más”. 


Salmo comentado por el Papa:

Salmo 8:4-9
4 Al ver tu cielo, hechura de tus dedos, la luna y las estrellas, que fijaste tú,
5 ¿qué es el hombre para que de él te acuerdes, el hijo de Adán para que de él te cuides?
6 Apenas inferior a un dios le hiciste, coronándole de gloria y de esplendor;
7 le hiciste señor de las obras de tus manos, todo fue puesto por ti bajo sus pies:
8 ovejas y bueyes, todos juntos, y aun las bestias del campo,
9 y las aves del cielo, y los peces del mar, que surcan las sendas de las aguas.

martes, 7 de febrero de 2017

PAPA FRANCISCO: CUARESMA ES FUERTE LLAMADO A LA CONVERSIÓN Y APERTURA A LOS DEMÁS


Papa Francisco: Cuaresma es fuerte llamado a la conversión y apertura a los demás
Por Miguel Pérez Pichel



VATICANO, 07 Feb. 17 / 07:18 am (ACI).- La Cuaresma es una época propicia para la conversión, para renovarse por medio de los sacramentos, para reconocerse pecadores, buscar el perdón de Dios y comenzar de nuevo el camino hacia la Pascua, “la victoria de Cristo sobre la muerte”.

Así lo señala el Papa Francisco en su mensaje con motivo de la Cuaresma de 2017 que, con el título de “La Palabra es un don. El otro es un don”, se ha hecho público este martes.


Francisco explica que, mediante el ayuno, la oración y la limosna, la Cuaresma es el tiempo más adecuado “para intensificar la vida del espíritu”.

En el mensaje, el Pontífice afirma que “la Cuaresma es un nuevo comienzo, un camino que nos lleva a un destino seguro: la Pascua de Resurrección, la victoria de Cristo sobre la muerte”.

"En este tiempo recibimos siempre una fuerte llamada a la conversión: el cristiano está llamado a volver a Dios 'de todo corazón', a no contentarse con una vida mediocre, sino a crecer en la amistad con el Señor", afirma el Santo Padre.

El mensaje del Papa se articula en torno a la parábola del hombre rico y el pobre Lázaro. A partir de esa parábola, el Pontífice establece tres puntos temáticos: “El otro es un don”, “El pecado nos ciega”, y “La Palabra es un don”.

1.- El otro es un don

El Papa Francisco indica que, en esta parábola, “Lázaro nos enseña que el otro es un don. La justa relación con las personas consiste en reconocer con gratitud su valor. Incluso el pobre en la puerta del rico, no es una carga molesta, sino una llamada a convertirse y a cambiar de vida. La primera invitación que nos hace esta parábola es la de abrir la puerta de nuestro corazón al otro, porque cada persona es un don, sea vecino nuestro o un pobre desconocido”.


En este sentido, invita a “abrir la puerta a cualquier necesitado y reconocer en él o en ella el rostro de Cristo. Cada vida que encontramos es un don y merece acogida, respeto y amor”.

2.- El pecado nos ciega

En su reflexión a partir de esta parábola, el Papa llama la atención sobre cómo “la riqueza de este hombre era excesiva”, y cómo “la exhibía de manera habitual todos los días”.

En esa actitud del rico “se vislumbra de forma patente la corrupción del pecado, que se realiza en tres momentos sucesivos: el amor al dinero, la vanidad y la soberbia”.

El Santo Padre insiste una vez más en los peligros de lo material: “el dinero puede llegar a dominarnos hasta convertirse en un ídolo tiránico”.

“En lugar de ser un instrumento a nuestro servicio para hacer el bien y ejercer la solidaridad con los demás, el dinero puede someternos, a nosotros y a todo el mundo, a una lógica egoísta que no deja lugar al amor e impide la paz”, advierte.

En cuanto a la vanidad, ilustra en su mensaje cómo “la codicia del rico lo hace vanidoso”. “Su vida está prisionera de la exterioridad, de la dimensión más superficial y efímera de la existencia”.

Luego está la soberbia, “el peldaño más bajo de esta decadencia moral”. “El hombre rico se viste como si fuera un rey, simula las maneras de un dios, olvidando que es simplemente un mortal. Para el hombre corrompido por el amor a las riquezas, no existe otra cosa que el propio yo, y por eso las personas que están a su alrededor no merecen su atención”.

3.- La Palabra es un don

El verdadero problema del rico, la raíz de sus males, “está en no prestar oído a la Palabra de Dios”, indica el Santo Padre. “Esto es lo que le llevó a no amar ya a Dios y por tanto a despreciar al prójimo. La Palabra de Dios es una fuerza viva, capaz de suscitar la conversión del corazón de los hombres y orientar nuevamente a Dios”.

El Pontífice alertó: “cerrar el corazón  al don de Dios que habla, tiene como efecto cerrar el corazón al don del hermano”.

Abrir el corazón


La Sala de Prensa de la Santa Sede presentó el mensaje del Papa en una conferencia ofrecida por el Cardenal Peter Turkson, Prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, y de Chiara Amirante, fundadora de la Comunidad Nuevos Horizontes: una organización internacional que tiene como objetivo llevar alegría a quien ha perdido la esperanza mediante acciones solidarias con personas que se encuentran en grave dificultad.

El Cardenal Turkson subrayó que “la clave del mensaje es cómo la persona se relaciona con el otro”. Explicó que Jesús condena al rico, no por ser rico, “sino por tener el corazón cerrado al otro”.

Recordó que la actitud de un cristiano no debe ser cerrarse en sí mismo, sino “ser una persona que se abra al otro”.

En su intervención, Chiara Amirante destacó la necesidad, apuntada por el Papa Francisco, de “abrir el corazón” a los demás. Insistió también en el don de Dios presente en su Palabra, “un don que te lleva a cambiar la vida, a convertirte”.

Ese don se concreta en “el privilegio de encontrar al pobre”. Amirante explicó que “hay muchas nuevas formas de pobreza”, y en concreto señaló la situación en la que viven muchos jóvenes y menores, “víctimas del abuso de las drogas, del abuso alcohol, del abuso de la sexualidad…, jóvenes que son víctimas de violencia, jóvenes que sufren depresión”.

Ante ello, hizo un llamado a desarrollar “la civilización del amor, basada en la fuerza de la caridad, de la solidaridad, de la fraternidad”.

En su análisis del mensaje pontificio destacó tres conceptos que, según aseguró, “me parece que afectan al hombre de hoy: el apego al dinero, la vanidad y la soberbia”.

“El veneno del consumismo, que ha entrado en el ámbito de las relaciones entre personas, nos lleva a problemas como el hedonismo, el relativismo o el narcisismo, que nos impide relacionarnos con los demás”, resaltó.

PAPA FRANCISCO: EL AMOR ES UN DON QUE SE BASA EN LA RELACIÓN DE UN HOMBRE Y UNA MUJER


Papa Francisco: El amor es un don que se basa en la relación de un hombre y una mujer
Por Álvaro de Juana
 Foto: L'Osservatore Romano



VATICANO, 07 Feb. 17 / 05:47 am (ACI).- El Papa Francisco explicó que Dios ha dado al hombre varios dones, entre ellos el amor entre un hombre y una mujer además de la Creación.

En la homilía que ofreció durante la Misa matutina en la Casa Santa Marta, el Santo Padre reconoció además que “el diablo entra por los bolsillos”.


“Señor, ¿qué es el hombre para que te acuerdes de Él?”. “De verdad que lo has hecho poco menos que un dios, de gloria y honor lo has coronado”, dijo Francisco al comentar el salmo 8.

“Antes que nada, nos ha dado el ADN, es decir, nos ha hecho hijos, nos ha creado a Su imagen, a Su imagen y semejanza, como Él. Y cuando uno hace un hijo no puede ir hacia atrás, el hijo ha sido hecho, está ahí. Y se puede parecer más o menos al padre, pero es hijo, ha recibido una identidad. Y si el hijo parece bueno, el padre está orgulloso de ese hijo”.

El Papa señaló que “Jesús nos ha dado esa identidad de hijo: hombre y mujer, debemos añadir: hijos”. “La tierra ha sido confiada a los hombres para cuidarla con su trabajo y no para destruirla”, dijo a continuación.

“Cómo Él ha trabajado en la Creación, nos ha dado a nosotros trabajo, ha dado el trabajo de llevar adelante la creación. No de destruirla, sino de hacerla crecer, de cuidarla, de custodiarla y de hacerla ir adelante”.

Francisco habló también del dinero y comentó que “dicen las abuelas que el diablo entra por los bolsillos: puede ser… podemos pensar a quien ha dado el dinero. Ha dado toda la Creación para cuidarla y llevarla adelante: este es el don. Y finalmente Dios creó al hombre a Su imagen, hombre y mujer los creó”.

El Santo Padre explicó después el “último” don que hizo Dios: “hombre y mujer los creó. No es bueno que el hombre esté solo. Y le dio una compañera”.

“Demos gracias al Señor por estos tres regalos que nos ha dado: la identidad, el don cumplido del amor. Y pidamos la gracia de cuidar esta identidad de hijos, de trabajar sobre el don que nos ha dado y de llevar adelante con nuestro trabajo este don, y la gracia de aprender cada día a amar más”. 


Salmo comentado por el Papa:

Salmo 8:4-9
4 Al ver tu cielo, hechura de tus dedos, la luna y las estrellas, que fijaste tú,
5 ¿qué es el hombre para que de él te acuerdes, el hijo de Adán para que de él te cuides?
6 Apenas inferior a un dios le hiciste, coronándole de gloria y de esplendor;
7 le hiciste señor de las obras de tus manos, todo fue puesto por ti bajo sus pies:
8 ovejas y bueyes, todos juntos, y aun las bestias del campo,
9 y las aves del cielo, y los peces del mar, que surcan las sendas de las aguas.

MENSAJE DEL PAPA FRANCISCO PARA LA CUARESMA 2017


TEXTO: Mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma 2017
. Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa




VATICANO, 07 Feb. 17 / 06:16 am (ACI).- El Mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma 2017 lleva por título “La Palabra es un don. El otro es un don”.

En él, el Santo Padre habla de varias parábolas de la Escritura y señala que “la Cuaresma es el tiempo propicio para renovarse en el encuentro con Cristo vivo en su Palabra, en los sacramentos y en el prójimo. El Señor 'que en los cuarenta días que pasó en el desierto venció los engaños del Tentador' nos muestra el camino a seguir”.

A continuación, el texto completo del mensaje:

Queridos hermanos y hermanas:

La Cuaresma es un nuevo comienzo, un camino que nos lleva a un destino seguro: la Pascua de Resurrección, la victoria de Cristo sobre la muerte. Y en este tiempo recibimos siempre una fuerte llamada a la conversión: el cristiano está llamado a volver a Dios «de todo corazón» (Jl 2,12), a no contentarse con una vida mediocre, sino a crecer en la amistad con el Señor.

Jesús es el amigo fiel que nunca nos abandona, porque incluso cuando pecamos espera pacientemente que volvamos a él y, con esta espera, manifiesta su voluntad de perdonar (cf. Homilía, 8 enero 2016).

La Cuaresma es un tiempo propicio para intensificar la vida del espíritu a través de los medios santos que la Iglesia nos ofrece: el ayuno, la oración y la limosna. En la base de todo está la Palabra de Dios, que en este tiempo se nos invita a escuchar y a meditar con mayor frecuencia. En concreto, quisiera centrarme aquí en la parábola del hombre rico y el pobre Lázaro (cf. Lc 16,19- 31).

Dejémonos guiar por este relato tan significativo, que nos da la clave para entender cómo hemos de comportarnos para alcanzar la verdadera felicidad y la vida eterna, exhortándonos a una sincera conversión.

1. El otro es un don

La parábola comienza presentando a los dos personajes principales, pero el pobre es el que viene descrito con más detalle: él se encuentra en una situación desesperada y no tiene fuerza ni para levantarse, está echado a la puerta del rico y come las migajas que caen de su mesa, tiene llagas por todo el cuerpo y los perros vienen a lamérselas (cf. vv. 20-21). El cuadro es sombrío, y el hombre degradado y humillado.

La escena resulta aún más dramática si consideramos que el pobre se llama Lázaro: un nombre repleto de promesas, que significa literalmente «Dios ayuda». Este no es un personaje anónimo, tiene rasgos precisos y se presenta como alguien con una historia personal.

Mientras que para el rico es como si fuera invisible, para nosotros es alguien conocido y casi familiar, tiene un rostro; y, como tal, es un don, un tesoro de valor incalculable, un ser querido, amado, recordado por Dios, aunque su condición concreta sea la de un desecho humano (cf. Homilía, 8 enero 2016).


Lázaro nos enseña que el otro es un don. La justa relación con las personas consiste en reconocer con gratitud su valor. Incluso el pobre en la puerta del rico, no es una carga molesta, sino una llamada a convertirse y a cambiar de vida.

La primera invitación que nos hace esta parábola es la de abrir la puerta de nuestro corazón al otro, porque cada persona es un don, sea vecino nuestro o un pobre desconocido. La Cuaresma es un tiempo propicio para abrir la puerta a cualquier necesitado y reconocer en él o en ella el rostro de Cristo.

Cada uno de nosotros los encontramos en nuestro camino. Cada vida que encontramos es un don y merece acogida, respeto y amor. La Palabra de Dios nos ayuda a abrir los ojos para acoger la vida y amarla, sobre todo cuando es débil. Pero para hacer esto hay que tomar en serio también lo que el Evangelio nos revela acerca del hombre rico.

2.   El pecado nos ciega

La parábola es despiadada al mostrar las contradicciones en las que se encuentra el rico (cf. v. 19). Este personaje, al contrario que el pobre Lázaro, no tiene un nombre, se le califica sólo como «rico». Su opulencia se manifiesta en la ropa que viste, de un lujo exagerado.

La púrpura, en efecto, era muy valiosa, más que la plata y el oro, y por eso estaba reservada a las divinidades (cf. Jr 10,9) y a los reyes (cf. Jc 8,26). La tela era de un lino especial que contribuía a dar al aspecto un carácter casi sagrado.

Por tanto, la riqueza de este hombre es excesiva, también porque la exhibía de manera habitual todos los días: «Banqueteaba espléndidamente cada día» (v. 19). En él se vislumbra de forma patente la corrupción del pecado, que se realiza en tres momentos sucesivos: el amor al dinero, la vanidad y la soberbia (cf. Homilía, 20 septiembre 2013).

El apóstol Pablo dice que «la codicia es la raíz de todos los males» (1 Tm 6,10). Esta es la causa principal de la corrupción y fuente de envidias, pleitos y recelos.

El dinero puede llegar a dominarnos hasta convertirse en un ídolo tiránico (cf. Exh. ap. Evangelii gaudium, 55). En lugar de ser un instrumento a nuestro servicio para hacer el bien y ejercer la solidaridad con los demás, el dinero puede someternos, a nosotros y a todo el mundo, a una lógica egoísta que no deja lugar al amor e impide la paz.

La parábola nos muestra cómo la codicia del rico lo hace vanidoso. Su personalidad se desarrolla en la apariencia, en hacer ver a los demás lo que él se puede permitir.

Pero la apariencia esconde un vacío interior. Su vida está prisionera de la exterioridad, de la dimensión más superficial y efímera de la existencia (cf. ibíd., 62).

El peldaño más bajo de esta decadencia moral es la soberbia. El hombre rico se viste como si fuera un rey, simula las maneras de un dios, olvidando que es simplemente un mortal.

Para el hombre corrompido por el amor a las riquezas, no existe otra cosa que el propio yo, y por eso las personas que están a su alrededor no merecen su atención. El fruto del apego al dinero es una especie de ceguera: el rico no ve al pobre hambriento, llagado y postrado en su humillación

Cuando miramos a este personaje, se entiende por qué el Evangelio condena con tanta claridad el amor al dinero: «Nadie puede estar al servicio de dos amos. Porque despreciará a uno y querrá al otro; o, al contrario, se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero» (Mt 6,24).

3.   La Palabra es un don

El Evangelio del rico y el pobre Lázaro nos ayuda a prepararnos bien para la Pascua que se acerca. La liturgia del Miércoles de Ceniza nos invita a vivir una experiencia semejante a la que el rico ha vivido de manera muy dramática.

El sacerdote, mientras impone la ceniza en la cabeza, dice las siguientes palabras: «Acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás». El rico y el pobre, en efecto, mueren, y la parte principal de la parábola se desarrolla en el más allá. Los dos personajes descubren de repente que «sin nada vinimos al mundo, y sin nada nos iremos de él» (1 Tm 6,7).

También nuestra mirada se dirige al más allá, donde el rico mantiene un diálogo con Abraham, al que llama «padre» (Lc 16,24.27), demostrando que pertenece al pueblo de Dios.


Este aspecto hace que su vida sea todavía más contradictoria, ya que hasta ahora no se había dicho nada de su relación con Dios. En efecto, en su vida no había lugar para Dios, siendo él mismo su único dios.

El rico sólo reconoce a Lázaro en medio de los tormentos de la otra vida, y quiere que sea el pobre quien le alivie su sufrimiento con un poco de agua.

Los gestos que se piden a Lázaro son semejantes a los que el rico hubiera tenido que hacer y nunca realizó. Abraham, sin embargo, le explica: «Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces» (v. 25). En el más allá se restablece una cierta equidad y los males de la vida se equilibran con los bienes.

La parábola se prolonga, y de esta manera su mensaje se dirige a todos los cristianos. En efecto, el rico, cuyos hermanos todavía viven, pide a Abraham que les envíe a Lázaro para advertirles; pero Abraham le responde: «Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen» (v. 29). Y, frente a la objeción del rico, añade: «Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto» (v. 31).

De esta manera se descubre el verdadero problema del rico: la raíz de sus males está en no prestar oído a la Palabra de Dios; esto es lo que le llevó a no amar ya a Dios y por tanto a despreciar al prójimo.

La Palabra de Dios es una fuerza viva, capaz de suscitar la conversión del corazón de los hombres y orientar nuevamente a Dios. Cerrar el corazón al don de Dios que habla tiene como efecto cerrar el corazón al don del hermano.

Queridos hermanos y hermanas, la Cuaresma es el tiempo propicio para renovarse en el encuentro con Cristo vivo en su Palabra, en los sacramentos y en el prójimo. El Señor "que en los cuarenta días que pasó en el desierto venció los engaños del Tentador" nos muestra el camino a seguir.

Que el Espíritu Santo nos guie a realizar un verdadero camino de conversión, para redescubrir el don de la Palabra de Dios, ser purificados del pecado que nos ciega y servir a Cristo presente en los hermanos necesitados.

Animo a todos los fieles a que manifiesten también esta renovación espiritual participando en las campañas de Cuaresma que muchas organizaciones de la Iglesia promueven en distintas partes del mundo para que aumente la cultura del encuentro en la única familia humana.

Oremos unos por otros para que, participando de la victoria de Cristo, sepamos abrir nuestras puertas a los débiles y a los pobres. Entonces viviremos y daremos un testimonio pleno de la alegría de la Pascua.

Vaticano, 18 de octubre de 2016

Fiesta de San Lucas Evangelista

FRANCISCO