sábado, 22 de octubre de 2016

PAPA FRANCISCO INVITA A DIALOGAR PARA DERRIBAR MUROS Y HACER EL BIEN A LOS DEMÁS


Papa Francisco invita a dialogar para derribar muros y hacer el bien a los demás
Por Álvaro de Juana
Foto: Lucía Ballester / ACI Prensa



VATICANO, 22 Oct. 16 /  (ACI).- Una vez más, la Plaza de San Pedro albergó una Audiencia Jubilar con motivo del Año Santo y en ella el Papa Francisco ofreció una catequesis sobre el "diálogo" a los cerca de 100.000 fieles que participaron.

“El diálogo derriba los muros de las divisiones y de las incomprensiones, crea puentes de comunicación y no consiente que nadie se aísle, cerrándose en su pequeño mundo”, señaló.

El Pontífice manifestó que “el diálogo permite a la persona conocerse y comprender las exigencias los unos de los otros”. Pero “ante todo es un signo grande de respeto porque pone a las personas en actitud de escucha y en la condición de recibir los aspectos mejores del interlocutor”.

El Papa también explicó que el diálogo “es expresión de caridad, porque puede ayudar a buscar de nuevo y a compartir el bien común”. “Nos invita a ponernos delante al otro y verle como un don de Dios que nos interpela y nos pide ser reconocido”, añadió.

Francisco advirtió de que “no dialogamos cuando no escuchamos suficiente o tendemos a interrumpir al otro para demostrar tener razón”. “El verdadero diálogo necesita de momentos de silencio en los que acoger el don extraordinario de la presencia de Dios en el hermano”.

El Obispo de Roma invitó por tanto a ello porque “ayuda a las personas a humanizar las relaciones y a superar las incomprensiones”.

Puso de ejemplo el diálogo entre las familias o entre los maestros y los alumnos, así como ente los dirigentes y los trabajadores. “De diálogo vive la Iglesia con los hombres y mujeres de cada tiempo, para comprender la necesidades que están en el corazón de cada persona y contribuir a la realización del bien común”.

PAPA FRANCISCO RENUNCIA A RESIDENCIA DE CASTEL GANDOLFO Y LA CONVIERTE EN MUSEO


Papa Francisco renuncia a residencia de Castel Gandolfo y la convierte en museo
Por Miguel Pérez Pichel
 Fotos: Alexey Gotovski (ACI Prensa)




VATICANO, 21 Oct. 16 / (ACI).- Por decisión del Papa Francisco, que decidió renunciar a la residencia papal de Castel Gandolfo, este lugar se ha puesto a disposición como un museo para que los visitantes conozcan los aposentos pontificios del Palacio Apostólico de esta villa donde habitualmente los Pontífices descansaban en el verano.

La Santa Sede ya había abierto al público los jardines de este complejo palaciego desde hace dos años.

[Puede leer: Turistas visitan villas pontificias abiertas al público por primera vez en la historia]

Con esta decisión, el Papa quiso compartir con los fieles, y con los ciudadanos en general, un monumento esencial de la historia de la Iglesia. El Palacio Apostólico se podrá visitar a partir del sábado 22 de octubre.

Estas estancias están a disposición de los Papas de los 33 últimos Pontificados, pero sólo 15 Papas lo han utilizado como residencia de verano.

El director de los Museos Vaticanos, Antonio Paolucci, dijo esta mañana en Castel Gandolfo que “este evento tiene un fuerte significado simbólico, porque representa la política pastoral de este Papa, su apertura al mundo”.

En conferencia de prensa realizada ante los periodistas que llegaron a la villa, Paolucci contó que “el Santo Padre me dijo que ‘la residencia de Castel Gandolfo, esa obra de arte, la cultura y la naturaleza, que muchos de mis predecesores amaron, a mí no me interesa: tengo demasiadas cosas que hacer, problemas por resolver, viajes por el mundo que hacer, entonces renuncio a este palacio. Quiero que este lugar cargado de historia, cultura y arte, sea regalado al público’”.

Según informa el diario La Nación, este lugar es “un universo hasta ahora cerrado, que solo pocos privilegiados podían visitar”.

La residencia de Castel Gandolfo fue el lugar adonde se retiró el Papa Emérito Benedicto XVI tras anunciar su renuncia al pontificado en el año 2013. Después de estar algunos días allí se mudó al monasterio Mater Ecclesiae en el Vaticano donde reside actualmente.


Breve historia

Durante la Segunda Guerra Mundial, el Papa Pío XII acogió en el Palacio a personas procedentes de las regiones colindantes afectadas por el conflicto. Pío XII cedió sus aposentos personales a las mujeres embarazadas y alrededor de 50 niños nacieron entre sus muros. Todos ellos se bautizaron con el nombre de Eugenio, puesto que el nombre del Papa era Eugenio Pacelli.


El Palacio Apostólico de Castel Gandolfo se encuentra donde se alzaba la mítica ciudad de Alba Longa, lugar de nacimiento de Rómulo y Remo, fundadores de Roma. Alrededor del año 1.000, la familia Gandolfo, originarios de Génova, adquirieron el lugar y construyeron un castillo.

En el 1279, el Cardenal Giacomo Savelli, prefecto papal y capitán del ejército pontificio, adquirió los terrenos y la fortaleza. En el año 1285 el cardenal Savelli resultó elegido Papa con el nombre de Honorio IV. Los Savelli conservaron esa propiedad hasta finales del siglo XV, cuando la Cámara Apostólica la expropió para saldar la gran deuda que había contraído la familia.

En 1604, Castel Gandolfo pasó a ser parte del patrimonio de la Iglesia. El Papa Pablo V Borghese llevó a la localidad agua potable. El primer Papa en instalarse en la residencia durante sus vacaciones fue Urbano VIII Barberini, en mayo de 1626.

La transformación del castillo en Palacio Apostólico fue obra suya al decretar que a partir de entonces se convertiría en la sede papal de vacaciones.

Además de los apartamentos papales, los visitantes podrán recorrer el Salón de los Suizos, la Sala del Trono, la Sala del Consistorio y la Capilla Privada.

PAPA FRANCISCO PROPONE TRES ACCIONES ESENCIALES PARA LA PASTORAL VOCACIONAL


El Papa Francisco propone 3 acciones esenciales para la pastoral vocacional
Por Miguel Pérez Pichel
 Daniel Ibáñez (ACI Prensa)



VATICANO, 21 Oct. 16 / (ACI).- “Ustedes son los principales responsables de la vocación cristiana y sacerdotal, y esta tarea no se puede relegar a un trabajo burocrático”, dijo el Papa Francisco a los obispos y sacerdotes.

El Pontífice hizo esta afirmación durante la audiencia concedida en el Palacio Apostólico del Vaticano a los participantes en la Convención Internacional de Pastoral Vocacional, organizada por la Congregación para el Clero.

Antes de referirse a las tres acciones que deben guiar la pastoral vocacional, el Papa dijo que “es triste cuando un sacerdote vive sólo para sí mismo, cerrado en la fortaleza segura de la rectoría, de la sacristía o de un grupo restringido de ‘leales’. Al contrario, estamos llamados a ser pastores en medio del pueblo, capaces de animar una pastoral dirigida al encuentro, de dedicar tiempo a acoger y a escuchar a todos, especialmente a los jóvenes”.

“Cuando acogemos a Cristo –indicó Francisco–, vivimos un encuentro decisivo que ilumina nuestra existencia, nos libra de nuestra angustia, nos saca fuera de nuestro pequeño mundo y nos transforma en discípulos enamorados del Maestro”.

El Santo Padre subrayó que “la pastoral vocacional supone aprender el estilo de Jesús, que pasa por los lugares de la vida cotidiana, se detiene sin prisa y, recibiendo a los hermanos con misericordia, les conduce al encuentro con Dios Padre”.

De este modo, el Señor “recorre ciudades y pueblos y va al encuentro de los que sufren para dar esperanza al pueblo. Es el ‘Dios con nosotros’ que vive junto a las casas de sus hijos y que no teme mezclarse entre las multitudes de nuestras ciudades, convirtiéndose en levadura nueva allí donde la gente lucha por una vida diferente”.


Tres acciones esenciales

Salir, ver y llamar son los tres verbos que, según el Papa Francisco, caracterizan la pastoral vocacional, “un encuentro con el Señor”.

1.- Salir

En primer lugar, "salir". El Obispo de Roma afirmó que “la pastoral vocacional necesita de una Iglesia en movimiento capaz de agrandar sus horizontes, midiéndolos no mediante la estrechez del cálculo humano, o con miedo a cometer errores, sino con la gran medida del corazón misericordioso de Dios”.

“No puedo esparcir una semilla que dé frutos de vocaciones si nos quedamos simplemente cerrados en el ‘siempre he hecho cosas’, sin ‘ser audaces y creativos en la tarea de repensar los objetivos, las estructuras, el estilo y el método evangelizador de la propia comunidad’”, como se indica en la exhortación pastoral Evangelii Gaudium.

“Debemos aprender a salir de nuestra rigidez que nos hace incapaces de comunicar la alegría del Evangelio”, aseveró.

2.- Ver

En segundo lugar, ver. “Cuando pasa por el camino, Jesús se detiene y cruza su mirada con la de otros, sin prisas”, recordó. “Eso es lo que resulta tan atrayente y fascinante en su llamada”.

“Hoy en día, lamentablemente, las prisas y la velocidad de los estímulos a los que estamos sometidos, nos impiden, muchas veces, dejar espacio al silencio interior en el que se escucha el eco de la llamada del Señor”.


3.- Llamar

La tercera acción que analizó el Papa fue “llamar”. Se trata de “un verbo típico de la vocación cristiana. Jesús no hace largos discursos, no detalla un programa al cual adherirse, no ofrece respuestas preconcebidas. Remitiéndonos a Mateo, se limita a decir ‘¡Sígueme!’. De este modo, suscita en él una fascinación, la necesidad de establecer una nueva meta”.

Francisco explicó que “el deseo de Jesús es poner a las personas en camino, sacarlas de un sedentarismo letal, romper la ilusión de que se puede vivir felizmente quedándose cómodamente sentado en la propia seguridad”.

En octubre de 2018 tendrá lugar el próximo Sínodo de los Obispos con el tema “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”.

Se busca de este modo acompañar a los jóvenes en su camino vital hacia la madurez, de tal forma que, por medio de un proceso de discernimiento, puedan descubrir con alegría su proyecto de vida, así como ayudarles a descubrir la apertura del encuentro de Dios con los hombres, en consonancia con la dirección marcada por la exhortación apostólica Amoris Laetitia.

PAPA FRANCISCO: HUMILDAD, MANSEDUMBRE Y PACIENCIA SON ESENCIALES PARA LA UNIDAD


Papa Francisco: Humildad, mansedumbre y paciencia son esenciales para la unidad
Por Miguel Pérez Pichel
 Foto: L'Osservatore Romano.




VATICANO, 21 Oct. 16 /  (ACI).- “Paz a vosotros”, saludó el Papa Francisco a los asistentes a la Misa en la Casa Santa Marta. Mediante este saludo, el Pontífice hizo un llamado a la unidad de la Iglesia, a través de la “humildad, la mansedumbre y la paciencia”.

El Santo Padre dijo que este saludo del Señor “crea un vínculo” de paz, pues “nos une para hacer realidad la unidad del espíritu”.

“Si no tenemos paz, si no somos capaces de darnos la bienvenida en el sentido más amplio de la palabra, si no tenemos un corazón abierto al espíritu de la paz, la unidad nunca será posible”.

El Obispo de Roma explicó que “esto es válido tanto para la unidad en el mundo, como para la unidad en la ciudad, la unidad en el barrio y la unidad en la familia”.

Por el contrario, advirtió, “el espíritu del mal siempre siembra guerra. Los celos, las envidias, los pleitos, los chismes, son cosas que menoscaban la paz y que, por lo tanto, no llevan a la unidad”.

Francisco se preguntó: “¿cómo debe comportarse un cristiano para lograr la unidad, para encontrar la unidad? Pablo lo dice claramente: ‘Comportaos de manera digna, con humildad, mansedumbre y paciencia’, Estas son las tres actitudes”.


El Papa aseguró que “no se puede alcanzar la paz sin humildad. Donde hay soberbia, hay siempre guerra, hay siempre el deseo de derrotar a otros, de creernos superiores. Sin humildad no hay paz, y sin paz no hay unidad”.

El Santo Padre alentó además la “mansedumbre con la que convivir unos con otros”. Y en tercer lugar la paciencia, que “implica tener un corazón grande con capacidad para acoger a todos, que no condene, que no se centre en menudencias”.

Esta actitud nos hace tener “un vínculo con la paz. Ese es el modo correcto de actuar para fortalecer el vínculo de la paz creador de la unidad”.

“Esta –subrayó– es la manera digna de afrontar la vocación del misterio al que hemos sido llamados, el misterio de la Iglesia”.

El Papa recordó que “el misterio de la Iglesia es el misterio del Cuerpo de Cristo: ‘una sola fe, un solo Bautismo’, ‘un solo Dios Padre de todos, que habita sobre todos, por todos y en todos’”.

“Esa es la unidad que Jesús pidió al Padre para nosotros, y que nosotros debemos a hacer realidad mediante el vínculo de la paz”, concluyó.

Lectura comentada por el Papa:

Efesios 4:1-6

1 Os exhorto, pues, yo, preso por el Señor, a que viváis de una manera digna de la vocación con que habéis sido llamados,


2 con toda humildad, mansedumbre y paciencia, soportándoos unos a otros por amor,

3 poniendo empeño en conservar la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz.

4 Un solo Cuerpo y un solo Espíritu, como una es la esperanza a que habéis sido llamados.

5 Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo,

6 un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, por todos y en todos.

miércoles, 19 de octubre de 2016

HUYES DE LOS POBRES? VIVE LA MISERICORDIA EN LA CALLE CON LOS CONSEJOS DEL PAPA FRANCISCO


¿Huyes de los pobres? Vive la misericordia en la calle con los consejos del Papa
Por Álvaro de Juana
 Foto: Lucía Ballester / ACI Prensa



VATICANO, 19 Oct. 16 / (ACI).- La catequesis del Papa Francisco este miércoles durante la Audiencia General llevó por título “Dar de comer a los hambrientos. Dar de beber a los sedientos”. El Pontífice explicó que se trata de una de las obras de misericordia más importantes que acerca además al Evangelio.

El Obispo de Roma comenzó denunciando que “una de las consecuencias del considerado ‘bienestar’ es la de conducir a la persona a cerrarse sobre sí mismo, haciéndolo insensible a las exigencias de los otros”. “Se hace lo que sea para eludirlas presentando modelos de vida efímeros, que desaparecen después de algunos años, como si nuestra vida fuese una moda a seguir y que hay que cambiar con cada estación”, señaló.

Francisco negó que esto sea así y explicó que “la realidad es acogida y afrontada por aquello que es, y a menudo nos hace encontrar situaciones de necesidad urgente”.


“Cuántas veces los medios de comunicación nos informan de pueblos que sufren la falta de alimento y de agua, con graves consecuencias especialmente para los niños”, reflexionó.

El Papa recordó que gracias a las imágenes que se ven a través de los medios se inician campañas de solidaridad para ayudar. “Las donaciones se hacen generosas y de este modo se puede contribuir a aliviar el sufrimiento de muchos” y aunque destacó que esta forma de ayuda es importante, añadió que “no nos involucra directamente”.

Sin embargo, “cuando andamos por la calle y nos encontramos con alguien que tiene necesidad, o un pobre llama a la puerta de nuestra casa, es muy diferente, porque no estamos más delante de una imagen, sino que somos involucrados en primera persona”.

“No hay distancia alguna entre yo y él o él y yo, y me siento interpelado”, añadió. En este caso, “¿cuál es mi reacción?”, preguntó. “¿Evito mirarle y voy a otra cosa? O me paro a hablar y me intereso sobre su estado?”. “¿Veo si puedo acoger de alguna manera a esa persona o busco librarme de ella lo antes posible?” Quizás ella solo pida lo necesario: algo de comer y beber”, detalló.

El Papa pidió pensar cómo en el Padre Nuestro se pide que Dios “nos de el pan de cada día”. “La experiencia del hambre es dura”, manifestó afirmando también que esta realidad “convive junto a la abundancia y los residuos”.


Después de recordar que la fe sin frutos está muerta, el Santo Padre dijo que siempre hay alguno que tiene necesidad, que “necesita de mí, de mi ayuda, de mi palabra, de mi compromiso”.

También recordó el relato evangélico de la multiplicación de los panes y los peces y dijo que “nos dice que si lo poco que tenemos se lo confiamos a las manos de Jesús y lo compartimos con fe, se convierte en una riqueza sobre abundante”. 

PAPA FRANCISCO: SI SOMOS FIELES A JESÚS TAMBIÉN NOSOTROS DAREMOS FRUTOS BUENOS


Papa Francisco: Si somos fieles a Jesús también nosotros daremos frutos buenos
Por Álvaro de Juana

Foto: L'Osservatore Romano



VATICANO, 18 Oct. 16 / (ACI).- En esta ocasión, la homilía del Papa Francisco en la Misa matutina de Santa Marta se centró en la misión de los apóstoles y puso de ejemplo al Buen Pastor, pero también advirtió sobre aquellos que están apegados al dinero y no siguen el camino de Jesús.

Al comentar la segunda lectura de Timoteo de la liturgia del día, Francisco habló de San Pablo al final de su vida. Se quedó “solo, mendigo, víctima de agresiones, abandonado”. “Pero es el gran Pablo, aquél que ha sentido la voz del Señor, la llamada del Señor”, aseguró. “Ese que ha ido de una parte a otra, que ha sufrido muchas cosas y muchas pruebas para la predicación del Evangelio, que ha hecho entender a los apóstoles que el Señor quería que también los gentiles entrasen en la Iglesia, el gran Pablo que en la oración subió hasta el Séptimo Cielo y ha escuchado cosas que ninguno había escuchado antes: el gran Pablo, allí, en esa salita de una casa, en Roma, esperando de qué forma terminará esa lucha en el interior de la Iglesia entre las diversas partes, entre la rigidez de los judaizantes y aquellos discípulos fieles a él”.

Así termina –continuó el Papa– la vida del gran Pablo, en la desolación: no en el resentimiento y en la amargura, sino con la desolación interior”.

El Santo Padre también contó como sucedió lo mismo a San Juan Bautista que “en la prisión estaba solo, angustiado” y luego le cortarán la cabeza por “el capricho de una bailarina y la venganza de una adúltera”.

Los mismo ocurrió a San Maximiliano Kolbe, “que había hecho un movimiento apostólico en todo el mundo y muchas cosas grandes”. 


En definitiva,“el apóstol, cuando es fiel, no se espera otro fin que el mismo de Jesús”, dijo para recordar después que “la semilla de grano que no muere no da fruto”.

“Morir como mártires, como testimonios de Jesús, y la semilla que muere y da fruto llena la tierra de nuevos cristianos”, recalcó el Obispo de Roma.

“Cuando el pastor vive así no está amargado: quizás tiene desolación, pero tiene esa certeza de que el Señor está junto a él. Cuando el pastor, en su vida, se ha ocupado de otras cosas que no son los fieles –está por ejemplo apegado al poder, está apegado al dinero, apegado a tantas cosas– al final no estará solo, quizás sus nietos esperarán que muera para ver qué pueden llevarse con ellos”.

Francisco contó también que “cuando voy a hacer la visita a residencias de sacerdotes ancianos encuentro muchos que son buenos, buenos, que han dado la vida por los fieles”.

“Y están allí, enfermos, paralíticos, en silla de ruedas, pero se ve rápidamente su sonrisa. ‘Está bien, Señor; está bien, Señor’, porque sienten al Señor cerca suyo”. “Y también esos de ojos brillantes que preguntan: ‘¿cómo va la Iglesia? ¿cómo va la diócesis? ¿Cómo van las vocaciones?”.

“Hasta el final, porque son padres, porque han dado la vida por los otros”, subrayó para añadir a continuación. “El Buen Pastor, el pastor debe tener estar seguridad: si él va sobre el camino de Jesús, el Señor estará con él hasta el final”.

Francisco pidió orar por “los pastores que están al final de su vida y que esperan que el Señor les lleve con Él. Recemos para que el Señor les de su fuerza, el consuelo y la seguridad de que, aunque estén enfermos y también solos, el Señor está con ellos”.

Lecturas comentadas por el Papa:


Primera lectura

II Timoteo 4:10-17
10 porque me ha abandonado Demas por amor a este mundo y se ha marchado a Tesalónica; Crescente, a Galacia; Tito, a Dalmacia.
11 El único que está conmigo es Lucas. Toma a Marcos y tráele contigo, pues me es muy útil para el ministerio.
12 A Tíquico le he mandado a Efeso.
13 Cuando vengas, tráeme el abrigo que me dejé en Tróada, en casa de Carpo, y los libros, en especial los pergaminos.
14 Alejandro, el herrero, me ha hecho mucho mal. El Señor le retribuirá según sus obras.
15 Tú también guárdate de él, pues se ha opuesto tenazmente a nuestra predicación.
16 En mi primera defensa nadie me asistió, antes bien todos me desampararon. Que no se les tome en cuenta.
17 Pero el Señor me asistió y me dio fuerzas para que, por mi medio, se proclamara plenamente el mensaje y lo oyeran todos los gentiles. Y fui librado de la boca del león.

Evangelio

Lucas 10:1-9
1 Después de esto, designó el Señor a otros 72, y los envió de dos en dos delante de sí, a todas las ciudades y sitios a donde él había de ir.
2 Y les dijo: «La mies es mucha, y los obreros pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies.
3 Id; mirad que os envío como corderos en medio de lobos.
4 No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias. Y no saludéis a nadie en el camino.
5 En la casa en que entréis, decid primero: "Paz a esta casa."
6 Y si hubiere allí un hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; si no, se volverá a vosotros.
7 Permaneced en la misma casa, comiendo y bebiendo lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No vayáis de casa en casa.
8 En la ciudad en que entréis y os reciban, comed lo que os pongan;
9 curad los enfermos que haya en ella, y decidles: "El Reino de Dios está cerca de vosotros."

CATEQUESIS DEL PAPA FRANCISCOS SOBRE DAR DE COMER Y DE BEBER AL PRÓJIMO


TEXTO Catequesis del Papa Francisco sobre dar de comer y de beber al prójimo

El Papa con lo fieles. foto: Lucía Ballester


VATICANO, 19 Oct. 16 / (ACI).- El Papa Francisco habló en la catequesis de la Audiencia General de unas de las obras de misericordia: dar de comer al hambriento y dar de beber al sediento.

El Pontífice explicó que “la pobreza en abstracto no nos interpela, pero nos hace pensar, nos hace acusar; pero cuando tú ves la pobreza en la carne de un hombre, de una mujer, de un niño, ¡esto sí que nos interpela! Y por esto, esa costumbre que nosotros tenemos de huir de la necesidad, de no acercarnos o enmascarar un poco la realidad de los necesitados con las costumbres de la moda”.

A continuación, el texto completo:


Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Una de las consecuencias del llamado “bienestar” es aquella de llevar a las personas a encerrarse en sí mismas, haciéndolas insensibles a las exigencias de los demás. Se hace de todo para ilusionarlas presentándoles modelos de vida efímeros, que desaparecen después de algunos años, como si nuestra  vida fuera una moda a seguir y cambiar en cada estación. No es así. La realidad debe ser acogida y afrontada por aquello que es, y muchas veces nos presenta situaciones de urgente necesidad. Es por esto que, entre las obras de misericordia, se encuentra el llamado al hambre y a la sed: dar de comer al hambriento – existen muchos hoy, ¡eh! – y de beber al sediento. Cuantas veces los medios de comunicación nos informan de poblaciones que sufren la falta de alimentos y de agua, con graves consecuencias especialmente para los niños.

Ante estas noticias y especialmente ante ciertas imágenes, la opinión pública se siente afectada y de vez en cuando se inician campañas de ayuda para estimular a la solidaridad. Las donaciones se hacen generosas y de este modo se puede contribuir a aliviar el sufrimiento de muchos. Esta forma de caridad es importante, pero tal vez no nos involucra directamente. En cambio cuando, caminando por la calle, encontramos a una persona en necesidad, o quizás un pobre viene a tocar a la puerta de nuestra casa, es muy distinto, porque no estamos más ante una imagen, sino somos involucrados en primera persona. No existe más alguna distancia entre él o ella y yo, y me siento interpelado.

La pobreza en abstracto no nos interpela, pero nos hace pensar, nos hace acusar; pero cuando tú ves la pobreza en la carne de un hombre, de una mujer, de un niño, ¡esto sí que nos interpela! Y por esto, esa costumbre que nosotros tenemos de huir de la necesidad, de no acercarnos o enmascarar un poco la realidad de los necesitados con las costumbres de la moda. Así nos alejamos de esta realidad. No hay más alguna distancia entre el pobre y yo cuando lo encuentro. En estos casos, ¿Cuál es mi reacción? ¿Dirijo la mirada a otro lugar y paso adelante? O ¿Me detengo a hablar y me intereso de su estado? Y si tú haces esto no faltara alguno que diga: “¡Pero este está loco al hablar con un pobre!” ¿Veo si puedo acoger de alguna manera a aquella persona o busco de librarme lo más antes posible? Pero tal vez ella pide solo lo necesario: algo de comer y de beber. Pensemos un momento: cuantas veces recitamos el “Padre Nuestro”, es más, no damos verdaderamente atención a aquellas palabras. “Danos hoy nuestro pan de cada día”.

En la Biblia, un Salmo dice que Dios es aquel que «da el alimento a todos los vivientes» (136,25). La experiencia del hambre es dura. Lo sabe quién ha vivido periodos de guerra o carestía. Sin embargo esta experiencia se repite cada día y convive junto a la abundancia y al derroche. Son siempre actuales las palabras del apóstol Santiago: «¿De qué le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras? ¿Acaso esa fe puede salvarlo? ¿De qué sirve si uno de ustedes, al ver a un hermano o una hermana desnudos o sin el alimento necesario, les dice: “Vayan en paz, caliéntense y coman”, y no les da lo que necesitan para su cuerpo? Lo mismo pasa con la fe: si no va acompañada de las obras, está completamente muerta» (2,14-17): es incapaz de hacer obras, de hacer caridad, de dar amor. Hay siempre alguien que tiene hambre y sed y tiene necesidad de mí. No puedo delegar a ningún otro. Este pobre necesita de mí, de mi ayuda, de mi palabra, de mi empeño. Estamos todos comprometidos en esto.


Lo es también la enseñanza de aquella página del Evangelio en el cual Jesús, viendo a tanta gente que desde algunas horas lo seguía, pide a sus discípulos: «¿Dónde compraremos pan para darles de comer?» (Jn 6,5). Y los discípulos responden: “Es imposible, es mejor que los despidas…”. En cambio Jesús les dice a ellos: “No. Denles de comer ustedes mismos” (Cfr. Mt 14,16). Se hace dar los pocos panes y peces que tenían consigo, los bendijo, los partió y los hizo distribuir a todos. Es una lección muy importante para nosotros. Nos dice que lo poco que tenemos, si lo ponemos en las manos de Jesús y lo compartimos con fe, se convierte en una riqueza superabundante.

El Papa Benedicto XVI, en la Encíclica Caritas in veritate, afirma: «Dar de comer a los hambrientos es un imperativo ético para la Iglesia universal. […] El derecho a la alimentación y al agua tiene un papel importante para conseguir otros derechos. […] Por tanto, es necesario que madure una conciencia solidaria que considere la alimentación y el acceso al agua como derechos universales de todos los seres humanos, sin distinciones ni discriminaciones» (n. 27). No olvidemos las palabras de Jesús:  «Yo soy el pan de Vida» (Jn 6,35) y «El que tenga sed, venga a mí» (Jn 7,37). Son para todos nosotros creyentes una provocación estas palabras, una provocación a reconocer que, a través del dar de comer al hambriento y el dar de beber al sediento, pasa nuestra relación con Dios, un Dios que ha revelado en Jesús su rostro de misericordia.