lunes, 3 de octubre de 2016

PAPA FRANCISCO: ADOCTRINAR NIÑOS CON IDEOLOGÍA DE GÉNERO ES UNA MALDAD


Papa Francisco: Adoctrinar niños con ideología de género es una maldad


VATICANO, 02 Oct. 16 /  (ACI).- En la habitual conferencia de prensa que ofreció a los periodistas a bordo del avión en el que regresó a Roma procedente de Georgia y Azerbaiyán, el Papa Francisco afirmó que el adoctrinamiento de los niños con la ideología de género es una maldad.

El Santo Padre respondió a una pregunta sobre sus afirmaciones en Georgia el sábado 1 de octubre, cuando dijo que “un gran enemigo del matrimonio es la teoría de los géneros”.

Al respecto, el Papa recordó lo que le dijo un padre de familia en Francia sobre algo que le había pasado cuando comía con su familia y esto fue lo que dijo sobre la ideología de género:


“Antes que nada, yo he acompañado en mi vida como sacerdote, obispo y también como Papa, he acompañado personas con tendencia homosexual y también con prácticas homosexuales. He acompañado, los he acercado al Señor, algunos no podían, pero yo he acompañado y nunca he abandonado a nadie, esto que quede claro.

Las personas se deben acompañar como las acompaña Jesús. Cuando una persona que tiene esta condición llega hasta Jesús, Jesús no le dirá seguramente vete porque eres homosexual. No. Lo que yo he dicho, es esa maldad que hoy se hace en el adoctrinamiento de la teoría del género.

Me contaba un papá francés que en la mesa hablaba con los hijos, católicos ellos y la esposa, católicos no tan comprometidos, pero católicos; y le preguntaba al niño de 10 años, ‘¿Tú qué quieres ser cuando seas grande?’ ‘Una muchacha’.

El papá se acordó que el libro del colegio enseñaba la teoría del género, y esto va contra las cosas naturales. Una cosa es que una persona tenga esta tendencia, esta opción, e incluso que cambie de sexo, y otra cosa es hacer la enseñanza en la escuela en esta línea para cambiar la mentalidad. A esto yo llamo colonizaciones ideológicas”.

domingo, 2 de octubre de 2016

DESDE AZERBAIYÁN EL PAPA FRANCISCO EXPLICA LA GRAN TAREA DE LAS RELIGIONES


Desde Azerbaiyán el Papa Francisco explica la gran tarea de las religiones
Por Walter Sánchez Silva



BAKÚ, 02 Oct. 16 / (ACI).- En el encuentro interreligioso que sostuvo en Azerbaiyán, el Papa Francisco explicó que la gran tarea de las religiones en el mundo consiste en acompañar a los hombres en la búsqueda del sentido de la vida.

Antes de su intervención, el Papa se encontró en privado con el jeque de los musulmanes en el Cáucaso, con quien intercambió algunos dones y con quien conversó durante algunos minutos.

Luego el líder islámico dirigió unas palabras al Pontífice en las que resaltó su preocupación por los migrantes, su condena al terrorismo y sus causas, y su rechazo a la xenofobia. También destacó el importante papel en la comunidad internacional y los esfuerzos de la Iglesia por la resolución de conflictos y la promoción de la paz, también en el Cáucaso.

Tras las palabras del jeque musulmán en la mezquita Heydar Aliyev, el Santo Padre resaltó ante los líderes islámicos, ortodoxos y judíos presentes que “las religiones tienen precisamente una gran tarea: acompañar a los hombres en la búsqueda del sentido de la vida, ayudándoles a entender que las limitadas capacidades del ser humano y los bienes de este mundo nunca deben convertirse en un absoluto”.


“Las religiones –continuó– están llamadas a hacernos comprender que el centro del hombre está fuera de sí mismo, que tendemos hacia lo Alto infinito y hacia el otro que tenemos al lado. Hacia allí está llamada a encaminarse la vida, hacia el amor más elevado y más concreto: sólo este puede ser el culmen de toda aspiración auténticamente religiosa”.

“La religión –precisó el Papa– es una necesidad para el hombre, para realizar su fin, una brújula para orientarlo hacia el bien y alejarlo del mal, que está siempre al acecho en la puerta de su corazón. En este sentido, las religiones tienen una tarea educativa: ayudar al hombre a dar lo mejor de sí”.

En ese sentido, continuó, “nosotros, como guías, tenemos una gran responsabilidad para ofrecer respuestas auténticas a la búsqueda del hombre, a menudo perdido en las vertiginosas paradojas de nuestro tiempo”.

“En efecto, vemos cómo en nuestros días, arrecia por un lado el nihilismo de los que ya no creen en nada, excepto en sus propios intereses, ventajas y provechos, de los que tiran sus vidas adaptándose al dicho ‘si Dios no existe todo está permitido’; por otro lado, surgen cada vez más las reacciones duras y fundamentalistas de aquellos que, con la violencia de la palabra y de los gestos, quieren imponer actitudes extremas y radicalizadas, las más lejanas del Dios vivo”.

Las religiones, por el contrario, “ayudan a discernir el bien y ponerlo en práctica con las obras, con la oración y con el esfuerzo del trabajo interior, están llamadas a edificar la cultura del encuentro y de la paz, hecha de paciencia, comprensión, pasos humildes y concretos. Así se sirve a la sociedad humana. Esta, por su parte, debe vencer la tentación de instrumentalizar el factor religioso: las religiones nunca han de ser manipuladas y nunca pueden favorecer conflictos y enfrentamientos”.

Para explicar mejor lo que describió, el Papa se refirió a unos vitrales tradicionales del país que están hechos de madera y cristal, que no usan clavos ni pegamentos para unirse: “la madera sujeta el cristal y el cristal deja pasar la luz. Del mismo modo, toda sociedad civil tiene la tarea de apoyar la religión, que permite la entrada de una luz indispensable para vivir: para ello es necesario garantizar una efectiva y auténtica libertad. No se han de utilizar, pues, ‘pegamentos’ artificiales que obliguen al hombre a creer, imponiéndole un determinado credo y privándolo de la libertad de elección; tampoco han de entrar en las religiones los ‘clavos’ externos de los intereses mundanos, de la ambición de poder y de dinero”.

Porque Dios, dijo Francisco, “no puede ser invocado por intereses partidistas y fines egoístas, no puede justificar forma alguna de fundamentalismo, imperialismo o colonialismo. Una vez más, desde este lugar tan significativo, se eleva el grito afligido: ‘¡Nunca más violencia en nombre de Dios!’. Que su santo nombre sea adorado, no profanado y ni mercantilizado por los odios y los conflictos humanos”.


El Papa alentó luego la coexistencia pacífica de las religiones, que debe promover una cultura de paz con diálogo y oración, “una paz verdadera, fundada sobre el respeto mutuo, sobre el encuentro y el intercambio, sobre la voluntad de ir más allá de los prejuicios y los errores del pasado, sobre la renuncia a las falsedades y a los intereses partidistas; una paz duradera animada por el valor de superar las barreras, de erradicar la pobreza y la injusticia, de denunciar y detener la proliferación de armas y las ganancias inicuas obtenidas sobre la piel de los otros”.

Ante los conflictos actuales, dijo el Santo Padre, “las religiones son auroras de paz, semillas de renacimiento entre devastaciones de muerte, ecos de diálogo que resuenan sin descanso, caminos de encuentro y reconciliación para llegar allí donde los intentos de mediación oficiales parecen no surtir efecto”.

Tras alentar a la paz en la región del Cáucaso, el Papa hizo votos para que “las riquezas inestimables de estos países sean conocidas y valoradas: los tesoros antiguos y siempre nuevos de la sabiduría, la cultura y la religiosidad de las gentes del Cáucaso son un gran recurso para el futuro de la región y, en particular, para la cultura europea, bienes preciosos a lo que no podemos renunciar”.

PAPA FRANCISCO EN AZERBIYÁN: VIOLENCIA QUE SE ESCUDA EN DIOS ES INCOMPATIBLE CON LA RELIGIÓN


El Papa en Azerbaiyán: Violencia que se escuda en Dios es incompatible con la religión
Por Walter Sánchez Silva


Alan Holdren (ACI Prensa)



BAKÚ, 02 Oct. 16 /  (ACI).- En su discurso a las autoridades de Azerbaiyán este domingo, el Papa Francisco resaltó que la adhesión a los genuinos valores de la religión es incompatible con la violencia que se escuda “en el santo nombre de Dios”.

En el Centro Heyday Aliyev de Bakú, capital de Azerbaiyán, y luego de escuchar el saludo del Presidente, Ilham Oliyev, el Santo Padre destacó que “la adhesión a los genuinos valores religiosos es totalmente incompatible con el tentativo de imponer con la violencia a los otros las propias formas de ver, escudándose en el santo nombre de Dios”.

“Toda pertenencia étnica o ideológica, como todo auténtico camino religioso, debe repudiar actitudes y concepciones que instrumentalizan las propias convicciones, la propia identidad o el nombre de Dios para legitimar intentos de opresión y dominio.

Deseo vivamente que Azerbaiyán prosiga por este camino de colaboración entre las distintas culturas y confesiones religiosas”, destacó el Papa.

Ante el drama de los conflictos en el mundo que son fomentados por ideologías violentas, el Papa animó a promover “la cultura de la paz, la cual se nutre de una incesante disposición al diálogo y de la conciencia de que no existe otra alternativa razonable que la continua y paciente búsqueda de soluciones compartidas, mediante leales y constantes negociaciones”.

Francisco recordó también que el próximo 18 de octubre, Azerbaiyán celebra sus primeros 25 años de independencia y destacó que esta sociedad “reconoce los beneficios de la multiculturalidad y de la necesaria complementariedad de las culturas, de manera que entre los distintos componentes de la comunidad civil y entre los que pertenecen a diferentes confesiones religiosas se instauren relaciones de mutua colaboración y respeto”.

“Este esfuerzo común en la construcción de una armonía entre las diferencias es particularmente importante en este tiempo, porque muestra que es posible testimoniar las propias ideas y la propia concepción de la vida sin conculcar los derechos de los que tienen otras concepciones o formas de ver”, continuó.

El Papa también animó a superar los conflictos en la región del Cáucaso y recordó que “la Iglesia Católica, aun siendo en este país una presencia numéricamente exigua, está inserta en la vida civil y social de Azerbaiyán, participa en sus alegrías y es solidaria para afrontar sus dificultades”.

“Me alegro además particularmente –prosiguió– de las cordiales relaciones que la comunidad católica tiene con la musulmana, la ortodoxa y la judía, y espero que se incrementen los signos de amistad y de colaboración”.

Estas buenas relaciones, agregó, “tienen un alto significado para la pacífica convivencia y para la paz del mundo, y muestran que entre los fieles de distintas confesiones religiosas son posibles las relaciones cordiales, el respeto y la cooperación con vistas al bien común”.

“Que la fe en Dios sea más bien fuente de inspiración para la mutua comprensión, el respeto y la ayuda recíproca, en favor del bien común de la sociedad”, concluyó.

PIERDE EL TIEMPO EL PAPA FRANCISCO EN VISITAR AZERBAIYÁN?


¿Pierde el tiempo el Papa en visitar Azerbaiyán?, él mismo responde a la pregunta
Por Alvaro de Juana
 Foto: L'Osservatore Romano



BAKÚ, 02 Oct. 16 / (ACI).- Antes de concluir la Misa en la iglesia de la Inmaculada, en la capital de Azerbaiyán, Kabú, el Papa rezó el ángelus y ofreció unas palabras improvisadas dando razón de por qué ha decidido acudir a este país en el que los católicos son una minoría.

“Alguno puede pensar que el Papa pierde mucho tiempo, hace muchos kilómetros de viaje para visitar una pequeña comunidad de 700 personas en un país de 2 millones. Y no una comunidad uniforme. Se habla, italiano, inglés el español, muchas lenguas… es una comunidad de periferia”, dijo.

“Pero el Papa en esto imita al Espíritu Santo, también él descendió del cielo a una pequeña comunidad en el cenáculo. Esa comunidad, con temor, se sentía pobre, perseguida quizás o dejar a parte, le da el coraje, la fuerza la parresía para ir adelante y proclamar el nombre de Jesús. Las puertas de esa comunidad de Jerusalén que estaban cerradas por el miedo o la vergüenza se abren de par en par y sale la fuerza del Espíritu”.

“El Papa pierde el tiempo como lo perdió el Espíritu Santo en aquel tiempo. Solo dos cosas son necesarias: en esa comunidad estaba la madre. No hay que olvidar a la madre y en esa comunidad se daba la caridad, el amor fraterno que el Espíritu Santo ha derramado en ellos. ¡Ánimo, adelante, sin miedo!”, terminó.

Azerbaiyán  posee 86.600 km2 y una población de 9.642.000 de los cuales sólo 570 personas son católicas.

En Azerbaiyán existe 1 sola parroquia y 1 centro pastoral. Tiene a un vicario apostólico (no obispo) y 7 sacerdotes. Además, hay 3 religiosos que no son sacerdotes, 7 religiosas profesas, 2 misioneros laicos y 4 catequistas. Solo hay 14 seminaristas. Además, existe solo 1 casa para ancianos propiedad de la Iglesia Católica.

HOMILÍA DEL PAPA FRANCISCO EN LA MISA EN AZERBAIYÁN


 Homilía del Papa Francisco en la Santa Misa en Azerbaiyán


BAKÚ, 02 Oct. 16 / (ACI).- Poco después de su llegada a Azerbaiyán, el Papa Francisco celebró una Misa en la iglesia de la Inmaculada, en el Centro Salesiano de la ciudad.

“El servicio es un estilo de vida, más aún, resume en sí todo el estilo de vida cristiana: servir a Dios en la adoración y la oración; estar abiertos y disponibles; amar concretamente al prójimo; trabajar con entusiasmo por el bien común inservible”, dijo el Papa.

A continuación, el texto completo de la homilía:

La palabra de Dios nos presenta hoy dos aspectos esenciales de la vida cristiana: la fe y el servicio. A propósito de la fe, le hacen al Señor dos peticiones concretas.

La primera es del profeta Habacuc, que suplica a Dios para que intervenga y restablezca la justicia y la paz, que los hombres han destruido con la violencia, las disputas y las contiendas: «¿Hasta cuándo, Señor, pediré auxilio sin que tú me escuches?» (Ha 1,2), pregunta el profeta. Dios, en su respuesta, no interviene directamente, no resuelve la situación de modo brusco, no se hace presente con la fuerza. Al contrario, invita a esperar con paciencia, sin perder nunca la esperanza; sobre todo, subraya la importancia de la fe. Porque el hombre vivirá por su fe (cf. Ha 2,4). Así actúa Dios también con nosotros: no favorece nuestros deseos de cambiar el mundo y a los demás de manera inmediata y continuamente, sino que busca ante todo curar el corazón, el mío, el tuyo, el corazón de cada uno; Dios cambia el mundo cambiando nuestros corazones, y esto no puede hacerlo sin nosotros. El Señor quiere que le abramos la puerta del corazón para poder entrar en nuestra vida. Este abrirnos a él, esta confianza en él es precisamente lo que ha vencido al mundo: nuestra fe (cf. 1 Jn 5,4). Porque cuando Dios encuentra un corazón abierto y confiado, allí puede hacer sus maravillas.

Pero tener fe, una fe viva, no es fácil, y de ahí la segunda petición, esa que los Apóstoles dirigen al Señor en el Evangelio: «Auméntanos la fe» (Lc 17,6). Es una hermosa súplica, una oración que también nosotros podríamos dirigir a Dios cada día. Pero la respuesta divina es sorprendente, y también en este caso da la vuelta a la petición: «Si tuvierais fe...». Es él quien nos pide a nosotros que tengamos fe. Porque la fe, que es un don de Dios y hay que pedirla siempre, también requiere que nosotros la cultivemos. No es una fuerza mágica que baja del cielo, no es una «dote» que se recibe de una vez para siempre, ni tampoco un superpoder que sirve para resolver los problemas de la vida. Porque una fe concebida para satisfacer nuestras necesidades sería una fe egoísta, totalmente centrada en nosotros mismos. No hay que confundir la fe con el estar bien o sentirse bien, con el ser consolados para que tengamos un poco de paz en el corazón. La fe es un hilo de oro que nos une al Señor, la alegría pura de estar con él, de estar unidos a él; es un don que vale la vida entera, pero que fructifica si nosotros ponemos nuestra parte.

Y, ¿cuál es nuestra parte? Jesús nos hace comprender que es el servicio. En el Evangelio, en efecto, el Señor pone las palabras sobre el servicio después de las referidas al poder de la fe. Fe y servicio no se pueden separar, es más, están estrechamente unidas, enlazadas entre ellas. Para explicarme, quisiera usar una imagen que os es familiar, la de una bonita alfombra: vuestras alfombras son verdaderas obras de arte y provienen de una antiquísima tradición. También la vida cristiana de cada uno viene de lejos, y es un don que hemos recibido en la Iglesia y que proviene del corazón de Dios, nuestro Padre, que desea hacer de cada uno de nosotros una obra maestra de la creación y de la historia. Cada alfombra, lo sabéis bien, se va tejiendo según la trama y la urdimbre; sólo gracias a esta estructura el conjunto resulta bien compuesto y armonioso. Así sucede en la vida cristiana: hay que tejerla cada día pacientemente, entrelazando una trama y una urdimbre bien definidas: la trama de la fe y la urdimbre del servicio. Cuando a la fe se enlaza el servicio, el corazón se mantiene abierto y joven, y se ensancha para hacer el bien. Entonces la fe, como dice Jesús en el Evangelio, se hace fuerte y realiza maravillas. Si avanza por este camino, entonces madura y se fortalece, a condición de que permanezca siempre unida al servicio.

Pero, ¿qué es el servicio? Es posible pensar que consista sólo en ser fieles a nuestros deberes o en hacer alguna obra buena. Para Jesús es mucho más. En el Evangelio de hoy, él nos pide, incluso con palabras muy fuertes, radicales, una disponibilidad total, una vida completamente entregada, sin cálculos y sin ganancias. ¿Por qué es tan exigente? Porque él nos ha amado de ese modo, haciéndose nuestro siervo «hasta el extremo» (Jn 13,1), viniendo «para servir y dar su vida» (Mc 10,45). Y esto sucede aún hoy cada vez que celebramos la Eucaristía: el Señor se presenta entre nosotros y, por más que nosotros nos propongamos servirlo y amarlo, es siempre él quien nos precede, sirviéndonos y amándonos más de cuanto podamos imaginar y merecer. Nos da su misma vida. Y nos invita a imitarlo, diciéndonos: «El que quiera servirme que me siga» (Jn 12,26).

Por tanto, no estamos llamados a servir sólo para tener una recompensa, sino para imitar a Dios, que se hizo siervo por amor nuestro. Y no estamos llamados a servir de vez en cuando, sino a vivir sirviendo. El servicio es un estilo de vida, más aún, resume en sí todo el estilo de vida cristiana: servir a Dios en la adoración y la oración; estar abiertos y disponibles; amar concretamente al prójimo; trabajar con entusiasmo por el bien común inservible. Aquí podemos destacar dos. Una es dejar que el corazón se vuelva tibio. Un corazón tibio se encierra en una vida perezosa y sofoca el fuego del amor. El que es tibio vive para satisfacer sus comodidades, que nunca son suficientes, y de ese modo nunca está contento; poco a poco termina por conformarse con una vida mediocre. El tibio reserva a Dios y a los demás algunos «porcentajes» de su tiempo y de su corazón, sin exagerar nunca, sino más bien buscando siempre recortar. Así su vida pierde sabor: es como un té que era muy bueno, pero que al enfriarse ya no se puede beber. Estoy convencido de que vosotros, viendo los ejemplos de quienes os han precedido en la fe, no dejaréis que vuestro corazón se vuelva tibio. Toda la Iglesia, que tiene una especial simpatía por vosotros, os mira y os anima: sois un pequeño rebaño pero de gran valor a los ojos de Dios.


Hay una segunda tentación en la que se puede caer, no por ser pasivos, sino por ser «demasiado activos»: es la de pensar como dueños, de trabajar sólo para ganar prestigio y llegar a ser alguien. Entonces, el servicio se convierte en un medio y no en un fin, porque el fin es ahora el prestigio, después vendrá el poder, el querer ser grandes. «Entre vosotros —nos recuerda Jesús a todos— no será así: el que quiera ser grande entre vosotros que sea vuestro servidor» (Mt 20,26). Así se edifica y se embellece la Iglesia. Retomo la imagen de la alfombra, aplicándola a vuestra hermosa comunidad: cada uno de vosotros es como un espléndido hilo de seda, pero sólo si los distintos hilos están bien entrelazados crean una bella composición; solos, no sirven. Permaneced siempre unidos, viviendo humildemente en caridad y alegría; el Señor, que crea la armonía en la diferencia, os custodiará.

Que nos ayude la intercesión de la Virgen Inmaculada y de los santos, en particular santa Teresa de Calcuta, los frutos de cuya fe y servicio están entre vosotros. Acojamos algunas de sus espléndidas palabras, que resumen el mensaje de hoy: «El fruto de la fe es el amor; el fruto del amor es el servicio; y el fruto del servicio es la paz» (Camino de sencillez, Introducción).

PAPA FRANCISCO: LOS POBRES Y LOS DÉBILES SON LA CARNE DE CRISTO


Papa Francisco: Los pobres y los débiles son la carne de Cristo
 Alan Holdren / ACI Prensa.



TIFLIS, 01 Oct. 16 /  (ACI).- En el último día de su visita apostólica a Georgia, el Papa Francisco expresó su gratitud por quienes atienden a las personas pobres, enfermas y débiles, quienes son la “carne de Cristo”.

En su encuentro con más de 700 asistidos y operadores de las Obras de Caridad de la Iglesia en Georgia frente al Centro de asistencia de los Padres Camilos, el 1 de octubre en Tiflis, el Santo Padre señaló que “las iniciativas caritativas son el fruto maduro de una Iglesia que sirve, que ofrece esperanza y manifiesta la misericordia de Dios”.

“Por lo tanto, queridos hermanos y hermanas, tienen una misión muy grande”, indicó.


El Papa dijo a quienes atienden a los más necesitados que con “su solicitud expresan de manera elocuente el amor al prójimo, distintivo de los discípulos de Cristo”.

“Les animo a continuar por esta senda exigente y fecunda: las personas pobres y débiles son la ‘carne de Cristo’ que interpela a los cristianos de cualquier confesión, que los mueve a obrar sin intereses personales, siguiendo únicamente el impulso del Espíritu Santo”.

El Santo Padre expresó además “un saludo especial a los ancianos, a los enfermos, a cuantos sufren y a las personas atendidas en las diversas obras de caridad”.

“Me alegra estar un momento con ustedes y animaros: Dios nunca los abandona, siempre esta? cerca, pronto a escucharlos, a darles fortaleza en los momentos de dificultad”.


“Ustedes son los predilectos de Jesús, que quiso identificarse con las personas que sufren, sufriendo él mismo en su pasión”, indicó.

Concluido el mensaje del Papa, un grupo de jóvenes, acompañados por personas con discapacidad en sillas de ruedas, realizaron bailes tradicionales de Georgia.