domingo, 11 de septiembre de 2016

PAPA FRANCISCO: EL DIABLO TIENE 2 ARMAS PARA DESTRUIR LA IGLESIA DESDE DENTRO


Papa Francisco: El diablo tiene 2 armas para destruir la Iglesia desde dentro
Por Walter Sánchez Silva



VATICANO, 09 Sep. 16 /  (ACI).- En su discurso esta mañana ante más de 100 obispos de territorios de misión que participan de un seminario de estudio organizado por el Vaticano, el Papa Francisco alertó ante las acechanzas del diablo que tiene dos armas “para destruir a la Iglesia desde dentro”: la división y el dinero.

El Santo Padre hizo esta advertencia ante los prelados de reciente nombramiento que sirven en territorios de misión y que en estos días participan en Roma del seminario de estudio, organizado por la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, de la cual dependen.

En su discurso, el Pontífice alentó a los obispos a vigilar “atentamente para que todo lo que se realiza para la evangelización y las diversas actividades pastorales de las que son ustedes promotores no sea dañado o frustrado por divisiones ya presentes o que se pueden crear”.

“Las divisiones son el arma que el diablo tiene más a la mano para destruir la Iglesia desde dentro. Tiene dos armas, pero la principal es la división: la otra es el dinero. El diablo entra por las rendijas y destruye con la lengua, con los chismes que dividen y el hábito de chismorrear, que es una costumbre de ‘terrorismo’”.


“El chismoso –dijo el Papa– es un ‘terrorista’, que lanza la bomba –el chisme– para destruir. Por favor, luchen contra las divisiones, porque es una de las armas que tiene el diablo para destruir a la Iglesia local y la Iglesia universal”.

Francisco dijo a los obispos que, de modo particular, presten atención a “las diferencias debidas a las varias etnias presentes en un mismo territorio que no deben penetrar en la comunidad cristiana hasta prevalecer sobre su bien”.

“Hay desafíos difíciles por resolver, pero con la gracia de Dios, la oración, la penitencia, se puede. La Iglesia está llamada a estar más allá de toda connotación tribal-cultural y el obispo, visible principio de unidad, tiene la tarea de edificar incesantemente la Iglesia particular en la comunión de todos sus miembros”.

El Papa también alentó a los prelados a “salir al encuentro de las ovejas que no pertenecen aun al rebaño de Cristo” ya que, en el marco del Jubileo de la Misericordia “todos tenemos necesidad de la gracia de Cristo” para ser misericordiosos como el Padre.

“Cada obispo experimenta en primera persona esta realidad y está llamado a manifestar con la vida y el ministerio episcopal la paternidad de Dios”, resaltó.


En los territorios en los que están estos obispos, continuó el Papa, también es importante buscar “especialmente aquellas alejadas o perdidas” y encontrar “nuevas modalidades para anunciar, para salir al encuentro de las personas, para que los creyentes tibios o no practicantes descubran nuevamente la alegría de la fe”.

Francisco explicó que los obispos deben cuidar de manera particular a los sacerdotes y su preparación, desde el seminario: “sepan ofrecerles un ejemplo concreto y tangible. En cuanto les sea posible, busquen participar con ellos en sus principales momentos de formación, siempre cuidando la dimensión personal”.

“No se olviden que el prójimo más próximo del obispo es el presbítero. Cada presbítero debe sentir la cercanía de su obispo. Cuando un obispo oye la llamada telefónica del presbítero, o recibe una carta, debe responder rápido, ¡Rápido! El mismo día si es posible”, exhortó Francisco.

jueves, 8 de septiembre de 2016

PAPA FRANCISCO: SI EN TU CORAZÓN NO HAY PAZ NO HABRÁ PAZ EN EL MUNDO


Papa Francisco: Si en tu corazón no hay paz no habrá paz en el mundo
Papa Francisco en capilla de la Casa Santa Marta. Foto: L'Osservatore Romano.





VATICANO, 08 Sep. 16 /  (ACI).- “¿Cómo está el corazón de cada uno de nosotros? ¿Está en paz?”, cuestionó el Papa Francisco la mañana del 8 de septiembre en la Misa de la capilla de la Casa Santa Marta, en la Fiesta de la Natividad de la Virgen María. Si en el corazón de cada uno no hay paz, advirtió, no la habrá en el mundo.

El Santo Padre subrayó en su homilía que “la paz no se hace de un día para el otro”, sino que “la paz es un don, pero un don que debe ser trabajado cada día”.

“Estamos viviendo en guerra y todos piden la paz”, dijo, y precisó que “nosotros también debemos acoger el don de la paz y hacerle camino en nuestra vida, hacer que entre en nosotros, hacer que entre en el mundo”.


“La paz es un don que se vuelve artesanal en las manos de los hombres. Somos nosotros, los hombres, los que tenemos que dar un paso hacia la paz, cada día: es nuestro trabajo. Es nuestro trabajo con el don recibido: hacer la paz”, dijo.

Francisco señaló que la paz debe trabajarse “en las cosas pequeñas, en lo pequeño del día a día”.

“No bastan los grandes manifiestos por la paz, los grandes encuentros internacionales, si luego esta paz no se hace en lo pequeño”, indicó.

El Papa remarcó que “puedes hablar de la paz con palabras estupendas, dar una gran conferencia, pero si en lo pequeño de tu vida, en tu corazón no hay paz, en tu familia no hay paz, en tu barrio no hay paz, en tu puesto de trabajo no hay paz, tampoco habrá paz en el mundo”.

“¿Cómo está tu corazón hoy? ¿Está en paz? Si no está en paz, antes de hablar de paz, primero haz que haya paz en tu corazón”, exhortó.

El Santo Padre señaló que “si no eres capaz de llevar adelante en paz a tu familia, a tu presbiterio, a tu congregación, no bastan palabras de paz para el mundo”.

ORACIÓN EN LA FIESTA LITÚRGICA DE LA NATIVIDAD DE LA VIRGEN MARÍA


Oración de San Juan Pablo II en la Fiesta litúrgica de la Natividad de la Virgen María


¡Oh Virgen naciente,

esperanza y aurora de salvación para todo el mundo, vuelve benigna tu mirada materna hacia todos nosotros, reunidos aquí para celebrar y proclamar tus glorias!

¡Oh Virgen fiel,
que siempre estuviste dispuesta y fuiste solícita para acoger, conservar y meditar la Palabra de Dios, haz que también nosotros, en medio de las dramáticas vicisitudes de la historia, sepamos mantener siempre intacta nuestra fe cristiana, tesoro precioso que nos han transmitido nuestros padres!

¡Oh Virgen potente,
que con tu pie aplastaste la cabeza de la serpiente tentadora, haz que cumplamos, día tras dÍa, nuestras promesas bautismales, con las cuales hemos renunciado a Satanás, a sus obras y a sus seducciones, y que sepamos dar en el mundo un testimonio alegre de esperanza cristiana!

¡Oh Virgen clemente,
que abriste siempre tu corazón materno a las invocaciones de la humanidad, a veces dividida por el desamor y también, desgraciadamente, por el odio y por la guerra, haz que sepamos siempre crecer todos, según la enseñanza de tu Hijo, en la unidad y en la paz, para ser dignos hijos del único Padre celestial!

Amén.

(Misa en Frascati, 8 de septiembre de 1980)

MADRE TERESA FUE EL ÁNGEL DE LOS POBRES EN EL MONTE DE LOS OLIVOS


Madre Teresa fue el “ángel de los pobres en el Monte de los Olivos”
 Fotografía: Daniel Ibañez





VATICANO, 07 Sep. 16 /  (ACI).- El sacerdote, escritor y funcionario de la Secretaría de Estado del Vaticano, Mons. Florian Kolfhaus, escribió un comentario sobre la “mística” de Santa Teresa de Calcuta, a quien llamó “El ángel de los pobres en el Monte de los Olivos”.

Aquí el resumen de su columna publicada originalmente en CNA Deutsche:

Santa Teresa de Calcuta es un ícono del Año de la Misericordia. Como enfermera conoció el sufrimiento físico y emocional de las personas, y es respetada por su servicio desinteresado entre los enfermos y abandonados.

Madre Teresa nunca quiso ser más que ningún trabajador social o filántropo, ella solo quería servir a Cristo. Entendió que Jesús se encuentra en el más pobre entre los pobres, que Él sufrió y continúa sufriendo de manera misteriosa en cada enfermo y hambriento.


En el Monte de los Olivos y el Gólgota, Jesús tuvo a todos los hombres del mundo de pie frente a sus ojos, no una masa anónima, sino a cada individuo en particular. Y aunque Él, verdadero Dios y verdadero hombre, sufrió por los pecados de la humanidad, fue consolado por cada oración piadosa, inclusive aquellas que son recitadas 2.000 años después de su Pasión, Muerte y Resurrección.

Las buenas obras que se estén realizando hoy en día, en aquel tiempo fueron una gota de agua en sus labios resecos. Madre Teresa escuchó su grito “tengo sed” y le dio de beber al mostrar su amor tierno por los necesitados. “Tengo sed” gritaba Cristo, quien anhela el agua de nuestra devoción. Los Santos comprendieron que el Señor se hizo mendigo sí mismo mendigo para que podamos aliviar en algo su angustia.

La Madre Teresa supo tocar el cuerpo enfermo del mismo Cristo. Entendió que lo cuidaba, vestía, alimentaba y confortaba. Reconoció que los cristianos creemos en un Dios que tiene hambre y sed. Ella quiso, como "ángel de los pobres" confortar al Señor en el Monte de los Olivos ante el sueño de sus amigos.

Las obras de misericordia de la Madre Teresa eran más que un compromiso social. Practicaba el misticismo cristiano que en repetidas ocasiones significa la conversión continua. Imitaba al Cristo que sale al encuentro de la humanidad, pero también al que sufre; se encontraba con Él en el dolor y en la carga del pecado sobre sí.

Más que seguir un modelo de conciencia social, la Madre Teresa tuvo un profundo misticismo en Cristo. Su caridad y lo que enseñó acerca de Jesús es verdadero, en el sentido de sufrir con él y aliviar su sufrimiento a través del necesitado. Los numerosos admiradores de la Madre a menudo no saben de esta misión espiritual, la cual fue la verdadera razón de todas sus obras de caridad.

Pidamos a Santa Madre Teresa por nuestra salud espiritual para que logremos “salir hacia fuera”, como expresó en una ocasión el Papa Francisco, no sólo para los que están en necesidad de consuelo, sino para darle de beber al mismo Jesús. Este es el más profundo misticismo de la caridad: “el consuelo que proviene de Dios”.

Una paradoja difícil que tiene sus raíces en la encarnación del Hijo de Dios. El Beato Francisco Martos –uno de los pastorcitos de Fátima– estaba fascinado con el pensamiento de consolar a aquel Jesús oculto.


El mismo Señor le dice a Santa Margarita María de Alacoque acerca de su anhelo de amorosa adoración: "Tengo sed, pero una sed tan ardiente de ser amado por los hombres en el Santísimo Sacramento, que esta sed me consume y no hallo a nadie que se esfuerce según mi deseo en apagármela, correspondiendo de alguna manera a mi amor”.

Este amor también era una parte integral de la vida cotidiana de la Madre Teresa: al beber de la copa al mismo Cristo en la Sagrada Eucaristía y en el cuidado devocional de los enfermos.

La Madre Teresa nos enseña cómo podemos satisfacer la sed infinita de un Dios que quiso morir en la cruz. Las muchas semanas y meses que vivió sin consuelo espiritual; que tuvo que soportar y resistir como Cristo en la cruz: "Dios mío, ¿Por qué me has abandonado?". La enfermería, la Adoración Eucarística, resistir mentalmente la soledad y el miedo. De esa forma la Santa de Calcuta dio de beber a Cristo a través de la comprensión de la mística cristiana.  Una y otra vez la palabra "Tengo sed" aparece en sus escritos y oraciones.

PAPA FRANCISCO DENUNCIA A LOS QUE FABRICAN DIOSES A MEDIDA Y SOFOCAN LA VERDADERA FE


Papa Francisco denuncia a los que fabrican dioses a medida y sofocan la verdadera fe
Por Alvaro de Juana

. Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa




VATICANO, 07 Sep. 16 / (ACI).- En la catequesis que el Papa Francisco pronunció hoy en la Plaza de San Pedro, el Pontífice denunció los tipos de Dios que algunos crean a su medida y que se alejan del verdadero.

"Nosotros los cristianos creemos en el Dios de Jesús, el cristiano cree en el Dios de Jesucristo, su deseo es crecer en la experiencia viva de su misterio de amor”.

El Santo Padre explicó que “también hoy el hombre construye imágenes de Dios que le impiden gustar su presencia real”.

“Algunos se hacen una fe ‘hecha para sí’ que reduce a Dios al espacio limitado de los propios deseos y de las propias convicciones, pero esta fe no es conversión al Señor que se revela, más bien le impide provocar nuestra vida y nuestra conciencia”.


El Pontífice también denunció que “otros reducen a Dios a un falso ídolo, usan su santo nombre para justificar los propios intereses o incluso el odio y la violencia”.

“Para otros, Dios todavía es un solo refugio psicológico en el que estar seguros en los momentos difíciles: se trata de una fe replegada sobre sí misma, impermeable a la fuerza del amor misericordioso de Jesús que empuja hacia los hermanos”.

Pero también están los que “consideran a Cristo solo un buen maestro de enseñanzas éticas, uno entre tantos de la historia”.

En definitiva, “hay quien sofoca la fe en una relación puramente intimista con Jesús, anulando su entusiasmo misionero capaz de transformar el mundo y la historia”.

En la celebración, se proclamó el Evangelio de San Mateo en el que San Juan Bautista pregunta a Jesús si Él es el mesías o todavía tienen que esperar a otro. Jesús responde entonces: “Los ciegos ven, los cojos caminan, los leprosos son purificados, los sordos oyen, los muertos resucitan y los pobres anuncian el Evangelio".

“Él responde que es el instrumento concreto de la misericordia del Padre, que va al encuentro de todos llevando consuelo y salvación, y de este modo manifiesta el juicio de Dios”.

Todas estas personas “recuperan su dignidad y no son más excluidos por sus enfermedades”, dijo Francisco.


“El mensaje que la Iglesia recibe de este relato de la vida de Cristo es muy claro: Dios no ha mandado a su Hijo al mundo para castigar a los pecadores ni para aniquilar a los malvados”, agregó.

A ellos “en cambio les invita a la conversión para que viendo los signos de la bondad divina puedan reencontrar el camino de regreso”.  

El Papa destacó que “si los obstáculos son sobre todo sus acciones de misericordia, entonces significa que se tiene una falsa imagen del Mesías”, en cambio, “los beatos frente a los gestos y las palabras de Jesús dan gloria al Padre que está en los cielos”. 

LA NATIVIDAD DE LA VIRGEN MARÍA, 8 DE SEPTIEMBRE


Natividad de la Santísima Virgen
Fiesta, 8 de septiembre


Por: n/a | Fuente: Archidiócesis de Madrid 




Fiesta de la Natividad de la bienaventurada Virgen María, de la estirpe de Abrahán, nacida de la tribu de Judá y de la progenie del rey David, de la cual nació el Hijo de Dios, hecho hombre por obra del Espíritu Santo, para liberar a la humanidad de la antigua servidumbre del pecado.

Un anticipo y anuncio inmediato de la redención obrada por Jesucristo es el nacimiento de su Madre la Virgen María, concebida sin mancha de pecado, llena de gracia y bendita entre todas las mujeres.

En Jerusalén, en la Iglesia de Santa Ana. La primera fuente de la narración del nacimiento de la Virgen es el apócrifo Protoevangelio de Santiago, que coloca el nacimiento de la Virgen en Jerusalén, en el lugar en que debió existir una basílica en honor a la María Santísima, junto a la piscina probática, según cuentan diversos testimonios entre los años 400 y 600. Después del año 603 el patriarca Sofronio afirma que ése es el lugar donde nació la Virgen. Posteriormente, la arqueología ha confirmado la tradición.

La fiesta de la Natividad de la santísima Virgen surgió en oriente, y con mucha probabilidad en Jerusalén, hacia el s. v. Allí estaba siempre viva la tradición de la casa natalicia de María. La fiesta surgió muy probablemente como dedicación de una iglesia a María, junto a la piscina probática; tradición que se relaciona con el actual santuario de Santa Ana.