jueves, 16 de junio de 2016

CATEQUESIS DE PAPA FRANCISCO SOBRE LA PARÁBOLA DEL CIEGO DE JERICÓ

TEXTO COMPLETO Catequesis Papa Francisco sobre la parábola del ciego de Jericó
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VATICANO, 15 Jun. 16 / 
 (ACI).- El Papa Francisco dedicó la catequesis de la Audiencia General de esta semana a la parábola del ciego de Jericó que grita para pedir ayuda a Jesús.

“Cuantas veces nosotros, cuando vemos tanta gente en la calle –gente necesitada, enferma, que no tiene que comer– sentimos fastidio. Cuantas veces nosotros, cuando nos encontramos ante tantos prófugos y refugiados, sentimos fastidio. Es una tentación: todos nosotros tenemos esto, ¿eh? Todos, también yo, todos”, dijo Francisco.

A continuación, el texto completo de la catequesis del Papa:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Un día Jesús, acercándose a la ciudad de Jericó, realizó el milagro de restituir la vista a un ciego que mendigaba a lo largo del camino (Cfr. Lc 18,35-43). Hoy queremos aferrar el significado de este signo porque también nos toca directamente.

El evangelista Lucas dice que aquel ciego estaba sentado al borde del camino pidiendo limosna (Cfr. v. 35). Un ciego en aquellos tiempos – incluso hasta hace poco tiempo atrás – podía vivir solo de la limosna. La figura de este ciego representa a tantas personas que, también hoy, se encuentran marginadas a causa de una discapacidad física o de otro tipo.

Está separado de la gente, está ahí sentado mientras la gente pasa ocupada, en sus pensamientos y tantas cosas… Y el camino, que puede ser un lugar de encuentro, para él en cambio es el lugar de la soledad. Tanta gente que pasa. Y él está solo.


Es triste la imagen de un marginado, sobre todo en el escenario de la ciudad de Jericó, la espléndida y prospera oasis en el desierto. Sabemos que justamente a Jericó llegó el pueblo de Israel al final del largo éxodo de Egipto: aquella ciudad representa la puerta de ingreso en la tierra prometida.

Recordemos las palabras que Moisés pronunció en aquella circunstancia; decía así: «Si hay algún pobre entre tus hermanos, en alguna de las ciudades del país que el Señor, tu Dios, te da, no endurezcas tu corazón ni le cierres tu mano. Es verdad que nunca faltarán pobres en tu país. Por eso yo te ordeno: abre generosamente tu mano el pobre, al hermano indigente que vive en tu tierra» (Deut. 15,7.11).

Es agudo el contraste entre esta recomendación de la Ley de Dios y la situación descrita en el Evangelio: mientras el ciego grita – tenia buena voz, ¿eh? – mientras el ciego grita invocando a Jesús, la gente le reprocha para hacerlo callar, como si no tuviese derecho a hablar. No tienen compasión de él, es más, sienten fastidio por sus gritos. Eh… Cuantas veces nosotros, cuando vemos tanta gente en la calle – gente necesitada, enferma, que no tiene que comer – sentimos fastidio.

Cuantas veces nosotros, cuando nos encontramos ante tantos prófugos y refugiados, sentimos fastidio. Es una tentación: todos nosotros tenemos esto, ¿eh? Todos, también yo, todos. Es por esto que la Palabra de Dios nos enseña. La indiferencia y la hostilidad los hacen ciegos y sordos, impiden ver a los hermanos y no permiten reconocer en ellos al Señor. Indiferencia y hostilidad.

Y cuando esta indiferencia y hostilidad se hacen agresión y también insulto – “pero échenlos fuera a todos estos”, “llévenlos a otra parte” – esta agresión; es aquello que hacia la gente cuando el ciego gritaba: “pero tu vete, no hables, no grites”.

Notamos una característica interesante. El Evangelista dice que alguien de la multitud explicó al ciego el motivo de toda aquella gente diciendo: «Que pasaba Jesús de Nazaret» (v. 37). El paso de Jesús es indicado con el mismo verbo con el cual en el libro del Éxodo se habla del paso del ángel exterminador que salva a los Israelitas en las tierras de Egipto (Cfr. Ex 12,23).

Es el “paso” de la pascua, el inicio de la liberación: cuando pasa Jesús, siempre hay liberación, siempre hay salvación. Al ciego, pues, es como si fuera anunciada su pascua. Sin dejarse atemorizar, el ciego grita varias veces dirigiéndose a Jesús reconociéndolo como Hijo de David, el Mesías esperado que, según el profeta Isaías, habría abierto los ojos a los ciegos (Cfr. Is 35,5). A diferencia de la multitud, este ciego ve con los ojos de la fe. Gracias a ella su suplica tiene una potente eficacia.

De hecho, al oírlo, «Jesús se detuvo y mandó que se lo trajeran» (v. 40). Haciendo así Jesús quita al ciego del margen del camino y lo pone al centro de la atención de sus discípulos y de la gente. Pensemos también nosotros, cuando hemos estado en situaciones difíciles, también en situaciones de pecado, como ha estado ahí Jesús a tomarnos de la mano y a sacarnos del margen del camino a la salvación.

Se realiza así un doble pasaje. Primero: la gente había anunciado la buena noticia al ciego, pero no quería tener nada que ver con él; ahora Jesús obliga a todos a tomar conciencia que el buen anuncio implica poner al centro del propio camino a aquel que estaba excluido.

Segundo: a su vez, el ciego no veía, pero su fe le abre el camino a la salvación, y él se encuentra en medio de cuantos habían bajado al camino para ver a Jesús. Hermanos y hermanas, el paso del Señor es un encuentro de misericordia que une a todos alrededor de Él para permitir reconocer quien tiene necesidad de ayuda y de consolación. También en nuestra vida Jesús pasa; y cuando pasa Jesús, y yo me doy cuenta, es una invitación a acercarme a Él, a ser más bueno, a ser mejor cristiano, a seguir a Jesús.

Jesús se dirige al ciego y le pregunta: «¿Qué quieres que haga por ti?» (v. 41). Estas palabras de Jesús son impresionantes: el Hijo de Dios ahora está frente al ciego como un humilde siervo. Él, Jesús, Dios dice: “Pero, ¿Qué cosa quieres que haga por ti? ¿Cómo quieres que yo te sirva?” Dios se hace siervo del hombre pecador. Y el ciego responde a Jesús no más llamándolo “Hijo de David”, sino “Señor”, el título que la Iglesia desde los inicios aplica a Jesús Resucitado.

El ciego pide poder ver de nuevo y su deseo es escuchado: «¡Señor, que yo vea otra vez! Y Jesús le dijo: Recupera la vista, tu fe te ha salvado» (v. 42). Él ha mostrado su fe invocando a Jesús y queriendo absolutamente encontrarlo, y esto le ha traído el don de la salvación. Gracias a la fe ahora puede ver y, sobre todo, se siente amado por Jesús.

Por esto la narración termina refiriendo que el ciego «recuperó la vista y siguió a Jesús, glorificando a Dios» (v. 43): se hace discípulo. De mendigo a discípulo, también este es nuestro camino: todos nosotros somos mendigos, todos.

Tenemos necesidad siempre de salvación. Y todos nosotros, todos los días, debemos hacer este paso: de mendigos a discípulos. Y así, el ciego se encamina detrás del Señor y entrando a formar parte de su comunidad. Aquel que querían hacer callar, ahora testimonia a alta voz su encuentro con Jesús de Nazaret, y  «todo el pueblo alababa a Dios» (v. 43).

Sucede un segundo milagro: lo que había sucedido al ciego hace que también la gente finalmente vea. La misma luz ilumina a todos uniéndolos en la oración de alabanza. Así Jesús infunde su misericordia sobre todos aquellos que encuentra: los llama, los hace venir a Él, los reúne, los sana y los ilumina, creando un nuevo pueblo que celebra las maravillas de su amor misericordioso.

Pero dejémonos también nosotros llamar por Jesús, y dejémonos curar por Jesús, perdonar por Jesús, y vayamos detrás de Jesús alabando a Dios. ¡Así sea!

BENEDICTO XVI CELEBRARÁ 65 AÑOS DE SACERDOCIO JUNTO AL PAPA FRANCISCO


Benedicto XVI celebrará 65 años de sacerdocio junto al Papa Francisco



VATICANO, 14 Jun. 16 /
 (ACI).- El 28 de junio, en la Sala Clementina del Palacio Apostólico, tendrá lugar una ceremonia para celebrar el 65° aniversario de ordenación sacerdotal de Benedicto XVI, realizada el 29 de junio de 1951, y a la que asistirá el Papa Francisco.

El anuncio fue hecho por la Fundación Ratzinger, la cual indicó en su sitio web que con motivo de este aniversario será presentado también un volumen sobre el sacerdocio.

La presencia pública de Benedicto XVI a fin de mes había sido adelantada por su secretario personal y Prefecto de la Casa Pontificia, Mons. Georg Ganswein. “Benedicto XVI celebrará el 65 aniversario de su sacerdocio el 29 de junio y veremos qué hacer. Esto podría dar la oportunidad de mostrar que Benedicto XVI está bien”, afirmó el Prelado el pasado 20 de mayo.

Joseph Ratzinger fue ordenado sacerdote por el Arzobispo de Munich (Alemania), Cardenal Michael von Faulhaber; junto a su hermano Georg Ratzinger y otros 40 seminaristas.


Así lo recordó el entonces Cardenal Ratzinger en su autobiografía. “Éramos más de 40 candidatos; cuando fuimos llamados respondimos Adsum, ‘estoy aquí’. Era un espléndido día de verano, que permanece inolvidable, como el momento más importante de mi vida”, expresó.

“No se debe ser supersticioso, pero en el momento en el cual el anciano arzobispo impuso las manos sobre mí, un pajarillo –tal vez una alondra-, se elevó sobre el altar mayor de la catedral y entonó un pequeño canto alegre; para mí fue como si una voz de lo alto me dijese: está bien así, estás en el camino correcto”, recordó.

En el texto, citado por la Fundación Ratzinger, el futuro Papa también recordó su primera Misa “en nuestra iglesia parroquial de San Osvaldo”. “Estaba iluminada en todo su esplendor, y la alegría que la llenaba casi palpablemente implica a todos en la acción sagrada, en la forma viva de una “participación activa’, que no necesitaba de un particular trabajo exterior”.

“Estábamos invitados a llevar a todas las casas la bendición de la primera Misa y fuimos acogidos en todas partes, también por personas completamente desconocidas, con una cordialidad que hasta aquel momento no me había imaginado”.

“Experimenté así –recordó Benedicto XVI-, muy directamente cuáles eran las grandes expectativas que los hombres tienen de su encuentro con el sacerdote, cuánto esperan su bendición, que deriva de la fuerza del sacramento. No se trataba de mi persona o de mi hermano”.

“¿Qué cosa habría podido significar para tanta gente encontrar dos jóvenes como nosotros? Ellos veían en nosotros a las personas a las cuales Cristo les había confiado un deber, para llevar su presencia entre los hombres”, expresó.

Asimismo, el 11 de junio de 2010, durante la Misa de clausura del Año Sacerdotal, Benedicto XVI señaló que el sacerdocio no es “simplemente ‘oficio’, sino sacramento: Dios se sirve de un pobre hombre para estar, a través de él, presente para los hombres y actuar en su favor”.

En ese sentido, indicó la Fundación, al tema del sacerdocio se dedica el tomo XII de la Opera Omnia de Joseph Ratzinger, titulada "Proclamadores de la Palabra y Servidores de su alegría", que incluye más de 80 textos centrados en su ministerio eclesiástico.

El libro, cuyo subtítulo es "Teología y Espiritualidad del Sacramento del Orden", contiene estudios teológicos y científicos estudios, meditaciones sobre la espiritualidad sacerdotal y homilías sobre el ministerio episcopal, presbiteral y diaconal, fruto de la actividad del teólogo y Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Cardenal Joseph Ratzinger, durante casi medio siglo, entre 1954 y 2002.

ORACIÓN AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS


martes, 14 de junio de 2016

PAPA FRANCISCO: TODO CRISTIANO DEBE AMAR A SU ENEMIGO Y REZAR POR ÉL


Papa Francisco: Todo cristiano debe amar a su enemigo y rezar por él

VATICANO, 14 Jun. 16 /  (ACI).- Uno de los mensajes centrales de Jesús y de la Iglesia es “amar al enemigo”, y el Papa Francisco explicó que también es esencial rezar por ellos.

Al comentar el Evangelio de la liturgia del día en la Misa matutina de la capilla en la Casa Santa Marta, el Pontífice habló sobre los Mandamientos y pidió: “Que el Señor nos de la gracia, solo esta: oren por los enemigos, por aquellos que nos desean mal, que no quieren el bien para nosotros. Orar por aquellos que nos hacen mal, que nos persiguen. Y cada uno de nosotros sabe el nombre y el apellido: oro por esto, por esto, por esto… Les aseguro que esta oración hará dos cosas: a él lo hará mejorar porque la oración es potente, y a nosotros nos hará más hijos del Padre”. 

El Pontífice dijo que cuando Jesús inicia su predicación “la explicación de la Ley entonces estaba en crisis”. “Era una explicación demasiado teórica, casuística, digamos que era una ley en la que no existía el corazón propio de la Ley, que es el amor de Dios que nos ha dado a nosotros”, señaló.

“Por esto el Señor repite lo que ya estaba en el Antiguo Testamento: ‘¿el mandamiento más grande cual es?’. Amar a Dios con todo el corazón, con todas sus fuerzas, con todo el alma, y al prójimo como a ti mismo”.


El Papa señaló que “en la explicación de los doctores de la Ley esto no estaba tan en el centro. En el centro estaban los casos: ‘¿Pero se puede hacer esto?’, ‘¿Y si no se puede?’. La casuística característica de la Ley. Y Jesús toma esto y relanza el verdadero sentido de la Ley para llevarlo a su plenitud”.

Así, Jesús ofrece “muchos ejemplos” en los que muestra cómo los mandamientos son buenos: “No matarás”, que también se refiere a insultar a un hermano.

Francisco indicó que la explicación que hace Jesús de los mandamientos, y que se puede ver sobre todo en el Evangelio de San Mateo, es “un camino de sanación: un corazón herido por el pecado original -todos nosotros tenemos el corazón herido por el pecado, todos- debe ir por este camino de corazón y sanar para semejarnos al Padre, que es perfecto”.

Amar al enemigo “es el último escalón” de este camino, es el más difícil, manifestó el Papa Francisco.

Evangelio comentado por el Papa

Mateo 5:43-48

43 «Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo.
44 Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan,
45 para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos.
46 Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa vais a tener? ¿No hacen eso mismo también los publicanos?
47 Y si no saludáis más que a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de particular? ¿No hacen eso mismo también los gentiles?
48 Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial.

VATICANO CONFIRMA QUE LOS CARISMAS SON ESENCIALES PARA LA IGLESIA


Vaticano confirma que los carismas son esenciales para la Iglesia
Por Alvaro de Juana




VATICANO, 14 Jun. 16  (ACI).- Los dones jerárquicos y los dones carismáticos son “co-esenciales” para la vida de la Iglesia. Esta es la conclusión de Iuvenescit Ecclesia (La Iglesia rejuvenece), una carta de la Congregación para la Doctrina de la Fe dirigida a los obispos de todo el mundo.

La carta aborda la relación entre la jerarquía (sacramento del orden epicopal, presbiteral y diaconal) y los carismas (suscitados por el Espíritu Santo) en la Iglesia, es decir, las asociaciones, movimientos y comunidades animados y guiados la mayoría por laicos.

La publicación de la Carta lleva fecha del 15 de mayo de 2016, Solemnidad de Pentecostés y fue aprobada por el Papa Francisco el pasado 14 de marzo.

“La Iglesia rejuvenece por el poder del Evangelio y el Espíritu continuamente la renueva, edificándola y guiándola con diversos dones jerárquicos y carismáticos”, señala carta en su introducción.

El inicio del documento destaca la importancia del Concilio Vaticano II en el origen de estos carismas que tienen urgencia en “la tarea de comunicar con eficacia el Evangelio”. Por eso, “en esta tarea indispensable de la nueva evangelización es más necesario que nunca reconocer y apreciar los muchos carismas que pueden despertar y alimentar la vida de fe del pueblo de Dios”.

Atracción del encuentro con el Señor

El texto reconoce que “tanto antes como después del Concilio Vaticano II han surgido numerosos grupos eclesiales que constituyen un gran recurso de renovación para la Iglesia y para la urgente ‘conversión pastoral y misionera’ de toda la vida eclesial”.

“Los grupos de fieles, movimientos eclesiales y nuevas comunidades proponen formas renovadas de seguimiento de Cristo en los que profundizar la comunión con Dios y la comunión con los fieles, llevando a los nuevos contextos sociales la atracción del encuentro con el Señor Jesús y la belleza de la existencia cristiana vivida integralmente”.

Los siguientes capítulos del documento de Doctrina de la fe realizan un breve repaso sobre los carismas en el Nuevo Testamento y en el Magisterio reciente de la Iglesia.

Respecto a los dones jerárquicos, el texto afirma que “en sus diversos grados, se dan para que a la Iglesia, como comunión, no le falte nunca a ningún fiel la oferta objetiva de la gracia en los Sacramentos, el anuncio normativo de la Palabra de Dios y la cura pastoral”.

Sobre los dones carismáticos, explica que “se distribuyen libremente por el Espíritu Santo para que la gracia sacramental lleve sus frutos a la vida cristiana de diferentes maneras y en todos sus niveles”. Estos dones “mueven a los fieles a responder libremente y de manera adecuada al mismo tiempo, al don de la salvación, haciéndose a sí mismos un don de amor para otros y un auténtico testimonio del Evangelio para todos los hombres”.

Autenticidad del carisma

La carta califica a los movimientos y nuevas comunidades de “dones carismáticos compartidos” que “muestran cómo un carisma original en particular puede agregar a los fieles y ayudarles a vivir plenamente su vocación cristiana y el propio estado de vida al servicio de la misión de la Iglesia”.

Otro de los asuntos que aborda el documento es el reconocimiento por parte de la autoridad eclesiástica de estos carismas. Algunos “no requieren de regulaciones específicas” pero “cuando un don carismático se presenta como ‘carisma originario’ o ‘fundamental’ entonces necesita un reconocimiento específico para que esa riqueza se articule de manera adecuada en la comunión eclesial y se transmita fielmente a lo largo del tiempo”.

Así, “reconocer la autenticidad del carisma no es siempre una tarea fácil, pero es un servicio debido que los pastores tienen que efectuar”.

La Congregación para la Doctrina de la Fe subraya que “la autoridad debe ser consciente de la espontaneidad real de los carismas suscitados por el Espíritu Santo, valorándolos de acuerdo con la regla de la fe en vista de la edificación de la Iglesia”.

En otro de los capítulos se detallan los criterios para el discernimiento de los dones carismáticos: “el primado de la vocación de todo cristiano a la santidad; el compromiso con la difusión misionera del Evangelio; la confesión de la fe católica; el testimonio de una comunión activa con toda la Iglesia; el respeto y el reconocimiento de la complementariedad mutua de los otros componentes en la Iglesia carismática”.

También señala “la aceptación de los momentos de prueba en el discernimiento de los carismas” y “la presencia de frutos espirituales; la dimensión social de la evangelización”.

Pertenencia de sacerdotes, seminaristas y matrimonios

La última parte de “La Iglesia rejuvenece” hace referencia a la relación entre los carismas y la jerarquía: “la práctica de la buena relación entre los diferentes dones en la Iglesia requiere la inserción activa de la realidad carismática en la vida pastoral de las Iglesias particulares”, manifiesta el texto.

El documento también afirma que “se tendrá que tener en cuenta la relación esencial y constitutiva entre la Iglesia universal y las Iglesias particulares”.

Por otro lado, se reconoce que los dones “pueden estar relacionados con todo el orden de la comunión eclesial, tanto en referencia a los Sacramentos como a la Palabra de Dios”. “Ellos, de acuerdo con sus diferentes características, permiten dar mucho fruto en el desempeño que emanan del Bautismo, la Confirmación, el Matrimonio y el Orden, así como hacen posible una mayor comprensión espiritual de la divina Tradición”.

Sobre la pertenencia de los matrimonios a estos grupos eclesiales, se dice que “pueden instruir válidamente a los jóvenes y cónyuges mismos, principalmente a los recién casados, en la doctrina y en la acción y en formarlos para la vida familiar, social y apostólica”.

Los sacerdotes también pueden formar parte de ellos y encontrar así “fuerza y ayuda para vivir plenamente cuanto se requiere de su ministerio específico”, algo que también sucede con los seminaristas.

Por último, la carta nos invita a mirar a María, Madre de la Iglesia y modelo de “plena docilidad a la acción del Espíritu Santo” y de “límpida humildad”: por su intercesión, se espera que “los carismas distribuidos abundantemente por el Espíritu Santo entre los fieles sean mansamente acogidos por ellos y den frutos para la vida y misión de la Iglesia y para el bien del mundo”.

PAPA FRANCISCO PIDE ACABAR DE UNA VEZ CON EL HAMBRE EN EL MUNDO


Papa Francisco pide acabar de una vez con el hambre en el mundo
Por Alvaro de Juana


VATICANO, 13 Jun. 16  (ACI).- El Papa Francisco pidió hoy desde la sede en Roma del Programa Mundial de Alimentos (PMA) acabar de manera definitiva con el hambre en el mundo y desnaturalizar la miseria.

El Pontífice visitó la asamblea plenaria de este organismo internacional con motivo de la sesión inaugural de 2016 y ofreció un discurso en el que habló del problema del hambre en el mundo y lo que conlleva.

Al comienzo, el Papa denunció que “la excesiva información con la que contamos va generando paulatinamente la ‘naturalización’ de la miseria”. Es decir, “poco a poco, nos volvemos inmunes a las tragedias ajenas y las evaluamos como algo ‘natural’”.

“Son tantas las imágenes que nos invaden que vemos el dolor, pero no lo tocamos; sentimos el llanto, pero no lo consolamos; vemos la sed pero no la saciamos. De esta manera, muchas vidas se vuelven parte de una noticia que en poco tiempo será cambiada por otra. Y mientras cambian las noticias, el dolor, el hambre y la sed no cambian, permanecen. Tal tendencia –o tentación– nos exige un paso más y, a su vez, revela el papel fundamental que Instituciones como la vuestra tiene para el escenario global. Hoy no podemos darnos por satisfechos con sólo conocer la situación de muchos hermanos nuestros”.

En su opinión, “es necesario ‘desnaturalizar’ la miseria y dejar de asumirla como un dato más de la realidad” porque “la miseria tiene rostro”. “Tiene rostro de niño, tiene rostro de familia, tiene rostro de jóvenes y ancianos. Tiene rostro en la falta de posibilidades y de trabajo de muchas personas, tiene rostro de migraciones forzadas, casas vacías o destruidas. No podemos ‘naturalizar’ el hambre de tantos; no nos está permitido decir que su situación es fruto de un destino ciego frente al que nada podemos hacer”.


Por otro lado, el Santo Padre manifestó que “las burocracias mueven expedientes; la compasión, en cambio, se juega por las personas”. Por eso, volvió a decir que “es necesario trabajar para ‘desnaturalizar’ y desburocratizar la miseria y el hambre de nuestros hermanos".

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11:53 - 13 jun 2016
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Desnaturalizar la miseria

“La falta de alimentos no es algo natural, no es un dato ni obvio, ni evidente. Que hoy en pleno siglo XXI muchas personas sufran este flagelo, se debe a una egoísta y mala distribución de recursos, a una ‘mercantilización’ de los alimentos”, dijo el Papa en este punto de su discurso.

Así pues, el alimento es “un don” que “hemos convertido en privilegio de unos pocos”. “Hemos hecho de los frutos de la tierra –don para la humanidad– commodities de algunos, generando, de esta manera, exclusión”, alertó.

Francisco aludió al consumismo como una de las causas que “nos ha inducido a acostumbrarnos a lo superfluo y al desperdicio cotidiano de alimento, al cual a veces ya no somos capaces de dar el justo valor, que va más allá de los meros parámetros económicos”. Por ello, recordó que “el alimento que se desecha es como si se robara de la mesa del pobre, de quien tiene hambre”.

Desburocratizar el hambre

El Santo Padre recordó que vivimos en un mundo inestable y en el que “últimamente las guerras y las amenazas de conflictos es lo que predomina en nuestros intereses y debates”.

Denunció que “las armas han alcanzado una preponderancia inusitada, de tal forma que han arrinconado totalmente otras maneras de solucionar las cuestiones en pugna” y habló de la paradoja de que “mientras las ayudas y los planes de desarrollo se ven obstaculizados por intrincadas e incomprensibles decisiones políticas, por sesgadas visiones ideológicas o por infranqueables barreras aduaneras, las armas no; no importa la proveniencia, circulan con una libertad jactanciosa y casi absoluta en tantas partes del mundo”. “Y de este modo, son las guerras las que se nutren y no las personas. En algunos casos la misma hambre se utiliza como arma de guerra”, agregó.

“Somos plenamente conscientes de ello, pero dejamos que nuestra conciencia se anestesie y así la volvemos insensible. De tal modo, la fuerza se convierte en nuestro único modo de actuar y el poder en el objetivo perentorio a alcanzar. Las poblaciones más débiles no sólo sufren los conflictos bélicos sino que, a su vez, ven frenados todo tipo de ayuda. Por esto urge desburocratizar todo aquello que impide que los planes de ayuda humanitaria cumplan sus objetivos”.

En opinión del Papa, parte de la solución pasa por “que los Estados miembros incrementen decisivamente su real voluntad de cooperar con estos fines” y por colaborar con el PMA.

“El PMA es un valioso ejemplo de cómo se puede trabajar en todo el mundo para erradicar el hambre a través de una mejor asignación de los recursos humanos y materiales, fortaleciendo la comunidad local. A este respecto, les animo a seguir adelante. No se dejen vencer por el cansancio, ni permitan que las dificultades los retraigan”, aseguró.

Sobre la misión concreta de la Iglesia al respecto, el Pontífice explicó que “quiere trabajar mancomunadamente con todas las iniciativas que luchen por salvaguardar la dignidad de las personas, especialmente de aquellas en las que están vulnerados sus derechos”. “Para hacer realidad esta urgente prioridad de ‘hambre cero’, les aseguro todo nuestro apoyo y respaldo a fin de favorecer todos los esfuerzos encaminados”.

“Un pueblo se juega su futuro en la capacidad que tenga para asumir el hambre y la sed de sus hermanos. En esta capacidad de socorrer al hambriento y al sediento podemos medir el pulso de nuestra humanidad”, concluyó entre aplausos el discurso.

domingo, 12 de junio de 2016

PAPA FRANCISCO DENUNCIA LA FALSEDAD DEL MUNDO QUE CIERRA LOS OJOS A LA ENFERMEDAD Y DISCAPACIDAD


El Papa denuncia la falsedad del mundo que cierra los ojos a la enfermedad y discapacidad
Por Alvaro de Juana






VATICANO, 12 Jun. (ACI).- El Papa Francisco denunció que en la actualidad el hombre vive en la “falsedad” al “cerrar los ojos ante la enfermedad y la discapacidad”.

“No comprende el verdadero sentido de la vida, que incluye también la aceptación del sufrimiento y de la limitación. El mundo no será mejor cuando este compuesto solamente por personas aparentemente ‘perfectas’, sino cuando crezca la solidaridad entre los seres humanos, la aceptación y el respeto mutuo”.

El Santo Padre celebró con una Misa en la Plaza de San Pedro el Jubileo de los Enfermos y Discapacitados que durante unos días se celebró en Roma.

En su homilía, Francisco explicó que “el modo en que vivimos la enfermedad y la discapacidad es signo del amor que estamos dispuestos a ofrecer. El modo en que afrontamos el sufrimiento y la limitación es el criterio de nuestra libertad de dar sentido a las experiencias de la vida, aun cuando nos parezcan absurdas e inmerecidas”.

El Papa recordó además que el sufrimiento y la enfermedad encuentran su sentido en “Cristo”. “En realidad, todos, tarde o temprano, estamos llamados a enfrentarnos, y a veces a combatir, con la fragilidad y la enfermedad nuestra y la de los demás”.


Esta experiencia “plantea de manera aguda y urgente la pregunta por el sentido de la existencia” y se suele responder de dos maneras: con “una actitud cínica, como si todo se pudiera resolver soportando o contando sólo con las propias fuerzas” o  poniendo “toda la confianza en los descubrimientos de la ciencia, pensando que ciertamente en alguna parte del mundo existe una medicina capaz de curar la enfermedad”. Sin embargo, “lamentablemente no es así, e incluso aunque esta medicina se encontrase no sería accesible a todos”.

El Santo Padre también denunció que en la actualidad “se considera que una persona enferma o discapacitada no puede ser feliz, porque es incapaz de realizar el estilo de vida impuesto por la cultura del placer y de la diversión”.

“En esta época en la que el cuidado del cuerpo se ha convertido en un mito de masas y por tanto en un negocio, lo que es imperfecto debe ser ocultado, porque va en contra de la felicidad y de la tranquilidad de los privilegiados y pone en crisis el modelo imperante”.

Es mejor –continuó el Papa– tener a estas personas separadas, en algún ‘recinto’ -tal vez dorado- o en las ‘reservas’ del pietismo y del asistencialismo, para que no obstaculicen el ritmo de un falso bienestar”.

Incluso “en algunos casos se considera que es mejor deshacerse cuanto antes, porque son una carga económica insostenible en tiempos de crisis”.

“Pero, en realidad, con qué falsedad vive el hombre de hoy al cerrar los ojos ante la enfermedad y la discapacidad. No comprende el verdadero sentido de la vida, que incluye también la aceptación del sufrimiento y de la limitación. El mundo no será mejor cuando este compuesto solamente por personas aparentemente ‘perfectas’, sino cuando crezca la solidaridad entre los seres humanos, la aceptación y el respeto mutuo”.

Francisco comentó también el Evangelio del día en el que se presenta a una mujer pecadora que es acogida por Jesús. “La mujer pecadora es juzgada y marginada, mientras Jesús la acoge y la defiende: ‘Porque tiene mucho amor’. Es esta la conclusión de Jesús, atento al sufrimiento y al llanto de aquella persona. Su ternura es signo del amor que Dios reserva para los que sufren y son excluidos”.

Francisco recordó que “no existe sólo el sufrimiento físico” puesto que hoy “una de las patologías más frecuentes son las que afectan al espíritu”.

“Es un sufrimiento que afecta al animo y hace que esté triste porque está privado de amor. Cuando se experimenta la desilusión o la traición en las relaciones importantes, entonces descubrimos nuestra vulnerabilidad, debilidad y desprotección. La tentación de replegarse sobre sí mismo llega a ser muy fuerte, y se puede hasta perder la oportunidad de la vida: amar a pesar de todo”.

Por ello, expresó que “la felicidad que cada uno desea, por otra parte, puede tener muchos rostros, pero sólo puede alcanzarse si somos capaces de amar”. “Es siempre una cuestión de amor, no hay otro camino. El verdadero desafío es el de amar más”, añadió.

El Pontífice concluyó preguntando: “¿Qué podemos reprochar a Dios por nuestras enfermedades y sufrimiento que no este ya impreso en el rostro de su Hijo crucificado?”.  “A su dolor físico se agrega la afrenta, la marginación y la compasión, mientras él responde con la misericordia que a todos acoge y perdona”.

“Jesús es el médico que cura con la medicina del amor, porque toma sobre sí nuestro sufrimiento y lo redime. Nosotros sabemos que Dios comprende nuestra enfermedad, porque él mismo la ha experimentado en primera persona”.