miércoles, 25 de mayo de 2016

EL PAPA INVITA A SACUDIR LAS CONCIENCIAS ANTE EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS


El Papa invita a sacudir las conciencias ante el sufrimiento de los niños



 (ACI).- En el Día Internacional de los Niños Desaparecidos, el Papa Francisco envió un mensaje en la Audiencia General en la Plaza de San Pedro con el fin de sensibilizar sobre este tema.

El Pontífice pidió sacudir las conciencias ante el sufrimiento de los niños que son “explotados y alejados”.

“Hoy es el Día internacional de los Niños Desaparecidos. Es un deber de todos proteger a los niños, sobre todo a los que están expuestos a un elevado riesgo de explotación, trata y conductas desviantes”.

Se trata de un “anhelo –continuó el Pontífice– que las autoridades civiles y religiosas puedan sacudir y sensibilizar las conciencias, para evitar la indiferencia ante el sufrimiento de los niños solos, explotados y alejados de sus familias y de su contexto social, niños que no pueden crecer serenamente y mirar con esperanza al futuro”.

“Invito a todos a la oración para que cada uno de ellos pueda volver al afecto de sus seres queridos”, terminó el Papa.

CATEQUESIS DEL PAPA FRANCISCO SOBRE LA ORACIÓN


Catequesis del Papa Francisco sobre la oración


 (ACI).- La catequesis del Papa Francisco de esta semana trató sobre la parábola del juez inicuo y la viuda inoportuna que con su insistencia consigue su propósito.

El Santo Padre utilizó este relato para hablar de la oración a Dios y reconoció que “todos sentimos momentos de cansancio y de desánimo, sobre todo cuando nuestra oración parece ineficaz”.

“Pero Jesús nos asegura: a diferencia del juez deshonesto, que Dios escucha rápidamente a sus hijos, aunque si esto no significa que lo haga en los tiempos y en los modos que nosotros quisiéramos. ¡La oración no es una varita mágica! ¡No es una varita mágica!”.


A continuación, el texto completo de la catequesis del Papa:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

La parábola evangélica que apenas hemos escuchado (Cfr. Lc 18, 1-8) contiene una enseñanza importante: «que es necesario orar siempre sin desanimarse» (v. 1). Por lo tanto, no se trata de orar algunas veces, cuando tengo ganas. No, Jesús dice que se necesita «orar siempre sin desanimarse». Y pone el ejemplo de la viuda y el juez.

El juez es un personaje poderoso, llamado a emitir sentencias basándose en la Ley de Moisés. Por esto la tradición bíblica exhortaba que los jueces sean personas timoratas de Dios, dignas de fe, imparciales e incorruptibles (Cfr. Ex 18,21). Nos hará bien escuchar esto también hoy, ¡eh! Al contrario, este juez «no temía a Dios ni le importaban los hombres» (V. 2). Era un juez perverso, sin escrúpulos, que no tenía en cuenta a la Ley pero hacia lo que quería, según sus intereses. A él se dirige una viuda para obtener justicia. Las viudas, junto a los huérfanos y a los extranjeros, eran las categorías más débiles de la sociedad. Sus derechos tutelados por la Ley podían ser pisoteados con facilidad porque, siendo personas solas e indefensas, difícilmente podían hacerse valer: una pobre viuda, ahí, sola, nadie la defiende, podían ignorarla, incluso no hacerle justicia; así también el huérfano, así el extranjero, el migrante. ¡Lo mismo! En aquel tiempo era muy fuerte esto. Ante la indiferencia del juez, la viuda recurre a su única arma: continuar insistentemente a fastidiarlo presentándole su pedido de justicia. Y justamente con esta perseverancia alcanza su objetivo. El juez, de hecho, en cierto momento la compensa, no porque es movido por la misericordia, ni porque la conciencia se lo impone; simplemente admite: «Pero como esta viuda me molesta, le haré justicia para que no venga continuamente a fastidiarme» (v. 5).

De esta parábola Jesús saca una doble conclusión: si la viuda ha logrado convencer al juez deshonesto con sus pedidos insistentes, cuanto más Dios, que es Padre bueno y justo, «hará justicia a sus elegidos, que claman a él día y noche»; y además no «les hará esperar por mucho tiempo», sino actuará «rápidamente» (vv. 7-8).

Por esto Jesús exhorta a orar “sin desfallecer”. Todos sentimos momentos de cansancio y de desánimo, sobre todo cuando nuestra oración parece ineficaz. Pero Jesús nos asegura: a diferencia del juez deshonesto, que Dios escucha rápidamente a sus hijos, aunque si esto no significa que lo haga en los tiempos y en los modos que nosotros quisiéramos. ¡La oración no es una barita mágica! ¡No es una varita mágica! Ésta nos ayuda a conservar la fe en Dios y a confiar en Él incluso cuando no comprendemos su voluntad. En esto, Jesús mismo – ¡que oraba tanto! – nos da el ejemplo. La Carta a los Hebreos recuerda que – así dice – «Él dirigió durante su vida terreno súplicas y plegarias, con fuertes gritos y lágrimas, a aquel que podía salvarlo de la muerte, y fue escuchado por su humilde sumisión» (5,7). A primera vista esta afirmación parece inverosímil, porque Jesús ha muerto en la cruz. No obstante la Carta a los Hebreos no se equivoca: Dios de verdad ha salvado a Jesús de la muerte dándole sobre ella la completa victoria, pero ¡el camino recorrido para obtenerla ha pasado a través de la misma muerte! La referencia a la súplica que Dios ha escuchado se refiere a la oración de Jesús en el Getsemaní. Invadido por la angustia oprimente, Jesús pide al Padre que lo libere del cáliz amargo de la pasión, pero su oración esta empapada de la confianza en el Padre y se encomienda sin reservas a su voluntad: «Pero – dice Jesús – no se haga mi voluntad, sino la tuya» (Mt 26,39). El objeto de la oración a un segundo plano; lo que importa antes de nada es la relación con el Padre. Es esto lo que hace la oración: transforma el deseo y lo modela según la voluntad de Dios, cualquiera que esa sea, porque quien ora aspira ante todo a la unión con Dios, que es Amor misericordioso.

La parábola termina con una pregunta: «Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?» (v. 8). Y con esta pregunta estamos todos advertidos: no debemos desistir de la oración aunque no sea correspondida. ¡Es la oración que conserva la fe, sin ella la fe vacila! Pidamos al Señor una fe que se haga oración incesante, perseverante, como aquella de la viuda de la parábola, una fe que se nutre del deseo de su llegada. Y en la oración experimentamos la compasión de Dios, que como un Padre va al encuentro de sus hijos lleno de amor misericordioso. ¡Gracias!

PAPA FRANCISCO PIDE REZAR POR VÍCTIMAS DE ÚLTIMOS ATENTADOS TERRORISTAS EN SIRIA


El Papa pide rezar por víctimas de últimos atentados terroristas en Siria


 (ACI).- El Papa Francisco condenó de nuevo el terrorismo al término de la Audiencia General de este miércoles al recordar los últimos atentados terroristas acontecidos en Siria.

“El lunes pasado, en Siria, en la amada Siria, se perpetraron algunos atentados terroristas, que han causado la muerte de un centenar de civiles inermes”, dijo Francisco.

“Exhorto a todos a rezar al Padre misericordioso y a rezarle a la Virgen, para que done el reposo eterno a las víctimas, consolación a sus familiares y convierta el corazón de cuantos siembran muerte y destrucción. Todos juntos recemos el Ave María”.

El lunes 23 de mayo, el autodenominado Estado Islámico lanzó una serie de atentados contra dos zonas controladas por el régimen sirio en la costa del país, causando 148 muertos en uno de los peores ataques perpretados hasta la fecha.

ORACIÓN AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS


miércoles, 18 de mayo de 2016

ASÍ RECORDÓ PAPA FRANCISCO A SAN JUAN PABLO II EN EL DÍA DE SU 96 CUMPLEAÑOS HOY 18 DE MAYO


Así recordó Papa Francisco a San Juan Pablo II en el día de su 96 cumpleaños
18 de mayo



 (ACI).- El Papa Francisco tuvo un recuerdo especial en la Audiencia General de este miércoles hacia San Juan Pablo II en el día que hubiera cumplido 96 años.

Al término de la misma, recordó este dato: "Hoy, día del nacimiento de San Juan Pablo II, saludo a todos los polacos aquí presentes” en la Plaza de San Pedro.


“Me uno espiritualmente al Presidente de la República de Polonia, a los combatientes y a los participantes en la Santa Misa en el cementerio polaco de Montecassino en recuerdo de los caídos, así como a todos los que se han reunido en Torún por la consagración del Santuario de la “Beata Virgen María Estrella de la Nueva Evangelización y de San Juan Pablo II”.

“Que estos importantes eventos sean para ustedes una invitación a orar por la paz, por la Iglesia en Polonia y por la prosperidad de vuestra Patria”.

PAPA FRANCISCO ADVIERTE: IGNORAR AL POBRE Y AL PRÓJIMO ES DESPRECIAR A DIOS


Papa Francisco advierte: ¡Ignorar al pobre y al prójimo es despreciar a Dios!
Por Alvaro de Juana


 (ACI).- Los pobres centraron la catequesis del Papa Francisco de la Audiencia General de esta semana, en la que reflexionó sobre la parábola del hombre rico y del pobre Lázaro.

“¡Ignorar al pobre es despreciar a Dios! ¡Y esto debemos aprenderlo bien: ignorar al pobre es despreciar a Dios!”, pidió el Papa.

Francisco comentó que “la vida de estas dos personas parece discurrir en dos caminos paralelos: sus condiciones de vida son opuestas y del todo no comunicantes. La puerta de la casa del rico está siempre cerrada al pobre, que yace allí fuera, buscando comer alguna sobra de la mesa del rico”.


El rico “lleva vestidos de lujo, mientras que Lázaro está cubierto de llagas; el rico cada día banquetea alegremente, mientras Lázaro muere de hambre. Solo los perros se ocupan de él, y vienen a lamer sus llagas”.

El Papa expresó que “Lázaro represente bien el grito silencioso de los pobres de todos los tiempos y de la contradicción de un mundo en el que inmensas riquezas y recursos están en manos de pocos”.


“Jesús dice que un día ese hombre rico murió, los pobres y los ricos mueren, tienen el mismo destino, todos nosotros, sin excepción, y entonces se dirigió a Abraham suplicándole con el apelativo de ‘padre’. Reivindica así ser su hijo, pertenecer al pueblo de Dios”.

Pero, “en vida no ha mostrado ninguna consideración hacia Dios, es más, ha hecho de sí mismo el centro de todo, cerrado en su mundo de lujo y de derroche. Excluyendo a Lázaro, no ha tenido en cuenta al Señor ni a su ley”, señaló.

Francisco hizo notar que en la parábola el rico no tiene nombre, “mientras que del pobre se dice cinco veces que se llama Lázaro que significa ‘Dios ayuda’”. “Lázaro, que yace frente a la puerta, es un reclamo viviente al rico para recordarse de Dios, pero el rico no acoge tal reclamo. Será por tanto condenado no por sus riquezas, sino por haber sido incapaz de sentir compasión por Lázaro y de socorrerlo”.

La última parte de la parábola cuenta que ocurrió después de que murieran. “El pobre Lázaro es llevado por los ángeles al cielo ante Abraham, el rico, al contrario, es precipitado a los tormentos”.


El rico alzó la vista y vio a Lázaro junto a Abraham y los ángeles y le pidió ayuda “mientras que en vida hacía como que no le veía”.

“Cuántas veces tanta gente hace como que no ve a los pobres… para ellos los pobres no existen”, pensó el Papa.

“Abraham en persona ofrece la clave de todo el relato: él explica que buenos y malos han sido distribuidos para compensar la injusticia terrena, y la puerta que separaba en vida al rico del pobre, si ha transformado en un gran abismo”.

"Hasta que Lázaro estuvo bajo su casa –prosiguió- para el rico existía posibilidad de salvación, abrir la puerta y ayudar a Lázaro, pero ahora que ambos han muerto, la situación es irreparable”.

El Pontífice advirtió que “la misericordia de Dios hacia nosotros está unida a nuestra misericordia hacia el prójimo. Cuando falta esta, tampoco ella encuentra espacio en nuestro corazón cerrado, no puede entrar”.

“Si yo no abro la puerta de mi corazón al pobre, esa puerta queda cerrada, y también para Dios. ¡Esto es terrible!”

El Santo Padre finalizó su catequesis afirmando que “ningún mensajero y ningún mensaje podrán sustituir a los pobres que encontramos en el camino, porque en ellos viene a nuestro encuentro Jesús mismo”.

SI DESTRUYES AL PRÓJIMO POR ENVIDIA, ORGULLO Y ANSIAS DE PODER - PAPA FRANCISCO


Si destruyes al prójimo por envidia, orgullo y ansias de poder el Papa te da este consejo
Por Alvaro de Juana

 (ACI).- La tentación de la mundanidad es una de las principales que sufre todo cristiano y contra la que debe luchar. Así lo dijo el Papa Francisco en la homilía de la Misa en la Casa Santa Marta al advertir que muchos destruyen al prójimo por sus ansias de poder y de ser más que el prójimo.

Al comentar las lecturas del día, el Santo Padre explicó que Jesús enseña a sus discípulos el camino del servicio cuando se preguntan quién es el más grande entre ellos. “Jesús habla un lenguaje de humillación, de muerte de redención y ellos hablan un lenguaje carrerista: ¿quién estará más alto en el poder?”.

Esta es “una tentación que tenían ellos”, eran “tentados por el modo de pensar del mundo mundano”. “En el camino que Jesús nos enseña para ir adelante, el servicio es la regla”.

“El más grande es el que más sirve, aquél que está más al servicio de los otros, no el que cuenta, el que busca el poder, el dinero… la vanidad, el orgullo… No, estos no son los grandes”, afirmó el Papa.

“Esto es lo que sucedió con los apóstoles, también con la madre de Juan y Jacob, es una historia que sucede cada día en la Iglesia, en cada comunidad. ‘De nosotros, ¿quien es el más grande?, ¿quién manda?’. Las ambiciones. En toda comunidad –en las parroquias o en las instituciones– siempre hay esta querencia de ‘escalar’, de tener el poder”.

Francisco manifestó entonces que “la vanidad, el poder… es como y cuando tengo esta querencia mundana de ‘ser con el poder’, no de servir, sino de ser servido, no se ahorra nunca cómo llegar: los chismes, ensuciar a los otros… la envidia y los celos llevan a este camino y destruye. Y esto nosotros lo sabemos todos”, aseguró.

El Obispo de Roma expresó que ocurre “en cada institución de la Iglesia: parroquias, colegios, otras instituciones, también en los obispados… todos. La querencia del espíritu del mundo, que es espíritu de riqueza, vanidad y orgullo”.

"Cuando los grandes santos decían sentirse muy pecadores es porque habían entendido este espíritu del mundo que estaba dentro de ellos y tenían muchas tentaciones mundanas”.

“Ninguno de nosotros –prosiguió– puede decir: no, yo soy una persona santa, limpia”, pero “todos nosotros somos tentados por estas cosas, somos tentados de destruir al otro para subir”, afirmó.

“Es una tentación mundana, que divide y destruye la Iglesia, no es el Espíritu de Jesús”, recordó antes de pedir imaginar la escena: ‘Jesús que dice estas palabras y los discípulos que dicen ‘no, mejor no preguntar demasiado, vamos adelante’, y los discípulos que prefieren discutir entre ellos sobre quien será el más grande”.

Francisco terminó diciendo: “Nos hará bien pensar en las veces que hemos visto esto en la Iglesia en las veces que nosotros hemos hecho esto, y pedir al Señor que nos ilumine para entender que el amor por el mundo, es decir, este espíritu mundano, es enemigo de Dios”.

Lecturas comentadas por el Papa:

Primera lectura

Santiago 4:1-10
1 ¿De dónde proceden las guerras y las contiendas entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones que luchan en vuestros miembros?
2 ¿Codiciáis y no poseéis? Matáis. ¿Envidiáis y no podéis conseguir? Combatís y hacéis la guerra. No tenéis porque no pedís.
3 Pedís y no recibís porque pedís mal, con la intención de malgastarlo en vuestras pasiones.
4 ¡Adúlteros!, ¿no sabéis que la amistad con el mundo es enemistad con Dios? Cualquiera, pues, que desee ser amigo del mundo se constituye en enemigo de Dios.
5 ¿Pensáis que la Escritura dice en vano: Tiene deseos ardientes el espíritu que él ha hecho habitar en nosotros?
6 Más aún, da una gracia mayor; por eso dice: Dios resiste a los soberbios y da su gracia a los humildes.
7 Someteos, pues, a Dios; resistid al Diablo y él huirá de vosotros.
8 Acercaos a Dios y él se acercará a vosotros. Purificaos, pecadores, las manos; limpiad los corazones, hombres irresolutos.
9 Lamentad vuestra miseria, entristeceos y llorad. Que vuestra risa se cambie en llanto y vuestra alegría en tristeza.
10 Humillaos ante el Señor y él os ensalzará.

Marcos 9:30-37
30 Y saliendo de allí, iban caminando por Galilea; él no quería que se supiera,
31 porque iba enseñando a sus discípulos. Les decía: «El Hijo del hombre será entregado en manos de los hombres; le matarán y a los tres días de haber muerto resucitará.»
32 Pero ellos no entendían lo que les decía y temían preguntarle.
33 Llegaron a Cafarnaúm, y una vez en casa, les preguntaba: «¿De qué discutíais por el camino?»
34 Ellos callaron, pues por el camino habían discutido entre sí quién era el mayor.
35 Entonces se sentó, llamó a los Doce, y les dijo: «Si uno quiere ser el primero, sea el último de todos y el servidor de todos.»
36 Y tomando un niño, le puso en medio de ellos, le estrechó entre sus brazos y les dijo:
37 «El que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe; y el que me reciba a mí, no me recibe a mí sino a Aquel que me ha enviado».