miércoles, 30 de marzo de 2016

CATEQUESIS DEL PAPA FRANCISCO SOBRE LA CONFIANZA EN EL PERDÓN DE DIOS


[TEXTO COMPLETO] Catequesis del Papa Francisco sobre la confianza en el perdón de Dios



 (ACI).- El Papa Francisco habló en la catequesis de este miércoles de la misericordia de Dios y su perdón frente al pecado, para lo que reflexionó sobre el salmo 51 “Miserere”.

“Todos nosotros somos pecadores, pero con el perdón nos convertimos en criaturas nuevas, llenas del Espíritu y llenas de alegría”, explicó

“Ahora, una nueva realidad comienza para nosotros: un nuevo corazón, un nuevo espíritu, una nueva vida. Nosotros, pecadores, perdonados, que hemos acogido la gracia divina, podemos enseñar a los demás a no pecar más”.

A continuación, el texto completo de la catequesis gracias a Radio Vaticano:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Terminamos hoy las catequesis sobre la misericordia en el Antiguo Testamento, y lo hacemos meditando el Salmo 51, llamado Miserere. Se trata de una oración penitencial en la cual la súplica de perdón es precedida por la confesión de la culpa y en la cual el orante, dejándose purificar por el amor del Señor, se convierte en una nueva creatura, capaz de obediencia, de firmeza de espíritu, y de alabanza sincera.

El “título” que la antigua tradición hebrea ha puesto a este Salmo hace referencia al rey David y a su pecado con Betsabé, la mujer de Urías el Hitita. Conocemos bien los hechos. El rey David, llamado por Dios a pastorear el pueblo y a guiarlo por caminos de obediencia a la Ley divina, traiciona su propia misión y, después de haber cometido adulterio con Betsabé, hace asesinar al marido. ¡Un horrible pecado! El profeta Natán le revela su culpa y lo ayuda a reconocerlo. Es el momento de la reconciliación con Dios, en la confesión del propio pecado. ¡Y en esto David ha sido humilde, ha sido grande!

Quien ora con este Salmo está invitado a tener los mismos sentimientos de arrepentimiento y de confianza en Dios que tuvo David cuando se había arrepentido y, a pesar de ser rey, se ha humillado si tener temor de confesar su culpa y mostrar su propia miseria al Señor, pero convencido de la certeza de su misericordia. ¡Y no era un pecado, una pequeña mentira, aquello que había hecho; había cometido adulterio y un asesinato!

El Salmo inicia con estas palabras de súplica: «¡Ten piedad de mí, oh Dios, por tu bondad, por tu gran compasión, borra mis faltas! – se siente pecador – ¡Lávame totalmente de mi culpa y purifícame de mi pecado!» (vv. 3-4).

La invocación está dirigida al Dios de misericordia porque, movido por un amor grande como aquel de un padre o de una madre, tenga piedad, es decir, haga gracia, muestre su favor con benevolencia y comprensión. Es un llamado a Dios, el único que puede liberar del pecado. Son usadas imágenes muy plásticas: borra, lávame, purifícame. Se manifiesta, en esta oración, la verdadera necesidad del hombre: la única cosa de la cual tenemos verdaderamente necesidad en nuestra vida es aquella de ser perdonados, liberados del mal y de sus consecuencias de muerte. Lamentablemente, la vida nos hace experimentar muchas veces estas situaciones; y sobre todo en ellas debemos confiar en la misericordia. Dios es más grande de nuestro pecado. No olvidemos esto: Dios es más grande de nuestro pecado. “Padre yo no lo sé decir, he cometido tantos graves, tantos” Dios es más grande de todos los pecados que nosotros podamos cometer. Dios es más grande de nuestro pecado. ¿Lo decimos juntos? Todos. “¡Dios – todos juntos – es más grande de nuestro pecado! Una vez más: “Dios es más grande nuestro pecado”. Una vez más: “Dios es más grande nuestro pecado”. Y su amor es un océano en el cual podemos sumergirnos sin miedo de ser superados: perdonar para Dios significa darnos la certeza que Él no nos abandona jamás. Cualquier cosa podamos reclamarnos, Él es todavía y siempre más grande de todo (Cfr. 1 Jn 3,20) porque Dios es más grande de nuestro pecado..

En este sentido, quien ora con este Salmo busca el perdón, confiesa su propia culpa, pero reconociéndola celebra la justicia y la santidad de Dios. Y luego pide todavía gracia y misericordia. El salmista confía en la bondad de Dios, sabe que el perdón divino es sumamente eficaz, porque crea lo que dice. No esconde el pecado, sino lo destruye y lo borra; pero lo borra desde la raíz no como hacen en la tintorería cuando llevamos un vestido y borran la mancha. ¡No! Dios borra nuestro pecado desde la raíz, ¡todo! Por eso el penitente se hace puro, toda mancha es eliminada y él ahora es más blanco que la nieve incontaminada. Todos nosotros somos pecadores. ¿Y esto es verdad? Si alguno de ustedes no se siente pecador que alce la mano. Ninguno, ¡eh! Todos lo somos.

Nosotros pecadores, con el perdón, nos hacemos creaturas nuevas, rebosantes de espíritu y llenos de alegría. Ahora una nueva realidad comienza para nosotros: un nuevo corazón, un nuevo espíritu, una nueva vida. Nosotros, pecadores perdonados, que hemos recibido la gracia divina, podemos incluso enseñar a los demás a no pecar más. “Pero Padre, yo soy débil: yo caigo, caigo”, ¡pero si tú caes, levántate! Cuando un niño cae, ¿Qué hace? Levanta la mano a la mamá, al papá para que lo levanten. Hagamos lo mismo. Si tú caes por debilidad en el pecado, levanta la mano: el Señor la toma y te ayudará a levantarte. Esta es la dignidad del perdón de Dios. La dignidad que nos da el perdón de Dios es aquella de levantarnos, ponernos siempre de pie, porque Él ha creado al hombre y a la mujer para estar en pie.

Dice el Salmista: «Crea en mí, Dios mío, un corazón puro, y renueva la firmeza de mi espíritu. […] Yo enseñaré tu camino a los impíos y los pecadores volverán a ti» (vv. 12.15).

Queridos hermanos y hermanas, el perdón de Dios es aquello de lo cual todos tenemos necesidad, y es el signo más grande de su misericordia. Un don que todo pecador perdonado es llamado a compartir con cada hermano y hermana que encuentra. Todos aquellos que el Señor nos ha puesto a lado, los familiares, los amigos, los compañeros, los parroquianos… todos son, como nosotros, necesitados de la misericordia de Dios. Es bello ser perdonados, pero también tú, si quieres ser perdonado, perdona también tú. ¡Perdona! Nos conceda el Señor, por intercesión de María, Madre de misericordia, ser testigos de su perdón, que purifica el corazón y transforma la vida. Gracias.

PAPA FRANCISCO SOBRE MADRE ANGÉLICA, ESTÁ EN EL CIELO


Papa Francisco sobre Madre Angélica: Está “en el cielo”


 (ACI).- Al final de la Audiencia General de los Miércoles, el Papa Francisco bendijo una imagen de la Madre Angélica, la fundadora del conglomerado de medios católico EWTN fallecida el Domingo de Resurrección, y expresó su confianza de que ya goza del cielo.

“En el cielo”, dijo el Papa mientras señalaba el firmamento dirigiéndose al equipo de EWTN en Roma que asistió a la Audiencia llevando una fotografía de la religiosa.


Los trabajadores de EWTN portaron una imagen de la Madre Angélica. El Papa logró identificar la fotografía en medio de la gran cantidad de gente que asistió a la Audiencia y la bendijo a pedido de la productora ejecutiva de EWTN en Roma, Martha Calderón.

La Madre María Angélica de la Anunciación fundó la Eternal Word Television Network (EWTN), en 1981 y hoy es la cadena de medios religiosos más grande del mundo.

Falleció el 27 de marzo tras 15 años de lucha contra las secuelas de un derrame cerebral. Tenía 92 años de edad.

Los funerales de la Madre Angélica se realizarán el próximo viernes 1 de abril en Hanceville, Alabama. Tras conocer la noticia de su muerte, Benedicto XVI afirmó que el hecho de que la recordada Madre Angélica haya fallecido en el Domingo de Pascua “es un don”.

PAPA FRANCISCO ENVIARÁ COMO OBSEQUIO ORNAMENTOS LITÚRGICOS A CRISTIANOS REFUGIADOS EN IRAK


Papa Francisco enviará como obsequio ornamentos litúrgicos a cristianos refugiados en Irak





 (ACI).- El Papa Francisco enviará a los cristianos refugiados en Erbil, en el Kurdistán iraquí, una serie de ornamentos litúrgicos como obsequio y signo de cercanía, aprovechando el viaje que una delegación de Ayuda a la Iglesia Necesitada hará a esta ciudad, informó el Obispo de Carpi (Italia), Mons. Francesco Cavina.

En declaraciones a Radio Vaticana, el Prelado señaló que el viaje de la delegación de AIN se realizará del 1 al 4 de abril. “Apenas el Santo Padre supo que viajaré con AIN, me llamó por teléfono para expresar su deseo de enviar un regalo a nuestros hermanos en la fe”, indicó.

Además, dijo que el Pontífice le entregó una carta donde agradece el viaje organizado por AIN, “iniciativa que expresa amistad, comunión eclesial y cercanía a tantos hermanos y hermanas, cuya situación de aflicción y de tribulación me aflige profundamente y nos invita a defender el derecho inalienable de cada persona a profesar libremente la propia fe”.



Mons. Cavina añadió que Francisco invita a “no olvidar el drama de la persecución”, destacando como “el testimonio de fe valerosa y paciente de tantos discípulos de Cristo representa para toda la Iglesia un llamado a redescubrir la fuente fecunda del Misterio Pascual, del cual extraer energía, fuerza y luz para un humanismo nuevo”.

“La misericordia –prosigue el Papa–, nos invita a inclinarnos ante estos hermanos nuestros para cercar sus lágrimas, curar sus heridas físicas y morales, para consolar sus corazones abatidos y tal vez extraviados. No se trata solo de un acto obligado de caridad, sino de un socorro al propio cuerpo, porque todos los cristianos, en virtud del mismo bautismo, son ‘uno’ en Cristo”.

La visita a Erbil

Con respecto al viaje, el Prelado informó que la delegación se encontrará con Mons. Bashar Matti Warda, Arzobispo caldeo de Erbil, con quien visitarán los centros de refugiados en el suburbio de mayoría cristiana de Ankawa, entre los que está la villa Padre Werenfried (fundador de AIN), donde 175 familias viven en 150 casas prefabricadas donadas por la fundación pontificia.

Alessandro Monteduro, director de AIN en Italia, recordó que la fundación pontificia ha sostenido a los cristianos iraquíes desde el primer momento de la persecución del Estado Islámico (ISIS); donándoles alimentos, casas y escuelas “para que puedan vivir dignamente. Sin olvidar el sostenimiento pastoral, para que así los cristianos puedan continuar viviendo plenamente su fe. Una fe a la cual valerosamente no han querido nunca renunciar, incluso a costo de sus vidas”.

RESUCITÓ!! ALELUYA!!








sábado, 26 de marzo de 2016

OH CRUZ DE CRISTO: LA IMPRESIONANTE ORACIÓN DE PAPA FRANCISCO ESCRIBIÓ Y REZÓ EN VÍA CRUCIS 2016


Oh Cruz de Cristo: La impresionante oración que el Papa escribió y rezó en Vía Crucis 2016



 (ACI/EWTN Noticias).- Al concluir el Via Crucis que presidió este Viernes Santo alrededor del Coliseo Romano acompañado de miles de fieles, el Papa Francisco rezó una oración que escribió especialmente para esta ocasión titulada “Oh Cruz de Cristo”.

A continuación el texto completo de la plegaria del Santo Padre:

Oh Cruz de Cristo, símbolo del amor divino y de la injusticia humana, icono del supremo sacrificio por amor y del extremo egoísmo por necedad, instrumento de muerte y vía de resurrección, signo de la obediencia y emblema de la traición, patíbulo de la persecución y estandarte de la victoria.

Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo alzada en nuestras hermanas y hermanos asesinados, quemados vivos, degollados y decapitados por las bárbaras espadas y el silencio infame.

Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los rostros de los niños, de las mujeres y de las personas extenuadas y amedrentadas que huyen de las guerras y de la violencia, y que con frecuencia sólo encuentran la muerte y a tantos Pilatos que se lavan las manos.

Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los doctores de la letra y no del espíritu, de la muerte y no de la vida, que en vez de enseñar la misericordia y la vida, amenazan con el castigo y la muerte y condenan al justo.

Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los ministros infieles que, en vez de despojarse de sus propias ambiciones, despojan incluso a los inocentes de su propia dignidad.

Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los corazones endurecidos de los que juzgan cómodamente a los demás, corazones dispuestos a condenarlos incluso a la lapidación, sin fijarse nunca en sus propios pecados y culpas.

Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los fundamentalismos y en el terrorismo de los seguidores de cierta religión que profanan el nombre de Dios y lo utilizan para justificar su inaudita violencia.

Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los que quieren quitarte de los lugares públicos y excluirte de la vida pública, en el nombre de un cierto paganismo laicista o incluso en el nombre de la igualdad que tú mismo nos has enseñado.

Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los poderosos y en los vendedores de armas que alimentan los hornos de la guerra con la sangre inocente de los hermanos.

Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los traidores que por treinta denarios entregan a la muerte a cualquier persona.

Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los ladrones y en los corruptos que en vez de salvaguardar el bien común y la ética se venden en el miserable mercado de la inmoralidad.

Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los necios que construyen depósitos para conservar tesoros que perecen, dejando que Lázaro muera de hambre a sus puertas.

Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los destructores de nuestra «casa común» que con egoísmo arruinan el futuro de las generaciones futuras.

Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los ancianos abandonados por sus propios familiares, en los discapacitados, en los niños desnutridos y descartados por nuestra sociedad egoísta e hipócrita.

Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en nuestro mediterráneo y en el Mar Egeo convertidos en un insaciable cementerio, imagen de nuestra conciencia insensible y anestesiada.

Oh Cruz de Cristo, imagen del amor sin límite y vía de la Resurrección, aún hoy te seguimos viendo en las personas buenas y justas que hacen el bien sin buscar el aplauso o la admiración de los demás.

Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los ministros fieles y humildes que alumbran la oscuridad de nuestra vida, como candelas que se consumen gratuitamente para iluminar la vida de los últimos.

Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en el rostro de las religiosas y consagrados –los buenos samaritanos– que lo dejan todo para vendar, en el silencio evangélico, las llagas de la pobreza y de la injusticia.

Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los misericordiosos que encuentran en la misericordia la expresión más alta de la justicia y de la fe.

Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en las personas sencillas que viven con gozo su fe en las cosas ordinarias y en el fiel cumplimiento de los mandamientos.

Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los arrepentidos que, desde la profundidad de la miseria de sus pecados, saben gritar: Señor acuérdate de mí cuando estés en tu reino.

Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los beatos y en los santos que saben atravesar la oscuridad de la noche de la fe sin perder la confianza en ti y sin pretender entender tu silencio misterioso.

Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en las familias que viven con fidelidad y fecundidad su vocación matrimonial.

Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los voluntarios que socorren generosamente a los necesitados y maltratados.

Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los perseguidos por su fe que con su sufrimiento siguen dando testimonio auténtico de Jesús y del Evangelio.

Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los soñadores que viven con un corazón de niños y trabajan cada día para hacer que el mundo sea un lugar mejor, más humano y más justo.

En ti, Cruz Santa, vemos a Dios que ama hasta el extremo, y vemos el odio que domina y ciega el corazón y la mente de los que prefieren las tinieblas a la luz.

Oh Cruz de Cristo, Arca de Noé que salvó a la humanidad del diluvio del pecado, líbranos del mal y del maligno. Oh Trono de David y sello de la Alianza divina y eterna, despiértanos de las seducciones de la vanidad. Oh grito de amor, suscita en nosotros el deseo de Dios, del bien y de la luz.

Oh Cruz de Cristo, enséñanos que el alba del sol es más fuerte que la oscuridad de la noche. Oh Cruz de Cristo, enséñanos que la aparente victoria del mal se desvanece ante la tumba vacía y frente a la certeza de la Resurrección y del amor de Dios, que nada lo podrá derrotar u oscurecer o debilitar. Amén.

PAPA FRANCISCO PRESIDE EL VÍA CRUCIS DE VIERNES SANTO EN EL COLISEO ROMANO


Papa Francisco preside el Vía Crucis de Viernes Santo en el Coliseo Romano


 (ACI).- Desde las 9:15 p.m. (hora local) el Papa Francisco presidió el Via Crucis de Viernes Santo en el Coliseo Romano. En esta ocasión las meditaciones las preparó el Arzobispo de Perugia, Cardenal Gualtiero Basetti.



Los textos del Purpurado llevaban por título “Dios es Misericordia”, en referencia al Jubileo convocado por el Papa que concluirá en noviembre.

“En este Jubileo Extraordinario, el Vía Crucis del Viernes Santo nos atrae con una fuerza particular, la de la misericordia del Padre Celeste, que quiere derramar sobre todos nosotros su Espíritu de gracia y de consuelo”, explica la introducción de las meditaciones.

En las distintas estaciones se meditará sobre algunos temas de actualidad. Por ejemplo, en la Primera Estación “Jesús es condenado a muerte” se reflexionó sobre el hecho que “nadie puede sentirse excluido”.

En la reflexión de la Tercera estación “Jesús cae por primera vez”, se meditó sobre el dolor en la vida.

“El sufrimiento para el hombre es a veces un absurdo, incomprensible para la mente, presagio de muerte. Hay sufrimientos que parecen negar el amor de Dios. ¿Dónde está Dios en los campos de exterminio? ¿Dónde está Dios en las minas y en las fábricas donde trabajan los niños como esclavos? ¿Dónde está Dios en las pateras que se hunden en el Mediterráneo?”.


“¿Cómo no ver el rostro del Señor en los millones de prófugos, refugiados y desplazados que huyen desesperados del horror de la guerra, de las persecuciones y de las dictaduras?”, fue el cuestionamiento la Sexta estación “La Verónica enjuga el rostro de Jesús”.

Sobre la familia se meditó en la Cuarta y Novena estaciones: “María es esposa de José y madre de Jesús. Hoy como siempre la familia es el corazón palpitante de la sociedad; célula irrenunciable de la vida común; clave de bóveda insustituible de las relaciones humanas; amor para siempre que salvará al mundo”.

“María es mujer y madre. Genio femenino y ternura. Sabiduría y caridad. María, como madre de todos, «es signo de esperanza para los pueblos que sufren dolores de parto», y «como una verdadera madre, ella camina con nosotros, lucha con nosotros, y derrama incesantemente la cercanía del amor de Dios»”, agrega la meditación de la Cuarta estación en la que la cruz fue portada por Paolo Budaci su esposa y sus hijas Chiara y Francesca.

En la Octava estación, “Jesús encuentra a las mujeres de Jerusalén”, la oración que siguió a la reflexión señalaba: “que tu gracia sostenga nuestro camino de conversión para regresar a ti, en comunión con nuestros hermanos, por quienes te pedimos nos des tus mismas entrañas de misericordia, entrañas maternas que nos hagan capaces de sentir unos por otros ternura y compasión; y de llegar a entregarnos por la salvación del prójimo”.


En esta estación fue una familia de Ecuador la que portó la cruz: José Silva y Mónica Jaramillo, acompañados de su hijo José Carlos.

En la Undécima estación, la meditación se centró en los ladrones crucificados junto al Señor: el segundo malhechor “propone una salvación divina y su mirada está dirigida totalmente al cielo. Para él, la salvación significa aceptar la voluntad de Dios incluso en las peores condiciones. Es el triunfo de la cultura del amor y del perdón. Es la locura de la cruz ante la cual toda sabiduría humana desaparece y queda en silencio”.

La cruz en esta estación fue portada por John Sentovich de Estados Unidos y Susana Mamani de Bolivia.

En la Duodécima estación, “Jesús muere en la Cruz”, la reflexión recordó a los mártires de nuestro tiempo: “el siglo XX ha sido definido como el siglo de los mártires. Ejemplos como los de Maximiliano Kolbe y Edith Stein reflejan una luz inmensa. Pero todavía hoy el cuerpo de Cristo está crucificado en muchas regiones de la tierra. Los mártires del siglo XXI son los verdaderos apóstoles del mundo contemporáneo”.

En esta estación portaron la cruz los sirios Haddad Rana y Yousef Saghir, de la Comunidad San Egidio.

En la Décimotercera estación, la meditación recuerda a la Virgen Madre de Dios: “¿Quién podía recibir el cuerpo sin vida de Jesús más que aquella que le había dado la vida? Podemos imaginar los sentimientos de María cuando lo recibe en sus brazos; ella, que creyó en las palabras del ángel y guardaba todo en su corazón”.

“María, mientras abraza a su hijo exánime, repite de nuevo su «fiat». Es el drama y la prueba de la fe. Ninguna creatura lo ha sufrido tanto como María, la madre que, al pie de la cruz, nos ha engendrado a la fe”.

Los que portaron la cruz fueron algunos frailes de Tierra Santa.

En la última estación, la reflexión recuerda que “el hombre, deslumbrado por unas luces que tienen el color de las tinieblas, empujado por las fuerzas del mal, hizo rodar una gran piedra y te ha encerrado en el sepulcro”.

“Pero nosotros sabemos que tú, Dios humilde, en el silencio en el que nuestra libertad te ha depuesto, estás más activo que nunca, generando nueva gracia en el hombre que amas. Entra, pues, en nuestros sepulcros: enciende de nuevo la llama de tu amor en el corazón de todo hombre, en el seno de toda familia, en el camino de cada pueblo”.

El Cardenal Agostino Vallini, Vicario del Papa para la diócesis de Roma, fue quien portó la cruz como al inicio del Via Crucis.

HOMILÍA DEL PAPA FRANCISCO EN LA MISA DE LA CENA DEL SEÑOR DEL JUEVES SANTO 2016


 Homilía del Papa Francisco en la Misa de la Cena del Señor del Jueves Santo


 (ACI).- El Papa Francisco celebró este Jueves Santo la Misa de la Cena del Señor en el Centro de Acogida para los Solicitantes de Asilo a las afueras de Roma (Italia), donde lavó los pies a una voluntaria y once refugiados, entre ellos tres musulmanes y un hindú.

En su homilía, el Santo Padre hizo un llamado a la fraternidad entre los miembros de las diversas religiones y dijo que mientras Jesús, siendo el Maestro, lava los pies; en el atentado de Bruselas (Bélgica), estuvo un Judas que detrás tiene a los traficantes de armas que quieren sangre y guerra, y no la hermandad.

A continuación la homilía del Papa Francisco:



Los gestos hablan más que las imágenes y que las palabras. Los gestos...hay, en esta Palabra de Dios que hemos leído, dos gestos: Jesús que sirve, que lava los pies...Él, que era el ‘jefe’, lava los pies de los demás, a los suyos, a los más pequeños. Un gesto. El segundo gesto: Judas que va donde los enemigos de Jesús, donde aquellos que no quieren la paz con Jesús, a tomar el dinero con el que lo traicionó, las 30 monedas. Dos gestos.

También hoy, aquí, hay dos gestos: esto, todos nosotros, juntos: musulmanes, hindúes, católicos, coptos, evangélicos, pero hermanos, hijos del mismo Dios que queremos vivir en paz, integrados. Un gesto. Tres días atrás, un gesto de guerra, de destrucción en una ciudad de Europa, de gente que no quiere vivir en paz. Pero detrás de aquel gesto, como detrás de Judas, habían otros.

Detrás de Judas estaban aquellos que dieron el dinero para que Jesús fuese entregado. Detrás de ‘aquel’ gesto, están los fabricantes, los traficantes de armas que quieren la sangre, no la paz; que quieren la guerra, no la fraternidad.

Dos gestos, lo mismo: Jesús lava los pies, Judas vende a Jesús por dinero. Ustedes, nosotros, todos juntos, diversas religiones, diversas culturas, pero hijos del mismo Padre, hermanos. Y allá, pobrecitos aquellos, que compran las armas para destruir la fraternidad.

Hoy, en este momento, cuando haga el mismo gesto de Jesús de lavar los pies a ustedes doce, todos estamos haciendo el gesto de la fraternidad y todos decimos: ‘Somos diversos, somos diferentes, tenemos diferentes culturas y religiones, pero somos hermanos y queremos vivir en paz’. Y este es el gesto que hago con ustedes.

Cada uno de nosotros tiene una historia encima, cada uno de ustedes tiene una historia encima. Tantas cruces, tantos dolores, pero también tiene un corazón abierto que quiere la fraternidad. Cada uno, en su propia lengua religiosa, rece al Señor para que esta fraternidad se contagie en el mundo, para que no haya las 30 monedas para matar al hermano, para que siempre haya la fraternidad y la bondad. Así sea.