lunes, 21 de septiembre de 2015

DIOS NOS LIBRE DE LAS MONJAS LLORONAS, DIJO EL PAPA FRANCISCO EN CUBA

“¡Dios nos libre de las monjas lloronas!”, 
dijo el Papa Francisco en Cuba

Foto: L'Osservatore Romano





LA HABANA, 20 Sep. 15 / 08:19 pm (ACI).- En su encuentro con sacerdotes, religiosas, religiosos y seminaristas en la Catedral de La Habana para el rezo de las Vísperas este domingo, el Papa Francisco expresó “¡Dios nos libre de las monjas lloronas que siempre se están lamentando!”.

En el discurso que improvisó, en su segundo día en Cuba, el Santo Padre recordó que esa frase proviene de Santa Teresa de Jesús, que le decía a sus monjas “guay de aquellas monjas que anda todo el día lamentándose porque me hicieron una injusticia”.

“En el lenguaje castellano de la época decía ‘guay de la monja que anda diciendo hiciéronme sin razón’”, explicó el Papa.

A diferencia de estas “monjas lloronas”, Francisco destacó el testimonio de la joven religiosa Sor Yailenys Ponce Torres, de las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paúl.

“Gracias por los que hacés y en voz gracias todas estas mujeres y a tantas mujeres consagradas al servicio de lo inútil porque no se puede hacer ninguna empresa, no se pueda ganar plata, no se puede llevar adelante absolutamente nada ‘constructivo’ con esos hermanos nuestros, con los menores, con los más pequeños”.

“Ahí resplandece Jesús y ahí resplandece mi opción por Jesús, gracias a vos y a todos los consagrados y consagradas que hacen esto”, indicó.

A veces, destacó el Papa, los religiosos y religiosas no entienden la misión encomendada al servicio de los más necesitados, pero “qué bien que hace a uno por ejemplo la sonrisa de un espástico (N.R. condición neurológica que se manifiesta con espasmos) que no sabe cómo hacerla o cuando te quieren besar y te babosean la cara, esa es la ternura de Dios, esa es la misericordia de Dios”.

“O cuando están enojados y te dan un golpe, y quemar mi vida así con material de descarte a los ojos del mundo, eso nos habla solamente de una persona, nos habla de Jesús que por pura misericordia del Padre se hizo nada, se anonadó, dice el texto de Filipenses capítulo dos: ‘Se hizo nada’”.

“Y esta gente a quien vos dedicas tu vida, imitan a Jesús, no porque lo quisieron,  sino porque el mundo los trajo así, son nada y se les esconden, no se los muestra o no se los visita, y si puede y todavía se está a tiempo se los manda de vuelta”, dijo.

EL PAPA FRANCISCO TUVO UN ENCUENTRO INFORMAL CON FIDEL CASTRO EN LA HABANA, 20.SEP.2015





El Papa Francisco tuvo “encuentro informal” con Fidel Castro en La Habana
Foto: Cortesía de Alex Castro





LA HABANA, 20 Sep. 15 / 12:48 pm (ACI).- El director de la Sala de Prensa del Vaticano, P. Federico Lombardi, informó que el Papa Francisco sostuvo un “encuentro informal” este domingo con Fidel Castro, luego de la Misa que presidió en la Plaza de la Revolución en La Habana.

El sacerdote explicó en conferencia de prensa que la reunión fue muy informal y tuvo una duración aproximada de 30 minutos.

Fidel Castro recibió al Papa en su residencia y estuvo acompañado de sus hijos, sobrinos y sobrinas. Con el Santo Padre llegaron los organizadores del viaje, entre los que se encontraba el Nuncio Apostólico en Cuba, Mons. Giorgio Lingua.

IMÁGENES DE LA LLEGADA DEL PAPA FRANCISCO A CUBA 19 DE SEPTIEMBRE 2015



















HOMILÍA DE PAPA FRANCISCO, PLAZA DE LA REVOLUCIÓN, LA HABANA CUBA, 20 DE SEPTIEMBRE


«Quien no vive para servir, no sirve para vivir»
Homilía del Papa en la Misa en la Plaza de la Revolución de La Habana. 20 de septiembre de 2015


Por: Papa Francisco | Fuente: es.radiovaticana.va 




En el segundo día de su Viaje Apostólico a Cuba la mañana del Papa inició con la Santa Misa en el XXV domingo del tiempo ordinario en la Plaza de la Revolución José Martí de La Habana. La Plaza, lugar simbólico del país, fue escenario de la histórica Misa presidida por el Santo Padre Francisco con la presencia de miles de fieles y peregrinos que se dieron cita para oír las palabras del Sucesor de Pedro.



HOMILÍA COMPLETA DEL SANTO PADRE

El Evangelio nos presenta a Jesús haciéndole una pregunta aparentemente indiscreta a sus discípulos: «¿De qué discutían por el camino?». Una pregunta que también puede hacernos hoy: ¿De qué hablan cotidianamente? ¿Cuáles son sus aspiraciones? «Ellos –dice el Evangelio– no contestaron, pues por el camino habían discutido quién era el más importante». Los discípulos tenían vergüenza de decirle a Jesús de lo que hablaban. En los discípulos de ayer, como en nosotros hoy, nos puede acompañar la misma discusión: ¿Quién es el más importante?

Jesús no insiste con la pregunta, no los obliga a responderle de qué hablaban por el camino, pero la pregunta permanece no solo en la mente, sino en el corazón de los discípulos.

¿Quién es el más importante? Una pregunta que nos acompañará toda la vida y en las distintas etapas seremos desafiados a responderla. No podemos escapar a esta pregunta, está grabada en el corazón. Recuerdo más de una vez en reuniones familiares preguntar a los hijos: ¿A quién querés más, a papá o a mamá? Es como preguntarle: ¿Quién es más importante para vos? ¿Es tan solo un simple juego de niños esta pregunta? La historia de la humanidad ha estado marcada por el modo de responder a esta pregunta.

Jesús no le teme a las preguntas de los hombres; no le teme a la humanidad ni a las distintas búsquedas que ésta realiza. Al contrario, Él conoce los «recovecos» del corazón humano, y como buen pedagogo está dispuesto a acompañarnos siempre. Fiel a su estilo, asume nuestras búsquedas, aspiraciones y les da un nuevo horizonte. Fiel a su estilo, logra dar una respuesta capaz de plantear un nuevo desafío, descolocando «las respuestas esperadas» o lo aparentemente establecido. Fiel a su estilo, Jesús siempre plantea la lógica del amor. Una lógica capaz de ser vivida por todos, porque es para todos.

Lejos de todo tipo de elitismo, el horizonte de Jesús no es para unos pocos privilegiados capaces de llegar al «conocimiento deseado» o a distintos niveles de espiritualidad. El horizonte de Jesús, siempre es una oferta para la vida cotidiana también aquí en «nuestra isla»; una oferta que siempre hace que el día a día tenga sabor a eternidad.

¿Quién es el más importante? Jesús es simple en su respuesta: «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos». Quien quiera ser grande, que sirva a los demás, no que se sirva de los demás.     

He ahí la gran paradoja de Jesús. Los discípulos discutían quién ocuparía el lugar más importante, quién sería seleccionado como el privilegiado, quién estaría exceptuado de la ley común, de la norma general, para destacarse en un afán de superioridad sobre los demás. Quién escalaría más pronto para ocupar los cargos que darían ciertas ventajas.

Jesús les trastoca su lógica diciéndoles sencillamente que la vida auténtica se vive en el compromiso concreto con el prójimo.

La invitación al servicio posee una peculiaridad a la que debemos estar atentos. Servir significa, en gran parte, cuidar la fragilidad. Cuidar a los frágiles de nuestras familias, de nuestra sociedad, de nuestro pueblo. Son los rostros sufrientes, desprotegidos y angustiados a los que Jesús propone mirar e invita concretamente a amar. Amor que se plasma en acciones y decisiones. Amor que se manifiesta en las distintas tareas que como ciudadanos estamos invitados a desarrollar. Las personas de carne y hueso, con su vida, su historia y especialmente con su fragilidad, son las que estamos invitados por Jesús a defender, a cuidar, a servir. Porque ser cristiano entraña servir la dignidad de sus hermanos, luchar por la dignidad de sus hermanos y vivir para la dignidad de sus hermanos. Por eso, el cristiano es invitado siempre a dejar de lado sus búsquedas, afanes, deseos de omnipotencia ante la  mirada concreta a los más frágiles.

Hay un «servicio» que sirve; pero debemos cuidarnos del otro servicio, de la tentación del «servicio» que «se» sirve.  Hay una forma de ejercer el servicio que tiene como interés el beneficiar a los «míos», en nombre de lo «nuestro». Ese servicio siempre deja a los «tuyos» por fuera, generando una dinámica de exclusión.

Todos estamos llamados por vocación cristiana al servicio que sirve y a ayudarnos mutuamente a no caer en las tentaciones del «servicio que se sirve». Todos estamos invitados, estimulados por Jesús a hacernos cargo los unos de los otros por amor. Y esto sin mirar al costado para ver lo que el vecino hace o ha dejado de hacer. Jesús nos dice: «Quien quiera ser el primero, que sea el último y el servidor de todos». No dice, si tu vecino quiere ser el primero que sirva. Debemos cuidarnos de la mirada enjuiciadora y animarnos a creer en la mirada transformadora a la que nos invita Jesús.

Este hacernos cargo por amor no apunta a una actitud de servilismo, por el contrario, pone en el centro de la cuestión al hermano: el servicio siempre mira el rostro del hermano, toca su carne, siente su projimidad y hasta en algunos casos la «padece» y busca su promoción. Por eso nunca el servicio es ideológico, ya que no se sirve a ideas, sino que se sirve a las personas.

El santo Pueblo fiel de Dios que camina en Cuba, es un pueblo que tiene gusto por la fiesta, por la amistad, por las cosas bellas. Es un pueblo que camina, que canta y alaba. Es un pueblo que tiene heridas, como todo pueblo, pero que sabe estar con los brazos abiertos, que marcha con esperanza, porque su vocación es de grandeza. Hoy los invito a que cuiden esa vocación, a que cuiden estos dones que Dios les ha regalado, pero especialmente quiero invitarlos a que cuiden y sirvan, de modo especial, la fragilidad de sus hermanos. No los descuiden por proyectos que puedan resultar seductores, pero que se desentienden del rostro del que está a su lado. Nosotros conocemos, somos testigos de la «fuerza imparable» de la resurrección, que «provoca por todas partes gérmenes de ese mundo nuevo» (cf. Evangelii gaudium, 276.278).

No nos olvidemos de la Buena Nueva de hoy: la importancia de un pueblo, de una nación; la importancia de una persona siempre se basa en cómo sirve la fragilidad de sus hermanos. En eso encontramos uno de los frutos de una verdadera humanidad.

«Quien no vive para servir, no sirve para vivir».

FOTOS DEL PAPA FRANCISCO EN LA HABANA, CUBA 20 DE SEPTIEMBRE 2015