viernes, 5 de octubre de 2018

TODO SOBRE EL SÍNODO EN ROMA - OCTUBRE 2018


Esta es la novedad introducida por el Papa en el Sínodo que está siendo un gran éxito
Redacción ACI Prensa
 Foto: Vatican Media



En el discurso de apertura del Sínodo de los Obispos que desde el pasado miércoles 3 de octubre se está celebrando en Roma sobre el tema de los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional, el Papa Francisco invitó a los Padres Sinodales a guardar 3 minutos de silencio cada 5 intervenciones.

“Dispongo que, durante los trabajos, en la asamblea plenaria y en los grupos, cada cinco intervenciones, se observe un momento de silencio –de tres minutos aproximadamente–, para permitir que cada uno preste atención a la resonancia que las cosas que ha escuchado susciten en su corazón, para profundizar y aceptar lo que más le haya interesado”, señaló el Papa.

Lo cierto es que esa medida, que sorprendió tanto a los Padres Sinodales como a los demás participantes del Sínodo, ha cosechado un gran éxito.


Así lo aseguró Mons. Carlos José Tissera, Padre Sinodal electo por la Conferencia Episcopal Argentina y Obispo de Quilmes, quien en declaraciones a los periodistas acreditados en el Vaticano afirmó que ese silencio de 3 minutos “es algo saludable”.

Explicó que es bueno guardar “un poco de silencio después de escuchar tantas palabras”. Pero, sobre todo, dijo que es una medida que favorece el diálogo, el poner “un oído en la gente, en los jóvenes, y otro en el Evangelio”.

“En un ambiente de oración –explicó–, uno tiene que poder decantar lo que se va diciendo. Es un modo de ponernos en manos de Dios para que el Espíritu nos ilumine qué es lo que nos quiere decir con esas voces que hemos escuchado. Así que, eso de los 3 minutos es muy saludable. A mí, personalmente, me hizo bien. Y realmente se respeta”.

El Pontífice justificó esta medida en la necesidad de favorecer la “interioridad” como “la llave para recorrer el camino del reconocer, interpretar y elegir”, los tres ejes en los que se articularán los trabajos del Sínodo.

Al fin y al cabo, “el Sínodo es un ejercicio eclesial de discernimiento”, recordó Francisco. “La franqueza en el hablar y la apertura en el escuchar son fundamentales para que el Sínodo sea un proceso de discernimiento”.
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Escuchar a los jóvenes y recuperar su confianza: así transcurrió el comienzo del Sínodo
Redacción ACI Prensa
 Foto: Vatican Media




El deseo de acompañar a los jóvenes, de escucharlos y de ser un punto de apoyo para ellos en su proceso de crecimiento humano y vocacional ha centrado las primeras sesiones de la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, que contó con la presencia del Papa Francisco.

Así lo señaló el Prefecto del Dicasterio para la Comunicación del Vaticano a Paolo Ruffini ante los medios de comunicación este jueves 4 de octubre en una conferencia de prensa en el Vaticano al finalizar la 2ª Congregación General del Sínodo.

Según explicó, en esta 2ª sesión han participado 25 Padres Sinodales y el tema de la escucha fue una constante en todas ellas. No en vano, los trabajos del Sínodo se han organizado en una estructura de 3 partes, siendo la primera dedicada a la Iglesia en escucha de la realidad, que se alargará durante esta primera semana del Sínodo. Las otras dos son “interpretar” y “escoger”.

En las intervenciones de los 25 padres sinodales se habló sobre el problema del descarte, sobre la credibilidad de la Iglesia (cómo ser creíbles para los jóvenes), sobre la afectividad y la sexualidad, sobre la vocación en sentido amplio (sin reducirla sólo al ámbito religioso).

También se habló de la necesidad de recuperar la capacidad de escucha y de recuperar la paternidad de la Iglesia. Se ha reflexionado sobre la familia como lugar de la fe; sobre cómo los jóvenes viven la propia religiosidad; sobre cómo se puede hacer para que las religiones permanezcan abiertas al diálogo y al testimonio.


Se habló, además, de la capacidad de profecía de los jóvenes, de su capacidad de mirar al futuro. Se habló del perdón de la Iglesia cuando no ha estado a la altura de sus compromisos. Se ha abordado la temática de los abusos. Se ha hablado de la necesidad de la Iglesia de ser empática, de las relaciones entre diferentes generaciones.

Paolo Ruffini comentó que durante las intervenciones “el clima era muy participativo. Se ha prestado gran atención a los participantes que no eran Padres Sinodales”.

El tema de los abusos también estuvo presente en los debates, “se ha tratado en algunas intervenciones, pero no en todas”. Por lo tanto, no ha sido “el tema”. “Se trató el tema de los abusos, pero también se trató el tema de la acogida de los migrantes. Los migrantes, de hecho, son casi todos jóvenes”.

Por otra parte, también se prestó atención a cómo debe ser la pastoral juvenil, y se señaló “que no debe ser un intento de domesticar”.

“He percibido en todas las intervenciones un constante deseo de soñar junto con los jóvenes, de intentar mirar el mundo con los ojos de los jóvenes”, concluyó el Prefecto.

Junto a él estaba presente también en la Sala de Prensa del Vaticano Mons. Carlos José Tissera, Padre Sinodal electo por la Conferencia Episcopal Argentina y Obispos de Quilmes.

Ante los periodistas presentes, recordó que “América Latina es el continente que acoge a la mayoría de los cristianos”.


Aseguró que “este Sínodo es un momento privilegiado para la Iglesia”. “Es una oportunidad para todos. Para la Iglesia es una oportunidad de rejuvenecernos, porque envejecemos cuando perdemos la fuerza del Evangelio. Por lo tanto, es una oportunidad de rejuvenecernos con la ayuda de los jóvenes, que no son una amenaza, sino una bendición de Dios”.

“Estamos aquí para escuchar profundamente los clamores de la juventud de todo el mundo. Hay que caminar con un oído en el pueblo y con otro en el Evangelio, y en este caso, con un oído en los jóvenes y otro en el Evangelio”, subrayó.

En este sentido, señaló que uno de los retos es “provocar el encuentro entre Jesús y los jóvenes de hoy, y nosotros, como cualquier cristiano, somos un intermediario”.

Aclaró que cuando los Padres Sinodales hablan de “la llamada” a los jóvenes, del discernimiento vocacional, no es únicamente una referencia a la llamada al sacerdocio, sino que es una llamada “a vivir, a seguir, el camino de Jesús”.

Sobre el acento que se está poniendo en la necesidad de escucha, afirmó que “hay que escuchar a esos jóvenes para hacerles entender que Dios los ama. Los jóvenes no están perdidos, quizás la que está perdida es la sociedad que no les abre las puertas. Por lo tanto, estos días estamos escuchando”.
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¿Qué significa el báculo que el Papa Francisco usó en la Misa de apertura del Sínodo?
POR MARÍA XIMENA RONDÓN | ACI Prensa
 Foto: Daniel Ibáñez (ACI Prensa)




Durante la Misa de apertura de la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, dedicado a los Jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional, llamó la atención el báculo que portó el Papa Francisco.

Esto se debe a su diseño, y es que se trata de un báculo de madera que representa a Jesús crucificado con los brazos unidos por un clavo y esculpido con la forma de un bambú.

El Santo Padre recibió este báculo como obsequio de parte de los 70 mil jóvenes italianos con los que se encontró en el Circo Massimo de Roma el pasado 11 de agosto.

Los jóvenes, provenientes de unas 200 diócesis del país, participaron en la gran peregrinación organizada por la Conferencia Episcopal Italiana con el lema “Por mil caminos, hacia Roma”.

Todos recorrieron a pie las varias rutas que los llevaron desde sus ciudades de origen hasta la Plaza de San Pedro en el Vaticano.

La entrega del báculo se realizó a pocos instantes de iniciado el evento. Una joven de 30 años, identificada como Elena, comentó al Pontífice que durante la peregrinación “hemos experimentado que cada camino necesita de su bastón y en esta ocasión especial le entregamos un báculo esculpido de un leño”.

“En el corazón desgarrado de Jesús en la cruz está custodiada una pequeña semilla, aquella semilla que muere para poder dar fruto y nuestra esperanza. Y nos revela el secreto para hacer que la vida florezca, el amor”, dijo la joven al explicar el significado del báculo.

También manifestó al Papa Francisco que “sería hermoso que este báculo lo acompañase durante el Sínodo de los Jóvenes. Todos los aquí reunidos podríamos sentir que estamos a su lado y conectar nuestro corazón y nuestra memoria a este encuentro extraordinario”.

“Santo Padre, hemos venido hasta aquí para decirle que lo queremos mucho y deseamos caminar juntos hacia adelante”, agregó.

Fue hoy 3 de octubre, que el Pontífice cumplió el anhelo de estos jóvenes.

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Papa Francisco en el Sínodo: El discernimiento vocacional no es un eslogan publicitario
Redacción ACI Prensa
 Foto: Daniel Ibáñez (ACI Prensa)




En el discurso de apertura de la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, el Papa Francisco recordó a los padres sinodales que el discernimiento vocacional “no es un eslogan publicitario”; “no es una técnica organizativa, ni tampoco una moda de este pontificado. Es una actitud interior que se enraíza en un acto de fe”.

El Santo Padre explicaba así el sentido del tema del sínodo: los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional. De hecho, el Papa dedicó gran parte de su discurso de apertura a insistir sobre la importancia de la escucha, tanto entre los padres sinodales como entre los miembros de la Iglesia y los jóvenes y, también, entre las generaciones adultas y las jóvenes.

El Papa afirmó que “el Sínodo que estamos viviendo es un momento de compartir”. Por ello, invitó a todos los participantes “a hablar con valentía”, integrando “libertad, sinceridad y caridad”. “Únicamente el diálogo puede hacernos crecer”, aseguró.

Al mismo tiempo, señaló que “a la valentía de hablar debe corresponder la humildad de escuchar”. Además, subrayó que “el Sínodo debe ser un ejercicio de diálogo, sobre todo, entre todos los que participan. Y el primer fruto de este diálogo es que cada uno se abra a la novedad, a modificar su propia opinión gracias a lo que haya escuchado de los demás”.

El Pontífice también señaló que “el Sínodo es un ejercicio eclesial de discernimiento”. En este sentido, “la franqueza al hablar y la apertura al escuchar son fundamentales para que el Sínodo sea un proceso de discernimiento”.


El Papa insistió en que “el discernimiento es el método y al mismo tiempo el objetivo que nos proponemos: Se fundamenta en la convicción de que Dios actúa en la historia del mundo, en los eventos de la vida, en las personas que nos encontramos y con las que hablamos”.

En su discurso, Francisco recordó a los padres sinodales que “somos signo de una Iglesia en escucha y en camino. La actitud de escucha no puede limitarse a las palabras que intercambiemos en los trabajos sinodales”. Este Sínodo presenta “la oportunidad, la obligación y el deber de ser signo de la Iglesia que se pone verdaderamente en escucha”.

“Una Iglesia que no escucha se muestra cerrada a la novedad, cerrada a las sorpresas de Dios, y no ofrecerá resultados creíbles, en particular para los jóvenes, que inevitablemente se alejarán”, advirtió.

Otra sugerencia del Papa a los Padres Sinodales fue “huir de los prejuicios y de los estereotipos”. “Un primer paso en la dirección de escucha es liberar nuestras mentes y nuestros corazones de prejuicios y de estereotipos”.

Así, aseguró que “cuando creemos que ya lo sabemos todo del otro, qué es lo que quiere, nos costará enormemente escucharlo en serio”.

Especialmente sensible a estos prejuicios es la relación entre jóvenes y adultos. “Las relaciones entre generaciones son un terreno en el que los prejuicios y los estereotipos surgen con una gran facilidad, hasta el punto de no darnos cuenta”.


“Los jóvenes están tentados a considerar a los adultos como anticuados; los adultos, por su parte, están tentados a ver a los jóvenes como inexpertos, de saber cómo son y, sobre todo, cómo deberían ser y comportarse”.

Por ello, afirmó que “los adultos deben superar la tentación de infravalorar la capacidad de los jóvenes, y de juzgarlos negativamente”. 

Por su parte, “los jóvenes deben superar la tentación de no escuchar a los adultos y de considerarlos viejos, trastos antiguos, pesados y aburridos, olvidando que es una tontería comenzar siempre de cero como si la vida comenzara solo con cada uno de ellos”.

Asimismo, hizo un llamado a superar con decisión “la plaga del clericalismo” y a “sanarse del virus de la autosuficiencia”. El clericalismo lleva a “interpretar el ministerio recibido como un poder para ejercer y no como un servicio gratuito y generoso que ofrecer”. Por ello, aseguró que “el clericalismo es una perversión y es la raíz de muchos males en la Iglesia”.

Ya en el final de su discurso, el Papa pidió a los Padres Sinodales “que el Sínodo despierte nuestros corazones”.

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El Papa se emociona al hablar de los obispos chinos que participarán en el Sínodo
Redacción ACI Prensa
 Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa


El Papa Francisco se emocionó al citar a los dos Obispos de China Continental que por primera vez participarán en un Sínodo.

Durante la homilía que pronunció en la Misa de apertura de la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos este miércoles 3 de octubre, el Santo Padre señaló que “hoy, por primera vez, están también aquí con nosotros dos hermanos obispos de China Continental”.

“Démosles nuestra afectuosa bienvenida: gracias a su presencia, la comunión de todo el Episcopado con el Sucesor de Pedro es aún más visible”, aseguró.


Los dos prelados que asistirán al Sínodo son Mons. Yang Xiaoting, Obispo de Ya’an; y Mons. Guo Jincai, Obispo de Chengde. Este último es uno de los siete prelados a los que el Papa Francisco les levantó la excomunión tras la firma del Acuerdo Provisional entre la Santa Sede y la República Popular China para el nombramiento de obispos en el país asiático.

La participación de los obispos chinos en los órganos de la Iglesia era algo muy deseado desde hacía años. Ningún Obispos de la China Continental pudo estar presente en el Concilio Vaticano II ni en los Sínodos celebrados hasta ahora.

En virtud de ese Acuerdo Provisional alcanzado el pasado 22 de septiembre, la Santa Sede reconoce a los obispos nombrados por las autoridades chinas, se readmite en la plena comunión eclesial a obispos ‘oficiales’ ordenados sin mandato pontificio y se establece el sistema de nombramiento de nuevos obispos que regirá a partir de ahora en China.

Encuentro con peregrinos chinos y vietnamitas
Antes de la Misa, en la capilla de la Piedad en la Basílica de San Pedro, el Papa se encontró con un grupo de treinta fieles de China y Vietnam que están en Roma para una peregrinación promovida por la congregación de San Juan Bautista.

Los fieles le regalaron al Santo Padre una imagen de la Virgen y una cruz con el rostro del misionero belga P. Vincent Labbe, conocido como “el apóstol de la China moderna”, fundador de la congregación que celebra su 90 aniversario.


El encuentro, indica el diario del Vaticano, L’Osservatore Romano, “fue muy emotivo: una mujer se arrodilló entre lágrimas para besar el anillo del Pontífice. A cada uno el Papa le ha dado una corona del rosario y una imagen con su retrato que firmó de puño y letra”. Los treinta fieles participaron luego de la Misa de apertura del Sínodo.

El P. John Tran, superior de la congregación de San Juan Bautista, cuya casa general está en Taiwán, dijo que su presencia hoy con el Papa Francisco en el Sínodo dedicado a los jóvenes es sin duda “un signo de gran esperanza”.

Para destacar la presencia de los fieles chinos y de los dos obispos del país asiático, la primera petición de la Misa fue leída en este idioma por Jing Limin, que pidió para el Papa y “los obispos el espíritu de sabiduría y de discernimiento: que busquen con el corazón abierto la verdad y en todo sean obedientes” a la voluntad de Dios.

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Homilía del Papa en la Misa de apertura del Sínodo de los Obispos sobre los jóvenes
Redacción ACI Prensa
 Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa



El Papa Francisco abrió este miércoles 3 de octubre la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos centrada en los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional con una misa multitudinaria en la Plaza de San Pedro en la que animó a los Padres Sinodales a dejarse guiar por el Espíritu Santo para que los trabajos sinodales den abundantes frutos.

El Santo Padre pidió al Espíritu Santo “que nos dé la gracia de ser memoria operante, viva, eficaz, que de generación en generación no se deja asfixiar ni aplastar por los profetas de calamidades y desventuras ni por nuestros propios límites, errores y pecados, sino que es capaz de encontrar espacios para encender el corazón y discernir los caminos del Espíritu”.

A continuación, el texto completo de la homilía del Papa Francisco:

«El Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho» (Jn 14,26).

De esta forma tan sencilla, Jesús les ofrece a sus discípulos la garantía que acompañará toda la obra misionera que les será encomendada: el Espíritu Santo será el primero en custodiar y mantener siempre viva y actuante la memoria del Maestro en el corazón de los discípulos. Él es quien hace que la riqueza y hermosura del Evangelio sea fuente de constante alegría y novedad.

Al iniciar este momento de gracia para toda la Iglesia, en sintonía con la Palabra de Dios, pedimos con insistencia al Paráclito que nos ayude a hacer memoria y reavivar esas palabras del Señor que hacían arder nuestro corazón (cf. Lc 24,32). Ardor y pasión evangélica que engendra el ardor y la pasión por Jesús. Memoria que despierte y renueve en nosotros la capacidad de soñar y esperar.


Porque sabemos que nuestros jóvenes serán capaces de profecía y de visión en la medida que nosotros, ya mayores o ancianos, seamos capaces de soñar y así contagiar y compartir esos sueños y esperanzas que anidan en el corazón (cf. Jl 3,1).

Que el Espíritu nos dé la gracia de ser Padres sinodales ungidos con el don de los sueños y de la esperanza para que podamos, a su vez, ungir a nuestros jóvenes con el don de la profecía y la visión; que nos dé la gracia de ser memoria operante, viva, eficaz, que de generación en generación no se deja asfixiar ni aplastar por los profetas de calamidades y desventuras ni por nuestros propios límites, errores y pecados, sino que es capaz de encontrar espacios para encender el corazón y discernir los caminos del Espíritu.

Con esta actitud de dócil escucha de la voz del Espíritu, hemos venido de todas partes del mundo. Hoy, por primera vez, están también aquí con nosotros dos hermanos obispos de China Continental. Démosles nuestra afectuosa bienvenida: gracias a su presencia, la comunión de todo el Episcopado con el Sucesor de Pedro es aún más visible.

Ungidos en la esperanza comenzamos un nuevo encuentro eclesial capaz de ensanchar horizontes, dilatar el corazón y transformar aquellas estructuras que hoy nos paralizan, nos apartan y alejan de nuestros jóvenes, dejándolos a la intemperie y huérfanos de una comunidad de fe que los sostenga, de un horizonte de sentido y de vida (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 49).

La esperanza nos interpela, moviliza y rompe el conformismo del «siempre se hizo así» y nos pide levantarnos para mirar de frente el rostro de nuestros jóvenes y las situaciones en las que se encuentran. La misma esperanza nos pide trabajar para revertir las situaciones de precariedad, exclusión y violencia a las que están expuestos nuestros muchachos.

Nuestros jóvenes, fruto de muchas de las decisiones que se han tomado en el pasado, nos invitan a asumir junto a ellos el presente con mayor compromiso y luchar contra todas las formas que obstaculizan sus vidas para que se desarrollen con dignidad. Ellos nos piden y reclaman una entrega creativa, una dinámica inteligente, entusiasta y esperanzadora, y que no los dejemos solos en manos de tantos mercaderes de muerte que oprimen sus vidas y oscurecen su visión.

Esta capacidad de soñar juntos que el Señor hoy nos regala como Iglesia, reclama, como nos decía san Pablo en la primera lectura, desarrollar entre nosotros una actitud definida: «No os encerréis en vuestros intereses, sino buscad todos el interés de los demás» (Flp 2,4). E inclusive apunta más alto al pedir que con humildad consideremos estimar a los demás superiores a nosotros mismos (cf. v. 3).

Con este espíritu intentaremos ponernos a la escucha los unos de los otros para discernir juntos lo que el Señor le está pidiendo a su Iglesia. Y esto nos exige estar alertas y velar para que no domine la lógica de autopreservación y autorreferencialidad que termina convirtiendo en importante lo superfluo y haciendo superfluo lo importante.

El amor por el Evangelio y por el pueblo que nos fue confiado nos pide ampliar la mirada y no perder de vista la misión a la que nos convoca para apuntar a un bien mayor que nos beneficiará a todos. Sin esta actitud, vanos serán todos nuestros esfuerzos.


El don de la escucha sincera, orante y con el menor número de prejuicios y presupuestos nos permitirá entrar en comunión con las diferentes situaciones que vive el Pueblo de Dios. Escuchar a Dios, hasta escuchar con él el clamor del pueblo; escuchar al pueblo, hasta respirar en él la voluntad a la que Dios nos llama (cf. Discurso durante el encuentro para la familia, 4 octubre 2014). Esta actitud nos defiende de la tentación de caer en posturas «eticistas» o elitistas, así como de la fascinación por ideologías abstractas que nunca coinciden con la realidad de nuestros pueblos (cf. J. M. BERGOGLIO, Meditaciones para religiosos, 45-46).

Hermanos: Pongamos este tiempo bajo la materna protección de la Virgen María. Que ella, mujer de la escucha y la memoria, nos acompañe a reconocer las huellas del Espíritu para que, «sin demora» (cf. Lc 1,39), entre sueños y esperanzas, acompañemos y estimulemos a nuestros jóvenes para que no dejen de profetizar.

Padres sinodales: Muchos de nosotros éramos jóvenes o comenzábamos los primeros pasos en la vida religiosa al finalizar el Concilio Vaticano II. A los jóvenes de aquellos años les fue dirigido el último mensaje de los padres conciliares. Lo que escuchamos de jóvenes nos hará bien volverlo repasar en el corazón recordando las palabras del poeta: «Que el hombre mantenga lo que de niño prometió» (F. HÖLDERLIN).

Así nos hablaron los Padres conciliares: «La Iglesia, durante cuatro años, ha trabajado para rejuvenecer su rostro, para responder mejor a los designios de su fundador, el gran viviente, Cristo, eternamente joven. Al final de esa impresionante “reforma de vida” se vuelve a vosotros. Es para vosotros los jóvenes, sobre todo para vosotros, porque la Iglesia acaba de alumbrar en su Concilio una luz, luz que alumbrará el porvenir. La Iglesia está preocupada porque esa sociedad que vais a constituir respete la dignidad, la libertad, el derecho de las personas, y esas personas son las vuestras […]

En el nombre de este Dios y de su hijo, Jesús, os exhortamos a ensanchar vuestros corazones a las dimensiones del mundo, a escuchar la llamada de vuestros hermanos y a poner ardorosamente a su servicio vuestras energías. Luchad contra todo egoísmo. Negaos a dar libre curso a los instintos de violencia y de odio, que engendran las guerras y su cortejo de males. Sed generosos, puros, respetuosos, sinceros. Y edificad con entusiasmo un mundo mejor que el de vuestros mayores» (PABLO VI, Mensaje a los jóvenes, con ocasión de la clausura del Concilio Vaticano II, 8 diciembre 1965).

Padres sinodales: la Iglesia los mira con confianza y amor.

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Comienza en Roma el Sínodo de los Obispos con una Misa presidida por el Papa Francisco
Redacción ACI Prensa
Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa



Después de meses de preparativos, comenzó en Roma este miércoles 3 de octubre la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos centrada en los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional.

En una plaza de San Pedro llena de fieles, frente a la Basílica vaticana, y en un día especialmente luminoso, el Papa Francisco presidió la Misa de apertura del Sínodo, Misa de gran solemnidad que se desarrolló en gran parte en latín.

En su homilía, el Santo Padre animó a los Padres Sinodales en los trabajos que comenzarán esta misma tarde, y les aseguró que “la Iglesia los mira con confianza y amor”.

El Papa pidió a los Padres Sinodales “trabajar para revertir las situaciones de precariedad, exclusión y violencia a las que están expuestos nuestros muchachos”.

“Nuestros jóvenes, fruto de muchas de las decisiones que se han tomado en el pasado, nos invitan a asumir junto a ellos el presente con mayor compromiso y luchar contra todas las formas que obstaculizan sus vidas para que se desarrollen con dignidad”.


Aseguró que los jóvenes “nos piden y reclaman una entrega creativa, una dinámica inteligente, entusiasta y esperanzadora, y que no los dejemos solos en manos de tantos mercaderes de muerte que oprimen sus vidas y oscurecen su visión”.

Toda la homilía del Papa se articuló en torno a la importancia de que los Padres Sinodales se dejen guiar por el Espíritu Santo para el éxito del Sínodo.

El Papa invocó al Espíritu Santo para que “nos dé la gracia de ser Padres sinodales ungidos con el don de los sueños y de la esperanza para que podamos, a su vez, ungir a nuestros jóvenes con el don de la profecía y la visión”.

“Que nos dé la gracia de ser memoria operante, viva, eficaz, que de generación en generación no se deja asfixiar ni aplastar por los profetas de calamidades y desventuras ni por nuestros propios límites, errores y pecados, sino que es capaz de encontrar espacios para encender el corazón y discernir los caminos del Espíritu”.

Recordó que “nuestros jóvenes serán capaces de profecía y de visión en la medida que nosotros, ya mayores o ancianos, seamos capaces de soñar y así contagiar y compartir esos sueños y esperanzas que anidan en el corazón”.

Pidió también permanecer durante todo el Sínodo en “escucha los unos de los otros para discernir juntos lo que el Señor le está pidiendo a su Iglesia. Y esto nos exige estar alertas y velar para que no domine la lógica de autopreservación y auto-referencialidad que termina convirtiendo en importante lo superfluo y haciendo superfluo lo importante”.

El Pontífice insistió en la importancia de la escucha para el éxito de los trabajos sinodales, una escucha “sincera, orante y con el menor número de prejuicios y presupuestos” que permita “entrar en comunión con las diferentes situaciones que vive el Pueblo de Dios”.

“Escuchar a Dios, hasta escuchar con Él el clamor del pueblo; escuchar al pueblo, hasta respirar en Él la voluntad a la que Dios nos llama”, insistió.


El Papa finalizó repitiendo las palabras del Papa Pablo VI en el mensaje a los jóvenes del 8 de diciembre de 1965 con motivo de la clausura del Concilio Vaticano II, en el que exhortaba a “ensanchar” los corazones “a las dimensiones del mundo, “a escuchar la llamada de vuestros hermanos y a poner ardorosamente a su servicio vuestras energías”. “Luchad contra todo egoísmo. Negaos a dar libre curso a los instintos de violencia y de odio, que engendran las guerras y su cortejo de males”, concluyó.

Comienzo de los trabajos sinodales

Los trabajos sinodales comenzarán este mismo miércoles 3 de octubre por la tarde con el discurso apertura que pronunciará el Papa Francisco.

Se trata del tercer Sínodo convocado durante el presente Pontificado. El primero fue la III Asamblea General Extraordinaria y el segundo la XIV Asamblea General Ordinaria sobre el tema de la familia.

Los trabajos del Sínodo abierto hoy se desarrollarán en tres unidades de trabajo bajo los epígrafes de “Reconocer: la Iglesia en escucha de la realidad”, “Interpretar: fe y discernimiento vocacional”, “Elegir: caminos de conversión pastoral y misionera”.

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