jueves, 11 de octubre de 2018

EL PAPA FRANCISCO ENSEÑA CÓMO EL CRISTIANO DEBE INSISTIR CON LA ORACIÓN


El Papa Francisco enseña cómo el cristiano debe insistir con la oración
Redacción ACI Prensa
Crédito: Vatican Media



Al presidir la Santa Misa hoy en la Capilla de la Casa Santa Marta, el Papa Francisco afirmó que el cristiano debe ser valiente cuando le pide algo al Señor en oración, y rezar siempre con coraje y sin dejarse vencer por el cansancio.

“Se reza con coraje, porque cuando rezamos tenemos una necesidad, normalmente, una necesidad. Un amigo es Dios: es un amigo rico que tiene pan, tiene eso de lo que nosotros tenemos necesidad. Como si Jesús dijera: ‘En la oración sean insistentes. No se cansen’. Pero, ¿no se cansen de qué? De pedir. 'Pidan y se les dará’”, dijo el Papa este 11 de octubre sobre el pasaje del Evangelio de San Lucas (11,5-13).

El Santo Padre dijo que si bien Dios es el amigo que nos puede dar lo que necesitamos, “la oración no es como una varita mágica”, porque no se trata de decir dos “Padrenuestros” y después irse.


“La oración es un trabajo: un trabajo que nos pide voluntad, nos pide constancia, nos pide ser determinados, sin vergüenza. ¿Por qué? Porque yo estoy llamando a la puerta de mi amigo. Dios es amigo, y con un amigo yo puedo hacer esto. Una oración constante, insistente. Pensemos en Santa Mónica por ejemplo, cuántos años rezó así, incluso con las lágrimas, por la conversión de su hijo. El Señor, al final, abrió la puerta”, recordó el Pontífice.

En otro momento de su homilía, puso de ejemplo la historia de un hombre que conoció en Buenos Aires (Argentina) y peregrinó 70 kilómetros hasta el Santuario de la Virgen de Luján para pedir por su hija, que estaba muriendo. El hombre rezó toda la noche y su hija despertó sin explicación médica alguna.

“Aquel hombre sabía cómo se reza”, dijo el Papa.


Luego, recordó las palabras de Jesús: “Si ustedes que son malos saben dar cosas buenas a sus hijos, cuánto más su Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo piden”.

Finalmente, recordó que Cristo es un amigo que “siempre ofrece el bien” y siempre le “da más” a sus hijos: “yo te pido que resuelvas este problema y él lo resuelve y también te da el Espírito Santo”.

“Es más. Pensemos un poco: ¿Cómo rezo? ¿Cómo un papagayo? ¿Rezo precisamente con la necesidad en el corazón? ¿Lucho con Dios en la oración para que me conceda eso de lo que tengo necesidad si es justo? Aprendamos de este pasaje del Evangelio cómo rezar”, concluyó el Santo Padre.

EL PAPA FRANCISCO RECUERDA QUE EL ABORTO ES ASESINATO: ES COMO CONTRATAR UN SICARIO


El Papa Francisco recuerda que el aborto es asesinato: Es como contratar a un sicario
Redacción ACI Prensa
 Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa




El Papa Francisco condenó con firmeza el aborto y recordó que no sólo no es un derecho, sino que incluso es un crimen: “Es como contratar a un sicario para resolver un problema”, advirtió.

El Santo Padre realizó esta afirmación en su catequesis de la Audiencia General de este miércoles 10 de octubre, dedicada al Quinto Mandamiento: no matarás, en la que insistió en que “no es justo acabar con una vida humana para resolver un problema, no es justo acabar con la vida humana de un pequeño para solucionar un problema”.

Este rechazo del aborto se produce en plena conmemoración del 50 aniversario de la Encíclica “Humanae vitae”, del 25 de julio de 1968, en la que el Papa Pablo VI, que será proclamado santo el próximo domingo 14 de octubre, hacía una defensa de la vida y de la moral sexual en plena ola de difusión de los métodos anticonceptivos y abortivos que llevó al momento actual antinatalista y de banalización de la sexualidad.

De forma especial, condenó a aquellos que empujan al aborto a padres cuyo hijo no nacido padece algún tipo de discapacidad. “Los padres, en estos casos dramáticos, necesitan una verdadera cercanía, una verdadera solidaridad para afrontar la realidad superando el miedo comprensible”.


Sin embargo, denunció que, en vez de ese apoyo, muchos padres que se encuentran en esta situación, “a menudo reciben consejos para interrumpir el embarazo”.

En su catequesis, Francisco señaló que “todo el mal que se produce en el mundo se podría resumir en esto: el desprecio por la vida”.

“La vida resulta agredida por las guerras, por las organizaciones que explotan a las personas, por las especulaciones sobre el medio ambiente y por la cultura del descarte y todos los sistemas que someten la existencia humana a cálculos de oportunidad mientras un número escandaloso de personas viven en un estado indigno”, aseveró.

Es en ese contexto, en el de la cultura del descarte, en el que situó el aborto. “Un enfoque contradictorio permite la supresión de la vida humana en el útero en nombre de la defensa de otros derechos. ¿Cómo puede ser terapéutico, civil o simplemente humano un acto que suprime la vida inocente e indefensa en su florecimiento?”.

“¿De dónde viene todo esto?”, se preguntó. “La violencia y el rechazo de la vida nacen del miedo. De hecho, la acogida del otro es un desafío al individualismo”.


“Un niño enfermo es como todo necesitado de la tierra, como un anciano que necesita de asistencia, como tantos pobres que luchan para salir adelante: ese al que se presenta como un problema, es, en realidad, un don de Dios que puede sacarme del egocentrismo y hacer crecer el amor. La vida vulnerable nos indica el camino para salir, el camino para salvarnos de una existencia replegada sobre sí misma y descubrir la alegría del amor”.

El Papa explicó que “los ídolos de este mundo: el dinero, el poder, el éxito”, son los que “llevan al hombre a rechazar la vida”. Aseguró que esos ídolos “son parámetros errado para valorar la vida. La única medida auténtica de la vida es el amor, el amor con el que Dios ama”.

“Vale la pena acoger toda vida porque cada persona vale la sangre de Cristo mismo. No se puede despreciar aquello que Dios a amado”, subrayó.

El Papa finalizó su catequesis afirmando que “debemos decir a los hombres y a las mujeres del mundo: no despreciéis la vida. La vida de los demás, pero también vuestra propia vida, porque también esa se incluye en el Mandamiento ‘no matarás’. A tantos jóvenes les digo: ¡no desprecies tu existencia! ¡Deja de rechazar la obra de Dios! ¡Tú eres obra de Dios!”.

PAPA FRANCISCO INVITÓ A LOS CRISTIANOS A REZAR EL ROSARIO EN OCTUBRE


Este es el motivo por el que el Papa invitó a los cristianos a rezar el Rosario en octubre
Redacción ACI Prensa
 Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa




Al finalizar la Audiencia General de este miércoles 10 de octubre, el Papa Francisco invitó a los fieles a rezar el Rosario “para que la Iglesia sea cada vez más santa y misionera”.

“El mes de octubre está dedicado a las misiones y a la oración del Santo Rosario. Queridos amigos, rezando el Rosario, invocad la intercesión de la Santísima Virgen María en cada una de vuestras necesidades y en la Iglesia, para que sea cada vez más santa y misionera, unida para recorrer los caminos del mundo y para llevar a Cristo a cada hombre”, fueron las palabras del Pontífice.

Además, en su intención de oración para el mes de octubre, el Papa pidió rezar el Rosario y la oración a San Miguel Arcángel para “repeler los ataques del diablo que quiere dividir la Iglesia”.

Este pedido del Obispo de Roma se produce en un momento de especial importancia para la Iglesia con la celebración de la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, en la que los Padres Sinodales están buscando fórmulas para poder comunicar el Evangelio entre los jóvenes en un mundo caracterizado por el secularismo.

CATEQUESIS DEL PAPA FRANCISCO SOBRE EL DERECHO A LA VIDA EN TODAS SUS ETAPAS


Catequesis del Papa Francisco sobre el derecho a la vida en todas sus etapas
Redacción ACI Prensa
 Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa




El Papa Francisco realizó una fuerte defensa del derecho a la vida de todas las personas y criticó con dureza el aborto.

Durante la Audiencia General celebrada en la Plaza de San Pedro del Vaticano, el Santo Padre aseguró que no es justo deshacerse de una vida humana que se encuentra en el vientre de su madre y lo comparó con recurrir a un sicario para solucionar un problema.

“Yo os pregunto: ¿Es justo “deshacerse” de una vida humana para resolver un problema? ¿Es justo alquilar a un sicario para resolver un problema? No se puede, no es justo “deshacerse” de un ser humano, aunque sea pequeño para resolver un problema. Es como alquilar un sicario para resolver un problema”.

A continuación, la catequesis del Papa Francisco:

La catequesis de hoy está dedicada a la Quinta Palabra: “No matarás”. El quinto mandamiento: “No matarás”. Estamos ya en la segunda parte del Decálogo, la que concierne a las relaciones con los demás; y este mandamiento, con su formulación concisa y categórica, se yergue como una muralla defensiva del valor básico en las relaciones humanas, Y ¿cuál es el valor básico en las relaciones humanas?: El valor de la vida. Por eso, no matarás.


Se podría decir que todo el mal del mundo se resume aquí: en el desprecio por la vida. La vida es agredida por las guerras, por las organizaciones que explotan al hombre, -leemos en los periódicos o vemos en los telediarios tantas cosas- por especulaciones sobre la creación y la cultura del descarte, y por todos los sistemas que someten la existencia humana a cálculos de oportunidad, mientras que un escandaloso número de personas vive en un estado indigno del ser humano. Esto es despreciar la vida, es decir, de alguna manera, matar.

Un enfoque contradictorio permite también la supresión de la vida humana en el seno materno en nombre de la salvaguardia de otros derechos. Pero, ¿cómo puede ser terapéutico, civil o simplemente humano un acto que suprime la vida inocente e indefensa en su inicio?

Yo os pregunto: ¿Es justo “deshacerse” de una vida humana para resolver un problema? ¿Es justo alquilar a un sicario para resolver un problema? No se puede, no es justo “deshacerse” de un ser humano, aunque sea pequeño para resolver un problema. Es como alquilar un sicario para resolver un problema.

¿De dónde viene todo esto? La violencia y el rechazo de la vida ¿de dónde nacen, en fondo? Del miedo. Acoger al otro, en efecto, es un desafío al individualismo. Pensemos, por ejemplo, en cuando se descubre que una vida naciente es portadora de discapacidad, incluso grave. Los padres, en estos casos dramáticos, necesitan cercanía real, solidaridad verdadera, para enfrentar la realidad y superar los temores comprensibles.

En cambio, a menudo reciben consejos apresurados para interrumpir el embarazo, o sea es una forma de hablar: “interrumpir el embarazo” significa “deshacerse de uno”, directamente.

Un niño enfermo es como todos los necesitados de la tierra, como un anciano que necesita ayuda, como tantos pobres que luchan por salir adelante: aquel, aquella que se presenta como un problema, es en realidad un don de Dios que puede sacarme del egocentrismo y hacerme crecer en el amor.

La vida vulnerable nos muestra el camino de salida, el camino para salvarnos de una existencia replegada sobre sí misma y descubrir la alegría del amor. Y aquí quiero detenerme para dar las gracias, dar las gracias a tantos voluntarios, dar las gracias al fuerte voluntariado italiano que es el más fuerte que yo haya conocido. Gracias.

¿Y qué lleva al hombre a rechazar la vida? Son los ídolos de este mundo: el dinero –mejor deshacerse de éste porque costará- el poder, el éxito. Son parámetros equivocados para evaluar la vida. ¿Cuál es la única medida auténtica de la vida? ¡Es el amor, el amor con el que Dios ama! El amor con que Dios ama la vida: esta es la medida. El amor con que Dios ama cada vida humana.


De hecho, ¿cuál es el significado positivo de la Palabra "No matarás"? Que Dios es "un amante de la vida", como acabamos de escuchar de la lectura de la Biblia.

El secreto de la vida nos es revelado por cómo la trató el Hijo de Dios, que se hizo hombre, hasta el punto de asumir, en la cruz, el rechazo, la debilidad, la pobreza y el dolor (cf. Jn 13, 1). En cada niño enfermo, en cada anciano débil, en cada migrante desesperado, en cada vida frágil y amenazada, Cristo nos está buscando (cf. Mt 25, 34-46), está buscando nuestro corazón para revelarnos el gozo del amor.

Vale la pena acoger cada vida porque cada hombre vale la sangre de Cristo mismo (cf. 1 Ped. 1: 18-19). ¡No se puede despreciar lo que Dios ha amado tanto!

Debemos decir a los hombres y a las mujeres del mundo: ¡No despreciéis la vida! La vida de los demás, pero también la vuestra, porque el mandamiento también es válido para ella: "No matarás". Hay que decir a tantos jóvenes: ¡No despreciéis vuestra existencia! ¡Deja de rechazar la obra de Dios! ¡Tú eres una obra de Dios! ¡No te subestimes, no te desprecies con las dependencias que te arruinarán y te llevarán a la muerte!

Que nadie mida la vida según los engaños de este mundo, sino que cada uno se acepte a sí mismo y los demás en nombre del Padre que nos ha creado. Él es "un amante de la vida”. Es hermoso esto, “Dios es amante de la vida” y tanto nos quiere a todos que mandó a su Hijo por nosotros. "Porque tanto amó Dios al mundo -dice el Evangelio- que dio a su Hijo único, para que quien crea en él no perezca sino que tenga vida eterna" (Jn 3, 16).

EL PAPA FRANCISCO REIVINDICA EL PONTIFICADO DE SAN JUAN PABLO II Y DESTACA SUS DONES


El Papa Francisco reivindica el Pontificado de San Juan Pablo II y destaca sus dones
Redacción ACI Prensa
El Papa Francisco. Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa




El Papa Francisco recordó a San Juan Pablo II durante la audiencia que concedió a un grupo de peregrinos polacos de la Archidiócesis de Cracovia, presentes en Roma para conmemorar el 40 aniversario de la elección del Papa polaco el próximo 16 de octubre.

Ante los peregrinos polacos, a los que recibió este miércoles 10 de octubre en el aula Pablo VI antes de la Audiencia General, el Santo Padre aseguró que “San Juan Pablo II ha enriquecido a la Iglesia universal con una gran cantidad de dones, que en gran parte heredó del tesoro de la fe y la santidad de vuestra tierra y de vuestra Iglesia”.

“Trajo en su corazón y, por así decirlo, en la carne los testimonios de los santos de Cracovia: desde San Estanislao y Santa Eduvigis reina, hasta San Alberto y Santa Faustina”.


De ellos, “aprendió la dedicación ilimitada a Dios y la gran sensibilidad para cada hombre; dedicación y sensibilidad manifestadas en su ministerio sacerdotal, episcopal y papal”.

San Juan Pablo II “recibió “de Dios el gran don de poder leer los signos de los tiempos a la luz del Evangelio, y lo hizo fructificar a beneficio del camino de su pueblo, de vuestro pueblo, que en los diversos eventos dolorosos nunca perdió la confianza en Dios ni la fidelidad a la propia cultura arraigada en el espíritu cristiano”. 

“Fiel a estas raíces, trató de hacer que la Iglesia se erigiera como guardián de los derechos inalienables del hombre, de la familia y de los pueblos, para ser signo de paz, de justicia y de desarrollo integral para toda la familia humana”. Al mismo tiempo, “subrayaba siempre la prioridad de la gracia y la obediencia a la voluntad de Dios, antes de cualquier cálculo humano”.

“Esta rica herencia, que San Juan Pablo II nos ha dejado, es para nosotros, y especialmente para sus compatriotas, un desafío para ser fieles a Cristo y responder con alegre dedicación al llamado a la santidad, que el Señor dirige a cada uno y cada una de nosotros, en nuestra situación personal, familiar y social específica”.

Por último, el Papa agradeció a la Iglesia en Cracovia la acogida que le brindó durante la Jornada Mundial de la Juventud de 2016.

viernes, 5 de octubre de 2018

TODO SOBRE EL SÍNODO EN ROMA - OCTUBRE 2018


Esta es la novedad introducida por el Papa en el Sínodo que está siendo un gran éxito
Redacción ACI Prensa
 Foto: Vatican Media



En el discurso de apertura del Sínodo de los Obispos que desde el pasado miércoles 3 de octubre se está celebrando en Roma sobre el tema de los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional, el Papa Francisco invitó a los Padres Sinodales a guardar 3 minutos de silencio cada 5 intervenciones.

“Dispongo que, durante los trabajos, en la asamblea plenaria y en los grupos, cada cinco intervenciones, se observe un momento de silencio –de tres minutos aproximadamente–, para permitir que cada uno preste atención a la resonancia que las cosas que ha escuchado susciten en su corazón, para profundizar y aceptar lo que más le haya interesado”, señaló el Papa.

Lo cierto es que esa medida, que sorprendió tanto a los Padres Sinodales como a los demás participantes del Sínodo, ha cosechado un gran éxito.


Así lo aseguró Mons. Carlos José Tissera, Padre Sinodal electo por la Conferencia Episcopal Argentina y Obispo de Quilmes, quien en declaraciones a los periodistas acreditados en el Vaticano afirmó que ese silencio de 3 minutos “es algo saludable”.

Explicó que es bueno guardar “un poco de silencio después de escuchar tantas palabras”. Pero, sobre todo, dijo que es una medida que favorece el diálogo, el poner “un oído en la gente, en los jóvenes, y otro en el Evangelio”.

“En un ambiente de oración –explicó–, uno tiene que poder decantar lo que se va diciendo. Es un modo de ponernos en manos de Dios para que el Espíritu nos ilumine qué es lo que nos quiere decir con esas voces que hemos escuchado. Así que, eso de los 3 minutos es muy saludable. A mí, personalmente, me hizo bien. Y realmente se respeta”.

El Pontífice justificó esta medida en la necesidad de favorecer la “interioridad” como “la llave para recorrer el camino del reconocer, interpretar y elegir”, los tres ejes en los que se articularán los trabajos del Sínodo.

Al fin y al cabo, “el Sínodo es un ejercicio eclesial de discernimiento”, recordó Francisco. “La franqueza en el hablar y la apertura en el escuchar son fundamentales para que el Sínodo sea un proceso de discernimiento”.
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Escuchar a los jóvenes y recuperar su confianza: así transcurrió el comienzo del Sínodo
Redacción ACI Prensa
 Foto: Vatican Media




El deseo de acompañar a los jóvenes, de escucharlos y de ser un punto de apoyo para ellos en su proceso de crecimiento humano y vocacional ha centrado las primeras sesiones de la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, que contó con la presencia del Papa Francisco.

Así lo señaló el Prefecto del Dicasterio para la Comunicación del Vaticano a Paolo Ruffini ante los medios de comunicación este jueves 4 de octubre en una conferencia de prensa en el Vaticano al finalizar la 2ª Congregación General del Sínodo.

Según explicó, en esta 2ª sesión han participado 25 Padres Sinodales y el tema de la escucha fue una constante en todas ellas. No en vano, los trabajos del Sínodo se han organizado en una estructura de 3 partes, siendo la primera dedicada a la Iglesia en escucha de la realidad, que se alargará durante esta primera semana del Sínodo. Las otras dos son “interpretar” y “escoger”.

En las intervenciones de los 25 padres sinodales se habló sobre el problema del descarte, sobre la credibilidad de la Iglesia (cómo ser creíbles para los jóvenes), sobre la afectividad y la sexualidad, sobre la vocación en sentido amplio (sin reducirla sólo al ámbito religioso).

También se habló de la necesidad de recuperar la capacidad de escucha y de recuperar la paternidad de la Iglesia. Se ha reflexionado sobre la familia como lugar de la fe; sobre cómo los jóvenes viven la propia religiosidad; sobre cómo se puede hacer para que las religiones permanezcan abiertas al diálogo y al testimonio.


Se habló, además, de la capacidad de profecía de los jóvenes, de su capacidad de mirar al futuro. Se habló del perdón de la Iglesia cuando no ha estado a la altura de sus compromisos. Se ha abordado la temática de los abusos. Se ha hablado de la necesidad de la Iglesia de ser empática, de las relaciones entre diferentes generaciones.

Paolo Ruffini comentó que durante las intervenciones “el clima era muy participativo. Se ha prestado gran atención a los participantes que no eran Padres Sinodales”.

El tema de los abusos también estuvo presente en los debates, “se ha tratado en algunas intervenciones, pero no en todas”. Por lo tanto, no ha sido “el tema”. “Se trató el tema de los abusos, pero también se trató el tema de la acogida de los migrantes. Los migrantes, de hecho, son casi todos jóvenes”.

Por otra parte, también se prestó atención a cómo debe ser la pastoral juvenil, y se señaló “que no debe ser un intento de domesticar”.

“He percibido en todas las intervenciones un constante deseo de soñar junto con los jóvenes, de intentar mirar el mundo con los ojos de los jóvenes”, concluyó el Prefecto.

Junto a él estaba presente también en la Sala de Prensa del Vaticano Mons. Carlos José Tissera, Padre Sinodal electo por la Conferencia Episcopal Argentina y Obispos de Quilmes.

Ante los periodistas presentes, recordó que “América Latina es el continente que acoge a la mayoría de los cristianos”.


Aseguró que “este Sínodo es un momento privilegiado para la Iglesia”. “Es una oportunidad para todos. Para la Iglesia es una oportunidad de rejuvenecernos, porque envejecemos cuando perdemos la fuerza del Evangelio. Por lo tanto, es una oportunidad de rejuvenecernos con la ayuda de los jóvenes, que no son una amenaza, sino una bendición de Dios”.

“Estamos aquí para escuchar profundamente los clamores de la juventud de todo el mundo. Hay que caminar con un oído en el pueblo y con otro en el Evangelio, y en este caso, con un oído en los jóvenes y otro en el Evangelio”, subrayó.

En este sentido, señaló que uno de los retos es “provocar el encuentro entre Jesús y los jóvenes de hoy, y nosotros, como cualquier cristiano, somos un intermediario”.

Aclaró que cuando los Padres Sinodales hablan de “la llamada” a los jóvenes, del discernimiento vocacional, no es únicamente una referencia a la llamada al sacerdocio, sino que es una llamada “a vivir, a seguir, el camino de Jesús”.

Sobre el acento que se está poniendo en la necesidad de escucha, afirmó que “hay que escuchar a esos jóvenes para hacerles entender que Dios los ama. Los jóvenes no están perdidos, quizás la que está perdida es la sociedad que no les abre las puertas. Por lo tanto, estos días estamos escuchando”.
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¿Qué significa el báculo que el Papa Francisco usó en la Misa de apertura del Sínodo?
POR MARÍA XIMENA RONDÓN | ACI Prensa
 Foto: Daniel Ibáñez (ACI Prensa)




Durante la Misa de apertura de la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, dedicado a los Jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional, llamó la atención el báculo que portó el Papa Francisco.

Esto se debe a su diseño, y es que se trata de un báculo de madera que representa a Jesús crucificado con los brazos unidos por un clavo y esculpido con la forma de un bambú.

El Santo Padre recibió este báculo como obsequio de parte de los 70 mil jóvenes italianos con los que se encontró en el Circo Massimo de Roma el pasado 11 de agosto.

Los jóvenes, provenientes de unas 200 diócesis del país, participaron en la gran peregrinación organizada por la Conferencia Episcopal Italiana con el lema “Por mil caminos, hacia Roma”.

Todos recorrieron a pie las varias rutas que los llevaron desde sus ciudades de origen hasta la Plaza de San Pedro en el Vaticano.

La entrega del báculo se realizó a pocos instantes de iniciado el evento. Una joven de 30 años, identificada como Elena, comentó al Pontífice que durante la peregrinación “hemos experimentado que cada camino necesita de su bastón y en esta ocasión especial le entregamos un báculo esculpido de un leño”.

“En el corazón desgarrado de Jesús en la cruz está custodiada una pequeña semilla, aquella semilla que muere para poder dar fruto y nuestra esperanza. Y nos revela el secreto para hacer que la vida florezca, el amor”, dijo la joven al explicar el significado del báculo.

También manifestó al Papa Francisco que “sería hermoso que este báculo lo acompañase durante el Sínodo de los Jóvenes. Todos los aquí reunidos podríamos sentir que estamos a su lado y conectar nuestro corazón y nuestra memoria a este encuentro extraordinario”.

“Santo Padre, hemos venido hasta aquí para decirle que lo queremos mucho y deseamos caminar juntos hacia adelante”, agregó.

Fue hoy 3 de octubre, que el Pontífice cumplió el anhelo de estos jóvenes.

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Papa Francisco en el Sínodo: El discernimiento vocacional no es un eslogan publicitario
Redacción ACI Prensa
 Foto: Daniel Ibáñez (ACI Prensa)




En el discurso de apertura de la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, el Papa Francisco recordó a los padres sinodales que el discernimiento vocacional “no es un eslogan publicitario”; “no es una técnica organizativa, ni tampoco una moda de este pontificado. Es una actitud interior que se enraíza en un acto de fe”.

El Santo Padre explicaba así el sentido del tema del sínodo: los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional. De hecho, el Papa dedicó gran parte de su discurso de apertura a insistir sobre la importancia de la escucha, tanto entre los padres sinodales como entre los miembros de la Iglesia y los jóvenes y, también, entre las generaciones adultas y las jóvenes.

El Papa afirmó que “el Sínodo que estamos viviendo es un momento de compartir”. Por ello, invitó a todos los participantes “a hablar con valentía”, integrando “libertad, sinceridad y caridad”. “Únicamente el diálogo puede hacernos crecer”, aseguró.

Al mismo tiempo, señaló que “a la valentía de hablar debe corresponder la humildad de escuchar”. Además, subrayó que “el Sínodo debe ser un ejercicio de diálogo, sobre todo, entre todos los que participan. Y el primer fruto de este diálogo es que cada uno se abra a la novedad, a modificar su propia opinión gracias a lo que haya escuchado de los demás”.

El Pontífice también señaló que “el Sínodo es un ejercicio eclesial de discernimiento”. En este sentido, “la franqueza al hablar y la apertura al escuchar son fundamentales para que el Sínodo sea un proceso de discernimiento”.


El Papa insistió en que “el discernimiento es el método y al mismo tiempo el objetivo que nos proponemos: Se fundamenta en la convicción de que Dios actúa en la historia del mundo, en los eventos de la vida, en las personas que nos encontramos y con las que hablamos”.

En su discurso, Francisco recordó a los padres sinodales que “somos signo de una Iglesia en escucha y en camino. La actitud de escucha no puede limitarse a las palabras que intercambiemos en los trabajos sinodales”. Este Sínodo presenta “la oportunidad, la obligación y el deber de ser signo de la Iglesia que se pone verdaderamente en escucha”.

“Una Iglesia que no escucha se muestra cerrada a la novedad, cerrada a las sorpresas de Dios, y no ofrecerá resultados creíbles, en particular para los jóvenes, que inevitablemente se alejarán”, advirtió.

Otra sugerencia del Papa a los Padres Sinodales fue “huir de los prejuicios y de los estereotipos”. “Un primer paso en la dirección de escucha es liberar nuestras mentes y nuestros corazones de prejuicios y de estereotipos”.

Así, aseguró que “cuando creemos que ya lo sabemos todo del otro, qué es lo que quiere, nos costará enormemente escucharlo en serio”.

Especialmente sensible a estos prejuicios es la relación entre jóvenes y adultos. “Las relaciones entre generaciones son un terreno en el que los prejuicios y los estereotipos surgen con una gran facilidad, hasta el punto de no darnos cuenta”.


“Los jóvenes están tentados a considerar a los adultos como anticuados; los adultos, por su parte, están tentados a ver a los jóvenes como inexpertos, de saber cómo son y, sobre todo, cómo deberían ser y comportarse”.

Por ello, afirmó que “los adultos deben superar la tentación de infravalorar la capacidad de los jóvenes, y de juzgarlos negativamente”. 

Por su parte, “los jóvenes deben superar la tentación de no escuchar a los adultos y de considerarlos viejos, trastos antiguos, pesados y aburridos, olvidando que es una tontería comenzar siempre de cero como si la vida comenzara solo con cada uno de ellos”.

Asimismo, hizo un llamado a superar con decisión “la plaga del clericalismo” y a “sanarse del virus de la autosuficiencia”. El clericalismo lleva a “interpretar el ministerio recibido como un poder para ejercer y no como un servicio gratuito y generoso que ofrecer”. Por ello, aseguró que “el clericalismo es una perversión y es la raíz de muchos males en la Iglesia”.

Ya en el final de su discurso, el Papa pidió a los Padres Sinodales “que el Sínodo despierte nuestros corazones”.

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El Papa se emociona al hablar de los obispos chinos que participarán en el Sínodo
Redacción ACI Prensa
 Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa


El Papa Francisco se emocionó al citar a los dos Obispos de China Continental que por primera vez participarán en un Sínodo.

Durante la homilía que pronunció en la Misa de apertura de la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos este miércoles 3 de octubre, el Santo Padre señaló que “hoy, por primera vez, están también aquí con nosotros dos hermanos obispos de China Continental”.

“Démosles nuestra afectuosa bienvenida: gracias a su presencia, la comunión de todo el Episcopado con el Sucesor de Pedro es aún más visible”, aseguró.


Los dos prelados que asistirán al Sínodo son Mons. Yang Xiaoting, Obispo de Ya’an; y Mons. Guo Jincai, Obispo de Chengde. Este último es uno de los siete prelados a los que el Papa Francisco les levantó la excomunión tras la firma del Acuerdo Provisional entre la Santa Sede y la República Popular China para el nombramiento de obispos en el país asiático.

La participación de los obispos chinos en los órganos de la Iglesia era algo muy deseado desde hacía años. Ningún Obispos de la China Continental pudo estar presente en el Concilio Vaticano II ni en los Sínodos celebrados hasta ahora.

En virtud de ese Acuerdo Provisional alcanzado el pasado 22 de septiembre, la Santa Sede reconoce a los obispos nombrados por las autoridades chinas, se readmite en la plena comunión eclesial a obispos ‘oficiales’ ordenados sin mandato pontificio y se establece el sistema de nombramiento de nuevos obispos que regirá a partir de ahora en China.

Encuentro con peregrinos chinos y vietnamitas
Antes de la Misa, en la capilla de la Piedad en la Basílica de San Pedro, el Papa se encontró con un grupo de treinta fieles de China y Vietnam que están en Roma para una peregrinación promovida por la congregación de San Juan Bautista.

Los fieles le regalaron al Santo Padre una imagen de la Virgen y una cruz con el rostro del misionero belga P. Vincent Labbe, conocido como “el apóstol de la China moderna”, fundador de la congregación que celebra su 90 aniversario.


El encuentro, indica el diario del Vaticano, L’Osservatore Romano, “fue muy emotivo: una mujer se arrodilló entre lágrimas para besar el anillo del Pontífice. A cada uno el Papa le ha dado una corona del rosario y una imagen con su retrato que firmó de puño y letra”. Los treinta fieles participaron luego de la Misa de apertura del Sínodo.

El P. John Tran, superior de la congregación de San Juan Bautista, cuya casa general está en Taiwán, dijo que su presencia hoy con el Papa Francisco en el Sínodo dedicado a los jóvenes es sin duda “un signo de gran esperanza”.

Para destacar la presencia de los fieles chinos y de los dos obispos del país asiático, la primera petición de la Misa fue leída en este idioma por Jing Limin, que pidió para el Papa y “los obispos el espíritu de sabiduría y de discernimiento: que busquen con el corazón abierto la verdad y en todo sean obedientes” a la voluntad de Dios.

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Homilía del Papa en la Misa de apertura del Sínodo de los Obispos sobre los jóvenes
Redacción ACI Prensa
 Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa



El Papa Francisco abrió este miércoles 3 de octubre la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos centrada en los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional con una misa multitudinaria en la Plaza de San Pedro en la que animó a los Padres Sinodales a dejarse guiar por el Espíritu Santo para que los trabajos sinodales den abundantes frutos.

El Santo Padre pidió al Espíritu Santo “que nos dé la gracia de ser memoria operante, viva, eficaz, que de generación en generación no se deja asfixiar ni aplastar por los profetas de calamidades y desventuras ni por nuestros propios límites, errores y pecados, sino que es capaz de encontrar espacios para encender el corazón y discernir los caminos del Espíritu”.

A continuación, el texto completo de la homilía del Papa Francisco:

«El Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho» (Jn 14,26).

De esta forma tan sencilla, Jesús les ofrece a sus discípulos la garantía que acompañará toda la obra misionera que les será encomendada: el Espíritu Santo será el primero en custodiar y mantener siempre viva y actuante la memoria del Maestro en el corazón de los discípulos. Él es quien hace que la riqueza y hermosura del Evangelio sea fuente de constante alegría y novedad.

Al iniciar este momento de gracia para toda la Iglesia, en sintonía con la Palabra de Dios, pedimos con insistencia al Paráclito que nos ayude a hacer memoria y reavivar esas palabras del Señor que hacían arder nuestro corazón (cf. Lc 24,32). Ardor y pasión evangélica que engendra el ardor y la pasión por Jesús. Memoria que despierte y renueve en nosotros la capacidad de soñar y esperar.


Porque sabemos que nuestros jóvenes serán capaces de profecía y de visión en la medida que nosotros, ya mayores o ancianos, seamos capaces de soñar y así contagiar y compartir esos sueños y esperanzas que anidan en el corazón (cf. Jl 3,1).

Que el Espíritu nos dé la gracia de ser Padres sinodales ungidos con el don de los sueños y de la esperanza para que podamos, a su vez, ungir a nuestros jóvenes con el don de la profecía y la visión; que nos dé la gracia de ser memoria operante, viva, eficaz, que de generación en generación no se deja asfixiar ni aplastar por los profetas de calamidades y desventuras ni por nuestros propios límites, errores y pecados, sino que es capaz de encontrar espacios para encender el corazón y discernir los caminos del Espíritu.

Con esta actitud de dócil escucha de la voz del Espíritu, hemos venido de todas partes del mundo. Hoy, por primera vez, están también aquí con nosotros dos hermanos obispos de China Continental. Démosles nuestra afectuosa bienvenida: gracias a su presencia, la comunión de todo el Episcopado con el Sucesor de Pedro es aún más visible.

Ungidos en la esperanza comenzamos un nuevo encuentro eclesial capaz de ensanchar horizontes, dilatar el corazón y transformar aquellas estructuras que hoy nos paralizan, nos apartan y alejan de nuestros jóvenes, dejándolos a la intemperie y huérfanos de una comunidad de fe que los sostenga, de un horizonte de sentido y de vida (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 49).

La esperanza nos interpela, moviliza y rompe el conformismo del «siempre se hizo así» y nos pide levantarnos para mirar de frente el rostro de nuestros jóvenes y las situaciones en las que se encuentran. La misma esperanza nos pide trabajar para revertir las situaciones de precariedad, exclusión y violencia a las que están expuestos nuestros muchachos.

Nuestros jóvenes, fruto de muchas de las decisiones que se han tomado en el pasado, nos invitan a asumir junto a ellos el presente con mayor compromiso y luchar contra todas las formas que obstaculizan sus vidas para que se desarrollen con dignidad. Ellos nos piden y reclaman una entrega creativa, una dinámica inteligente, entusiasta y esperanzadora, y que no los dejemos solos en manos de tantos mercaderes de muerte que oprimen sus vidas y oscurecen su visión.

Esta capacidad de soñar juntos que el Señor hoy nos regala como Iglesia, reclama, como nos decía san Pablo en la primera lectura, desarrollar entre nosotros una actitud definida: «No os encerréis en vuestros intereses, sino buscad todos el interés de los demás» (Flp 2,4). E inclusive apunta más alto al pedir que con humildad consideremos estimar a los demás superiores a nosotros mismos (cf. v. 3).

Con este espíritu intentaremos ponernos a la escucha los unos de los otros para discernir juntos lo que el Señor le está pidiendo a su Iglesia. Y esto nos exige estar alertas y velar para que no domine la lógica de autopreservación y autorreferencialidad que termina convirtiendo en importante lo superfluo y haciendo superfluo lo importante.

El amor por el Evangelio y por el pueblo que nos fue confiado nos pide ampliar la mirada y no perder de vista la misión a la que nos convoca para apuntar a un bien mayor que nos beneficiará a todos. Sin esta actitud, vanos serán todos nuestros esfuerzos.


El don de la escucha sincera, orante y con el menor número de prejuicios y presupuestos nos permitirá entrar en comunión con las diferentes situaciones que vive el Pueblo de Dios. Escuchar a Dios, hasta escuchar con él el clamor del pueblo; escuchar al pueblo, hasta respirar en él la voluntad a la que Dios nos llama (cf. Discurso durante el encuentro para la familia, 4 octubre 2014). Esta actitud nos defiende de la tentación de caer en posturas «eticistas» o elitistas, así como de la fascinación por ideologías abstractas que nunca coinciden con la realidad de nuestros pueblos (cf. J. M. BERGOGLIO, Meditaciones para religiosos, 45-46).

Hermanos: Pongamos este tiempo bajo la materna protección de la Virgen María. Que ella, mujer de la escucha y la memoria, nos acompañe a reconocer las huellas del Espíritu para que, «sin demora» (cf. Lc 1,39), entre sueños y esperanzas, acompañemos y estimulemos a nuestros jóvenes para que no dejen de profetizar.

Padres sinodales: Muchos de nosotros éramos jóvenes o comenzábamos los primeros pasos en la vida religiosa al finalizar el Concilio Vaticano II. A los jóvenes de aquellos años les fue dirigido el último mensaje de los padres conciliares. Lo que escuchamos de jóvenes nos hará bien volverlo repasar en el corazón recordando las palabras del poeta: «Que el hombre mantenga lo que de niño prometió» (F. HÖLDERLIN).

Así nos hablaron los Padres conciliares: «La Iglesia, durante cuatro años, ha trabajado para rejuvenecer su rostro, para responder mejor a los designios de su fundador, el gran viviente, Cristo, eternamente joven. Al final de esa impresionante “reforma de vida” se vuelve a vosotros. Es para vosotros los jóvenes, sobre todo para vosotros, porque la Iglesia acaba de alumbrar en su Concilio una luz, luz que alumbrará el porvenir. La Iglesia está preocupada porque esa sociedad que vais a constituir respete la dignidad, la libertad, el derecho de las personas, y esas personas son las vuestras […]

En el nombre de este Dios y de su hijo, Jesús, os exhortamos a ensanchar vuestros corazones a las dimensiones del mundo, a escuchar la llamada de vuestros hermanos y a poner ardorosamente a su servicio vuestras energías. Luchad contra todo egoísmo. Negaos a dar libre curso a los instintos de violencia y de odio, que engendran las guerras y su cortejo de males. Sed generosos, puros, respetuosos, sinceros. Y edificad con entusiasmo un mundo mejor que el de vuestros mayores» (PABLO VI, Mensaje a los jóvenes, con ocasión de la clausura del Concilio Vaticano II, 8 diciembre 1965).

Padres sinodales: la Iglesia los mira con confianza y amor.

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Comienza en Roma el Sínodo de los Obispos con una Misa presidida por el Papa Francisco
Redacción ACI Prensa
Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa



Después de meses de preparativos, comenzó en Roma este miércoles 3 de octubre la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos centrada en los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional.

En una plaza de San Pedro llena de fieles, frente a la Basílica vaticana, y en un día especialmente luminoso, el Papa Francisco presidió la Misa de apertura del Sínodo, Misa de gran solemnidad que se desarrolló en gran parte en latín.

En su homilía, el Santo Padre animó a los Padres Sinodales en los trabajos que comenzarán esta misma tarde, y les aseguró que “la Iglesia los mira con confianza y amor”.

El Papa pidió a los Padres Sinodales “trabajar para revertir las situaciones de precariedad, exclusión y violencia a las que están expuestos nuestros muchachos”.

“Nuestros jóvenes, fruto de muchas de las decisiones que se han tomado en el pasado, nos invitan a asumir junto a ellos el presente con mayor compromiso y luchar contra todas las formas que obstaculizan sus vidas para que se desarrollen con dignidad”.


Aseguró que los jóvenes “nos piden y reclaman una entrega creativa, una dinámica inteligente, entusiasta y esperanzadora, y que no los dejemos solos en manos de tantos mercaderes de muerte que oprimen sus vidas y oscurecen su visión”.

Toda la homilía del Papa se articuló en torno a la importancia de que los Padres Sinodales se dejen guiar por el Espíritu Santo para el éxito del Sínodo.

El Papa invocó al Espíritu Santo para que “nos dé la gracia de ser Padres sinodales ungidos con el don de los sueños y de la esperanza para que podamos, a su vez, ungir a nuestros jóvenes con el don de la profecía y la visión”.

“Que nos dé la gracia de ser memoria operante, viva, eficaz, que de generación en generación no se deja asfixiar ni aplastar por los profetas de calamidades y desventuras ni por nuestros propios límites, errores y pecados, sino que es capaz de encontrar espacios para encender el corazón y discernir los caminos del Espíritu”.

Recordó que “nuestros jóvenes serán capaces de profecía y de visión en la medida que nosotros, ya mayores o ancianos, seamos capaces de soñar y así contagiar y compartir esos sueños y esperanzas que anidan en el corazón”.

Pidió también permanecer durante todo el Sínodo en “escucha los unos de los otros para discernir juntos lo que el Señor le está pidiendo a su Iglesia. Y esto nos exige estar alertas y velar para que no domine la lógica de autopreservación y auto-referencialidad que termina convirtiendo en importante lo superfluo y haciendo superfluo lo importante”.

El Pontífice insistió en la importancia de la escucha para el éxito de los trabajos sinodales, una escucha “sincera, orante y con el menor número de prejuicios y presupuestos” que permita “entrar en comunión con las diferentes situaciones que vive el Pueblo de Dios”.

“Escuchar a Dios, hasta escuchar con Él el clamor del pueblo; escuchar al pueblo, hasta respirar en Él la voluntad a la que Dios nos llama”, insistió.


El Papa finalizó repitiendo las palabras del Papa Pablo VI en el mensaje a los jóvenes del 8 de diciembre de 1965 con motivo de la clausura del Concilio Vaticano II, en el que exhortaba a “ensanchar” los corazones “a las dimensiones del mundo, “a escuchar la llamada de vuestros hermanos y a poner ardorosamente a su servicio vuestras energías”. “Luchad contra todo egoísmo. Negaos a dar libre curso a los instintos de violencia y de odio, que engendran las guerras y su cortejo de males”, concluyó.

Comienzo de los trabajos sinodales

Los trabajos sinodales comenzarán este mismo miércoles 3 de octubre por la tarde con el discurso apertura que pronunciará el Papa Francisco.

Se trata del tercer Sínodo convocado durante el presente Pontificado. El primero fue la III Asamblea General Extraordinaria y el segundo la XIV Asamblea General Ordinaria sobre el tema de la familia.

Los trabajos del Sínodo abierto hoy se desarrollarán en tres unidades de trabajo bajo los epígrafes de “Reconocer: la Iglesia en escucha de la realidad”, “Interpretar: fe y discernimiento vocacional”, “Elegir: caminos de conversión pastoral y misionera”.

lunes, 24 de septiembre de 2018

PAPA FRANCISCO Y ACTIVIDADES EN PAÍSES BÁLTICOS, SEPTIEMBRE 2018


El Papa Francisco llegó a Letonia, segunda escala de su viaje a los países bálticos
Redacción ACI Prensa
 Foto: Andrea Gagliarducci / ACI Stampa




El Papa Francisco se encuentra ya en Riga, capital de Letonia, en la segunda escala de su viaje apostólico por lo países bálticos que le ha llevado a recorrer Lituania en los dos últimos días y que le llevará también a Estonia para completar el recorrido.

Durante el vuelo que lo trasladó de Vilnius, Lituania, a Riga, el Santo Padre envió un telegrama a la Presidenta de la República de Lituania en la que expresa “su aprecio a Su Excelencia, al Gobierno y al amado pueblo de Lituania por su calurosa bienvenida y generosa hospitalidad”.


A su llegada al aeropuerto internacional de Riga, a las 8,20, hora local, de este lunes 24 de septiembre, le esperaba el Presidente de la República de Letonia, Raimonds Vejonis, y dos niños con trajes tradicionales del país que entregaron al Pontífice un ramo de flores.

También estaban presentes la embajadora de Letonia ante la Santa Sede, Veronika Erte, el Presidente de la Conferencia Episcopal de Letonia, Mons. Janis Bulis, y el Arzobispo de Riga, Mons. Zbignevs Tankevies.

Tras la ceremonia de bienvenida, un grupo de jóvenes ofreció un concierto de música tradicional al Santo Padre. Posteriormente, se trasladó al Palacio Presidencial para la visita de cortesía al Presidente.

Durante el encuentro, el Papa regaló al Presidente un mosaico que representa la Virgen María “Mater Ecclesiar”. El mosaico es una copia de la imagen que San Juan Pablo II pidió colocar en 1981, tras el atentado que sufrió, en el Palacio Apostólico del Vaticano, en una zona visible desde la Plaza de San Pedro.





Homilía del Papa Francisco en la Misa en el Santuario Mariano de Aglona, Letonia
Redacción ACI Prensa




El Papa Francisco pronunció la siguiente homilía en la Misa en el Santuario Internacional de la Madre de Dios de Aglona en Letonia, el segundo país que visita en su gira por los países bálticos:

Bien podríamos decir que aquello que relata San Lucas en el comienzo del libro de los Hechos de los Apóstoles se repite hoy aquí: íntimamente unidos, dedicados a la oración, y en compañía de María, nuestra Madre (cf. 1,14). Hoy hacemos nuestro el lema de esta visita: “¡Muéstrate, Madre!”, haz evidente en qué lugar sigues cantando el Magníficat, en qué sitios está tu Hijo crucificado, para encontrar a sus pies tu firme presencia.

El evangelio de Juan relata solo dos momentos en que la vida de Jesús se entrecruza con la de su Madre: las bodas de Caná (cf. Jn 2,1-12) y el que acabamos de leer, María al pie de la cruz (cf. Jn 19,25-27). Pareciera que al evangelista le interesa mostrarnos a la Madre de Jesús en esas situaciones de vida aparentemente opuestas: el gozo de unas bodas y el dolor por la muerte de un hijo. Que, al adentrarnos en el misterio de la Palabra, ella nos muestre cuál es la Buena Noticia que el Señor hoy quiere compartirnos.

Lo primero que señala el evangelista es que María está “firmemente de pie” junto a su Hijo. No es un modo liviano de estar, tampoco evasivo y menos aún pusilánime. Es con firmeza, “clavada” al pie de la cruz, expresando con la postura de su cuerpo que nada ni nadie podría moverla de ese lugar. María se muestra en primer lugar así: al lado de los que sufren, de aquellos de los que todo el mundo huye, incluso de los que son enjuiciados, condenados por todos, deportados. No se trata solo de que sean oprimidos o explotados, sino de estar directamente “fuera del sistema”, al margen de la sociedad (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 53). Con ellos está también la Madre, clavada junto a esa cruz de la incomprensión y del sufrimiento.

También María nos muestra un modo de estar al lado de estas realidades; no es ir de paseo ni hacer una breve visita, ni tampoco es “turismo solidario”. Se trata de que quienes padecen una realidad de dolor nos sientan a su lado y de su lado, de modo firme, estable; todos los descartados de la sociedad pueden hacer experiencia de esta Madre delicadamente cercana, porque en el que sufre siguen abiertas las llagas de su Hijo Jesús. Ella lo aprendió al pie de la cruz.


También nosotros estamos llamados a “tocar” el sufrimiento de los demás. Vayamos al encuentro de nuestro pueblo para consolarlo y acompañarlo; no tengamos miedo de experimentar la fuerza de la ternura y de implicarnos y complicarnos la vida por los otros (cf. ibíd., 270). Y, como María, permanezcamos firmes y de pie: con el corazón puesto en Dios y animados, levantando al que está caído, enalteciendo al humilde, ayudando a terminar con cualquier situación de opresión que los hace vivir como crucificados.

María es invitada por Jesús a recibir al discípulo amado como su hijo. El texto nos dice que estaban juntos, pero Jesús percibe que no lo suficiente, que no se han recibido mutuamente. Porque uno puede estar al lado de muchísimas personas, puede incluso compartir la misma vivienda, o el barrio, o el trabajo; puede compartir la fe, contemplar y gozar de los mismos misterios, pero no acogerse, no hacer el ejercicio de una aceptación amorosa del otro.

Cuántos matrimonios podrían relatar sus historias de estar cerca pero no juntos; cuántos jóvenes sienten con dolor esta distancia con los adultos, cuántos ancianos se sienten fríamente atendidos, pero no amorosamente cuidados y recibidos. Es cierto que, a veces, cuando nos hemos abierto a los demás nos ha hecho mucho daño.

También es verdad que, en nuestras realidades políticas, la historia de desencuentro de los pueblos todavía está dolorosamente fresca. María se muestra como mujer abierta al perdón, a dejar de lado rencores y desconfianzas; renuncia a hacer reclamos por lo que “hubiera podido ser” si los amigos de su Hijo, si los sacerdotes de su pueblo o si los gobernantes se hubieran comportado de otra manera, no se deja ganar por la frustración o la impotencia.

María le cree a Jesús y recibe al discípulo, porque las relaciones que nos sanan y liberan son las que nos abren al encuentro y a la fraternidad con los demás, porque descubren en el otro al mismo Dios (cf. ibíd., 92). Monseñor Sloskans, que descansa aquí, una vez apresado y enviado lejos, escribía a sus padres: «Os lo pido desde lo más hondo de mi corazón: no dejéis que la venganza o la exasperación se abran camino en vuestro corazón. Si lo permitiésemos no seríamos verdaderos cristianos, sino fanáticos».

En tiempos donde pareciera que vuelve a haber modos de pensar que nos invitan a desconfiar de los otros, que con estadísticas nos quieren demostrar que estaríamos mejor, seríamos más prósperos, habría más seguridad si estuviéramos solos, María y los discípulos de estas tierras nos invitan a acoger, a volver a apostar por el hermano, por la fraternidad universal.

Pero María se muestra también como la mujer que se deja recibir, que humildemente acepta pasar a ser parte de las cosas del discípulo. En aquella boda que se había quedado sin vino, con el peligro de terminar llena de ritos pero seca de amor y de alegría, fue ella la que les mandó que hicieran lo que él les dijera (cf. Jn 2,5).

Ahora, como discípula obediente, se deja recibir, se traslada, se acomoda al ritmo del más joven. Siempre cuesta la armonía cuando somos distintos, cuando los años, las historias y las circunstancias nos ponen en modos de sentir, pensar y hacer que a simple vista parecen opuestos.

Cuando con fe escuchamos el mandato de recibir y ser recibidos, es posible construir la unidad en la diversidad, porque no nos frenan ni dividen las diferencias, sino que somos capaces de mirar más allá, de ver a los otros en su dignidad más profunda, como hijos de un mismo Padre (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 228).

En esta, como en cada eucaristía, hacemos memoria de aquel día. Al pie de la cruz, María nos recuerda el gozo de haber sido reconocidos como sus hijos, y su Hijo Jesús nos invita a traerla a casa, a ponerla en medio de nuestra vida. Ella nos quiere regalar su valentía, para estar firmemente de pie; su humildad, que la hace adaptarse a las coordenadas de cada momento de la historia; y clama para que en este, su santuario, todos nos comprometamos a acogernos sin discriminarnos.

Que todos en Letonia, sepan que estamos dispuestos a privilegiar a los más pobres, levantar a los caídos y recibir a los demás así como vienen y se presentan ante nosotros.




Frente al secularismo, el Papa propone una unión en clave misionera entre cristianos
Redacción ACI Prensa




El Papa Francisco hizo un llamado a la unidad de los cristianos para hacer frente a la secularización que lleva al creyente a pasar de “cristiano residente a turista”.

En un encuentro ecuménico celebrado en la Catedral Evangélica Luterana de Riga, Letonia, este lunes 24 de septiembre durante el viaje apostólico que el Pontífice está realizando por los países bálticos, el Santo Padre señaló que el único camino posible para todo ecumenismo se encuentra “en la cruz del sufrimiento”.

Del sufrimiento “de tantos jóvenes, ancianos y niños expuestos muchas veces a la explotación, al sin sentido, a la falta de oportunidades y a la soledad”.


En este sentido, invitó a dejar de mirar al pasado: “La misión hoy nos sigue pidiendo y reclamando la unidad, es la misión la que nos exige dejar de mirar las heridas del pasado o toda actitud autorreferencial para centrarnos en la oración del Maestro”: “Que todos sean uno, para que el mundo crea”.

El Papa rechazó toda “actitud de encierro, de defensa e incluso de resignación” ante las dificultades: pérdida de influencia, secularismo individualismo…

“No podemos dejar de reconocer que ciertamente no son tiempos fáciles, especialmente para muchos hermanos nuestros que hoy viven en su carne el destierro e inclusive el martirio a causa de la fe”, reconoció. “Pero su testimonio nos lleva a descubrir que el Señor nos sigue llamando e invitando a vivir el evangelio con alegría, gratitud y radicalidad”.


Frente a esa actitud negativa y pesimista recordó: “El Señor nos dará la fuerza para hacer de cada tiempo, de cada momento, de cada situación una oportunidad de comunión y reconciliación con el Padre y con nuestros hermanos, especialmente con aquellos que hoy son considerados inferiores o material de descarte”.

“Si Cristo nos consideró dignos de hacer sonar la melodía del evangelio, ¿dejaremos de hacerlo?”, señaló.

El Papa finalizó su discurso recordando que “la unidad a la que el Señor nos llama es una unidad siempre en clave misionera, que nos pide salir y llegar al corazón de nuestros pueblos y culturas, a la sociedad posmoderna en la que vivimos”.




Discurso del Papa Francisco durante el encuentro ecuménico en Riga
Redacción ACI Prensa
 Foto: Vatican Media



El Papa Francisco presidió una oración ecuménica en la Catedral Evangélica Luterana de Riga, Letonia, este lunes 24 de septiembre durante la cual hizo un llamado a la unidad de los cristianos para hacer frente a los retos que plantea el secularismo.

En su discurso, el Santo Padre habló de una unidad en clave misionera y recordó que el único camino posible para todo ecumenismo se encuentra “en la cruz del sufrimiento”.

“La unidad a la que el Señor nos llama es una unidad siempre en clave misionera, que nos pide salir y llegar al corazón de nuestros pueblos y culturas, a la sociedad posmoderna en la que vivimos”.

A continuación, el texto completo del discurso del Papa Francisco:

Me alegra poder encontrarme con vosotros, en esta tierra que se caracteriza por realizar un camino de reconocimiento, colaboración y amistad entre las diversas iglesias cristianas, que han logrado generar unidad manteniendo la riqueza y la singularidad que les es propia.

Me animaría a decir que es “un ecumenismo vivo”, siendo una de las características particulares de Letonia. Sin ninguna duda, una razón para la esperanza y la acción de gracias.

Gracias al señor arzobispo Jānis Vanags por abrirnos las puertas de esta casa para realizar este encuentro de oración. Casa catedral que por más de 800 años alberga la vida cristiana de esta ciudad; testimonio fiel de tantos hermanos nuestros que se han acercado para adorar, rezar, sostener la esperanza en tiempos de sufrimiento y tomar coraje para enfrentar tiempos de mucha injusticia y sufrimiento.


Hoy nos hospeda para que el Espíritu Santo siga tejiendo artesanalmente lazos de comunión entre nosotros y, así, volvernos también nosotros artesanos de unidad en nuestros pueblos, haciendo que nuestras diferencias no se conviertan en división. Dejemos que el Espíritu Santo nos revista con las armas del diálogo, del entendimiento, de la búsqueda del reconocimiento mutuo y de la fraternidad (cf. Ef 6,13-18).

En esta catedral se encuentra uno de los órganos más antiguos de Europa, y que fue el más grande del mundo en el tiempo de su inauguración. Podemos imaginar cómo acompañó la vida, la creatividad, la imaginación y la piedad de todos aquellos que se dejaban acariciar por su melodía.

Ha sido instrumento de Dios y de los hombres para elevar la mirada y el corazón. Hoy es un emblema de esta ciudad y de esta catedral. Para el “residente” en este lugar significa más que un órgano monumental, es parte de su vida, de su tradición, de su identidad.

En cambio, para un turista, es lógicamente una pieza más de arte a conocer y fotografiar. Y ese es uno de los peligros que siempre se corre: pasar de residentes a turistas. Hacer de aquello que nos identifica una pieza del pasado, una atracción turística y de museo que recuerda las gestas de antaño, de alto valor histórico, pero que ha dejado de movilizar el corazón de aquellos que lo escuchan.

Con la fe nos puede pasar exactamente lo mismo. Podemos dejar de sentirnos cristianos residentes para volvernos turistas. Es más, podríamos afirmar que toda nuestra tradición cristiana puede correr la misma suerte: quedar reducida a una pieza del pasado que, encerrada en las paredes de nuestros templos, deja de entonar una melodía capaz de movilizar e inspirar la vida y el corazón de aquellos que la escuchan.

Sin embargo, como afirma el evangelio que hemos escuchado, nuestra fe no es para ocultarla sino para darla a conocer y hacerla resonar en diferentes ámbitos de la sociedad, para que todos puedan contemplar su belleza y ser iluminados con su luz (cf. Lc 11,33).

Si la música del evangelio deja de ejecutarse en nuestra vida y se convierte en una bella partitura del pasado, dejará de romper las monotonías asfixiantes que impiden movilizar la esperanza, volviendo así estériles todos nuestros esfuerzos.

Si la música del evangelio deja de vibrar en nuestras entrañas, habremos perdido la alegría que brota de la compasión, la ternura que nace de la confianza, la capacidad de reconciliación que encuentra su fuente en sabernos siempre perdonados-enviados.

Si la música del evangelio deja de sonar en nuestras casas, en nuestras plazas, en los trabajos, en la política y en la economía, habremos apagado la melodía que nos desafiaba a luchar por la dignidad de todo hombre y mujer, sea cual sea su proveniencia, encerrándonos en “lo mío”, olvidándonos de “lo nuestro”: la casa común que nos atañe a todos.

Si la música del evangelio deja de sonar, habremos perdido los sonidos que conducirán nuestras vidas al cielo, encerrándonos en uno de los peores males de hoy en día: la soledad y el aislamiento. Esa enfermedad que nace en quien no tiene vínculos, y que puede verse en los ancianos abandonados a su destino, como también en los jóvenes sin puntos de referencia y de oportunidades para el futuro (cf. Discurso al Parlamento Europeo, 25 noviembre 2014).

Padre, «que todos sean uno, […] para que el mundo crea» (Jn 17,21). Estas palabras siguen resonando con fuerza en medio nuestro, gracias a Dios. Es Jesús que antes de su entrega reza al Padre. Es Jesucristo que, mirando de frente su cruz y la cruz de tantos hermanos nuestros, no deja de implorar al Padre. Es el susurro de esta oración la que nos marca el sendero y nos indica el camino a seguir.

Sumergidos en su oración, como creyentes en él y en su Iglesia, deseando la comunión de gracia que el Padre tiene desde toda la eternidad (cf. Juan Pablo II, Enc. Ut unum sint, 9), encontramos el único camino posible para todo ecumenismo: en la cruz del sufrimiento de tantos jóvenes, ancianos y niños expuestos muchas veces a la explotación, al sin sentido, a la falta de oportunidades y a la soledad. Mirando Jesús a su Padre y a nosotros sus hermanos no deja de implorar: que todos sean uno.


La misión hoy nos sigue pidiendo y reclamando la unidad, es la misión la que nos exige dejar de mirar las heridas del pasado o toda actitud autorreferencial para centrarnos en la oración del Maestro. Es la misión la que reclama que la música del evangelio no deje de sonar en nuestras plazas.

Algunos pueden llegar a decir: son tiempos difíciles y complejos los que nos tocan vivir. Otros pueden llegar a pensar que, en nuestras sociedades, los cristianos tienen cada vez menos márgenes de acción o de influencia debido a un sinfín de componentes como puede ser el secularismo o las lógicas individualistas.

Esto nos puede conducir a una actitud de encierro, de defensa, e incluso de resignación. No podemos dejar de reconocer que ciertamente no son tiempos fáciles, especialmente para muchos hermanos nuestros que hoy viven en su carne el destierro e inclusive el martirio a causa de la fe.

Pero su testimonio nos lleva a descubrir que el Señor nos sigue llamando e invitando a vivir el evangelio con alegría, gratitud y radicalidad. Si Cristo nos consideró dignos de vivir en estos tiempos, en esta hora —la única que tenemos—, no podemos dejarnos vencer por el miedo ni dejarla pasar sin asumirla con la alegría de la fidelidad.

El Señor nos dará la fuerza para hacer de cada tiempo, de cada momento, de cada situación una oportunidad de comunión y reconciliación con el Padre y con nuestros hermanos, especialmente con aquellos que hoy son considerados inferiores o material de descarte. Si Cristo nos consideró dignos de hacer sonar la melodía del evangelio, ¿dejaremos de hacerlo

La unidad a la que el Señor nos llama es una unidad siempre en clave misionera, que nos pide salir y llegar al corazón de nuestros pueblos y culturas, a la sociedad posmoderna en la que vivimos, «allí donde se gestan los nuevos relatos y paradigmas [para] alcanzar con la Palabra de Jesús los núcleos más profundos del alma de las ciudades» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 74).

Lograremos realizar esta misión ecuménica si nos dejamos empapar por el Espíritu de Jesucristo que es capaz de «romper los esquemas aburridos en los cuales pretendemos encerrarlo y nos sorprende siempre con su constante creatividad divina. Cada vez que intentamos volver a la fuente y recuperar la frescura original del evangelio brotan nuevos caminos, métodos creativos, otras formas de expresión, signos más elocuentes, palabras cargadas de renovado significado para el mundo actual» (ibíd., 11).

Queridos hermanos: Que siga sonando entre nosotros la música del evangelio, que no deje de sonar lo que permite que nuestro corazón siga soñando y mirando la vida plena a la que el Señor nos llama a todos: a ser sus discípulos misioneros en medio del mundo que nos toca vivir.





Ni nazis ni soviéticos han conseguido apagar la fe cristiana en Letonia, destaca el Papa
Redacción ACI Prensa




El Papa Francisco mantuvo un encuentro con la comunidad católica en la Catedral de Santiago de Riga, Letonia, y destacó la resistencia de la fe cristiana de los letones frente a los intentos de los regímenes nazi y soviético por apagarla.

Ante los fieles católicos presentes en la catedral, entre los que había algunos antiguos combatientes de la II Guerra Mundial y supervivientes al nazismo y al comunismo, el Santo Padre recordó las duras pruebas a las que fue sometido el pueblo letón.

“Vosotros aquí presentes habéis sido sometidos a toda clase de pruebas: el horror de la guerra, y después la represión política, la persecución y el exilio, como bien ha descrito vuestro arzobispo”.


Sin embargo, “habéis sido constantes, habéis perseverado en la fe. Ni el régimen nazi, ni el soviético apagó la fe en vuestros corazones y, en algunos de vosotros, incluso, no os hizo desistir de entregaros a la vida sacerdotal o religiosa, a ser catequistas, y a múltiples servicios eclesiales que ponían en riesgo la vida; habéis combatido el buen combate, estáis por concluir la carrera, y habéis conservado la fe”.

El Papa se dirigió a los ancianos y reconoció que “muchas veces os veis relegados”. “Aunque suene paradójico, hoy, en nombre de la libertad, los hombres libres someten a los ancianos a la soledad, al ostracismo, a la falta de recursos, a la exclusión, y hasta a la miseria”.

En su discurso, reflexionó sobre los dos significados que el apóstol Santiago atribuía a la palabra “paciencia”: “soportar pacientemente y esperar pacientemente”.


“Os animo a que seáis también vosotros, en medio de vuestras familias y de vuestra patria, ejemplo de estas actitudes: soportar y esperar, las dos llenas de paciencia”, invitó.

De esa manera “continuaréis a construir vuestro pueblo. Vosotros, que habéis transitado muchos tiempos, sed testimonio vivo de tesón en la adversidad, pero también del don de profecía, que recuerda a las jóvenes generaciones que el cuidado y protección de los que nos antecedieron es querido y valorado por Dios, y que clama a Dios cuando es desoído”.

“Vosotros, que habéis transitado muchas épocas, no os olvidéis de que sois raíces de un pueblo, raíces de retoños jóvenes que deben florecer y dar frutos; defended esas raíces, mantenedlas vivas”, finalizó.