domingo, 12 de septiembre de 2021

PAPA FRANCISCO LLEGA A BUDAPEST E INICIA EL VIAJE INTERNACIONAL NÚMERO 34 DE SU PONTIFICADO



 Papa Francisco llega a Budapest e inicia el viaje internacional número 34 de su pontificado

Redacción ACI Prensa



Siendo las 7:58 a.m. del domingo 12 de septiembre, el Papa Francisco aterrizó en Budapest (Hungría) donde clausurará el 52 Congreso Eucarístico Internacional.

El Santo Padre inicia este domingo el viaje internacional número 34 de su pontificado, que incluye también a Eslovaquia, a donde partirá en horas de la tarde y se quedará hasta el miércoles 15.

El programa en la capital húngara, Budapest, incluye también una reunión privada con el primer ministro Viktor Orbán y con el presidente János Áder; y encuentros con los obispos católicos, con líderes de otras denominaciones cristianas y con comunidades judías.

La Misa de clausura del Congreso Eucarístico Internacional, cuyo lema es “Todas mis fuentes están en ti”, será celebrada en la Plaza de los Héroes a las 11:30 am (hora local).

Aproximadamente a las 2:30 p.m. Francisco partirá hacia la vecina Eslovaquia, donde permanecerá hasta el miércoles 15 de septiembre. El lema de esta visita es “Con María y José en el camino hacia Jesús”.

En este país el Santo Padre se reunirá con autoridades locales, con los obispos católicos y clero, con la comunidad judía, con los gitanos y jóvenes. Además tendrá un encuentro ecuménico, presidirá una divina liturgia y celebrará una Misa.

Francisco será el segundo pontífice en realizar un viaje apostólico a estos países. San Juan Pablo II visitó Hungría en 1991 y 1996, y Eslovaquia en 1990, 1995 y 2003.

Asimismo, será la última vez que un Papa viaje en Alitalia, pues la compañía aérea italiana dejará de funcionar desde el 15 de octubre luego de 74 años.

lunes, 6 de septiembre de 2021

¿CÓMO SE REZA LA LECTIO DIVINA? EL PAPA FRANCISCO TE LO ENSEÑA, PASO POR PASO

 



¿Cómo se reza la Lectio Divina? El Papa Francisco te lo enseña, paso por paso

Escrito por: Silvana Ramos


«Lectio Divina» significa, lectura divina en Latín. Es una antigua práctica que nos enseña a leer, meditar y vivir la Palabra de Dios. La historia nos cuenta que fue el Beato Guijo, el Cartujo, quién escribió las “etapas más importantes” de esta forma de meditar la palabra. No es una oración que tenga unas reglas fijas, pero sí algunas etapas importantes que nos irán guiando hacia un encuentro con el mensaje personal de Dios hacia nosotros a través de la Sagrada Escritura.


Estas etapas son cuatro: La Lectio, o lectura, de la palabra de Dios; la meditación de aquello que hemos leído; la oración (que es ese momento en que entramos en diálogo con Dios), y finalmente, la contemplación, etapa en la que nos abandonamos a los pensamientos santos. Es la etapa en la que dejamos atrás nuestros propios pensamientos y nos disponemos a escuchar la voz de Dios que habla dentro de nosotros.

La Lectio Divina puede hacerse individualmente o en grupo. Es a causa de eso último que la estructura se hace necesaria. Aquí te dejamos una forma de llevar a cabo esta meditación. Ésta, seguro, te ayudará en el crecimiento de tu relación con Dios.

«La lectura busca la dulzura de la vida bienaventurada, la meditación la encuentra, la oración la pide, la contemplación la saborea. La lectura es como un manjar sólido que uno se lleva a la boca, la meditación lo mastica y tritura, la oración le coge gusto, la contemplación es la misma dulzura que alegra y restablece. La lectura toca la corteza, la meditación penetra en la médula, la oración consiste en la expresión del deseo, y la contemplación radica en la delectación de la dulzura obtenida» (Beato Guigo el cartujo – Fragmento Sobre la vida contemplativa).



1. Preparación previa. Búsqueda de la lectura

Antes de empezar la Lectio es importante hacer un pequeño trabajo previo. Se trata de buscar el Evangelio del día correspondiente o otro que quieras meditar ese día o varios días, así como también citas y comentarios que te ayuden a profundizar en su comprensión y a preparar algunas preguntas para la reflexión personal. Lee varios comentarios con atención y busca sacar los puntos más importantes que te llamaron la atención. Luego de esto puedes disponerte a la oración en sí.



2. Señal de la Cruz

Comenzamos buscando un lugar y una posición adecuados para la oración. Lo siguiente (que puede resultar obvio, pero que es importante recordar) es que un católico empieza siempre sus oraciones con la Señal de la Cruz.




3. Oración Inicial

Existen muchas oraciones con las que podemos dar apertura a la Lectio Divina. Una sugerencia es invocar al Espíritu Santo para que nos ilumine y permita escuchar el mensaje que Dios nos quiere dar a través de su Palabra. Aquí te dejamos un ejemplo, pero en realidad la oración inicial la puedes construir con tus propias palabras.

«Señor mío, puesto en tu presencia quiero disponer mi corazón para este momento de oración. Envía tu Espíritu Santo para me ilumine y abra mi mente y corazón a todo lo que Tú me quieras decir hoy. Gracias, Señor, por alimentarme con tu Palabra».




4. Lectura bíblica

Es en este punto que se lee la lectura bíblica del Evangelio que previamente seleccionaste. Puede ser el Evangelio del día o el que tú has elegido para meditar. Es bonito hacer la lectura directamente de la Biblia y hacerlo pausadamente para comprender lo que está escrito.



5. Lectura breve

Es en este punto en el que volvemos a dar lectura al comentario o reflexión sobre el Evangelio que hayamos encontrado y seleccionado en la preparación previa. Esta lectura breve tiene como objetivo ayudarte a profundizar su sentido y predisponerte a escuchar la voz de Dios.



6. Breve meditación personal

En este punto se hace silencio interior y propiamente empieza la meditación. La idea es que puedas profundizar en lo que este Evangelio tiene que ver con tu vida y acogerlo en el corazón. Aquí te dejamos algunas preguntas que pueden ayudarte en este paso:


1. ¿Qué me dice el Evangelio que he leído?

2. ¿Cómo ilumina mi vida?

3. ¿Qué rasgos de Jesús encuentro en él?

4. ¿Qué mensaje particular Dios me quiere hacer llegar?



7. Acción de gracias y peticiones personales

Para ir finalizando, y luego de haber meditado en la lectura bíblica, damos gracias a Dios por el momento vivido y le pedimos por nuestras intenciones. Es un momento libre, en el que elevas una oración a Dios desde la experiencia de encuentro que acabas de tener con Él, lo contemplas y permites que tu corazón entre en sintonía con su Palabra.



8. Oración final y consagración a María

Hemos llegado al final de nuestra Lectio. Como lo indicamos al principio del post, esta estructura no es rígida. Podemos terminar la Lectio con la oración de acción de gracias. Pero una forma muy linda de cerrarla, es consagrándonos a María y pidiendo su intercesión. Te sugerimos rezar un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria.



9. Señal de la Cruz

Habiendo terminado nuestra meditación, y luego de consagrarnos a María, terminamos de la misma manera en como empezamos, con la señal de la Cruz.

Para finalizar con este recurso te dejamos algunas páginas en las que puedes encontrar la lectura del Evangelio del día así como comentarios y recursos que te ayudarán en tu próxima Lectio Divina. ¡Esperamos te sean de mucha ayuda!: Mi vida en Cristo, Camino hacia Dios, Ciudad redonda, Deiverbum, Evangelio del día, Dominicos. 

IMÁGENES DEL PAPA FRANCISCO
















 

EL PAPA FRANCISCO SOLICITA ORACIONES POR SU PRÓXIMO VIAJE A BUDAPEST Y ESLOVAQUIA



 El Papa solicita oraciones por su próximo viaje a Budapest y Eslovaquia

POR MERCEDES DE LA TORRE | ACI Prensa

 Foto: Colm Flynn / ACI Prensa



El Papa Francisco solicitó oraciones por su próximo viaje internacional que se llevará a cabo del 12 al 15 de septiembre para clausurar el Congreso Eucarístico Internacional en Budapest (Hungría) y para visitar durante tres días al país vecino Eslovaquia.

“El próximo domingo iré a Budapest para la conclusión del Congreso Eucarístico Internacional. Después de la Misa, mi peregrinación continuará durante unos días en Eslovaquia, y concluirá el miércoles siguiente con la gran fiesta popular de Nuestra Señora de los Dolores, Patrona de ese país”, dijo el Papa después del rezo del Ángelus este 5 de septiembre a numerosos fieles reunidos en la plaza de San Pedro.

Por ello, el Pontífice saludó con afecto a los que han preparado este viaje y les dio las gracias, así como también “a los que me esperan y a los que yo mismo deseo encontrar de todo corazón”.

“Serán días marcados por la Adoración y la oración en el corazón de Europa”, indicó el Papa.

En esta línea, el Santo Padre pidió a todos “que me acompañen en la oración, y confío mis visitas a la intercesión de tantos heroicos confesores de la fe, que en aquellos lugares dieron testimonio del Evangelio en medio de la hostilidad y la persecución”.

Finalmente, el Papa rezó para que los testigos de la fe en esta tierra “ayuden a Europa a dar testimonio también hoy, no tanto con palabras, sino sobre todo con hechos, con obras de misericordia y de hospitalidad, de la buena noticia del Señor que nos ama y nos salva”.

martes, 17 de agosto de 2021

IMÁGENES DE PENSAMIENTOS DEL PAPA FRANCISCO



















 

PAPA FRANCISCO NO CELEBRARÁ MISA PÚBLICA DURANTE SU VISITA A ESCOCIA



 Papa Francisco no celebrará Misa pública durante su visita a Escocia

POR BLANCA RUIZ | ACI Prensa

Vatican Media / CNA



El Papa Francisco no celebrará una Misa en público durante su corta visita en Glasgow el próximo noviembre, según informó la Conferencia Episcopal Escocesa.

“Puedo confirmar que los obispos escoceses no estamos planeando una celebración de la Misa con el Papa Francisco en noviembre”; aseguró Peter Kearney, portavoz de los obispos de Escocia a CNA, agencia en inglés del Grupo ACI, el 17 de agosto.

“El Papa visitará como invitado del Gobierno del Reino Unido, que será el responsable de organizar los detalles de la visita. Entendemos que estará tan solo algunas horas en Escocia para participar en la reunión COP26, y por lo tanto tendrá muy poco tiempo para encontrarse con los obispos escoceses”, señaló.

Se espera que el Papa participe en la Cumbre de Líderes Mundiales que se realizará en los primeros días de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que tendrá lugar en Glasgow del 1 al 12 de noviembre.

Se espera que en este corto viaje del Papa Francisco a Escocia, que incluso podría darse en un día, incluya encuentros con los líderes mundiales y con los obispos católicos.

La Conferencia de Obispos de Escocia hizo estas aclaraciones después de que los medios de comunicación en el Reino Unido afirmaron durante el pasado fin de semana que el Papa presidiría una Misa al aire libre en Glasgow, tal y como ya hicieron sus predecesores Benedicto XVI en el año 2010 y San Juan Pablo II en 1982.

El Vaticano no anunció oficialmente este viaje, pero sí mencionó sus planes para participar en un evento que reúne a científicos y líderes de las religiones del mundo antes de la COP26.

“Fe y Ciencia: hacia la COP26”, tendrá lugar el 4 de octubre en el Vaticano. Este evento está siendo organizado por las embajadas de Reino Unido y de Italia ante la Santa Sede.

Después de que el Papa Francisco se sometió a una cirugía de colon el 4 de julio, la Conferencia de Obispos de Escocia emitió un comunicado en el que aseguraban que los obispos estaban “encantados de saber que se esperaba que asistiera y que se reuniría con ellos en Glasgow”.

La COP26 estaba programada inicialmente para noviembre de 2020, pero se pospuso por la pandemia de COVID-19.

Según informó la BBC, se espera que participen en esta conferencia sobre el Cambio Climático unos 120 jefes de Estado.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, el príncipe Carlos de Inglaterra, así como Greta Thunberg y el enviado de Estados Unidos para el cambio climático, John Kerry, se encuentran entre los asistentes confirmados.

“Los obispos católicos de Escocia han acogido con satisfacción la perspectiva de una reunión con el Papa Francisco cuando asista a la Conferencia COP26 en Glasgow en noviembre”, aseguró el portavoz de los obispos escoceses.

“Aunque durante los días que el Papa estará con nosotros serían deseables encuentros pastorales, ecuménicos e interreligiosos, el tiempo apremia y tristemente un programa tan completo no será posible”, señaló el portavoz.


Traducido y adaptado por Blanca Ruiz. Publicado originalmente por CNA. 

domingo, 25 de julio de 2021

HOMILÍA DEL PAPA FRANCISCO EN PRIMERA JORNADA MUNDIAL DE LOS ABUELOS Y PERSONAS MAYORES


 

Homilía del Papa Francisco en primera Jornada Mundial de los abuelos y personas mayores

Redacción ACI Prensa

 Foto: Captura Vatican Media




Más de 2.000 personas participaron este domingo 25 de julio a una Misa en la Basílica de San Pedro del Vaticano con ocasión de la primera Jornada Mundial de los abuelos y de las personas mayores que se celebrará cada año el cuarto domingo de julio, en la cercanía a la fiesta de los santos Joaquín y Ana, los abuelos de Jesús.

El tema de esta primera Jornada Mundial de los abuelos y de las personas mayores fue “Yo estoy contigo todos los días” y para la ocasión el Papa Francisco escribió un mensaje y el Dicasterio para los Laicos, Familia y Vida preparó una oración. 

En representación del Santo Padre, la Misa fue presidida por el presidente del Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización, Mons. Rino Fisichella, quien leyó la homilía preparada por el Papa Francisco.


A continuación, el texto completo de la homilía del Papa Francisco y pronunciada por Mons. Fisichella:

Mientras estaba sentado enseñando, «al levantar la vista, Jesús vio que una gran multitud acudía a él, y le preguntó a Felipe: “¿Dónde compraremos pan para que coma esta gente?”» (Jn 6,5). Jesús no se limita a enseñar, sino que se deja interrogar por el hambre que anida en la vida de la gente. Y, de ese modo, da de comer a la multitud distribuyendo los cinco panes de cebada y los dos pescados que un muchacho le ofreció. Al final, como sobraron bastantes pedazos de pan, les dijo a los suyos que los recogieran, «para que no se pierda nada» (v. 12).

En esta Jornada, dedicada a los abuelos y a los mayores, quisiera detenerme precisamente en estos tres momentos: Jesús que ve el hambre de la multitud; Jesús que comparte el pan; Jesús que ordena recoger los pedazos sobrantes. Tres momentos que se pueden resumir en tres verbos: ver, compartir, custodiar.

Ver. El Evangelista Juan, al principio de la narración, señala este particular: Jesús levanta los ojos y ve a la multitud hambrienta después de haber caminado mucho para encontrarlo. Así inicia el milagro, con la mirada de Jesús, que no es indiferente ni está atareado, sino que advierte los espasmos del hambre que atormentan a la humanidad cansada. Él se preocupa por nosotros, nos cuida, quiere saciar nuestra hambre de vida, de amor y de felicidad. En los ojos de Jesús descubrimos la mirada de Dios: una mirada que es atenta, que escudriña los anhelos que llevamos en el corazón, que ve la fatiga, el cansancio y la esperanza con las que vamos adelante. Una mirada que sabe captar la necesidad de cada uno. A los ojos de Dios no existe la multitud anónima, sino cada persona con su hambre. Jesús tiene una mirada contemplativa, es decir, capaz de detenerse ante la vida del otro y descifrarla.

Esta es también la mirada con la que los abuelos y los mayores han visto nuestra vida. Es el modo en el que ellos, desde nuestra infancia, se han hecho cargo de nosotros. Habiendo tenido una vida a menudo muy sacrificada, no nos han tratado con indiferencia ni se han desentendido de nosotros, sino que han tenido ojos atentos, llenos de ternura. Cuando estábamos creciendo y nos sentíamos incomprendidos o asustados por los desafíos de la vida, se fijaron en nosotros, en lo que estaba cambiando en nuestro corazón, en nuestras lágrimas escondidas y en los sueños que llevábamos dentro. Todos hemos pasado por las rodillas de los abuelos, que nos han llevado en brazos. Y es gracias también a este amor que nos hemos convertido en adultos.

Y nosotros, ¿qué mirada tenemos hacia los abuelos y los mayores? ¿Cuándo fue la última vez que hicimos compañía o llamamos por teléfono a un anciano para manifestarle nuestra cercanía y dejarnos bendecir por sus palabras? Sufro cuando veo una sociedad que corre, atareada e indiferente, afanada en tantas cosas e incapaz de detenerse para dirigir una mirada, un saludo, una caricia. Tengo miedo de una sociedad en la que todos somos una multitud anónima e incapaces de levantar la mirada y reconocernos. Los abuelos, que han alimentado nuestra vida, hoy tienen hambre de nosotros, de nuestra atención, de nuestra ternura, de sentirnos cerca. Alcemos la mirada hacia ellos, como Jesús hace con nosotros.


Compartir. Después de haber visto el hambre de aquellas personas, Jesús desea saciarlas. Y lo hace gracias al don de un muchacho joven, que ofrece sus cinco panes y los dos peces. Es muy hermoso que un muchacho, un joven, que comparte lo que tiene, esté en el centro de este prodigio del que se benefició tanta gente adulta —unas cinco mil personas—.

Hoy tenemos necesidad de una nueva alianza entre los jóvenes y los mayores, de compartir el común tesoro de la vida, de soñar juntos, de superar los conflictos entre generaciones para preparar el futuro de todos. Sin esta alianza de vida, de sueños y de futuro, nos arriesgamos a morir de hambre, porque aumentan los vínculos rotos, las soledades, los egoísmos, las fuerzas disgregadoras. Frecuentemente, en nuestras sociedades hemos entregado la vida a la idea de que “cada uno se ocupe de sí mismo”. Pero eso mata.

El Evangelio nos exhorta a compartir lo que somos y lo que tenemos, ese es el único modo en que podemos ser saciados. He recordado muchas veces lo que dice a este propósito el profeta Joel (cf. Jl 3,1): Jóvenes y ancianos juntos. Los jóvenes, profetas del futuro que no olvidan la historia de la que provienen; los ancianos, soñadores nunca cansados que trasmiten la experiencia a los jóvenes, sin entorpecerles el camino. Jóvenes y ancianos, el tesoro de la tradición y la frescura del Espíritu. Jóvenes y ancianos juntos. En la sociedad y en la Iglesia: juntos.


Custodiar. Después de que todos comieron, el Evangelio refiere que sobraron muchos pedazos de pan. Ante esto, Jesús da una indicación: «Recojan los pedazos que han sobrado, para que no se pierda nada» (Jn 6,12). Es así el corazón de Dios, no sólo nos da mucho más de lo que necesitamos, sino que se preocupa también de que nada se desperdicie, ni siquiera un fragmento. Un pedacito de pan podría parecer poca cosa, pero a los ojos de Dios nada se debe descartar. Es una invitación profética que hoy estamos llamado a hacer resonar en nosotros mismos y en el mundo: recoger, conservar con cuidado, custodiar.

Los abuelos y los mayores no son sobras de la vida, desechos que se deben tirar. Ellos son esos valiosos pedazos de pan que han quedado sobre la mesa de nuestra vida, que pueden todavía nutrirnos con una fragancia que hemos perdido, “la fragancia de la memoria”. No perdamos la memoria de la que son portadores los mayores, porque somos hijos de esa historia, y sin raíces nos marchitaremos. Ellos nos han custodiado a lo largo de las etapas de nuestro crecimiento, ahora nos toca a nosotros custodiar su vida, aligerar sus dificultades, estar atentos a sus necesidades, crear las condiciones para que se les faciliten sus tareas diarias y no se sientan solos.

Preguntémonos: “¿He visitado a los abuelos? ¿a los mayores de la familia o de mi barrio? ¿Los he escuchado? ¿Les he dedicado un poco de tiempo?”. Custodiémoslos, para que no se pierda nada. Nada de su vida ni de sus sueños. Depende de nosotros, hoy, que no nos arrepintamos mañana de no haberles dedicado suficiente atención a quienes nos amaron y nos dieron la vida.

Hermanos y hermanas, los abuelos y los mayores son el pan que alimenta nuestras vidas. Estemos agradecidos por sus ojos atentos, que se fijaron en nosotros, por sus rodillas, que nos acunaron, por sus manos, que nos acompañaron y alzaron, por haber jugado con nosotros y por las caricias con las que nos consolaron. Por favor, no nos olvidemos de ellos. Aliémonos con ellos. Aprendamos a detenernos, a reconocerlos, a escucharlos. No los descartemos nunca. Custodiémoslos con amor. Y aprendamos a compartir el tiempo con ellos. Saldremos mejores. Y, juntos, jóvenes y ancianos, nos saciaremos en la mesa del compartir, bendecida por Dios.


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Así se vivió en Vaticano la primera Jornada Mundial de los abuelos y las personas mayores

POR MERCEDES DE LA TORRE | ACI Prensa



El Papa Francisco invitó en la Jornada Mundial de los abuelos y las personas mayores de este 25 de julio a aprender a compartir el tiempo con los ancianos, a cuidarlos con amor, a estar agradecidos por todo lo que hicieron por nosotros.

“Hermanos y hermanas, los abuelos y los mayores son el pan que alimenta nuestras vidas. Estemos agradecidos por sus ojos atentos, que se fijaron en nosotros, por sus rodillas, que nos acunaron, por sus manos, que nos acompañaron y alzaron, por haber jugado con nosotros y por las caricias con las que nos consolaron”, dijo el Papa en la homilía preparada para la Misa que se celebró en la Basílica de San Pedro del Vaticano y a la que acudieron más de 2.000 fieles.

La Eucaristía fue concelebrada por el presidente del Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización, Mons. Rino Fisichella, el prefecto del Dicasterio para los Laicos, Familia y Vida, Cardenal Kevin Farrell y el vicario del Papa para la Diócesis de Roma, Cardenal Angelo De Donatis.

En la homilía preparada por el Papa Francisco y pronunciada, en su representación por Mons. Fisichella, el Santo Padre comentó el pasaje del Evangelio de San Juan que relata el episodio de la multiplicación de los panes.

En esta línea, el Pontífice escribió que “los abuelos y los mayores no son sobras de la vida, desechos que se deben tirar” sino que “son esos valiosos pedazos de pan que han quedado sobre la mesa de nuestra vida, que pueden todavía nutrirnos con una fragancia que hemos perdido, la fragancia de la memoria”.

“No perdamos la memoria de la que son portadores los mayores, porque somos hijos de esa historia, y sin raíces nos marchitaremos. Ellos nos han custodiado a lo largo de las etapas de nuestro crecimiento, ahora nos toca a nosotros custodiar su vida, aligerar sus dificultades, estar atentos a sus necesidades, crear las condiciones para que se les faciliten sus tareas diarias y no se sientan solos”, invitó el Papa.

Por ello, el Santo Padre invitó a preguntarse: “¿He visitado a los abuelos? ¿A los mayores de la familia o de mi barrio? ¿Los he escuchado? ¿Les he dedicado un poco de tiempo?” y añadió “custodiémoslos, para que no se pierda nada. Nada de su vida ni de sus sueños. Depende de nosotros, hoy, que no nos arrepintamos mañana de no haberles dedicado suficiente atención a quienes nos amaron y nos dieron la vida”.

“Por favor, no nos olvidemos de ellos. Alíémonos con ellos. Aprendamos a detenernos, a reconocerlos, a escucharlos. No los descartemos nunca. Custodiémoslos con amor. Y aprendamos a compartir el tiempo con ellos. Saldremos mejores. Y, juntos, jóvenes y ancianos, nos saciaremos en la mesa del compartir, bendecida por Dios”, destacó.

Además, el Santo Padre se detuvo en el relato y los personajes que narra el Evangelista San Juan en el Capítulo 6 en el que Jesús se encuentra con un joven, que no tiene nombre, y que ofreció todo lo que tenía -cinco panes de cebada y dos pescados- y el milagro de la multiplicación de los panes gracias al que comió una multitud de personas.

En este sentido, el Papa dijo que en esta Jornada, dedicada a los abuelos y a las personas mayores, se detuvo en tres momentos: “Jesús que ve el hambre de la multitud; Jesús que comparte el pan; Jesús que ordena recoger los pedazos sobrantes. Tres momentos que se pueden resumir en tres verbos: ver, compartir, custodiar”.

En primer lugar, el Santo Padre resaltó “la mirada de Jesús, que no es indiferente ni está atareado, sino que advierte los espasmos del hambre que atormentan a la humanidad cansada” porque “Él se preocupa por nosotros, nos cuida, quiere saciar nuestra hambre de vida, de amor y de felicidad”.

“Esta es también la mirada con la que los abuelos y los mayores han visto nuestra vida. Es el modo en el que ellos, desde nuestra infancia, se han hecho cargo de nosotros. Habiendo tenido una vida a menudo muy sacrificada, no nos han tratado con indiferencia ni se han desentendido de nosotros, sino que han tenido ojos atentos, llenos de ternura”, afirmó.

Luego, el Papa invitó a cuestionarse “y nosotros, ¿qué mirada tenemos hacia los abuelos y los mayores? ¿Cuándo fue la última vez que hicimos compañía o llamamos por teléfono a un anciano para manifestarle nuestra cercanía y dejarnos bendecir por sus palabras?” y reconoció que “sufro cuando veo una sociedad que corre, atareada e indiferente, afanada en tantas cosas e incapaz de detenerse para dirigir una mirada, un saludo, una caricia”.

“Tengo miedo de una sociedad en la que todos somos una multitud anónima e incapaces de levantar la mirada y reconocernos. Los abuelos, que han alimentado nuestra vida, hoy tienen hambre de nosotros, de nuestra atención, de nuestra ternura, de sentirnos cerca. Alcemos la mirada hacia ellos, como Jesús hace con nosotros”, advirtió.

En segundo lugar, el Santo Padre se detuvo en la generosidad del joven “que comparte lo que tiene” y que está “en el centro de este prodigio del que se benefició tanta gente adulta, unas cinco mil personas”.

Ante esto, el Papa invitó nuevamente a realizar “una nueva alianza entre los jóvenes y los mayores, de compartir el común tesoro de la vida, de soñar juntos, de superar los conflictos entre generaciones para preparar el futuro de todos” porque “sin esta alianza de vida, de sueños y de futuro, nos arriesgamos a morir de hambre, porque aumentan los vínculos rotos, las soledades, los egoísmos, las fuerzas disgregadoras”.

“El Evangelio nos exhorta a compartir lo que somos y lo que tenemos, ese es el único modo en que podemos ser saciados. He recordado muchas veces lo que dice a este propósito el profeta Joel (cf. Jl 3,1): Jóvenes y ancianos juntos. Los jóvenes, profetas del futuro que no olvidan la historia de la que provienen; los ancianos, soñadores nunca cansados que trasmiten la experiencia a los jóvenes, sin entorpecerles el camino. Jóvenes y ancianos, el tesoro de la tradición y la frescura del Espíritu. Jóvenes y ancianos juntos. En la sociedad y en la Iglesia: juntos”, exhortó el Papa.

Por último, el Santo Padre advirtió la importancia de que “el Evangelio refiere que sobraron muchos pedazos de pan” y que Jesús pidió recoger “los pedazos que han sobrado, para que no se pierda nada” y añadió que “es así el corazón de Dios, no sólo nos da mucho más de lo que necesitamos, sino que se preocupa también de que nada se desperdicie, ni siquiera un fragmento”.

Se trata de una invitación profética de Jesús, que nos recuerda que “los abuelos y los mayores no son sobras de la vida, desechos que se deben tirar” porque “ellos son esos valiosos pedazos de pan que han quedado sobre la mesa de nuestra vida”.

“Ahora nos toca a nosotros custodiar su vida, aligerar sus dificultades, estar atentos a sus necesidades, crear las condiciones para que se les faciliten sus tareas diarias y no se sientan solos”, concluyó el Papa en la homilía.

Al finalizar la Misa, el Cardenal Farrell y Mons. Fisichella se colocaron delante de un cuadro de la Virgen María junto a un grupo de personas mayores, entre ellos, dos mujeres africanas con trajes típicos, y todos, junto a la asamblea presente, entonaron una canción a la Virgen María.

El Santo Padre instituyó esta Jornada Mundial de los abuelos y de las personas mayores que se celebrará cada año el cuarto domingo de julio, en la cercanía a la fiesta de los santos Joaquín y Ana, los abuelos de Jesús.

El tema de esta primera Jornada Mundial de los abuelos y de las personas mayores fue “Yo estoy contigo todos los días” y para la ocasión el Papa Francisco escribió un mensaje, el Dicasterio para los Laicos, Familia y Vida preparó también una oración. y la Penitenciaría Apostólica concedió Indulgencia Plenaria  a quienes visiten a un anciano por esta Jornada y cumplan con las condiciones establecidas por la Iglesia Católica.