miércoles, 21 de octubre de 2020

HOMILÍA DEL PAPA FRANCISCO EN EL ENCUENTRO DE ORACIÓN POR LA PAZ - 20 OCTUBRE 2020

























 Encuentro de Oración por la Paz: Homilía del Papa

“La cruz nos hace hermanos”

Larissa I. López - zenit


(zenit – 19 oct. 2020)-. Dios “no viene tanto a liberarnos de los problemas, que siempre vuelven a presentarse, sino para salvarnos del verdadero problema, que es la falta de amor”, dijo el Papa Francisco en la homilía del Encuentro de Oración por la Paz en el Espíritu de Asís.

Para el Santo Padre, esta carencia de amor es “la causa profunda de nuestros males personales, sociales, internacionales, ambientales. Pensar solo en sí mismo es el padre de todos los males”. 

“Nadie se salva solo – Paz y Fraternidad”, es el título del 34º Encuentro de Oración por la Paz promovido por la Comunidad de Sant’Egidio, que se ha llevado a cabo en Roma hoy, 20 de octubre de 2020.


Ausencias por la pandemia

La iniciativa de este año se desarrolló con presencia limitada de personas debido a las medidas anticontagio por el coronavirus y fue transmitida en streaming. Además, a causa de la pandemia, algunos representantes religiosos no pudieron asistir, como es el caso de gran imán de al-Azhar, Ahmed al-Tayyeb y del arzobispo de Canterbury Justin Welby.

En torno a las 16 horas de la tarde en Roma, los líderes de las grandes religiones del mundo rezaron en lugares separados dentro de la Ciudad Eterna para después congregarse en la ceremonia común celebrada en la plaza del Capitolio.

El Papa y cristianos de otras confesiones rezaron junto con el patriarca de Constantinopla Bartolomé I y los representantes de las diversas iglesias ortodoxas y protestantes.


“Sálvate a ti mismo”

Francisco, en la homilía que pronunció durante el momento de oración, tras mencionar el pasaje bíblico sobre la Pasión de Jesús, habló de la tentación del “Sálvate a ti mismo”, esto es, “la tentación de pensar solo en protegerse a sí mismo o al propio grupo, de tener en mente solamente los propios problemas e intereses, mientras todo lo demás no importa”.

Repasando varios momentos en los que las personas llaman a Jesús a salvarse a sí mismo por egoísmo, Francisco destaca que “el ‘evangelio’ del sálvate a ti mismo no es el Evangelio de la salvación. Es el evangelio apócrifo más falso, que carga las cruces sobre los demás. El Evangelio verdadero, en cambio, carga con las cruces de los otros”.


“La cruz nos hace hermanos”

En este sentido, el Pontífice recordó que en el Calvario tuvo lugar “el gran duelo entre Dios que vino a salvarnos y el hombre que quiere salvarse a sí mismo; entre la fe en Dios y el culto al yo; entre el hombre que culpa y Dios que perdona”.

De la cruz, “brota el perdón, renace la fraternidad: ‘La cruz nos hace hermanos’”, aclaró, y los brazos de Jesús, abiertos en la cruz, “marcan un punto de inflexión, porque Dios no señala con el dedo a nadie, sino que abraza a todos”.

“Porque solo el amor apaga el odio, solo el amor vence a la injusticia. Solo el amor deja lugar al otro. Sólo el amor es el camino para la plena comunión entre nosotros”, subrayó.

Por todo ello, el Obispo de Roma exhortó a pedir al crucificado “la gracia de estar más unidos, de ser más fraternos” y a que cuando estemos tentados de seguir la lógica del mundo, “recordemos las palabras de Jesús: ‘Quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará’ (Mc 8,35)”.


“Hacernos otros” para salvarnos

“Lo que a los ojos de los hombres es una pérdida, para nosotros es salvación. Aprendamos del Señor, que nos ha salvado despojándose de sí mismo, haciéndose otro”.

También a nosotros, el Señor nos invita a “hacernos otros”, a ir al encuentro de los demás, pues “cuanto más unidos estemos al Señor Jesús, seremos más abiertos y ‘universales’”, porque nos sentiremos “responsables de los demás”.

De este modo, “el otro será el camino para salvarse a sí mismo: cada semejante, cada ser humano, cualquiera sea su historia o su religión”, comenzando por los pobres, los más parecidos a Jesús.


A continuación, sigue la homilía completa del Papa.

***

Homilía del Santo Padre

Es un don rezar juntos. Agradezco y saludo con afecto a todos vosotros, en particular a Su Santidad el Patriarca Ecuménico, mi hermano Bartolomé y al querido Obispo Heinrich, Presidente del Consejo de la Iglesia Evangélica en Alemania. Desafortunadamente, el Reverendísimo Arzobispo de Canterbury Justin no pudo venir debido a la pandemia.

El pasaje de la Pasión del Señor que hemos escuchado se sitúa poco antes de la muerte de Jesús y habla de la tentación que se cierne sobre Él, exhausto en la cruz. Mientras vive el momento del dolor y del amor más extremo, muchos, sin piedad, lanzan unas palabras contra Él: “Sálvate a ti mismo” (Mc 15,30). Es una tentación crucial, que nos amenaza a todos, también a nosotros, cristianos. Es la tentación de pensar sólo en protegerse a sí mismo o al propio grupo, de tener en mente solamente los propios problemas e intereses, mientras todo lo demás no importa. Es un instinto muy humano, pero malo, y es la última provocación al Dios crucificado.

Sálvate a ti mismo. Lo dicen primero “los que pasaban” (v. 29). Era gente común, que había escuchado hablar a Jesús y lo habían visto hacer prodigios. Ahora le dicen: “Sálvate a ti mismo bajando de la cruz”. No tenían compasión, sino ganas de milagros, de verlo bajar de la cruz. Quizás también nosotros preferiríamos a veces un dios espectacular más que compasivo, un dios potente a los ojos del mundo, que se impone con la fuerza y desbarata a quien nos odia. Pero esto no es de Dios, es nuestro yo. Cuántas veces queremos un dios a nuestra medida, más que llegar nosotros a la medida de Dios; un dios como nosotros, más que llegar a ser nosotros como Él. Pero así, en vez de la adoración a Dios preferimos el culto al yo. Es un culto que crece y se alimenta con la indiferencia hacia el otro. A los que pasaban, de hecho, Jesús les interesaba sólo para satisfacer sus antojos. Pero, reducido a un despojo en la cruz, ya no les interesaba más. Estaba delante de sus ojos, pero lejos de su corazón. La indiferencia los mantenía distantes del verdadero rostro de Dios.

Sálvate a ti mismo. En un segundo momento, dan un paso al frente los jefes de los sacerdotes y los escribas. Eran los que habían condenado a Jesús porque representaba un peligro. Pero todos somos especialistas en colgar en la cruz a los demás con tal de salvarnos a nosotros mismos. Jesús, en cambio, se deja clavar para enseñarnos a no descargar el mal sobre los demás: “A otros ha salvado y a sí mismo no se puede salvar” (v. 31). Conocían a Jesús, recordaban sus curaciones y las liberaciones que había realizado, y relacionan todo esto con malicia: insinúan que salvar, socorrer a los demás no conduce a ningún bien; Él, que se había entregado tanto por los demás, se está perdiendo a sí mismo. La acusación es sarcástica y se reviste de términos religiosos, usando dos veces el verbo salvar. Pero el “evangelio” del sálvate a ti mismo no es el Evangelio de la salvación. Es el evangelio apócrifo más falso, que carga las cruces sobre los demás. El Evangelio verdadero, en cambio, carga con las cruces de los otros.

Sálvate a ti mismo. Al final, incluso los crucificados que estaban junto a Jesús se unen al clima de hostilidad contra Él. ¡Qué fácil es criticar, hablar en contra, ver el mal en los demás y no en uno mismo, hasta llegar a descargar las culpas sobre los más débiles y marginados! Pero, ¿por qué los crucificados se ensañan con Jesús? Porque no los quita de la cruz. Le dicen: “Sálvate a ti mismo y a nosotros” (Lc 23,39). Sólo buscan a Jesús para resolver sus problemas. Pero Dios no viene tanto a liberarnos de los problemas, que siempre vuelven a presentarse, sino para salvarnos del verdadero problema, que es la falta de amor. Esta es la causa profunda de nuestros males personales, sociales, internacionales, ambientales. Pensar sólo en sí mismo es el padre de todos los males. Pero uno de los ladrones observa a Jesús y ve en Él el amor humilde. Y obtiene el cielo haciendo una sola cosa: cambiando la atención de sí mismo a Jesús, de sí mismo a quien estaba a su lado (cf. v. 42).

Queridos hermanos y hermanas: En el Calvario tuvo lugar el gran duelo entre Dios que vino a salvarnos y el hombre que quiere salvarse a sí mismo; entre la fe en Dios y el culto al yo; entre el hombre que culpa y Dios que perdona. Y llegó la victoria de Dios, su misericordia descendió en el mundo. De la cruz brota el perdón, renace la fraternidad: “La cruz nos hace hermanos” (Benedicto XVI, Palabras al final del Vía Crucis, 21 marzo 2008). Los brazos de Jesús, abiertos en la cruz, marcan un punto de inflexión, porque Dios no señala con el dedo a nadie, sino que abraza a todos. Porque sólo el amor apaga el odio, sólo el amor vence a la injusticia. Sólo el amor deja lugar al otro. Sólo el amor es el camino para la plena comunión entre nosotros.

Miremos a Dios crucificado, y pidámosle a Dios crucificado la gracia de estar más unidos, de ser más fraternos. Y cuando estemos tentados de seguir la lógica del mundo, recordemos las palabras de Jesús: “Quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará” (Mc 8,35). Lo que a los ojos de los hombres es una pérdida, para nosotros es la salvación. Aprendamos del Señor, que nos ha salvado despojándose de sí mismo (cf. Flp 2,7), haciéndose otro: de Dios hombre, de espíritu carne, de rey siervo. También a nosotros nos invita a “hacernos otros”, a ir al encuentro de los demás. Cuanto más unidos estemos al Señor Jesús, seremos más abiertos y “universales”, porque nos sentiremos responsables de los demás. Y el otro será el camino para salvarse a sí mismo: cada semejante, cada ser humano, cualquiera sea su historia o su religión. Comenzando por los pobres, por los más parecidos a Cristo. El gran arzobispo de Constantinopla, san Juan Crisóstomo escribió que “si no hubiera pobres, en gran parte sería destruida nuestra salvación” (Sobre la 2.a Carta a los Corintios, 17,2). Que el Señor nos ayude a transitar juntos el camino de la fraternidad, para ser testimonios creíbles del Dios vivo.


(C) Librería Editora Vaticana

domingo, 4 de octubre de 2020

IMÁGENES DE LA ENCÍCLICA FRATELLI TUTTI DEL PAPA FRANCISCO, SOBRE LA FRATERNIDAD Y LA AMISTAD SOCIAL



🔵Este #sábado, 03 de #octubre, tuvo lugar en #Asís, Italia, la firma de la tercera Encíclica del #PapaFrancisco, titulada #FratelliTutti (Hermanos Todos). 🤝🙏
Este nuevo documento está dedicado a la fraternidad y la amistad social, valores esenciales para recuperar la #esperanza en este mundo golpeado por la pandemia del #coronavirus.
Te compartimos un pequeño resumen de lo que trata cada capítulo. 👇


FRATELLI TUTTI: EL PAPA FRANCISCO LLAMA A CONVERTIR EL AMOR EN UNA FUERZA UNIVERSAL


Fratelli tutti: El Papa Francisco llama a convertir el amor en una fuerza universal

POR ALEJANDRO BERMÚDEZ | ACI Prensa

Crédito: Daniel Ibañez - ACI Prensa



En la tercera encíclica de su pontificado, “Fratelli tutti”, el Papa Francisco llama a la humanidad entera a descubrir en el amor una fuerza que debe transformar las relaciones internacionales, la política, la economía y la cultura.

El nuevo documento, subtitulado “Sobre la Fraternidad y la Amistad Social”, tiene ocho capítulos y 287 párrafos.

En la introducción, el Pontífice explica que “las cuestiones relacionadas con la fraternidad y la amistad social han estado siempre entre mis preocupaciones.  Durante los últimos años me he referido a ellas reiteradas veces y en diversos lugares. Quise recoger en esta encíclica muchas de esas intervenciones situándolas en un contexto más amplio de reflexión”.

El Papa advierte que “las siguientes páginas no pretenden resumir la doctrina sobre el amor fraterno, sino detenerse en su dimensión universal, en su apertura a todos.”  “Entrego esta encíclica social como un humilde aporte a la reflexión para que, frente a diversas y actuales formas de eliminar o de ignorar a otros, seamos capaces de reaccionar con un nuevo sueño de fraternidad y de amistad social que no se quede en las palabras”.


CAPÍTULO PRIMERO: LAS SOMBRAS DE UN MUNDO CERRADO


En el primer capítulo, el Santo Padre realiza una dura crítica al estado actual de las relaciones internacionales, regionales e interpersonales, lamentando que “la historia da muestras de estar volviendo atrás”, porque  “se encienden conflictos anacrónicos que se consideraban superados, resurgen nacionalismos cerrados, exasperados, resentidos y agresivos. En varios países una idea de la unidad del pueblo y de la nación, penetrada por diversas ideologías, crea nuevas formas de egoísmo y de pérdida del sentido social enmascaradas bajo una supuesta defensa de los intereses nacionales”.

Al respecto, el Papa Francisco escribe que “en muchos países se utiliza el mecanismo político de exasperar, exacerbar y polarizar. Por diversos caminos se niega a otros el derecho a existir y a opinar, y para ello se acude a la estrategia de ridiculizarlos, sospechar de ellos, cercarlos. No se recoge su parte de verdad, sus valores, y de este modo la sociedad se empobrece y se reduce a la prepotencia del más fuerte”.

Además, “partes de la humanidad parecen sacrificables en beneficio de una selección que favorece a un sector humano digno de vivir sin límites. En el fondo «no se considera ya a las personas como un valor primario que hay que respetar y amparar, especialmente si son pobres o discapacitadas, si “todavía no son útiles” —como los no nacidos—, o si “ya no sirven” —como los ancianos—“, agrega.

El Pontífice observa también que “la falta de hijos, que provoca un envejecimiento de las poblaciones, junto con el abandono de los ancianos a una dolorosa soledad, es un modo sutil de expresar que todo termina con nosotros, que sólo cuentan nuestros intereses individuales”.

Al abordar otro aspecto de la actual situación negativa, observa que “en el mundo actual los sentimientos de pertenencia a una misma humanidad se debilitan, y el sueño de construir juntos la justicia y la paz parece una utopía de otras épocas. Vemos cómo impera una indiferencia cómoda, fría y globalizada, hija de una profunda desilusión que se esconde detrás del engaño de una ilusión: creer que podemos ser todopoderosos y olvidar que estamos todos en la misma barca”.

Al respecto, el Papa observa que pasada la crisis sanitaria creada mundialmente por el COVID 19, “la peor reacción sería la de caer aún más en una fiebre consumista y en nuevas formas de autopreservación egoísta. Ojalá que al final ya no estén “los otros”, sino sólo un “nosotros”. Ojalá no se trate de otro episodio severo de la historia del que no hayamos sido capaces de aprender”.

El Santo Padre aborda luego el drama mundial de los migrantes, señalando que en el mundo actual, “no son considerados suficientemente dignos para participar en la vida social como cualquier otro, y se olvida que tienen la misma dignidad intrínseca de cualquier persona. Por lo tanto, deben ser «protagonistas de su propio rescate». Nunca se dirá que no son humanos pero, en la práctica, con las decisiones y el modo de tratarlos, se expresa que se los considera menos valiosos, menos importantes, menos humanos”.

En este capítulo el Santo Padre también critica la creciente hostilidad “on line”, observando que ésta “favorece la ebullición de formas insólitas de agresividad, de insultos, maltratos, descalificaciones, latigazos verbales hasta destrozar la figura del otro, en un desenfreno que no podría existir en el contacto cuerpo a cuerpo sin que termináramos destruyéndonos entre todos. La agresividad social encuentra en los dispositivos móviles y ordenadores un espacio de ampliación sin igual”.


CAPÍTULO SEGUNDO: UN EXTRAÑO EN EL CAMINO

En este capítulo el Papa Francisco cambia de noto y ofrece una exégesis contemporánea de la parábola del Buen Samaritano, señalando que  “si bien esta carta está dirigida a todas las personas de buena voluntad, más allá de sus convicciones religiosas, la parábola se expresa de tal manera que cualquiera de nosotros puede dejarse interpelar por ella”.

Aplicando la parábola al mundo actual, el Papa destaca que “al amor no le importa si el hermano herido es de aquí o es de allá. Porque es el «amor que rompe las cadenas que nos aíslan y separan, tendiendo puentes; amor que nos permite construir una gran familia donde todos podamos sentirnos en casa. […] Amor que sabe de compasión y de dignidad»”.

“La parábola –sigue el Santo Padre- nos muestra con qué iniciativas se puede rehacer una comunidad a partir de hombres y mujeres que hacen propia la fragilidad de los demás, que no dejan que se erija una sociedad de exclusión, sino que se hacen prójimos y levantan y rehabilitan al caído, para que el bien sea común”.

El Papa señala además que “cada día se nos ofrece una nueva oportunidad, una etapa nueva. No tenemos que esperar todo de los que nos gobiernan, sería infantil. Gozamos de un espacio de corresponsabilidad capaz de iniciar y generar nuevos procesos y transformaciones. Seamos parte activa en la rehabilitación y el auxilio de las sociedades heridas. Hoy estamos ante la gran oportunidad de manifestar nuestra esencia fraterna, de ser otros buenos samaritanos que carguen sobre sí el dolor de los fracasos, en vez de acentuar odios y resentimientos”.  El Pontífice confiesa, observando el mundo actual que “a veces me asombra que, con semejantes motivaciones, a la Iglesia le haya llevado tanto tiempo condenar contundentemente la esclavitud y diversas formas de violencia. Hoy, con el desarrollo de la espiritualidad y de la teología, no tenemos excusas. Sin embargo, todavía hay quienes parecen sentirse alentados o al menos autorizados por su fe para sostener diversas formas de nacionalismos cerrados y violentos, actitudes xenófobas, desprecios e incluso maltratos hacia los que son diferentes”.


CAPÍTULO TERCERO: PENSAR Y GESTAR UN MUNDO ABIERTO

Este capítulo aborda el poder radical de la caridad como la fuerza capaz de transformar la sociedad humana. “Las personas pueden desarrollar algunas actitudes que presentan como valores morales: fortaleza, sobriedad, laboriosidad y otras virtudes”, dice el Papa, “pero para orientar adecuadamente los actos de las distintas virtudes morales, es necesario considerar también en qué medida estos realizan un dinamismo de apertura y unión hacia otras personas. Ese dinamismo es la caridad que Dios infunde”.

Al respecto, el Pontífice observa que “hay periferias que están cerca de nosotros, en el centro de una ciudad, o en la propia familia. También hay un aspecto de la apertura universal del amor que no es geográfico sino existencial. Es la capacidad cotidiana de ampliar mi círculo, de llegar a aquellos que espontáneamente no siento parte de mi mundo de intereses, aunque estén cerca de mí”.

“Hay un reconocimiento básico –agrega-, esencial para caminar hacia la amistad social y la fraternidad universal: percibir cuánto vale un ser humano, cuánto vale una persona, siempre y en cualquier circunstancia”.

El Papa Francisco propone en este capítulo la urgencia de relanzar el concepto de la función social de la propiedad: 1”Vuelvo a hacer mías y a proponer a todos unas palabras de san Juan Pablo II cuya contundencia quizás no ha sido advertida: «Dios ha dado la tierra a todo el género humano para que ella sustente a todos sus habitantes, sin excluir a nadie ni privilegiar a ninguno»”.

“Siempre –observa-, junto al derecho de propiedad privada, está el más importante y anterior principio de la subordinación de toda propiedad privada al destino universal de los bienes de la tierra y, por tanto, el derecho de todos a su uso”.


CAPÍTULO CUARTO: UN CORAZÓN ABIERTO AL MUNDO ENTERO

El Pontífice propone en este capítulo una radical transformación, especialmente de parte de las naciones más ricas, de la manera de acoger a los migrantes y refugiados, mediante una política radicalmente distinta a la actual. “Esto implica algunas respuestas indispensables, sobre todo frente a los que escapan de graves crisis humanitarias. Por ejemplo: incrementar y simplificar la concesión de visados, adoptar programas de patrocinio privado y comunitario, abrir corredores humanitarios para los refugiados más vulnerables, ofrecer un alojamiento adecuado y decoroso, garantizar la seguridad personal y el acceso a los servicios básicos, asegurar una adecuada asistencia consular, el derecho a tener siempre consigo los documentos personales de identidad, un acceso equitativo a la justicia, la posibilidad de abrir cuentas bancarias y la garantía de lo básico para la subsistencia vital, darles libertad de movimiento y la posibilidad de trabajar, proteger a los menores de edad y asegurarles el acceso regular a la educación, prever programas de custodia temporal o de acogida, garantizar la libertad religiosa, promover su inserción social, favorecer la reagrupación familiar y preparar a las comunidades locales para los procesos integrativos”, explica.

El Papa dice que “este enfoque, en definitiva, reclama la aceptación gozosa de que ningún pueblo, cultura o persona puede obtener todo de sí. Los otros son constitutivamente necesarios para la construcción de una vida plena”.


CAPÍTULO QUINTO: LA MEJOR POLÍTICA

El Pontífice examina ampliamente la semántica de los términos  "populismo"  y "liberalismo", criticando a ambos;  y luego explica cómo el amor es una virtud que también debe permear la política. “Reconocer a cada ser humano como un hermano o una hermana y buscar una amistad social que integre a todos no son meras utopías. Exigen la decisión y la capacidad para encontrar los caminos eficaces que las hagan realmente posibles. Cualquier empeño en esta línea se convierte en un ejercicio supremo de la caridad. Porque un individuo puede ayudar a una persona necesitada, pero cuando se une a otros para generar procesos sociales de fraternidad y de justicia para todos, entra en «el campo de la más amplia caridad, la caridad política»”.

El Papa Francisco agrega además que “esta caridad, corazón del espíritu de la política, es siempre un amor preferencial por los últimos, que está detrás de todas las acciones que se realicen a su favor”.

“La caridad política se expresa también en la apertura a todos. Principalmente aquel a quien le toca gobernar, está llamado a renuncias que hagan posible el encuentro, y busca la confluencia al menos en algunos temas”, escribe el Santo Padre.  “También en la política hay lugar para amar con ternura”, agrega.


CAPÍTULO SEXTO: DIÁLOGO Y AMISTAD SOCIAL

En este capítulo el Pontífice propone detalles para hacer la realidad su constante propuesta de la Cultura del Encuentro. “El auténtico diálogo social supone la capacidad de respetar el punto de vista del otro aceptando la posibilidad de que encierre algunas convicciones o intereses legítimos. Desde su identidad, el otro tiene algo para aportar, y es deseable que profundice y exponga su propia posición para que el debate público sea más completo todavía”, explica.

Pero respecto del diálogo que lleva al encuentro, el Papa aclara que “el relativismo no es la solución. Envuelto detrás de una supuesta tolerancia, termina facilitando que los valores morales sean interpretados por los poderosos según las conveniencias del momento. Si en definitiva «no hay verdades objetivas ni principios sólidos, fuera de la satisfacción de los propios proyectos y de las necesidades inmediatas […] no podemos pensar que los proyectos políticos o la fuerza de la ley serán suficientes”.

“En una sociedad pluralista –explica-, el diálogo es el camino más adecuado para llegar a reconocer aquello que debe ser siempre afirmado y respetado, y que está más allá del consenso circunstancial. Hablamos de un diálogo que necesita ser enriquecido e iluminado por razones, por argumentos racionales, por variedad de perspectivas, por aportes de diversos saberes y puntos de vista, y que no excluye la convicción de que es posible llegar a algunas verdades elementales que deben y deberán ser siempre sostenidas”.

Concluye este capítulo explicando que “la amabilidad es una liberación de la crueldad que a veces penetra las relaciones humanas, de la ansiedad que no nos deja pensar en los demás, de la urgencia distraída que ignora que los otros también tienen derecho a ser felices. Hoy no suele haber ni tiempo ni energías disponibles para detenerse a tratar bien a los demás, a decir “permiso”, “perdón”, “gracias””.  


CAPÍTULO SÉPTIMO: CAMINOS DE REENCUENTRO

“El camino hacia la paz –advierte el Papa- no implica homogeneizar la sociedad, pero sí nos permite trabajar juntos. Puede unir a muchos en pos de búsquedas comunes donde todos ganan. Frente a un determinado objetivo común, se podrán aportar diferentes propuestas técnicas, distintas experiencias, y trabajar por el bien común”.

“El perdón y la reconciliación son temas fuertemente acentuados en el cristianismo y, de diversas formas, en otras religiones. El riesgo está en no comprender adecuadamente las convicciones creyentes y presentarlas de tal modo que terminen alimentando el fatalismo, la inercia o la injusticia, o por otro lado la intolerancia y la violencia”, agrega.

El Santo Padre explica al respecto que “estamos llamados a amar a todos, sin excepción, pero amar a un opresor no es consentir que siga siendo así; tampoco es hacerle pensar que lo que él hace es aceptable. Al contrario, amarlo bien es buscar de distintas maneras que deje de oprimir, es quitarle ese poder que no sabe utilizar y que lo desfigura como ser humano”.


Por ello, “el perdón no implica olvido”, explica el Papa. “Decimos más bien que cuando hay algo que de ninguna manera puede ser negado, relativizado o disimulado, sin embargo, podemos perdonar”.

El Papa Francisco cierra este capítulo explicando ampliamente: “Hay dos situaciones extremas que pueden llegar a presentarse como soluciones en circunstancias particularmente dramáticas, sin advertir que son falsas respuestas, que no resuelven los problemas que pretenden superar y que en definitiva no hacen más que agregar nuevos factores de destrucción en el tejido de la sociedad nacional y universal. Se trata de la guerra y de la pena de muerte”.


CAPÍTULO OCTAVO: LAS RELIGIONES AL SERVICIO DE LA FRATERNIDAD EN EL MUNDO

“Los creyentes pensamos que, sin una apertura al Padre de todos, no habrá razones sólidas y estables para el llamado a la fraternidad. Estamos convencidos de que «sólo con esta conciencia de hijos que no son huérfanos podemos vivir en paz entre nosotros»”, escribe el Pontífice en este último capítulo.

“Desde nuestra experiencia de fe y desde la sabiduría que ha ido amasándose a lo largo de los siglos, aprendiendo también de nuestras muchas debilidades y caídas, los creyentes de las distintas religiones sabemos que hacer presente a Dios es un bien para nuestras sociedades”, explica.

“Llamada a encarnarse en todos los rincones, y presente durante siglos en cada lugar de la tierra —eso significa “católica”— la Iglesia puede comprender desde su experiencia de gracia y de pecado, la belleza de la invitación al amor universal”, escribe también.

Este capítulo incluye una importante petición al resto del mundo: “Los cristianos pedimos que, en los países donde somos minoría, se nos garantice la libertad, así como nosotros la favorecemos para quienes no son cristianos allí donde ellos son minoría. Hay un derecho humano fundamental que no debe ser olvidado en el camino de la fraternidad y de la paz; el de la libertad religiosa para los creyentes de todas las religiones”.

Finalmente, el Papa concluye recordando: “En aquel encuentro fraterno que recuerdo gozosamente, con el Gran Imán Ahmad Al-Tayyeb «declaramos —firmemente— que las religiones no incitan nunca a la guerra y no instan a sentimientos de odio, hostilidad, extremismo, ni invitan a la violencia o al derramamiento de sangre”.

La encíclica concluye con una oración universal al Creador y otra oración cristiana ecuménica.

Para leer la encíclica completa ingresa AQUÍ.

EL VATICANO PRESENTA FRATELLI TUTTI, LA TERCERA ENCÍCLICA DEL PAPA FRANCISCO


 El Vaticano presenta Fratelli tutti, la tercera encíclica del Papa Francisco

Redacción ACI Prensa

Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa




La Santa Sede presentó oficialmente este domingo 4 de octubre la encíclica “Fratelli tutti”, la tercera del pontificado del Papa Francisco, subtitulada “sobre la fraternidad y la amistad social”.

El Santo Padre firmó la encíclica en el Convento de San Francisco de Asís, ayer sábado 3 de octubre, junto a la tumba del santo cuya fiesta la Iglesia celebra hoy.

En la presentación, que tuvo lugar en el Aula Nueva del Sínodo, el Secretario de Estado del Vaticano, Cardenal Pietro Parolin, explicó que “la encíclica no se limita a considerar la fraternidad como un instrumento o un deseo, sino que esboza una cultura de la fraternidad para aplicar a las relaciones internacionales”.

“La fraternidad no es una tendencia o moda que se desarrolla a lo largo del tiempo o en un tiempo, si no, que se trata más bien la manifestación de actos concretos”.

El Cardenal, en su exposición, hizo un llamado a poner las “relaciones internacionales al servicio de la fraternidad” y “favorecer el desarrollo de una cultura de la fraternidad”.

El Secretario de Estado contrapuso la guerra al diálogo y argumentó que “si las armas destruyen vidas humanas, destruyen el ambiente, destruyen la esperanza hasta el punto de extinguir el futuro de las personas y las comunidades; el dialogo destruye las barreras del corazón y de la mente, abre espacio al perdón y favorece la reconciliación”.

El dialogo, señaló, “cuando es perseverante, no genera noticias como los desencuentros y los conflictos, pero ayuda discretamente a hacer el mundo mejor”.

“El diálogo exige paciencia y acerca al martirio, por eso la encíclica lo evoca como instrumento de la fraternidad”, subrayó.

El Cardenal Parolin indicó que el objetivo de esta encíclica firmada en Asís por el Papa Francisco “es un recorrido ascendente determinado por esa sana subsidiariedad que, partiendo de la persona, se amplía para abarcar las dimensiones familiar, social y estatal hasta la comunidad internacional”.

“Es necesario fomentar no únicamente una mística de la fraternidad sino al mismo tiempo una organización mundial más eficiente para ayudar a resolver los problemas acuciantes”, insistió remitiéndose al texto del Papa Francisco.

También destacó que el Papa en la encíclica no es ajeno a los desafíos que plantea la pandemia en curso de coronavirus. De hecho, el Papa emplea como argumento “la experiencia de la pandemia, que ha puesto en evidencia nuestras falsas seguridades”.

El Cardenal Parolin puso de relieve que en la encíclica se muestra la “abierta contradicción entre el bien común y capacidad de dar prioridad a los intereses de los Estados”.

Frente a ello, “la fraternidad se convierte en el instrumento para realizar un bien común verdaderamente universal”. “Se hace un llamado a la responsabilidad individual y colectiva” y se recuerda que “proclamarnos hermanos y hacer de la amistad social nuestro hábito, no basta”, sino que hacen falta acciones concretas.

Asimismo, el Cardenal Parolin hizo hincapié en que “por medio de la cultura de la fraternidad, el Papa Francisco llama a amar a los demás pueblos, a las demás naciones como la propia”.

Además del Cardenal Secretario de Estado participaron en la conferencia de prensa el presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso, Cardenal Miguel Ángel Ayuso, el secretario general del Alto Comité para la Fraternidad Humana, Mohamed Mahmoud Abdel Salam, la profesora de la universidad de Durham (Reino Unido), Anna Rowlands, y el fundador de la Comunidad de Sant’Egidio, Andrea Riccardi.

En su intervención, el Cardenal Miguel Ángel Ayuso reflexionó sobre el papel del diálogo interreligioso en la fraternidad. Señaló que “el diálogo interreligioso está verdaderamente en el corazón de las reflexiones y acciones del Papa Francisco” y llamó la atención sobre el hecho de que “el título mismo de la encíclica expresa un claro deseo de dirigirse a todos como hermanos”. “Somos todos hermanos, nadie está excluido”, repitió el Cardenal.

“El camino de diálogo entre personas de diferentes tradiciones religiones no comienza hoy”, argumentó, sino que “es parte de la misión original de la Iglesia y tiene sus raíces en el Concilio Vaticano II”.

El Papa Francisco “abrió otra puerta para que el oxígeno de la fraternidad pudiera entrar en el diálogo entre personas de diferentes tradiciones religiosas, entre creyentes y no creyentes, y con todas las personas de buena voluntad”.

Afirmó que “el creyente es testigo y portador de valores que pueden contribuir en gran medida a la construcción de sociedades más sanas y justas”. “Se trata de dar pasos concretos junto con los creyentes de otras religiones y personas de buena voluntad con la esperanza de que todos nos sintamos llamados a ser, sobre todo en nuestro tiempo, mensajeros de paz y artífices de comunión”.

“Dios es el Creador de todo y de todos, por lo que somos miembros de una familia y como tal debemos reconocernos. Este es el criterio fundamental que nos ofrece la fe para pasar de la mera tolerancia a la convivencia fraterna”.

Además, aseguró que “la fraternidad se puede convertir también en el camino de las creencias religiosas”.

En definitiva, “el objetivo del diálogo es trabajar, mediante una auténtica colaboración entre creyentes, para conseguir el bien de todos, luchando contra tantas injusticias que aún afligen a este mundo y condenando todo tipo de violencia”.

Por otro lado, Andrea Riccardi destacó que en la encíclica “la fraternidad se mide con la guerra”. También afirmó que “la mirada de la fraternidad no es nunca miope”.

El Papa “expresa con claridad la experiencia de humanidad de la Iglesia: toda guerra deja el mundo peor que como lo encontrar. La guerra nunca hace el mundo mejor”.

También criticó a los nacionalismos y populismos que “exaltan el valor de un grupo contra los otros”.

Criticó la tendencia “a desacreditar la estructura de diálogo que previenen los conflictos” y destacó que el Papa considera la guerra como “la derrota de la política y de la humanidad”. “La guerra se convierte en madre de toda pobreza, y se convierta en una escuela maléfica para los jóvenes”.

Frente a ello, “la encíclica llama a cada uno a su responsabilidad, recuerda que cada uno es responsable de la paz”. “No podemos limitarnos a ser espectadores, es obligación de todos la construcción de la paz”.

“Si tantos en el mundo pueden trabajar por la guerra, muchos pueden trabajar como artesanos de la paz”, insistió. “Aquí el papel de las religiones es fundamental”, al diálogo entre religiones porque “las religiones nunca son instrumento de la guerra, y si lo son es por su manipulación”.

En su intervención, Anna Rowlands dijo que “la idea de que cada criatura tenga origen en Dios Padre, y que en Cristo nos hayamos convertido en hermanos, es una de las más antiguas de la humanidad”.

Argumentó que “el hecho de que un tema así de antiguo se proponga de nuevo con esta urgencia se debe al temor del Papa de que se produzca una ruptura en la idea de que todos somos responsables de los demás”.

Por último, Mohamed Mahmoud Abdel Salam aseguró que la encíclica es “un rayo de luz para el mundo entero” y destacó que se trata de una “encíclica fuerte y valiente” que llama a “afrontar el racismo, la discriminación, el odio”.


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DIARIO DEL VATICANO VUELVE A PUBLICARSE EN PAPEL CON LA ENCÍCLICA FRATELLI TUTTI


Diario del Vaticano vuelve a publicarse en papel con la encíclica Fratelli tutti

Redacción ACI Prensa

 Foto: Vatican Media



El diario del Vaticano, L’Osservatore Romano (LOR) retomó su edición impresa este domingo 4 de octubre con un número especial con la nueva encíclica del Papa Francisco, “Fratelli tutti” sobre la fraternidad y la amistad social.

El número especial de LOR con la encíclica firmada ayer por el Pontífice junto a la tumba de San Francisco en Asís, se distribuyó entre los fieles que asistieron al rezo del Ángelus en la Plaza de San Pedro del Vaticano presidido por el Santo Padre desde el Palacio Apostólico.

L’Osservatore Romano dejó de editarse en papel el pasado 26 de marzo debido a la pandemia de coronavirus.

Las dificultades que ocasionó la pandemia imposibilitaron “imprimir y distribuir la edición cotidiana, semanal y mensual” del diario vaticano, según explicó su director en un mensaje enviado sus lectores.

Ahora, una vez que la pandemia se ha estabilizado en Italia, aunque aún siguen dándose casos, L’Osservatore Romano volverá a distribuirse en papel.

Al finalizar el rezo del Ángelus dominical, el Pontífice recordó a los asistentes que el sábado 3 de octubre estuvo en Asís “para firmar la nueva encíclica ‘Fratelli tutti’ sobre la fraternidad y la amistad social. La ofrecí a Dios sobre la tumba de San Francisco, del cual obtuve la inspiración, como para la precedente ‘Laudato si’’”.

“El signo de los tiempos muestra claramente que la fraternidad humana y el cuidado de la creación son el único camino hacia el desarrollo integral y la paz, ya indicada por los Santos Papas Juan XXIII, Pablo VI y Juan Pablo II”.

A continuación, se dirigió a los congregados y les anunció que “tengo la alegría de regalar la nueva encíclica en la edición extraordinaria de L’Osservatore Romano. Y con esta edición recomienza la cotidiana edición en papel de L’Osservatore Romano. Que San Francisco acompañe el camino de fraternidad en la Iglesia entre los creyentes de toda religión y todos los pueblos”.

DESCARGA LA NUEVA ENCÍCLICA FRATELLI TUTTI DEL PAPA FRANCISCO EN PDF Y VERSIÓN WEB


 Descarga la nueva encíclica Fratelli tutti del Papa Francisco en PDF y versión web

Redacción ACI Prensa


Esta mañana se presentó en el Vaticano la tercera encíclica del Papa Francisco titulada “Fratelli tutti” (Hermanos todos, en español), en la que el Santo Padre reflexiona sobre la fraternidad y la amistad social.


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EL PAPA FRANCISCO FIRMA LA ENCÍCLICA FRATELLI TUTTI EN ASÍS, 3 DE OCTUBRE DE 2020


El Papa Francisco firma la Encíclica Fratelli tutti en Asís

Redacción ACI Prensa


El Papa Francisco firmó, este sábado 3 de octubre en el Convento de San Francisco de Asís, su Encíclica “Fratelli tutti”, sobre la fraternidad y la amistad social.

El Pontífice se trasladó en la víspera de la festividad de San Francisco de Asís hasta la localidad natal del santo, en Italia, donde también se encuentra su tumba, para celebrar la Misa y firmar la Encíclica.

Antes, el Papa se detuvo en la ciudad de Spello, en el monasterio de las Clarisas, para realizar una visita privada. Al finalizar, siguió su viaje hasta la localidad natal de San Francisco, donde llegó a las 14:30, hora local de Italia.

Allí, visitó también el monasterio de las Clarisas de Asís y, a continuación, continuó hasta el Convento de San Francisco, en cuya cripta, donde se custodia la tumba del Santo de Asís, presidió la Misa y firmó la nueva Carta Encíclica.

“Fratelli tutti” es la tercera Encíclica del Pontificado de Francisco, después de “Lumen fidei”, del 29 de junio de 2013, y “Laudato si’”, del 24 de mayo de 2015.

Es, además, la segunda vez en que el Papa Francisco firma un documento magisterial fuera del Vaticano, después de firmar el 25 de marzo de 2019 en Loreto la Exhortación Apostólica Postsinodal “Christus vivit”.

Por otro lado, desde su acceso al Papado, esta es la cuarta ocasión en que el Papa Francisco visita la tierra natal de San Francisco de Asís. Antes había estado el 4 de octubre de 2013, el 4 de agosto de 2016 para celebrar los 800 años de la “Fiesta del Perdón”, y el 20 de septiembre de 2016 para la Jornada Mundial de Oración por la Paz, con la presencia de representantes de diferentes religiones.

El texto de la Encíclica Fratelli tutti se hará público mañana 4 de octubre al finalizar el rezo del Ángelus a las 12:00, hora de Roma.