sábado, 13 de mayo de 2017

PAPA FRANCISCO SALUDA A ENFERMOS AL TÉRMINO DE LA MISA DE CANONIZACIÓN DE FRANCISCO Y JACINTA


TEXTO: Saludo del Papa a los enfermos al término de la Misa de Canonización



FÁTIMA, 13 May. 17 / 06:52 am (ACI).- Luego culminar la Misa de canonización de los pastorcitos Francisco y Jacinta Marto, el Papa Francisco se acercó a la zona reservada para los enfermos, a quienes bendijo con el Santísimo Sacramento y dirigió las siguientes palabras:

Queridos hermanos y hermanas enfermos.


Como dije en la homilía, el Señor nos precede siempre: cuando atravesamos por alguna cruz, él ya ha pasado antes. En su Pasión, cargó con nuestros sufrimientos. Jesús sabe lo que significa el sufrimiento, nos comprende, nos consuela y nos da fuerza, como hizo con san Francisco Marto y santa Jacinta, y con los santos de todas las épocas y lugares. Pienso en el apóstol  Pedro, en cómo la Iglesia entera rezaba por él mientras estaba encadenado en la prisión de Jerusalén. Y el Señor lo consoló. Este es el misterio de la Iglesia: la Iglesia pide al Señor que consuele a los afligidos y él os consuela, incluso de manera oculta; os consuela en la intimidad del corazón y os consuela dándoos fortaleza.

Queridos peregrinos, ante nuestros ojos tenemos a Jesús invisible pero presente en la Eucaristía, así como tenemos a Jesús oculto pero presente en las llagas de nuestros hermanos y hermanas enfermos y atribulados. En el altar, adoramos la carne de Jesús; en ellos, descubrimos las llagas de Jesús. El cristiano adora a Jesús, el cristiano busca a Jesús, el cristiano sabe reconocer las llagas de Jesús. Hoy, la Virgen María nos repite a todos nosotros la pregunta que hizo, hace cien años, a los pastorcillos: «¿Queréis ofreceros a Dios?». La respuesta: «¡Sí, queremos!», nos ofrece la oportunidad de entender e imitar su vida. Ellos la vivieron con todo lo que conlleva de alegría y sufrimiento, en una actitud de ofrecimiento al Señor.

Queridos enfermos, vivid vuestra vida como una gracia y decidle a Nuestra Señora, como los pastorcillos, que queréis ofreceros a Dios con todo el corazón. No os consideréis solamente como unos destinatarios de la solidaridad caritativa, sino sentíos partícipes a pleno título de la vida y misión de la Iglesia. Vuestra presencia silenciosa, pero más elocuente que muchas palabras, vuestra oración, el ofrecimiento diario de vuestros sufrimientos, en unión con los de Jesús crucificado por la salvación del mundo, la aceptación paciente y hasta alegre de vuestra condición son un recurso espiritual, un patrimonio para toda comunidad cristiana. No tengáis vergüenza de ser un tesoro valioso de la Iglesia.

Jesús va a pasar cerca de vosotros en el Santísimo Sacramento para manifestaros su cercanía y su amor. Confiadle vuestro dolor, vuestros sufrimientos, vuestro cansancio. Contad con la oración de la Iglesia que, por vosotros y con vosotros, se eleva al cielo desde todas partes. Dios es Padre y nunca os olvida.

HOMILÍA DE PAPA FRANCISCO EN CANONIZACIÓN DE FRANCISCO Y JACINTA


Homilía del Papa en la Misa de canonización de los pastorcitos de Fátima



FÁTIMA, 13 May. 17 / 05:10 am (ACI).- El Papa Francisco presidió en el atrio del Santuario de Nuestra Señora de Fátima la Misa de canonización de los pastorcitos Francisco y Jacinta Marto, los niños que en 1917 fueron testigos de las apariciones de la Virgen en esta localidad portuguesa.

A continuación el texto completo de la homilía:


«Un gran signo apareció en el cielo: una mujer vestida del sol», dice el vidente de Patmos en el Apocalipsis (12,1), señalando además que ella estaba a punto de dar a luz a un hijo. Después, en el Evangelio, hemos escuchado cómo Jesús le dice al discípulo: «Ahí tienes a tu madre» (Jn 19,27).

Tenemos una Madre, una «Señora muy bella», comentaban entre ellos los videntes de Fátima mientras regresaban a casa, en aquel bendito 13 de mayo de hace cien años. Y, por la noche, Jacinta no pudo contenerse y reveló el secreto a su madre: «Hoy he visto a la Virgen». Habían visto a la Madre del cielo. En la estela de luz que seguían con sus ojos, se posaron los ojos de muchos, pero… estos no la vieron. La Virgen Madre no vino aquí para que nosotros la viéramos: para esto tendremos toda la eternidad, a condición de que vayamos al cielo, por supuesto.


Pero ella, previendo y advirtiéndonos sobre el peligro del infierno al que nos lleva una vida

?a menudo propuesta e impuesta? sin Dios y que profana a Dios en sus criaturas, vino a recordarnos la Luz de Dios que mora en nosotros y nos cubre, porque, como hemos escuchado en la primera lectura, «fue arrebatado su hijo junto a Dios» (Ap 12,5). Y, según las palabras de Lucía, los tres privilegiados se encontraban dentro de la Luz de Dios que la Virgen irradiaba. Ella los rodeaba con el manto de Luz que Dios le había dado. Según el creer y el sentir de muchos peregrinos —por no decir de todos—, Fátima es sobre todo este manto de Luz que nos cubre, tanto aquí como en cualquier otra parte de la tierra, cuando nos refugiamos bajo la protección de la Virgen Madre para pedirle, como enseña la Salve Regina, «muéstranos a Jesús».

Queridos Peregrinos, tenemos una Madre. Aferrándonos a ella como hijos, vivamos de la esperanza que se apoya en Jesús, porque, como hemos escuchado en la segunda lectura, «los que reciben a raudales el don gratuito de la justificación reinarán en la vida gracias a uno solo, Jesucristo» (Rm 5,17). Cuando Jesús subió al cielo, llevó junto al Padre celeste a la humanidad ?nuestra humanidad? que había asumido en el seno de la Virgen Madre, y que nunca dejará.

Como un ancla, fijemos nuestra esperanza en esa humanidad colocada en el cielo a la derecha del Padre (cf. Ef 2,6). Que esta esperanza sea el impulso de nuestra vida. Una esperanza que nos sostenga siempre, hasta el último suspiro.

Con esta esperanza, nos hemos reunido aquí para dar gracias por las innumerables bendiciones que el Cielo ha derramado en estos cien años, y que han transcurrido bajo el manto de Luz que la Virgen, desde este Portugal rico en esperanza, ha extendido hasta los cuatro ángulos de la tierra. Como un ejemplo para nosotros, tenemos ante los ojos a san Francisco Marto y a santa Jacinta, a quienes la Virgen María introdujo en el mar inmenso de la Luz de Dios, para que lo adoraran. De ahí recibían ellos la fuerza para superar las  contrariedades y los sufrimientos. La presencia divina se fue haciendo cada vez más constante en sus vidas, como se manifiesta claramente en la insistente oración por los pecadores y en el deseo permanente de estar junto a «Jesús oculto» en el Sagrario.

En sus Memorias (III, n.6), Sor Lucía da la palabra a Jacinta, que había recibido una visión: «¿No ves muchas carreteras, muchos caminos y campos llenos de gente que lloran de hambre por no tener nada para comer? ¿Y el Santo Padre en una iglesia, rezando delante del Inmaculado Corazón de María? ¿Y tanta gente rezando con él?» Gracias por haberme acompañado. No podía dejar de venir aquí para venerar a la Virgen Madre, y para confiarle a sus hijos e hijas. Bajo su manto, no se pierden; de sus brazos vendrá la esperanza y la paz que necesitan y que yo suplico para todos mis hermanos en el bautismo y en la humanidad, en particular para los enfermos y los discapacitados, los encarcelados y los desocupados, los pobres y los abandonados. Queridos hermanos: pidamos a Dios, con la esperanza de que nos escuchen los hombres, y dirijámonos a los hombres, con la certeza de que Dios nos ayuda.

En efecto, él nos ha creado como una esperanza para los demás, una esperanza real y realizable en el estado de vida de cada uno. Al «pedir» y «exigir» de cada uno de nosotros el cumplimiento de los compromisos del propio estado (Carta de sor Lucía, 28 de febrero de 1943), el cielo activa aquí una auténtica y precisa movilización general contra esa indiferencia que nos enfría el corazón y agrava nuestra miopía. No queremos ser una esperanza abortada. La vida sólo puede sobrevivir gracias a la generosidad de otra vida. «Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto» (Jn 12,24): lo ha dicho y lo ha hecho el Señor, que siempre nos precede. Cuando pasamos por alguna cruz, él ya ha pasado antes. De este modo, no subimos a la cruz para encontrar a Jesús, sino que ha sido él el que se ha humillado y ha bajado hasta la cruz para encontrarnos a nosotros y, en nosotros, vencer las tinieblas del mal y llevarnos a la luz.

Que, con la protección de María, seamos en el mundo centinelas que sepan contemplar el verdadero rostro de Jesús Salvador, que brilla en la Pascua, y descubramos de nuevo el rostro joven y hermoso de la Iglesia, que resplandece cuando es misionera, acogedora, libre, fiel, pobre de medios y rica de amor.

PAPA FRANCISCO VISITA TUMBAS DE LOS PASTORCITOS DE FÁTIMA


Papa Francisco visita las tumbas de los pastorcitos de Fátima
Por Miguel Pérez Pichel





FÁTIMA, 13 May. 17 / 04:08 am (ACI).- En su segundo día de peregrinación a Fátima, Portugal, para conmemorar los 100 años de las apariciones de la Virgen María en Fátima, el Papa Francisco visitó la Basílica de Nuestra Señora del Rosario de Fátima, donde se encuentran las tumbas de los pastorcitos, los nuevos santos Francisco y Jacinta, y la Sierva de Dios Lucía.

El Santo Padre acudió a este templo, en cuyo atrio celebrará la Santa Misa de canonización de los pastorcitos videntes Francisco y Jacinta, para rezar brevemente ante las tumbas de Francisco y Jacinta antes del inicio de la celebración eucarística.

Antes, de su llegada al templo, el Pontífice mantuvo un encuentro con el Primer Ministro de Portugal, Antonio Costa, en la Casa “Nossa Senhora do Carmo”. En la reunión, Francisco regaló al mandatario portugués un cuadro de la Última Cena en madreperla.

Se trata de la reproducción de una obra conocida del artista belga Philippe de Champaigne realizada en 1652 y que se conserva en el Museo del Louvre, en París. El cuadro, en el que figura Jesús rodeado por los doce apóstoles en el cenáculo, está adornado con una espléndida composición de madreperla de manufactura betlemita.


La escena evangélica está realizada en plata, y en ella, los artesanos han elaborado cada imagen mostrando una especial maestría en la representación de los rostros, para captar las expresiones del Señor y de los Apóstoles en un momento de gran trascendencia.

Por su parte, el Primer Ministro de Portugal, regaló al Papa Francisco un relicario en plata con una imagen de San Antonio.

PAPA FRANCISCO REGALA BELLA IMAGEN DE SAN FRANCISCO A BASE AÉREA PORTUGUESA CAMINO A FÁTIMA


El Papa regala bella imagen de San Francisco a base aérea portuguesa en camino a Fátima




FÁTIMA, 12 May. 17 / 06:31 pm (ACI).- Antes de partir hacia el Santuario de Fátima, el Papa Francisco rezó en la capilla de la Base Aérea de Monte Real adonde llegó procedente de Roma, y dejó como obsequio una imagen de San Francisco de Asís elaborada con mármol blanco.

El Santo Padre también escribió en el libro de honor de la capilla lo siguiente: “Confío el personal de la Base Aérea y sus familiares a Nuestra Señora de Fátima, pidiéndole que vele por su incolumidad y les mantenga fieles servidores del bien común y de la paz”.

El bajo relieve que regaló el Papa representa el momento en que el Santo recibió los estigmas de Cristo en las manos, en los pies y en el costado.

Sobre el obsequio, la Sala de Prensa de la Santa Sede informó que el autor de la obra quiso que el rostro de San Francisco, quien aparece de rodillas en un bosque, exprese intensamente “el sentido de participación absoluta de los sufrimientos de Cristo” que vivió tras recibir los estigmas.

El Santo Padre fue recibido en la capilla por el capellán, P. Manuel Silva. Luego rezó a Nuestra Señora del Aire, patrona de la Fuerza Aérea y se recogió en oración durante unos minutos.

Esta imagen de San Francisco de Asís quedará como recuerdo en la Capilla de Nuestra Señora del Aire junto con los demás presentes dejados por otros Papas que visitaron Fátima.

En 1967 el Papa Beato Pablo VI obsequió al templo un cáliz y una patena y en 1991 el Papa San Juan Pablo II regaló una cruz de madera montada en un giroscopio (un instrumento de navegación).

viernes, 12 de mayo de 2017

PAPA FRANCISCO SUPO QUE SERÍA OBISPO UN 13 DE MAYO


El Papa Francisco supo que sería obispo un 13 de mayo, día de la Virgen de Fátima
 Foto: Cortesía del hermano jesuita argentino Mario Rafael Rausch







 (ACI).- El P. Jorge Mario Bergoglio, que en una época vivió en una residencia jesuita en Córdoba en Argentina, supo que se convertiría en Obispo Auxiliar de Buenos Aires un 13 de mayo de 1992.

Así lo relata en el libro biográfico “El Jesuita”, escrito por los periodistas Sergio Rubín y Francesca Ambrogetti.

En el libro, el Papa recuerda que “el que era Nuncio Apostólico en ese momento, Monseñor Ubaldo Calabresi, me llamaba para consultarme acerca de algunos sacerdotes que, seguramente, eran candidatos a obispo. Un día me llamó y me dijo que esta vez la consulta debía ser personal”.

“Como la compañía aérea efectuaba el vuelo Buenos Aires-Córdoba-Mendoza y viceversa, me pidió que nos reuniéramos en el aeropuerto mientras el avión iba y volvía de Mendoza. Fue así que conversamos allí –era 13 de mayo de 1992–, me hizo una serie de consultas de temas serios y, cuando el avión, ya vuelto de Mendoza, estaba próximo a despegar de regreso a Buenos Aires y avisan que los pasajeros deben presentarse, me informa: ‘Ah... una última cosa... fue nombrado obispo auxiliar de Buenos Aires y la designación se hace pública el 20’. Así no más me lo dijo”.

Al conocer la noticia de su nombramiento, el Santo Padre dijo que su primera reacción fue de sorpresa. “Me bloqueé. Como señalé antes, como consecuencia de un golpe, bueno o malo, siempre me bloqueo. Y mi primera reacción es, también, siempre mala”.

Al ser preguntado sobre su nombramiento después como Arzobispo Coadjutor de Buenos Aires, el Santo Padre dijo que su reacción fue “igual. Como era su vicario general, cuando (el Cardenal Antonio) Quarracino pidió a Roma un coadjutor, yo a su vez le solicité que no me enviara a ninguna diócesis, sino volver a ser un obispo auxiliar a cargo de una vicaría zonal de Buenos Aires. ‘Soy porteño y fuera de Buenos Aires no sé hacer nada’, le expliqué. Pero el 27 de mayo de 1997 a media mañana me llama Calabresi y me invita a almorzar”.

“Cuando estábamos por el café, y yo me aprestaba a agradecerle el convite y despedirme, veo que traen una torta y una botella de champagne. Pensé que era su cumpleaños y casi lo saludo. Pero la sorpresa sobrevino al preguntarle. ‘No, no es mi cumpleaños –me respondió con una amplia sonrisa–, lo que pasa es que usted es el nuevo Obispo Coadjutor de Buenos Aires”.

PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO EN EL SANTUARIO DE FÁTIMA


Palabras del Papa en la vigilia en la capilla de las apariciones de Fátima


FÁTIMA, 12 May. 17 / 03:41 pm (ACI).- Tras bendecir las velas en el Santuario de Fátima, e instantes antes de comenzar el rezo del Santo Rosario, el Papa Francisco dirigió unas palabras a los cientos de miles de fieles y peregrinos congregados en el lugar, y recordó que “si queremos ser cristianos, tenemos que ser marianos”.

A continuación, el texto completo de las palabras del Papa Francisco en la vigilia de la Capilla de las Apariciones:


Queridos peregrinos de María y con María.

Gracias por recibirme entre vosotros y uniros a mí en esta peregrinación vivida en la esperanza y en la paz. Desde ahora, deseo asegurar a los que os habéis unidos a mí, aquí o en cualquier otro lugar, que os llevo en mi corazón.

Siento que Jesús os ha confiado a mí (cf. Jn 21,15-17), y a todos os abrazo y os confío a Jesús, «especialmente a los más necesitados» —como la Virgen nos enseñó a pedir (Aparición, julio de 1917)—. Que ella, madre tierna y solícita con todos los necesitados, les obtenga la bendición del Señor.


Que, sobre cada uno de los desheredados e infelices, a los que se les ha robado el presente, de los excluidos y abandonados a los que se les niega el futuro, de los huérfanos y las víctimas de la injusticia a los que no se les permite tener un pasado, descienda la bendición de Dios encarnada en Jesucristo: «El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor te muestre su rostro y te conceda la paz» (Nm 6,24-26).

Esta bendición se cumplió plenamente en la Virgen María, puesto que ninguna otra criatura ha visto brillar sobre sí el rostro de Dios como ella, que dio un rostro humano al Hijo del Padre eterno; a quien podemos ahora contemplar en los sucesivos momentos gozosos, luminosos, dolorosos y gloriosos de su vida, como recordamos en el rezo del Rosario. Con Cristo y María, permanezcamos en Dios.

En efecto, «si queremos ser cristianos, tenemos que ser marianos, es decir, hay que reconocer la relación esencial, vital y providencial que une a la Virgen con Jesús, y que nos abre el camino que nos lleva a él» (Pablo VI, Homilía en el Santuario de Nuestra Señora de Bonaria, Cagliari, 24 abril 1970). De este modo, cada vez que recitamos el Rosario, en este lugar bendito o en cualquier otro lugar, el Evangelio prosigue su camino en la vida de cada uno, de las familias, de los pueblos y del mundo.

Peregrinos con María... ¿Qué María? ¿Una maestra de vida espiritual, la primera que siguió a Cristo por el «camino estrecho» de la cruz dándonos ejemplo, o más bien una Señora «inalcanzable» y por tanto inimitable? ¿La «Bienaventurada porque ha creído» siempre y en todo momento en la palabra divina (cf. Lc 1,45), o más bien una «santita», a la que se acude para conseguir gracias baratas?

¿La Virgen María del Evangelio, venerada por la Iglesia orante, o más bien una María retratada por sensibilidades subjetivas, como deteniendo el brazo justiciero de Dios listo para castigar: una María mejor que Cristo, considerado como juez implacable; más misericordiosa que el Cordero que se ha inmolado por nosotros?

Cometemos una gran injusticia contra Dios y su gracia cuando afirmamos en primer lugar que los pecados son castigados por su juicio, sin anteponer —como enseña el Evangelio— que son perdonados por su misericordia. Hay que anteponer la misericordia al juicio y, en cualquier caso, el juicio de Dios siempre se realiza a la luz de su misericordia. Por supuesto, la misericordia de Dios no niega la justicia, porque Jesús cargó sobre sí las consecuencias de nuestro pecado junto con su castigo conveniente.


Él no negó el pecado, pero pagó por nosotros en la cruz. Y así, por la fe que nos une a la cruz de Cristo, quedamos libres de nuestros pecados; dejemos de lado cualquier clase de miedo y temor, porque eso no es propio de quien se siente amado (cf. 1 Jn 4,18). «Cada vez que miramos a María volvemos a creer en lo revolucionario de la ternura y del cariño.

En ella vemos que la humildad y la ternura no son virtudes de los débiles sino de los fuertes, que no necesitan maltratar a otros para sentirse importantes. [...] Esta dinámica de justicia y ternura, de contemplar y caminar hacia los demás, es lo que hace de ella un modelo eclesial para la evangelización» (Exhort. Ap. Evangelii gaudium, 288). Que seamos, con María, signo y sacramento de la misericordia de Dios que siempre perdona, perdona todo.

Llevados de la mano de la Virgen Madre y ante su mirada, podemos cantar con alegría las misericordias del Señor. Podemos decir: Mi alma te canta, oh Señor.

La misericordia que tuviste con todos tus santos y con todo tu pueblo fiel la tuviste también conmigo. Oh Señor, por culpa del orgullo de mi corazón, he vivido distraído siguiendo mis ambiciones e intereses, pero sin conseguir ocupar ningún trono. La única manera de ser exaltado es que tu Madre me tome en brazos, me cubra con su manto y me ponga junto a tu corazón. Que así sea.

ESTE ES EL REGALO QUE EL PAPA FRANCISCO HIZO AL PRESIDENTE DE PORTUGAL


Este es el regalo que el Papa Francisco hizo al Presidente de Portugal
Por Miguel Pérez Pichel





FÁTIMA, 12 May. 17 / 11:16 am (ACI).- En el encuentro que el Papa Francisco mantuvo con el Presidente de la República Portuguesa, Marcelo Rebelo de Sousa, en la base aérea de Monte Real, el Santo Padre le regaló un cuadro en mosaico que representa simbólicamente la historicidad y la contemporaneidad de las apariciones de Nuestra Señora de Fátima.

El encuentro se produjo en la base aérea tras el aterrizaje del avión papal en Portugal a las 16.20 (hora local). En la parte baja del cuadro se puede observar a los tres pastorcitos, Francisco, Jacinta y Lucía, rezando ante la Virgen.

En la parte superior se muestra la imagen de la “Señora Blanca”, rodeada de velas portadas por los peregrinos que participarán en la vigilia del viernes 12 por la noche.


La obra artística está elaborada con la intención de crear un fuerte contraste entre la iluminación diurna de la parte baja del cuadro y la ambientación nocturna de la superior.

El hecho de que sea la imagen de la Virgen la que marque la transición entre ambas iluminaciones y la que articule ambas escenas pretende transmitir que la luz del mensaje ofrecido por la Virgen del Rosario por medio de los pastorcitos, se renueva mediante la oración que hoy se eleva a Ella por medio de la Iglesia.

En medio de los pastorcitos, justo debajo del olivo sobre el que se está produciendo la aparición, aparece una referencia a la celebración de los 100 años del evento milagroso.

Este cuadro es obra de los artesanos del Estudio Vaticano de Mosaicos, y se realizó entre enero y abril de 2017 empleando un esmaltado policromado aplicado con estuco oleoso sobre una base metálica. La obra tiene una dimensión de 35x60 centímetros, sin tener en cuenta el marco.

Para su confección, se ha recurrido a la técnica de esmaltado que se aplica en los mosaicos de la Basílica de San Pedro inventada en la segunda mitad del siglo XVIII.

Por su parte, el Presidente de Portugal ofreció por su parte un oratorio en madera, con la imagen de Nuestra Señora de Fátima, encomendado a la Fundação Ricardo Espírito Santo.