martes, 13 de diciembre de 2016

CON LA VIRGEN DE GUADALUPE NO SOMOS NI SEREMOS NUNCA HUÉRFANOS


Con la Virgen de Guadalupe no somos ni seremos nunca huérfanos, subraya el Papa Francisco
Por Miguel Pérez Pichel


El Papa Francisco en la Misa por la Virgen de Guadalupe este 12 de diciembre en la Basílica de San Pedro




VATICANO, 12 Dic. 16 / 01:10 pm (ACI).- Una multitud de fieles, principalmente provenientes de las comunidades latinoamericanas y filipinas presentes en Roma, acudió a la basílica de San Pedro en el Vaticano para asistir a la Misa presidida por el Papa Francisco en honor de la Virgen de Guadalupe.

Se trata del tercer año consecutivo en que el Papa Francisco celebra esta Misa en honor de la Patrona de México, de todo el continente americano y de las islas Filipinas.

La celebración eucarística estuvo precedida por el rezo del Santo Rosario en español y la entrada en la Basílica de las banderas de todas las naciones devotas de la Virgen de Guadalupe. En la Misa participaron numerosos Cardenales, Obispos, religiosos, religiosas, miembros de la Curia Romana y del cuerpo diplomático.

Entre los fieles estuvo presente Alan Holdren, jefe de la oficina del Grupo ACI y EWTN en Roma, y su familia, quienes llevaron parte de las ofrendas al Papa Francisco.

En su homilía, el Santo Padre afirmó que en medio de los sufrimientos, es bueno recordar que siempre está la Virgen presente. “Celebrar a María es, en primer lugar, hacer memoria de la madre, hacer memoria de que no somos ni seremos nunca un pueblo huérfano. ¡Tenemos Madre!”, exclamó.


Donde está la madre “hay siempre presencia y sabor a hogar. Donde está la madre, los hermanos se podrán pelear pero siempre triunfará el sentido de unidad. Donde está la madre, no faltará la lucha a favor de la fraternidad”.

El Pontífice recordó a “esas madres luchadoras” de América Latina, “que, a menudo ellas solas, logran sacar adelante a sus hijos. Así es María con nosotros, sus hijos: Mujer luchadora frente a la sociedad de la desconfianza y de la ceguera, frente a la sociedad de la desidia y la dispersión; Mujer que lucha para potenciar la alegría del Evangelio. Lucha para darle ‘carne’ al Evangelio”.

“Mirar la Guadalupana es recordar que la visita del Señor pasa siempre por medio de aquellos que logran ‘hacer carne’ su Palabra, que buscan encarnar la vida de Dios en sus entrañas, volviéndose signos vivos de su misericordia”.

Francisco se refirió a la escena evangélica en la que la Virgen María va a visitar a su hermana Isabel, y en el momento del encuentro, María relata cómo “el niño saltó de alegría en mi seno. Feliz de ti porque has creído”.

El Papa señaló que esta “escena evangélica lleva consigo todo el dinamismo de la visita de Dios: cuando Dios sale a nuestro encuentro moviliza nuestras entrañas, pone en movimiento lo que somos hasta transformar toda nuestra vida en alabanza y bendición”.

Hoy más que nunca, afirmó el Papa, es necesario ese encuentro, porque “la sociedad que estamos construyendo para nuestros hijos está cada vez más marcada por los signos de la división y fragmentación, dejando ‘fuera de juego’ a muchos, especialmente a aquellos a los que se les hace difícil alcanzar los mínimos para llevar adelante su vida con dignidad”.

El Pontífice lamentó la actitud de “una sociedad que le gusta jactarse de sus avances científicos y tecnológicos, pero que se ha vuelto cegatona e insensible frente a miles de rostros que se van quedando por el camino”.

“Una sociedad que termina instalando una cultura de la desilusión, el desencanto y la frustración en muchísimos de nuestros hermanos”.


En concreto, el Obispo de Roma se planteó lo difícil que es presumir de una sociedad del bienestar “cuando vemos que nuestro querido continente americano se ha acostumbrado a ver a miles y miles de niños y jóvenes en situación de calle que mendigan y duermen en las estaciones de trenes, del subte o donde encuentren lugar. Niños y jóvenes explotados en trabajos clandestinos u obligados a conseguir alguna moneda en el cruce de las avenidas limpiando los parabrisas de nuestros autos..., y sienten que en el ‘tren de la vida’ no hay lugar para ellos”.

“Cuántas familias van quedando marcadas por el dolor al ver a sus hijos víctimas de los mercaderes de la muerte. Qué duro es ver cómo hemos normalizado la exclusión de nuestros ancianos obligándolos a vivir en la soledad, simplemente porque no generan productividad; o ver –como bien supieron decir los Obispos en Aparecida–, ‘la situación precaria que afecta la dignidad de muchas mujeres”.

“Algunas, desde niñas y adolescentes, son sometidas a múltiples formas de violencia dentro y fuera de casa’. Son situaciones que nos pueden paralizar, que pueden poner en duda nuestra fe y especialmente nuestra esperanza, nuestra manera de mirar y encarar el futuro”, denunció también el Papa Francisco.

La Misa en honor de “La Morenita”, que en el año 1531 se apareció en el cerro del Tepeyac a San Juan Diego, estuvo acompañada por algunos cantos litúrgicos muy antiguos compuestos en lenguas indígenas.

En concreto, se interpretó un himno compuesto en lengua náhuatl, que contiene el relato de las apariciones de la Virgen a San Juan Diego. Además, se cantaron otros himnos en quechua, mapuche y guaraní.

HACE CUATRO AÑOS SE CREÓ LA CUENTA OFICIAL DEL PAPA EN TWITTER


Hace 4 años se creó la cuenta oficial del Papa en Twitter


ROMA, 12 Dic. 16 / 03:21 pm (ACI).- Un día como hoy, el 12 de diciembre de 2012, se abrió oficialmente la cuenta en Twitter del Papa, @Pontifex (@Pontifex_es, en español), bajo el pontificado de Benedicto XVI.

La primera publicación de Benedicto XVI en Twitter fue: “Queridos amigos, me uno a vosotros con alegría por medio de Twitter. Gracias por vuestra respuesta generosa. Os bendigo a todos de corazón”.

Las cuentas del Santo Padre en Twitter fueron abiertas en nueve idiomas: inglés, español, italiano, francés, polaco, alemán, portugués, árabe y latín. Solo un año después de su creación, las cuentas superaron los 10 millones de seguidores.


En el último tuit de Benedicto XVI, el 28 de febrero de 2013, se leía: “Gracias por vuestro amor y cercanía. Que experimentéis siempre la alegría de tener a Cristo como el centro de vuestra vida”.

La Santa Sede ha archivado todos los tuits publicados durante el pontificado del hoy Papa Emérito Benedicto XVI, y están disponibles en su sitio web.

Tras la renuncia de Benedicto XVI al pontificado, en febrero de 2013, la cuenta en Twitter fue desactivada por el Vaticano, para reactivarla una vez elegido el Papa Francisco, el 13 de marzo de ese año.

El primer tuiteo del Papa Francisco, publicado el 18 de marzo de 2013, fue: “Queridos amigos, os doy las gracias de corazón y os ruego que sigáis rezando por mí”.


Actualmente, entre las cuentas en los 9 idiomas suman más de 32 millones de seguidores en todo el mundo, la mayoría de los cuales –más de 12 millones– corresponden a la cuenta en español.

Hoy, en la Fiesta de la Virgen de Guadalupe, Francisco le confió a Santa María “la vida de los pueblos americanos y la misión continental de la Iglesia”.

PAPA FRANCISCO ESCRIBE AL PRESIDENTE DE SIRIA PARA PEDIRLE EL FIN DE LA GUERRA


Papa Francisco escribe al presidente de Siria para pedirle el fin de la guerra
Por Miguel Pérez Pichel




VATICANO, 12 Dic. 16 / 01:28 pm (ACI).- En una carta enviada al Presidente Bashar al-Assad por medio del Nuncio Apostólico en Siria, el recientemente creado Cardenal Mario Zenari, el Papa Francisco pidió al mandatario y a la comunidad internacional el fin de la violencia y del terrorismo.

Según confirmó la Sala de Prensa de la Santa Sede, en la misiva, entregada personalmente por el nuncio al Presidente en Damasco, el Pontífice hizo un llamado “para que se ponga fin a la violencia, para que se resuelvan las hostilidades de forma pacífica, y para que se condenen todas las formas de extremismo y de terrorismo con independencia de su signo”.


Además, el Pontífice pidió al Presidente que “garantice que la ley humanitaria internacional sea plenamente respetada y que se garantice la protección a los civiles y el acceso a la ayuda humanitaria”.

El Papa quiere mostrar así “un signo de particular afecto hacia el pueblo sirio, sometido a duras pruebas en los últimos años”.

En el rezo del Ángelus del domingo, el Papa recordó a las víctimas de la guerra y pidió un cese de las operaciones bélicas.

“Apelo al compromiso de todos para que se haga una elección por la civilización: no a la destrucción, sí a la paz, sí a la gente de Alepo y de Siria”, dijo.

Siria sufre desde el año 2011 una cruenta guerra civil que enfrenta al régimen de Bacher al-Assad con diferentes grupos opositores, algunos de signo salafista, como Al Qaeda o Estado Islámico.

Desde el comienzo de la guerra han muerto en Siria alrededor de 300.000 personas y 11 millones se encuentran en calidad de refugiados tanto dentro como fuera de las fronteras del país.

HOMILÍA DEL PAPA FRANCISCO POR LA VIRGEN DE GUADALUPE EN EL VATICANO


TEXTO: Homilía del Papa en la Misa por la Virgen de Guadalupe en el Vaticano


VATICANO, 12 Dic. 16 / 12:40 pm (ACI).- El Papa Francisco pronunció una bella homilía en el día en el que la Iglesia celebra a la Virgen de Guadalupe, Emperatriz de América y Patrona de México.

A continuación el texto completo de la homilía del Santo Padre en la Basílica de San Pedro hoy en el Vaticano:

«Feliz de ti porque has creído» (Lc 1,45) con estas palabras Isabel ungió la presencia de

María en su casa. Palabras que nacen de su vientre, de sus entrañas; palabras que logran hacer eco de todo lo que experimentó con la visita a su prima: «Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. Feliz de ti porque has creído» (Lc 1,44-45).

Dios nos visita en las entrañas de una mujer, movilizando las entrañas de otra mujer con un canto de bendición y alabanza, con un canto de alegría. La escena evangélica lleva consigo todo el dinamismo de la visita de Dios: cuando Dios sale a nuestro encuentro moviliza nuestras entrañas, pone en movimiento lo que somos hasta transformar toda nuestra vida en alabanza y bendición.

Cuando Dios nos visita nos deja inquietos, con la sana inquietud de aquellos que se sienten invitados a anunciar que Él vive y está en medio de su pueblo. Así lo vemos en María, la primera discípula y misionera, la nueva Arca de la Alianza quien, lejos de permanecer en un lugar reservado en nuestros templos, sale a visitar y acompaña con su presencia la gestación de Juan. Así lo hizo también en 1531: corrió al Tepeyac para servir y acompañar a ese Pueblo que estaba gestándose con dolor, convirtiéndose en su Madre y la de todos nuestros pueblos.

Con Isabel también nosotros hoy en su día queremos ungirla y saludarla diciendo: «Feliz de ti María porque has creído» y sigues creyendo «que se cumplirá todo lo que te fue anunciado de parte del Señor» (v. 45). María es así como el icono del discípulo, de la mujer creyente y orante que sabe acompañar y alentar nuestra fe y nuestra esperanza en las distintas etapas que nos toca atravesar.

En María tenemos el fiel reflejo «no (de) una fe poéticamente edulcorada, sino (de) una fe recia sobre todo en una época en la que se quiebran los dulces encantos de las cosas y las contradicciones entran en conflicto por doquier».1

Ciertamente tendremos que aprender de esa fe recia y servicial que ha caracterizado y caracteriza a nuestra Madre; aprender de esa fe que sabe meterse dentro de la historia para ser sal y luz en nuestras vidas y en la sociedad.


La sociedad que estamos construyendo para nuestros hijos está cada vez más marcada por signos de la división y fragmentación, dejando «fuera de juego» a muchos, especialmente a aquellos a los que se les hace difícil alcanzar los mínimos para llevar adelante su vida con dignidad.

Una sociedad que le gusta jactarse de sus avances científicos y tecnológicos, pero que se ha vuelto cegatona e insensible frente a miles de rostros que se van quedando por el camino, excluidos por el orgullo que ciega de unos pocos. Una sociedad que termina instalando una cultura de la desilusión, el desencanto y la frustración en muchísimos de nuestros hermanos; e inclusive, de angustia en otros tantos porque experimentan las dificultades que tienen que enfrentar para no quedarse fuera del camino.

Pareciera que, sin darnos cuenta, nos hemos acostumbrado a vivir en la «sociedad de la desconfianza» con todo lo que esto supone para nuestro presente y especialmente para nuestro futuro; desconfianza que poco a poco va generando estados de desidia y dispersión.

Qué difícil es presumir de la sociedad del bienestar cuando vemos que nuestro querido continente americano se ha acostumbrado a ver a miles y miles de niños y jóvenes en situación de calle que mendigan y duermen en las estaciones de trenes, del subte o donde encuentren lugar.

Niños y jóvenes explotados en trabajos clandestinos u obligados a conseguir alguna moneda en el cruce de las avenidas limpiando los parabrisas de nuestros autos..., y sienten que en el «tren de la vida» no hay lugar para ellos. Cuántas familias van quedando marcadas por el dolor al ver a sus hijos víctimas de los mercaderes de la muerte.

Qué duro es ver cómo hemos normalizado la exclusión de nuestros ancianos obligándolos a vivir en la soledad, simplemente porque no generan productividad; o ver –como bien supieron decir los obispos en Aparecida–, «la situación precaria que afecta la dignidad de muchas mujeres. Algunas, desde niñas y adolescentes, son sometidas a múltiples formas de violencia dentro y fuera de casa»2.

Son situaciones que nos pueden paralizar, que pueden poner en duda nuestra fe y especialmente nuestra esperanza, nuestra manera de mirar y encarar el futuro.

Frente a todas estas situaciones, así y todo, tenemos que decir con Isabel: «Feliz de ti por haber creído», y aprender de esa fe recia y servicial que ha caracterizado y caracteriza a nuestra Madre.

Celebrar a María es, en primer lugar, hacer memoria de la madre, hacer memoria de que no somos ni seremos nunca un pueblo huérfano. ¡Tenemos Madre! Y donde está la madre hay siempre presencia y sabor a hogar. Donde está la madre, los hermanos se podrán pelear pero siempre triunfará el sentido de unidad. Donde está la madre, no faltará la lucha a favor de la fraternidad.

Siempre me ha impresionado ver, en distintos pueblos de América Latina, esas madres luchadoras que, a menudo ellas solas, logran sacar adelante a sus hijos. Así es María con nosotros, somos sus hijos: Mujer luchadora frente a la sociedad de la desconfianza y de la ceguera, frente a la sociedad de la desidia y la dispersión; Mujer que lucha para potenciar la alegría del Evangelio. Lucha para darle «carne» al Evangelio.

Mirar la Guadalupana es recordar que la visita del Señor pasa siempre por medio de aquellos que logran «hacer carne» su Palabra, que buscan encarnar la vida de Dios en sus entrañas, volviéndose signos vivos de su misericordia.

Celebrar la memoria de María es afirmar contra todo pronóstico que «en el corazón y en la vida de nuestros pueblos late un fuerte sentido de esperanza, no obstante las condiciones de vida que parecen ofuscar toda esperanza».3 María, porque creyó, amó; porque es sierva del Señor y sierva de sus hermanos.

Celebrar la memoria de María es celebrar que nosotros, al igual que ella, estamos invitados a salir e ir al encuentro de los demás con su misma mirada, con sus mismas entrañas de misericordia, con sus mismos gestos.


Contemplarla es sentir la fuerte invitación a imitar su fe. Su presencia nos lleva a la reconciliación, dándonos fuerza para generar lazos en nuestra bendita tierra latinoamericana, diciéndole «sí» a la vida y «no» a todo tipo de indiferencia, de exclusión, de descarte de pueblos o personas.

No tengamos miedo de salir a mirar a los demás con su misma mirada. Una mirada que nos hace hermanos. Lo hacemos porque, al igual que Juan Diego, sabemos que aquí está nuestra madre, sabemos que estamos bajo su sombra y su resguardo, que es la fuente de nuestra alegría, que estamos en el cruce de sus brazos.4

Danos la paz y el trigo, Señora y niña nuestra, una patria que sume hogar, templo y escuela, un pan que alcance a todos y una fe que se encienda por tus manos unidas y por tus ojos de estrella. Amén.

**

 Notas

1ROMANO GUARDINI, El Señor. Meditaciones sobre la vida de Jesucristo, Madrid 2005, 44.

2 V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, Documento de Aparecida (29 junio 2007), 48.

3 V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, Documento de Aparecida (29 junio 2007), 536.

4 Cf. Nicam Mopohua, 119: «No estoy aquí yo, que soy tu madre? ¿No estás bajo mi sombra y resguardo? ¿No soy yo la fuente de tu alegría? ¿No estás en el hueco de mi manto, en el cruce de mis brazos? ¿Tienes necesidad de alguna otra cosa?».

PAPA FRANCISCO PROPONE DESAFÍO PARA LA PAZ EN 2017


El desafío que propone el Papa Francisco para que la paz reine en el mundo en 2017
Por Walter Sánchez Silva
Foto L'Osservatore Romano


VATICANO, 12 Dic. 16 / 07:54 am (ACI).- El Papa Francisco lanzó un especial desafío a los católicos para que la paz reine en todo el mundo en el año 2017: que la violencia sea desterrada de la vida de cada uno y que eso se haga a través de la oración y la acción.

El Santo Padre hizo este especial llamado en su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2017 que se celebrará el 1 de enero de 2017 y que lleva como título “La no violencia: Estilo de una política para la paz”.

[Puede leer: Mensaje del Papa Francisco para la Jornada Mundial de la Paz 2017]

En el texto, el Pontífice exhorta a los católicos de esta forma: “en el 2017, comprometámonos con nuestra oración y acción a ser personas que aparten de su corazón, de sus palabras y de sus gestos la violencia, y a construir comunidades no violentas, que cuiden de la casa común”.

El Papa explica en el texto que este desafío puede lograrse a través de las 8 Bienaventuranzas, ya que ellas “trazan el perfil de la persona que podemos definir bienaventurada, buena y auténtica. Bienaventurados los mansos —dice Jesús—, los misericordiosos, los que trabajan por la paz, y los puros de corazón, los que tienen hambre y sed de la justicia”.

“Esto es también un programa y un desafío para los líderes políticos y religiosos, para los responsables de las instituciones internacionales y los dirigentes de las empresas y de los medios de comunicación de todo el mundo: aplicar las bienaventuranzas en el desempeño de sus propias responsabilidades”.


Francisco recuerda que “la no violencia activa es una manera de mostrar verdaderamente cómo, de verdad, la unidad es más importante y fecunda que el conflicto. Todo en el mundo está íntimamente interconectado”.

“Puede suceder que las diferencias generen choques: afrontémoslos de forma constructiva y no violenta, de manera que «las tensiones y los opuestos [puedan] alcanzar una unidad pluriforme que engendra nueva vida», conservando «las virtualidades valiosas de las polaridades en pugna»”.

El Papa también señala que este mensaje suyo es para la Jornada de la Paz número 50 y recuerda brevemente algunas de las cosas que dijeron en su momento el Beato Pablo VI, San Juan XXIII, San Juan Pablo II y Benedicto XVI, todos firmemente comprometidos en promover la paz en todo el orbe.

Francisco también alerta sobre el gran peligro de las guerras y explica que “la violencia no es la solución para nuestro mundo fragmentado. Responder con violencia a la violencia lleva, en el mejor de los casos, a la emigración forzada y a un enorme sufrimiento, ya que las grandes cantidades de recursos que se destinan a fines militares son sustraídas de las necesidades cotidianas de los jóvenes, de las familias en dificultad, de los ancianos, de los enfermos, de la gran mayoría de los habitantes del mundo. En el peor de los casos, lleva a la muerte física y espiritual de muchos, si no es de todos”.

Para hacer frente a esta realizada, explica el Papa, es necesario abrirse al Señor: “quien acoge la Buena Noticia de Jesús reconoce su propia violencia y se deja curar por la misericordia de Dios, convirtiéndose a su vez en instrumento de reconciliación, según la exhortación de san Francisco de Asís: «Que la paz que anunciáis de palabra la tengáis, y en mayor medida, en vuestros corazones»”.

El Santo Padre precisa además que “muchas veces la no violencia se entiende como rendición, desinterés y pasividad, pero en realidad no es así. Cuando la Madre Teresa recibió el premio Nobel de la Paz, en 1979, declaró claramente su mensaje de la no violencia activa: «En nuestras familias no tenemos necesidad de bombas y armas, de destruir para traer la paz, sino de vivir unidos, amándonos unos a otros […]. Y entonces seremos capaces de superar todo el mal que hay en el mundo»”.

Otros ejemplos exitosos que recuerda el Pontífice son los de “Mahatma Gandhi y Khan Abdul Ghaffar Khan en la liberación de la India, y de Martin Luther King Jr. contra la discriminación racial. En especial, las mujeres son frecuentemente líderes de la no violencia, como, por ejemplo, Leymah Gbowee y miles de mujeres liberianas, que han organizado encuentros de oración y protesta no violenta (pray-ins), obteniendo negociaciones de alto nivel para la conclusión de la segunda guerra civil en Liberia”.

La familia

“Si el origen del que brota la violencia está en el corazón de los hombres, entonces es fundamental recorrer el sendero de la no violencia en primer lugar en el seno de la familia. Es parte de aquella alegría que presenté, en marzo pasado, en la Exhortación apostólica Amoris laetitia, como conclusión de los dos años de reflexión de la Iglesia sobre el matrimonio y la familia”.

Francisco resalta en su mensaje que “la familia es el espacio indispensable en el que los cónyuges, padres e hijos, hermanos y hermanas aprenden a comunicarse y a cuidarse unos a otros de modo desinteresado, y donde los desacuerdos o incluso los conflictos deben ser superados no con la fuerza, sino con el diálogo, el respeto, la búsqueda del bien del otro, la misericordia y el perdón”.

El Santo Padre alienta con urgencia a detener “la violencia doméstica y los abusos a mujeres y niños. El Jubileo de la Misericordia, concluido el pasado mes de noviembre, nos ha invitado a mirar dentro de nuestro corazón y a dejar que entre en él la misericordia de Dios”.

Para concluir su mensaje, el Papa comenta que firma su mensaje con fecha 8 de diciembre, cuando la Iglesia celebra la Inmaculada Concepción de la Virgen María.

Por ello exhorta a pedirle “que sea ella quien nos guíe. «Todos deseamos la paz; muchas personas la construyen cada día con pequeños gestos; muchos sufren y soportan pacientemente la fatiga de intentar edificarla»”.

PAPA FRANCISCO LLAMA A PATRIARCA COPTO TRAS ATENTADO QUE MATÓ A 25 CRISTIANOS EN EGIPTO


El Papa llama a patriarca copto tras atentado que mató 25 cristianos en Egipto
Por Miguel Pérez Pichel
Foto L'Osservatore Romano


VATICANO, 12 Dic. 16 / 07:31 am (ACI).- El Papa Francisco llamó esta mañana a Tawardos II, Patriarca de la Iglesia Copto-Ortodoxa de Alejandría, para expresarle sus condolencias por el reciente ataque contra la Catedral Copta de San Marcos, en el barrio de Abassiya en El Cairo, Egipto, que cobró la vida de 25 personas y numerosos heridos.

Según un comunicado difundido por la Sala de Prensa de la Santa Sede, “su Santidad expresó su cercanía al Patriarca y a la comunidad copta duramente golpeada, especialmente a las mujeres y a los niños que representan la mayor parte de las víctimas”.

Durante la conversación, según indica el comunicado, el Patriarca Tawardos II “recordó las palabras del Papa Francisco pronunciadas durante su encuentro en el Vaticano en las que se refería al “ecumenismo de sangre”.


En ese sentido, el Obispo de Roma subrayó que, efectivamente, “estamos unidos en la sangre de nuestros mártires”.

El Santo Padre prometió rezar por la comunidad copta durante la Misa que celebrará hoy con motivo de la fiesta de la Beata Virgen María de Guadalupe.

El Patriarca agradeció al Papa Francisco su cercanía en este momento, y le pidió que rece por ellos y por la paz en Egipto. Además, se comprometió a hacer llegar sus condolencias a toda la comunidad copta.

Los terroristas colocaron la bomba en el interior de la capilla de San Pedro y San Pablo, anexa a la catedral copta de San Marcos. En ese momento se estaba celebrando la Misa, por el que el número de víctimas fue muy elevado.

La comunidad copta en Egipto, que representa aproximadamente al 10% de la población total del país, mayoritariamente islámico, sufre algunas limitaciones para el culto.

Tras las revueltas del año 2011 en el contexto de la llamada “primavera árabe”, ha sufrido numerosos ataques por parte de incontrolados y fanáticos salafistas. El actual presidente del país, Abdelfatah Al-Sisi, se ha comprometido a defender a las minorías y a poner fin a la discriminación que tradicionalmente sufren los cristianos en Egipto.

El Gobierno egipcio ha condenado este atentado contra la comunidad cristiana, ha mostrado su solidaridad con las víctimas y ha anunciado tres días de luto en su memoria.

MENSAJE DEL PAPA FRANCISCO PARA LA JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ 2017


TEXTO: Mensaje del Papa Francisco para la Jornada Mundial de la Paz 2017
Foto L'Osservatore Romano



VATICANO, 12 Dic. 16 / 06:58 am (ACI).- La Oficina de Prensa del Vaticano presentó hoy el mensaje del Papa Francisco para la Jornada Mundial de la Paz que se celebrará el próximo 1 de enero de 2017.

A continuación el texto completo del mismo:

Mensaje del Santo Padre Francisco

Jornada mundial de la Paz 1 enero 2017

«La no violencia: estilo de una política para la paz»

1. Al comienzo de este nuevo año formulo mis más sinceros deseos de paz para los pueblos y para las naciones del mundo, para los Jefes de Estado y de Gobierno, así como para los responsables de las comunidades religiosas y de los diversos sectores de la sociedad civil.

Deseo la paz a cada hombre, mujer, niño y niña, a la vez que rezo para que la imagen y semejanza de Dios en cada persona nos permita reconocernos unos a otros como dones sagrados dotados de una inmensa dignidad. Especialmente en las situaciones de conflicto, respetemos su «dignidad más profunda»1 y hagamos de la no violencia activa nuestro estilo de vida.

Este es el Mensaje para la 50 Jornada Mundial de la Paz. En el primero, el beato Papa Pablo VI se dirigió, no sólo a los católicos sino a todos los pueblos, con palabras inequívocas: «Ha aparecido finalmente con mucha claridad que la paz es la línea única y verdadera del progreso humano (no las tensiones de nacionalismos ambiciosos, ni las conquistas violentas, ni las represiones portadoras de un falso orden civil)».

Advirtió del «peligro de creer que las controversias internacionales no se pueden resolver por los caminos de la razón, es decir de las negociaciones fundadas en el derecho, la justicia, la equidad, sino sólo por los de las fuerzas espantosas y mortíferas».

Por el contrario, citando Pacem in terris de su predecesor san Juan XXIII, exaltaba «el sentido y el amor de la paz fundada sobre la verdad, sobre la justicia, sobre la libertad, sobre el amor».2 Impresiona la actualidad de estas palabras, que hoy son igualmente importantes y urgentes como hace cincuenta años.

En esta ocasión deseo reflexionar sobre la no violencia como un estilo de política para la paz, y pido a Dios que se conformen a la no violencia nuestros sentimientos y valores personales más profundos.

Que la caridad y la no violencia guíen el modo de tratarnos en las relaciones  interpersonales, sociales e internacionales. Cuando las víctimas de la violencia vencen la tentación de la venganza, se convierten en los protagonistas más creíbles en los procesos no violentos de construcción de la paz.

Que la no violencia se trasforme, desde el nivel local y cotidiano hasta el orden mundial, en el estilo característico de nuestras decisiones, de nuestras relaciones, de nuestras acciones y de la política en todas sus formas.

Un mundo fragmentado

2. El siglo pasado fue devastado por dos horribles guerras mundiales, conoció la amenaza de la guerra nuclear y un gran número de nuevos conflictos, pero hoy lamentablemente estamos ante una terrible guerra mundial por partes.

No es fácil saber si el mundo actualmente es más o menos violento de lo que fue en el pasado, ni si los modernos medios de comunicación y la movilidad que caracteriza nuestra época nos hace más conscientes de la violencia o más habituados a ella.

En cualquier caso, esta violencia que se comete «por partes», en modos y niveles diversos, provoca un enorme sufrimiento que conocemos bien: guerras en diferentes países y continentes; terrorismo, criminalidad y ataques armados impredecibles; abusos contra los emigrantes y las víctimas de la trata; devastación del medio ambiente. ¿Con qué fin?

La violencia, ¿permite alcanzar objetivos de valor duradero? Todo lo que obtiene, ¿no se reduce a desencadenar represalias y espirales de conflicto letales que benefician sólo a algunos «señores de la guerra»?

La violencia no es la solución para nuestro mundo fragmentado. Responder con violencia a la violencia lleva, en el mejor de los casos, a la emigración forzada y a un enorme sufrimiento, ya que las grandes cantidades de recursos que se destinan a fines militares son sustraídas de las necesidades cotidianas de los jóvenes, de las familias en dificultad, de los ancianos, de los enfermos, de la gran mayoría de los habitantes del mundo. En el peor de los casos, lleva a la muerte física y espiritual de muchos, si no es de todos.

La Buena Noticia

3. También Jesús vivió en tiempos de violencia. Él enseñó que el verdadero campo de batalla, en el que se enfrentan la violencia y la paz, es el corazón humano: «Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los pensamientos perversos» (Mc 7,21). Pero el mensaje de Cristo, ante esta realidad, ofrece una respuesta radicalmente positiva: él predicó incansablemente el amor incondicional de Dios que acoge y perdona, y enseñó a sus discípulos a amar a los enemigos (cf. Mt 5,44) y a poner la otra mejilla (cf. Mt 5,39).

Cuando impidió que la adúltera fuera lapidada por sus acusadores (cf. Jn 8,1-11) y cuando, la noche antes de morir, dijo a Pedro que envainara la espada (cf. Mt 26,52), Jesús trazó el camino de la no violencia, que siguió hasta el final, hasta la cruz, mediante la cual construyó la paz y destruyó la enemistad (cf. Ef 2,14-16).


Por esto, quien acoge la Buena Noticia de Jesús reconoce su propia violencia y se deja curar por la misericordia de Dios, convirtiéndose a su vez en instrumento de reconciliación, según la exhortación de san Francisco de Asís: «Que la paz que anunciáis de palabra la tengáis, y en mayor medida, en vuestros corazones».3

Ser hoy verdaderos discípulos de Jesús significa también aceptar su propuesta de la no violencia. Esta —como ha afirmado mi predecesor Benedicto XVI— «es realista, porque tiene en cuenta que en el mundo hay demasiada violencia, demasiada injusticia y, por tanto, sólo se puede superar esta situación contraponiendo un plus de amor, un plus de bondad. Este “plus” viene de Dios».4

Y añadía con fuerza: «para los cristianos la no violencia no es un mero comportamiento táctico, sino más bien un modo de ser de la persona, la actitud de quien está tan convencido del amor de Dios y de su poder, que no tiene miedo de afrontar el mal únicamente con las armas del amor y de la verdad. El amor a los enemigos constituye el núcleo de la “revolución cristiana”».5

Precisamente, el evangelio del amad a vuestros enemigos (cf. Lc 6,27) es considerado como «la carta magna de la no violencia cristiana», que no se debe entender como un «rendirse ante el mal […], sino en responder al mal con el bien (cf. Rm 12,17-21), rompiendo de este modo la cadena de la injusticia».6

Más fuerte que la violencia

4. Muchas veces la no violencia se entiende como rendición, desinterés y pasividad, pero en realidad no es así. Cuando la Madre Teresa recibió el premio Nobel de la Paz, en 1979, declaró claramente su mensaje de la no violencia activa: «En nuestras familias no tenemos necesidad de bombas y armas, de destruir para traer la paz, sino de vivir unidos, amándonos unos a otros […]. Y entonces seremos capaces de superar todo el mal que hay en el mundo».7 Porque la fuerza de las armas es engañosa. «Mientras los traficantes de armas hacen su trabajo, hay pobres constructores de paz que dan la vida sólo por ayudar a una persona, a otra, a otra»; para estos constructores de la paz, Madre Teresa es «un símbolo, un icono de nuestros tiempos».8

En el pasado mes de septiembre tuve la gran alegría de proclamarla santa. He elogiado su disponibilidad hacia todos por medio de «la acogida y la defensa de la vida humana, tanto de la no nacida como de la abandonada y descartada […]. Se ha inclinado sobre las personas desfallecidas, que mueren abandonadas al borde de las calles, reconociendo la dignidad que Dios les había dado; ha hecho sentir su voz a los poderosos de la tierra, para que reconocieran sus culpas ante los crímenes —¡ante los crímenes!— de la pobreza creada por ellos mismos».9

Como respuesta —y en esto representa a miles, más aún, a millones de personas—, su misión es salir al encuentro de las víctimas con generosidad y dedicación, tocando y vendando los cuerpos heridos, curando las vidas rotas. La no violencia practicada con decisión y coherencia ha producido resultados impresionantes.

No se olvidarán nunca los éxitos obtenidos por Mahatma Gandhi y Khan Abdul Ghaffar Khan en la liberación de la India, y de Martin Luther King Jr. contra la discriminación racial. En especial, las mujeres son frecuentemente líderes de la no violencia, como, por ejemplo, Leymah Gbowee y miles de mujeres liberianas, que han organizado encuentros de oración y protesta no violenta (pray-ins), obteniendo negociaciones de alto nivel para la conclusión de la segunda guerra civil en Liberia.

No podemos olvidar el decenio crucial que se concluyó con la caída de los regímenes comunistas en Europa. Las comunidades cristianas han contribuido con su oración insistente y su acción valiente. Ha tenido una influencia especial el ministerio y el magisterio de san Juan Pablo II.

En la encíclica Centesimus annus (1991), mi predecesor, reflexionando sobre los sucesos de 1989, puso en evidencia que un cambio crucial en la vida de los pueblos, de las naciones y de los estados se realiza «a través de una lucha pacífica, que emplea solamente las armas de la verdad y de la justicia».10 Este itinerario de transición política hacia la paz ha sido posible, en parte, «por el compromiso no violento de hombres que, resistiéndose siempre a ceder al poder de la fuerza, han sabido encontrar, una y otra vez, formas eficaces para dar testimonio de la verdad».

Y concluía: «Ojalá los hombres aprendan a luchar por la justicia sin violencia, renunciando a la lucha de clases en las controversias internas, así como a la guerra en las internacionales».11

La Iglesia se ha comprometido en el desarrollo de estrategias no violentas para la promoción de la paz en muchos países, implicando incluso a los actores más violentos en un mayor esfuerzo para construir una paz justa y duradera.

Este compromiso en favor de las víctimas de la injusticia y de la violencia no es un patrimonio exclusivo de la Iglesia Católica, sino que es propio de muchas tradiciones religiosas, para las que «la compasión y la no violencia son esenciales e indican el camino de la vida».12 Lo reafirmo con fuerza: «Ninguna religión es terrorista».13 La violencia es una profanación del nombre de Dios.14

No nos cansemos nunca de repetirlo: «Nunca se puede usar el nombre de Dios para justificar la violencia. Sólo la paz es santa. Sólo la paz es santa, no la guerra».15

La raíz doméstica de una política no violenta

5. Si el origen del que brota la violencia está en el corazón de los hombres, entonces es fundamental recorrer el sendero de la no violencia en primer lugar en el seno de la familia. Es parte de aquella alegría que presenté, en marzo pasado, en la Exhortación apostólica Amoris laetitia, como conclusión de los dos años de reflexión de la Iglesia sobre el matrimonio y la familia.

La familia es el espacio indispensable en el que los cónyuges, padres e hijos, hermanos y hermanas aprenden a comunicarse y a cuidarse unos a otros de modo desinteresado, y donde los desacuerdos o incluso los conflictos deben ser superados no con la fuerza, sino con el diálogo, el respeto, la búsqueda del bien del otro, la misericordia y el perdón.16

Desde el seno de la familia, la alegría se propaga al mundo y se irradia a toda la sociedad.17 Por otra parte, una ética de fraternidad y de coexistencia pacífica entre las personas y entre los pueblos no puede basarse sobre la lógica del miedo, de la violencia y de la cerrazón, sino sobre la responsabilidad, el respeto y el diálogo sincero.

En este sentido, hago un llamamiento a favor del desarme, como también de la prohibición y abolición de las armas nucleares: la disuasión nuclear y la amenaza cierta de la destrucción recíproca, no pueden servir de base a este tipo de ética.18

Con la misma urgencia suplico que se detenga la violencia doméstica y los abusos a mujeres y niños. El Jubileo de la Misericordia, concluido el pasado mes de noviembre, nos ha invitado a mirar dentro de nuestro corazón y a dejar que entre en él la misericordia de Dios.

El año jubilar nos ha hecho tomar conciencia del gran número y variedad de personas y de grupos sociales que son tratados con indiferencia, que son víctimas de injusticia y sufren violencia. Ellos forman parte de nuestra «familia», son nuestros hermanos y hermanas. Por esto, las políticas de no violencia deben comenzar dentro de los muros de casa para después extenderse a toda la familia humana.

«El ejemplo de santa Teresa de Lisieux nos invita a la práctica del pequeño camino del amor, a no perder la oportunidad de una palabra amable, de una sonrisa, de cualquier pequeño gesto que siembre paz y amistad. Una ecología integral también está hecha de simples gestos cotidianos donde rompemos la lógica de la violencia, del  aprovechamiento, del egoísmo».19

Mi llamamiento

6. La construcción de la paz mediante la no violencia activa es un elemento necesario y coherente del continuo esfuerzo de la Iglesia para limitar el uso de la fuerza por medio de las normas morales, a través de su participación en las instituciones internacionales y gracias también a la aportación competente de tantos cristianos en la elaboración de normativas a todos los niveles. Jesús mismo nos ofrece un «manual» de esta estrategia de construcción de la paz en el así llamado Discurso de la montaña.

Las ocho bienaventuranzas (cf. Mt 5,3-10) trazan el perfil de la persona que podemos definir bienaventurada, buena y auténtica. Bienaventurados los mansos —dice Jesús—, los misericordiosos, los que trabajan por la paz, y los puros de corazón, los que tienen hambre y sed de la justicia.

Esto es también un programa y un desafío para los líderes políticos y religiosos, para los responsables de las instituciones internacionales y los dirigentes de las empresas y de los medios de comunicación de todo el mundo: aplicar las bienaventuranzas en el desempeño de sus propias responsabilidades.

Es el desafío de construir la sociedad, la comunidad o la empresa, de la que son responsables, con el estilo de los trabajadores por la paz; de dar muestras de misericordia, rechazando descartar a las personas, dañar el ambiente y querer vencer a cualquier precio. Esto exige estar dispuestos a «aceptar sufrir el conflicto, resolverlo y transformarlo en el eslabón de un nuevo proceso».20

Trabajar de este modo significa elegir la solidaridad como estilo para realizar la historia y construir la amistad social.

La no violencia activa es una manera de mostrar verdaderamente cómo, de verdad, la unidad es más importante y fecunda que el conflicto. Todo en el mundo está íntimamente interconectado.21

Puede suceder que las diferencias generen choques: afrontémoslos de forma constructiva y no violenta, de manera que «las tensiones y los opuestos [puedan] alcanzar una unidad pluriforme que engendra nueva vida», conservando «las virtualidades valiosas de las polaridades en pugna».22

La Iglesia Católica acompañará todo tentativo de construcción de la paz también con la no violencia activa y creativa. El 1 de enero de 2017 comenzará su andadura el nuevo Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, que ayudará a la Iglesia a promover, con creciente eficacia, «los inconmensurables bienes de la justicia, la paz y la protección de la creación» y de la solicitud hacia los emigrantes, «los necesitados, los enfermos y los excluidos, los marginados y las víctimas de los conflictos armados y de las catástrofes naturales, los encarcelados, los desempleados y las víctimas de cualquier forma de esclavitud y de tortura».23

En conclusión

7. Como es tradición, firmo este Mensaje el 8 de diciembre, fiesta de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María. María es Reina de la Paz. En el Nacimiento de su Hijo, los ángeles glorificaban a Dios deseando paz en la tierra a los hombres y mujeres de buena voluntad (cf. Lc 2,14).

Pidamos a la Virgen que sea ella quien nos guíe. «Todos deseamos la paz; muchas personas la construyen cada día con pequeños gestos; muchos sufren y soportan pacientemente la fatiga de intentar edificarla».24

En el 2017, comprometámonos con nuestra oración y acción a ser personas que aparten de su corazón, de sus palabras y de sus gestos la violencia, y a construir comunidades no violentas, que cuiden de la casa común. «Nada es imposible si nos dirigimos a Dios con nuestra oración. Todos podemos ser artesanos de la paz».25

Vaticano, 8 de diciembre de 2016


Francisco

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Notas

1 Exhort. ap. Evangelii gaudium, 228.

2 Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1968.

3 «Leyenda de los tres compañeros»: Fonti Francescane, n. 1469.

4 Angelus (18 febrero 2007).

5 Ibíd.

6 Ibíd.

7 Discurso al recibir el Premio Nobel de la Paz (11 diciembre 1979).

8 Homilía en Santa Marta, «El camino de la paz» (19 noviembre 2015).

9 Homilía en la canonización de la beata Madre Teresa de Calcuta (4 septiembre 2016).

10 N. 23.

11 Ibíd.

12 Discurso, Audiencia interreligiosa (3 noviembre 2016).

13 Discurso a los participantes al tercer Encuentro Mundial de los Movimientos Populares (5 noviembre 2016).

14 Cf. Discurso en el Encuentro interreligioso con el Jeque de los musulmanes del Cáucaso y con representantes de las demás comunidades religiosas del país, Bakú (2 octubre 2016).

15 Discurso, Asís (20 septiembre 2016).

16 Cf. Exhort. ap. postsin. Amoris laetitia, 90-130.

17 Ibíd., 133.194.234.

18 Cf. Mensaje con ocasión de la Conferencia sobre el impacto humanitario de las armas atómicas (7 diciembre 2014).

19 Carta Enc. Laudato si’, 230.

20 Exhort. ap. Evangelii gaudium, 227.

21 Cf. Carta Enc. Laudato si’, 16.117.138.

22 Exhort. ap. Evangelii gaudium, 228.

23 Carta apostólica en forma de «Motu Proprio» con la que se instituye el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral (17 agosto 2016).

24 Regina Coeli, Belén (25 mayo 2014).

25 Llamamiento, Asís (20 septiembre 2016).