jueves, 31 de diciembre de 2015

EL PAPA FRANCISCO DIRIGIÓ ESTE SALUDO DE CORAZÓN POR EL AÑO NUEVO 2016


El Papa Francisco dirigió este "saludo de corazón" por el Año Nuevo 2016



 (ACI).- Al finalizar la Audiencia General de hoy, el Papa Francisco agradeció todas las felicitaciones de Navidad que ha recibido de distintas partes del mundo y dirigió un especial saludo de Año Nuevo.

"Agradezco a cuantos me han mostrado su cercanía espiritual y me han expresado sus felicitaciones para la Navidad y el Año Nuevo. Yo también de corazón les deseo a todos, a sus familias, en especial a los que se sienten solos, que en la fe puedan experimentar profundamente la presencia del recién nacido Hijo de Dios en sus vidas y gozar su amor, su paz y su alegría ¡Feliz Año Nuevo!", dijo el Papa.



Previamente en su última catequesis del año 2015, pidió a todos abrir al Niño Jesús "nuestros corazones y nuestros hogares, dispensando los dones de su amor en el mundo!" 

Antes de su Bendición Apostólica, dirigió estas palabras a los jóvenes, los enfermos y recién casados:

"Que el icono del Nacimiento que contemplamos en estos días los ayude a ustedes, queridos jóvenes, a imitar a la Sagrada Familia, modelo del amor verdadero. Que los sostenga a ustedes, queridos enfermos, a ofrecer sus sufrimientos, en unión con los de Jesús, por la salvación del mundo. Que los aliente a ustedes, queridos recién casados, a edificar su hogar en la roca de la Palabra de Dios, haciendo que sea, con el ejemplo del hogar de Nazaret, un lugar acogedor, lleno de amor, de comprensión y de perdón".

25 AGENTES PASTORALES FUERON ASESINADOS EN TODO EL MUNDO DURANTE EL 2015


25 agentes pastorales fueron asesinados en todo el mundo durante 2015



 (ACI).- La agencia vaticana Fides ha contabilizado un total de 25 agentes pastorales –entre sacerdotes, religiosas y laicos– que fueron asesinados durante 2015, tres más que el año pasado. Por séptimo año consecutivo, advierte, el continente más afectado por la violencia ha sido América.

“La estela de agentes pastorales asesinados en esta etapa histórica de la humanidad revela un aumento sin precedentes”, señaló Fides, añadiendo que “los cristianos asesinados en este año, que nuestra agencia regularmente contabiliza, pertenecen a cuatro continentes”.

“América, ya por siete años consecutivos tiene la triste primacía con ocho agentes pastorales asesinados. Seguida por Asia con siete, África con cinco y finalmente Europa con dos sacerdotes asesinados en España”, contabilizó.



Se trata de 13 sacerdotes, 4 religiosas y cinco laicos. En América fueron asesinados 7 sacerdotes y una religiosa; en Asia 1 sacerdote, dos religiosas y 4 laicos; en África 3 sacerdotes y una religiosa; y en Europa dos sacerdotes españoles.

“Estos números son solo la punta del iceberg de la persecución global de cristianos”, aseguró en la nota de Fides el P. Vito del Prete, señalando que “ISIS (Estado Islámico), Boko Haram, la discriminación en varios países donde la religión es un tema de Estado, hacen que ser cristiano sea difícil y heroico, sujeto de ataques y masacres”.

De acuerdo a las cifras de la agencia vaticana, del 2000 al 2015 han sido asesinados a nivel mundial 396 agentes pastorales, incluyendo a 5 obispos.

Fides expresó además su preocupación por el destino de otros agentes pastorales que fueron secuestrados o desaparecidos, “de los cuales no hemos tenido ninguna noticia”.

Entre estos, consideraron a los tres sacerdotes Agustinos de la Asunción secuestrados en la República Democrática del Congo en 2012; el sacerdote jesuita Paolo Dall'Oglio, secuestrado en Siria en 2013; y el sacerdote franciscano Dhiya Azziz, sacerdote en Siria del que no se tienen noticias desde el 23 de diciembre de este año.

PAPA FRANCISCO REVELA QUE LE GUSTA LA MÚSICA Y PROPONE UN CONSEJO DE SAN AGUSTÍN PARA SER FELIZ


El Papa revela que le gusta la música y propone un consejo de San Agustín para ser feliz
Por Alvaro de Juana



(ACI).- En un emotivo y simpático encuentro, el Papa Francisco recibió este último día del año 2015 a los Pueri Cantores (“Niños Cantores”), que han participado en un Congreso Internacional. El Aula Pablo VI del Vaticano albergó a 6 mil niños y jóvenes que conforman 127 coros de 18 países.

En el encuentro, algunos de ellos cantaron y después de una breve presentación, el Santo Padre fue escuchando las preguntas que le hicieron. Mientras, Francisco tomaba notas en unas hojas para responder después de manera improvisada.

En sus respuestas, el Pontífice reveló algunos aspectos desconocidos hasta ahora de su vida, como que de mayor quiso ser carnicero, o que su madre les ponía a él y a sus hermanos delante de la radio todos los sábados para escuchar ópera.


El Papa también habló de la figura del cantor y de la necesidad de estar alegres y no enfardarse, porque esto es una enfermedad que envenena el alma y advirtió que hay personas que están enfadadas siempre y esto es un peligro.

“Me gusta cantar, pero si yo cantase parecería un asno porque no se cantar, ni siquiera se hablar bien porque tengo un defecto en el modo de hablar, no en la fonética”, dijo riéndose al comienzo de su discurso.

El Papa contó a continuación una anécdota familiar: “desde niño, nosotros somos cinco hermanos, nuestra madre el sábado, a las 14 horas de la tarde, nos hacía sentar delante de la radio para escuchar. ¿Qué escuchábamos? Todos los sábados se hacía la retransmisión de una ópera y nuestra madre nos enseñaba cómo era esta ópera. ‘Miren cómo se hace esto’. Desde niño he sentido el placer de escuchar cantar, pero nunca he podido cantar. En su lugar, uno de mis abuelos, que era carpintero, mientras trabajaba cantaba siempre. El placer de sentir cantar me viene desde niño”.

“Me gusta mucho la música y el canto” repitió con una sonrisa. “Os digo una cosa: el canto educa el alma, el canto hace bien al alma. Por ejemplo, cuando una madre quiere dormir a su niño no le dice ‘¡uno, dos, tres, cuatro!’. Le canta una nana, le hace bien al alma y el niño se queda tranquilo y se duerme”, explicó.

Francisco señaló que “San Agustín dice una frase muy bonita que cada uno de ustedes debe aprender en su propia lengua. Hablando de la vida cristiana, de la alegría de la vida cristiana dice así: ‘canta y camina’. La vida cristiana es un camino, pero no triste, sino alegre y por eso canta”. “No lo olviden”, les pidió, “que cada uno lo diga en su lengua: ‘¡canta y camina!’ Así tu alma gozará más de la alegría del Evangelio”.

EXISTE EL DEMONIO Y HAY UNA GUERRA CONTRA LA VERDAD Y LA VIDA, ADVIERTE EL PAPA FRANCISCO


Existe el demonio y hay una guerra contra la verdad y la vida, advierte el Papa Francisco
Por Alvaro de Juana



 (ACI).- El Papa Francisco habló hoy en el Vaticano de la existencia de una lucha entre el bien y el mal, que no es otra que “la del demonio contra Dios”.

Al recibir esta mañana en el Aula Pablo VI a seis mil “Niños Cantores” de 127 coros y 18 países, Francisco recordó que hasta el final de los tiempos existirá esa maldad, pero también aseguró que Dios hace muchas cosas buenas y denunció que la televisión parece empeñada en ocultarlas.

“Hay mucha gente que sufre en el mundo hoy: hay guerras, en África, en Oriente Medio, donde ha nacido Jesús, en Ucrania… en muchos sitios, en América latina…”, dijo sobre la situación actual del mundo.

El Papa explicó que las guerras causan “pobreza, dolor, mal” y pidió a los jóvenes cantores que piensen en los niños que lo sufren.



“Hay niños que no tienen qué comer en el mundo, que no pueden ir a la escuela por la guerra, la pobreza o porque no las hay. Hay niños que cuando se enferman no pueden ir al hospital. Recen por estos niños”.

“¿El mundo será siempre así?”, se preguntó.  “Puede mejorar, pero hay algo de lo que no gusta hablar, pero se debe hablar. En el mundo existe la lucha entre el bien y el mal, dicen los filósofos. Es la lucha entre el demonio y Dios. Esto existe todavía. Cuando a cada uno de nosotros le vienen las ganas de hacer una maldad. Esa pequeña maldad es una inspiración del diablo. Que a través de la debilidad que ha dejado en nosotros el pecado original te lleva a esto. Se hace el mal en las pequeñas cosas como en las cosas grandes”, señaló.

“Es una guerra contra la verdad de Dios, la verdad de la vida, contra la alegría. Esta lucha entre el diablo y Dios dice la Biblia que continuará hasta el fin”, explicó.

“Todos tenemos dentro un campo de batalla, se lucha entre el bien y el mal, tenemos tentaciones, y tenemos que hablar con los párrocos o los catequistas sobre estas cosas para conocer el bien”.

Francisco también dijo que existen muchas cosas buenas en el mundo. “¿Por qué estas cosa no se publicitan? Parece que a la gente le gusta más ver noticias malas y feas”.

Puso de ejemplo África, donde también hay “misioneros, sacerdotes, religiosas, que han dejado toda su vida allí predicando el Evangelio, en pobreza”.

Estas cosas no se ven en la televisión porque “hay esta atracción por el mal, parece que gusta más ver las cosas feas que las cosas buenas y grandes”. “El diablo hace de las suyas, pero también Dios hace de las suyas y hay mucha gente santa en el mundo, en el trabajo, en las familias, mucho abuelos… y esto no se ve en la televisión porque esto no da rating o audiencia, no da publicidad”, aseguró.

Parece “que con las cosas buenas la gente se aburre, o no saben presentar bien las cosas buenas”, denunció. “Cuando vean ustedes la televisión en su casa recuerden esto: hay una lucha entre el bien y el mal” es “la lucha entre Dios y el diablo”. “Pero hay mucha gente santa, que da la vida por ayudar a los otros”.

“¿Por qué en la televisión no se ven monjas de clausura que se pasan la vida rezando por nosotros? Esto no interesa, quizás interesan más los joyeros de una vida importante que se hacen ver, las cosas que se hacen vanidad. No nos dejemos engañar. En el mundo hay cosas, feas, feas, feas, es el trabajo del diablo contra Dios, pero hay cosas santas, grandes cosas que son la obra de Dios. Existen los santos escondidos, aquellos que no vemos”. 

FELIZ AÑO SANTO 2016 - PENSAMIENTO DEL PAPA FRANCISCO


sábado, 26 de diciembre de 2015

PAPA FRANCISCO PIDE ACABAR CON LAS GUERRAS, AYUDAR A LOS REFUGIADOS Y PROTEGER A LOS DÉBILES


El Papa pide acabar con las guerras, ayudar a los refugiados y proteger a los más débiles



 (ACI).- El Papa Francisco dirigió este viernes su mensaje Urbi et Orbi (a la ciudad y al mundo) con ocasión de la fiesta de Navidad. En él aseguró que solo el Señor “nos puede salvar”. “Sólo la misericordia de Dios puede liberar a la humanidad de tantas formas de mal, a veces monstruosas, que el egoísmo genera en ella. La gracia de Dios puede convertir los corazones y abrir nuevas perspectivas para realidades humanamente insuperables”.

El Papa Francisco impartió a las 12 horas de Roma la tradicional bendición desde el balcón de la Basílica de San Pedro y también recordó a los cristianos perseguidos y todos aquellos que sufren conflictos en diversos países del mundo como Irak, Siria, Ucrania, países de África, Libia, Líbano Burundi. Pidió que los israelíes y palestinos retomen los diálogos de paz y lleguen a acuerdos que les permitan vivir en armonía y recordó especialmente a los golpeados por “los atroces actos terroristas” en París, Egipto y otros lugares.


A continuación, el mensaje completo del Papa Francisco durante la Bendición Urbi et Orbi en la Solemnidad de Navidad:

Queridos hermanos y hermanas, feliz Navidad.

Cristo nos ha nacido, exultemos en el día de nuestra salvación.

Abramos nuestros corazones para recibir la gracia de este día, que es Él mismo: Jesús es el «día» luminoso que surgió en el horizonte de la humanidad. El día de la misericordia, en el cual Dios Padre ha revelado a la humanidad su inmensa ternura. Día de luz que disipa las tinieblas del miedo y de la angustia. Día de paz, en el que es posible encontrarse, dialogar, reconciliarse. Día de alegría: una «gran alegría» para los pequeños y los humildes, para todo el pueblo (cf. Lc 2,10).



En este día, ha nacido de la Virgen María Jesús, el Salvador. El pesebre nos muestra la «señal» que Dios nos ha dado: «un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre» (Lc 2,12). Como los pastores de Belén, también nosotros vamos a ver esta señal, este acontecimiento que cada año se renueva en la Iglesia. La Navidad es un acontecimiento que se renueva en cada familia, en cada parroquia, en cada comunidad que acoge el amor de Dios encarnado en Jesucristo. Como María, la Iglesia muestra a todos la «señal» de Dios: el niño que ella ha llevado en su seno y ha dado a luz, pero que es el Hijo del Altísimo, porque «proviene del Espíritu Santo» (Mt 1,20). Por eso es el Salvador, porque es el Cordero de Dios que toma sobre sí el pecado del mundo (cf. Jn 1,29). Junto a los pastores, postrémonos ante el Cordero, adoremos la Bondad de Dios hecha carne, y dejemos que las lágrimas del arrepentimiento llenen nuestros ojos y laven nuestro corazón.

Sólo él, sólo él nos puede salvar. Sólo la misericordia de Dios puede liberar a la humanidad de tantas formas de mal, a veces monstruosas, que el egoísmo genera en ella. La gracia de Dios puede convertir los corazones y abrir nuevas perspectivas para realidades humanamente insuperables.

Donde nace Dios, nace la esperanza. Donde nace Dios, nace la paz. Y donde nace la paz, no hay lugar para el odio ni para la guerra. Sin embargo, precisamente allí donde el Hijo de Dios vino al mundo, continúan las tensiones y las violencias y la paz queda como un don que se debe pedir y construir. Que los israelíes y palestinos puedan retomar el diálogo directo y alcanzar un entendimiento que permita a los dos pueblos convivir en armonía, superando un conflicto que les enfrenta desde hace tanto tiempo, con graves consecuencias para toda la región.

Pidamos al Señor que el acuerdo alcanzado en el seno de las Naciones Unidas logre cuanto antes acallar el fragor de las armas en Siria y remediar la gravísima situación humanitaria de la población extenuada. Es igualmente urgente que el acuerdo sobre Libia encuentre el apoyo de todos, para que se superen las graves divisiones y violencias que afligen el país. Que toda la Comunidad internacional ponga su atención de manera unánime en que cesen las atrocidades que, tanto en estos países como también en Irak, Yemen y en el África subsahariana, causan todavía numerosas víctimas, provocan enormes sufrimientos y no respetan ni siquiera el patrimonio histórico y cultural de pueblos enteros. Quiero recordar también a cuantos han sido golpeados por los atroces actos terroristas, particularmente en las recientes masacres sucedidas en los cielos de Egipto, en Beirut, París, Bamako y Túnez.

Que el Niño Jesús les dé consuelo y fuerza a nuestros hermanos, perseguidos por causa de su fe en distintas partes del mundo. Son nuestros mártires de hoy.

Pidamos Paz y concordia para las queridas poblaciones de la República Democrática del Congo, de Burundi y del Sudán del Sur para que, mediante el diálogo, se refuerce el compromiso común en vista de la edificación de sociedades civiles animadas por un sincero espíritu de reconciliación y de comprensión recíproca.

Que la Navidad lleve la verdadera paz también a Ucrania, ofrezca alivio a quienes padecen las consecuencias del conflicto e inspire la voluntad de llevar a término los acuerdos tomados, para restablecer la concordia en todo el país.

Que la alegría de este día ilumine los esfuerzos del pueblo colombiano para que, animado por la esperanza, continúe buscando con tesón la anhelada paz.

Donde nace Dios, nace la esperanza¸ y donde nace la esperanza, las personas encuentran la dignidad. Sin embargo, todavía hoy muchos hombres y mujeres son privados de su dignidad humana y, como el Niño Jesús, sufren el frío, la pobreza y el rechazo de los hombres.

Que hoy llegue nuestra cercanía a los más indefensos, sobre todo a los niños soldado, a las mujeres que padecen violencia, a las víctimas de la trata de personas y del narcotráfico.

Que no falte nuestro consuelo a cuantos huyen de la miseria y de la guerra, viajando en condiciones muchas veces inhumanas y con serio peligro de su vida.

Que sean recompensados con abundantes bendiciones todos aquellos, personas privadas o Estados, que trabajan con generosidad para socorrer y acoger a los numerosos emigrantes y refugiados, ayudándoles a construir un futuro digno para ellos y para sus seres queridos, y a integrarse dentro de las sociedades que los reciben.

Que en este día de fiesta, el Señor vuelva a dar esperanza a cuantos no tienen trabajo y sostenga el compromiso de quienes tienen responsabilidades públicas en el campo político y económico para que se empeñen en buscar el bien común y tutelar la dignidad toda vida humana.

Donde nace Dios, florece la misericordia. Este es el don más precioso que Dios nos da, particularmente en este año jubilar, en el que estamos llamados a descubrir la ternura que nuestro Padre celestial tiene con cada uno de nosotros.

Que el Señor conceda, especialmente a los presos, la experiencia de su amor misericordioso que sana las heridas y vence el mal. Y de este modo, hoy todos juntos exultemos en el día de nuestra salvación. Contemplando el portal de Belén, fijemos la mirada en los brazos de Jesús que nos muestran el abrazo misericordioso de Dios, mientras escuchamos el gemido del Niño que nos susurra: «Por mis hermanos y compañeros voy a decir: “La paz contigo”» (Sal 121 [122], 8).

EL PAPA FRANCISCO EN NOCHEBUENA: HOY HA NACIDO EL HIJO DE DIOS, TODO CAMBIA, YA NO ESTAMOS SOLOS


El Papa en Nochebuena: Hoy ha nacido el Hijo de Dios, todo cambia, ya no estamos solos




(ACI).- El Papa Francisco presidió a las 21:30 horas de Roma, en la Basílica de San Pedro del Vaticano, la Santa Misa de la Noche del Nacimiento del Señor.

En la homilía, el Pontífice recordó el sentido último de la Navidad: "hoy ha nacido el Hijo de Dios: todo cambia. El Salvador del mundo viene a compartir nuestra naturaleza humana, no estamos ya solos ni abandonados".

El Papa invitó a no estar tristes puesto que “la promesa se ha cumplido, por fin se ha realizado. El gozo y la alegría nos aseguran que el mensaje contenido en el misterio de esta noche viene verdaderamente de Dios”.

El Papa aseguró que no hay lugar para la duda y únicamente son los escépticos aquellos que “interrogando sólo a la razón, no encuentran nunca la verdad”.



“El Salvador del mundo viene a compartir nuestra naturaleza humana, no estamos ya solos ni abandonados”, dijo Francisco. “En esta noche se nos muestra claro el camino a seguir para alcanzar la meta. Ahora tiene que cesar el miedo y el temor, porque la luz nos señala el camino hacia Belén, agregó.

Francisco pidió a los fieles dejarse abrazar por el Niño Jesús y “tener un comportamiento sobrio, es decir, sencillo, equilibrado, lineal, capaz de entender y vivir lo que es importante” en un mundo “de consumo y de placeres, de abundancia y de lujo, de apariencia y de narcisismo”.

Texto completo de la homilía del Papa Francisco en la Santa Misa de Nochebuena:

En esta noche brilla una «luz grande» (Is 9,1); sobre nosotros resplandece la luz del nacimiento de Jesús. Qué actuales y ciertas son las palabras del profeta Isaías, que acabamos de escuchar: «Acreciste la alegría, aumentaste el gozo» (Is 9,2). Nuestro corazón estaba ya lleno de alegría mientras esperaba este momento; ahora, ese sentimiento se ha incrementado hasta rebosar, porque la promesa se ha cumplido, por fin se ha realizado. El gozo y la alegría nos aseguran que el mensaje contenido en el misterio de esta noche viene verdaderamente de Dios. No hay lugar para la duda; dejémosla a los escépticos que, interrogando sólo a la razón, no encuentran nunca la verdad. No hay sitio para la indiferencia, que se apodera del corazón de quien no sabe querer, porque tiene miedo de perder algo. La tristeza es arrojada fuera, porque el Niño Jesús es el verdadero consolador del corazón.

Hoy ha nacido el Hijo de Dios: todo cambia. El Salvador del mundo viene a compartir nuestra naturaleza humana, no estamos ya solos ni abandonados. La Virgen nos ofrece a su Hijo como principio de vida nueva. La luz verdadera viene a iluminar nuestra existencia, recluida con frecuencia bajo la sombra del pecado. Hoy descubrimos nuevamente quiénes somos. En esta noche se nos muestra claro el camino a seguir para alcanzar la meta. Ahora tiene que cesar el miedo y el temor, porque la luz nos señala el camino hacia Belén. No podemos quedarnos inermes. No es justo que estemos parados. Tenemos que ir y ver a nuestro Salvador recostado en el pesebre. Este es el motivo del gozo y la alegría: este Niño «ha nacido para nosotros», «se nos ha dado», como anuncia Isaías (cf. 9,5). Al pueblo que desde hace dos mil años recorre todos los caminos del mundo, para que todos los hombres compartan esta alegría, se le confía la misión de dar a conocer al «Príncipe de la paz» y ser entre las naciones su instrumento eficaz.

Cuando oigamos hablar del nacimiento de Cristo, guardemos silencio y dejemos que ese Niño nos hable; grabemos en nuestro corazón sus palabras sin apartar la mirada de su rostro. Si lo tomamos en brazos y dejamos que nos abrace, nos dará la paz del corazón que no conoce ocaso. Este Niño nos enseña lo que es verdaderamente importante en nuestra vida. Nace en la pobreza del mundo, porque no hay un puesto en la posada para Él y su familia. Encuentra cobijo y amparo en un establo y viene recostado en un pesebre de animales. Y, sin embargo, de esta nada brota la luz de la gloria de Dios. Desde aquí, comienza para los hombres de corazón sencillo el camino de la verdadera liberación y del rescate perpetuo. De este Niño, que lleva grabados en su rostro los rasgos de la bondad, de la misericordia y del amor de Dios Padre, brota para todos nosotros sus discípulos, como enseña el apóstol Pablo, el compromiso de «renunciar a la impiedad» y a las riquezas del mundo, para vivir una vida «sobria, justa y piadosa» (Tt 2,12).

En una sociedad frecuentemente ebria de consumo y de placeres, de abundancia y de lujo, de apariencia y de narcisismo, Él nos llama a tener un comportamiento sobrio, es decir, sencillo, equilibrado, lineal, capaz de entender y vivir lo que es importante. En un mundo, a menudo duro con el pecador e indulgente con el pecado, es necesario cultivar un fuerte sentido de la justicia, de la búsqueda y el poner en práctica la voluntad de Dios. Ante una cultura de la indiferencia, que con frecuencia termina por ser despiadada, nuestro estilo de vida ha de estar lleno de piedad, de empatía, de compasión, de misericordia, que extraemos cada día del pozo de la oración.

Que, al igual que el de los pastores de Belén, nuestros ojos se llenen de asombro y maravilla al contemplar en el Niño Jesús al Hijo de Dios. Y que, ante Él, brote de nuestros corazones la invocación: «Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación» (Sal 85,8).