viernes, 4 de septiembre de 2015

PAPA FRANCISCO NOS DICE QUE ES MEJOR MORDERSE LA LENGUA QUE HABLAR MAL DE OTRO


Francisco en Sta. Marta: 'Es mejor morderse la lengua que hablar mal de otro"
El Santo padre en su homilía cotidiana recuerda que Jesús pacificaba. En cambio la división y zizaña es obra del diablo


Ciudad del Vaticano, 04 de septiembre de 2015 (ZENIT.org) 




Jesús pacificaba y reconciliaba, en cambio en la actualidad en la Iglesia existe el peligro de sembrar divisiones y poner zizaña. Lo indicó este viernes el papa Francisco en su homilía de la misa cotidiana que celebra en la Residencia Santa Marta.

Refiriéndose a la carta a los Colosenses, san Pablo muestra el documento de identidad de Jesús: “El Padre lo ha enviado para 'reconciliar y pacificar' a la humanidad con Dios después del pecado".

“La paz es obra de Jesús” dijo el Papa, de su “abajarse para obedecer hasta la muerte y muerte de cruz”. “Y cuando hablamos --prosiguió el Santo Padre-- de paz o de reconciliación, pequeñas paces, pequeñas reconciliaciones, tenemos que pensar a la gran paz y a la gran reconciliación que ha hecho Jesús”.

Nuestra tarea, indicó, en medio a las noticias de guerra, de odio y también sobre las familias es “ser hombres y mujeres de paz, hombres y mujeres de reconciliación”. Y es bueno que nos preguntemos, indicó Fancisco: “¿Siembro yo la paz?, por ejemplo con mi lengua siembro paz o zizania?

Cuantas veces hemos oído decir de una persona: 'Ese tiene una lengua de serpiente', porque hace como la serpiente con Adán y Eva, ha destruido la paz. Y esto es un mal, una enfermedad en nuestra Iglesia: sembrar la división, el odio, y no la paz. Y todos los días deberíamos hacernos esta pregunta: ¿Yo hoy he sembrado paz o zizaña. Quien lleva la paz es santo y quien la discordia terrorista.

Los cristianos por lo tanto están llamadas a ser como Jesús, que “vino entre nosotros para pacificar, para reconciliar”.

Y consideró que “si una persona durante su vida no hace otra cosa que reconciliar y pacificar se la puede canonizar, esa persona es santa. Pero debemos crecer en ésto, convertirnos: nunca una palabra que sea para dividir, nunca una palabra que traiga guerra o pequeñas guerras, nunca las habladurías”.

Y sobre los chismes o chismorreos el Santo Padre quiso precisar: “Y si yo pienso: ¿Qué son los chismes? No, nada, solo decir una palabrita contra el otro o contar una histora”. Entonces subrayó: “No, las habladurías son terrorismo, porque quien chismorrea hace como un terrorista que tira una bomba y se va. Destruye, con la lengua destruye y no trae la paz. Pero es astuto, porque no es un terrorista suicida, no, no, él se protege bien”.

Así, el Papa hizo una invitación: Cada vez que les venga ganas de decir algo que siembra zizaña, prosiguió Francisco, “muérdanse la lengua”. Y les aseguro que si hacen este ejercicio de morderse la lengua en vez de sembrar zizaña, “los primeros tiempos sentirán que se les hinchará la lengua”. E invitó a no olvidarse que “el diablo tiene como oficio, dividir”.

La oración final propuesta por el Pontífice fue: “Señor, tu que nos has dado la vida dadme la gracia de pacificar, de reconciliar. Tu has derramado tu sangre, que no me importe si se me hincha la lengua cuando la muerda antes de hablar mal de otro”.

(Texto traducido y adaptado de la versión italiana de Radio Vaticano)

(04 de septiembre de 2015) © Innovative Media Inc.

miércoles, 2 de septiembre de 2015

INTENCIONES DE ORACIÓN DEL PAPA FRANCISCO PARA EL MES DE SEPTIEMBRE 2015


PAPA FRANCISCO: SEÑOR, ENSÉÑANOS A CONTEMPLARTE EN LA BELLEZA DEL UNIVERSO


Francisco: 'Señor, enséñanos a contemplarte en la belleza del universo'
El Santo Padre presidió en la basílica de San Pedro la liturgia de la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación




Roma, 01 de septiembre de 2015 (ZENIT.org) Sergio Mora


En la basílica de San Pedro, el papa Francisco vistiendo paramentos color crema y dorado presidió la liturgia de la palabra con motivo de la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación.

El Santo Padre abrió la ceremonia diciendo: “Señor Dios, uno y trino, comunidad estupenda de amor infinito, enséñanos a contemplarte en la belleza del universo, en donde todo nos habla de ti”. Y pidió: “Despierta nuestra alabanza y gratitud por cada ser que has creado. Danos la gracia de sentirnos íntimanente unidos con todo lo que existe”.

Solicitó al 'Dios del amor' que nos muestre el mundo “como instrumento de tu cariño por todos los seres de esta tierra, porque tu no te olvidas ni de uno solo de éstos”. Y realizó el siguiente llamado: Ilumina a los patrones del poder y del dinero para que no caigan en el pecado de la indiferencia, amen el bien común, promuevan a los débiles y cuiden este mundo en el cual vivimos”.

Y tras recordar que los pobres y la tierra están gritando, dijo: “Señor, tómanos con tu poder y tu luz, para proteger cada vida, para preparar un futuro mejor, para que venga tu reino de justicia, de paz, de amor y de belleza”.

Poco después una lectora recitó la oración Laudato si' escrita por san Francisco de Asís, alabando el agua, los astros y lo creado, mientras se escuchaba de fondo una música de arpa.

Después de la proclamación del Evangelio de Mateo, el predicador de la Casa Pontificia, el padre Raniero Cantalamessa, pronunció una homilía en la que explicó como “la fe en un Dios creador y en el hombre hecho a imagen de Dios” no es “una amenaza”, sino más bien “una garantía para la creación, y la más fuerte de todas”.

En sus palabras, pronunciadas durante la liturgia de la palabra, añadió que “el hombre non es el dueño absoluto de las demás criaturas; tiene que rendir cuentas de lo que ha recibido”. “La tierra es el talento que hemos recibido todos juntos y del que tenemos que rendir cuentas”, insistió.

Así, el fraile franciscano señaló que las palabras de Jesús hoy está dirigidas también a todos nosotros. “Dicen: ¡No se preocupen por su futuro, sino preocúpense por el futuro de los que vendrán después de ustedes!” “El Evangelio nos quiere desapegados de los bienes terrenales, pero cuando se trata del prójimo ni siquiera quiere oír hablar de desinterés y de vivir al día”, prosiguió.

“Nadie puede servir seriamente a la causa del cuidado de la creación si no tiene el coraje de señalar con el dedo a la acumulación exagerada de la riqueza en manos de unos pocos y en contra del dinero que es la medida”, subrayó el P. Canatalamessa en su meditación.

El Santo Padre, presentó el 18 de junio pasado la encíclica Laudato Si', en defensa de la creación, dando un enfoque integral sobre la ecología que pone al hombre y a la vida en el centro, y el 10 de agosto pidió que todos los años el 1 de septiembre se celebre esta jornada. Francisco explicó que ha acogido la iniciativa del Patriarcado Ecuménico, que desde 1989 cada año reza por el medio ambiente.

El Pontífice recordó  una vez más que como cristianos, “queremos ofrecer nuestra contribución para superar la crisis ecológica que está viviendo la humanidad”. Para ello --aseguró-- debemos ante todo extraer de nuestro rico patrimonio espiritual las motivaciones que alimentan la pasión por el cuidado de la creación.

(01 de septiembre de 2015) © Innovative Media Inc.

martes, 1 de septiembre de 2015

HOY ES LA JORNADA MUNDIAL DE ORACIÓN POR EL CUIDADO DE LA CREACIÓN, 1 DE SEPTIEMBRE 2015


JORNADA MUNDIAL DE ORACIÓN
POR EL CUIDADO DE LA CREACIÓN
1 DE SEPTIEMBRE 2015


Hoy, martes 1° de septiembre, la Iglesia Universal celebrará la primera Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación, junto a los hermanos de la Iglesia Ortodoxa. El Papa invita a los católicos a organizar oraciones e iniciativas concretas para combatir la crisis ambiental que enfrenta nuestro planeta.

Las Iglesias locales de todo el mundo han organizado eventos de reflexión sobre nuestros estilos de vida que afectan el medio ambiente. 

En esta Jornada, el Papa Francisco presidirá una celebración especial de la liturgia de la palabra, en la Basílica de San Pedro a las 17:00 (la transmitiremos en directo).

MEDITACIÓN DE LA HOMILÍA DE HOY MARTES 1 DE SEPTIEMBRE DEL PAPA FRANCISCO


HOMILÍA DEL MARTES: EL SEÑOR VENDRÁ A JUZGARNOS, PERO TAMBIÉN A ABRAZARNOS PARA QUE ESTEMOS SIEMPRE CON ÉL




Queridos amigos, hoy recomienzan las Misas del Papa Francisco en Santa Marta, después de la pausa de verano. Les ofrecemos la síntesis de la bella homilía de hoy, en la que el Papa nos exhorta a mantener viva la esperanza de que veremos a Jesús, y a consolarnos y ayudarnos los unos a los otros con obras buenas:

Una fe cierta en el encuentro final con Cristo más fuerte que la duda y tan firme que alegre cada jornada no se enraíza en las palabrerías y futilidades, sino en la “consolación” que los cristianos saben darse “recíprocamente” en Jesús.

El Papa Francisco consideró el comportamiento de la antigua comunidad de Tesalónica, a la que se refiere el pasaje de la carta de San Pablo propuesta por la liturgia del día. Una comunidad “inquieta” – dijo – que preguntaba al Apóstol acerca del “cómo” y del “cuándo” del regreso de Cristo, así como qué destino les tocaría a los muertos.

Las palabrerías no consuelan

El Papa Francisco destacó que San Pablo afirma que el “día del Señor” llegará al improviso “como un ladrón”, pero también añade que Jesús vendrá a traer la salvación a quien cree en Él. Y concluye: “Consuélense recíprocamente y sean de ayuda unos a otros”. Y es precisamente este consuelo – reafirmó el Papa – “el que da la esperanza”:

“Éste es el consejo: ‘Consuélense. Consuélense recíprocamente. Hablar de esto: pero yo les pregunto: ¿nosotros hablamos de esto, que el Señor vendrá, que nosotros nos encontraremos con Él? ¿O hablamos de tantas cosas, incluso de teologías, de cosas de Iglesia, de curas, de monjas, de monseñores, todo esto?" 

"Y nuestro consuelo ¿es esta esperanza? ‘Consuélense recíprocamente’: consuélense en comunidad. En nuestras comunidades, en nuestras parroquias, ¿se habla de que estamos en espera del Señor que viene? ¿O se habla de esto, de aquello, de aquella, para pasar un poco el tiempo y no aburrirse demasiado?”.

El Juicio y el abrazo

En el Salmo responsorial – prosiguió diciendo el Pontífice – “hemos repetido: ‘Estoy seguro de contemplar la bondad del Señor en la tierra de los vivos’. ¿Pero tú – preguntó el Papa – tienes la certeza de contemplar al Señor?”. El ejemplo a imitar es Job, que a pesar de sus desventuras afirmaba con decisión: “Yo sé que Dios está vivo y que lo veré, y lo veré con estos ojos”:

“Es verdad, Él vendrá a juzgarme y cuando vamos a la capilla Sixtina vemos esa bella escena del Juicio final, es verdad. Pero pensemos también que Él vendrá a encontrarme para que yo lo vea con estos ojos, lo abrace y esté siempre con Él. Ésta es la esperanza que el Apóstol Pedro nos pide que expliquemos a los demás con nuestra vida, que demos testimonio de esperanza. Éste es el verdadero consuelo, ésta es la verdadera certeza: Estoy seguro de contemplar la bondad del Señor”.

El consuelo de buenas palabras y obras

Como San Pablo a los cristianos de ayer, el Papa Francisco se hizo eco del consejo a aquellos de la Iglesia de hoy: “Consuélense recíprocamente con las buenas obras y ayúdense unos a otros. Y así iremos adelante:

“Pidamos al Señor esta gracia: que la semilla de esperanza que ha sembrado en nuestro corazón se desarrolle, crezca hasta el encuentro definitivo con Él. “Yo estoy seguro de que veré al Señor’. ‘Yo estoy seguro de que el Señor vive’. ‘Yo estoy seguro de que el Señor vendrá a verme’: y éste es el horizonte de nuestra vida. Pidamos esta gracia al Señor y consolémonos unos a otros con las buenas obras y las buenas palabras, por este camino”.

EL PAPA FRANCISCO EXPLICA EL JUBILEO DE LA MISERICORDIA Y EL PERDÓN DEL ABORTO


El Papa explica el Jubileo de la Misericordia y el perdón del aborto
Carta del Santo Padre a Mons. Fisichella, precisando sobre la indulgencia, la absolución de pecados graves y la posibilidad de los integrantes de la Comunidad San Pío X de confesarse válida y lícitamente



Ciudad del Vaticano, 01 de septiembre de 2015 (ZENIT.org) 


El papa Francisco envió una carta a monseñor Rino Fisichella, presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización, en la que detalla algunos particulares sobre el Jubileo de la Misericordia. 

En el escrito, el Santo Padre explica desde cómo obtener una indulgencia jubilar plena --incluso para los difuntos, fruto del acontecimiento mismo que se celebra y se vive con fe, esperanza y caridad, y para las personas que no pueden moverse libremente, como ancianos o presos-- hasta el perdón que podrán administrar los sacerdotes a quienes cometieron o estuvieron involucrados en abortos, "sabiendo conjugar palabras de genuina acogida con una reflexión que ayude a comprender el pecado cometido, e indicar un itinerario de conversión verdadera". 

Además, a quienes forman parte de la Comunidad San Pío X, que no están en plena comunión con la Iglesia, el Pontífice les concede la posibilidad de confesarse durante este año del Jubileo de la Misericordia, recibiendo lícitamente la absolución.

A continuación el texto completo: 

Al venerado hermano
Monseñor Rino Fisichella Presidente del Consejo pontificio
para la promoción de la nueva evangelización

La cercanía del Jubileo extraordinario de la Misericordia me permite centrar la atención en algunos puntos sobre los que considero importante intervenir para facilitar que la celebración del Año Santo sea un auténtico momento de encuentro con la misericordia de Dios para todos los creyentes. Es mi deseo, en efecto, que el Jubileo sea experiencia viva de la cercanía del Padre, como si se quisiese tocar con la mano su ternura, para que se fortalezca la fe de cada creyente y, así, el testimonio sea cada vez más eficaz.

Mi pensamiento se dirige, en primer lugar, a todos los fieles que en cada diócesis, o como peregrinos en Roma, vivirán la gracia del Jubileo. Deseo que la indulgencia jubilar llegue a cada uno como genuina experiencia de la misericordia de Dios, la cual va al encuentro de todos con el rostro del Padre que acoge y perdona, olvidando completamente el pecado cometido.

Para vivir y obtener la indulgencia los fieles están llamados a realizar una breve peregrinación hacia la Puerta Santa, abierta en cada catedral o en las iglesias establecidas por el obispo diocesano y en las cuatro basílicas papales en Roma, como signo del deseo profundo de auténtica conversión. Igualmente dispongo que se pueda ganar la indulgencia en los santuarios donde se abra la Puerta de la Misericordia y en las iglesias que tradicionalmente se identifican como Jubilares.

Es importante que este momento esté unido, ante todo, al Sacramento de la Reconciliación y a la celebración de la santa Eucaristía con un reflexión sobre la misericordia. Será necesario acompañar estas celebraciones con la profesión de fe y con la oración por mí y por las intenciones que llevo en el corazón para el bien de la Iglesia y de todo el mundo.

Pienso, además, en quienes por diversos motivos se verán imposibilitados de llegar a la Puerta Santa, en primer lugar los enfermos y las personas ancianas y solas, a menudo en condiciones de no poder salir de casa. Para ellos será de gran ayuda vivir la enfermedad y el sufrimiento como experiencia de cercanía al Señor que en el misterio de su pasión, muerte y resurrección indica la vía maestra para dar sentido al dolor y a la soledad.

Vivir con fe y gozosa esperanza este momento de prueba, recibiendo la comunión o participando en la santa misa y en la oración comunitaria, también a través de los diversos medios de comunicación, será para ellos el modo de obtener la indulgencia jubilar.

Mi pensamiento se dirige también a los presos, que experimentan la limitación de su libertad. El Jubileo siempre ha sido la ocasión de una gran amnistía, destinada a hacer partícipes a muchas personas que, incluso mereciendo una pena, sin embargo han tomado conciencia de la injusticia cometida y desean sinceramente integrarse de nuevo en la sociedad dando su contribución honesta.

Que a todos ellos llegue realmente la misericordia del Padre que quiere estar cerca de quien más necesita de su perdón. En las capillas de las cárceles podrán ganar la indulgencia, y cada vez que atraviesen la puerta de su celda, dirigiendo su pensamiento y la oración al Padre, pueda este gesto ser para ellos el paso de la Puerta Santa, porque la misericordia de Dios, capaz de convertir los corazones, es también capaz de convertir las rejas en experiencia de libertad.

He pedido que la Iglesia redescubra en este tiempo jubilar la riqueza contenida en las obras de misericordia corporales y espirituales. La experiencia de la misericordia, en efecto, se hace visible en el testimonio de signos concretos como Jesús mismo nos enseñó. Cada vez que un fiel viva personalmente una o más de estas obras obtendrá ciertamente la indulgencia jubilar.

De aquí el compromiso a vivir de la misericordia para obtener la gracia del perdón completo y total por el poder del amor del Padre que no excluye a nadie. Será, por lo tanto, una indulgencia jubilar plena, fruto del acontecimiento mismo que se celebra y se vive con fe, esperanza y caridad.

La indulgencia jubilar, por último, se puede ganar también para los difuntos. A ellos estamos unidos por el testimonio de fe y caridad que nos dejaron. De igual modo que los recordamos en la celebración eucarística, también podemos, en el gran misterio de la comunión de los santos, rezar por ellos para que el rostro misericordioso del Padre los libere de todo residuo de culpa y pueda abrazarlos en la bienaventuranza que no tiene fin.

Uno de los graves problemas de nuestro tiempo es, ciertamente, la modificación de la relación con la vida. Una mentalidad muy generalizada que ya ha provocado una pérdida de la debida sensibilidad personal y social hacia la acogida de una nueva vida. Algunos viven el drama del aborto con una consciencia superficial, casi sin darse cuenta del gravísimo mal que comporta un acto de ese tipo.

Muchos otros, en cambio, incluso viviendo ese momento como una derrota, consideran no tener otro camino por donde ir. Pienso, de forma especial, en todas las mujeres que han recurrido al aborto. Conozco bien los condicionamientos que las condujeron a esa decisión. Sé que es un drama existencial y moral. He encontrado a muchas mujeres que llevaban en su corazón una cicatriz por esa elección sufrida y dolorosa. Lo sucedido es profundamente injusto; sin embargo, sólo el hecho de comprenderlo en su verdad puede consentir no perder la esperanza.

El perdón de Dios no se puede negar a todo el que se haya arrepentido, sobre todo cuando con corazón sincero se acerca al Sacramento de la Confesión para obtener la reconciliación con el Padre. También por este motivo he decidido conceder a todos los sacerdotes para el Año jubilar, no obstante cualquier cuestión contraria, la facultad de absolver del pecado del aborto a quienes lo han practicado y arrepentidos de corazón piden por ello perdón.

Los sacerdotes se deben preparar para esta gran tarea sabiendo conjugar palabras de genuina acogida con una reflexión que ayude a comprender el pecado cometido, e indicar un itinerario de conversión verdadera para llegar a acoger el auténtico y generoso perdón del Padre que todo lo renueva con su presencia.

Una última consideración se dirige a los fieles que por diversos motivos frecuentan las iglesias donde celebran los sacerdotes de la Fraternidad de San Pío X. Este Año jubilar de la Misericordia no excluye a nadie. Desde diversos lugares, algunos hermanos obispos me han hablado de su buena fe y práctica sacramental, unida, sin embargo, a la dificultad de vivir una condición pastoralmente difícil. Confío que en el futuro próximo se puedan encontrar soluciones para recuperar la plena comunión con los sacerdotes y los superiores de la Fraternidad. Al mismo tiempo, movido por la exigencia de corresponder al bien de estos fieles, por una disposición mía establezco que quienes durante el Año Santo de la Misericordia se acerquen a los sacerdotes de la Fraternidad San Pío X para celebrar el Sacramento de la Reconciliación, recibirán válida y lícitamente la absolución de sus pecados.

Confiando en la intercesión de la Madre de la Misericordia, encomiendo a su protección la preparación de este Jubileo extraordinario.

Vaticano, 1 de septiembre de 2015.

FRANCISCUS 

(01 de septiembre de 2015) © Innovative Media Inc.

PENSAMIENTO DEL PAPA FRANCISCO