miércoles, 8 de agosto de 2018

PAPA FRANCISCO: RECONOCER LA PROPIA DEBILIDAD ABRE LA PUERTA A DIOS Y RECHAZA LA IDOLATRÍA


Papa Francisco: Reconocer la propia debilidad abre la puerta a Dios y rechaza la idolatría
POR ÁLVARO DE JUANA | ACI Prensa
 Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa





Nueva Audiencia General del Papa Francisco en la que dedicó su catequesis otra vez a la idolatría y subrayó que reconocer la propia debilidad es lo que lleva a Dios y a alejarse de estos ídolos.

Tomando la lectura del Libro del Éxodo en la que el pueblo de Israel en el desierto se fabrica un becerro de oro para adorarlo, Francisco señaló que “reconocer la propia debilidad no es la desgracia de la vida humana, sino la condición para abrirse a Aquél que es verdaderamente fuerte”.

El Papa habló primero del desierto, que “es un lugar donde reinan la precariedad y la inseguridad, donde faltan agua, comida y refugio. El desierto es una imagen de la vida humana, cuya condición es incierta y no posee garantías inviolables”.

El Papa explicó en el Aula Pablo VI del Vaticano que “esta inseguridad genera en el hombre ansias primarias, que Jesús menciona en el Evangelio”.

“La naturaleza humana, para escapar de la precariedad busca una religión ‘hecha por uno mismo’: si Dios no se hacer ver, nos hacemos un dios a medida”.

Sobre el becerro, el Pontífice dijo que “tenía un sentido doble en el cercano Oriente antiguo: por una parte representaba fecundidad y abundancia, y por la otra energía y fuerza. Pero, ante todo, es de oro, por tanto, símbolo de riqueza. “¡Éxito, poder y dinero son las tentaciones de siempre!”, exclamó.

“El becerro de oro es el símbolo de todos los deseos que dan la ilusión de la libertad y sin embargo esclavizan”.

Francisco añadió que “todo nace de la incapacidad de confiar sobre todo en Dios, de poner en Él nuestras seguridades, de dejar que sea Él el que de verdadera profundidad a los deseos de nuestro corazón”.

“Esto permite sostener también la debilidad, la incertidumbre y la precariedad. Si el Señor no es el primero se cae fácilmente en la idolatría y nos contentamos con medias seguridades”.

El Papa también habló de la actitud inversa: “cuando se acoge al Dios de Jesucristo, que de rico se ha hecho pobre por nosotros se descubre entonces que reconocer la propia debilidad no es la desgracia de la vida humana, sino la condición para abrirse a aquel que es verdaderamente fuerte”.

“Por la puerta de la debilidad entra la salvación de Dios; es por su propia insuficiencia que el hombre se abre a la paternidad de Dios”.

“La libertad del hombre nace del dejar que el verdadero Dios sea el único Señor. Esto permite aceptar la propia fragilidad y rechazar los ídolos de nuestro corazón”.

CONOCE A LOS DOS SANTOS QUE EL PAPA FRANCISCO PUSO DE MODELO PARA SEGUIR EN LA VIDA


Conoce a los dos santos que el Papa Francisco puso de modelo para seguir en la vida
Redacción ACI Prensa
Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa




El Papa Francisco recordó a dos santos que este miércoles 8 y jueves 9 de gosto celebran su memoria y fiesta: Santo Domingo de Guzmán y Santa Teresa Benedicta de la Cruz, conocida también por su nombre de bautismo Edith Stein.


Al término de la Audiencia General del miércoles, el Pontífice recordó que la santa que murió en el campo de concentración nazi de Auschwitz fue una “mártir, mujer de coherencia, mujer que busca a Dios con honestidad, con amor” y “una mujer mártir de su pueblo judío y cristiano”. “Patrona de Europa, ora y cuida a Europa desde el cielo”, le pidió.

Sobre Santo Domingo de Guzmán, fundador de la Orden de Predicadores, más conocidos como Dominicos, Francisco dijo que puede servir de modelo para los esposos recién casados: “que su ejemplo de fiel servidor de Cristo y de su Iglesia sea de estímulo para todos nosotros”.

jueves, 28 de junio de 2018

PAPA FRANCISCO Y LOS 14 NUEVOS CARDENALES VISITAN A BENEDICTO XVI

El Papa Francisco y los 14 nuevos cardenales visitan a Benedicto XVI
Redacción ACI Prensa
Foto: Vatican Media



Los 14 nuevos cardenales creados este jueves 28 de junio por el Papa Francisco en el Consistorio celebrado en la Basílica de San Pedro del Vaticano, visitaron al Papa Emérito Benedicto XVI al término de la ceremonia.

Acompañados por el Santo Padre, los 14 nuevos Cardenales se trasladaron en autobús hasta el interior de los Jardines Vaticanos, donde se encuentra el monasterio Mater Ecclesiae, residencia del Papa Emérito.


Allí, en la capilla del monasterio, rezaron juntos el Ave María. Tras la oración, el Papa Benedicto los saludó de forma personal a todos los nuevos cardenales y les impartió su bendición.

En declaraciones a ACI Prensa, el nuevo cardenal peruano Pedro Ricardo Barreto Jimeno, comentó sobre esta visita de cortesía al Papa Emérito que “hemos podido experimentar la belleza de la ternura, de una ternura que brota de un corazón de pastor, de un corazón que definitivamente nos embarga de emoción y de alegría”.

Desde la renuncia de Benedicto XVI como Pontífice, se ha convertido en tradición que los nuevos cardenales acudan junto con el Papa Francisco a visitarlo a su residencia, donde intercambian unas breves palabras y reciben su bendición.

PAPA FRANCISCO A NUEVOS CARDENALES: HUYAN DE LAS INTRIGAS Y NUNCA SE CREAN SUPERIORES A NADIE

El Papa saluda a uno de los nuevos cardenales. Foto: Daniel Ibáñez / ACI prensa
El Papa a nuevos cardenales: Huyan de las intrigas y nunca se crean superiores a nadie
POR ÁLVARO DE JUANA | ACI Prensa
Foto: Daniel Ibáñez / ACI prensa




Uno de los acontecimientos más importantes de la Iglesia es siempre la celebración de un Consistorio para la creación de nuevos cardenales, como el que se celebró este 28 de junio en la Basílica de San Pedro en el que el Papa Francisco creó 14 nuevos provenientes de todo el mundo a los que invitó a estar siempre al servicio de los demás.

En su homilía, el Obispo de Roma invitó a no vivir atrapado en “intrigas asfixiantes” que lo único que hacen es secar y resaltó que “ninguno de nosotros debe sentirse ‘superior’ a nadie”.

“Ningunos de nosotros debe mirar a los demás por encima del hombro, desde arriba. Únicamente nos es lícito mirar a una persona desde arriba hacia abajo, cuando la ayudamos a levantarse”, afirmó.

El Papa manifestó que “los momentos importantes y cruciales en la vida dejan hablar al corazón y muestran las intenciones y las tensiones que nos habitan” y “tales encrucijadas de la existencia nos interpelan y logran sacar a la luz búsquedas y deseos no siempre transparentes del corazón humano”.


El Pontífice utilizó el Evangelio para lanzar un mensaje a los nuevos purpurados y recordó cómo los discípulos albergaban en su corazón “la búsqueda de los primeros puestos, celos, envidias, intrigas, arreglos y acomodos”. En definitiva, “una lógica que no solo carcome y corroe desde dentro las relaciones entre ellos, sino que además los encierra y enreda en discusiones inútiles y poco relevantes”.

Francisco entonces preguntó: “¿De qué sirve ganar el mundo entero si se está corroído por dentro?, ¿de qué sirve ganar el mundo entero si se vive atrapado en intrigas asfixiantes que secan y vuelven estéril el corazón y la misión? En esta situación —como alguien hacía notar— se podrían vislumbrar ya las intrigas palaciegas, también en las curias eclesiásticas”.

El Papa invitó a “no dejarse derrotar y encerrar por lógicas mundanas que desvían la mirada de lo importante”.

“Así Jesús nos enseña que la conversión, la transformación del corazón y la reforma de la Iglesia siempre es y será en clave misionera, pues supone dejar de ver y velar por los propios intereses para mirar y velar por los intereses del Padre”.

El Papa añadió que la conversión significa superar “nuestros egoísmos” y tener plena disponibilidad “a crecer en fidelidad y disponibilidad para abrazar la misión”.

Francisco también solicitó no convertirse “en exquisitos expulsivos” y evitar “estrechez de miradas”. “Cuando nos olvidamos de la misión, cuando perdemos de vista el rostro concreto de nuestros hermanos, nuestra vida se clausura en la búsqueda de los propios intereses y seguridades”, subrayó.


A su parecer, “así comienza a crecer el resentimiento, la tristeza y la desazón” y “poco a poco queda menos espacio para los demás, para la comunidad eclesial, para los pobres, para escuchar la voz del Señor. Así se pierde la alegría, y se termina secando el corazón”.

El Papa recordó que la Iglesia está llamada a “sanar” heridas y dar una “esperanza tantas veces dañada”.

“El Señor se nos adelanta para recordarnos una y otra vez que la única autoridad creíble es la que nace de ponerse a los pies de los otros para servir a Cristo”.

“Esa es la mayor condecoración que podemos obtener, la mayor promoción que se nos puede otorgar: servir a Cristo en el pueblo fiel de Dios, en el hambriento, en el olvidado, en el encarcelado, en el enfermo, en el tóxico-dependiente, en el abandonado, en personas concretas con sus historias y esperanzas, con sus ilusiones y desilusiones, sus dolores y heridas”, añadió.

HOMILÍA DEL PAPA FRANCISCO EN EL CONSISTORIO PARA LA CREACIÓN DE 14 NUEVOS CARDENALES

El Papa pronuncia la homilía en el Consistorio. Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa
Homilía del Papa Francisco en el Consistorio para la creación de 14 nuevos cardenales
Redacción ACI Prensa
 Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa






El Papa Francisco presidió el Consistorio para la creación de 14 nuevos Cardenales en la Basílica de San Pedro y en el que se les impuesto la birreta, se les entregó el anilló y otorgó el título o diaconía en una ceremonia en la que participaron importantes personalidades políticas del mundo.

A continuación, la homilía del Papa Francisco:


«Estaban subiendo por el camino hacia Jerusalén y Jesús iba delante de ellos» (Mc 10,32).[1] El comienzo de este paradigmático pasaje en Marcos siempre nos ayuda a ver cómo el Señor cuida de su pueblo con una pedagogía sin igual. De camino a Jerusalén, Jesús no deja de primerear a los suyos.

Jerusalén es la hora de las grandes determinaciones y decisiones. Todos sabemos que los momentos importantes y cruciales en la vida dejan hablar al corazón y muestran las intenciones y las tensiones que nos habitan. Tales encrucijadas de la existencia nos interpelan y logran sacar a la luz búsquedas y deseos no siempre transparentes del corazón humano. Así lo revela, con toda simplicidad y realismo, el pasaje del Evangelio que acabamos de escuchar. Frente al tercer y más cruel anuncio de la pasión, el evangelista no teme desvelar ciertos secretos del corazón de los discípulos: búsqueda de los primeros puestos, celos, envidias, intrigas, arreglos y acomodos; una lógica que no solo carcome y corroe desde dentro las relaciones entre ellos, sino que además los encierra y enreda en discusiones inútiles y poco relevantes. Pero Jesús no se detiene en ello, sino que se adelanta, los primerea y enfáticamente les dice: «No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor» (Mc 10,43). Con esa actitud, el Señor busca recentrar la mirada y el corazón de sus discípulos, no permitiendo que las discusiones estériles y autorreferenciales ganen espacio en el seno de la comunidad. ¿De qué sirve ganar el mundo entero si se está corroído por dentro? ¿De qué sirve ganar el mundo entero si se vive atrapado en intrigas asfixiantes que secan y vuelven estéril el corazón y la misión? En esta situación —como alguien hacía notar— se podrían vislumbrar ya las intrigas palaciegas, también en las curias eclesiásticas.

«No será así entre vosotros», respuesta del Señor que, en primer lugar, es una invitación y una apuesta a recuperar lo mejor que hay en los discípulos y así no dejarse derrotar y encerrar por lógicas mundanas que desvían la mirada de lo importante. «No será así entre vosotros» es la voz del Señor que salva a la comunidad de mirarse demasiado a sí misma en lugar de poner la mirada, los recursos, las expectativas y el corazón en lo importante: la misión.

Y así Jesús nos enseña que la conversión, la transformación del corazón y la reforma de la Iglesia siempre es y será en clave misionera, pues supone dejar de ver y velar por los propios intereses para mirar y velar por los intereses del Padre. La conversión de nuestros pecados, de nuestros egoísmos no es ni será nunca un fin en sí misma, sino que apunta principalmente a crecer en fidelidad y disponibilidad para abrazar la misión. Y esto de modo que, a la hora de la verdad, especialmente en los momentos difíciles de nuestros hermanos, estemos bien dispuestos y disponibles para acompañar y recibir a todos y a cada uno, y no nos vayamos convirtiendo en exquisitos expulsivos o por cuestiones de estrechez de miradas o, lo que sería peor, por estar discutiendo y pensando entre nosotros quién será el más importante. Cuando nos olvidamos de la misión, cuando perdemos de vista el rostro concreto de nuestros hermanos, nuestra vida se clausura en la búsqueda de los propios intereses y seguridades. Así comienza a crecer el resentimiento, la tristeza y la desazón. Poco a poco queda menos espacio para los demás, para la comunidad eclesial, para los pobres, para escuchar la voz del Señor. Así se pierde la alegría, y se termina secando el corazón (cf. Exhort. Ap. Evangelii Gaudium, 2).


«No será así entre vosotros —nos dice el Señor—, […] el que quiera ser primero, sea esclavo de todos» (Mc 10,43-44). Es la bienaventuranza y el magníficat que cada día estamos invitados a entonar. Es la invitación que el Señor nos hace para no olvidarnos que la autoridad en la Iglesia crece en esa capacidad de dignificar, de ungir al otro, para sanar sus heridas y su esperanza tantas veces dañada. Es recordar que estamos aquí porque hemos sido enviados a «evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los oprimidos; a proclamar el año de gracia del Señor» (Lc 4,18-19).

Queridos hermanos Cardenales y neo-Cardenales: Mientras vamos de camino a Jerusalén, el Señor se nos adelanta para recordarnos una y otra vez que la única autoridad creíble es la que nace de ponerse a los pies de los otros para servir a Cristo. Es la que surge de no olvidarse que Jesús, antes de inclinar su cabeza en la cruz, no tuvo miedo ni reparo de inclinarse ante sus discípulos y lavarles los pies. Esa es la mayor condecoración que podemos obtener, la mayor promoción que se nos puede otorgar: servir a Cristo en el pueblo fiel de Dios, en el hambriento, en el olvidado, en el encarcelado, en el enfermo, en el tóxico-dependiente, en el abandonado, en personas concretas con sus historias y esperanzas, con sus ilusiones y desilusiones, sus dolores y heridas. Solo así, la autoridad del pastor tendrá sabor a Evangelio, y no será como «un metal que resuena o un címbalo que aturde» (1 Co 13,1). Ninguno de nosotros debe sentirse “superior” a nadie. Ningunos de nosotros debe mirar a los demás por sobre el hombro, desde arriba. Únicamente nos es lícito mirar a una persona desde arriba hacia abajo, cuando la ayudamos a levantarse.

Quisiera recordar con vosotros parte del testamento espiritual de san Juan XXIII que adelantándose en el camino pudo decir: «Nacido pobre, pero de honrada y humilde familia, estoy particularmente contento de morir pobre, habiendo distribuido según las diversas exigencias de mi vida sencilla y modesta, al servicio de los pobres y de la santa Iglesia que me ha alimentado, cuanto he tenido entre las manos —poca cosa por otra parte— durante los años de mi sacerdocio y de mi episcopado. Aparentes opulencias ocultaron con frecuencia espinas escondidas de dolorosa pobreza y me impidieron dar siempre con largueza lo que hubiera deseado. Doy gracias a Dios por esta gracia de la pobreza de la que hice voto en mi juventud, como sacerdote del Sagrado Corazón, pobreza de espíritu y pobreza real; que me ayudó a no pedir nunca nada, ni puestos, ni dinero, ni favores, nunca, ni para mí ni para mis parientes o amigos» (29 junio 1954).

PAPA FRANCISCO LAMENTA LA OFUSCACIÓN PROGRESIVA DE LA FE Y PIDE NO RESIGNARSE A ELLA

El Papa Francisco. Foto: Vatican Media
El Papa lamenta la “ofuscación progresiva de la fe” y pide no resignarse a ella
Redacción ACI Prensa
Foto: Vatican Media



Antes de la celebración del Consistorio para la creación de 14 nuevos cardenales, el Papa Francisco recibió a una delegación del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla con motivo de San Pedro y San Pablo, patronos de Roma, que se celebra mañana.

“Hacer memoria de los apóstoles, de sus enseñanzas y su testimonio significa recordar las raíces comunes sobre las que se edifican nuestras Iglesias hermanas, pero también tomar conciencia de la común misión al servicio del Evangelio, para generar una humanidad nueva”.


Francisco denunció la “ofuscación progresiva de la fe cristiana”. “El desprecio de la dignidad de la persona humana, la idolatría del dinero, la difusión de la violencia, la absolutización de la ciencia y de la técnica, la explotación desconsiderado de los recursos naturales son solo algunos de los graves signos de una trágica realidad, a la cual no podemos resignarnos”.

El Obispo de Roma se mostró convencido de que “nuestras Iglesias pueden crear nuevas posibilidades de transformaciones para nuestro mundo”.

El Papa destacó la colaboración mutua entre la Iglesia católica y el Patriarcado Ecuménico, sobre todo en lo concerniente a “las formas modernas de esclavitud, la defensa de la creación, la búsqueda de la paz”.

PAPA FRANCISCO ACEPTA LA RENUNCIA DE OTROS DOS OBISPOS EN CHILE

Papa Francisco / Foto: Lucia Ballester (AC Prensa)
Papa Francisco acepta la renuncia de otros dos obispos en Chile
POR GISELLE VARGAS | ACI Prensa
/ Foto: Lucia Ballester (AC Prensa)




Este 28 de junio el Papa Francisco aceptó la renuncia de otros dos obispos de Chile: Mons. Alejandro Goic Karmelic, de la Diócesis de Rancagua, y Mons. Horacio Valenzuela Abarca, de la Diócesis de Talca.

El Santo Padre designó como Administrador Apostólico de Rancagua a Mons. Fernando Ramos Pérez y como Administrador Apostólico de Talca a Mons. Galo Fernández Villaseca.

El anuncio se suma a las tres renuncias aceptadas por el Papa Francisco el pasado 11 de junio.

Tras su encuentro con el Papa en Roma, entre el 15 y 17 de mayo de este año, 34 obispos chilenos pusieron su cargo a disposición.

En ese encuentro, se analizaron las conclusiones del informe de 2300 páginas sobre casos de abusos sexuales, de conciencia y poder en Chile. El documento fue elaborado por el Arzobispo de Malta, Mons. Charles Scicluna, y por Mons. Jordi Bertomeu, tras su visita al país en febrero de este año.


Administrador Apostólico de Rancagua
Mons. Luis Fernando Ramos Pérez nació el 2 de enero de 1959 en Santiago de Chile.

Se tituló de Ingeniero Forestal y luego de ingresar al Seminario Pontificio Mayor de Santiago fue ordenado sacerdote en 1990.

Obtuvo el grado de Doctor en Teología con especialización en Sagrada Escritura en la Pontificia Universidad Gregoriana, Roma.

En la Arquidiócesis de Santiago ha sido vicario parroquial, Vicario Episcopal para la Educación, rector del Pontificio Seminario Mayor y Presidente del Área de Comunicaciones de la Conferencia Episcopal de Chile (CECH).

Actualmente, Mons. Ramos es Secretario General de la CECH y Obispo Auxiliar de Santiago. También, vicepresidente de la Organización de Seminarios de Latinoamérica (OSLAM).

Mons. Ramos asumirá la administración apostólica de la Diócesis de Rancagua, luego de 14 años de gobernación pastoral de Mons. Alejandro Goic Karmelic.

La prensa local denunció recientemente la existencia de un grupo organizado de párrocos denominado “La Familia”, que habrían incurrido en conductas sexuales impropias y eventuales abusos.


Administrador Apostólico de Talca
Mons. Galo Fernández Villaseca nació en Santiago de Chile el 3 de febrero de 1961.

En 1979 ingresó al Seminario Pontificio Mayor de la Arquidiócesis de Santiago de Chile y en 1987 fue ordenado sacerdote.

En la Arquidiócesis de Santiago se ha desempeñado como vicario parroquial, párroco, Vicario Episcopal de la Vicaría de la Esperanza Joven, Vicario de la Zona Oeste, Vicario para el Clero y en 2014 fue designado como Obispo Auxiliar de Santiago de Chile.

Es Obispo de la Pastoral Migratoria de la CECH y Presidente del Instituto Católico Chileno para la Migración (INCAMI).

Mons. Fernández asumirá la administración apostólica de la Diócesis de Talca, luego de 21 años del trabajo episcopal de Mons. Horacio Valenzuela Abarca, uno de los sacerdotes formados por Fernando Karadima.