sábado, 18 de marzo de 2017

EL VATICANO OFRECE UN EXAMEN DE CONCIENCIA ACTUAL PARA CONFESIÓN EN CUARESMA


El Vaticano ofrece un examen de conciencia actual para una buena confesión en Cuaresma
 Foto: L'Osservatore Romano




VATICANO, 17 Mar. 17 / 11:15 am (ACI).- El Vaticano ofrece en esta Cuaresma un esquema con las preguntas clave para hacer una buena confesión, en el marco de celebración penitencial que el Papa Francisco preside este viernes en la Basílica de San Pedro.

La Oficina de Celebraciones Litúrgicas del Vaticano difundió en el libreto de la liturgia penitencial un esquema general para el examen de conciencia dividido en 28 puntos.

Esta es la traducción al español del texto original en italiano, realizada por ACI Prensa:

Esquema general para el examen de conciencia

1.       ¿Me acerco al sacramento de la Penitencia por un sincero deseo de purificación, de conversión, de renovación de vida y de una más íntima amistad con Dios, o lo considero más bien como un peso, que solo raramente estoy dispuesto a asumir?

2.       ¿He olvidado o a propósito he callado pecados graves en la confesión precedente o en confesiones pasadas?

3.       ¿He satisfecho la penitencia que me fue impuesta? ¿He reparado los daños que he cometido? ¿He buscado poner en práctica los propósitos hechos para enmendar mi vida según el Evangelio?

A la luz de la palabra de Dios, cada uno examínese a sí mismo.

El Señor dice: “Amarás al Señor tu Dios con todo el corazón”

1.       ¿Mi corazón está verdaderamente orientado a Dios; puedo decir que lo amo verdaderamente sobre todas las cosas y con amor de hijo, en la observancia fiel de sus mandamientos?, ¿me dejo absorber demasiado por las cosas temporales?, ¿es siempre recta mi intención en el obrar?

2.       ¿Es firme mi fe en Dios, que en su Hijo nos ha presentado su palabra?, ¿he dado mi plena adhesión a la doctrina de la Iglesia?, ¿me preocupa mi formación cristiana, escuchando la palabra de Dios, participando en la catequesis, evitando lo que pueda acechar la fe?, ¿he profesado siempre con valentía y sin temor mi fe en Dios y en la Iglesia?, ¿me he mostrado como cristiano en la vida privada y pública?

3.       ¿He rezado en la mañana y en la noche?, ¿mi oración es una verdadera conversación de corazón a corazón con Dios, o es solo una vacía práctica exterior?, ¿he sabido ofrecer a Dios mis ocupaciones, mis alegrías y dolores?, ¿recurro a Él con confianza también en las tentaciones?

4.       ¿Tengo reverencia y amor hacia el santo nombre de Dios o lo he ofendido con blasfemias, falsos juramentos o nombrándolo en vano?, ¿he sido irreverente con la Virgen y los santos?

5.       ¿Santifico el día del Señor y las fiestas de la Iglesia, tomando parte con participación activa, atenta y pía a las celebraciones litúrgicas y especialmente en la Santa Misa?, ¿he evitado hacer trabajos no necesarios en los días festivos?, ¿he observado el precepto de la confesión al menos anual y de la comunión pascual?

6.       ¿Existen para mí “otros dioses”, a saber expresiones o cosas por las cuales me intereso o en las cuales pongo más confianza que en Dios, por ejemplo: riqueza, superstición, espiritismo u otras formas de magia?

El Señor dice: “Ámense los unos a los otros, como yo los he amado”

1.       ¿Amo verdaderamente a mi prójimo o abuso de mis hermanos, sirviéndome de ellos para mis intereses y reservando para ellos un tratamiento que no quisiera que fuese usado conmigo?, ¿he ocasionado escándalo con mis palabras y mis acciones?

2.       En mi familia, ¿he contribuido con paciencia y con verdadero amor al bien y a la serenidad de los demás?

Para cada miembro de la familia:

-          Para los hijos: ¿fui obediente con mis padres, los he respetado y honrado?, ¿les he ayudado en las necesidades espirituales y materiales?, ¿me he esforzado en la escuela?, ¿he respetado las autoridades?, ¿he dado un buen ejemplo en toda situación?

-          Para los padres: ¿me he preocupado por la educación cristiana de mis hijos?, ¿les he dado un buen ejemplo?, ¿los he apoyado y dirigido con mi autoridad?

-          Para los esposos: ¿he sido siempre fiel en los afectos y en las acciones?, ¿he sido comprensivo en los momentos de desasosiego?

3.       ¿Sé dar de lo mío, sin mezquino egoísmo, a quien es más pobre que yo?, ¿En cuanto a lo que depende de mí, defiendo a los oprimidos y ayudo a los necesitados?, ¿o trato con suficiencia o con dureza a mi prójimo, especialmente a los pobres, los débiles, los viejos, los marginados y los inmigrantes?

4.       ¿Soy consciente de la misión que me fue confiada?, ¿he participado de las obras de apostolado y de caridad de la Iglesia, en las iniciativas y en la vida de la parroquia?, ¿he rezado y dado mi contribución para las necesidades de la Iglesia y del mundo, por ejemplo: para la unidad de la Iglesia, para la evangelización de los pueblos, para la instauración de la justicia y de la paz?

5.       ¿Tengo en el corazón el bien y la prosperidad de la comunidad en la cual vivo o cuido solo de mis intereses personales?, ¿participo, en cuanto puedo, en las iniciativas que promueven la justicia, la moral pública, la concordia, las obras de beneficencia?, ¿cumplo con mis deberes civiles?, ¿he pagado regularmente mis impuestos?

6.       ¿Soy justo, comprometido, honesto en el trabajo, voluntarioso para prestar mi servicio para el bien común?, ¿he dado el justo salario a los obreros y a todos los dependientes? ¿he cumplido los contratos y promesas?

7.       ¿He prestado obediencia y el respeto debido a las autoridades legítimas?

8.       ¿Si tengo algún cargo o desarrollo funciones directivas, cuido solo mi interés o me esfuerzo por el bien de los demás, en espíritu de servicio?

9.       ¿He practicado la verdad y la lealtad, o he ocasionado el mal al prójimo con mentiras, calumnias, denigraciones, juicios temerarios, violaciones de secretos?

10.   ¿He atentado contra la vida y la integridad física del prójimo, le he ofendido en el honor, le he negado los bienes?, ¿he procurado o aconsejado el aborto?, ¿he callado en situaciones donde pude animar al bien?, ¿en la vida matrimonial soy respetuoso de las enseñanzas de la Iglesia acerca de la apertura y respeto a la vida?, ¿he obrado contra mi integridad física (por ejemplo con la esterilización)?, ¿fui siempre fiel también con la mente?, ¿he mantenido el odio?, ¿he sido conflictivo?, ¿he pronunciado insultos y palabras ofensivas, fomentando desacuerdos y rencores?, ¿he omitido de testimoniar la inocencia del prójimo, de forma culpable y egoísta?, ¿conduciendo el vehículo u otro medio de transporte he puesto en peligro mi vida o la de los demás?

11.   ¿He robado?, ¿injustamente he deseado el robo a los demás?, ¿he dañado al prójimo en sus pertenencias?, ¿he restituido aquello que sustraje y reparado los daños causados?

12.   Si he recibido males, ¿me he mostrado dispuesto a reconciliarme y perdonar por amor a Cristo, o guardo en el corazón odio y deseo de venganza?

Cristo el Señor dice: “Sean perfectos como el Padre”

1.       ¿Cuál es la orientación fundamental de mi vida?, ¿me doy ánimo con la esperanza de la vida eterna?, ¿he buscado reavivar mi vida espiritual con la oración, la lectura y la meditación de la palabra de Dios, la participación en los sacramentos?, ¿he practicado la mortificación?, ¿he estado pronto y decidido a cortar los vicios, someter las pasiones y las inclinaciones perversas?, ¿he respondido a los motivos de envidia, he dominado la gula?, ¿he sido presuntuoso y soberbio, despreciado a los demás y preferirme antes que a ellos?, ¿he impuesto mi voluntad a los demás, conculcando su libertad y despreciando sus derechos?

2.       ¿Qué uso he hecho del tiempo, las fuerzas y los dones recibidos de Dios como “los talentos del Evangelio”?, ¿me sirvo de todos estos medios para crecer cada día en la perfección de la vida espiritual y en el servicio al prójimo?, ¿he sido inerte y ocioso?, ¿Cómo utilizo internet y otros medios de comunicación?

3.       ¿He soportado con paciencia, en espíritu de fe, los dolores y las pruebas de la vida?, ¿cómo he buscado practicar la mortificación, para cumplir aquello que falta a la pasión de Cristo?, ¿he observado la ley del ayuno y la mortificación?, ¿he observado la ley del ayuno y la abstinencia?

4.       ¿He conservado puro y casto mi cuerpo, en mi estado de vida, pensando que es templo del Espíritu Santo, destinado a la resurrección y a la gloria?, ¿he custodiado mis sentidos y evitado de ensuciarme en lo espíritu y en el cuerpo con pensamientos y malos deseos, con palabras y acciones indignas?, ¿me he permitido lecturas, discursos, espectáculos, diversiones en contraste con la honestidad humana y cristiana?, ¿he sido escándalo para los demás con mi comportamiento?

5.       ¿He actuado contra mi conciencia por temor o por hipocresía?

6.       ¿He buscado comportarme en todo y siempre en la verdadera libertad de los hijos de Dios y según las leyes del Espíritu o me he dejado someter por mis pasiones?

7.       ¿He omitido un bien que era para mí posible de realizar?

PAPA FRANCISCO PROPONE 3 ASPECTOS PARA UN BUEN SACERDOTE CONFESOR


Papa Francisco propone 3 aspectos para un buen sacerdote confesor
Por Walter Sánchez Silva




VATICANO, 17 Mar. 17 / 08:27 am (ACI).- El Papa Francisco propuso tres aspectos para ser un buen sacerdote confesor en sus palabras a los participantes del curso anual sobre el fuero interno promovido por la Penitenciaría Apostólica de la Santa Sede.

En el Aula Pablo VI este viernes 17 de marzo, el Santo Padre comentó que “esto de la Penitenciaría es el tipo de tribunal que me gusta realmente porque es un ‘tribunal de la misericordia’, al que uno llega para obtener aquella medicina indispensable para nuestra alma que es la misericordia divina”.

El esfuerzo para llegar a ser un buen sacerdote confesor, dijo luego, dura toda la vida y propuso 3 aspectos para desempeñar esta tarea de la mejor forma:

1.- El buen confesor es amigo de Jesús Buen Pastor

El Santo Padre explicó que “sin esta amistad, será muy difícil madurar en aquella paternidad tan necesaria en el ministerio de la Reconciliación”.

“Ser amigos de Jesús significa antes que nada cultivar la oración, ya sea una oración personal con el Señor, pidiendo incesantemente el don de la caridad pastoral, o ya sea una oración específica por el ejercicio de la tarea de confesores y por los fieles, hermanos y hermanas que se acercan a nosotros buscando la misericordia de Dios”.

Francisco resaltó que “un confesor que reza sabe bien que él es el primer pecador y el primero en ser perdonado. Entonces la oración es la primera garantía para evitar cualquier actitud de dureza, que inútilmente juzga al pecador y no el pecado”.

“En la oración es necesario implorar el don de un corazón herido, capaz de comprender las heridas de otros y sanarlas con el aceite de la misericordia, aquel que el buen samaritano puso en las llagas del desventurado, por el que nadie tuvo piedad”.

En la oración, resaltó el Santo Padre, es necesario también pedir “el don precioso de la humildad” e invocar “siempre al Espíritu Santo, que es un espíritu de discernimiento y compasión”.

El Pontífice explicó que “el Espíritu permite identificarnos con los sufrimientos de las hermanas y los hermanos que se acercan al confesionario y acompañarlos con un discernimiento maduro y prudente, con una verdadera compasión para con sus sufrimientos, causados por la pobreza del pecado”.

2.- El buen confesor es un hombre del Espíritu y del discernimiento

“¡Cuánto mal hace a la Iglesia la falta de discernimiento! Cuánto mal ocurre en las almas por un actuar que no busca sus propias raíces en la escucha humilde del Espíritu Santo y de la voluntad de Dios”.

El confesor, dijo el Papa, “no hace su propia voluntad y no enseña su propia doctrina. Él está llamado a hacer siempre y solo la voluntad de Dios, en plena comunión con la Iglesia, de la cual es ministro, es decir siervo”.

“El discernimiento permite distinguir siempre, para no confundir, y para no hacer nunca ‘de toda la hierba un manojo’. El discernimiento educa la mirada y el corazón, permitiendo aquella delicadeza de ánimo tan necesaria ante quien nos abre el sagrario de su propia consciencia para recibir luz, paz y misericordia”.

Francisco indicó también que “el discernimiento es necesario también porque, quien se acerca al confesionario, puede provenir de las más dispares situaciones y podría tener incluso disturbios espirituales”.

“Allí donde el confesor se diese cuenta de la presencia de reales y verdaderos disturbios espirituales –que pueden ser también en gran parte psíquicos, y que deben ser verificados a través de una sana colaboración con las ciencias humanas– no deberá dudar en referirse a quienes, en las diócesis, se encargan de este delicado y necesario ministerio, es decir los exorcistas”.

3.- El confesionario es un verdadero lugar de evangelización

“No hay, de hecho, evangelización más auténtica que el encuentro con el Dios de la misericordia”. “Encontrar la misericordia significa encontrar el verdadero rostro de Dios, así como el Señor Jesús nos lo ha revelado”.

El Papa precisó que en el breve diálogo con el penitente que se acerca a la Reconciliación, el sacerdote confesor debería siempre discernir aquello que “sea más útil o necesario para el camino espiritual de aquel hermano”.

“El confesor, de hecho, está llamado cotidianamente a llegar hasta las ‘periferias del mal y del pecado’, y su obra representa una auténtica prioridad pastoral”.

El Papa Francisco alentó a los participantes del curso de la Penitenciaría Apostólica a “que sean buenos confesores: inmersos en la relación con Cristo, capaces de discernimiento en el Espíritu Santo y prontos a aprovechar la ocasión para evangelizar”.

Finalmente el Santo Padre animó a “perdonar con la Madre, perdonar con la Madre. Porque esta mujer o este hombre que viene al confesionario tiene una Madre en el Cielo que le abrirá la puerta y le ayudará al momento de entrar en el cielo. Siempre la Virgen, porque la Virgen nos ayuda también a nosotros en el ministerio”.

PAPA FRANCISCO COMPARTE UN LIBRO Y UNA LEYENDA DE LA VIRGEN MARÍA QUE LO AYUDAN


Papa Francisco comparte un libro y una “leyenda” de la Virgen María que lo ayudan
Por Walter Sánchez Silva
 Foto Daniel Ibáñez (ACI Prensa)



VATICANO, 17 Mar. 17 / 09:26 am (ACI).- En su discurso esta mañana a los sacerdotes confesores que participan en el curso sobre fuero interno promovido por la Penitenciaría Apostólica de la Santa Sede, el Papa Francisco compartió un libro y una “leyenda” de la Virgen María que le hacen bien.

“A mí me hizo mucho bien cuando, de joven, leí el libro de San Alfonso María de Ligorio sobre la Virgen: ‘Las glorias de María’. Siempre, al final de cada capítulo, había un milagro de la Virgen, con el que él entraba en medio de la vida y ejemplificaba las cosas”, dijo el Santo Padre.

Francisco se refirió luego a una “leyenda, una tradición que me contaron existe en el sur de Italia: La Virgen de las mandarinas. Es una tierra donde hay muchas mandarinas, ¿cierto? Y dicen que es la patrona de los ladrones (risas). Dicen que los ladrones van a rezarle. Y la leyenda – como la cuentan – es que los ladrones que rezan a la Virgen de las mandarinas, cuando mueren”.

Luego “van a la fila ante Pedro que tiene las llaves, y abre y deja pasar a uno, luego abre y deja pasar a otro, y la Virgen, cuando ve a uno de estos les hace una seña para que se escondan y luego, cuando ya todos han pasado, Pedro cierra y se hace de noche y la Virgen desde la ventana lo llama y lo hace entrar por ahí”.

El Pontífice dijo que “es un relato popular pero muy bello: perdonar como la Madre, perdonar con la Madre”.

El Santo Padre hizo esta reflexión luego de explicar 3 aspectos que pueden ayudar a un sacerdote a ser buen confesor, y alentó a los presentes a recordar que “esta mujer o este hombre que viene al confesionario tiene una Madre en el Cielo que le abrirá la puerta y le ayudará al momento de entrar en el cielo. Siempre la Virgen, porque la Virgen nos ayuda también a nosotros en el ministerio”.

miércoles, 15 de marzo de 2017

PAPA FRANCISCO: QUE NUESTRO AMOR NO SEA UNA TELENOVELA, NO SEAMOS IMPOSTORES


Papa Francisco: “Que nuestro amor no sea una telenovela, no seamos impostores”
Por Miguel Pérez Pichel
Foto: Daniel Ibáñez (ACI Prensa)






VATICANO, 15 Mar. 17 / 05:35 am (ACI).- En su catequesis de los miércoles, durante la Audiencia General en la Plaza de San Pedro del Vaticano, el Papa Francisco pidió a los presentes que imiten a Cristo y amen de verdad, sin imposturas ni hipocresías. “No seamos unos impostores. Que nuestro amor no sea una telenovela. Necesitamos un amor sincero, fuerte”, indicó.

El Santo Padre destacó que “estamos llamados al amor, a la caridad: esta es nuestra vocación más alta, nuestra vocación por excelencia; a ella está vinculada la alegría de la esperanza cristiana”.


A partir de un fragmento de la Carta del Apóstol Pablo a los Romanos, el Pontífice reflexionó sobre la “alegría en la esperanza”. Explicó que San Pablo “nos pone en guardia: existe el riesgo de que nuestra caridad sea hipócrita, de que nuestro amor sea hipócrita. Nos debemos preguntar: ¿cuándo se produce esto? ¿Y cómo podemos estar seguros de que nuestro amor sea sincero, de que nuestra caridad sea auténtica?”.

“La hipocresía puede insinuarse de muchas formas –explicó–, también en nuestro modo de amar. Esto se comprueba en nuestro amor interesado, condicionado por intereses personales”. En concreto, señaló que esto se produce “cuando nos involucramos en servicios caritativos para mostrarnos a nosotros mismos o para sentirnos apaciguados; o incluso cuando buscamos visibilidad para mostrar nuestra inteligencia o nuestras capacidades”.

“Detrás de todo esto –afirmó– hay una idea falsa, engañosa, que pretende convencernos de que, si amamos, es porque somos buenos, como si la caridad fuese una creación del hombre, un producto de nuestro corazón. Sin embargo, la caridad es, ante todo, una gracia. No consiste en poner de relevancia aquello que somos, sino aquello que el Señor nos da y que nosotros, libremente, acogemos. La caridad no se puede expresar en el encuentro con los demás, si primero no se ha producido en el encuentro con el amor dulce y misericordiosos de Jesús”.

El Pontífice subrayó que Pablo, en su carta, “nos enseña a reconocernos pecadores, y que también nuestro modo de amar está marcado por el pecado. Al mismo tiempo, se hace portador del anuncio nuevo de esperanza: el Señor abre delante de nosotros un camino de liberación, de salvación. Es la posibilidad de vivir también nosotros el gran mandamiento del amor, de convertirnos en instrumentos de la caridad de Dios”.

“Esto tiene lugar cuando nos dejamos curar y renovar en el corazón por Cristo resucitado, y Él nos permite, en nuestra pequeñez y en nuestra pobreza, experimentar la compasión del Padre y celebrar las maravillas de su amor”.

“Se entiende, de ese modo, que todo aquello que podemos vivir y hacer por los hermanos no es otra cosa que aquello que Dios ha hecho continuamente por nosotros. De esa manera, es el mismo Dios quien, tomando posesión de nuestro corazón y de nuestra vida, continúa a hacerse cercano y a servir a todos los que nos encontramos cada día en nuestro camino, comenzando por los últimos y los más necesitados, en los cuales Él se reconoce en primer lugar”.

El Apóstol Pablo hace ver que los cristianos no siempre viven como deberían el mandamiento del amor, “pero incluso esto es una gracia porque nos hace comprender que, por nosotros mismos, no somos capaces de amar de verdad: necesitamos que el Señor renueve continuamente ese don en nuestros corazones, a través de la experiencia de su infinita misericordia. Entonces, sí que volveremos a apreciar las cosas pequeñas, simples, ordinarias; y seremos capaces de amar a los demás como les ama Dios, buscando su bien”, concluyó el Papa Francisco. 

ESTA ES LA ORACIÓN POR LA PEREGRINACIÓN DEL PAPA FRANCISCO A FÁTIMA


Esta es la oración por la peregrinación del Papa Francisco a Fátima
 Foto: Martha Calderón (ACI Prensa)





LISBOA, 14 Mar. 17 / 07:08 pm (ACI).- El Santuario de Fátima, a través del sitio web oficial para la Visita Apostólica del Papa Francisco por los 100 años de las apariciones de la Virgen María, dio a conocer la oración con motivo de la visita que se realizará el Santo Padre el 12 y 13 de mayo.

Esta plegaria también es la oración de Consagración del Año Jubilar por el centenario de las apariciones de Fátima que comenzó el 27 de noviembre de 2016 y terminará el 26 de noviembre de este año.


La oración es la siguiente:

Salve Madre del Señor,
Virgen María, ¡Reina del Rosario de Fátima!
Bendita eres entre todas las mujeres,
tú eres la imagen de la Iglesia vestida de la luz Pascual,
tú eres el honor de nuestro pueblo,
tú eres el triunfo sobre la marca del mal.
Profecía del amor misericordioso del Padre,
Maestra de la Anunciación de la Buena Nueva del Hijo,
Signo del fuego ardiente del Espíritu Santo,
enséñanos, en este valle de alegrías y dolores,
las verdades eternas que el Padre revela a los pequeñitos.
Muéstranos la fuerza de tu manto protector.
En tu Inmaculado Corazón,
sé el refugio de los pecadores
y el camino que conduce hasta Dios.
Unido(a) mis hermanos,
en la Fe, en la Esperanza, en el Amor,
a tí me entrego.
Unido(a) a mis hermanos, por ti, a Dios me consagro, oh Virgen del Rosario de Fátima.
Y, finalmente, envuelto en la luz que viene de tus manos,
daré gloria al Señor por los siglos de los siglos.
Amén.