miércoles, 4 de enero de 2017

PAPA FRANCISCO REFLEXIONA SOBRE EL DOLOR Y LA ESPERANZA


Primera audiencia general de 2017: El Papa reflexiona sobre el dolor y la esperanza
Por Miguel Pérez Pichel
Foto Daniel Ibáñez (ACI Prensa)




VATICANO, 04 Ene. 17 / 06:34 am (ACI).- En la primera Audiencia General de los miércoles de este 2017, realizada en el Aula Pablo VI del Vaticano, el Papa Francisco reflexionó sobre el sentido del sufrimiento humano y cómo de este y del llanto puede surgir la esperanza.

El Santo Padre señaló que las palabras de consuelo no sirven de nada ante una persona que sufre, salvo que se haga partícipe de su sufrimiento. “Para hablar de esperanza a los desesperados, es necesario compartir su desesperación; para secar una lágrima en la cara del que sufre, es necesario unir al suyo nuestro llanto. Solo así nuestras palabras podrán ser realmente capaces de dar un poco de esperanza”, indicó.


En su catequesis, el Papa quiso centrarse en la figura de Raquel, “que habla de la esperanza vivida en el llanto”. Raquel era “la esposa de Jacob y la madre de José y Benjamín, la cual, como relata el Libro del Génesis, muere al dar a luz al segundo de sus hijos”.

El Pontífice hizo referencia a las palabras del profeta Jeremías: “¡Escuchen! En Ramá se oyen lamentos, llantos de amargura: es Raquel que llora a sus hijos; ella no quiere ser consolada, porque ya no existen”.

“En estos versos –explicó–, Jeremías presenta a esta señora de su pueblo, la gran matriarca de su tribu, en una realidad de dolor y llanto, pero al mismo tiempo con una perspectiva de vida insospechada. Raquel, que en la narración del Génesis muere dando a luz y asume esa muerte para que el hijo que portaba viviera, aparece ahora, sin embargo, representada por el profeta como viva en Ramá, donde se reunían los deportados, y llorando a sus hijos que murieron en el sentido de que se exiliaron; son los hijos que, como ella misma dice, ‘ya no existen’”.

Por ese motivo, Raquel no quiere ser consolada. “Esta negativa suya expresa la profundidad de su dolor, y la amargura de su llanto. Ante la tragedia de la pérdida de los hijos, una madre no puede aceptar palabras o gestos de consuelo, que son siempre inadecuados, nunca será capaz de paliar el dolor de una herida que no se puede curar. Un dolor proporcional al amor”.

El Papa lamentó que “son tantas, también hoy, las madres que lloran, que no se resignan a la pérdida de un hijo, inconsolables delante de una muerte imposible de aceptar. Raquel encarna el dolor de todas las madres del mundo, de todos los tiempos, y las lágrimas de todo ser humano que llora pérdidas irreparables”.

El Obispo de Roma enseñó que “este rechazo de Raquel, que no quiere ser consolada, nos enseña también cuánta delicadeza debemos mostrar ante el dolor de los demás”.

“Dios, con su delicadeza y con su amor, responde al llanto de Raquel con palabras verdaderas: ‘Reprime tus sollozos, ahoga tus lágrimas, porque tu obra recibirá su recompensa –oráculo del Señor– y ellos volverán del país enemigo’”.

“Precisamente por el llanto de la madre, hay aún esperanza para los hijos, que volverán a vivir”, enseñó el Papa.


“Esta mujer, que había aceptado morir en el momento del parto para que su hijo viviese, con su llanto es ahora principio de vida nueva para los hijos exiliados. Al dolor, al llanto amargo de Raquel, el Señor responde con una promesa que ahora puede ser para ellos motivo de verdadero consuelo: el pueblo podrá regresar del exilio y vivir en la fe, libre, su relación con el Señor. Las lágrimas han generado esperanza”.

El Santo Padre explicó el sentido que este relato del Antiguo Testamento tiene en el Nuevo: “Como sabemos, el evangelista Mateo tomó este texto de Jeremías para aplicarlo a la muerte de los inocentes. Un texto que nos sitúa frente a la tragedia de la muerte de seres humanos indefensos, al horror del poder que desprecia y suprime la vida”.

“Los niños de Belén murieron por causa de Jesús. Y Él, Cordero inocente, fue a morir, a su vez, por todos. El Hijo de Dios entró en el dolor de los hombres, lo compartió y lo confirmó en la muerte. Su Palabra es, definitivamente, palabra de consuelo, porque nace del llanto”, resaltó el Papa.

4 CLAVES PARA LEER EL NUEVO DOCUMENTO DEL VATICANO SOBRE FORMACIÓN DE SACERDOTES


4 claves para leer el nuevo documento del Vaticano sobre formación de sacerdotes
Por Álvaro de Juana y David Ramos
Mons. Jorge Carlos Patrón Wong junto a seminaristas venezolanos. Foto: Twitter / @arzobispojorge.



REDACCIÓN CENTRAL, 03 Ene. 17 / 03:31 pm (ACI).- En el documento titulado “El Don de la vocación presbiteral. Ratio Fundamentalis Institutionis Sacerdotalis”, la Congregación para el Clero de la Santa Sede determinó una serie de normativas sobre la formación de sacerdotes católicos. El Secretario para los Seminarios de esta Congregación, Mons. Jorge Carlos Patrón Wong, compartió con ACI Prensa 4 claves para entender este importante documento.

El documento del Vaticano, publicado el 8 de diciembre de 2016, reemplaza al publicado en 1985.


Entre otros artículos claves, El Don de la vocación presbiteral “en coherencia con el Magisterio” determinó que “la Iglesia, respetando profundamente a las personas en cuestión, no puede admitir al Seminario y a las Órdenes Sagradas a quienes practican la homosexualidad, presentan tendencias homosexuales profundamente arraigadas o sostienen la así llamada cultura gay”.

Estas personas, indicó la normativa del Vaticano, “se encuentran, efectivamente, en una situación que obstaculiza gravemente una correcta relación con hombres y mujeres. De ningún modo pueden ignorarse las consecuencias negativas que se pueden derivar de la Ordenación de personas con tendencias homosexuales profundamente arraigadas”.


A continuación, las 4 claves de Mons. Jorge Carlos Patrón Wong para comprender “El Don de la vocación presbiteral”:


1. Las diferencias con el texto de 1985 y acentos del nuevo documento

Mons. Patrón Wong explica que “la Iglesia es una institución antiquísima”, por lo que “en la formación de sus ministros existe la continuidad y la novedad”.

“Los documentos que rigen la formación ponen algunos acentos, intentando responder a la realidad actual y tratando de incorporar algunas experiencias positivas de la formación y las conclusiones de las ciencias humanas”, señala.

Para el Prelado, “una primera diferencia es que se subraya aún más la formación integral. Se trata de formar a todo el hombre, de modo que los seminaristas puedan conseguir una maduración equilibrada en diversos aspectos de su vida y de su futuro ministerio, partiendo siempre de la formación de la persona, es decir, del corazón, de lo profundo, de la interioridad”.

Además, indica, esta normativa “pone un acento particular sobre el discernimiento vocacional, recomendando que se haga continuamente durante el proceso formativo, de modo que los seminaristas lleguen a la ordenación sacerdotal más libres y más capaces de hacer, a su vez, un verdadero discernimiento pastoral”.

“También se pone atención al acompañamiento, haciendo ver la necesidad de que a lo largo del proceso formativo se cultiven profundas relaciones de confianza y transparencia entre los formadores y los seminaristas, para que efectivamente los puedan ayudar”.

Adicionalmente, este documento “hace ver la importancia de la comunidad educativa del Seminario. La formación se realiza siempre en el ámbito de la comunidad cristiana y, en el caso del Seminario, de una comunidad educativa constituida por todas las personas que colaboran en ella: sacerdotes formadores, profesores, empleados, personal administrativo”.

2. Proceso de formación para los candidatos al sacerdocio

Mons. Patrón Wong destaca que esta nueva normativa “insiste mucho en el concepto clásico de la gradualidad. Esto significa que los valores de la vocación sacerdotal se aprenden poco a poco, en un proceso de maduración que lleva un tiempo largo”.

“Se trata de formar a un hombre, que debe tener bien cimentada su identidad cristiana, para después facilitar la configuración con Cristo Siervo, Pastor, Sacerdote y Cabeza. Todo un proceso complejo que exige una cuidadosa formación”, precisa.

En este proceso de formación, indica, “se proponen cuatro etapas, que ya se ponían en práctica en la mayor parte de los Seminarios: la etapa propedéutica o introductoria, la etapa discipular o filosófica, la etapa configurativa o teológica y la etapa de pastoral o de síntesis vocacional”.

3. Inculturación

El Secretario para los Seminarios destaca que “a lo largo de su historia, la Iglesia se ha hecho parte de muy diversas culturas: nació hebrea, se hizo griega y latina; y luego, balcánica, polaca, hispana, gálica; y más adelante africana, asiática, americana”.


Para la Iglesia, explica, “la inculturación es una regla de vida. Jamás destruye las culturas, sino que intenta que en cada una de ellas se haga presente la persona de Jesús y se encarne el mensaje del Evangelio”.

“La Iglesia toma con mucha seriedad las distintas culturas y aún más cuando son poco respetadas. Por eso valora las vocaciones indígenas y procura ofrecerles una formación adecuada. Además, porque las personas que hablan las lenguas indígenas son cristianos y tienen derecho a pastores que evangelicen su cultura”, subraya.

4. Los Seminarios Menores

Para Mons. Patrón Wong, “el Seminario Menor es una hermosa institución”, pues “ofrece a los adolescentes una formación juvenil humana y cristiana”.

“Pablo VI decía que eran lugares de trabajo, de oración y de familia, semejantes a la familia de Nazaret. Muchísimos adolescentes necesitarían una experiencia similar para conseguir una maduración integral”.

El Prelado precisa que “el Seminario Menor no es una casa de formación presbiteral. Más bien prepara a los adolescentes para que, llegado el momento, puedan tener la experiencia vocacional suficiente para que, si Dios quiere, puedan elegir la vida sacerdotal. Se trata de una formación previa, o remota”.

Esta formación, añade, “también se encuentra, en alguna medida, en la pastoral juvenil, los colegios católicos, los grupos juveniles y los movimientos eclesiales”, pues “la Iglesia está presente de muchas maneras entre los adolescentes, para ayudarles en su crecimiento humano, espiritual, intelectual y apostólico”.

LA PRIMERA CATEQUESIS DEL PAPA FRANCISCO EN 2017


TEXTO: La primera catequesis del Papa Francisco en 2017
Foto Daniel Ibáñez (ACI Prensa)




VATICANO, 04 Ene. 17 / 07:26 am (ACI).- El Papa Francisco dedicó su primera catequesis en la Audiencia General de este miércoles 4 de enero a reflexionar sobre el dolor, el sufrimiento y la esperanza, para lo cual contó la historia de Raquel y luego puso como ejemplo a la Virgen María.

A continuación y gracias a Radio Vaticano, el texto completo de la catequesis del Santo Padre:


Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

En la catequesis de hoy quisiera contemplar con ustedes la figura de una mujer que nos habla de la esperanza vivida en el llanto. La esperanza vivida en el llanto. Se trata de Raquel, la esposa de Jacob y la madre de José y Benjamín, aquella que, como nos narra el Libro del Génesis, muere dando a la luz a su segundo hijo, es decir, a Benjamín.

El profeta Jeremías hace referencia a Raquel dirigiéndose a los Israelitas en exilio para consolarlos, con palabras llenas de emoción y de poesía; es decir, toma el llanto de Raquel pero da esperanza: «Así habla el Señor: ¡Escuchen! En Ramá se oyen lamentos, llantos de amargura: es Raquel que llora a sus hijos; ella no quiere ser consolada, porque ya no existen» (Jer 31,15).

En estos versículos, Jeremías presenta a esta mujer de su pueblo, la gran matriarca de su tribu, en una realidad de dolor y llanto, pero junto a una perspectiva de vida impensada. Raquel, que en la narración del Génesis había muerto dando a luz y había asumido esta muerte para que su hijo pudiese vivir, ahora en cambio, es presentada nuevamente por el profeta como viva en Ramá, allí donde se reunían los deportados, llora por sus hijos que en cierto sentido han muerto andando en exilio; hijos que, como ella misma dice, “ya no existen”, han desaparecido para siempre.

Y por esto Raquel no quiere ser consolada. Este rechazo expresa la profundidad de su dolor y la amargura de su llanto. Ante la tragedia de la pérdida de sus hijos, una madre no puede aceptar palabras o gestos de consuelo, que son siempre inadecuados, nunca capaces de aliviar el dolor de una herida que no puede y no quiere ser cicatrizada. Un dolor proporcional al amor.

Toda madre sabe todo esto; y son muchas, también hoy, las madres que lloran, que no se resignan a la pérdida de un hijo, inconsolables ante una muerte imposible de aceptar. Raquel contiene en sí el dolor de todas las madres del mundo, de todo tiempo, y las lágrimas de todo ser humano que llora pérdidas irreparables.

Este rechazo de Raquel que no quiere ser consolada nos enseña también cuanta delicadeza se nos pide ante el dolor de los demás. Para hablar de esperanza con quien está desesperado, se necesita compartir su desesperación; para secar una lágrima del rostro de quien sufre, es necesario unir a su llanto el nuestro.

Solo así, nuestras palabras pueden ser realmente capaces de dar un poco de esperanza. Y si no puedo decir palabras así, con el llanto, con el dolor, mejor el silencio. La caricia, el gesto y nada de palabras.

Y Dios, con su delicadeza y su amor, responde al llanto de Raquel con palabras verdaderas, no fingidas; de hecho, así prosigue el texto de Jeremías: «Así habla el Señor: Reprime tus sollozos, ahoga tus lágrimas, porque tu obra recibirá su recompensa –oráculo del Señor– y ellos volverán del país enemigo. Sí, hay esperanza para tu futuro –oráculo del Señor– los hijos regresarán a su patria» (Jer 31,16-17).

Justamente por el llanto de la madre, hay todavía esperanza para los hijos, que volverán a vivir. Esta mujer, que había aceptado morir, en el momento del parto, para que el hijo pudiese vivir, con su llanto es ahora el principio de una vida nueva para los hijos exiliados, prisioneros, lejos de la patria.

Al dolor y al llanto amargo de Raquel, el Señor responde con una promesa que ahora puede ser para ella motivo de verdadera consolación: el pueblo podrá regresar del exilio y vivir en la fe, libre, la propia relación con Dios. Las lágrimas han generado esperanza. Y esto nos fácil de entender, pero es verdadero. Tantas veces, en nuestra vida, las lágrimas siembran esperanza, son semillas de esperanza.

Como sabemos, este texto de Jeremías es luego retomado por el evangelista Mateo y aplicado a la matanza de los inocentes (Cfr. 2,16-18). Un texto que nos pone ante la tragedia de la matanza de seres humanos indefensos, del horror del poder que desprecia y destruye la vida. Los niños Belén murieron a causa de Jesús.

Y Él, Cordero inocente, luego morirá, a su vez, por todos nosotros. El Hijo de Dios ha entrado en el dolor de los hombres: no se olviden de esto. Cuando alguien se dirige a mí y me hace una pregunta difícil, por ejemplo: “Me diga padre: ¿Por qué sufren los niños?”, de verdad, yo no sé qué cosa responder. Solamente digo: “Mira el Crucifijo: Dios nos ha dado a su Hijo, Él ha sufrido, y tal vez ahí encontraras una respuesta.

No hay otras respuestas. Solamente mirando el amor de Dios que da en su Hijo que ofrece su vida por nosotros, se puede indicar el camino de la consolación”.

Y por esto decimos que el Hijo de Dios ha entrado en el dolor de los hombres, los ha compartido y ha recibido la muerte; su Palabra es definitivamente palabra de consolación, porque nace del llanto.

Y en la cruz estará Él, el Hijo muriente, que dona una nueva fecundidad a su madre, confiándole al discípulo Juan y convirtiéndola en madre del pueblo de los creyentes. Allí, la muerte es vencida, y llega así a cumplimiento de la profecía de Jeremías. También las lágrimas de María, como aquellas de Raquel, han generado esperanza y nueva vida. Gracias.


800 PERSONAS AFECTADAS POR TERREMOTOS EN ITALIA SE REUNIRÁN CON PAPA FRANCISCO


800 personas afectadas por terremotos en Italia se reunirán con el Papa en el Vaticano
Por Miguel Pérez Pichel
Foto Daniel Ibáñez (ACI Prensa)
ROMA, 04 Ene. 17 / 07:10 am (ACI).- El jueves 5 de enero, el Papa Francisco recibirá en audiencia a 800 personas de diversas localidades del centro de Italia afectadas por los terremotos ocurridos el 24 de agosto, el 26 y 30 de octubre de 2016, y el 2 de enero de este año.

Según se indica en un comunicado difundido por la Arquidiócesis de Spoleto-Norcia, la audiencia tendrá lugar en el Aula Pablo VI a las 11:00 a.m., hora de Roma, donde el Santo Padre saludará a los afectados y les dirigirá un discurso.


Mons. Renato Boccardo, Arzobispo de Spoleto-Norcia, indicó que “se trata de un encuentro dedicado de forma especial a aquellos que han perdido a sus seres queridos, sus casas, su seguridad económica, a todos los que han tenido que dejar su tierra”.

“Se trata de un encuentro que el Papa quiere reservar para quienes padecen diferentes heridas causadas por el sismo y esperan obtener consuelo y esperanza”.

Autobuses procedentes de Magione, Corciano.Ellera, Norcia, Spoleto y de otras localidades, transportarán a 709 de los 800 participantes en la audiencia hasta el Vaticano.

Este encuentro con el Obispo de Roma reforzará la principal tarea a la que la Iglesia está llamada a realizar con las víctimas del terremoto: el apoyo a la reconstrucción interior y moral de las personas.

El 4 de octubre el Papa Francisco visitó las zonas afectadas por los terremotos, en especial las del terremoto del 24 de agosto, el más devastador, que provocó la muerte de casi 300 personas y dejó a miles de personas sin vivienda.

En aquella ocasión, el Pontífice dirigió unas breves palabras de ánimo a los afectados: “Desde el primer momento he sentido que tenía que venir por vosotros. Sencillamente para nada más que orar. Oro por vosotros. Cercanía y oración, esta es mi ofrenda a vosotros”.

“Para que el Señor os bendiga a todos vosotros y la Virgen os cuide en este momento de tristeza y dolor y de prueba. Vayan adelante, siempre hay futuro, hay tantos seres queridos que nos han dejado. Han caído aquí, pidamos a la Virgen por ellos, lo hacemos todos juntos”.

PAPA FRANCISCO REZA POR LOS 60 PRESOS MUERTOS DURANTE EL MOTÍN EN CÁRCEL DE BRASIL


El Papa Francisco reza por los 60 presos muertos durante motín en cárcel de Brasil
Por Miguel Pérez Pichel
Foto Daniel Ibáñez (ACI Prensa)



VATICANO, 04 Ene. 17 / 06:51 am (ACI).- El Papa Francisco lamentó la muerte de 60 presos durante el motín ocurrido entre el domingo y el lunes en el complejo penitenciario de Anísoio Jobim en Manaos, Brasil. El Pontífice pidió rezar por las víctimas y por todos los presos del mundo.

Los enfrentamientos se produjeron como consecuencia de la lucha por el control de las redes de tráfico de drogas entre dos organizaciones rivales con fuerte presencia en el interior de la cárcel, en la que residen 1072 presos.

Tras varias horas de negociación, durante las cuales se consiguió la liberación de 12 guardias que permanecían rehenes, las autoridades lograron recuperar el control del centro penitenciario.

“Ayer llegó de Brasil la dramática noticia de la masacre que tuvo lugar en la prisión de Manaos, donde un violento enfrentamiento entre bandas rivales causó decenas de muertos. Expreso el dolor y la preocupación por lo que ha ocurrido. Invito a rezar por los difuntos y por sus familias, por todos los detenidos de esa cárcel y por todos los que trabajan en ella”, afirmó el Santo Padre.

El Obispo de Roma reclamó que las cárceles sean lugares de educación y de reinserción, y que se respete los derechos humanos en ellas.

“Renuevo el llamado a que las instituciones penitenciarias sean lugares de reeducación y de reinserción social, y para que las condiciones de vida de los detenidos sean dignas de seres humanos".

El Santo Padre también alentó a "rezar por estos detenidos, tanto por los que murieron en la masacre como por los que han sobrevivido, y por todos los detenidos del mundo, para que la cárcel les ayude a reinsertarse, y que no sea causa de marginación”.

martes, 3 de enero de 2017

PAPA FRANCISCO EXHORTA A OBISPOS DEL MUNDO A TENER TOLERANCIA CERO CON ABUSOS SEXUALES


Papa Francisco exhorta a obispos del mundo a tener tolerancia cero con abusos sexuales
 Foto: Bohumil Petrik (ACI Prensa)



VATICANO, 02 Ene. 17 / 03:10 pm (ACI).- A través de una carta enviada a los obispos del mundo, el Papa Francisco reafirmó que la Iglesia “llora con amargura” el pecado de los abusos sexuales cometidos por sacerdotes y exhortó a los prelados a asumir “la consigna de ‘tolerancia cero’” e implementar “las medidas necesarias y proteger en todo la vida de nuestros niños, para que tales crímenes no se repitan más”.

La carta enviada por el Santo Padre fue escrita con ocasión de la fiesta de los Santos Inocentes celebrada el 28 de diciembre. Sin embargo, recién este lunes fue dada a conocer por el Vaticano.

“Escuchemos el llanto y el gemir de estos niños; escuchemos el llanto y el gemir también de nuestra madre Iglesia, que llora no sólo frente al dolor causado en sus hijos más pequeños, sino también porque conoce el pecado de algunos de sus miembros: el sufrimiento, la historia y el dolor de los menores que fueron abusados sexualmente por sacerdotes”, expresó Francisco.

El Pontífice señaló que este pecado “nos avergüenza”, porque fue cometido por “personas que tenían a su cargo el cuidado de esos pequeños”, pero que “han destrozado su dignidad”. “Esto lo lamentamos profundamente y pedimos perdón. Nos unimos al dolor de las víctimas y a su vez lloramos el pecado. El pecado por lo sucedido, el pecado de omisión de asistencia, el pecado de ocultar y negar, el pecado del abuso de poder”, afirmó.

“Hoy, recordando el día de los Santos Inocentes, quiero que renovemos todo nuestro empeño para que estas atrocidades no vuelvan a suceder entre nosotros. Tomemos el coraje necesario para implementar todas las medidas necesarias y proteger en todo la vida de nuestros niños, para que tales crímenes no se repitan más. Asumamos clara y lealmente la consigna ‘tolerancia cero’ en este asunto”, exhortó.

En su carta, Francisco también señaló que la celebración de la Navidad, “mal que nos pese, viene acompañada también del llanto”, como fue el asesinato de los niños asesinados por orden de Herodes.

Las madres de estos niños, indicó, lanzaron un gemido “que hoy también podemos seguir escuchando, que nos llega al alma y que no podemos ni queremos ignorar ni callar. Hoy en nuestros pueblos, lamentablemente –y lo escribo con profundo dolor–, se sigue escuchando el gemido y el llanto de tantas madres, de tantas familias, por la muerte de sus hijos, de sus hijos inocentes”.

Francisco pidió “tener un corazón sensible y abierto” al dolor de los niños y “tener la capacidad de asumir que hoy se sigue escribiendo ese triste capítulo de la historia”. “¿Será que la alegría cristiana se puede vivir de espaldas a estas realidades? ¿Será que la alegría cristiana puede realizarse ignorando el gemido del hermano, de los niños?”, cuestionó.

El Papa recordó que “San José fue el primer invitado a custodiar la alegría de la Salvación”. “Frente a los crímenes atroces que estaban sucediendo, San José –testimonio del hombre obediente y fiel– fue capaz de escuchar la voz de Dios y la misión que el Padre le encomendaba. Y porque supo escuchar la voz de Dios y se dejó guiar por su voluntad, se volvió más sensible a lo que le rodeaba y supo leer los acontecimientos con realismo”, afirmó.

En sentido, dijo a los obispos que como pastores “se nos pide lo mismo, que seamos hombres capaces de escuchar y no ser sordos a la voz del Padre, y así poder ser más sensibles a la realidad que nos rodea”.

“Hoy, teniendo como modelo a san José, estamos invitados a no dejar que nos roben la alegría. Estamos invitados a custodiarla de los Herodes de nuestros días. Y al igual que San José, necesitamos coraje para asumir esta realidad, para levantarnos y tomarla entre las manos. El coraje de protegerla de los nuevos Herodes de nuestros días, que fagocitan la inocencia de nuestros niños”.


“Una inocencia desgarrada bajo el peso del trabajo clandestino y esclavo, bajo el peso de la prostitución y la explotación. Inocencia destruida por las guerras y la emigración forzada, con la pérdida de todo lo que esto conlleva”, señaló.

Francisco culminó su carta advirtiendo que la alegría cristiana no se construye “al margen de la realidad, ignorándola o haciendo como si no existiese”, sino que nace de la llamada “a tomar y cuidar la vida, especialmente la de los santos inocentes de hoy”.

“La Navidad es un tiempo que nos interpela a custodiar la vida y ayudarla a nacer y crecer; a renovarnos como pastores de coraje. Ese coraje que genera dinámicas capaces de tomar conciencia de la realidad que muchos de nuestros niños hoy están viviendo y trabajar para garantizarles los mínimos necesarios para que su dignidad como hijos de Dios sea no sólo respetada sino, sobre todo, defendida”, expresó.

PAPA FRANCISCO: ANTE PEDOFILIA Y OCULTAMIENTO, PEDIR PERDÓN Y TOLERANCIA CERO


Ante pedofilia y ocultamiento, pedir perdón y tolerancia cero
Carta del Papa a los obispos con motivo de la conmemoración de los Santos Inocentes


Admirar el pesebre olvidando los crímenes contra los menores sería reducirlo a una linda fábula.


Por: Redaccion Papa Francisco | Fuente: ZENIT – Roma / 2 de enero 2017 



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- Con motivo de la fiesta de los Santos Inocentes, conmemorada este 28 de diciembre pasado, el papa Francisco le escribió una carta a los obispos, en la que señala el dolor por los pecados cometido contra los niños, en particular el de abusos realizado por sacerdotes.
Pide perdón también por el pecado de omisión de asistencia, de ocultar y negar, del abuso de poder. Y exige ‘tolerancia cero’ para que esto nunca más vuelva a suceder.
Porque “la alegría cristiana no es una alegría que se construye al margen de la realidad” sino “nace de una llamada –la misma que tuvo san José– a tomar y cuidar la vida”. Contrariamente contemplar el pesebre aislándolode la vida que lo circunda “sería hacer de la Navidad una linda fábula”.
A continuación reproducimos el texto completo
“Querido hermano: Hoy, día de los Santos Inocentes, mientras continúan resonando en nuestros corazones las palabras del ángel a los pastores: «Les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, ha nacido un Salvador» (Lc 2,10-11), siento la necesidad de escribirte.


Nos hace bien escuchar una y otra vez este anuncio; volver a escuchar que Dios está en medio de nuestro pueblo. Esta certeza que renovamos año a año es fuente de nuestra alegría y esperanza.
Durante estos días podemos experimentar cómo la liturgia nos toma de la mano y nos conduce al corazón de la Navidad, nos introduce en el Misterio y nos lleva paulatinamente a la fuente de la alegría cristiana. Como pastores hemos sido llamados para ayudar a hacer crecer esta alegría en medio de nuestro pueblo. Se nos pide cuidar esta alegría.
Quiero renovar contigo la invitación a no dejarnos robar esta alegría, ya que muchas veces desilusionados –y no sin razones– con la realidad, con la Iglesia, o inclusive desilusionados de nosotros mismos, sentimos la tentación de apegarnos a una tristeza dulzona, sin esperanza, que se apodera de los corazones (cf. Exhorta. Ap. Evangelii gaudium, 83).
La Navidad, mal que nos pese, viene acompañada también del llanto. Los evangelistas no se permitieron disfrazar la realidad para hacerla más creíble o apetecible. No se permitieron realizar un discurso «bonito» pero irreal. Para ellos la Navidad no era refugio fantasioso en el que esconderse frente a los desafíos e injusticias de su tiempo.
Al contrario, nos anuncian el nacimiento del Hijo de Dios también envuelto en una tragedia de dolor. Citando al profeta Jeremías, el evangelista Mateo lo presenta con gran crudeza: «En Ramá se oyó una voz, hubo lágrimas y gemidos: es Raquel, que llora a sus hijos» (2,18). Es el gemido de dolor de las madres que lloran las muertes de sus hijos inocentes frente a la tiranía y ansia de poder desenfrenada de Herodes.
Un gemido que hoy también podemos seguir escuchando, que nos llega al alma y que no podemos ni queremos ignorar ni callar. Hoy en nuestros pueblos, lamentablemente –y lo escribo con profundo dolor–, se sigue escuchando el gemido y el llanto de tantas madres, de tantas familias, por la muerte de sus hijos, de sus hijos inocentes.
Contemplar el pesebre es también contemplar este llanto, es también aprender a escuchar lo que acontece a su alrededor y tener un corazón sensible y abierto al dolor del prójimo, más especialmente cuando se trata de niños, y también es tener la capacidad de asumir que hoy se sigue escribiendo ese triste capítulo de la historia.
Contemplar el pesebre aislándolo de la vida que lo circunda sería hacer de la Navidad una linda fábula que nos generaría buenos sentimientos pero nos privaría de la fuerza creadora de la Buena Noticia que el Verbo Encarnado nos quiere regalar.
Y la tentación existe. ¿Será que la alegría cristiana se puede vivir de espaldas a estas realidades? ¿Será que la alegría cristiana puede realizarse ignorando el gemido del hermano, de los niños? San José fue el primer invitado a custodiar la alegría de la Salvación.
Frente a los crímenes atroces que estaban sucediendo, san José –testimonio del hombre obediente y fiel– fue capaz de escuchar la voz de Dios y la misión que el Padre le encomendaba. Y porque supo escuchar la voz de Dios y se dejó guiar por su voluntad, se volvió más sensible a lo que le rodeaba y supo leer los acontecimientos con realismo.
Hoy también a nosotros, Pastores, se nos pide lo mismo, que seamos hombres capaces de escuchar y no ser sordos a la voz del Padre, y así poder ser más sensibles a la realidad que nos rodea. Hoy, teniendo como modelo a san José, estamos invitados a no dejar que nos roben la alegría. Estamos invitados a custodiarla de los Herodes de nuestros días.
Y al igual que san José, necesitamos coraje para asumir esta realidad, para levantarnos y tomarla entre las manos (cf. Mt 2,20). El coraje de protegerla de los nuevos Herodes de nuestros días, que fagocitan la inocencia de nuestros niños. Una inocencia desgarrada bajo el peso del trabajo clandestino y esclavo, bajo el peso de la prostitución y la explotación. Inocencia destruida por las guerras y la emigración forzada, con la pérdida de todo lo que esto conlleva.
Miles de nuestros niños han caído en manos de pandilleros, de mafias, de mercaderes de la muerte que lo único que hacen es fagocitar y explotar su necesidad. A modo de ejemplo, hoy en día 75 millones de niños –debido a las emergencias y crisis prolongadas– han tenido que interrumpir su educación.
En 2015, el 68 por ciento de todas las personas objeto de trata sexual en el mundo eran niños. Por otro lado, un tercio de los niños que han tenido que vivir fuera de sus países ha sido por desplazamientos forzosos. Vivimos en un mundo donde casi la mitad de los niños menores de 5 años que mueren ha sido a causa de malnutrición.
En el año 2016, se calcula que 150 millones de niños han realizado trabajo infantil viviendo muchos de ellos en condición de esclavitud. De acuerdo al último informe elaborado por UNICEF, si la situación mundial no se revierte, en 2030 serán 167 millones los niños que vivirán en la extrema pobreza, 69 millones de niños menores de 5 años morirán entre 2016 y 2030, y 60 millones de niños no asistirán a la escuela básica primaria.
Escuchemos el llanto y el gemir de estos niños; escuchemos el llanto y el gemir también de nuestra madre Iglesia, que llora no sólo frente al dolor causado en sus hijos más pequeños, sino también porque conoce el pecado de algunos de sus miembros: el sufrimiento, la historia y el dolor de los menores que fueron abusados sexualmente por sacerdotes.
Pecado que nos avergüenza. Personas que tenían a su cargo el cuidado de esos pequeños han destrozado su dignidad. Esto lo lamentamos profundamente y pedimos perdón. Nos unimos al dolor de las víctimas y a su vez lloramos el pecado. El pecado por lo sucedido, el pecado de omisión de asistencia, el pecado de ocultar y negar, el pecado del abuso de poder. La Iglesia también llora con amargura este pecado de sus hijos y pide perdón.
Hoy, recordando el día de los Santos Inocentes, quiero que renovemos todo nuestro empeño para que estas atrocidades no vuelvan a suceder entre nosotros. Tomemos el coraje necesario para implementar todas las medidas necesarias y proteger en todo la vida de nuestros niños, para que tales crímenes no se repitan más.
Asumamos clara y lealmente la consigna «tolerancia cero» en este asunto. La alegría cristiana no es una alegría que se construye al margen de la realidad, ignorándola o haciendo como si no existiese. La alegría cristiana nace de una llamada –la misma que tuvo san José– a tomar y cuidar la vida, especialmente la de los santos inocentes de hoy.
La Navidad es un tiempo que nos interpela a custodiar la vida y ayudarla a nacer y crecer; a renovarnos como pastores de coraje. Ese coraje que genera dinámicas capaces de tomar conciencia de la realidad que muchos de nuestros niños hoy están viviendo y trabajar para garantizarles los mínimos necesarios para que su dignidad como hijos de Dios sea no sólo respetada sino, sobre todo, defendida.
No dejemos que les roben la alegría. No nos dejemos robar la alegría, cuidémosla y ayudémosla a crecer. Hagámoslo esto con la misma fidelidad paternal de san José y de la mano de María, la Madre de la ternura, para que no se nos endurezca el corazón. Con fraternal afecto, Francisco”.