viernes, 3 de febrero de 2017

JORNADA MUNDIAL DE LA VIDA CONSAGRADA - JUEVES 2 DE FEBRERO 2017


Jornada Mundial de la Vida Consagrada





VATICANO, 02 Feb. 17 / (ACI).- Hoy 2 de febrero, Fiesta de la Presentación del Señor, la Iglesia también celebra la Jornada Mundial de la Vida Consagrada, que este 2017 tiene como lema “Testigos de la esperanza y la alegría”.

El 28 de enero, con su cordial bienvenida a los participantes en la plenaria de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, el Papa Francisco mostró su aprecio por el trabajo que realizan al servicio de la vida consagrada y destacó la importancia de la fidelidad y abandono.

“Si la vida consagrada quiere mantener su misión profética y su fascinación y seguir siendo escuela de fidelidad para los cercanos y los lejanos, debe mantener el frescor y la novedad de la centralidad de Jesús, la atractiva de la espiritualidad y la fuerza de la misión, mostrar la belleza del seguimiento de Cristo e irradiar esperanza y alegría”, expresó el Santo Padre.

Por su parte el presidente de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada, Mons. Vicente Jiménez Zamora, aseguró este es un día para mirar “a la vida consagrada y a cada uno de sus miembros como un don de Dios a la Iglesia y a la humanidad”.


“Juntos damos gracias a Dios por las Órdenes e Institutos religiosos dedicados a la contemplación o a las obras de apostolado, por las Sociedades de vida apostólica, por los Institutos seculares, por el Orden de las vírgenes, por las Nuevas Formas de vida consagrada y por otros grupos de consagrados, como también por todos aquellos que, en el secreto de su corazón, se entregan a Dios con una especial consagración”, recordó.

Aquí algunos datos importantes sobre aquellas personas que decidieron consagrar sus vidas al servicio de Dios.

La vida consagrada está conformada por todos los bautizados que se consagran a Dios a través del rito de profesión o el de consagración de vírgenes. Estos fieles se comprometen a vivir la pobreza, castidad y obediencia, a través de emisión de votos o promesas.

Entre las ramas de la Iglesia Católica que hacen este ofrecimiento se encuentran los institutos de vida contemplativa (varones y mujeres en comunidades claustrales), institutos de vida apostólica (congregaciones religiosas masculinas y femeninas, sociedades de vida apostólica), institutos seculares, orden de las vírgenes consagradas y nuevas formas de vida consagrada.

Según las estadísticas de la Iglesia Católica publicadas en octubre de 2014 por la agencia vaticana Fides, hay en el mundo 1.216 obispos pertenecientes a órdenes religiosas, 134.752 sacerdotes religiosos, 538 diáconos permanentes religiosos, 55.314 religiosos no sacerdotes y 702.529 religiosas.

Asimismo, la Iglesia cuenta con 711 miembros de institutos seculares masculinos y 24.702 miembros de institutos seculares femeninos. Por otro lado el número de seminaristas mayores religiosos es de 48.062 y los seminaristas menores religiosos son 22.749.


En noviembre de 2014 el Papa Francisco, envió una carta apostólica a todos los consagrados para señalar los objetivos del Año de la Vida Consagrada, que se inició el 30 de noviembre del 2014 y que culminó el 2 de febrero del 2016.

El primero fue “mirar el pasado con gratitud” para “tener viva la propia identidad, sin cerrar los ojos a las incoherencias, fruto de las debilidades humanas y quizás también al olvido de algunos aspectos esenciales del carisma”.

El segundo objetivo fue “vivir el presente con pasión”, así como “el Evangelio en plenitud y con espíritu de comunión”. Por último, el tercer objetivo es “abrazar el futuro con esperanza, sin desanimarse por tantas dificultades que se encuentran en la vida consagrada a partir de la crisis vocacional”.

miércoles, 1 de febrero de 2017

INTENCIÓN DE ORACIÓN DEL PAPA FRANCISCO PARA EL MES DE FEBRERO


Intención de oración del Papa para el mes de febrero
2017

Por aquellos que están agobiados, para que encuentren acogida y apoyo en nuestras comunidades



(ZENIT – Roma).- La intención de oración universal del papa Francisco para este mes de febrero es:

Acoger a los necesitados. 

Por aquellos que están agobiados, especialmente los pobres, los refugiados y los marginados, para que encuentren acogida y apoyo en nuestras comunidades.

PAPA FRANCISCO: NUESTRA RESURRECCIÓN SE SUSTENTA EN LA DE CRISTO


Papa Francisco: Nuestra resurrección es una certeza real que se sustenta en la de Cristo
Por Miguel Pérez Pichel
 Foto: Lucía Ballester / ACI Prensa


VATICANO, 01 Feb. 17 / 05:06 am (ACI).- El significado de la muerte y la naturaleza de la resurrección fueron los temas sobre los que habló el Papa Francisco en su catequesis de la Audiencia General del miércoles, que tuvo lugar en el Aula Pablo VI del Vaticano.

El Santo Padre reflexionó sobre el natural miedo a la muerte que todas las personas sienten, y la esperanza cristiana radicada en la resurrección de Cristo.

Remitiéndose a las palabras de San Pablo en su Carta a los Tesalonicenses, el Papa Francisco afirmó: “todo pasa, pero tras la muerte, siempre estaremos con el Señor. Esa es la certeza total de la esperanza cristiana”.

Si en catequesis pasadas el Santo Padre se centró en el mensaje de esperanza presente en el Antiguo Testamento, en esta ocasión explicó el mensaje de esperanza en el Nuevo Testamento: “Nosotros, los cristianos, somos hombres y mujeres de esperanza”, aseguró.

El Papa explicó en qué consiste la esperanza cristiana: “cuando hablamos de esperanza, podemos entenderla según la acepción común del término, es decir, podemos referirnos a algo bueno que deseamos que se produzca pero que puede producirse o no".

"Por ejemplo, podemos decir: ‘Espero que mañana haga buen tiempo”, pero sabemos que puede hacer muy mal tiempo. La esperanza cristiana no es así. La esperanza cristiana es la expectativa de algo que ya se ha producido y que tenemos la certeza de que se realizará en cada uno de nosotros”.

“Nuestra resurrección, y la de nuestros seres queridos difuntos, no es, por lo tanto, algo que podrá suceder o no, sino que es una certeza real en cuanto que se sustenta en la resurrección de Cristo. La esperanza, por lo tanto, implica aprender a vivir en la espera. Ello exige un corazón humilde, pobre”.

“Cuando una mujer se da cuenta de que está en embarazo, cada día aprende a vivir en la espera de ver la mirada de ese niño que vendrá. También nosotros debemos vivir y aprender de esta espera humana y vivir en la espera de mirar y encontrar al Señor. Esto no es fácil, vivir en la espera, pero se aprende“, añadió el Santo Padre.

En su catequesis, Francisco recordó que los cristianos de la comunidad de Tesalónica estaban preocupados por la muerte y la resurrección.

“La dificultad de la comunidad no era tanto el reconocimiento de la resurrección de Jesús, sino el creer en la resurrección de los muertos”. Por ese motivo, “el Apóstol trata de hacerles comprender, a todos, los efectos y las consecuencias que este evento único y decisivo –la resurrección del Señor– implica para la historia y la vida de cada uno”.

El Obispo de Roma señaló que no se debe olvidar que, la de Tesalónica, “era una comunidad joven, fundada hacía poco tiempo, que, pese a las dificultades y las muchas pruebas a la que se veía sometida, estaba radicada en la fe y celebraba con entusiasmo y con alegría la resurrección del Señor Jesús".

"Cuando Pablo les escribe, la comunidad de Tesalónica hacía muy poco que había sido fundada. Sólo unos años la separaban de la Pascua de Cristo”.

“Esta carta –continuó el Pontífice–, se revela más actual que nunca. Cada vez que nos encontramos frente a nuestra muerte, o a la de un ser querido, sentimos que nuestra fe es sometida a prueba. Surgen todas nuestras dudas, todas nuestras debilidades, y nos preguntamos: ‘¿De verdad hay vida después de la muerte? ¿Podré ver y abrazar a las personas que he querido?’".

"También nosotros, en el contexto actual, tenemos necesidad de retornar a la raíz y al fundamento de nuestra fe, para así tomar conciencia de todo lo que Dios ha hecho por nosotros en Jesucristo. Tomar conciencia de qué significa nuestra muerte. Todos tenemos un poco de miedo a la muerte por esta incertidumbre”.

En este sentido, contó una pequeña anécdota: “Me viene a la memoria, un anciano muy valiente que decía: ‘yo no tengo miedo a la muerte…, sólo un poco a verla venir’. Él tenía a miedo a eso”, resumió divertido por el sentido del humor de aquel anciano.

PAPA FRANCISCO: JESÚS NO MASIFICA A LA GENTE, NOS MIRA A CADA UNO


Papa Francisco: “Jesús no masifica a la gente, nos mira a cada uno” 
En la homilía de este martes, el Santo Padre invita a tener fija la mirada en Jesús, con perseverancia


En el Evangelio es Jesús quien “nos mira y se da cuenta de nosotros”. Él está cerca de nosotros, está siempre en medio de la multitud.


Por: Redaccion Papa Francisco | Fuente: ZENIT – Roma / 31 de enero 2017 



 (ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco, en la homilía de la misa celebrada este martes en Santa Marta, ha asegurado que si tenemos nuestra mirada dirigida hacia Jesús con perseverancia, descubriremos con estupor que es Él quien mira con amor a cada uno de nosotros.
El autor de la carta a los Hebreos, ha indicado el Santo Padre, nos exhorta a correr en la fe “con perseverancia, teniendo fija la mirada en Jesús”. En el Evangelio es Jesús quien “nos mira y se da cuenta de nosotros”. Él está cerca de nosotros –ha señalado– está siempre en medio de la multitud.
Asimismo, ha proseguido recordando que Jesús no se rodeaba de guardias que le hacían la escolta para que la gente no le tocara. “Se quedó allí y la gente lo empujaba. Y cada vez que Jesús salía, había más gente”, ha precisado Francisco. Además, ha asegurado que Jesús “no masifica a la gente” sino que “nos mira a cada uno”.
En la homilía, el Santo Padre ha explicado que el Evangelio de Marcos cuenta dos milagros. Jesús sana a la hemorroísa, en medio de la multitud, que consigue tocar el manto. Y Jesús se da cuenta de que le han tocado. Después, resucita a la hija de Jairo, uno de los jefes de la sinagoga. Se da cuenta de que la chica tiene hambre y le dice a los padres que la den de comer. Al respecto, el Pontífice ha subrayado que “la mirada de Jesús va al grande y al pequeño”.
Así mira Jesús: “nos mira a todos, nos mira a cada uno de nosotros”. Mira “nuestros grandes problemas, nuestras grandes alegrías, y mira también a nuestras pequeñas cosas”.
Por otro lado, ha reconocido que si corremos “con perseverancia, teniendo fija la mirada en Jesús” nos sucederá como a la gente después de la resurrección de la hija de Jairo, “que se quedaron muy sorprendidos”. De este modo ha explicado que cuando miramos a Jesús y fijamos su mirada en Él, nos encontramos que “Él tiene fija su mirada sobre mí”. Y esto –ha reconocido Francisco– nos hace sentir este gran estupor.
En esta línea, el Pontífice ha exhortado a no tener miedo, como no lo tuvo la viejecita al ir a tocar el borde del manto de Jesús.

CATEQUESIS DEL PAPA FRANCISCO SOBRE LA MUERTE Y RESURRECCIÓN


TEXTO: Catequesis del Papa Francisco sobre la muerte y resurrección
 Foto: Lucía Ballester / ACI Prensa



VATICANO, 01 Feb. 17 / 05:56 am (ACI).- El Papa Francisco habló en su catequesis de la Audiencia General sobre la resurrección de los muertos y en concreto de la de Cristo.

“Cada vez que nos encontramos ante nuestra muerte, o a aquella de una persona querida, sentimos que nuestra fe es puesta a la prueba. Surgen todas nuestras dudas, toda nuestra fragilidad, y nos preguntamos: “¿De verdad existirá la vida después de la muerte? ¿Podré todavía ver y abrazar a las personas que he amado?”, dijo en la Audiencia.


A continuación, el texto completo de la catequesis del Papa:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

En las anteriores catequesis hemos iniciado nuestro recorrido sobre el tema de la esperanza releyendo en esta perspectiva algunas páginas del Antiguo Testamento. Ahora queremos pasar a poner en evidencia la extraordinaria importancia que esta virtud asume en el Nuevo Testamento, cuando encuentra la novedad representada por Jesús y por el evento pascual: la esperanza cristiana. Nosotros cristianos, somos mujeres y hombres de esperanza.

Es esto lo que emerge de modo claro desde el primer texto que ha sido escrito, es decir, desde la Primera Carta de San Pablo a los Tesalonicenses. En el pasaje que hemos escuchado, se puede percibir toda la frescura y la belleza del primer anuncio cristiano. La comunidad de Tesalónica era una comunidad joven, fundada de hace poco; no obstante las dificultades y las diversas pruebas, está enraizada en la fe y celebra con entusiasmo y con alegría la resurrección del Señor Jesús. El Apóstol entonces se alegra de corazón con todos, porque cuantos renacen en la Pascua se convierten de verdad en «hijos de la luz, hijos del día» – así los llama él – (5,5), en virtud de la plena comunión con Cristo.

Cuando Pablo les escribe, la comunidad de Tesalónica ha sido apenas fundada, y sólo pocos años la separan de la Pascua de Cristo; pocos años después, ¡eh! Por esto, el Apóstol trata de hacer comprender todos los efectos y las consecuencias que éste evento único y decisivo, es decir, la resurrección del Señor, comporta para la historia y para la vida de cada uno. En particular, la dificultad de la comunidad no era tanto reconocer la resurrección de Jesús, todos lo creían, sino de creer en la resurrección de los muertos. Si, Jesús ha resucitado, pero los muertos tenían un poco de dificultad.

En este sentido, esta carta se presenta más actual que nunca. Cada vez que nos encontramos ante nuestra muerte, o a aquella de una persona querida, sentimos que nuestra fe es puesta a la prueba. Surgen todas nuestras dudas, toda nuestra fragilidad, y nos preguntamos: “¿De verdad existirá la vida después de la muerte? ¿Podré todavía ver y abrazar a las personas que he amado?”. Esta pregunta me la ha hecho una señora hace pocos días en una audiencia. Me dijo: ¿Encontraré a mis seres queridos? Una incógnita… También nosotros, en el contexto actual, tenemos necesidad de regresar a las raíces y a los fundamentos de nuestra fe, para que así tomemos conciencia de lo que Dios ha obrado por nosotros en Cristo Jesús y que cosa significa nuestra muerte. Todos tenemos un poco de miedo; la muerte, por esta incertidumbre, ¿no? Aquí viene la palabra de Pablo. Me viene a la memoria un viejito, un anciano, bueno, que decía: “Yo no tengo miedo a la muerte. Tengo un poco de miedo verla venir”. Y tenía miedo de esto.

Pablo, ante los temores y las perplejidades de la comunidad, invita a tener firme sobre la cabeza como un yelmo, sobre todo en las pruebas y en los momentos más difíciles de nuestra vida, “la esperanza de la salvación”. Es un yelmo. Es esta la esperanza cristiana. Cuando se habla de esperanza, podemos ser llevados a comprenderla según el significado común del término, es decir, en relación a algo bello que deseamos, pero que puede realizarse o tal vez no. Esperemos que suceda, pero… esperemos, como un deseo, ¿no? Se dice por ejemplo: “¡Espero que mañana haga buen clima!”; pero sabemos que al día siguiente en cambio puede hacer un mal clima… La esperanza cristiana no es así. La esperanza cristiana es la espera de algo que ya ha sido realizada; está la puerta ahí, y yo espero llegar a la puerta. ¿Qué cosa debo hacer? ¡Caminar hacia la puerta! Estoy seguro que llegaré a la puerta.

Así es la esperanza cristiana: tener la certeza que yo estoy en camino hacia algo que es y no lo que yo quiero que sea. Esta es la esperanza cristiana. La esperanza cristiana es espera de una cosa que ya ha sido realizada y que ciertamente se realizará para cada uno de nosotros. También nuestra resurrección y aquella de nuestros queridos difuntos, pues, no es una cosa que puede suceder o tal vez no, sino es una realidad cierta, en cuanto está fundada en el evento de la resurrección de Cristo. Esperar pues significa aprender vivir en la espera. Aprender a vivir en la espera y encontrar la vida. Cuando una mujer se da cuenta de estar embarazada, cada día aprende a vivir en la espera de ver la mirada de ese niño que llegará… También nosotros debemos vivir y aprender de estas actitudes humanas y vivir en la espera de mirar al Señor, de encontrar al Señor. Esto no es fácil, pero se aprende: a vivir en la espera. Esperar significa e implica un corazón humilde, pobre. Solo un pobre sabe esperar. Quien está lleno de sí y de sus bienes, no sabe poner la confianza en ningún otro sino en sí mismo.

Escribe aún Pablo: «Él que murió por nosotros, a fin de que, velando o durmiendo, vivamos unidos a Él» (1 Tes 5,10). Estas palabras son siempre motivo de grande consolación y de paz. Asimismo para las personas amadas que nos han dejado estamos pues llamados a orar para que vivan en Cristo y estén en plena comunión con nosotros. Una cosa que a mí me toca el corazón es una expresión de San Pablo, siempre dirigida a los Tesalonicenses. A mí me llena de la seguridad de la esperanza. Dice así: «Y así permaneceremos con el Señor para siempre» (1 Tes 4,17). ¡Qué bello! Todo pasa. Pero, después de la muerte, por siempre estaremos con el Señor. Es la certeza total de la esperanza, la misma que, mucho tiempo antes, hacia exclamar a Job: «Yo sé que mi Redentor vive […]. Yo mismo lo veré, lo contemplarán mis ojos» (Job 19,25.27). Y así por siempre estaremos con el Señor. ¿Ustedes creen esto? Les pregunto: ¿Creen esto? Más o menos, ¡eh! Pero para tener un poco de fuerza los invito a decirlo tres veces conmigo: “Y así por siempre estaremos con el Señor”. Todos juntos: “Y así por siempre estaremos con el Señor”, “Y así por siempre estaremos con el Señor”, “Y así por siempre estaremos con el Señor”. Y allá, con el Señor, nos encontraremos. Gracias.

lunes, 30 de enero de 2017

IMÁGENES VARIADAS DEL PAPA FRANCISCO















PAPA FRANCISCO PIDE PENSAR EN LOS MÁRTIRES DE HOY


El Papa pide pensar en los mártires de hoy cuando nos quejemos porque nos falta algo
Por Miguel Pérez Pichel
 Foto: L'Osservatore Romano




VATICANO, 30 Ene. 17 / 06:25 am (ACI).- Nosotros que lo tenemos todo y “si nos falta algo nos quejamos”, pensemos en los cristianos perseguidos y asesinados por su fe que hoy mueren en mayor número que en los primeros siglos, pero que para los medios de comunicación “no es noticia”, expresó el Papa Francisco durante la Misa celebrada este lunes en la Casa Santa Marta.

El Papa, que centró su homilía en el valor del martirio para la Iglesia de hoy y de mañana, llamó a conservar “la memoria de los mártires, que sufrieron y dieron la vida como Jesús, que fueron lapidados, torturados, asesinados a espada”, porque “sin memoria no hay esperanza”.

“Los mártires son los que llevan a la Iglesia adelante, son los que sostienen la Iglesia, los que la han sostenido y los que la sostienen hoy. Y hoy hay más mártires que en los primeros siglos”, explicó. “Los medios de comunicación no lo dicen porque no es noticia, pero hay muchos cristianos hoy en el mundo que son perseguidos, insultados, encarcelados, y son bendecidos por ello”.

“¡Hay muchos cristianos en la cárcel, sólo por llevar una cruz o por dar testimonio de Jesucristo!”, lamentó el Obispo de Roma, quien recordó, al mismo tiempo, que ese sufrimiento “es la gloria de la Iglesia, y nuestro apoyo y también nuestra humillación”.

Dijo que es una humillación para los cristianos que no sufren esa persecución. “Nosotros, que lo tenemos todo, que todo nos parece fácil, y que si nos falta algo nos quejamos, pensemos en nuestros hermanos y hermanas que hoy, en un número mayor que en los primeros siglos, sufren el martirio”, expresó.

Francisco puso en valor los frutos de los mártires, a los cuales se refirió como la fortaleza de la Iglesia. “Es verdad y justo reconocerlo, que sentimos una gran satisfacción cuando asistimos a un acto eclesial de grandes dimensiones, con un gran éxito de asistencia de fieles, de cristianos que manifiestan su fe. ¡Es realmente bello! ¿Es esa nuestra fuerza? Sí, es nuestra fuerza, pero la más grande fuerza de la Iglesia hoy está en las pequeñas Iglesias, las pequeñitas, las que tienen pocas personas, con sus miembros perseguidos, con sus obispos en la cárcel. Esa es nuestra gloria hoy, nuestra gloria y nuestra fuerza hoy”, aseguró.

“Una Iglesia sin mártires, me atrevo a decir, es una Iglesia sin Jesús”, dijo el Santo Padre, que invitó a rezar “por nuestros mártires que sufren tanto, por esa Iglesia que no es libre de expresarse. Ellos son nuestra esperanza, porque la sangre de los cristianos, la sangre de los mártires, es semilla de cristianos”.

“Con su martirio, con su testimonio, con su sufrimiento, también dando la vida, ofreciendo la vida, siembran el cristianismo futuro”, expresó.


Evangelio comentado por el Papa Francisco:

Marcos 5:1-20
1 Y llegaron al otro lado del mar, a la región de los gerasenos.
2 Apenas saltó de la barca, vino a su encuentro, de entre los sepulcros, un hombre con espíritu inmundo
3 que moraba en los sepulcros y a quien nadie podía ya tenerle atado ni siquiera con cadenas,
4 pues muchas veces le habían atado con grillos y cadenas, pero él había roto las cadenas y destrozado los grillos, y nadie podía dominarle.
5 Y siempre, noche y día, andaba entre los sepulcros y por los montes, dando gritos e hiriéndose con piedras.
6 Al ver de lejos a Jesús, corrió y se postró ante él
7 y gritó con gran voz: «¿Qué tengo yo contigo, Jesús, Hijo de Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes.»
8 Es que él le había dicho: «Espíritu inmundo, sal de este hombre.»
9 Y le preguntó: «¿Cuál es tu nombre?» Le contesta: «Mi nombre es Legión, porque somos muchos.»
10 Y le suplicaba con insistencia que no los echara fuera de la región.
11 Había allí una gran piara de puercos que pacían al pie del monte;
12 y le suplicaron: «Envíanos a los puercos para que entremos en ellos.»
13 Y se lo permitió. Entonces los espíritus inmundos salieron y entraron en los puercos, y la piara - unos 2.0000 se arrojó al mar de lo alto del precipicio y se fueron ahogando en el mar.
14 Los porqueros huyeron y lo contaron por la ciudad y por las aldeas; y salió la gente a ver qué era lo que había ocurrido.
15 Llegan donde Jesús y ven al endemoniado, al que había tenido la Legión, sentado, vestido y en su sano juicio, y se llenaron de temor.
16 Los que lo habían visto les contaron lo ocurrido al endemoniado y lo de los puercos.
17 Entonces comenzaron a rogarle que se alejara de su término.
18 Y al subir a la barca, el que había estado endemoniado le pedía estar con él.
19 Pero no se lo concedió, sino que le dijo: «Vete a tu casa, donde los tuyos, y cuéntales lo que el Señor ha hecho contigo y que ha tenido compasión de ti.»
20 El se fue y empezó a proclamar por la Decápolis todo lo que Jesús había hecho con él, y todos quedaban maravillados.